PETER
Ultimo capitulo !!! Mas tarde les subiré el epilogo, gracias por sus comentarios. Tengan un buen Domingo. No leemos al rato.
Me detengo en la entrada
de mi dormitorio y la observo dormir. Ella no lo sabe, pero hago esto cada
mañana desde que está aquí conmigo. Ella es la que hace que comience mi día con
buen pie.
La primera vez que hice
esto fue la mañana después de que la conocí. No recordaba mucho de la noche
anterior. La única cosa que recordaba era a ella. Me encontraba en el sofá, y
ella acariciaba mi cabello, susurrando, diciéndome que me fuera a dormir.
Cuando me desperté en el apartamento de Gastón la mañana siguiente, no la podía
sacar de mi cabeza. Pensé que había sido un sueño, hasta que vi su cartera en
la sala de estar.
Eché un vistazo en su
habitación sólo para ver si alguien se encontraba en el apartamento conmigo. Lo
que sentí en el momento que puse mis ojos en ella fue algo que no sentí desde
el momento que por primera vez puse mis ojos en Martina.
Sentí como si flotaba. Su
piel, su cabello, sus labios y la forma en que se veía como un ángel mientras
me quedaba de pie allí y la observaba, trajeron de regreso muchos sentimientos
que se habían convertido extraños para mí en los últimos seis años.
Había pasado tanto tiempo
rehusándome a permitirme sentir nada por nadie.
No es que controlara los
sentimientos que experimenté hacia Lali ese día.
No los pude haber controlado
si hubiera querido.
Lo sé, porque lo intenté.
Lo intenté con todas mis
fuerzas.
Pero en el segundo que
ella abrió los ojos y me miró, lo supe. Iba a terminar matándome… o iba a ser
la que finalmente me trajera de vuelta a la vida.
El único problema que
tenía con eso era el hecho de que no quería ser traído de vuelta a la
vida. Me sentía cómodo. Protegerme de la posibilidad de
experimentar lo que experimenté en el pasado era mi única prioridad. Sin embargo, hubo muchos momentos
donde me olvidé de cuál se suponía que era mi
única prioridad.
Cuando finalmente cedí y
la besé, ese fue el punto en el cual todo cambió. Quería muchísimo más después
de experimentar ese beso con ella. Quería su boca, su cuerpo y su mente, y la
única razón que me detuvo fue que me sentí también queriendo su corazón. Sin
embargo, era bueno mintiéndome a mí mismo. Convenciéndome que era lo suficientemente
fuerte para tenerla físicamente y no de ninguna otra manera. No quería salir
lastimado de nuevo, y con toda seguridad no quería lastimarla.
Sin embargo, lo hice de
todos modos. La lastimé tanto. Más de una vez. Ahora planeo pasar toda
una vida compensándoselo.
Camino hacia mi cama y me
siento en el borde. Ella siente la cama moverse, y abre los ojos pero no por
completo. Un atisbo de una sonrisa se muestra en sus labios antes de que
coloque las sábanas sobre su cabeza y se dé la vuelta.
Oficialmente comenzamos a
salir hace seis meses, y ese ha sido el tiempo suficiente para darme cuenta que
no es en absoluto una persona madrugadora. Me inclino hacia delante y beso el
área de la sábana cubriendo su oreja.
—Despierta, dormilona —le
susurro.
Ella se queja, así que
levanto las sábanas y me deslizo detrás de ella, envolviéndome a su alrededor.
Su quejido finalmente se convierte en un suave gemido.
—Lali, tienes que
levantarte. Tenemos que tomar un avión.
Eso llama su atención.
Se da la vuelta con
cautela y quita las sábanas de nuestras cabezas.
—¿A qué demonios te
refieres con que tenemos que tomar un avión?
Estoy sonriendo,
intentando contener mi anticipación. —Levántate, vístete, vamos.
Me está mirando con
recelo, lo cual tiene todo el sentido, considerando que ni siquiera son las
cinco de la mañana todavía. —Sé que sabes lo raro que es para mí tener un día
libre completo, así que será mejor que esto valga la pena.
Me río y le doy un beso
rápido. —Todo eso depende de nuestra capacidad de ser puntual. —Me levanto y
golpeo el colchón varias veces con las palmas de mis manos—. Así que levántate,
levántate, levántate.
Se ríe y se quita las
sábanas completamente. Se mueve hacia el borde de la cama, y la ayudo a
incorporarse. —Es difícil permanecer irritada contigo cuando estás así de
atolondrado, Peter.
***
Llegamos al vestíbulo, y
Cap está esperando en el ascensor justo como se lo pedí. Tiene el jugo de Lali
en un vaso para llevar y nuestro desayuno. Me encanta la relación que ellos
tienen. Estaba un poco preocupado de revelarle a Lali que había conocido a Cap
toda mi vida.
Cuando finalmente le
dije, se irritó con los dos. Más que todo porque asumió que Cap me decía todo
lo que ella le confesaba.
Le aseguré que Cap no
haría eso.
Sé que no lo haría, porque Cap es una de las
pocas personas en este mundo en las que confío.
Él sabía las cosas
apropiadas para decirme sin parecer como si me estuviera regañando o dándome un
consejo. Siempre decía lo suficiente para hacerme pensar largo y tendido sobre
mi situación con Lali.
Afortunadamente, es uno
de las pocas personas que se hacen más sabio con la edad. Sabía lo que hacía
con ambos todo el tiempo.
—Buenos días, Lali —le
dice, sonriendo de oreja a oreja. Le tiende su brazo para que lo agarre, y ella
mira de un lado a otro entre nosotros.
—¿Qué está pasando? —le
pregunta a Cap mientras comienza a llevarla hacia la salida del vestíbulo.
Él sonríe. —El chico está
a punto de llevarme en mi primer viaje en avión. Yo quería que vinieras
también.
Ella le dice que no cree
que esta sea su primera vez en un avión.
—Es cierto —le dice—.
Sólo porque tengo el apodo no significa que alguna vez he estado en un avión
real.
La mirada de
agradecimiento que me da por encima de su hombro es suficiente para declarar este día como uno de
mis favoritos, y ni siquiera ha amanecido todavía.
***
—¿Estás bien ahí atrás,
Cap? —le digo por el auricular. Está sentado justo detrás de Lali, mirando por
la ventana. Me da una señal de aprobación con el pulgar arriba, pero no aparta
los ojos de la ventana. El sol ni siquiera se ha asomado por las nubes todavía,
y no hay mucho para ver en este punto. Sólo hemos estado en el avión diez
minutos, pero estoy bastante seguro que está tan fascinado y encantado como
esperaba que lo estuviera.
Regreso mi atención a los
controles hasta que alcanzo la altitud óptima, y luego silencio los auriculares
de Cap. Miro a Lali, y ella me está mirando, observándome con una sonrisa de
aprecio desplegada en sus labios.
—¿Quieres saber por qué
estamos aquí? —pregunto.
Mira por encima de su
hombro a Cap y luego de regreso a mí. — Porque él nunca ha hecho esto antes.
Niego con la cabeza,
eligiendo el momento oportuno. —¿Recuerdas el día que regresábamos de la casa
de tus padres después del Día de Acción de Gracias?
Asiente, pero sus ojos
están curiosos ahora.
—Preguntaste como era
experimentar el amanecer desde aquí arriba. No es algo que pueda ser descrito, Lali.
—Señalo su ventana—. Sólo tienes que experimentarlo por ti misma.
Inmediatamente se gira y
mira por la ventana. Con las palmas de sus manos presionadas
contra el cristal, y durante cinco minutos seguidos, no mueve un músculo. Lo
observa todo el tiempo, y no sé cómo, pero me enamoro aún más de ella en ese
momento.
Cuando el sol se ha
asomado en las nubes y el avión está completamente lleno con la luz del día,
finalmente se gira para mirarme.
Sus ojos están llenos de
lágrimas, y no dice ni una palabra. Sólo extiende su mano en busca de la mía y
la sostiene.
***
—Espera aquí —le digo—.
Quiero ayudar a Cap a bajarse primero.
Un conductor lo va a
llevar de regreso al apartamento, porque tú y yo vamos a desayunar después de
esto.
Se despide de Cap y
espera pacientemente en el avión mientras ayudo a Cap a bajar las escaleras.
Mete la mano en su bolsillo y me entrega las cajitas, luego me da una de sus
sonrisas aprobadoras. Meto las cajitas en el bolsillo de mi chaqueta y me giro
de nuevo hacia las escaleras.
—¡Oye, chico! —grita Cap,
justo antes de subir al auto. Me detengo y me giro para mirarlo. Él mira el
avión detrás de mí—. Gracias —dice, agitando la mano a lo largo del avión—. Por
esto.
Asiento, pero desaparece
en el interior del vehículo antes de que pueda darle las gracias también.
Subo de nuevo las
escaleras y entro en el avión. Ella se está desabrochando su cinturón de
seguridad, preparándose para salir del avión, pero me deslizo de nuevo en mi
asiento.
Me sonríe cálidamente. —Eres
increíble, Peter Mikel Lanzani. Y tengo que decir, que te ves endemoniadamente
sexy volando un avión.
Deberíamos hacer esto más
a menudo.
Me da un rápido beso en
la boca y comienza a levantarse de su asiento.
La empujo de regreso. —No
hemos terminado —digo, girándome y mirándola completamente. Tomo sus manos
entre las mías y bajo la mirada hacia ellas, inhalando lentamente, preparándome
para decir todo lo que se merece escuchar—. ¿Recuerdas ese día en que me
preguntaste sobre ver el amanecer? —La miro a los ojos de nuevo—. Tengo que agradecerte
por eso. Fue el primer momento en más de seis años que sentí que quería amar a
alguien otra vez.
Deja salir un rápido
suspiro con su sonrisa y muerde su labio inferior para intentar ocultarla.
Levanto una mano hacia su rostro y saco su labio de debajo de su diente con la
presión de mi dedo pulgar. —Te dije que no hicieras eso. Amo tu sonrisa casi
tanto como te amo a ti.
Me inclino hacia delante
para besarla otra vez, pero mantengo los ojos abiertos, de esa manera puedo
asegurarme de que retiro la cajita negra primero. Cuando la tengo en mi mano,
dejo de besarla y me alejo.
Sus ojos caen en la
cajita e inmediatamente se abren como platos, moviéndose de un lado a otro
entre la cajita y mi rostro. Lleva su mano hacia la boca, y cubre su jadeo.
—Peter —dice, sin dejar
de lanzar miradas entre la cajita en mis manos y yo.
La interrumpo. —No es lo
que piensas —digo, abriendo inmediatamente la cajita para revelar la llave—. No
es más o menos lo que piensas —añado con vacilación.
Sus ojos están abiertos
como platos y esperanzados, y me siento aliviado por su reacción. Me doy cuenta
por su sonrisa de que quiere esto.
Saco la llave y giro su
mano, luego la coloco en su palma. Ella mira fijamente la llave durante varios
segundos y me mira de nuevo. —Lali — digo, mirándola con esperanza—. ¿Te
mudarías conmigo?
Mira la llave una vez
más, luego dice dos palabras que traen de inmediato una sonrisa a mi rostro.
Demonios y sí.
Me inclino hacia delante
y la beso. Nuestras piernas, brazos y bocas se convierten en dos piezas de un
rompecabezas, encajando sin esfuerzo.
Termina en mi regazo, sentándose
a horcajadas sobre mí en la cabina del avión.
Es estrecha y apretada.
Es perfecta.
—Sin embargo, no soy una
buena cocinera —me advierte—. Y tú haces la colada muchísimo mejor que yo. Yo
sólo tiro toda la ropa blanca y de color juntas. Y sabes que no soy muy amable
en la mañana. —Está sosteniendo mi rostro, parloteando cada advertencia que
puede, como si no supiera en lo que me estoy metiendo.
—Escucha, Lali —digo—. Quiero tu desastre. Quiero tu ropa en el piso de mi
habitación. Quiero tu cepillo de dientes en mi baño. Quiero tus zapatos en mi
armario. Quiero tus mediocres sobras de comida en mi nevera.
Se ríe ante eso.
—Ah, y casi lo olvido —digo,
sacando la otra cajita de mi bolsillo.
Levantándola entre
nosotros y abriéndola, revelando el anillo—. También te quiero en mi futuro.
Para siempre.
Su boca está abierta con
asombro, y está mirando fijamente el anillo.
Está paralizada. Espero
que no tenga dudas, porque yo no tengo ninguna en absoluto cuando se trata de
querer pasar el resto de mi vida con ella.
Sé que sólo han pasado
seis meses, pero cuando sabes, sabes.
Su silencio me pone
nervioso, así que rápidamente remuevo el anillo y agarro su mano. —¿Romperías
la regla número dos conmigo, Lali? Porque realmente quiero casarme contigo.
Ni siquiera tiene que
decir que sí. Sus lágrimas, su beso y su risa lo dicen por ella.
Se echa hacia atrás y me
mira con tanto amor y aprecio que hace que mi pecho duela.
Ella es absolutamente
hermosa. Su esperanza es hermosa. La sonrisa en su rostro es hermosa. Las
lágrimas corriendo por sus mejillas son hermosas.
Su
amor
es
hermoso.
Exhala una respiración suave y se inclina lentamente, suavemente presionando
sus labios con los míos. Su beso está lleno de ternura y afecto, y una promesa
implícita de que es mía ahora.
Para siempre.
—Peter —susurra contra mi boca, provocando a mis labios con los
suyos Nunca he hecho el amor en un avión antes.
Una sonrisa inmediatamente se forma en mis labios. Es como si de
alguna manera se infiltró en mis pensamientos.
—Nunca le he hecho el amor a mi prometida antes —digo en respuesta.
Sus manos lentamente se deslizan por mi cuello y por mi camisa,
hasta que sus dedos encuentran el botón de mis vaqueros.
—Bueno, creo que necesito corregir eso —dice, terminando su
oración con un beso.
Cuando su boca encuentra la mía otra vez, es como si cada pieza
restante de mi armadura se desintegrara y cada trozo del hielo que rodea mi corazón
se derritiera y evaporara.
Quienquiera que acuñó la frase, Te amo a morir obviamente nunca experimentó el tipo de amor
que Lali y yo compartimos.
Si ese fuera el caso, la frase sería Te amo a vivir.
Porque eso es exactamente lo que hizo Lali.
Me amó de vuelta a la vida.
Fin.