domingo, 18 de mayo de 2014

Capitulo 8

Capitulo  8



Perdon por no subirlo a la hora que dije, pero como casi no tenia visitas crei que no estaban leyendo jajaja, Amanda tranquilizate mañana subire dos lo prometo jajajaja
                                                                                                                                                      
―Así que, ¿cuándo llegas a casa exactamente? ―Mi tarea de cálculo estaba hecha, y mi libro de gobernabilidad se hallaba acostado en mi regazo mientras tenía una video llamada con papá.

―Estaré en casa para el vigésimo segundo con seguridad.

Todavía a más de tres meses. La llegada a casa de mi padre sería bienvenida. Mis días se sentían solitarios sin él para compartir cosas, y después de que mi madre murió de cáncer hace ocho años, nuestra casa estaba aún más vacía y sin nadie que la rodeara. Cande y yo pasábamos tiempo juntas, pero ella tenía novio.

 Estaba haciendo lentamente amigos en la escuela, a pesar del último golpe de Peter a mi reputación, pero había decidido quedarme en casa este fin de semana y centrarme en la planificación de la Feria de Ciencias.

 Todavía no tenía decidido mi tema de investigación.

―Bueno, no puedo esperar. Necesitamos un cocinero decente por aquí ―gorgojé, aguantando la humeante taza de sopa de tomate. Ligera como era la cena, el calor en cascada calmaba mi cuerpo. Mis piernas todavía estaban ajustándose a las prácticas a campo traviesa.

―Esa no es tu cena, ¿verdad?

―Sí. ―Saqué eso con un “duh” tácito.

―¿Y dónde están las verduras, los cereales y la leche?

Oh, aquí vamos.

―Los tomates en la sopa son los vegetales, hay leche en la sopa también, y voy a hacer un queso a la parrilla con ello si eso te hace feliz. ―Mi aire juguetón le decía a mi papá: Mira, soy más lista de lo que parezco.

―En realidad, los tomates son una fruta ―respondió papá rotundamente, tirándome de mi pedestal.
Riendo, asenté la taza y agarré un lápiz para continuar mi esquema para el ensayo que nos asignaron con Henry Kissinger.

―No te preocupes, papá. Estoy comiendo bien. La sopa sonaba bien esta noche.
―Está bien, voy a retroceder. Sólo me preocupas. Heredaste mis hábitos alimenticios. Tu madre se asustaría si viera las cosas que te dejé comer. ―Papá frunció el ceño, y sabía que todavía extrañaba a mamá como si hubiera sido ayer. Los dos lo hacíamos.

Después de un momento, continuó:

―Tienes las facturas de agosto todas pagadas, ¿no? ¿Y tienes suficiente dinero en tu cuenta todavía?

―No he volado toda mi confianza en una semana. Todo está bajo control. ―Hacía esto cada vez que hablábamos. Tenía acceso completo a los seguros de vida que mi madre me dejó, y aun así él siempre me preguntaba si tenía suficiente dinero. Era como si pensara que iba a disparar mi fondo para la universidad sin mirarlo, y él lo sabía mejor. Tal vez pensaba que estaba haciendo su trabajo como padre lo mejor que podía desde tan lejos.

Mi teléfono sonó con un texto, y lo agarré de mi mesita de noche.

Estaré allí en 5.

―¿Oh, papá? Olvidé que Cande vendría. ¿Puedo dejarte ir?

―Claro, pero me iré mañana por un día o dos. Tomaré el tren a Nuremberg por un poco de turismo. Quiero hablar contigo en la mañana antes de salir y escuchar acerca de la preparación para la Feria de Ciencias que estás haciendo.

Ugh, mierda. No había preparación organizada, porque no estaba ni siquiera cerca de decidir mi proyecto.

―Está bien, papá―murmuré, dejando la discusión para mañana―. ¿Llámame a las siete?

―Te llamaré entonces, cariño. Adiós. ―Y se fue.

Cerrando mi laptop y lanzando mi libro sobre la cama, me acerqué a las puertas francesas y las abrí de par en par. La escuela había terminado por la semana hacía tres horas, pero el sol aún emitía un brillo radiante por el barrio. Las hojas de arce fuera de mis puertas crujían en la brisa sutil, y algunas nubes diminutas salpicaban el cielo.

Dándome la vuelta, me quité mi ropa escolar y me metí en un par de pantalones cortos de pijama a cuadros con una camiseta raglan blanco y gris. Dejé escapar un suspiro demasiado dramático. Por supuesto, me gustaría estar en pijama a las seis de la tarde de un viernes por la noche.

El timbre resonó en la planta baja, y corrí a abrir la puerta.

―¡Oye! ―respiró Cande, entrando en la casa con los brazos cargados. ¿Qué demonios? Íbamos a arreglar mi cabello, no a hacer un cambio de imagen.

Mis ojos se humedecieron por su perfume.

―¿Qué es ese olor que llevas puesto?

―Oh, es nuevo. Se llama Secret. ¿Te gusta?

―Me encanta. ―No me lo prestes.

―Vayamos a tu habitación. Quiero tener acceso a tu cuarto de baño cuando lo hagamos. ―Cande  había insistido en venir a darme un tratamiento capilar de miel sobre el que había leído en Día de Mujer. Se supone que suaviza el cabello dañado por el sol, que según ella es un peligro con todas las visitas turísticas al aire libre que hice este verano y con las prácticas de a campo traviesa.

Está bien, así que realmente no me importaba. Pensaba que mi cabello se veía muy bien, pero quería ponerme al día con ella después de la primera semana ocupada.

―¿Puedo tomar la silla de la ventana? Hay una agradable brisa entrando. ―La miel podría ser un poco pegajosa, pero la habitación tenía pisos de madera oscura, por lo que sería una limpieza fácil.

―Sí, claro. Simplemente átate el cabello en una cola de caballo y cepíllalo hacia fuera. ―Me dio un cepillo y me coloqué delante de las puertas, disfrutando de la noche serena.

―Voy a poner un poco de aceite de oliva en él para aclararlo, y un poco de yema de huevo para la proteína.

―Lo que digas ―acepté.

Mientras mezclaba los ingredientes y me traía una toalla para proteger la ropa, vi a Peter dar marcha atrás su auto en el garaje en el camino de entrada. Mi estómago se agitó, y me di cuenta de que mis dientes estaban apretados como si estuvieran pegados.

Su camiseta negra ondeando mientras salía y abría el capó. Agarrando una toalla del bolsillo trasero de sus vaqueros, la utilizó para desatar algo debajo del capó.

―Así que, ¿te gusta la vista? ―La voz de Cande me hizo parpadear mientras aparecía a mi lado. Rápidamente miré hacia abajo.

―Déjalo ―murmuré.

―Está bien. Para un idiota, es bastante lindo. ―Comenzó humedeciendo el cabello con una botella de agua, corriendo los dedos por los mechones húmedos.

―Pero sigue siendo un idiota. ―Busqué un cambio de tema―. Entonces, ¿cómo es de malo? La charla en la escuela, quiero decir. ―Me había quedado muy lejos del Facebook, Twitter y del blog secreto del equipo de animadoras. Ver fotos de mí misma en una toalla, fotos que todo el mundo en la ciudad había visto probablemente, sólo me darían ganas de saltar en un avión de regreso a Francia... o matar a alguien.

Cande  se encogió de hombros.

―Ya está decayendo. La gente todavía está circulando esta historia o eso, pero ha perdido su impulso. Te lo dije, ninguna broma o rumor mantendrá a los chicos lejos este año. Y con este tratamiento para el cabello, estarás absolutamente fabulosa. ―No podía ver su rostro, pero estaba segura de que estaba bromeando conmigo. Absolutely Fabulous fue un programa de televisión británica que vimos en la Central de Comedia un par de veranos atrás.

Deseché la idea de decirle a Cande  sobre las cosas que Agustin me había dicho en la fiesta de Peter, sobre la cita saboteada y los rumores. Pero el drama que me había seguido todos esos años era vergonzoso. No tenía ningún interés en ser una de esos amigos siempre atrapados en problemas, así que traté de actuar como si todo me molestara menos de lo que realmente hacía.

Cuando empezó a cepillar la mezcla de jarabe en mi cabello, mis ojos se dirigieron a Peter, que estaba tirando de su camiseta sobre su cabeza. Sus brazos increíblemente tonificados se vieron avergonzados cuando se dio la vuelta y vi su cincelado torso. Mi boca se secó, y escalofríos salieron disparados como agujas por mi cuerpo.

Era la brisa. Era totalmente la brisa.

―Oh, ¿llegas a ver esto todos los días?

Rodé los ojos.

―No, tengo que ver esto todos los días. ¿De qué lado estás, de todos modos? ―Mi quejido se entendía como una broma, pero no estaba segura de que hubiera salido de esa manera.

―El chico no tiene que hablar para que pueda mirarlo. Estoy apreciándolo desde lejos.

―Tienes a Vico, ¿recuerdas? ―Me molestaba que estuviera babeando sobre Peter, aunque fuera en broma. Era hermoso, pero no necesita ser señalado como lo que realmente importaba. Su personalidad apestaba―. ¿Cómo va todo contigo y Vico? ―No lo había visto excepto al paso desde el regreso a la escuela.

―Oh, estamos bien. Ha conseguido tener su Camaro listo para el Loop, y ha estado pasando el rato ahí mucho. He ido una vez, pero es aburrido colgar de su brazo mientras él discute de autos toda la noche. Ni siquiera tiene la carrera todavía. Al parecer, hay una lista de espera, y aun así estará detrás de los autos probados que consiguen los primero puestos, porque eso es lo que el público quiere ver.

Odiaba tener que preguntar, pero lo hice de todos modos.

―¿Cómo lo hace el idiota de allí fuera? ―¿Por qué necesito saber eso?

―¿Peter? Es uno de los que no tienen que esperar. Por lo general, puede sólo correr siempre que le convenga a su humor. Según Vico, él está ahí afuera los viernes o sábados por la noche, pero usualmente no ambos días.

―¿Estás gastando suficiente tiempo con Vico? ―Había notado un cambio en el tono y la actitud cuando lo había traído a colación.

Ella se encogió de hombros.

―Me siento mal, porque debería tener un interés en sus aficiones, supongo. Es que, si no va a correr, me siento como si estuviera pintada de pie a su lado. No conozco a mucha gente ni nada acerca del escenario del auto.

―Bueno, ¿tal vez podrías simplemente ir de vez en cuando? ¿Salir con él de vez en cuando? ―sugerí mientras el peso en mi cabeza aumentaba con la cantidad de miel apilada en ella.

―No lo sé. ―Cande caminó a mi alrededor hacia las puertas y se asomó―. Estoy pensando en venir más a tu casa en lugar de eso.

Le di una patada a su pierna.

―Mmm. ―Devoró a Peter con los ojos mientras retrocedía hasta mi cabello―. Odio decirlo, pero me pregunto cómo sería tenerlo.

―¡Cande! Basta. Eres mi amiga ―regañé.

―Lo siento, ¿de acuerdo? Es sólo que no fue tan malo mientras no estabas. Honestamente. Él no es el infierno que era antes de que te fueras.

―¿Qué quieres decir?

―No lo sé. Ni siquiera sé si tiene algo que ver contigo. Pareció más sombrío por un tiempo, pero luego mejoró. Es sólo que tengo que verlo con otros ojos. Antes era siempre acerca de cómo te trataba… que era horrible ―se apresuró a añadir―. Pero después de que te fuiste, parecía diferente. Más humano.

La idea de que el Peter de hoy fuera un ser humano era incomprensible para mí. Era manejado, confiado e intenso. Esas eran las únicas partes de él que había visto desde que teníamos catorce años. No lo había visto feliz en años, y estaba segura de que él estaría contento de deshacerse de mí durante un año.

Pero, ¿por qué había actuado más sombrío después de que me fui? No tenía sentido.

¿Estaba teniendo dificultades para entretenerse a sí mismo sin su juguete favorito de masticar?


Aww, pobre bebé.

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