sábado, 31 de mayo de 2014

Nueva Adaptación (Sinopsis)

Sinopsis


No siempre estuve enamorada de Pedro Lanzani;
primero me enamoré de su hermano menor, Pablo.
Pablo fue mi primer verdadero amor, mi primera vez
en todos los sentidos.

Entonces, en una tormentosa noche de agosto, murió, y la
persona que yo era, murió con él.

Pedro no me enseñó cómo vivir. Él no curó mi dolor. Él no
hizo sentir bien. Él me enseñó cómo estar herida, cómo no
estar bien, y, eventualmente, cómo dejarlo ir.

Capitulo 38

Capitulo 38


Si, se que soy completamente mala por que les dije que ayer la terminaría y no lo hice. Perdón no puede subir este ultimo ayer. Les quiero dar las gracias por acompañarme en este pequeño viaje que hicieron junto conmigo y mas por todo el apoyo que me dieron siendo la primera adaptacion que subia, también por la ayuda que me dieron al manejar el blog. Amanda mil mil gracias a ti, por siempre estarme insistiendo y por ser mi cofre de los secretos eres la mejor. HOY LES SUBO LA SINOPSIS DE LA NUEVA ADAPTACIÓN.
                                                                                                                                                          

Aire fresco acarició mi espalda, enviando escalofríos abajo por mis brazos. Mis ojos se abrieron por la corriente, una sonrisa incontrolable se arrastró por mis labios.

―Sera mejor que no estés durmiendo. ―Peter crujió detrás de mí mientras estaba acostada en la cama, probablemente quitándose sus botas.

Una risa silenciosa escapo de mis labios al girar sobre mi espalda y enfrentarlo. Cerniéndose sobre mí, la luz de la luna se derramó sobre su bello rostro, y su cabello brilló con gotas de lluvia de la ligera llovizna afuera.

 No podía tener suficiente de la visión de él.

―Viniste a través del árbol… en una tormenta ―declaré mientras trepaba a la cama e inmediatamente posicionaba su cuerpo encima del mío. Aún usaba su ropa.

Mi papá había llegado a casa la semana pasada, y fue sin que dijera que Peter no era bienvenido para ninguna visita por la noche. Por supuesto, Peter y yo ya habíamos asumido esto. Sabía que mi papá amaba a Peter, pero no iba a soportar encontrarlo en mi habitación tampoco. Eso era entendible.

Apoyando ambos brazos a cada lado de mi cabeza, Peter miró abajo a mis ojos.

―Sí, solíamos sentarnos en ese árbol todo el tiempo cuando llovía. Es como montar una bicicleta. Nunca olvido cuán bien se sentía.

Lágrimas se acumularon en mis ojos. Los años que nos separaron habían dolido, pero cuán rápido habían pasado. Estábamos juntos de nuevo. Nunca habíamos olvidado cómo estar juntos.

―¿Te gusto tu auto? ―Él sonrió y comenzó a morder mis labios con suaves, provocadores besos. 

Dándome poca pausa, solo podía asentir.

La semana anterior, después de que mi papá llegara a casa, todos tomamos un viaje a Chicago y compramos mi G8. Era dueña del auto brillante, plateado metálico oscuro por solo unos días hasta ahora.

Papá había decidido ceder el resto del proyecto de Alemania a su socio, así podría quedarse en casa conmigo. Había sido difícil enfrentarlo después de que el video se filtrara, pero después de un par de días y mucha conversación, mantuvimos la situación bajo control. Vino a mí para hablarme por tomar tan tonta decisión en la fiesta, y estaba ligeramente incomodo con el nuevo rol de Peter en mi vida. Pero, admitió, probablemente no estaría cómodo con nadie saliendo con su hija en ningún momento.

Peter y yo habíamos estado en línea contantemente, quitando el video donde fuera que lo encontráramos. Nuestros compañeros de clases también parecían estar haciendo caso omiso del chisme. Pero estaba segura que tenía más que ver con su respeto por Peter que con su sentido de decencia.

Una semana atrás, pensé que nunca viviría a través de esa tormenta, pero ya estaba concentrándome en otras cosas. Tenía una lista de modificaciones que realizar en mi nuevo auto, y esperaba que Peter, mi papá y yo pudiéramos trabajar en él juntos a lo largo del invierno. Agustin parecía pensar que estaría incluido también, y no hice nada para desaparecer su pequeño pedo cerebral.

Mi padre estuvo de acuerdo en dejarme tomar el dinero para las reparaciones de Peter de mi fiduciario, pero tengo que conseguir un trabajo para reponerlo. Fue muy estricto con que mi fondo universitario no era un plato de bocadillos en el que podía meter mi mano cada vez que quisiera. Y eso estaba bien. Un trabajo era una buena idea. Necesitaba algo que ocupara mi tiempo ahora que papá estaba limitando mi tiempo con Peter. No creo que él estuviera muy preocupado acerca de nuestra intimidad como lo estaba en que perdiera mi enfoque en la escuela.

Peter comenzó un lento movimiento entre mis piernas mientras sus mordiscos suaves rápidamente cambiaron a devorar y acariciar. El frío que entró en la habitación con él fue reemplazado por sudor y calor.

Oh. Respiré con fuerza, el pulso entre mis piernas se movió con la fricción que él estaba haciendo.

―Sabes ―jadeé―. Te quiero aquí más que nada, pero mi papá despertara. Es como si todavía estuviera en el ejército o algo así. Duerme con un ojo abierto.

Abruptamente se detuvo y me miró como si estuviera loca.

―No seré capaz de mantenerme alejado. No sabiendo que tu pequeño lindo cuerpo esta acurrucado en esta linda, cálida cama sin mí.

―Nunca le faltarías al respeto a mi padre. Hasta yo sé eso.

―No, tienes razón ―concedió, y luego sus ojos se abrieron―. ¿Quieres venir a mi casa?

Metí mis labios entre mis dientes para contener la risa.

Mientras guiaba mis piernas hacia arriba y alrededor de él, me besó más fuerte antes de susurrar contra mis labios:

―Te amo, Lali. Y estoy aquí para ti por siempre. Con o sin pijamadas. Sólo necesitaba verte.

Sostuve la parte posterior de su cuello mientras él se levantó para mirarme.

―También te amo.

La mitad superior de su cuerpo se deslizó fuera de mí, sobre el lado de la cama, mientras buscaba algo en la mesita de noche. Pasé mis dedos por su espalda, apenas notando sus cicatrices debajo de su camisa. Se levantó de nuevo con una caja en la mano.

―¿Qué es esto? ―pregunté.

―Ábrelo ―urgió suavemente.

Me senté, y él se echó hacia atrás sobre sus pies, mirándome. Deslizando la tapa, saqué una pulsera. No la clase burda, que se sacude y hace mucho ruido sino una delicada cadena de plata sosteniendo cuatro dijes.

 Mis ojos se dirigieron a Peter, pero él solo se sentó en silencio, esperando algo.

Mirando el brazalete más cerca, vi que los dijes eran un teléfono celular, una llave, una moneda, y un corazón.

Un teléfono celular, una llave, una moneda, y…

―Mis líneas de vida ―estallé, finalmente golpeándome.

Peter exhaló una risa.

―Sí, cuando me dijiste de camino a Chicago sobre cómo siempre tuviste tus planes de escape cuando lidiabas conmigo en el pasado, no quería que me vieras de esa manera.

―Yo no… ―empecé.

―Lo sé ―se apresuró a asegurarme―. Pero quiero asegurarme de nunca perder tu confianza de nuevo. Quiero ser una de tus líneas de vida, Lali. Quiero que me necesites. Así que... ―Hizo un gesto hacia la pulsera―. El corazón soy yo. Uno de tus líneas de vida. Llevé a Bauti hoy conmigo para elegirlo.

―¿Cómo está tu hermano? ―Pasé el brazalete a través de mis dedos, nunca queriendo dejarlo ir o a él.
Peter se encogió de hombros.

―Está aguantando. Mi mamá está trabajando con un abogado para tratar de obtener la custodia. Él quiere conocerte.

Sonreí.

―Me encantaría.

No sabía qué más decir. El regalo era hermoso, y amaba lo que representaba. Pero lo que más amaba era que estaba conociendo a Peter. Habíamos perdido tiempo a través de los años, pero había encontrado familia en su hermano, y podía ver el amor que sentía por él.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla, pero la aparte rápidamente.

―¿Me lo pones? ―Le entregué el brazalete y parpadeé más lágrimas.

Abrió el cierre y lo aseguró alrededor de mi muñeca, no soltando mi mano mientras se sentaba y me tiró encima, a horcajadas sobre él.

Apartó el cabello de mi cara, y me bajó, encontrando sus labios. Él sabía cómo calor y hombre, y envolví mis brazos alrededor de él, saboreando la realidad de solo estar aquí con él.

―Peter. ―Mi padre llamó a la puerta, y ambos levantamos la cabeza―. Tienes que ir a casa ahora. Te veremos para la cena mañana por la noche.

Mi corazón latía tan fuerte que dolía.

¡Mierda!

Peter resopló una carcajada y se dirigió a la puerta.

―Sí, señor.

El calor de la vergüenza cubría mi rostro, mis brazos, mis dedos de los pies, infierno, en todas partes mientras veía la sombra de mi padre desaparecer debajo de la puerta.

―Supongo que me tengo que ir.

Apreté su camisa negra y toqué mi nariz con la suya.

―Lo sé. Gracias por mi brazalete.

―Te voy a mimar. ―Sus manos acariciaban mi cabello.

Sonreí.

―Ni se te ocurra. Solo hazme un favor. Deja tu ventana abierta. Puede que te sorprenda alguna noche pronto.

Él contuvo el aliento, y estrellé mi boca sobre la de él. Su lengua tocó la mía, y clavó sus dedos en mis caderas, llevándome con fuerza contra él. Ya podía sentir que estaba lista para él.

Maldición. Debo ganarme la confianza de mi padre de nuevo, repetí mi mantra.

―Adelante. Fuera de aquí. Por favor ―rogué y salí de la cama. Se puso de pie, pero me sujeto para un beso más antes de salir por las puertas francesas.

Lo vi subir con seguridad de vuelta a través de su ventana, donde me dio una última mirada antes de sonreír y apagar su luz.

Me quedé allí por un minuto, observando la lluvia salpicar a través del árbol.

El trueno retumbó en la noche, recordándome mi monólogo y cómo Peter y yo habíamos cerrado el círculo. Éramos amigos otra vez, y también más.

Era suya. Y él era el mío.

Nunca habíamos estado lejos del otro. Ambos estábamos dándonos forma al otro a pesar de que no nos dábamos cuenta.

Y ahora estábamos completos.


Fin

viernes, 30 de mayo de 2014

Capitulo 37

Capitulo 37


No tengo idea porque se subio primero el 36, perdón se que las confundí y todo eso y luego me estresa por que el 35 era un super capitulo jajaja lo sientoooo :(
                                                                                                                                                
Dejé escapar un suspiro y sacudí la cabeza tan pronto como me encaminé con él.

Escuela. No es un lugar al que quería ir. Nunca otra vez.

―¿Y? ―Peter se acercó un poco más.

―La escuela. Es en la escuela ―dije, estudiando el terreno.

―Hijo de puta. Ella es más inteligente de lo que pensaba. ―Peter sonaba casi impresionado con su madre.
¿Qué quería decir esto? Tal vez él dejó su teléfono en la escuela y estaba tratando de cubrir su culo. Quizás Agustin o uno de sus amigos lo tenían, y lo estaban cubriendo. O tal vez realmente fue robado.

Prefiero cortarme el cabello que enfrentar a las personas hoy en día. O cualquier día en los próximos cien años. Comer calamar o golpearme el dedo en la puerta de un coche, todo parecía más atractivo que desafiar los pasillos. Unas pocas horas no eran suficiente tiempo para que todos avanzaran a un nuevo chisme. Sería la comidilla de la ciudad durante un largo tiempo. ¿Cómo podría estar pensando en poner un pie de vuelta en la escuela hoy?

―Veo esa mirada en tus ojos. ―Peter me miró y habló con suavidad―. Es el aspecto que tienes cuando quieres salir corriendo. El aspecto de hacerlo correctamente antes de decidir quedarte y luchar.

―¿Por qué estoy luchando? ―desafié, mi voz ronca.

Él frunció el ceño.

―No hicimos nada malo, Lali.

Estaba en lo cierto. No tenía nada de qué avergonzarme. Por supuesto, odiaba que la gente hubiera visto lo que hicimos, pero di mi corazón y mi cuerpo a alguien a quien amaba. No había nada sucio en eso.

―Vamos. ―Me acerqué a mi camioneta y abrí la puerta.

Peter había estacionado delante de mí, y me encogí al ver el daño que había hecho a su auto.

Mierda.

Si él era, de hecho, culpable, entonces los atornillaría a él y su tonto auto. Pero si era inocente, entonces ni siquiera quería pensar en lo loco que mi padre iba a ponerse al ver la factura de reparación.

―¿Es... ummm... es tu auto seguro para conducir? ―le pregunté tímidamente.

Una sonrisa cansada tiró de sus labios.

―No te preocupes. Esto me da una excusa para hacer más mejoras.

Llené mis pulmones con una respiración profunda, sintiéndome como si me hubiera sofocado todo el día. El viento fresco bailó en mi cara y me dio un poco más de energía.

―Detente en la firma de tu madre y recoge su teléfono. Nos vemos en la escuela. ―Y me subí a la camioneta y salí a toda velocidad.

                                                                    * * *

Todo el mundo estaba todavía en su período final, por lo que Peter y yo caminábamos en silencio por los pasillos sin interrupciones.

―¿Todavía sigue parpadeando? ―Eché un vistazo al teléfono de su madre en su mano.

―Si. No puedo creer que mi teléfono esté todavía prendido después de los dos días. Los GPS utilizan una gran cantidad de batería. ―Él miraba a su alrededor, pero yo no estaba segura de qué.

―Bueno, el video fue enviado esta mañana. Si lo que dices es cierto, entonces el que utiliza tu teléfono probablemente lo ha cargado desde la noche del sábado.

―Si lo que digo es verdad... ―repitió lo que dije en un susurro como si estuviera agraviado. Yo no confío en él.

Una parte de mí quería creerle. Desesperadamente. Pero la otra parte se preguntaba por qué demonios estaba aquí. ¿Estaba realmente entretenida con la posibilidad de que él no tenía nada que ver con esto? ¿No era un poco demasiado descabellado que esto era poner todo junto sin la ayuda de Peter?

―Mira ―le dije, tratando de cambiar de tema―. Este rastreador es sólo exacto a menos de cincuenta metros. Así que...

―Así que empieza a marcar el teléfono. Tal vez lo escuchemos.

Deslicé mi teléfono de mi bolsillo y marqué su número, dejando que sonara y manteniendo los oídos bien abiertos por cualquier ruido. Pero nuestra escuela era enorme, y teníamos muy poco tiempo hasta que el último período finalizara, y los pasillos se inundaran de cuerpos.

Cada vez que su correo de voz entraba, terminaba la llamada y volvía a marcar.

―Vamos a dividirnos ―sugerí―. Voy a seguir marcando. Basta con escuchar un sonido. Creo que está en un casillero.

―¿Por qué? Alguno de ellos podría tener el suyo, también.

―¿Con que me llamaban cada diez segundos? No, no han apagado el teléfono, porque si no se habría ido directamente al correo de voz. Está encendido, y está en un casillero. ―Asentí.

―Está bien. ―Su voz era vacilante y un poco mordaz―. Pero si lo encuentras, llama al teléfono de mi madre de inmediato. No te quiero en los pasillos sola, no hoy.

Empecé a hacerme ilusiones por su preocupación por mí. Este era el Peter desde la semana pasada. El que me sostuvo y me tocó suavemente. El único que me importaba.

En ese momento, quería agarrarlo y sostenerlo cerca.

Pero entonces oí su risa en mis oídos otra vez. Y me acordé que no confiaba en él.

Golpeando "rellamada", me di la vuelta y salté por las escaleras, dos a la vez.

Mis botas golpearon el suelo de baldosas con más de un golpe que me hubiera gustado dar. Tratando de aclarar mis pasos, me deslicé a lo largo de cada lado del pasillo principal con el oído en los casilleros.

Pero cada vez que llamé al número de Peter no escuché ni rings ni ruidos vibratorios.

Pasé dos estudiantes en el pasillo, quienes hicieron una doble-toma cuando me vieron. Sí, sabían quién era yo, y en muy poco tiempo todo el mundo sabría que estaba en el campus. Mi corazón se aceleró cuando se hizo cada vez más evidente que había cometido un error al venir de nuevo hoy aquí

El teléfono estaba en un casillero, probablemente de Peter, y en silencio.

Esto no era más que otro truco. Mi garganta era un nudo apretando.

Respiré fuerte mientras me paseaba por cada pasillo, sin dejar de marcar "rellamada". Cada vez que el correo de voz entraba, me daban ganas de llorar de nuevo.

Por favor... por favor...

Quería que fuera inocente. Podría vivir con la habladuría y la mirada en los ojos de todos, sabiendo que ellos habían visto el video. Podría vivir con eso, porque no tenía otra opción. Pero no quiero estar sin Peter.

 Necesitaba que fuera inocente.

Porque ella te hizo.

Sus palabras flotaron a través de mi mente.

No quiero dar un paso más en este mundo sin ti a mi lado.

Tampoco yo.

Tenía la esperanza de que pudiéramos seguir adelante sin mirar atrás.

Atrapé una lágrima con mi pulgar antes de que se desbordara, doblé una esquina y llamé a su teléfono de nuevo.

Y me congelé.

Behind Blue Eyes de Limp Bizkit’s hizo eco por el pasillo, cerca de la clase del Dr. Kuhl. Entrecerré los ojos e incliné mi cabeza hacia la música. Cuando terminó, presioné de nuevo el botón para llamarlo.

Por favor, por favor, por favor.

Cuando la línea comenzó a sonar, la lenta y triste balada volvió a sonar desde el pasillo. Estuve a punto de dejar caer el teléfono mientras me encaminaba hacia el sonido. Llevé mi mano al casillero 1622.

Sonreí por primera vez desde esta mañana, y con dedos temblorosos, envié un mensaje telefónico al teléfono de la madre de Peter.

¡Segunda piso, junto al salón de Kuhl!

Giré mi cabeza hacia el sonido de la campana de la escuela sonando. Mi estómago se hundió. Las puertas se abrieron y bandadas de estudiantes se derramaron, sonando más como una bandada de cuervos que de humanos.

Un asesinato.

Sí, eso es lo que iba a ocurrir ahora. Pero no sé si yo sería el depredador o la presa.

Me paré frente al casillero de espaldas a todos, con la esperanza de que podía salirme con la mía durante tanto tiempo como fuera posible. Por instinto, agaché la cabeza, tratando de ser invisible. Mi corazón latía con fuerza en mis oídos, y sentí que un millar de ojos estaban clavados en la parte posterior de mi cráneo.

Pero la llama de la cobardía me golpeó. Más que la vergüenza que sentí esta mañana, odiaba la forma en que estas personas me dieron ganas de meterme en un agujero.

Solía amar a la gente. Me encantó ser parte de las cosas y la socialización. Ahora, lo único que quería era estar sola. Porque sola era la única manera en la que estaba a salvo.

No había hecho nada malo. Aquellos en mi escuela que habían pasado el video alrededor o chismes sobre ello eran los que debían sentirse avergonzados. No yo.

Pero yo era la única escondiéndome.

¿No es hora de que te defiendas?

Tomando una respiración profunda y dándome la vuelta, me recosté en el casillero 1622 y levanté la vista, atrévanse a venir a mí.

No tuve que esperar mucho tiempo.

―Hey, Lali. ―Un chico viscoso, con cabello rubio pasó por delante, desnudándome con la mirada.

―¡Whoa, ella regresó! ―se burló otro tipo.

Otros desaceleraban al pasar y se reían con sus amigos. Las chicas no se burlaban como los chicos lo hacían. Ellas intimidaban en voz más baja, con susurros detrás de sus manos. Con miradas.

Pero todo el mundo tenía algo desagradable que ofrecer.

Hasta que Peter subió corriendo
.
Y entonces todo el mundo se detuvo

Miró entre ellos y yo, y tomó mi cara entre sus manos.

―¿Estás bien? ―me preguntó, con los ojos llenos de amor.

―Sí. ―Mi voz era más suave hacia él ahora―. El teléfono está aquí, en el 1622. No sé de quién es este casillero, sin embargo.

Sus labios se apretaron en una delgada línea, y el ceño fruncido cruzó su rostro. Sabía de quién era el casillero.

―¿De vuelta tan pronto? ¿Es tu carrera porno un fracaso ya? ―Una voz maliciosa surgió de los murmullos, y cerré los ojos.

Martina.

Sentí los labios de Peter en mi frente antes de que se apartara. Abrí los ojos para verlo dar la vuelta, cubriéndome, pero tiré su brazo hacia atrás y di un paso adelante.

Debería haber sabido que Martina era parte de esto. No sé cómo lo hizo, pero ella era la responsable, y quería hacerle frente. ¡Diablos, me deleitaría en eso!

Brevemente me di cuenta que todos en el pasillo se apretaron juntos, esperando pacientemente por algo.

―En realidad, sólo estábamos esperándote. ―Le sonreí y seguí con mi tono uniforme―. ¿Ya sabes del video que vino desde el teléfono de Peter esta mañana? ¿El que todo el mundo vio? Él no lo envió. Su teléfono fue robado la noche del sábado. ¿Tú sabes dónde está? ―Levanté las cejas en mi mejor mirada condescendiente.

Ella parpadeó, pero enderezó los hombros y levantó la barbilla.

―¿Por qué iba a saber dónde está su teléfono?

―Oh, pues... ―Deslicé mi teléfono y pulsé "rellamada." Behind Blue Eyes comenzó a sonar en su casillero, y levanté la pantalla del teléfono para que ella pudiera ver que estaba marcando a Peter. Todo el mundo lo vio.

―Está en tu casillero, Martina ―señaló Peter después de que colgué.

―Sabes, me encanta esa canción. Vamos a escucharla de nuevo. ―Cuando llamé a su teléfono, todo el mundo escuchó el eco de la canción del casillero de Martina, una vez más. Ahora no había duda.

Peter dio un paso adelante y se inclinó en su cara.

―Abre tu casillero y darme mi maldito teléfono, o vamos a llamar al decano, y abriremos el casillero.

Opción A demostraría a toda la escuela que era una ladrona y una mentirosa. Opción B resultaría lo mismo, pero también la metería en problemas. Ella estaba de pie allí como si tuviera una elección.

―Fue idea de Nate ―dijo bruscamente, con la voz quebrada.

―¡Estúpida perra! ―gruñó Nate entre la multitud, y me miró por encima al verlo dar un paso adelante―. Fue su idea.

Peter tiró de su brazo hacia atrás y golpeó a Nate en la nariz, enviándolo desparramado al suelo como un trapo mojado. Los espectadores se quedaron boquiabiertos y dieron marcha atrás, yo traté de resistir la tentación de hacer lo mismo con Martina.

En ese momento, Agustin se abrió paso entre la multitud, con los ojos abiertos por la sorpresa del sangrante Nate en el suelo.

―¿Estás bien? ―preguntó, mirándose enojado cuando se paró a mi lado.

Asentí y volví mi atención a Martina.

―¿Cómo lo hiciste?

Ella frunció los labios y se negó a mirarme a los ojos. Así que vamos a ser tercos hoy, ya veo.

―Tu padre es policía, ¿no? ¿Cuál es su número? ―Levanté mi teléfono, mis dedos preparados para marcar―. Oh, sí. 911.

―Uf, ¡muy bien! ―dijo entre dientes―. Nate me llevó al baile y a la fiesta de los Belen después. Cuando los vimos a ti y a Peter en la planta alta, Nate tomó su teléfono con cámara y se subió a la terraza. Cuando me mostró el video más tarde, me di cuenta de que Peter había dejado su teléfono en el aparador, así que me metí de nuevo en la habitación para tomarlo.

―Así que el video llegó desde el teléfono de Nate. Fue trasladado al de Peter antes de que se enviara el mensaje ―hablé con Martina, pero mis ojos estaban puestos en Peter. Él me miró, no enojado, como debería haber sido, sino aliviado. Ahora sabía que no me haría algo así. Debería haberlo sabido siempre, supongo.

Mierda. Realmente arruiné su coche.

―Consigue el teléfono de Peter, Martina. Ahora ―ordenó Agustin, con un ceño fruncido que por lo general no veía en su rostro.

Ella resopló y se acercó a su casillero, poniendo la combinación hasta que la cerradura cedió. Tirando de la puerta abierta, revolvió su bolso mientras el resto de nosotros esperaba.

La multitud no se dispersó. En todo caso, había crecido. Me sorprendió que los maestros no hubieran salido de las aulas todavía. Peter se cernía sobre Nate, que todavía estaba en el suelo tapándose la nariz. Él tuvo que recordar una noche no hace mucho tiempo que había estado en la misma situación con Peter y probablemente decidió que era mejor quedarse abajo.

Martina finalmente tomó el teléfono de su bolso y lo tiró en mi pecho. Fuera de reflejo, mis manos se levantaron para atraparlo, pero quedo una molestia sorda donde había golpeado.

Ella tenía el ceño fruncido hacia mí, y casi me entraron ganas de reír. Casi.

―Hemos terminado ―espetó, y agitó la mano para espantarme fuera―. Puedes irte.

Ummm... sí, no.

―¿Martina? Hazte un favor y busca ayuda. Peter no es tuyo, y nunca lo será. De hecho, no volverá a verte de nuevo y ver algo bueno, si es que vio algo bueno en ti en primer lugar.

Los ojos de Martina se entrecerraron, y me di cuenta por los susurros apagados que la multitud estaba más de mi lado que del de ella ahora. Supongo que no me duele que todo el mundo supiera que Peter no había enviado ese video. Infierno, supongo que estaban realmente de mi lado.

Oh, bueno, no era necesario que les gustara, pero ayudó no tenerlos en mi contra, también.

Me di la vuelta para pasar a Peter su teléfono, pero fui retirada de nuevo por el cabello. El dolor atravesó mi cuero cabelludo mientras me estrellé de golpe en los casilleros.

Me desequilibré, y me tropecé a la derecha otra vez. Mierda. Eso había dolido. ¿Qué pensaba que estaba haciendo?

Vi el puño cerrado de Martina lanzar un puñetazo. Mis ojos casi se salieron de mi cabeza, pero reaccioné.

Me agaché y atrapé su puño en mi cabello en lugar de mi cara. Empujando lejos, saqué mi mano y le di un golpe en la cara. Antes de que tuviera la oportunidad de tropezar, llevé mi otra mano sobre su otra mejilla, lo que la envió a caer al suelo.

Registré las ingestas nítidas de aliento de la audiencia y sus risas conmocionadas, pero no me importaba. 

Miré hacia abajo a Martina, quien estaba tratando de sostener su cara y dar un paso atrás al mismo tiempo.

Tirando mi mano para darle un nuevo golpe, bueno, se lo merecía, sentí que me elevaba del suelo.

Me moví intentado zafarme de las garras de quien me tenía, pero cuando escuché a Peter haciéndome callar en mi oído, me relajé.

―¿Qué está pasando aquí? ―Una voz masculina nos interrumpió. Miré para ver al Dr. Porter, su barba manchada de café y todo, buscando entre los dos montones en el suelo. Hice una mueca. No había manera de que consiguiera estar lejos con todo el daño que había hecho hoy. ¡Y gracias a Peter por detenerme antes que el Dr. Porter viera!

Agustin se aclaró la garganta.

―Dr. Porter. Nate y Martina tropezaron uno con el otro.

Oh, Dios mío. Estaba convencida. Agustin era un idiota.

―Sr. Caruthers, no soy estúpido. ―El Dr. Porter miró a su alrededor, tratando de hacer contacto visual con cualquiera que quisiera hablar―. Ahora, ¿qué pasó aquí?

Nadie hablaba. Nadie siquiera respiraba, creo. El pasillo estaba en silencio, y yo sólo esperaba que Nate o Martina rompieran el silencio.

Iba a estar en muchos problemas.

―Yo no vi nada, señor ―intervino un estudiante, dando al Dr. Porter una mirada en blanco.

―Yo tampoco, Dr. Porter ―otro estudiante dijo lo mismo―. Probablemente sólo fue un accidente.

Y me quedé asombrada como todos o bien mentían o se mantenían en silencio, cubriéndonos a nosotros. Bueno, cubrían a Peter, pero yo iba a tomar lo que pudiera conseguir.

El Dr. Porter miró a su alrededor, a la espera de que alguien le dijera la verdad.

Estaba en lo cierto. Él no era tonto y sabía que algo era sospechoso. Sólo esperaba que no me llamara. Me gustaba el chico y probablemente no podría mentir.

Él suspiró y se frotó la mandíbula desaliñada.

―Está bien, ustedes dos. ―Hizo un gesto hacia Nate y Martina―. Levántense, y vayan a la enfermería. ¡Todos los demás, vuelvan a casa!

Martina tomó su bolso, cerró su casillero y se alejó por el pasillo, mientras que Nate se tapó la nariz ensangrentada y siguió al Dr. Porter.

Mientras todo el mundo se dispersaba, nadie dijo nada. Nadie me dio miradas sarcásticas o risitas crueles.

Peter rodeó sus brazos alrededor de mi cuello y me atrajo hacia él, me envolvió a salvo, con la pared caliente de su pecho. Cerré los ojos y aspiré cuando una oleada de alivio me inundó. Lo tenía de nuevo.

―Lo siento mucho por no confiar en ti. Y acerca de lo que le hice a tu auto, también ―le dije en su sudadera.

Apoyó la mejilla en la parte superior de mi cabeza.

―Lali, eres mía, y yo soy tuyo. Cada día vas a darte cuenta más y más. Cuando creas que es así sin lugar a dudas, entonces habré ganado tu confianza.

―Yo soy tuya. Es que... no estaba segura de si eras realmente mío.

―Entonces voy a hacerte estar segura. ―Besó mi cabello, y su cuerpo comenzó a temblar de risa.

―¿Te estás riendo ahora? ―Lo miré, confundida.

―Bueno, estaba un poco preocupado por mis problemas de ira, pero ahora estoy un poco preocupado por los tuyos. Te gusta golpear a la gente. ―Su boca perfecta sonreía con orgullo.

Rodé los ojos e hice un puchero.

―No estoy enfadada. Obtuvo lo que se merecía, y fui atacada primero. ―Tuvo suerte, en realidad. 

Después de la mierda que sacó Martina, tuvo suerte que no usé un lanzallamas en toda su colección de camisetas sin mangas.

Me levantó por la parte posterior de los muslos, y cerré mis brazos y piernas alrededor de él y caminó.

―Es tu culpa, ¿sabes?

―¿Qué? ―preguntó Peter. Su aliento caliente en mi oído.

―Tú me hiciste mala. Y ahora golpeo con los puños a pobres, niñas indefensas... y chicos. ―Traté de hacer mi sonido de voz acusador e inocente.

Peter me agarró más fuerte.

―Si eres un bate de metal el tiempo suficiente, te conviertes en acero.

Enterré mi nariz en su cabello, besando el lóbulo de su oreja y bromeé.


―Lo que sea que te ayude a dormir por la noche, gran matón.

Capitulo 35

Capitulo 35



Conoces esa expresión, ¿caminando en las nubes? Bueno, esa era yo, mientras caminaba por los pasillos el lunes. Todo iba tan genial, Cande y Vico , Peter y yo, y la escuela, que me sentí como si estuviera en una droga feliz y sin querer volver a la realidad.

Peter me había besado al despedirnos el domingo por la mañana después de regreso a casa, tenía que salir para una excursión a Weston a visitar a su hermano. Insinué que me encantaría unírmele algún fin de semana y conocer a Bauti, pero no quería empujarlo tampoco. Me dio la impresión de que Peter realmente disfrutaba de su tiempo a solas con su hermano, por lo que me gustaría esperar hasta que llegara el momento.

No había llamado o enviado mensajes de texto durante todo el día de ayer, así que empecé a preocuparme cuando no había oído hablar de él. Pero, aproximadamente a las diez de la noche, finalmente se había arrastrado lentamente por mi ventana y se sentó en la cama junto a mí. Mientras nos poníamos en posición de cuchara, ambos caímos en un sueño deliciosamente profundo.

Entre la tortura de cosquillas que me despertó esta mañana y las prisas a la escuela, apenas le había preguntado acerca de su visita a su hermano.

―Por lo tanto, lleva tu culo al estacionamiento después de la escuela hoy. ―Agustin pasó junto a mí mientras me dirigía a la clase de francés. Él estaba sonriendo de oreja a oreja―. Vamos a practicar carreras en la Ruta Cinco. Un montón de caminos de tierra y colinas.

Empujé las mangas de mi delgada chaqueta de punto negro que llevaba sobre mi camiseta Avenged Sevenfoldt. Estaba calurosa como el infierno por luchar con la gente en el pasillo.

―¿Por qué iba a querer practicar carreras? ¿Y contigo?

―Porque Peter dijo que estabas buscando comprar un G8. Podríamos pasar el invierno preparándolo para competir en la primavera. Peter dijo que tiene trabajo después de la escuela, así que eso significa que eres libre, y que podemos reunirnos. ―Asintió con la cabeza de manera coqueta que debería estar tan emocionada.

No podía mentir y decir que no estaba interesada en la compra de un coche. Peter había visto mis impresiones de Internet. Un tipo en Chicago estaba vendiendo un Pontiac G8 que me tenía babeando, pero no me había decidido a comprarlo todavía.

Agustin enarcó las cejas. Su oxford azul claro colgaba abierta sobre una camiseta oscura, y con su actitud de niño, era difícil quedarse quieta frente a él. Él estaba tratando de ser amable, después de todo.

Pero forcé una voz severa.

―Tengo laboratorio dos veces a la semana, incluyendo hoy. Tengo la carrera de campo. Por no hablar, que tengo tareas atrasadas en temas y francés que son para la próxima semana, y una prueba de matemáticas y química justo antes de Halloween el próximo viernes. En otro momento... tal vez. ―Suspiré en la última parte cuando abrí la puerta de la clase de francés.

―¡No seas tan aguafiestas! ―Agustin me siguió y gritó lo suficientemente fuerte para que toda la clase escuchara―. Esas fotos de nosotros, bañándonos desnudos eran para mis ojos solamente.

Me detuve y cerré los ojos cuando sentí que cada estudiante en el cuarto volteo a mirarme. ¡¿En serio me estaba haciendo esto otra vez?!

Risitas y risas no tan sutiles estallaron, mientras me tomaba un momento para enderezar los hombros y acercarme a mi escritorio. Miré a Benjamin por el rabillo de mi ojo, sus largas piernas cruzadas en los tobillos y una mano tocando un lápiz en su cuaderno. Sus ojos estaban abajo, pero estaba claramente tratando de contener la risa.

―Señor Sierra. ―Madame Lyon salió de detrás de su escritorio y se dirigió a Agustin en inglés, cruzando los brazos sobre su pecho―. Supongo que tienes un lugar en el que necesitas estar en este momento.

Agustin puso una mano sobre su pecho, mientras la otra mano hizo un gesto hacia mí.

―En ningún lugar, sino a su lado hasta el fin del tiempo ―respondió.

Me aclaré la garganta cuando me senté.

―Vete a la mierda ―le susurré.

Con una mueca falsa frunciendo los labios, Agustin se retiró de la puerta y desapareció.
Tan pronto como se cerró la puerta, escuché algunos timbres de teléfonos celulares a mi alrededor entre ellos algunas vibraciones de otros teléfonos, incluidos el mío. Extraño. ¿Por qué estamos todos recibiendo notificaciones al mismo tiempo?

―¡Mettez vos telephones off, s’il vous plaît!! ―nos dijo Madame que apagáramos nuestros teléfonos, por favor. Era una regla de la escuela mantenerlos silenciados durante el tiempo de instrucción, pero todo el mundo los llevaba con ellos.

Rápidamente metí la mano en mi bolso para silenciar completamente el mío como algunos otros que fueron lo suficientemente audaces para comprobar realmente sus notificaciones encubiertos.

Cuando fui a bajar el volumen del mío, vi que se trataba de un texto de Peter. Una pequeña inyección de calor se apoderó de mi pecho y escondí mi teléfono debajo de la mesa para que pudiera comprobar el mensaje.

Cuando abrí el video que había enviado, casi me ahogo con mi propio aire.

No me podía mover. No podía respirar. Me temblaban las manos cuando vi el video de Peter y yo teniendo relaciones sexuales la noche del sábado. Me di cuenta de que era sábado por la noche, por la forma en que mi cabello estaba peinado.

¿Qué...?

Mi estómago se revolvió y la bilis putrefacta subió hasta la parte posterior de mi boca. Creo que habría vomitado si no fuera por mi garganta cerrando el oxígeno tratando de entrar.

Nosotros. Teniendo sexo. Siendo grabados.

Y ahí estaba yo, perfectamente visible y muy desnuda a horcajadas sobre Peter.

Oh, Dios mío. Quería gritar. ¡Esto no puede ser real!

¿Qué estaba pasando?

Risitas, bufidos, y susurros aparecieron a mi alrededor, y me sacudieron la cabeza cuando la joven que estaba sentada a mi lado se rió en voz alta. Ella sonrió, con su teléfono en la mano, y yo sólo podía mirar con horror cuando me mostró su pantalla. No, no, no. El mismo video sórdido puesto en su teléfono.

Al mirar alrededor, sabía que los demás en la clase estaban viendo el mismo mensaje de video.

¡Esto no puede estar pasando! Luché para tomar aliento tras aliento mientras mi cerebro trabajaba para averiguar qué demonios estaba pasando. Mis ojos ardían con lágrimas que no cayeron, y me sentí como si estuviera en otro planeta.

No, esto no es real. No es... negué, tratando de despertar de esta pesadilla.

No podía parar temblores oscilantes entre mis dedos. Miré hacia abajo a mi teléfono y salí del video. El texto que acompaña el mensaje decía:

Ella tiene una gran cogida. ¿Quién la quiere a su lado?

Mi pecho se estremeció con sollozos secos.

Peter.

El mensaje vino de su teléfono. Fue enviado a todo el mundo.

Madame gritó, tratando de conseguir que la clase se centrara.

― Écoutez, s’il vous plaît.

Me puse en pie temblando, tiré de mi bolsa sobre mi cabeza y me apresuré fuera de la habitación. Las risas y burlas detrás de mí eran como ruido sordo. Estaban allí. Siempre estaban jodidamente ahí. Maldita sea por sentirme cómoda.

¿Por qué no escuché a mis instintos? Sabía que no podía confiar en él. ¿Por qué era tan débil?

Sostuve mi estómago, tratando de contener el llanto, gemidos y gritos a los que quería dar rienda suelta. Mis pulmones se sentían extendidos por las respiraciones profundas y rápidas que había estado tomando.

¡Ese video estaba en todas partes! Y esta noche, no habría una persona en Shelburne Falls que no hubiera visto ni oído hablar de él.

Peter. La cabeza se me partía en dos tratando de aceptar la traición de lo que me había hecho. Había sido paciente e inteligente y esperó por su venganza. Me había arruinado. No sólo en la secundaria, sino para siempre. Siempre estaría mirando por encima del hombro ahora, preguntándome quién descubriría ese sucio video en algún sitio de la web y cuándo sucedería.

Y yo lo amaba. ¿Cómo podría hacerme algo como esto? Mi corazón se sentía como si se estuviera rompiendo en dos.

Oh, Dios. Aflojé mi estómago, y no podía contener más el llanto.

―Lali ―jadeó una voz.

Me detuve y miré hacia arriba, con los ojos llenos de lágrimas encontrando a Agustin. Acababa de llegar por las escaleras, y vi su teléfono en la mano.

―Lali, Jesús. ―Él me alcanzó.

―Aléjate de mí ―lancé con enojo. Debería haberlo sabido mejor. Agustin era como Peter. Me había engañado, también. Y no podía confiar en ninguno de ellos. Ahora lo sabía.

―Lali. ―dijo otra vez, más lento, como si estuviera acercándose a un animal.

Lo quería lejos de mí. No podía escuchar insultos más dolorosos o insinuaciones degradantes. No, olvida es, no quería escuchar más.

―Déjame sacarte de aquí, ¿de acuerdo? ―Agustin avanzó hacia mí.

―¡No! ―Lloré, las lágrimas enturbiaban mi visión. Golpeé sus manos lejos y le di en la cara con la palma de mi mano.

Rápidamente se puso delante de mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cuerpo, me abrazo fuerte mientras luchaba y gritaba.

―Basta. ―Él tiró de mí un par de veces―. Cálmate. ―Su voz era fuerte y sincera―. No voy a hacerte daño.

Y yo quería creerle.

―Ellos vieron todo. ―Lloré, mi pecho agitándose por las respiraciones pesadas―. ¿Por qué hizo eso?
―No lo sé. Por una vez, no sé qué diablos está pasando. Tenemos que hablar con él.

Hablar. Estaba jodidamente terminada esa conversación. Nada de lo que traté de hacer con Peter este año me ayudó. Nada hizo que mi vida mejorara. Al final, el acoso escolar había terminado toda esperanza que tenía para la felicidad.

De alguna manera me había equivocado al pensar que realmente le importaba. Cuando pensé que realmente me amaba. Creí cada mentira estúpida que él arrojó. Tal vez nunca fue abusado. Es probable que ni siquiera tenga un hermano.

Por fin me había empujado tan abajo que sólo quería escapar ahora. Refugiarme en algo más que esperanza, amor, y todas esas tonterías.

Mi ira y el dolor eran moldeados en algo más, algo más difícil.

Entumecimiento.

Indiferencia.

Frialdad.

Fuera lo que fuese, se sentía mejor de lo que me sentía hace un minuto.

Tomé una respiración profunda y sollocé.

―Déjame ir. Me voy a casa. ―Mi voz era ronca pero firme cuando me alejé de Agustin.

Me soltó, y se alejó lentamente.

―No creo que debas manejar ―gritó Agustin, detrás de mí.

Me sequé los ojos y seguí caminando. Bajando las escaleras, a través de los pasillos vacíos, y fuera de las puertas delanteras.

Me estacioné junto a Peter esta mañana, y cuando vi su coche dejé escapar una risa dura. No de diversión, sino de la expresión en su cara cuando saliera y viera lo que había hecho.

Tomé la palanca de la parte trasera de mi camioneta y la pasé hacia el final a lo largo del lado de su coche mientras caminaba hacia la parte delantera del vehículo. El chillido estridente de metal sobre metal envió un calentamiento elevado a mis venas, y sonreí.

Y llevé la palanca hacia abajo justo en el centro de su parabrisas.

El impacto astilló el vidrio en un centenar de grietas diferentes. Sonaba como un grueso rollo de plástico de burbujas reventando a la vez.

Después de eso, me volví loca. Golpeé abolladuras en el capó, las puertas y el maletero. Mis manos zumbaban con las vibraciones de los golpes, pero no me detuve. No podía. Con cada golpe, era más fuerte y más fuerte. Golpear donde más le dolía me hizo sentir segura. En realidad, nadie podía hacerme daño si podía hacerles daño, ¿verdad?

Así es como se hacen los matones, susurró una voz en mi cabeza. Sacudí ese pensamiento.

No me estaba convirtiendo en un matón, me dije. Un matón tiene poder. Yo no ejerzo ningún poder aquí.

Golpeé la barra de hierro a través de la ventana del conductor, rompiéndola. Trozos de cristal llovieron por todo su asiento.

Antes de que pudiera elevar la palanca y reventar una de sus ventanas laterales, me agarraron por detrás y me alejaron del coche.

―¡Lali, ya basta!

Peter.

Giré fuera de su alcance y di la vuelta para mirarlo. Él levantó las manos como si fuera a calmarme, pero ya estaba en calma. ¿No vio eso? Estaba en control, y no me importaba lo que cualquiera de estas personas pensara.

Agustin estaba detrás de Peter con las manos en la cabeza, observando los daños del coche de Peter. Sus ojos eran tan grandes que pensé que se iban a salir de su cabeza. Las ventanas de la escuela estaban casi repletas de cuerpos deseosos de obtener una vislumbre de la demostración.

Que se jodan.

―Lali... ―dijo Peter tímidamente, mirando el arma en mi mano.

―Aléjate de mí, o conseguirás que tu coche sea más golpeado la próxima vez ―le advertí.

No sabía si eran mis palabras o mi tono plano que lo sorprendió, pero vaciló.


Me miró como si fuera alguien que no conocía.

Capitulo 36

Capitulo 36


Había salido de allí antes de que alguien tuviera la oportunidad de atormentarme más. Una vez que me subí a mi camioneta y salí a toda velocidad, mi teléfono empezó a iluminarse con llamadas y textos. Cande marcando cada treinta segundos, y no tenía nada de Peter.

Bueno. Él sabía que todo había terminado. Había conseguido lo que quería. Estaba avergonzada y humillada, y estaba hecho su trabajo.

Los textos, en cambio, eran de personas al azar, la mayoría apenas los conocía.

Pareces un buen polvo. ¿Ocupada está noche?, leí en uno de los textos, y apreté el teléfono con tanta fuerza que lo escuché crujir.

¿Hacen tríos?, este texto provenía de Nate Dietrich, y sentí que mi estómago empezaba a girar.

Todo el mundo se reía de mí y pasándose ese video horrible, sin duda lanzándolo en el ciberespacio para que cualquiera pueda verlo. Pensar en los viejos hombres sucios que conseguirían verlo, o todas las personas en la escuela que me miraban ahora y sabrían exactamente cómo me veía sin ropa hacía doler mi cráneo y mis ojos arder.

Después de dos mensajes más repugnantes, conduje la camioneta a un lado de la carretera y abrí la puerta para vomitar. Mi estómago se retorció, vaciando todo lo que había comido hoy. Tosiendo, lancé el último contenido de mi estómago y cerré la puerta.

Tomé los pañuelos de la guantera, me limpié las lágrimas y miré por el parabrisas delantero, en realidad no quería ir a casa.

Cualquiera que quisiera encontrarme empezaría por ahí. Y no podía ver a nadie en estos momentos. 

Realmente sólo quería subirme a un maldito avión e ir a ver a mi padre.

Mi padre.

Suspiré y dejé caer mi dolorida cabeza en el volante, lo que me obligó a respirar profundamente.

Hijo de puta.

No había manera de que mi padre no fuera a enterarse de esto. El vídeo estaba probablemente por todo el lugar por ahora. La escuela y otros padres se enterarían, y alguien lo llamaría a él.

¿Cómo pude haber sido tan estúpida? ¡Olvidando por un momento que era ridículo de mi parte el creer en Peter y confiar en él, pero tuve sexo con él en una fiesta, en la casa de alguien más!

Ese maldito teléfono. Lo había colocado sobre la cómoda para reproducir música, pero en realidad lo había puesto a grabarnos teniendo relaciones sexuales. Probablemente pensó que tendría que persuadirme a tener sexo en la casa de Chavanne cuando en realidad lo obligué. O eso pensé.

Todo era una mentira. La forma en que me mantuvo tan cerca la semana pasada, tocándome y sosteniéndome. Cada vez que sus labios rozaron mi cuello mientras me abrazaba, y todas las veces que me besó en el cabello cuando pensó que estaba dormida.

Todo. Una. Maldita. Mentira.

Me limpié la nariz y salí a la carretera. Sólo había una persona de la que podía estar cerca en este momento. La única persona que me amaba y no podía mirarme con lástima o vergüenza.

Mi madre.

                                                                            * * *

Las calles estrechas, casi como caminos de Concord Hill Cemetery sólo eran lo suficientemente ancho para un carril. Por suerte, estaba aquí en un lunes por la tarde, así que el lugar estaba vacío y silencioso. Di un suspiro cansado de alivio cuando detecté la tumba de mi madre desde la carretera. No había nadie alrededor. Estaría sola, por lo menos durante un tiempo, para escapar del mundo y lo que había sucedido esta mañana.

Salí del coche y me puse la capucha de lana por encima de mi cabeza, protegiéndome del frío de octubre. La brisa fresca era agradable en la cara, sin embargo, aún ardía donde se secaban las lágrimas. No tenía que ver mi cara para saber que estaba probablemente manchada y con los ojos hinchados.

Caminando penosamente por el césped bien cuidado, sólo tuve que pasar unas cuantas tumbas antes de llegar a la de mi madre. El brillante, mármol negro de la lápida tenía tres rosas tridimensionales, talladas a mano abrazando un lado del epitafio. Mi padre y yo lo habíamos escogido juntos, pensando que las tres rosas representaban nuestra familia. Incluso hace ocho años había amado el negro, y las flores también nos recordaban a ella. Le encantaba traer la naturaleza dentro de la casa.

Leí la lápida.

María José Riera Esposito
1 febrero 1972 ― 14 abril 2005
Ayer se ha ido. El mañana todavía no ha llegado.
Sólo tenemos hoy. Comencemos.
―Madre Teresa

Ayer se ha ido. Cita favorita de mi mamá. Me decía que los errores se cometen en la vida. Es inevitable. Pero tenía que tomar una respiración profunda, poner mis hombros hacia atrás y seguir adelante.

El ayer dura para siempre. El tatuaje de Peter me vino a la mente, y rápidamente lo empuje a la basura como un plato caliente.

No quería pensar en él ahora. O tal vez nunca.

Me arrodillé en el suelo húmedo y traté de recordar todo lo que pude sobre mi madre. Pequeñas piezas de los momentos que pasamos juntas surgieron en mi mente, pero con los años, mis recuerdos se habían reducido. Menos y menos de ella quedaba, y me entraron ganas de llorar de nuevo.

Su cabello. Me concentré en una imagen de su cabello. Era rojo y ondulado. Sus ojos eran azules, y tenía una pequeña cicatriz en la ceja de cuando se había caído patinando sobre hielo cuando era niña. Le encantaba el helado de chocolate de mantequilla de maní y jugar al tenis. Su película favorita era The Quiet Man, y hacía las mejores galletas de Hershey.

Me atraganté con un sollozo, recordando esas galletas. El olor de la cocina durante la horneada de la Navidad me golpeó como mazo, y estaba de repente en dolor. Abracé mi estómago y me incliné hacia adelante, apoyando la frente en el suelo.

―Mamá ―le susurré, mi garganta apretada por la tristeza―. Te echo de menos.

Desmoronándome en la tierra, me puse de lado y dejé que mis lágrimas miserables cayeran a la tierra. Me quedé allí mucho tiempo, en silencio, y traté de no pensar en lo que me había sucedido hoy.

Pero fue imposible. El impacto fue muy grande.

Quería decir nada de Peter. Una vez más, él me tiró fuera como basura y todo lo que había dicho y hecho para atraerme en hacerme amarlo, era una mentira.

¿Cómo voy a sobrevivir a las burlas crueles y día en día hasta salir? ¿Cómo iba a caminar por el pasillo de la escuela o mirar a mi padre a los ojos cuando todo el mundo había visto ese video?

―¿Lo ves, Lali?

―¿Qué?

―El globo. ―Peter tomó mi mano y me llevó a través del cementerio. Traté de no pensar en lo que estaba bajo mis pies mientras cruzábamos el cementerio, pero todo lo que podía imaginar eran horribles zombies haciendo estallar fuera la tierra.

―Peter, no quiero estar aquí ―lloriqueó.

―Todo irá bien. Estás a salvo conmigo. ―Él sonrió y miró hacia el prado de lápidas.

―Pero... ―Miré a mi alrededor, asustada de mi mente.

―Me estoy aferrando a tu mano. ¿Qué quieres que haga? ¿Cambiarte el pañal, también? ―dijo con sarcasmo, pero yo no me lo tome en serio.

―No tengo miedo. ―Mi voz sonaba defensiva―. Es sólo que... no sé.

―Mira este lugar, Lali. Es de color verde y tranquilo. ―Peter miró por los jardines con una mirada melancólica en su rostro, y yo estaba celosa de que podía ver algo aquí que yo no―. Hay flores y estatuas de ángeles. Mira este epitafio. ―Señaló―. “Alfred McIntyre nació en 1922 y murió en 1942”. Tenía sólo veinte. ¿Recuerdas que la señora Sullivan dijo que la Segunda Guerra Mundial fue entre 1939 y 1945? Tal vez murió en la guerra. Todas estas personas tenían vidas, Lali. Tenían familias y sueños. No quieren que tengas miedo de ellos. Sólo quieren ser recordados.

Me estremecí cuando me llevó más profundamente en el cementerio. Nos encontramos con una brillante tumba negra adornada con un globo rosado. Sabía que mi padre vino a visitarla, porque siempre ponía flores en la tumba.

¿Quién había dejado un globo?

―Traje a tu mamá el globo ayer ―admitió Peter como si leyera mi mente.

―¿Por qué? ―Se sacudió mi voz. Fue amable de su parte hacer algo como eso.

―Debido a que las chicas tienen cosas de color rosa. ―Se encogió de hombros y tomó a la ligera su gesto. No quería atención. Nunca lo hizo.

―Peter ―lo regañé, esperando una respuesta real.

Sonrió para sus adentros.

―Debido a que ella te hizo. ―Y envolvió su brazo alrededor de mi cuello flaco y me dio un tirón en el costado―. Eres el mejor amigo que he tenido, y quería decirle “gracias”.

Me sentía caliente por todas partes a pesar de la escarcha de abril sobre la tierra. Peter llenó el vacío y alivio el dolor en una forma en que mi padre no pudo. Lo necesitaba, y pensé por un momento que me gustaría que me besara. Pero la idea desapareció rápidamente. Nunca había querido que un niño me besara antes, y probablemente no debería ser mi mejor amigo.

―Toma esto. ―Peter sacó su camiseta gris sobre su cabeza y me la arrojó―. Tienes frío.

Me la puse, dejando que el calor restante de su cuerpo me cubriera como un escudo de calor.

―Gracias ―le dije, mirándolo.

Sacó mi cabello de debajo del cuello y dejó que sus dedos permanecieran mientras me miraba. Mi piel se desató en escalofríos, pero no de frío. ¿Qué estaba pasando en mi estómago en este momento?

Ambos nos miramos rápidamente, un poco avergonzados.

Me senté y me limpié la nariz con la manga de mi chaqueta.

A pesar de todo, podría ver la luz en una cosa. Por lo menos le había dado mi virginidad a alguien a quien amaba. A pesar de lo que estaba pasando, lo había amado cuando se la di. Lo que me quitó era honesto y puro, aunque él pensó que era una broma.

―Lali ―susurró una voz temblorosa detrás de mí, y deje de respirar. Sin siquiera darme la vuelta, sabía quién era, y arranqué pasto de la tierra con los puños apretados.

Me negué a dar la vuelta. Y que me condenen si escuchaba más mierda de él.

―¿No has ganado, Peter? ¿Por qué no me dejas en paz? ―Mi voz era tranquila, pero mi cuerpo pedía a gritos la violencia. Quería atacar. Golpearlo. Hacer cualquier cosa que pudiera hacerle daño.

―Lali, todo esto es tan jodido. Yo… ―empezó a vomitar sus tonterías, pero lo interrumpí.

―¡No! ¡No más! ―Me di media vuelta para enfrentarlo, incapaz de razonar conmigo misma. Me dije que no iba a entrar en ello con él, pero no podía evitarlo―. ¿Me oyes? Mi vida aquí está arruinada. Nadie va a dejarme vivir sin esto. Has ganado. ¿No lo entiendes? ¡Tú. Has. Ganado! ¡Ahora déjame en paz!

Abrió mucho los ojos, probablemente porque estaba gritando y más loca de lo que había sido nunca. ¿Cuándo era suficiente? ¿No podía simplemente estar satisfecho?

Él agarró su cabello, deteniéndose a medio camino, peinando sus manos a través de él. Su pecho subía y bajaba como si estuviera nervioso.

―Simplemente para por un minuto, ¿de acuerdo?

―He escuchado tus historias. Tus excusas. ―Y me alejé hacia mi camioneta, sintiendo mi corazón roto. Él estaba cerca, y mis brazos aún zumbaban con el deseo de retenerlo.

―Lo sé ―me gritó a mi espalda―. Mis palabras no son lo suficientemente buenas. No puedo explicar nada de esto. ¡No sé de dónde vino el video!

Sabía que me estaba siguiendo, así que no me di la vuelta.

―¡Venía de tu teléfono, idiota! No, no importa. He dejado de hablar contigo. ―Seguí caminando, sintiendo como si mis piernas pesaran dos toneladas.

―¡Llamé a tu padre! ―me espetó, y me detuve.

Cerré los ojos con fuerza.

―Por supuesto que sí ―murmuré, más para mí que él.

Justo cuando pensaba que las cosas no podían ir peor. Pensé que tendría unos días para arreglar mis ideas antes de tener que lidiar con mi padre. Pero la tormenta iba a descender más temprano que tarde.

―Lali, no envié el video a nadie. Ni siquiera grabé un video de nosotros. ―Parecía desesperado, pero todavía no podía girar para mirarlo. Y añadió―: No he visto mi teléfono en dos días. Lo dejé en el piso de arriba en la fiesta de Belen, cuando estábamos escuchando música. Cuando lo recordé más tarde, volví a buscarlo, pero ya no estaba. ¿No te acuerdas?

Me acordé de él diciendo algo de perder su teléfono esa noche, pero todos estábamos bailando, y era fuerte. Debo haberlo olvidado.

Chupé las mejillas y sacudí la cabeza. No, no iba a salir de esta. Su teléfono estaba apuntando a la cama esa noche, exactamente en la posición que tenía que ser para grabar un video.

―Eres un mentiroso ―repliqué.

Aunque no podía ver su rostro, lo sentí acercarse, y yo no podía moverme. ¿Por qué no podía simplemente salir de aquí?

―Llamé a tu padre, porque él iba a encontrarlo de todos modos. Ese maldito, maldito vídeo está ahí fuera, y quería que lo escuchara de mí primero. Viene a casa.

Mis hombros se hundieron. Mi padre estaría en casa en algún momento mañana entonces. El pensamiento me calentó y me asustó. Las consecuencias de esta broma, odiaba llamarla así, porque era mucho más, sería vergonzoso para mi padre.

Pero lo necesitaba en estos momentos. No importa qué, sabía que me amaba.

―Te quiero más que a mí mismo, más que a mi propia familia, por el amor de Cristo. No quiero dar un paso más en este mundo sin ti a mi lado ―dijo en voz baja.

Sus dulces palabras se apoderaron de mí, pero eran como una mano que estaba fuera de mi alcance. Podía verla. Quería tomarla. Pero no pude.

―Lali. ―El peso de su mano cayó sobre mi hombro, y me di la vuelta, alejándola. Lágrimas constantes, la ira, y el cansancio quemaron mis ojos mientras le escaneaba con mi mirada.

Se pasó una mano por el cabello, y podía ver las líneas de preocupación en su frente.

―Tienes todo el derecho a no confiar en mí, Lali. Eso lo sé. Mi maldito corazón está desgarrado ahora. No puedo soportar la forma en que me miras. Nunca te haría daño otra vez. Por favor... vamos a tratar de arreglar esto juntos. ―Se quebró su voz, y sus ojos estaban rojos.

Me dije cien veces hoy que no se podía confiar en él. Él era un mentiroso. Un matón. Pero sus palabras fueron llegando a mí. Se veía molesto. O era un muy buen actor, o... estaba diciendo la verdad.

―Está bien. Te seguiré el juego. ―Saqué mi teléfono y me volví de nuevo.

Él parpadeó, probablemente confundido acerca de mi repentino cambio de actitud.

―¿Qué estás haciendo?

―Llamando a tu madre. ―No di más detalles y marqué a Claudia.

―Bueno ―dijo lentamente, todavía confundido.


―Porque ella instaló una aplicación de seguimiento GPS en tu Android cuando lo compró. ¿Dijiste que perdiste tu teléfono? Vamos a encontrarlo.

Capitulo 34

Capitulo 34


No saben lo que se viene después de este capitulo, 4 Capitulooos y esto terminaa. Mas al rato subo los demaas.
                                                                                                                                                    
El baile fue más agradable de lo que esperábamos, incluso con la música diluida y tratando de hacer malabares con dos citas. Nueva York, Nueva York era el tema de la fiesta de Bienvenida, y el gimnasio estaba impresionantemente decorado con recortes del perfil de la ciudad de Nueva York y luces centelleantes.

Agustin y Peter estaban como yin y yang. Agustin amaba a todos y todo. Peter ―lo amo― apenas toleraba nada. Agustin consiguió grandes fotos de él y yo apoyados contra un taxi retro de la ciudad de Nueva York para nuestra foto de la fiesta de Bienvenida. Le seguí el juego, aun cuando él siguiera tratando de posar como un mafioso. Peter tenía que ser obligado delante de la cámara, pero estoy segura que solamente lo hizo por mí.

Después de la rareza inicial de tratar de estar juntos en una cita real, Peter y yo nos relajamos y tuvimos un poco de diversión. Conocí a algunos de sus amigos, y superamos la incomodidad de estar alrededor de Cande creo que ella estaba más cómoda con Peter de lo que Vico lo estaba. Pero al cabo de un rato, todo estaba bien.

―Muy bien, vamos a emborracharnos. ―Agustin lideró el camino hacia la casa de Chavanne en busca del licor. Llegamos a la fiesta de Belen al igual que la mayoría de personas estaba llegando, y me detuve en cuanto di un paso dentro. El recuerdo de la última vez que estuve aquí hace más de un año puso mi corazón acelerado.

Maldición.

Peter se detuvo delante de mí, probablemente porque vacilé. Mi respiración se aceleró, y apreté su mano. Incluso en mi cabeza, no podía descifrar por qué reaccionaba de esta manera. No tenía miedo. Sabía que nada iba a pasar esta noche.

―¿Lali, estás bien? ―Los ojos de Peter lucían afectados.

―Sí, necesito un trago. ―Estaría condenada si fuera a ser atrapada por mi pasado. Mi cuerpo estaba en DEFCON ahora mismo, y solamente quería disfrutar de esta fiesta.

Una vez que llegamos a la cocina, completa con un bar improvisado justo como la última vez, Agustin se puso a trabajar preparando los tragos. Peter declinó, ya que él conducía, y yo estaba orgullosa de él por ser responsable. Agustin estaba simplemente feliz de que tenía un conductor designado.

Arrebatando la copa roja de la mano de Agustin, tragué el ardiente líquido mezclado con Cola tan rápido como pude. Con cada trago, el alcohol picaba peor y el gusto amargo me tenía deseando una galleta o un Jolly Rancher o algo dulce. Consumiendo con éxito hasta la última gota, balanceé la copa en el fregadero y tosí en mi mano mientras Agustin se reía de mí.

―Ah, ella está casi tan roja como un tomate ―bromeó a Peter.

―Vete a la mierda ―murmuré. Peter envolvió una mano alrededor de mi cintura y me atrajo cerca, 
besando mi cabello. Cerrando mis ojos, dejé que el alcohol calentara mi sangre, relajando mis músculos.

―Hey, chicos. ―Cande se abalanzó en la cocina, tirando a Vico detrás de ella. Él asintió a Agustin y Peter, claramente no contento con Peter y Cande y su breve cita. Vico la había engañado, pero estaba actuando enfadado porque Cande pasó un par de citas con otro tipo.

Supéralo.

―¿Qué estamos bebiendo? ―preguntó ella.

―Bueno, acabo de tomar un poco de coraje líquido, entonces estoy bien por ahora. ―Mi voz era todavía áspera por las acometidas del licor.

Mientras ella y los demás se pusieron a elaborar la preparación de sus mezclas, Peter se inclinó hacia a mi oreja:

―Ven conmigo.

Escalofríos se extendieron a través de mis brazos cuando su aliento cosquilleó en mi oreja. Tomó mi mano, y dejé que me guiara fuera de la cocina y por las escaleras al segundo piso de la casa.

La casa de Chavanne era enorme, por eso las fiestas aquí eran tan populares. La casa de Peter y la mía eran término medio, pero Belen y Bryan Chavanne disfrutaban de una casa lujosa y espaciosa de dos niveles con un sótano terminado y un patio totalmente embellecido con jardines que era lo suficientemente grande para una modesta cancha de golf. Esta casa probablemente contaba con siete u ocho dormitorios.

Y parecía que Peter me estaba llevando a una.

Oh, Dios mío.

Tocó a una puerta para asegurarse de que la habitación estaba vacía y luego nos condujo dentro.

En cuanto la puerta se cerró detrás de nosotros, me sostuvo contra ella, haciéndome agarrar sus brazos en apoyo. Jadeé por la sorpresa y encontré su beso cuando sus labios se aplastaron sobre los míos. Su mano bajó a mi trasero, y me acercó hasta encontrar sus caderas. Arrastré mi boca lejos de él para recuperar el aliento mientras él bajaba su cabeza hacia mi cuello.

―Dios, Lali. Tu vestido debería ser quemado. ―Su boca estaba caliente sobre mi oreja cuando comenzó a succionar el lóbulo.

―¿Por qué? ―pregunté, el deseo quemando por debajo haciendo muy difícil concentrarme.

Él se rió contra mi cuello.

―Cada tipo de mierda ha estado mirándote esta noche. Voy a ser arrestado.

Tomando su cabeza en mis manos, fuerzo sus ojos a encontrar los míos mientras nuestras narices se tocan.

―Soy tuya. Siempre he sido tuya. ―Mi promesa colgando en el aire mientras él mira hacia mí, sus ojos color chocolate llenos de deseo.

―Ven aquí. ―Me conduce al centro del gran dormitorio, que parecía ser una habitación de huéspedes por la ausencia de fotografías y otras cosas personales.

Peter sacó su teléfono y presionó algunos botones antes de que Broken de Seether comenzara a tocar. Colocó el teléfono sobre la cómoda, sosteniéndose en su pie de apoyo, caminó de regreso y me tomó en sus brazos mientras yo envolvía los míos alrededor de su cuello. Lentamente comenzamos a movernos junto a la música en nuestro primer baile lento juntos.

―Lo siento, no bailé contigo esta noche. ―Sus ojos no se encontraron con los míos, y había pesar en su voz―. No me gusta hacer cosas así en público. Se siente demasiado personal, supongo.

―No quiero cambiar quién eres ―le dije―. Pero me gustaría bailar contigo alguna vez o sostener tu mano.

Él me atrajo más cerca en un abrazo y envolvió sus brazos alrededor de mi espalda como una cinta de acero.

―Lo intentaré, Lali. El pasado se ha ido. Lo sé. Quiero que la comodidad que solíamos tener regrese.

Incliné mi cabeza más para encontrar sus ojos mientras seguíamos balanceándonos con la música.

―Tu tatuaje “El pasado dura para siempre. El mañana nunca llega” eso es lo que dice. ¿Qué significa eso? ―Finalmente había sido capaz de leer la escritura sobre el lado de su torso una mañana de esta semana mientras él estaba durmiendo.

Su mano se deslizó a lo largo de mi cabello.

―Solamente que estaba viviendo en el pasado. Lo que pasó con mi padre, lo que pasó contigo, nunca podría superar la cólera. El pasado me perseguía. Y el mañana, el nuevo día, nunca parecía llegar.

Hasta mí, él había escrito en la nota.

―¿Y la linterna en tu brazo?

―Oh, haces demasiadas preguntas ―se quejó Peter juguetonamente, y podría decir que estaba avergonzado.

Pero esperaba no dejarlo en aprietos.

Él me fijó con una sonrisa resignada.

―La linterna eres tú, Lali. La luz. La conseguí después de que entré en problemas el año pasado. Tenía que comportarme de una manera más aceptable, y mi mamá decidió hacer lo mismo con la bebida. Ambos escogimos un pensamiento que nos llevaría a través del día. Un sueño o un deseo… ―Sacudió su cabeza y su voz se fue desvaneciendo.

Su confesión me dejó sin aliento. ¿Él había pensado en mí cada día?

―¿Yo? ―pregunté.

Él bajó su mirada hacía mí y acarició mi mejilla con su pulgar.

―Siempre has sido tú. ―Él usó mis palabras, y yo no podía tragar el nudo en mi garganta―. Te amo, Lali. ―Peter me miró como si fuera la cosa más importante en su mundo.

Cerré los ojos y toqué sus labios con los míos.

―Te amo, también ―susurré contra su boca antes de sellarla con un beso.

Nuestros cuerpos se fundieron juntos, y sus dedos se enroscaron a través de mi cabello mientras nos devoramos el uno al otro. Sus labios eran suaves, pero fuertes contra los míos, y mis dedos se clavaron en su espalda mientras sus manos reclamaron mi cuerpo. Lo quería por todas partes.

Yo era insaciable, y la culpa mostró el lado oscuro de mí. Lo quería aquí y ahora, pero el sexo con alguien en esta habitación mientras una fiesta ocurría abajo no era algo que una buena chica hacía.

Presioné mis caderas contra las suyas, y ambos estábamos sin aliento entre besos.

Seguí un camino hacia su mandíbula, y mis dientes raspando ligeramente su barbilla.

―Bájame el cierre ―jadeé.

Él gimió.

―Vámonos de aquí. Estoy de humor para más que un "rapidito".

―Bueno, nunca he tenido un rapidito ―indiqué―. Bájame el cierre.

Él obedeció, pero las esquinas de su boca se levantaron en una sonrisa sexy.

―¿A dónde se iría mi chica buena? ―La pregunta era retórica. Sabía que amaba la manera en que lo deseaba.

Sentí la corriente de aire cuando la mano de Peter llegó detrás de mí para desabrochar mi vestido, y gemí cuando sus manos se deslizaron hacia abajo y acariciaron mi espalda. Sus manos eran como una droga, casi tan adictiva como su boca. Le quité su chaqueta, mientras dejaba caer mi vestido hasta mi cintura.

La boca de Peter quemaba mi cuello en besos suaves, y abrí los botones de su camisa. Aspiré una bocanada de aire cuando sus manos fueron a mis pechos. Estremecimientos se propagaron a través de mi piel, ansiando más de él.

―Peter ―susurré y envolví un brazo alrededor de su cuello, colocando mis labios en los suyos―. Realmente soy una chica buena. Pero esta noche quiero ser muy, muy mala.

Su respiración se agitó contra mi boca, y capturó mis labios en un beso feroz. Dios, él me deseaba. Y estaba emocionada, porque no quería esperar hasta que llegáramos a casa.

Peter abrió el resto de su camisa, enviando los botones dispersos al piso de madera dura. Dejé a mi vestido desparramarse a mis pies y luego me quité mis bragas, dejando mis tacones altos.

―Joder, Lali. ―Peter apretó su mandíbula, tomando la vista delante de él. Y atrajo mis labios a los suyos otra vez, devorando casi cada parte de mí con su boca y manos―. Lo siento. Quiero ir despacio contigo. Solamente es tan difícil. ¿Crees que en diez años finalmente llegaré a donde realmente necesitaré 
preliminares para conseguir una erección contigo?

Sus ojos me preguntaron, pero yo sólo podía sonreír. Había algo en la manera en que me deseaba, la forma en que sus ojos ahogaron cualquier duda, que me hizo sentir poderosa.

Peter, por lo que yo había visto, era la clase de chico de una noche. Él no dormía fuera de casa, y no tomaba números de teléfono. Me preocupaba que perdiera el interés o lo considerara una misión cumplida cuando dormimos juntos por primera vez, pero en cambio, se volvió aún más hambriento.

Cada caricia de la semana pasada, cada beso, cada vez que nos habíamos amado, actuaba como que todo lo que nosotros hacíamos fuera nuevo. Ridículo, lo sé. Él tenía más experiencia que yo, así que ¿por qué algo sería diferente a lo que ya había experimentado antes?

A no ser que me amara. Eso era algo que estaba segura que él no había tenido con ninguna otra chica. 

Espero, de todos modos.

Quería ser valiente, aun cuando mis nervios quisieran que corriera hacia las colinas. Quería experimentar todo con Peter. Sin huir, sin miedo. Iba a pedir todo lo que deseaba, y ser valiente al respecto. Para siempre o nunca.

Su camisa cayó al piso, seguido por sus pantalones.

Sé valiente.

Puse mi mano sobre la prueba hinchada de que me deseaba. Él se estremeció y aspiró una bocanada de aire mientras envolvía mi mano alrededor de él y lo acaricié. Esperé que él cerrara sus ojos. ¿No se suponía, que hiciera eso? ¿Concentrarse más en la sensación? Pero en cambio, solamente me observó tocándolo. Se puso más duro en mi mano, y apreté mis muslos, encendida por la longitud lisa que había estado dentro de mí y estaría dentro de mí otra vez.

Me miró con sus ojos oscuros y calientes. Me vio tocarlo, y pensé que me vendría solamente con lo que le estaba haciendo. La manera que sus manos se apretaban en puños, su erección cuando lo froté de cierta manera y la forma en que su respiración se hizo más pesada, todo me hizo palpitar al punto donde no podía soportar más.

Rasgó la envoltura del condón que había puesto sobre la mesa de noche cuando tomó sus pantalones y se lo puso.

¡Gracias a Dios!

Fundiendo mi cuerpo en el suyo, mis pechos rozando contra la piel lisa de su pecho, lo besé mucho tiempo y profundamente, corriendo mis manos por toda su espalda.

Sé valiente.

―Mi turno ―susurré en su oreja.

Los ojos de Peter se ampliaron cuando se dio cuenta de lo que quería decir.

Ligeramente lo empujé sobre la cama y me deslicé encima de él. Perfecto. Un disparo de adrenalina corría por mí cuando sentí sus manos sobre mis caderas y su sexo presionado contra mí.

―Tú eres perfecta. Perfecta para mí. ―Pasó sus manos arriba y abajo de mis muslos.

Me moví, deslizando su punta a lo largo de mi hendidura, burlándome de él. Cuando bajé sobre él, poniéndolo dentro de mí, mis dedos del pie se curvaron con la increíble sensación. Parecía más grande, y me incliné un poco hacia atrás para ser capaz de absorber cada centímetro. Estaba llena y extendida, y quería que él se sintiera tan completo como yo lo hacía.

Peter puso una mano sobre mi pecho y usó su otra mano para dirigir mis caderas mientras se movía despacio.

―Dime que te gusta esto, Lali.

―Yo… ―Apreté mis muslos más fuerte a sus lados y me desplacé en un movimiento adelante y atrás contra él en lugar del arriba y abajo que había estado haciendo.

Oh. Mi. Dios.

Él golpeó el lugar profundo dentro de mí, y mi cabeza fue hacia atrás mientras gemía. ¡Maldición! No había nada mejor que tenerlo dentro de mí.

Me gustaba que todavía podía sentir donde estaba él al día siguiente. Y quería sentirlo mañana, también.
Empujó sus caderas con fuerza contra mí, enviando estremecimientos por mi cuerpo.

―Dilo.

―Me gusta esto. ―Mi cuerpo había perdido el control. La onda dentro de mí se convirtió en una ola, y me presioné contra él más rápido y más fuerte―. Me gusta esto contigo.

Después, nos recostamos colapsados en la cama, demasiado cansada para moverme, y sólo quería meterme en la cama con él. No podía creer que acabara de hacer esto en una casa extraña. Teníamos que salir de aquí antes de que todos descubrieran lo que estábamos haciendo. Tenía que comenzar a ser más cuidadosa. Mi papá confiaba en mí, pero esto no duraría si seguía tomando decisiones irresponsables.

Desde luego, le gustaba Peter. Yo tenía dieciocho años. Mi papá sabía que tener una vida sexual estaba destinado a suceder tarde o temprano. Sin embargo, este año escolar estuvo lleno de contratiempos conductuales de mi parte, y tener relaciones sexuales en una casa extraña en una fiesta no estaba en mi lista de grandes ideas. Esto fue divertido una vez, pero recordaré no intentar esto otra vez.

Besé a Peter, y ambos sonreímos y reímos mientras nos ayudábamos a vestirnos.

―Tengo una pregunta. ―Finalmente rompí el maravilloso silencio mientras alisaba su cabello. Esta era la misma pregunta que había tratado de hacerle antes. Había sólo una pieza más del rompecabezas de Peter que necesitaba
.
―Dispara.

―No querías contarme sobre tu papá o tu hermano. Pero Martina sabía a dónde ibas los fines de semana. ¿Por qué ella podía saberlo y no yo? ―La idea de Peter lo suficientemente cerca de esa chica para confiar en ella me molestó.

―Lali, no le dije nada a Martina. Su papá es un policía. El policía que me arrestó el año pasado por atacar al padre adoptivo de Bauti. Ella se enteró a través de él. ―Él rodeó sus brazos alrededor de mi cintura y me sostuvo cerca.

―¿Entonces solamente por lo ocurrido estabas saliendo con la hija del policía que te arrestó? ―Sabía que era más que una coincidencia sin que él dijera nada. Él había buscado a Martina por alguna venganza tonta. Engancharse con la hija del policía era un “jódete” para su padre.

Él se encogió de hombros.

―Sí, no estoy orgulloso de eso, ¿pero te haría sentir mejor si realmente me gustara ella?


Aparté la mirada. No. No, lo haría.