sábado, 24 de mayo de 2014

Capitulo 19


Capitulo 19


Mueran, mueran, mueran y MUERAN jajajajajaa, no se si pueda seguir subiendo mas capitulos hoy, porque creo que saldré con mi hermana si me deja plantada que es lo mas probable jaajaja seguire subiendo. YA VIENE LO BUENO..
                                                                                                                                                      

―Lali.

Me di la vuelta, aturdida por mi celebración, y me encontré con la mirada expectante de mi abuela.
¡Huy! Me pregunté cuánto tiempo había estado allí.

Corrí hacia el reproductor de CD y apagué a Miss Murder de AFI.

―Lo siento. Ha sido por rutina. ―Sonreí tímidamente. Después de una práctica donde pude haber corrido al menos una hora, regrese a casa con energía de sobra. Me había quitado un peso de encima, y me sentía con ganas de celebrarlo.

Había decidido dejar de lado mi tarea ―ya que de todos modos todo estaba cumplido esta semana― y forjar un entero en mi alfombra con algunos movimientos de baile horrendos.

―Bueno, dejaste el teléfono abajo. Cande llamó. ―Ella me lanzó mi móvil, el cual cogí―. Y casi son las siete. ¿Estás lista para ir a comer? ―La abuela agitó su mano hacia la puerta.

―Por supuesto. ―Agarré mi chaqueta negra y mis Chucks negras. Me había puesto unos jeans y una camiseta tras bañarme en casa al venir de la práctica. Después de la intrusión de Peter en el vestuario, había optado por ducharme en casa.

―Voy a estar en un minuto. Quiero llamar a Cande.

La abuela asintió y se marchó.

La idea de pedir disculpas a Cande hizo que mi estómago rodase. Ella estaba saliendo con un chico que me trataba mal, y me dolía que hiciese la vista gorda a eso. Sin embargo, también me di cuenta de que ella y Peter se utilizaban mutuamente. Con el tiempo, probablemente más temprano que tarde, esta aventura entre ellos terminaría. Mientras ella no formase un equipo con él en tratarme como una mierda, había decidido no darle lo que quería.

―Hey ―saludé a Cande tímidamente cuando ella contestó.

―Hey. ―Su voz sonó cortante.

Respiré hondo y deje escapar un suspiro.

―Así que, espero poder hacer efectivo salir de la cárcel con la tarjeta de libertad. Siento haber dicho lo que te he dicho hoy.

Ella guardó silencio durante unos momentos mientras yo andaba nerviosamente a la deriva alrededor de mi habitación.

―Actuaste como una idiota ―murmuró.

Casi me reí. Bueno, al menos me estaba hablando.

―Lo sé. Él no tiene que ver conmigo más. Si es lo que quieres, entonces puedo crecer y superarlo.

―Disculpa aceptada. ―Podía oír la sonrisa en su voz.

―Está bien. Nos vemos mañana. Me voy a cenar con la abuela. ―De todos modos podía oír de fondo que su madre la llamaba.

―Que se diviertan. Y te quiero, Lali ―dijo ella con dulzura.

―Yo también te quiero.

Colgamos, y ya me sentí mejor. Gracias a Dios que se arregló. Ahora, si tenía suerte, solo me encontraría pocas veces con Peter. Sin embargo, si resultaba que tenía mala suerte, haría todo lo necesario por Cande y las salidas en tríos.

Aun así, todavía tenía ganas de abofetear a mi amiga un poco. Pero, al menos, había soltado mi amargura por Peter. Si quería estar de rebote con él, era cosa de ella. Estaba cansada de hacer un problema donde no había uno, y para salvarme a mí misma de un poco de estrés, estaba decidida a ocuparme de mis asuntos. Ella sabía lo que sentía, y yo sabía que no traicionaría mi confianza. Eso era todo lo que necesitaba.
Prácticamente bailaba por las escaleras, sintiendo que el hipopótamo que había estado sentado en mi pecho había decidido finalmente seguir hacia delante.

―Bueno, parece que estás de buen estado de ánimo. ―Los ojos de mi abuela siguieron mis movimientos―. ¿Hoy ha estado bien la escuela?

―Sí, en realidad. Fue genial. ―Dejar saber a Peter lo mucho que me había herido sacaba fuera la frustración. Ya no me sentía sepultada bajo sus acciones y luchando por mantener una fachada.

―Bueno. ¿Qué te apetece hacer? A juzgar por tus jeans, supongo que O'Shea está fuera. ―Su tono plano mostró su decepción. O'Shea era su restaurante favorito en nuestra poca ciudad diversa.

―¿Qué hay de Mario? ―le pregunté mientras me sentaba a atarme los zapatos. Me encantaba su pasta con albahaca y aceite de oliva. La vieja pareja que dirigía el restaurante era agradable y acogedora, y mis padres fueron a su primera cita allí.

―Por supuesto. Suena bien. ―Tomó su bolso, y yo le arrebaté las llaves. Siempre tenía que conducir a menos que la situación no lo permitiese. Parecía una eternidad llegar a cualquier parte a menos que yo tuviese el control del vehículo. Afortunadamente, los adultos de mi vida habían sido indulgentes.

Mientras ella se detuvo para esponjar el cabello y abrochar el botón de la chaqueta delante del espejo de la puerta, pase mis brazos a través de mi chaqueta y enganche la correa de mi bolso sobre mi cabeza.

―¿Abu? Mientras estamos fuera, ¿te importa si rodeamos algunas partes, para que pueda comprobar algunos coches después de la cena? ―Encontrar un coche no había estado en mi mente en las últimas semanas, pero la idea se había derramado de mi boca como si hubiera estado en la punta de mi lengua todo el día.

No podía fingir que necesitaba el coche para desplazarme. Después de todo, tenía el Bronco de mi padre. 

El control que había obtenido estaba deslizándose por mi nueva piel. Todo estaba caliente, delicioso, y posible. Conseguir un coche propio era como una dosis de control, directo a la vena.

La abuela entrecerró los ojos azules hacia mí a través del espejo.

―¿Tu padre sabe que quieres comprar un coche?

―Sí, pero de todos modos en este momento solo estoy mirando.

―No vas a querer tener un coche en la ciudad de Nueva York, cariño ―afirmó ella, dándose la vuelta para abrir la puerta.

―¿Está bien si sólo miramos? Después de todo, podría tener el coche para cuando regrese de vacaciones. ―La seguí fuera.

Dando la vuelta para cerrar la casa, ella asintió.

―Claro, yo no veo nada de malo en mirar.

                                                                       * * *

Después de una noche de necesitada y alegre conversación con mi abuela, llegaba a casa sintiéndome más tranquila de lo que había estado en semanas.

Me senté en la cama, leyendo un thriller de Chelsea Caín, cuando escuché ladridos que venían de fuera.
Mis puertas francesas estaban abiertas una grieta, por lo que se podía oír la lluvia. La ligera llovizna que comenzaba cuando la abuela y yo llegamos a casa había dado paso a cubos de agua. Giré una de las puertas abiertas, me incliné hacia afuera y escuché.

Los ladridos eran constantes, afligidos... y cercanos.

Madman.

Cuando miré había abajo alrededor del patio de Peter, no vi ninguna luz o señal de la perrita. Toda la casa estaba silenciosa y oscura. Eran más de las once, así que él y su madre debían estar dormidos o se habrían ido a pasar fuera la noche.

Deslizándome en mis Chucks, bajé las escaleras, tomando un momento para comprobar que la luz del dormitorio de mi abuela estuviese apagada. Una vez en la puerta, encendí mi luz del porche y salí a la calle.

¡Mierda! Estaba lloviendo.

¿Cómo se me había olvidado en los tres segundos que me llevo llegar abajo? Gracias a Dios por el porche cubierto. Abrazándome a mí misma, me acerqué a la orilla más cercana de la casa de Peter y eche otra mirada. Me llevé la mano a la boca para ahogar un pequeño grito de asombro al ver a Madman lloriqueando y arañando la puerta principal. Estaba empapado, y me di cuenta desde aquí que estaba temblando. Por suerte, tenía un pequeño toldo que le protegía de la lluvia estruendosa.

Sin pensarlo dos veces, me lancé a la tormenta, y corrí a través de nuestros jardines hasta la pequeña escalera de la entrada de Peter. Sólo llevaba puestos mi pantalón corto de pijama y una camiseta, así que, como loca, ahora estaba temblando bajo la fría lluvia que salpicaba en mis piernas y brazos desnudos.

―Hey, amigo. ¿Cómo llegaste aquí? ―Me agaché para acariciar su cabeza, y lamió mi mano con entusiasmo―. ¿Dónde está Peter, eh?

Un temblor derribó mi cuerpo, haciendo que mis hombros se contrajesen.

La última cosa que quería hacer era llamar a la puerta del idiota, pero no había forma de coger a Madman y llevarlo a casa conmigo. Peter probablemente me acusaría de tratar de robarme su mascota.

Madman era una víctima colateral de Peter y mis consecuencias. Por mucho que me encantase el perro, lo justo era que estuviese con Peter. Algunas cosas habían sido así después de su regreso de aquel verano de distancia. Uno de nuestros lugares favoritos era un estanque de peces en Eagle Point Park. Cuando Peter y yo dejamos de ser amigos, dejó de ir allí.

Tengo el estanque. Él se quedó al perro.

―¿Peter? ¿Señora Lanzani? ―llamé mientras sonaba el timbre de la puerta. La lluvia golpeaba en el suelo, dando sensación de inundación a nuestra calle. El viento aullaba forzando la lluvia hacia los lados, que empapaba mis zapatos y pantorrillas, incluso bajo el toldo.

Dudaba que alguien pudiese oírme gritar con este escándalo, por lo que llame a la puerta y toqué el timbre dos veces más. La casa permaneció oscura y silenciosa.

―Bueno, Madman. Es posible que te vengas conmigo a casa. ―El pequeño ladró de nuevo, claramente infeliz de estar afuera.

Antes de alejarme, me agarré a la manija de la puerta y me volví. Para mi sorpresa, la puerta se abrió.

¿No estaba cerrada con llave? Raro.

Madman se precipitó dentro, empujando la puerta completamente abierta como si estuviera huyendo de un incendio. Sus garras hacían eco por el pasillo contra los pisos de madera. Había ido a la cocina, probablemente por su plato de comida.

Di un paso vacilante hacia el vestíbulo.

―¿Hola? ―La casa estaba casi en tono negro a excepción de las farolas que arrojaban un brillo opaco a través de las ventanas―. ¿Sra. Lanzani? ¿Peter? ―Miré a mi alrededor y sentí un escalofrío derribar por mis brazos.

Algo no estaba bien.

La casa parecía casi muerta. No había relojes marcando, no había zumbido de la pecera. Ni siquiera estaba segura de sí había peces, pero una casa ocupada hace algún tipo de ruido, incluso en medio de la noche.
Madman ladró, y yo di un paso hacia la cocina, pero me detuve cuando escuché un crujido bajo mi zapato.

 Tomando una mirada más de cerca, después de ajustar mi vista a la oscuridad, me di cuenta de vidrio roto o... tal vez era cerámica, en el suelo. Analicé la zona y note el desorden en el que no me había fijado cuando había entrado.

Las sillas estaban volcadas, una lámpara rota, y cojines del sofá tirados alrededor de la sala de estar. Incluso las fotografías enmarcadas de Peter en la pared junto a la escalera estaban hechas añicos y colgando de una esquina.

¡Peter! Mi corazón latía con fuerza en mis oídos. ¿Qué había pasado?

Madman continuó ladrando, más persistente en esta ocasión. Corrí por el pasillo hasta la cocina. El perro estaba sentado mirando por la puerta abierta de atrás, gimiendo y moviendo la cola.

Al mirar a través de la puerta, pude ver sentado a Peter en el escalón más alto que conduce al patio trasero. Dejé escapar un suspiro.

Estaba de espaldas a mí, y estaba empapado. El agua corría por su espalda desnuda y el cabello de su cabeza se pegaba a su cuero cabelludo.

―¿Peter? ―grité dando un paso al marco de la puerta.

Volvió la cabeza lo suficiente para verme con el rabillo del ojo, el cual estaba casi completamente cubierto por su cabello empapado. Sin reconocerme, se dio la vuelta y levantó una botella de licor a los labios.

Jack Daniels. Directamente.

Mi primer pensamiento fue marcharme. Estaba a salvo. El perro estaba a salvo. Lo que estaba haciendo no era asunto mío.

Pero mis pies no se movían. La casa había sido destruida, y Peter estaba bebiendo solo.

―¿Peter? ―Salí, agradecida por la cubierta sobre la puerta de atrás―. El perro estaba ladrando afuera. 
Toqué el timbre. ¿No lo oías? ―Supongo que sentí la necesidad de explicar mi presencia en su casa.

Al ver que no respondía, bajé las escaleras hacia él. La lluvia caía sobre mi rostro, empapando el cabello y la ropa. Mis músculos se tensaron con la urgencia de volver a entrar, pero, por alguna razón, me quede donde estaba.

La cabeza de Peter estaba a nivel, pero sus ojos estaban abatidos. Sus brazos descansaban sobre sus rodillas, y la botella medio vacía estaba asegurada en la mano izquierda, donde giraba hacia atrás y adelante entre los dedos.

―¿Peter? ¿Podrías responder? ―le grité―. La casa está destrozada.

No es asunto mío. Solo vete.

Peter lamió sus labios, y las gotas de lluvia en su rostro parecían lágrimas. Lo vi como alzaba los ojos perezosamente y parpadeaba lejos el agua.

―El perro se escapó ―murmuró de manera casual. Su voz era tranquila.

Aturdida por una respuesta tan críptica, casi me eché a reír.

―¿Así que tuviste una rabieta? ¿Tu madre sabe que lo que hiciste a la casa?

Su frente se arrugó, mientras me miraba a los ojos muertos.

―¿Qué te importa? No soy nada, ¿verdad? ¿Un perdedor? Mis padres me odian. ¿No eran esas tus palabras?

Por un momento, cerré los ojos, sintiéndome culpable de nuevo.

―Peter, nunca debería haber dicho esas cosas. No importa lo que hayas…

―No te disculpes ―interrumpió él. Balanceándose mientras se levantaba, adoptando su tono sádico habitual―. El servilismo te hace parecer patética.

¡Cabrón!

―No estoy arrastrándome ―espeté mientras lo seguía a la casa―. Puedo admitir que la jodí.
Me puse de pie en el umbral, mientras que él dejaba la botella en la mesa de la cocina y tomaba un paño de cocina de la encimera. Caminando hacia Madman, que estaba acurrucado debajo de una silla, envolvió la tela alrededor del perro y poco a poco le secó. Continuó ignorándome, pero no podía irme hasta que hubiese dicho lo que tenía que decir.

―Lo siento si te hice daño, y no volverá a ocurrir. ―No, me dije. No tengo necesidad de estar aquí.
Pero no me detuve ahí. Mi mirada se posó en la botella aun-no-vacía de Jack, y estaba preocupada. Su madre era una alcohólica en recuperación, y los licores fuertes podían ser peligrosos en grandes cantidades. Por el aspecto de la casa, él no estaba en control de sus facultades.

Cogiendo la botella de la mesa, me acerqué al fregadero y empecé a verter su contenido por el desagüe.

―Y tampoco voy a dejar que te hagas daño.

―¡Hija de puta! ―Peter soltó a mi espalda, y estreché la botella con nerviosismo cuando oí sus rápidos pasos detrás de mí.

Peter intento arrebatarme el envase, el cual estaba a unos pocos sorbos de estar vacío, pero me di la vuelta para enfrentarme a él, manteniendo la espera.

―Esto no es de tu incumbencia. Déjalo ―gruñó. Su aliento cayó en mi cara, oliendo a whisky y a lluvia, y sus ojos salvajes hicieron que mis brazos se debilitasen. Casi suelto la botella, abrumada por la fuerza que utilizaba para conseguirla. Cuando él tiró, todo mi cuerpo se sacudió.
Bueno, esto es nuevo.

Me había acostumbrado a caminar en torno a un Peter tranquilo y sereno, pero este Peter estaba desesperado e imprudente. Debería estar asustada, pero, por alguna razón, estaba intoxicada con esta faceta.

Quería esta confrontación con Peter. Estaba deseosa de ella.

Ambos respirábamos duro mientras tratábamos de conseguir la botella lejos uno del otro, pero nadie iba a abandonar. Sus brazos flexionados con la lucha, y yo sentía que la botella empezaba a deslizarse de los dedos. Sabía que iba a perder.

―¡Basta! ―lloré. ¿La maldita botella era tan importante?

¡Contrólate, idiota! Era evidente que él había perdido el control, y yo necesitaba sacarlo de esto.

Dejé que se llevara la botella y le di una bofetada en la cara. Su cabeza giró a un lado con el impacto, y me picó la mano. Nunca había golpeado a Peter. Ni siquiera cuando éramos niños y jugábamos.

Aturdido y furioso, Peter dejó la botella en el suelo, olvidándola, y volvió sus ojos viciosos a mí. Me quedé sin aliento cuando me levanto por mi cintura y me golpeo sobre el borde duro del fregadero. Antes de darme cuenta, me había bloqueado las muñecas por detrás de mi espalda y colocado su cuerpo entre mis piernas. Me arrastró contra él y quede atrapada. Mi pecho subía y bajaba rápidamente, desesperada por aire.

Oh, Dios.

―¡Déjame ir! ―grité.

Mi cuerpo estaba constreñido entre sus brazos en la parte de atrás y su torso en la parte delantera. El agarre era estrecho, suficiente para mantenerme quieta pero no lo suficiente como para hacerme daño. Intentaba moverme y girarme para liberarme, pero sólo me sacudía más contra él y me apretaba.

―Peter, déjame ir. ―Traté de hacer que mi voz sonase contundente, pero con la lucha, mi fuerza se había reducido.

Sus ojos se encontraron con los míos, nuestros rostros a menos de un centímetro de distancia el uno del otro. Pasé un buen rato mientras me abrazaba, tratando de mirar hacia abajo.

Pero no funcionó.

Una vez que mi mirada se encontró con la suya, fue imposible apartar la mirada. Sus ojos eran como la portada de un libro que da un resumen, pero no toda la historia. Y quería saber la historia. Si busco sus ojos por largo tiempo y despacio, tal vez lo que anhelaba pudiese salir.

¡Maldita sea!

Incluso con el licor en su aliento, olía increíble. Como una especie de gel de baño en el que quería envolverme para siempre. Mis muslos estaban fríos donde sus pantalones mojados se frotaban, pero el resto de mi cuerpo estaba en llamas. El calor se derramó en los poros de mi cuello, y una gota de sudor se deslizó entre mis pechos donde él me tocaba. Mareos empañaban mi cabeza con la presión que ponía entre mis piernas.

Nuestra respiración emparejada, y su expresión ya no era de enfado.

Habló con voz temblorosa, casi con tristeza.

―Me jodiste hoy.

Supuse que se refería al monólogo.

―Bien ―le espeté.

Él me sacudió de nuevo.

―¿Tú querías hacerme daño? ¿Te gusta meterte en todo? Te hace sentir bien, ¿no?

¿Se refería a mí o a él?

Yo incluso traté de mantener mi rostro, pero mi cuerpo cosquilleaba en todas partes. Su olor estaba a mi alrededor mientras él se inclinaba sobre mí. Nuestros cuerpos se fundían juntos y nuestros labios estaban muy cerca. Cuando lo sentí endurecerse entre mis piernas, apreté mis ojos cerrados, con demasiado miedo porque ya no estaba luchando más.

Respirando hondo, abrí los ojos y lo mire con valentía, mi pulso latiendo en los oídos.
Él no es nada para mí. Nada.

―No, no me meto en eso ―le respondí con calma―. No siento nada. No eres nada para mí.
Él se estremeció.

―No digas eso.

El calor de su boca flotaba a mi alrededor mientras yo me inclinaba.

―Nada ―repetí apenas en un susurro―. Ahora, ¡fuera…!

Su boca cayó sobre la mía, ahogando mi protesta.

Sus labios me devoraron, fuerte y rápido, como si estuviera siendo comida viva. Su lengua se metió en mi boca, y me dejó, necesitando sentir todo de él. La sensación pulsante en mi interior se aceleró, y envolví mis piernas alrededor de su cintura antes de cerrar los ojos, saboreando la liberación.

Traté de pensar, pero no pude. No quería hacerlo. Todos los años que habíamos estado separados eran llenados por este momento.

Soltó mis brazos, enroscando una mano por el cabello y la otra agarrando el culo. Tirando mis caderas con más fuerza contra él, asaltó mi boca como si se estuviera muriendo de hambre. Me chupó el labio inferior y luego dirigió su atención a la mandíbula y al cuello, con besos frenéticos. Una legión de mariposas saltaban en el estómago, y yo gemía de placer.

Y le devolví el beso.

¡Oh, Dios mío! ¡Le estaba besando de nuevo!

―Peter―dije con voz entrecortada. Él debía parar. Debemos parar. Pero me olvidé de eso.
Estaba perdida.

Apreté mis piernas alrededor de su cintura y agarré su cabello mojado, sujetándolo, mientras chupaba mi cuello. Su mano izquierda se deslizo por mi muslo, y llevó sus labios a los míos una vez más, necesitando más. La presión iba aumentando mientras apretaba nuestros centros juntos. Él gimió, y yo no quería que se detuviera. Nunca.

Cuando él inclinó la cabeza para mordisquear debajo de mi oreja, imágenes de él y Cande ayer en el salón pasaron por mi mente.

Esto es lo que sintió ella.

Todo vino de golpe. Mis ojos se abrieron mientras la comprensión alboreaba.

Él me hacía daño.

Él me odiaba.

―Peter, detente. ―Mi tono estaba destinado a ser más fuerte, pero sólo sonaba desesperado. Él me ignoró mientras besaba y mordía suavemente mi hombro, mientras que su mano se movía debajo de mi camisa.

―Peter! Te he dicho detente. ―Poniendo mis manos sobre su pecho, le aparté. Retrocedió unos pasos, respirando con dificultad y mirándome como a un animal.

Demasiado lejos.

Salté de la repisa del fregadero, casi corriendo de la cocina y de la casa. Sentía como vapor saliendo de mi piel mientras la lluvia fresca me golpeaba los brazos y las piernas. El corazón me latía casi fuera de mi pecho cuando llegué a mi porche.

¿Qué estás haciendo?, me grité a mí misma.

Un dolor hueco se instaló en mi estómago, y un vacío horrible llenaba mis brazos donde antes habían estado llenos. Dejé que me besara.

Y había hecho lo mismo con él.

Traté de recuperar el aliento. ¿Cómo he podido dejar que esto suceda? ¡Era como si no hubiese tenido control! Sabía que lo que estábamos haciendo era una locura, pero la sensación de sentirle me hizo olvidar todo. Incluso ahora, mi cuerpo todavía lo anhelaba, y odiaba eso. La vergüenza me quemaba la piel en los lugares en los que me había tocado.

Peter siempre calculaba sus movimientos. ¿Había planeado esto? Esto era lo más bajo a lo que pensé que iría alguna vez. Probablemente estaba allí riéndose de mí en este momento, sabiendo que había pisoteado mi orgullo.

Mil preguntas llenaron mi cabeza, pero las rechacé. No. Una cosa era cierta: Peter no era de fiar. Ni siquiera habíamos empezado a hacer las paces, y estaba hirviendo de humillación.


Eso no sucederá de nuevo.

15 comentarios:

  1. maaaaaaaaassssssssssss
    @x_ferreyra07

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  2. Mas como lo dejas asi quiero maratonnnn

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  3. Puedes subir varios cap(? Como una especie de maraton(? Cuantos cap tiene la nove(?

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  4. Me encanta more more

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  5. Ay peter lali quiero q peter reaccione que diga pq se volvio asi con lali

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  6. Masssssesssssssssss
    xime

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  7. Hola nueva lectora quiero mass me encanta

    renata

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  8. Ahora le va a costar trabajo confiar en el.

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  9. te encanta hacerme sufrir verdad? simpre me dejas con el "omay" sube mas pleasee

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  10. Estas perdida LA! jajajajaja
    Mas!!! me encanta, perdon que no firmo seguido!
    Beso

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  11. Me encanta! Maaaaaas!

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  12. Peter cuando dice no me digas eso es como que le duele q lali sienta ya nada por el .....mas

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  13. Dle aubi mas unos4cap maas maraton

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