domingo, 31 de agosto de 2014

Capitulo 27

LALI 


Perdón pero no pude subir, tenia demasiadas cosas que hacer y no me daba el tiempo. Maratón? Que tal?
                                                                                                                                                   

Caigo en la silla al lado de Cap, aún vestida de pies a cabeza con mi uniforme. Tan pronto como llegué a casa del trabajo, estudié por dos horas seguidas. Ya son más de las diez, y no he cenado aún, que es por lo que estoy sentada al lado de Cap justo ahora, porque ya conoce mis hábitos y
había ordenado pizza para los dos.

Le doy una rebanada y tomo la mía, luego cierro la caja y la coloco en el suelo frente a mí. Meto un gran pedazo en mi boca, pero Cap observa la rebanada en su mano.

—Es realmente triste que una pizza llega más rápido a ti que la policía —dice—. Ordené esta hace sólo diez minutos. —Le da una mordida y cierra los ojos como si fuera la mejor cosa que haya probado.

Los dos terminamos nuestras rebanadas, y me estiro para tomar otra. Niega con la cabeza cuando le ofrezco una segunda rebanada, entonces la pongo de vuelta en la caja.

—¿Entonces? —dice—. ¿Algún progreso entre el chico y su amigo?

Me hace reír que constantemente se refiere a Peter como el chico.

Asiento y respondo con la boca llena. —Más o menos —digo—. Tuvieron una exitosa noche de juegos, pero creo que sólo fue exitosa porque Peter pretendió que yo no estaba allí durante todo el rato. Sé que está tratando de respetar a Gastón, pero me hace sentir un poco como mierda en el proceso, ¿sabes?

Cap asiente como si entendiera. No estoy segura de que sea así, pero me gusta que siempre escuche tan atentamente. —Por supuesto, me escribió todo el tiempo en que estaba en la sala de estar sentado al lado de Gastón, así que supongo que tengo eso. Pero luego hay semanas como esta semana, en que ni siquiera está en el mismo estado, y es como si no existiera para él. Nada de mensajes. Nada de llamadas. Estoy muy segura de que sólo piensa en mí cuando estoy a diez metros de él.

Cap niega con la cabeza. —Lo dudo. Apuesto a que ese chico piensa en ti mucho más de lo que deja ver.

Me gustaría creer que esas palabras fueran ciertas, pero no estoy muy segura de que lo sean.

—Pero si no lo hace… —dice Cap—, no puedes estar enojada con él por eso. No fue parte del acuerdo, ¿cierto?

Ruedo los ojos. Odio que siempre me traiga de vuelta al hecho de que Peter no es el que rompe las reglas o los acuerdos. Soy yo la que tiene problemas con nuestros acuerdos, y esa no es culpa de nadie más que mía.

—¿Cómo me metí en este desastre? —pregunto, sin necesitar siquiera una respuesta. Sé cómo me metí en este desastre. También sé cómo salirme de él… es sólo que no quiero.

—Has escuchado la expresión, “¿Cuando la vida te da limones…?”

—Haz limonada —digo, terminando la frase.

Cap me mira y niega con la cabeza. —No es así como va —dice—. Cuando la vida te da limones, asegúrate de saber en los ojos de quién exprimirlos.

Me río, tomo otra rebanada de pizza, y me pregunto cómo diablos terminé con un hombre de ochenta años como mejor amigo.

***

El teléfono de la casa de Gastón nunca suena. Especialmente después de la medianoche. Aparto las sábanas y tomo una camiseta, luego me la pongo sobre la cabeza. No sé por qué me molesto en vestirme.

Gastón no está, y Peter no llega hasta mañana.

Llego a la cocina al quinto tono, justo cuando la máquina contestadora se enciende. Cancelo el mensaje, y entonces coloco el teléfono en mi oreja.

—¿Hola?

—¡Lali! —dice mi madre—. Oh Dios mío, Lali.

Su voz está en pánico, lo que inmediatamente me hace entrar en pánico. —¿Qué pasa?

—Un avión. Un avión se estrelló hace media hora, y no puedo comunicarme con la aerolínea. ¿Has hablado con tu hermano?

Mis rodillas encuentran el suelo. —¿Estás segura de que fue su aerolínea? —le pregunto. Mi voz suena tan asustada que ni siquiera la reconozco. Suena tan asustada como la última vez que esto pasó.

Yo sólo tenía seis, pero recuerdo cada detalle como si hubiera sido ayer, hasta la pijama de luna y estrellas que usaba. Mi padre estaba en un vuelo nacional, y habíamos sintonizado las noticias justo antes de la cena para ver que uno de los aviones había caído por una falla en el motor.

Todos a bordo murieron. Recuerdo mirar a mi madre en el teléfono hablando con la aerolínea, histérica, tratando de averiguar más información sobre quién era el piloto. Nos dimos cuenta de que no era él a la hora, pero esa hora fue una de las más terroríficas de nuestras vidas.

Hasta ahora.

Me apresuro hacia mi habitación y tomo mi celular de la mesita de noche e inmediatamente marco su número. —¿Has intentado llamarlo? — le pregunto a mi madre mientras vuelvo a la sala de estar. Trato de llegar al sofá, pero por alguna razón, el suelo parece más cómodo. Me arrodillo de nuevo, casi en modo para rezar.

Creo que lo hago.

—Sí, he estado llamando a su celular sin parar. Sólo va al buzón de voz.

Es una pregunta estúpida. Por supuesto que ha intentado llamarlo. Trato de nuevo, pero su teléfono va directamente al buzón de voz.

Intento tranquilizarla, pero sé que es inútil. Hasta que no escuchemos su voz, tranquilizarnos no ayudará. —Llamaré a la aerolínea —le digo—. Te llamaré si sé algo.

Ni siquiera dice adiós.

Uso el teléfono del apartamento para llamar a la aerolínea y mi celular para llamar a Peter. Es la primera vez que he marcado su número.

Rezo para que conteste, porque por más que esté demasiado asustada por Gastón, también pasa por mi cabeza que Peter trabaja para la misma aerolínea.

Mi estómago está enfermo.

—¿Hola? —dice Peter al segundo tono. Su voz suena dudosa, como si no estuviera seguro de por qué estoy llamando.

—¡Peter! —digo, tanto frenética como aliviada—. ¿Está bien? ¿Gastón está bien?

Hay una pausa.

¿Por qué hay una pausa?

—¿Qué quieres decir?

—Un avión —digo inmediatamente—. Mi mamá llamó. Hubo un accidente de avión. Él no contesta su teléfono.

—¿Dónde estás? —dice rápidamente.

—En el apartamento.

—Déjame entrar.

Camino a la puerta y quito el seguro. Él la empuja y aún tiene el celular en su oreja. Cuando me ve, aleja el celular, e inmediatamente se apresurando hacia el sofá, toma el control remoto y enciende la televisión.

Pasa a través de los canales hasta que encuentra el del reporte de noticias. Marca un número en su teléfono, luego se da la vuelta y corre hacia mí. Toma mi mano en la suya. —Ven aquí —dice, tirando de mí hacia él—. Estoy seguro de que está bien.

Asiento contra su pecho, pero su tranquilidad es inútil.

—¿Gary? —dice cuando alguien le contesta—. Es Peter. Sí. Sí, le escuché —dice—. ¿Quién estaba en la tripulación?

Hay una larga pausa. Estoy aterrada de mirarlo. Aterrada.

—Gracias. —Cuelga el teléfono—. Él está bien Lali —dice inmediatamente—. Gastón está bien. Nico también.

Estallo en lágrimas de alivio.

Peter me lleva hasta el sofá y nos sentamos, luego me empuja hacia él.  Toma de mis manos el celular y presiona varios botones antes de colocar el teléfono en su oreja.

—Hola, soy Peter. Gastón está bien. —Se detiene por unos segundos—. Sí, ella está bien. Le diré que la llame en la mañana. —Un par de segundos más pasan, y dice adiós. Coloca el celular en el sofá junto a él—. Tu mamá.

Asiento. Ya lo sabía.

Y ese simple gesto, él llamando a mi mamá, sólo me hizo enamorarme aún más.

Besa la parte superior de mi cabeza, frotando mi brazo arriba y abajo, tranquilizándome.

—Gracias, Peter —le digo.

No dice con gusto, porque no piensa que haya hecho nada que merezca agradecerle.

—¿Los conocías? —pregunto—. ¿A la tripulación a bordo?

—No. Eran de un centro diferente. Los nombres no me sonaron familiares.

Mi teléfono vibra, así que Peter me lo da. Lo miro, y hay un mensaje de Gastón.

Gastón: En caso de que hayas escuchado sobre el avión, sólo quería que supieras que estoy bien. Llamé a la sede y Peter también lo está. Por favor dile a mamá si escucha sobre ello. Te amo.

Recibir sus textos me llena aún más de alivio, ahora que sé con cien por ciento de seguridad que está bien.

—Es un texto de Gastón —le digo a Peter—. Dice que estás bien. En caso de que estuvieras preocupado.

Peter se ríe. —¿Entonces me checó? —dice con una sonrisa—. Sabía que no podía odiarme por siempre.

Sonrío. Me encanta que Gastón quería que supiera que Peter se encontraba bien.

Peter continúa abrazándome, y saboreo cada segundo de ello.

—¿Cuándo planea venir a casa?

—No en dos días más —digo—. ¿Cuánto tiempo has estado en casa?

—Como dos minutos —dice—. Solo conecté mi teléfono para cargarse cuando llamaste.

—Me gusta que estés de regreso.

No responde. No dice que le gusta estar de regreso. En lugar de decir algo que tal vez me de falsa esperanza, solo me besa.

—Sabes —dice, jalándome a su regazo—, odio las circunstancias alrededor de la razón por la que probablemente no tuviste tiempo de ponerte pantalones, pero me encanta que no tengas pantalones. —Sus manos se deslizan por mis muslos, y me acerca más hasta que estamos emparejados. Besa la punta de mi nariz, luego mi barbilla.

—¿Peter? —Paso mis manos por su cabello y desciendo hacia su cuello, luego me detengo en sus hombros—. También me aterraba que fueras tú —susurro—. Es la razón por la que estoy feliz de que regresaras.

Sus ojos se suavizan, y las líneas de preocupación entre ellos desaparecen. Tal vez no sepa de su pasado o su vida, pero definitivamente noto que no ha llamado a nadie para decirle que está bien. Eso me pone triste por él.

Sus ojos caen de los míos y se asientan en mi pecho. Traza el contorno superior de mi camisa, luego lentamente la saca por mi cabeza.

Ya no tengo nada más que bragas puesto. Se inclina hacia adelante, envuelve su brazo alrededor de mi espalda, y me hala contra su boca. Sus labios se cierran con suavidad sobre mi pezón, y mis ojos se cierran involuntariamente. Escalofríos envuelven mi piel mientras sus manos comienzan a explorar cada parte de mi espalda y muslos. Su boca traza un camino hacia mi otro pecho, justo mientras sus manos se deslizan en mis pantaletas hacia mis caderas.

—Creo que tengo que romper esto, porque seguro que no quiero que te bajes de mi regazo —dice.

Sonrío. —Bien por mí. Tengo más de donde vinieron estas. Puedo sentir su risa contra mi piel mientras sus manos jalan el elástico de mis bragas. Jala un costado pero falla en romperlo. Intenta rasgando el otro lado para quitármelas, pero nada cede.

—Me estás haciendo calzón chino —digo, riendo.

Deja salir un suspiro frustrado. —Siempre es mucho más sexy cuando lo hacen en televisión.

Me reacomodo y me siento más derecha. —Inténtalo otra vez — animo—. Tú puedes, Peter.

Agarra el lado izquierdo de mis pantaletas y jala fuerte.

—¡Auch! —grito, acurrucándome en dirección de dolor para aminorar el daño que el elástico le hizo a mi costado derecho.

Se ríe de nuevo y deja caer su rostro en mi cuello. —Lo lamento — dice—. ¿Tienes tijeras?

Hago una mueca de dolor ante la idea de viniera hacia mí con tijeras. Me deslizo en él y bajo de su regazo, luego me quito la ropa interior, pateándola para alejarla.

—Mirarte hacer eso valió totalmente mi intento fallido de ser sexy — dice.

Sonrío. —Tu intento fallido de ser sexy, de hecho te hizo sexy.

Mi comentario lo hace reír otra vez. Camino de nuevo hacia él y me subo a su regazo. Me reposiciona para que lo monte a horcajadas de nuevo. —¿Mis fallas te prenden? —pregunta, probando.

—Oh, sí —murmuro—. Tan caliente.

Sus manos están de nuevo sobre mí, viajando por mi espalda y hacia abajo en mis brazos. —Te hubiera encantado en la edad de los trece a los dieciséis —dice—. Fallé bastante en todo. Especialmente en el fútbol.

Me río. —Ahora que hablamos. Dime más.

—Béisbol —dice, justo antes de presionar su boca en mi cuello. Besa su camino hacia arriba a mi oído—. Y un semestre de geografía mundial.

—Santa mierda —gimo—. Ahora, eso es caliente.

Mueve sus labios a mi boca y me jala para un suave beso. A penas toca su boca con la mía. —Tampoco era bueno besando. Era terrible. Una vez, casi ahogué a una chica con mi lengua.

Me río.

—¿Quieres que te muestre?

Tan pronto como asiento, nos acomoda en el sillón hasta que estoy recostada sobre mi espalda con él sobre mí. —Abre la boca.

La abro. Deja caer su boca a la mía y mete su lengua, dándome lo que es posiblemente el peor beso que he experimentado nunca. Empujo su pecho, intentando sacar su lengua de mi boca, pero no cede. Giro mi cara a la izquierda, y comienza a lamer mi mejilla, causándome reír más fuerte.

—Oh, por Dios, ¡eso fue terrible, Peter!

Aleja su boca y se baja sobre mí. —Mejoré.

Asiento. —Eso es un hecho —digo, concordando de todo corazón.

Ambos sonreímos. La mirada relajada en su rostro me llena de tantas emociones que no puedo comenzar a clasificarlas. Estoy feliz, porque nos estamos divirtiendo juntos. Estoy triste, porque nos estamos divirtiendo juntos. Estoy enojada, porque nos estamos divirtiendo juntos y eso me hace querer mucho más de esto. Mucho más de él.

Silenciosamente nos miramos, hasta que él lentamente inclina su cabeza, presionando un largo beso contra mis labios. Comienza a poner suaves besos por toda mi boca hasta que los besos se hacen más largos e intensos. Su lengua eventualmente abre mis labios, y el juego desaparece.

Está bastante serio ahora, mientras nuestros besos se vuelven más apresurados y su ropa comienza a unirse a la mía en el piso. Pieza por pieza.

—¿El sillón o la cama? —susurra.

—Ambos —respondo.

Él obedece.

***

Me quedé dormida en mi cama.

Al lado de Peter.

Ninguno de los dos se había quedado dormido antes, luego de todo.

Uno siempre se va. Tanto como intento convencerme de que no significa nada, sé que lo hace. Cada vez que estamos juntos, tengo un poquito más de él. Bien sea un destello de su pasado, o pasar tiempo sin el sexo o incluso al estar dormidos, me está dando más y más de él, poco a poco.

Siento que es tanto bueno como malo. Es bueno porque quiero y necesito mucho más de él, cada poquito que tengo es suficiente para satisfacerme cuando comienzo a preocuparme por todo lo que no tengo de él. Pero es malo también, porque cada vez que tengo un poco más de él, otra parte suya se aleja. Puedo verlo en sus ojos, se preocupa de estar dándome esperanzas, y tengo miedo de que eventualmente simplemente decida alejarse.

Todo con Peter se desmoronará.

Es inevitable. Es muy determinado sobre las cosas que no quiere de la vida, y estoy comenzando a entender cuán serio es al respecto. Así que, por mucho que intente proteger mi corazón de él, es inútil. Lo va a romper eventualmente, si le sigo permitiendo llenarlo. Cada vez que estoy con él, llena mi corazón más y más, y mientras más lo llena, más doloroso será cuando lo saque de mi pecho, como si, en primer lugar, no perteneciera ahí.

Escucho la vibración de su teléfono y lo siento rodarse para alcanzarlo en la mesa de noche junto a él. Cree que estoy dormida, así que no le doy razón para pensar lo contrario.

—Hola —susurra. Hay una larga pausa, y comienzo a entrar en pánico internamente, preguntándome con quién habla—. Sí, lo siento.Debí llamar. Imaginé que dormías.

Ahora mi corazón está en mi garganta, haciendo su camino hacia mi boca, intentando escapar de Peter y yo, de toda esta situación. Mi corazón sabe, por mi reacción a su llamada telefónica, que está en problemas. Mi corazón acaba de ir a modo luchar-o-volar, y justo ahora, hace todo lo que puede para correr.

No culpo a mi corazón ni un poco.

—Te quiero, papá.

Mi corazón se desliza hacia mi garganta y regresa de nuevo a mi
pecho. Por ahora está feliz. Estoy feliz. Feliz de que, de hecho, tenga alguien a quien llamar.

En el mismo momento, me recuerdo de lo poco que sé de él. Lo poco que me muestra. Lo mucho que se esconde de mí, así que cuando finalmente me rompa, no será su culpa.

Tampoco será una ruptura rápida. Sera tan lenta y dolorosa, llena de tantos momentos como esos que rompen de adentro hacia afuera.

Momentos cuando él cree que estoy dormida y se desliza de mi cama. Momentos cuando mantengo los ojos cerrados pero escucho mientras se pone la ropa. Momentos cuando me aseguro de que mi respiración permanezca regular, en caso de que me esté mirando cuando se agacha para besar mi frente.

Momentos en los que se va.


Porque siempre se va.

6 comentarios:

  1. Siiiii maraton pls <3333

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  2. Siiiii maratón!! Oh shit hasta yo me paniquie con el accidente, peter le esta contando cosas a lali y se quedo con ella bueno casi y su papá le hablo en este punto me intriga saber que demonios le paso a Martina esto de los capítulos de 6 años antes esta muy largo

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  3. Ahhhh
    No para me asuste mucho pensé que le había pasado algo a Gaston!
    Ay Peter que tanto lo dañaron?!
    Ay no que feo lo de Lali osea a se va la ve que esta dormida y se va

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