domingo, 31 de agosto de 2014

Capitulo 29

LALI

Peter: ¿Qué haces?

Yo: Tarea.

Peter: ¿Con ganas de tomar un descanso nadando?

Yo: ¿¿?? Es febrero.

Peter: La piscina de la azotea es templada. No cierra hasta en una hora.

Me quedo mirando el mensaje de texto, entonces, miro a Gastón. — ¿Aquí hay una piscina en la azotea?

Gastón asiente pero no aparta la mirada de la televisión. —Sip. Enderezo la espalda.

 —¿Me tomas el pelo? ¿He vivido aquí tanto tiempo, y no pudiste decirme que hay una piscina templada en la azotea?

Me enfrenta y se encoge de hombros. —Odio las piscinas.

Ugh. Podría darle una bofetada.

Yo: Gastón nunca mencionó que había una piscina. Deja que me cambie, e iré allá.

Peter: ;)

***

Me doy cuenta que olvidé llamar a la puerta tan pronto como cierro la de su apartamento. Siempre llamo. Supongo que el que dijera en un mensaje de texto que iba a venir después de cambiarme parecía lo suficiente bueno para mí, pero la forma en que Peter me está mirando desde la puerta de su dormitorio me hace pensar en que no le gusta el hecho de que no llamara.

Me detengo en la sala de estar y lo miro, esperando ver de qué humor se encuentra hoy.

—Llevas un bikini —dice enfáticamente.

Bajo la mirada a mi atuendo. —Y pantalones cortos —replico a la defensiva. Le devuelvo la mirada—. ¿Qué se supone que deben usar las personas cuando nadan en febrero?

Todavía sigue parado, congelado en su puerta, mirando mi atuendo. Doblo la toalla en mis brazos y sobre mi estómago. De pronto, me siento extremadamente incómoda y mal vestida.

Sacude la cabeza y finalmente empieza a moverse hacia mí. —Solo…—Aun está mirando mi bikini—. Espero que nadie esté ahí arriba, porque si estás usando ese bikini, este bañador va a ser realmente embarazoso. —

Baja la mirada a sus pantalones cortos. A la protuberancia obvia en ellos.

Me río. Así que, en realidad le gusta el bikini.

Da otro paso hacia delante y desliza las manos alrededor de la parte trasera de mis pantalones cortos, luego me tira contra él. —Cambié de opinión —dice con una sonrisa—. Quiero quedarme aquí.

Inmediatamente niego con la cabeza. —Voy a ir a nadar —digo—. Tú puedes quedarte aquí si quieres, pero estarás solo.

Me besa, y en seguida me hace retroceder hacia la puerta de su apartamento. —Entonces, supongo que voy a nadar —dice.

***

Peter ingresa el código de acceso para la entrada a la azotea, y luego abre la puerta para mí. Me siento aliviada de ver que nadie más se encuentra aquí, y me quedo encantada por cuan impresionantemente hermoso es. Es una piscina infinita, con vista a la ciudad, y llena con sillas de patio, por todo el extremo opuesto, en donde limita con una bañera de hidromasaje adjunta.

No puedo creer que ninguno de ustedes pensó en mencionar esto antes de ahora —digo—. Todos estos meses, y me lo he estado perdiendo.

Peter toma mi toalla y la pone sobre una de las mesas alrededor de la piscina. Regresa a mí y deja caer las manos en el botón de mis pantalones cortos. —Esta es en realidad la primera vez que he estado aquí.

—Baja la cremallera de mis pantalones y los empuja por mis caderas. Sus labios están cerca de los míos, y su expresión es juguetona—. Vamos — susurra—. Vamos a mojarnos.

Me quito de un tirón los pantalones cortos al mismo tiempo que él se quita su camisa. El aire es muy frío, pero el vapor elevándose del agua es prometedor. Camino hacia la parte menos profunda para descender por los escalones, pero Peter se zambulle de cabeza en el extremo profundo de la piscina. Entro, y mis pies son tragados por el calor del agua, así que rápidamente avanzo el resto del camino. Me dirijo al centro de la piscina y camino hasta el borde, entonces, descanso los brazos en la cornisa de concreto con vista a la ciudad.

Peter nada detrás de mí y me enjaula, presionando su pecho contra mi espalda y coloca las manos a cada lado de la cornisa. Apoya su cabeza  contra la mía mientras ambos apreciamos la vista.

—Es hermoso —susurro.

Permanece callado.

Observamos la ciudad en silencio por lo que parece una eternidad. De vez en cuando, acuna las manos y lleva agua a mis hombros para alejar los escalofríos.

—¿Siempre has vivido en San Francisco? —le pregunto. Me doy la  vuelta, de modo que mi espalda está contra la cornisa ahora y lo estoy enfrentando. Mantiene los brazos a mis lados y asiente.

—Más o menos —dice, aun mirando la ciudad sobre mi hombro.

Quiero preguntarle donde, pero no lo hago. Puedo decir por su lenguaje corporal que no quiere hablar de sí mismo. Nunca quiere hacerlo.

—¿Eres hijo único? —pregunto, tratando de ver cuán lejos puedo  ir—. ¿Algún hermano o hermana?

Ahora me mira a los ojos. Sus labios están en una línea firme e  inquieta. —¿Qué estás haciendo, Lali? —No lo pregunta de forma grosera, pero no hay manera en que su pregunta se entienda.

—Sólo entablo una conversación —digo. Mi voz es suave y suena ofendida.

—Puedo pensar en un montón de cosas de las que preferiría hablar que de mí mismo.

Pero eso es de todo lo que quiero saber, Peter.

Asiento, entendiendo que, aunque técnicamente no estoy quebrando sus reglas, estoy inclinándolas. No se siente cómodo con eso.

Me doy la vuelta y enfrento de nuevo la cornisa. Él aun permanece en la misma posición, presionado contra mí, pero es diferente ahora. Está rígido. Cauteloso. A la defensiva.

No sé nada sobre él. No sé una sola cosa sobre su familia, y ya conoció a la mía. No sé nada sobre su pasado, pero durmió en mi cama de la infancia. No sé qué temas sacar o qué acciones hacer que causarán que se cierre, pero yo no le he escondido nada.

Me ve exactamente como soy.

No lo veo en lo absoluto.

Rápidamente alzo una mano y limpio una lágrima que de alguna manera escapó por mi mejilla. Absolutamente la última cosa que quiero es que me vea llorar. Por mucho que he avanzado para continuar tratando esto como sexo casual, también he llegado muy lejos para detenerlo. Me aterra perderlo para siempre, así que me rebajo y tomo lo que puedo de él, a pesar de que sé que merezco algo mejor.

Peter coloca una mano sobre mi hombro y me gira para darle la cara.
Cuando en su lugar escojo bajar la mirada al agua, engancha un dedo bajo mi barbilla y me hace mirarlo. Le permito inclinar mi rostro hacia el suyo, pero no hago contacto visual. Miro hacia arriba y a la derecha, intentando hacer retroceder las lágrimas.

—Lo siento.

Ni siquiera sé por lo que se está disculpando. Ni siquiera sé si sabe por lo que se está disculpando. Pero ambos sabemos que mis lágrimas tienen todo que ver con él, así que es más probable que solo pida disculpas por esa simple y sola razón. Porque sabe que es incapaz de darme lo que quiero.

Deja de hacerme mirarlo y en cambio, me tira a su pecho. Apoyo la oreja contra su corazón, y él descansa la barbilla sobre mi cabeza.

—¿Crees que deberíamos detenernos? —pregunta en voz baja. Su voz es temerosa, como si esperara que mi respuesta fuera no, sin embargo, se siente obligado a preguntarme de todos modos.

—No —susurro.

Suspira pesadamente. Suena como si pudiera ser un suspiro de alivio, pero no estoy segura. —Si te pregunto algo, ¿serás honesta conmigo?

Me encojo de hombros, porque no hay forma que responda a eso con un sí hasta que escuche primero la pregunta.

—¿Todavía estás haciendo esto conmigo porque piensas que cambiaré de opinión? ¿Porque piensas que hay una posibilidad de que me enamoraré de ti?

Esa es la única razón por la que sigo haciendo esto, Peter.

Sin embargo, no lo digo en voz alta. No digo nada.

—Porque no puedo, Lali. Yo solo… —Su voz se desvanece, y sigue en silencio. Analizo sus palabras y el hecho de que dijo no puedo en vez de no lo haré. Quiero preguntarle por qué no puede. ¿Está asustado? ¿Es porque no soy la adecuada para él? ¿Tiene miedo de romper mi corazón? No le pregunto, porque ninguna de sus respuestas a estas preguntas me tranquilizará. Ninguno de estos escenarios es razón suficiente para negar  absolutamente la felicidad a un corazón.

Por eso es por qué no le pregunto, porque siento que tal vez no estoy preparada para la verdad. Tal vez estoy subestimando lo que pasó en su pasado y que lo hizo de esta manera. Porque algo pasó. Algo más que probablemente no puedo entender, incluso si descubro lo que fue. Algo le  robó el espíritu, como dijo Cap.

Sus brazos me tiran con más fuerza, y el agarre que tiene en mí lo dice todo. Es más que un abrazo. Me está sosteniendo como si temiera que fuera a ahogarme si me libera.

—Lali —susurra—. Sé que me arrepentiré de decir esto, pero quiero que lo escuches. —Se aleja solo lo suficiente para que sus labios encuentren mi cabello, entonces me agarra de nuevo con fuerza—. Si fuera capaz de amar a alguien… sería a ti. —Mi corazón se quiebra con sus palabras, y siento la esperanza filtrarse y de nuevo gotear de él—. Pero no soy capaz. Así que, si es demasiado difícil…

—No lo es —lo interrumpo, haciendo lo que sea que puedo para evitar que termine esto. De alguna manera, tomo valor para mirarlo a los ojos y decir la mejor mentira que he dicho en toda mi vida—. Me gustan las cosas exactamente como están.

Sabe que miento. Puedo ver la duda en sus ojos preocupados, pero asiente de todos modos. Intento hacerlo dejar de pensar en eso antes de que vea a través de mí. Envuelvo los brazos con soltura alrededor de su cuello, pero su atención es capturada por la puerta, la que ahora se encuentra abierta.

También me giro, y veo a Cap arrastrándose lentamente hasta la terraza de la azotea. Camina hacia el interruptor en la pared que apaga los chorros de la bañera de hidromasaje. Los apaga y lentamente da la vuelta hacia la puerta, pero no antes de notarnos por el rabillo de su ojo. Se gira y nos enfrenta del todo, de pie a no más de dos metros de distancia.

—¿Eres tú, Lali? —dice, entornando los ojos.

—Así es —digo, aun en la misma posición con Peter.

—Mmm —dice Cap, notándonos a ambos—. ¿Alguien alguna vez les dijo a ustedes dos que hacen una pareja bastante malditamente atractiva?

Me estremezco, porque sé que este no es el mejor momento para que Peter escuche eso, especialmente después de la incómoda conversación que tuvimos. También sé lo que hace Cap con ese comentario.

—Nosotros apagaremos las luces cuando nos vayamos, Cap —dice Peter, ignorando la pregunta de Cap y re-direccionando la conversación.

Cap entorna los ojos hacia él, sacude la cabeza como si estuviera decepcionado, y empieza a volver a la puerta. —Era una pregunta retórica, de todos modos —murmura. Veo su mano subir a su frente, y saludar al aire frente a él—. Buenas noches, Lali —dice en voz alta.

—Buenas noches, Cap.

Lo observamos hasta que la puerta se cierra detrás de él. Aparto las manos de su cuello y con suavidad lo empujo en el pecho hasta que retrocede con el fin de que avance hacia él. Nado de espaldas hacia el otro extremo de la piscina.

—¿Por qué siempre eres tan grosero con él? —pregunto.

Peter se sumerge en el agua, separando los brazos frente a él y pateando la pared tras de sí. Nada hacia mí, y observo mientras sus ojos permanecen centrados en los míos. Nado de espaldas hasta que estoy en la pared opuesta de la piscina. Continúa hacia mí, casi estrellándose conmigo, pero se detiene para agarrar la cornisa a ambos lados de mi cabeza, enviando ondas de agua contra mi pecho.

—No soy grosero con él. —Sus labios encuentran mi cuello, y lo besa suavemente, arrastrándose lentamente hacia arriba hasta que su boca se encuentra cerca de mi oreja—. Simplemente no me gusta responder preguntas.

Creo que ya hemos establecido eso.

Alejo el cuello unos pocos centímetros para poder ver su rostro.

Intento centrarme en sus ojos, pero hay gotas de agua en sus labios, y es difícil no mirar. —Sin embargo, es un hombre viejo. Se supone que no debes ser grosero con la gente mayor. Y él es bastante divertido, si llegas a conocerlo.

Peter se ríe un poco. —Te gusta, ¿eh? —Parece divertido.

Asiento. —Sí. Me agrada mucho. A veces, me agrada más que tú.

Se ríe en voz alta esta vez y se inclina de nuevo, plantando un beso en mi mejilla. Su mano se ajusta a mi nuca, y sus ojos caen a mi boca. — Me gusta que te agrade —dice, llevando los ojos a los míos—. No seré de nuevo grosero con él. Lo prometo.

Me muerdo el labio para que no vea lo mucho que quiero sonreír ante el hecho de que acaba de hacerme una promesa. Era una simple promesa. Pero aún así se siente bien.

Desliza la mano alrededor de mi mandíbula, y su pulgar encuentra mi labio. Lo aparta de mis dientes. —¿Qué te he dicho de esconder esa sonrisa? —Toma mi labio inferior entre sus dientes y lo muerde con suavidad, y luego lo libera.

Se siente como si la temperatura en la piscina acabara de dispararse seis grados.

Su boca encuentra mi garganta, y exhala un pesado suspiro contra mi piel. Inclino la cabeza hacia atrás y la dejo apoyada en la cornisa de la piscina mientras me besa por el cuello.

—Ya no quiero nadar —dice, deslizando los labios desde la base de mi garganta hasta mi boca de nuevo.

—Bueno, entonces, ¿qué quieres hacer? —susurro con voz débil.

—Tú —dice sin dudarlo—. En mi ducha. Desde atrás.

Trago una gran bocanada de aire y la siento caer hasta la boca de mi estómago. —Vaya. Eso es muy específico.

—Y también en mi cama —susurra—. Contigo arriba, todavía empapada por la ducha.

Inhalo bruscamente, y ambos podemos oír el temblor en mi respiración cuando exhalo. —Está bien —intento decir, pero su boca está en la mía antes de que la palabra siquiera salga por completo.


Y una vez más, lo que debería haber sido una conversación reveladora para mí es empujada a un lado para dejar espacio a la única cosa que está dispuesto a darme.

9 comentarios:

  1. Ayyy que complicado es.peteeer
    Wste es el.ultimo cap? O abra otro de maraton???

    ResponderEliminar
  2. otro porfavor, quiero saber porque peter es asi!!!

    ResponderEliminar
  3. Y es k Peter le da bien poquito...el muy....no cede ,es duro d pelar.
    Quiero ,y necesito más caps

    ResponderEliminar
  4. maaas,k aún no dices k se termino la maratón

    ResponderEliminar
  5. Me encanta!..
    Seguila por fa!!
    Jenny

    ResponderEliminar
  6. Ahhhhh osea Peter es celoso!.
    Nah me mato el "si pudiera amar re amaría a ti" ayayayaya
    Ay Peter que paso que eres así
    Ay que no quiera aceptarlo Peter se esta enamorado de Lali

    ResponderEliminar