lunes, 19 de mayo de 2014

Capitulo 9

Capitulo 9



Lali esta loca, Peter también me desespera enserio, no saben lo que se vieeene. ¿Quieren otrooo?
                                                                                                                                                         

―¡Ugh! ―dejé escapar un gemido gutural en la oscuridad mientras miraba mi techo esa noche, que estaba iluminado por los faros delanteros de otra llegada en la casa de al lado.

Era después de la una de la mañana, y el bombardeo de sonidos de fiesta viniendo de al lado no cedían. La almohada llevada a mis oídos para ahogar los sonidos no había ayudado. Enviar un mensaje a
Cande para que enviara un mensaje a Vico para que enviara un mensaje a Peter no había ayudado. Llamar a la policía y llenar una queja una hora atrás no había ayudado.

Si no era la música alta o la constante llegada y salida de autos potentes con sus lamentables sistemas exhaustos, entonces estaban los gritos o risas viniendo del patio de Peter. Me gusta la música fuerte, pero una fiesta en la mitad de la noche que estaba manteniendo a todo el vecindario despierto debería ser terminada.

Apartando las mantas, salí de la cama pisando fuerte y me paré ante las puertas francesas. Toda su casa estaba iluminada y desbordante de sonido y actividad. Algunas personas tropezaban alrededor del patio delantero, que estaba lleno de vasos de plástico rojos, y algunos estaban reunidos en el patio trasero fumando o disfrutando del jacuzzi.

¡Es un completo idiota! Mis manos estaban en mis caderas, apretando más fuerte de lo normal. ¿Qué clase de persona no tiene en consideración a nadie más? El cabrón egoísta viviendo a lado de mí, supongo. Tenía una vídeo llamada con mi papá en seis horas, y no iba a estar despierta toda la noche sólo porque él quisiera embriagarse y drogarse.

Al diablo. Me puse mis Chucks morados y mi sudadera con capucha negra y me dirigí escaleras abajo.

Abrí la puerta en la cocina dirigiéndome al garaje y fui a la banca de trabajo de mi papá, aún organizada como la dejamos. Tomando los grandes corta pernos del cajón inferior de la caja de herramientas, los maniobré arriba por mi manga derecha. Con mi mano libre, abrí otro cajón y tomé un candado de uno de los tres extras. Deslizándolos en el bolsillo frontal de mi sudadera, me dirigí fuera.

Rodeé la esquina de mi casa y caminé a la parte posterior, con mi corazón latiendo más rápido con cada paso. Encontrando el agujero que había hecho en el seto años atrás, moví el nuevo crecimiento a un lado y me deslicé a través. Al tomar hacia la derecha y continuar caminando, podía escuchar a los fiesteros en su patio trasero en el otro lado del seto. Estaba cerca de un metro y medio lejos de ellos, pero no había manera que pudieran verme.

El patio trasero de Peter, al igual que el mío, estaba recubierto por cercas a los lados y altos setos en la parte trasera. Cuando llegué a la cerca al otro lado de su casa, metí mi mano a través de la densa maleza de hojas. Traté de empujar las ramas a un lado tanto como era posible pero aún las ramitas como agujas rasgaron y picaron mis piernas al caminar a través. La fiesta era grande, y había montones de personas aquí.

Lo que iba hacer necesitaba suceder rápido.

Tomando varios vistazos en todas direcciones para asegurarme que hubiera llegado sin ser vista, troté al lado de la casa de Peter alrededor del interruptor. Había pasado suficiente tiempo en su casa de niña para ser capaz de encontrarlo en la oscuridad. Deslicé el corta pernos fuera de mi delgada manga y sujeté ambas manijas con toda mi fuerza en el candado del panel de seguridad. Tan pronto como puse el viejo candado en mi bolsillo, abrí la puerta del panel y comencé apagar los interruptores.

Traté de no registrar qué estaba pasando alrededor de la casa, la repentina pérdida de música y luz, y la cacofonía de ¿Qué demonios? viniendo de todas partes. Terminé de apagar los interruptores, tomé el nuevo candado de mi sudadera, y lo aseguré para cerrar el panel.

Peter no era estúpido. Una vez que se diera cuenta de que ninguna otra casa había perdido electricidad, estaría aquí revisando el interruptor. Así que salí de ahí. Rápido.

Corriendo con piernas como gelatina y deslizándome de vuelta a través del seto, comencé a jadear al instante. Una gota de sudor se deslizó por mi espalda, y me di cuenta de que quería reírme, gritar, y vomitar todo al mismo tiempo. No estaba segura de qué ley acababa de romper, pero estaba segura de que me metería en alguna clase de problema si alguien lo averiguaba. Mis piernas bombeaban con calor líquido, haciendo débiles mis rodillas.

La ansiedad de ser atrapada llevó a mis cansados músculos de vuelta a través de mi lado del arbusto dentro del garaje. No pude evitar la sonrisa de oreja a oreja en mi cara. Tenía miedo de ser atrapada, pero el sentimiento de darle una patada en el trasero metafóricamente hizo que mis dedos se curvaran.

Y después de todo eso, no estaba cansada ya. Jodidamente genial.

Me aseguré de que las puertas estuvieran cerradas, por hábito, y corrí escaleras arriba, dos escalones a la vez. Cerré la puerta de mi habitación, y manteniendo las luces apagadas, fui a las puertas francesas y miré afuera con esperanza de ver la fiesta dispersarse. Escaneé los patios delanteros y trasero, y, afortunadamente, vi pocas personas dirigiéndose a sus autos. Me estremecí al pensar que tal vez poner personas ebrias en el camino no era la idea más inteligente.

Vi más y más personas dirigirse a sus autos y algunos comenzando a caminar por la calle hacia sus casas. La única manera de que Peter pudiera poner de vuelta la luz era cortando el cerrojo o llamando a la compañía de electricidad.

Mirando alrededor, de adelante a atrás, mis ojos rápidamente se dirigieron a la única luz que sí vi. Peter estaba parado debajo de la ventana de su habitación con una linterna en la mano y ambas manos en cada lado del marco de la ventana arriba de su cabeza.

Y estaba mirándome.

¡Mierda!

Mi pulso se aceleró otra vez, y un calor abrasador recorrió mi cuerpo. Mis transparentes cortinas negras estaban recogidas, pero estaba segura de que podía verme. Su cabeza estaba inclinada en mi dirección, y aún estaba demasiado… quieto.

Lanzando mi sudadera y subiendo a mi cama, me decidí a negar todo si venía a mi puerta. O quizás no debería, pensé. No era como que pudiera hacer una maldita cosa sobre eso, de cualquier manera. Quizás quería que supiera.

Me acosté ahí por cerca de dos minutos resistiendo la urgencia de investigar que estaba pasando afuera. No era difícil averiguar que la fiesta estaba dispersándose, sin embargo, mientras los sonidos de motores desvaneciéndose llenaron el vecindario. La emoción se apoderó de mi cuerpo, dándome energía suficiente para querer salir de la cama y comenzar a bailar.

Asombroso. Asombroso, canté para mí misma.

Pero me congelé a media canción y casi me ahogué con un respiro ante el sonido de una puerta siendo azotada a través de la casa.

¡Mi casa!

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