lunes, 25 de agosto de 2014

Capitulo 19

LALI

Es jueves.

Noche de juego.

Normalmente, el sonido del juego de los jueves por la noche me molesta. Esta noche es música para mis oídos, sabiendo que Peter debería estar en casa. No tengo ni idea de qué esperar de él o de este arreglo que continuamos teniendo. No le he enviado mensajes de texto o he hablado con él en los cinco días desde que se fue.

Sé que por más que piense en él, no debería hacer esto. Para algo que se supone que es casual, se ha sentido todo menos casual. Para mí, ha sido sumamente de compromiso. Intenso, incluso. Es más o menos todo en lo que he pensado desde aquella noche en la lluvia, y es bastante patético el que esté alargando la mano para agarrar la manija y así entrar al apartamento, y que mi maldita mano esté temblando, sabiendo que él podría estar allí.

Abro la puerta del apartamento, y Gastón es el primero en levantar la mirada. Asiente, pero ni siquiera saluda. Nico me saluda con la mano desde su asiento en el sofá, y luego vuelve a mirar la televisión.

Los ojos de Benjamin vagan de arriba abajo por mi cuerpo, y hago lo que puedo para no rodar los ojos.

Peter no hace nada, porque Peter no está aquí.

Todo mi cuerpo suspira de decepción. Dejo caer la cartera sobre la silla vacía en la sala de estar y me digo que es bueno que no esté aquí, porque tengo demasiada tarea que hacer de todos modos.

—Hay pizza en la nevera —dice Gastón.

—Excelente. —Entro a la cocina y abro el armario para agarrar un plato. Oigo pasos acercándose a mí, y mi ritmo cardíaco aumenta.

Una mano me toca en la espalda baja, e inmediatamente sonrió y giro para estar en frente de Peter.

Sólo que no es Peter. Es Benjamin.

—Hola, Lali —dice, extendiendo los brazos a mí alrededor para llegar al gabinete. La mano que tocó mi espalda todavía está en mí, pero ahora que me he vuelto para estar enfrente de él, su mano se deslizó a mi cintura. Mantiene sus ojos fijos en los míos mientras se extiende más allá de mí y abre el armario—. Sólo necesito un vaso para mi cerveza —dice, excusando el hecho de que esté aquí. Tocándome. Su cara a escasos centímetros de la mía.

No me gusta que me viera sonreír cuando me di la vuelta. Sólo le di una idea equivocada.

—Bueno, no encontrarás un vaso en mi bolsillo —digo, quitando su mano de mí. Aparto la mirada de Benjamin justo cuando Peter se mete en la cocina. Sus ojos están haciendo agujeros en la parte de mí que Benjamin  tocaba.

Peter vio la mano de Benjamin en mí.

Ahora está mirando a Benjamin como si acabara de cometer un asesinato.

—¿Desde cuándo bebes cerveza de un vaso? —dice Peter.

Benjamin se da la vuelta y mira a Peter, luego me da un vistazo y sonríe una sonrisa coqueta muy descarada. —Desde que Lali se encontraba  parada tan cerca del gabinete.

Mierda. Ni siquiera lo esconde. Cree que estoy interesada en él.

Peter camina hacia la nevera y la abre. —Así que, Benjamin. ¿Cómo está tu esposa?

Peter no hace un intento por sacar algo. Está allí de pie, mirando a  la nevera, con los dedos agarrando la manilla de la puerta más duro de lo  que nunca ha sido agarrada, estoy segura.

Benjamin aún me mira. —Está en el trabajo —dice enfáticamente—Durante al menos cuatro horas.

Peter cierra de golpe el refrigerador y da dos rápidos pasos hacia Benjamin. Este se endereza, y de inmediato me alejo dos metros de él. —
Gastón te dijo específicamente que mantuvieras tus manos alejadas de su
hermana. ¡Muéstrele un poco de respeto, maldición!

La mandíbula de Benjamin se tensa, y no retrocede o aparta la mirada de Peter. De hecho, da un paso hacia él, cerrando el espacio entre ellos. — A mí me parece que esto no es realmente sobre Gastón —dice Benjamin, furioso.

Mi corazón late con fuerza en mi pecho. Me siento culpable por haberle dado la idea equivocada a Benjamin, y aún más culpable porque discutiendo sobre ello ahora. Pero maldita sea, amo que Peter lo odie tanto. Sólo deseo saber si es porque no le gusta que Benjamin esté coqueteando cuando tiene una esposa en casa, o si no le gusta que Benjamin esté coqueteando conmigo.

Y ahora Gastón está de pie en la entrada.

Mierda.

—¿Qué es lo que realmente no es sobre de mí? —pregunta Gastón, viéndolos enfrentarse.

Peter retrocede un paso y se gira de manera que pueda mirar a Benjamin y Gastón al mismo tiempo. Sus ojos permanecen fijos en Benjamin. — Está tratando de follar a tu hermana.

Jesucristo, Peter. ¿Has oído hablar de endulzar las cosas?

Gastón ni siquiera se estremece. —Vete a tu casa con tu esposa, Benjamin —dice firmemente.

Tan vergonzoso como es todo esto, no hago nada para intervenir y defender a Benjamin, porque tengo la sensación de que Peter y Gastón han estado buscando una excusa para dejar de ser su amigo desde hace un tiempo. Aunque nunca defendería a un hombre que no tiene respeto por su matrimonio. Benjamin se queda mirando a Gastón durante varios segundos minuciosamente largos, luego se vuelve hacia mí, de espaldas tanto de Peter como de Gastón.

Este chico tiene seriamente deseos de morir.

—Vivo en el décimo piso, departamento doce —susurra con un guiño—. Pasa algún día. Ella trabaja las noches entre semana. —Se da la vuelta y camina entre Gastón y Peter—. Ambos pueden irse a la mierda.

Gastón se gira, y sus puños se aprietan. Comienza a caminar hacia Benjamin, pero Peter toma su brazo y lo jala de regreso a la cocina. No suelta el brazo de Gastón hasta que la puerta delantera se cierra.

Gastón se voltea para estar frente a mí, y se ve tan enfadado que estoy sorprendida de que el vapor no salga de sus oídos. Su cara es de color rojo, y está tronando sus nudillos. Había olvidado lo increíblemente protector que es conmigo. Siento que tengo quince años otra vez, sólo que ahora de repente tengo dos hermanos sobre protectores.

—Borra ese número de apartamento de tu cabeza, Lali —dice Gastón.

Niego, un poco decepcionada porque creyera que me gustaría recordar el número del apartamento de Benjamin. —Tengo estándares, Gastón.

Asiente, pero todavía está intentando calmarse. Inhala una respiración profunda, chasqueando la mandíbula, y luego vuelve a entrar en la sala de estar.

Peter se apoya contra la encimera, bajando la mirada a sus pies. Lo observo en silencio hasta que finalmente levanta sus ojos y me mira. Echa un vistazo hacia la sala de estar, y luego se aleja de la encimera y camina hacia mí. Entre más se acerca, más me presiono contra el mostrador detrás de mí, haciendo un intento de alejarme de la intensidad de sus ojos, a pesar de que no puedo ir a ninguna parte.

Me alcanza.

Huele bien. Como a manzanas. La fruta prohibida.

—Pregúntame si puedes estudiar en mi casa —susurra.

Asiento, preguntándome por qué demonios haría tal petición después de todo lo que acaba de suceder. Aun así, lo hago de todos modos.

—¿Puedo estudiar en tu casa?

Estalla en una enorme sonrisa y pone su frente en el lado de mi cabeza para que sus labios estén directamente encima de mi oreja. —Me refería a que me preguntes en frente de tu hermano —dice, riendo en voz baja—. Así tengo una excusa para ir allí.

Bueno, esto es vergonzoso.

Ahora sabe exactamente lo mucho que no soy Lali cuando estoy cerca de él. Soy líquido. Ajustable. Haciendo lo que pide, lo que me dice, lo que quiere que haga.

—Oh —digo en voz baja mientras lo veo alejarse de mí—. Eso tiene mucho más sentido.

Sigue sonriendo, y no me di cuenta de lo mucho que extrañaba ver esa sonrisa. Debería sonreír todo el tiempo. Para siempre. A mí.

Sale de la cocina y se dirige de nuevo a la sala de estar, así que me voy a la habitación y me baño en tiempo récord.

No sabía que fuera buena actriz.

Sin embargo, tuve práctica. Cinco minutos de práctica. Me quedé en mi habitación, tratando de pensar en la mejor línea, la más casual para cuando entrara en la sala de estar para pedirle a Peter su llave. Decidí esperar hasta un momento particularmente ruidoso durante el juego, y luego salí de mi cuarto y les grité.

—¡Tienen que bajarle al maldito televisor o ir a ver el juego al lado, porque estoy tratando de estudiar!

Peter me echó un vistazo y trató de ocultar su sonrisa. Nico me miró con sospecha, y Gastón rodó los ojos. —ve al lado —dijo Gastón—. Estamos viendo el juego —Miró a Peter—. Puede usar tu departamento, ¿no?

Peter se levantó de inmediato y dijo—: Por supuesto. La dejaré entrar.

Agarré mis cosas, lo seguí fuera de mi apartamento, y ahora aquí estamos.

Peter abrió la puerta de su apartamento para mí, a pesar de que no está con llave. Sin embargo, Gastón no lo sabe. Entra y lo sigo. Cierra la puerta, y nos volteamos y estamos uno enfrente del otro.

—Realmente tengo tarea —digo. No sé lo que espera que suceda, pero siento que tengo que hacerle saber que sólo porque aparece después de unos días de distancia, eso no significa que es mi prioridad número uno.

A pesar de que más o menos lo es.

—Realmente tengo un juego que ver —dice, señalando por encima del hombro a mi apartamento, pero caminando hacia mí al mismo tiempo.

Saca los libros de mis manos y camina con ellos a la mesa, donde los deja. Empieza a caminar hacia mí, y no se detiene hasta que sus labios se presionan contra los míos y no podemos seguir caminando más lejos porque mi espalda esta contra la puerta del apartamento.

Sus manos agarran mi cintura, y las mías están agarrando sus hombros. Su lengua se desliza entre mis labios y dentro de mi boca, y lo tomo, con mucho gusto. Gime y se aprieta contra mí mientras mis manos se deslizan por su cuello y cabello. Se aleja igual de rápido y retrocede varios metros.

Me mira como si fuera de alguna manera mi culpa que se tenga que ir. Pasa las manos sobre su cara con frustración y exhala profundamente.

—No, tienes que comer antes —dice—. Te voy a traer un poco de pizza. —

Camina hacia mí, y me muevo a un lado sin responder.

Abre la puerta y desaparece.

Él es tan raro.

Camino a la mesa y empiezo a poner todo lo que necesito para estudiar. Estoy retirando la silla para sentarme cuando la puerta de su apartamento se abre de nuevo. Me doy la vuelta, y está caminando hacia la cocina con un plato en sus manos. Pone la pizza en su microondas, presiona algunos botones y la inicia, y luego se dirige directamente hacia mí. Está haciendo esa cosa intimidante de nuevo, esa que me hace retroceder naturalmente ante él, pero su mesa está detrás de mí, y no puedo ir a ninguna parte.

Me alcanza y rápidamente presiona sus labios contra los míos. — Tengo que volver —dice—. ¿Estás bien?

Asiento.

—¿Necesitas algo?

Niego.

—Hay jugo y agua embotellada en la nevera.

—Gracias.

Me besa brevemente antes de que me libere y salga por la puerta.

Me desplomo contra la silla.

Es tan agradable.

Podría acostumbrarme a esto.

Pongo el cuaderno delante de mí y empiezo a estudiar. Una hora y media pasa, y entonces recibo un mensaje de él.

Peter: ¿Cómo va la tarea?

Estoy leyendo el texto en mi teléfono, sonriendo como una idiota. Han pasado nueve días sin verme o enviarme mensajes de texto, y ahora me está enviando mensajes, a veinte metros de distancia.

Yo: Bien. ¿Cómo va el juego?

Peter: Medio tiempo. Estamos perdiendo.

Yo: Que mal.

Peter: Sabías que no tenía cable.

Yo: ¿¿¿???

Peter: Antes, cuando nos gritaste. Nos dijiste que fuéramos a mi casa para ver el juego, pero ya sabías que no tenía cable. Creo que Nico sospecha ahora.

Yo: Oh, no. No pensé en eso.

Peter: Es genial. Está mirándome como si supiera que algo está pasando. Sinceramente, no me importa si lo sabe. Sabe todo lo demás sobre mí.

Yo: Me sorprende que no se lo hayas dicho ya. ¿No todos los chicos hablan de sus ligues?

Peter: Yo no, Lali.

Yo: Supongo que eres la excepción. Ahora déjame en paz, tengo que estudiar.

Peter: No vuelvas hasta que te diga que el juego ha terminado.

Pongo el teléfono en la mesa, incapaz de borrar la sonrisa de mi cara.

Una hora más tarde, la puerta de su apartamento se abre. Levanto la mirada y él entra, cierra la puerta y se apoya casualmente contra ella. — El juego ha terminado —dice.

Suelto el bolígrafo. —Justo a tiempo. Acabo de terminar mi tarea.

Sus ojos caen a mis libros, esparcidos por toda la mesa. —Gastón probablemente te está esperando.

No sé si esa es su forma de decirme que debo irme o si es sólo una conversación. Me pongo de pie de todos modos y empiezo a recoger mis libros, tratando de ocultar la decepción en mi cara.

Camina directamente hacia mí y me quita los libros de las manos, bajándolos otra vez. Les da un empujón, alejándolos unos cuantos centímetros y entonces me agarra de la cintura y me pone sobre la mesa.

—Eso no significa que quiero que te vayas —dice con firmeza, mirándome firmemente a los ojos.

No sonrío esta vez, porque me puso nerviosa de nuevo. Cada vez que me mira con tanta intensidad, me pongo nerviosa.

Me desliza hasta el borde de la mesa y se ubica entre mis piernas.

Sus manos siguen en mi cintura, pero sus labios están en mi mandíbula.

—Estaba pensando —dice en voz baja, su aliento acaricia mi cuello, cubriéndome en escalofríos—, en esta noche y que has estado en clases todo el día. —Desliza sus manos por debajo de mí, levantándome de la mesa—. Y cómo trabajas todo el fin de semana, cada fin de semana. —Mis piernas se envuelven alrededor de él. Me está llevando a su dormitorio.

Ahora me recuesta en su cama.

Ahora está encima de mí, colocando mi cabello hacia atrás y mirándome a los ojos. —Y me di cuenta de que nunca tienes un día libre.

—Su boca regresa a mi mandíbula, besándome suavemente entre cada frase—. No has tenido un día libre desde Acción de Gracias, ¿verdad?

Niego con la cabeza, sin entender por qué está hablando tanto, pero al mismo tiempo me encanta. Su mano se desliza bajo mi camisa, y su palma encuentra mi estómago, continuando hacia arriba hasta que acuna mi pecho. —Debes estar muy cansada, Lali.

Niego con la cabeza. —En realidad no.

Estoy mintiendo.

Estoy agotada.

Sus labios dejan mi cuello y me mira a los ojos. —Estás mintiendo — dice, pasando su pulgar sobre la fina capa de sostén que cubre mi pezón— . Me doy cuenta de que estás cansada. —Baja la boca hasta que se presiona contra la mía tan suavemente que apenas la siento—. Sólo quiero besarte por unos minutos, ¿de acuerdo? Luego puedes ir a descansar un poco. No quiero que pienses que esperaba algo sólo porque los dos estamos en casa.

Su boca toca la mía otra vez, pero sus labios no se pueden comparar a lo que me hacen sus palabras. Nunca supe que la consideración podría excitar tanto.

Pero, oh, Dios mío. Es tan caliente.

Su mano se desliza por debajo de mi sostén y su boca me invade.

Cada vez que su lengua acaricia la mía, mi cabeza da vueltas. Me pregunto si eso nunca dejará de pasar.

Sé que dijo que sólo quería besarme por unos minutos, pero su definición de beso y mi definición de beso están escritos en dos idiomas diferentes. Su boca está en todas partes.

Y las manos también.

Empuja mi camisa por encima de mi sujetador, tirando un lado de éste hacia abajo hasta que mi pecho queda expuesto. Se burla de mí con su lengua, mirándome mientras lo hace. Su boca es cálida y su lengua es incluso más caliente, provocando que se me escapen suaves gemidos.

Pasa la mano por mi estómago y se aleja un poco de mí, sosteniendo su peso en un codo. Su mano se arrastra sobre mis pantalones vaqueros hasta que llega a la parte interna de mis muslos. Pasa sus dedos contra el material entre las piernas, y dejo caer la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos.

Dios mío, me encanta su versión de besar.

Comienza a frotar su mano sobre mí, presionando firmemente contra mis vaqueros hasta que todo mi cuerpo está rogándole en silencio. Su boca ya no está en mi pecho. Está en mi cuello y me está besando, mordisqueando, chupando, todo en un solo lugar, como si estuviera tratando de marcarme.

Estoy tratando de ser silenciosa, pero es imposible cuando está creando esta increíble fricción entre nosotros. Pero eso está bien, porque él tampoco es silencioso. Cada vez que gimo, gruñe o suspira o susurra mi nombre. Es por eso que estoy siendo tan ruidosa, porque me encantan sus
sonidos.

Los amo.

Su mano se mueve rápidamente al botón de mis vaqueros y los desabrocha, pero no cambia de posición ni se aleja de mi cuello. Baja la cremallera y desliza sus manos por encima de mi ropa interior. Retoma los mismos movimientos, sólo que esta vez son un millón de veces más intensos y al instante sé que no va a tener que hacerlo durante mucho más tiempo.

Mi espalda se arquea en la cama, y se necesita todo lo que tengo para no alejarme de su mano. Es como si supiera exactamente los lugares correctos para tocarme y que me hagan reaccionar.

—Cristo, Lali. Estás tan mojada. —Dos de sus dedos apartan a un lado mis bragas—. Quiero sentirte.

Y eso es todo.

Soy una desahuciada.

Su dedo se desliza dentro de mí, pero el pulgar se mantiene fuera, provocándome gemidos y, oh, Dios mío y no te detengas como si yo fuera un disco rayado. Me besa, tragando todos mis sonidos mientras mi cuerpo empieza a temblar bajo su mano.

La sensación dura tanto tiempo y es tan intenso que tengo miedo de soltarlo cuando haya terminado. No quiero que su mano me abandone.

Quiero dormirme así.

Estoy completamente inmóvil, pero los dos estamos respirando tan pesadamente que somos incapaces de movernos. Su boca sigue en la mía y nuestros ojos están cerrados, pero no me está besando. Después de unos momentos, finalmente saca su mano de mis pantalones y luego sube la cremallera y abrocha los botones. Cuando abro los ojos, está deslizando lentamente los dedos de su boca con una sonrisa.

¡Cielo santo!

Me alegro mucho de no estar de pie en este momento, o el verlo hacer eso habría hecho que me cayera.

—Vaya —le digo mientras exhalo—. Eres malditamente bueno en esto.

Su sonrisa se amplía más. —Vaya, gracias —dice. Se inclina y besa mi frente—. Ahora, ve a casa y duerme un poco, chica.

Comienza a levantarse de la cama, y le agarro los brazos y lo jalo hacia abajo. —Espera —le digo. Lo empujo sobre su espalda y me deslizo por encima de él—. Eso no es muy justo para ti.

—No voy a llevar la cuenta —dice, girándome sobre mi espalda—. Seguro que Gastón se pregunta por qué sigues aquí. —Se levanta y me agarra las muñecas para levantarme con él. Me atrae hacia su cuerpo lo suficientemente cerca para notar que todavía no está completamente listo para que me vaya.

—Si Gastón dice algo, sólo le voy a decir que no quería irme hasta que terminara con mi tarea.

Peter sacude la cabeza. —Tienes que volver, Lali —dice—. Me agradeció por protegerte de Benjamin. ¿Cómo crees que se sentiría si supiera que sólo lo hice porque estaba siendo egoísta y te quería toda para mí?

Sacudo la cabeza. —No me importa cómo se sentiría. No es asunto suyo.

Peter lleva las manos a mis mejillas. —A me importa. Es mi amigo. No quiero que descubra lo hipócrita que soy. —Me besa la frente y me saca de la habitación antes de que pueda responder. Recoge mis libros y me los da cuando llego a la puerta principal, pero antes de que salga, me agarra el codo y me detiene. Baja la mirada hacia mí, pero en esta ocasión hay algo más en su expresión.

Algo en sus ojos que no desea ni quiere o decepcionante o intimidante. Es algo tácito. Algo que quiere decirme pero tiene mucho miedo de hacerlo.

Sus manos acunan mis mejillas y presiona su boca en la mía con tanta fuerza que golpeo el marco de la puerta detrás de mí.

Me besa de manera posesiva y desesperadamente, una que me pondría triste si no me gustara tanto. Inhala profundamente y se aleja, exhalando lentamente y mirándome fijamente a los ojos. Aleja la mano y da un paso atrás, esperando a que salga al pasillo antes de que cierre la puerta.

No tengo ni idea de qué se trataba, pero necesito más de eso.

***

De alguna manera hago que mis piernas se muevan y entro en el apartamento de Gastón. Gastón no se encuentra en la sala de estar, así que pongo mis libros sobre la encimera.

Oigo la ducha de Gastón.

Gastón está en la ducha.

Inmediatamente salgo por la puerta, cruzo el pasillo y golpeo. Su puerta se abre con tanta rapidez que es como si Peter siguiera de pie en el mismo lugar. Mira por encima de mi hombro a la puerta de miapartamento.

—Gastón está en la ducha —le digo.

Peter me mira, y antes de pensar que ni siquiera tiene tiempo paraprocesar mis palabras, me jala dentro de su apartamento. Cierra la puerta y me empuja contra ella, y una vez más, su boca está en todas partes.

No pierdo tiempo, desabrochando sus pantalones vaqueros y  jalándolos hacia abajo varios centímetros. Sus manos toman el control y me bajan los pantalones por completo, junto con mi ropa interior. Tan pronto como los deslizo por mis pies, me lleva con urgencia hacia la mesa de su cocina. Me gira, posicionándome hasta que estoy inclinada encima de la mesa sobre mi estómago.

Lleva la mano entre mis piernas, procurando abrirme más mientras se libera de sus vaqueros. Sus dos manos se mueven a mi cintura y me agarra con fuerza. Se ubica a sí mismo en mi contra y luego se introduce cuidadosamente dentro de mí. —Oh, Dios —gruñe.

Presiono las palmas sobre la mesa. No hay nada a lo que pueda agarrarme y lo necesito con desesperación.

Se inclina hacia delante, presionando su pecho contra mi espalda. Sus respiraciones son pesadas y calientes y se estrellan contra mi piel. — Tengo que conseguir un condón.

—Está bien —exhalo.

Sin embargo, todavía no se ha retirado y mi cuerpo naturalmente quiere tomarlo por completo. Me presiono contra él, llevándolo más dentro de mí, lo que le hace cavar sus dedos en mis caderas tan fuerte que me estremezco.

No, Lali.

Su voz es una advertencia.

O un desafío.

Lo hago de nuevo y gime, saliendo de mí rápidamente por completo. Sus manos siguen clavadas en mis caderas y todavía está presionado contra mí —sólo que ya no está dentro de mí.

—Estoy tomando la píldora —le susurro.

No se mueve.

Cierro los ojos, necesitando que haga algo. Cualquier cosa. Me estoy muriendo.

—Lali —susurra. No continúa con nada. Seguimos quietos, con él en la misma posición, ubicado apenas fuera de mí.

—Maldita sea. —Suelta mi cintura y encuentra mis manos con las palmas hacia abajo sobre la mesa. Desliza sus dedos entre los míos y aprieta, y luego entierra su cara en mi cuello por detrás de mí—. Prepárate.

Se estrella contra mí tan inesperadamente que grito. Una de sus manos suelta la mía, y la lleva a mi boca y la cubre. —Shh —advierte. Se queda quieto, dándome un momento para adaptarme a él dentro de mí.

Sale con un gemido y choca contra mí otra vez, haciéndome gritar una vez más. En esta ocasión su mano amortigua mis ruidos.

Repite sus movimientos.

Más duro.

Más rápido.

Gruñe con cada embestida y estoy haciendo ruidos que ni siquiera sabía que podía hacer. Nunca he experimentado nada como esto.

No sabía que podía ser tan intenso. Tan primitivo. Tan bestial.

Bajo mi cara y apoyo la mejilla contra la mesa.

Cierro los ojos.

Dejo que me folle.

***

Está silencioso.

Está muy silencioso y no sé si es porque los dos fuimos tan ruidosos hace apenas unos segundos, o si sólo necesita un minuto para recuperarse.

Sigue dentro de mí, pero ha terminado. Sólo que no se mueve. Una de sus manos todavía me cubre la boca y la otra sigue apretando mis dedos. Su cara todavía está enterrada en mi cuello.

Pero está tan increíblemente quieto que tengo miedo de moverme. Ni siquiera lo siento respirar.

Lo primero que mueve es la mano, para alejarla de mi boca. Separa los dedos de los míos y los endereza, alejándolos lentamente de los míos.

Presiona las manos contra la mesa y levanta la cara de mi cuello. Sale de mí sin hacer ruido.

Todavía está muy silencioso, así que no me muevo.

Lo escucho mientras se acomoda los pantalones y sube la cremallera.

Oigo sus pasos mientras se aleja.

Está alejándose.

La puerta del dormitorio se cierra y me estremezco. Mi mejilla y las palmas y el estómago siguen completamente contra su mesa, pero ahora también lo están mis lágrimas.

Están cayendo.

Cayendo, cayendo, cayendo y no puedo detenerlas.

Estoy apenada. Estoy avergonzada. No tengo ni idea de qué diablos le pasa, pero tengo demasiado orgullo y muy poco coraje como para ir a descubrirlo.

Esto se siente como un fin. No estoy segura de si estaba lista para que esto fuera el final. No estoy segura de si estaba lista para que alguna vez haya un final y me odio por permitir que mis sentimientos lleguen a ese punto.

También estoy enojada porque aquí estoy, de pie en su apartamento, buscando mis pantalones, tratando de detener mis ridículas lágrimas, todavía sintiendo los restos de él deslizándose por mi pierna y no tengo ni puta idea de por qué tuvo que arruinarlo.

Arruinarme.


Termino de vestirme y me voy.

6 comentarios:

  1. Me encantaaa!.
    Otro porfa!.
    Jenny

    ResponderEliminar
  2. Noooooo porfavor subiiiiiii otroooo

    ResponderEliminar
  3. Ahhhhhh
    Para que le paso a Peter?!!!
    Osea todo bien quiero sexo cual y eso pero eso fue muy patan

    ResponderEliminar
  4. No se portó nada bien ahí Peter.Quizás el mismo tenga una guerra interna x sus sentimientos.

    ResponderEliminar