domingo, 25 de mayo de 2014

Capitulo 22

Capitulo 22


ES MARATÓN. La adaptación tiene 38 capítulos, gracias por comentar. ¿Y ahora que pasara? 
                                                                                                                                                  

Estaba segura de que la risa en el Loop se podía escuchar todo el camino hasta la casa de Benson. Algunas personas vitorearon la solución innovadora del Maestro de Carreras, mientras que otros se quejaban de sus apuestas. Pero todo el mundo parecía estar de acuerdo en que una carrera de dos adolescentes torpes en máquinas de alto rendimiento sería muy graciosa.

―¡Amigo! ¡Eso no sucederá! ―Roman miró a su novia, una chica pequeñita mexicana con más peso en el pecho que en el resto de su cuerpo. Conociendo a Roman, podrían haber estado saliendo durante dos meses o dos minutos. ¿Quién sabía?

―Zack, no tengo una novia. Nunca tengo una novia ―declaró Peter el punto en blanco al Maestro de Carreras, haciendo hincapié en la palabra “nunca”.

―¿Qué pasa con la pequeña cosa bonita con la que llegaste? ―preguntó Zack.

La mirada de Peter volteó a Cande, cuyos ojos parecía que se iban a salir de las orbitas.
Tragando saliva, Cande gritó:

―Él es solo para recuperarme. ―La multitud dejó escapar un sonoro “ohhhh”, a lo que Cande sonrió ante su propia tenacidad. Peter arqueó las cejas a Zack en una especie de mirada de “¿ves?”.

―Nadie conduce mi auto ―le aclaró Jared a Zack.

―Aquí estoy de acuerdo con la princesa. ―Roman hizo un gesto con la cabeza a Jared―. Esto es una estupidez.

Zack se encogió de hombros.

―La gente ya te ha visto en dos carreras. Ellos quieren ser entretenidos. Si tienen algún interés en el ajuste del resultado para que la gente les pague, entonces van a hacerlo a mi manera. Están en la línea de salida en cinco minutos o se van. ―Empezó a alejarse, pero se detuvo y se volvió―. Oh, y tú puedes montar de copiloto si te gusta... ya sabes, para darle apoyo moral. ―No pudo conseguir las últimas palabras sin carcajearse. Probablemente esperaba que las pobres niñas terminaran en lágrimas antes de terminar la carrera.

Zack se alejó, y los susurros se rompieron alrededor de la multitud. Roman se alejó, mientras que Peter se acercó a nosotros.

―Esto es una mierda. ―Se pasó los dedos por el cabello.

―Oye, hombre. Podría conducir por ti ―intervino Agustin―. Sólo tendríamos que decirles acerca de nuestra relación secreta. ―Puso los brazos sobre mis hombros y los de Benjamin en broma, pero le resté importancia.

Peter no le hizo caso. Las ruedas de su cerebro giraban mientras paseaba frente a nosotros. Probablemente estaba tratando de pensar en una manera de salir de esto, pero cuando se detuvo y dejó escapar un suspiro de derrota, sabía que estaba acorralado.

Miré a Roman, quien llevaba a su novia a su auto, al parecer dándole instrucciones de la caja de cambios manual.

Oh, hombre. Me mordía las mejillas tratando de no reírme.

―Peter, no puedo correr por ti ―se reía Cande ―. Tiene que haber alguien más.

Miró hacia el cielo y sacudió la cabeza. A pesar de que no quería ver su auto deteriorado, encontré la situación divertida. Se lo merecía.

―Sólo hay una persona en la que me fio ligeramente de conducir mi auto. ―Levantó una ceja y se volvió entrecerrando los ojos sobre mí.

Todo el aire salió de mi cuerpo.

―¿Yo?

―¿Ella? ―estalló Agustin, y Benjamin y Cande le hicieron eco.

Peter cruzó los brazos sobre el pecho y se me acercó como un policía en una sala de interrogatorios.

―Sí, tú.

―¿Yo? ―Miré hacia él como si estuviera loco. Si pensaba que le haría algún favor, estaba loco.

―Te estoy mirando a ti, ¿no? ―El tono maleducado y la mirada condescendiente de Peter me dieron ganas de decir “sí” y luego estrellar el maldito auto con la esperanza de que rompiera a llorar.

Lo quité y miré a mi cita.

―Benjamin, ¿podemos empezar temprano la hoguera? Me aburro aquí. ―Dándome la vuelta, ignorando la mirada atónita de Benjamin, me dirigí hacia el borde de la multitud.

Una mano me enganchó del pliegue del codo y suavemente me paró. Miré hacia arriba para ver a Peter esforzándose por mantener mi mirada.

―¿Puedo hablar contigo? ―Su voz era baja, y su comportamiento apacible. Había pasado tanto tiempo, que me había olvidado de lo humano que podía ser. Sin embargo, tampoco lo suficiente para olvidarme de lo terrible que había sido.

―No ―escupí la misma respuesta plana que él me había dado hace semanas cuando le había preguntado si podía bajar la música.

Tomó aliento.

―Sabes lo difícil que es para mí. ―Él miró hacia otro lado y luego de vuelta otra vez―. Te necesito ―suspiró, sonando derrotado.

Aspiré una bocanada de aire con esas palabras. ¿Él me necesitaba? Por la forma en que respiraba por la nariz y no hacia contacto visual, supe que le incomodaba decir esas palabras. Una parte de mí quería ayudarlo, pero otra parte de mí sólo quería alejarse. ¿Dónde estaba cuando lo había necesitado en el pasado?

Me odié a mí misma, por un momento, había considerado perdonarle todo después de pronunciar esas tres sencillas palabras. Demasiado poco, demasiado tarde.

―¿Y mañana cuando no me necesites? ¿Voy a ser una mierda bajo tu bota de nuevo? ―Mi respuesta fue más enojada de lo que había planeado. Me molestaba con qué facilidad me encontraba derrumbándome ante él.

―Lo hará ―gritó Cande sobre el hombro de Peter. No me había dado cuenta de que estaba de pie cerca de nosotros, pero cuando miré hacia arriba me di cuenta de que Benjamin y Agustin  escuchaban nuestra conversación, también. Mi corazón se aceleró de nuevo.

―Cande ―la regañé―. No hables por mí. ¡Y no lo voy a hacer! ―Dirijo esto último a Peter.

―Quieres ―replicó ella.

Y tenía razón.

Quería conducir su auto demasiado. Quería mostrarle a toda esta gente de lo que estaba hecha.
Quería mostrarle a Peter que valía algo.

Y ese pensamiento me dio ganas de marcharme. No tenía que demostrarle nada a él. Sabía mi valor y no necesitaba de su aprobación.

―Tal vez ―admití―. Pero tengo orgullo. Él no tendrá nada de mí.

―Gracias ―cortó Peter a Cande antes de que tuviera la oportunidad de responder.

―¿Por qué? ―le respondí.

―Porque me recuerda lo muy decepcionante perra egoísta que eres. ―Peter apretaba sus dientes mientras se ponía frente a mi cara. El calor subió a mi cabeza cuando empecé a sentir que las palabras ya no eran suficientes.

Mis brazos se pusieron tensos, mis dedos se encresparon en puños. Estaba fantaseando con tener a Peter esposado mientras golpeaba la mierda de él.

Antes de que pudiera responderle con una remontada sarcástica, Agustin espetó:

―Es suficiente. Ambos. ―Él se interpuso entre nosotros, pasando su mirada de Peter a mí―. En este momento no me importa una mierda la historia entre ustedes dos, pero necesitamos sus culos de asnos en ese auto. La gente va a perder un montón de dinero.

Se arremangó la camisa, como si nos fuera a meter personalmente en el auto.

―¿Peter? Tú vas a perder un montón de dinero. ¿Y Lali? ¿Crees que todo el mundo te trataba mal antes? Dos terceras partes de la gente que está aquí apuesta esta noche por Peter. Cuando se enteren de que su primera opción lo rechazó, el resto de tu año escolar será el infierno sin que Peter o yo tengamos que mover un dedo. ¡Ahora, ustedes dos, suban al maldito auto!

Todo el mundo estaba allí sorprendido. Agustin nunca tuvo sentido, pero consiguió que me sintiera inmadura e infantil. Mucha gente confiaba en la victoria de Peter, y por mucho que odiara admitir que Agustin tenía razón, su punto era válido.

―Tiene que pedírmelo bien. ―Crucé los brazos, manteniendo la expresión impasible.

―¿Qué? ―soltó Peter.

―Él tiene que decir “por favor” ―repetí para Cande, Agustin y Benjamin, no estando dispuesta a hacer frente a Peter después de que me había insultado.

Los otros se quedaron mirando a Peter y a mí como esperando a ver qué bomba estallaría primero. Peter sacudió la cabeza con una sonrisa amarga en su cara y finalmente respiró hondo antes de responder.

―Mariana. ―Su voz era tranquila, pero la amargura subyacente estaba allí―. ¿Quieres venir conmigo, por favor?

Lo miré por un momento, apreciando esa rara muestra de humildad, aunque se viera obligado, antes de extender la mano.

―¿Llaves?

Peter las dejó caer en mis manos.

Mientras me mordía la comisura de los labios para reprimir una sonrisa, me subí a la pista con Peter siguiéndome detrás. Vi a Roman saltando fuera de su auto, después de dejarlo en su lugar detrás de la línea de partida para su novia. Corrí hasta el auto de Peter, y los grupos de personas alrededor de la pista estallaron en susurros y silbidos al ver mi cabeza en el lado del conductor.

Peter subió al asiento del acompañante, y cerré mi puerta mientras me hundía en el fresco cuero. El auto era impresionante y era casi completamente negro en el interior, de inmediato sentí escalofríos en mis brazos. El auto de Peter cantaba su poder, con su sensación parecida a una cueva: fresca, oscura y animal.

Maldición.

Al girar la llave, me apoyé en posición cuando parte del público se fue a un segundo plano. La vibración a través de mis muslos hizo que mi centro cosquilleara, y de inmediato miré a Peter, que me observaba.

Su codo apoyado junto a la ventana, la cabeza en su mano y mirándome con una mezcla de curiosidad y diversión. Me pregunté qué pensaba de mí detrás de la rueda.

―Estás sonriendo ―señaló él, casi como una acusación.

Acaricié el volante sin mirarlo a los ojos.

―No arruines esto para mí hablando, por favor.

Peter se aclaró la garganta y continuó de todos modos.

―Tu padre nos enseñó a ambos conducir con marchas y el Bronco es de cambio manual, así que estoy asumiendo que no tienes preguntas sobre esa parte, ¿verdad?

―Ninguna. ―Mi pulso latía a través de mis dedos.

―Bueno. Los giros son muy ajustados. Más estrechos de lo que parecen. La idea es llegar primero, o quedarse a la zaga. No trates de girar a la izquierda con el auto de Roman, ¿entendido?

Asentí. Mis ojos miraban al frente, lista para ponerme en marcha ya que mi pie ansiosamente dio un toque.

―En cada izquierda, deja salir el gas antes de girar, y luego acelera después de haber enderezado. Si sientes que es necesario aplicar el freno en la vuelta, hazlo, pero lo menos posible. No aceleres hasta que hayas redondeado la vuelta. Podrías girar hacia fuera.

Asentí otra vez.

―Golpea el gas entre turnos. En la última etapa, golpéalo con fuerza. ―Su voz estaba al mando.

―Peter, lo tengo. ― Miré hacia él―. Puedo hacer esto.

No parecía como si me creyera, pero lo dejó estar de todos modos.

―Cinturón de seguridad.

Tras su orden, miré a mi izquierda y vi a Roman ladrando órdenes a su novia mientras ella asentía con nerviosismo. Zack caminó entre los dos autos para tomar su puesto en la delantera. Afortunadamente, parecía que no iba a enviar en su lugar a la pequeña Lolita cachonda de antes.

Al mirar a través del parabrisas, manteniendo mis ojos en Zack, me di cuenta de lo que Peter había colgado en el espejo retrovisor. Extendí la mano y agarré la pieza en forma de óvalo de arcilla que estaba asegurada por una cinta de color verde claro. El calor se deslizó a través de mi cuello y se me cerró la garganta.

Era el collar del Día de la Madre que había hecho para mi madre después de que había muerto.

Un año, Peter y yo habíamos hecho nuestras huellas fósiles para dar a nuestras madres. Usando arcilla de secado al aire, hicimos una huella digital y colgamos la pequeña pieza ovalada de una cinta, haciendo un collar. Él le dio la suya a su mama, y yo había puesto la mía en la tumba de mi madre. La próxima vez que fui a visitarla, el collar había desaparecido. Pensé que se había perdido o el clima la había desgastado.

Resultaba que había sido robada. Miré a Peter, en parte desconcertada y en parte enojada.

―Amuleto de la buena suerte ―me ofreció, sin mirarme a los ojos―. Lo tomé un par de días después de que lo dejaste allí. Pensé que iba a ser robado o arruinado. Lo tengo conmigo desde entonces.

Tratando de calmarme, me asomé a la ventana y traté de igualar mi respiración. Supongo que estaba contenta de que todavía existiera. Pero era para mi madre, y no tenía derecho a tenerla.

¿Pero aún la guardaba? Incluso después de todo. ¿Por qué?

Hice una nota mental para recuperarlo después de la carrera.

―¿Están preparados? ―La voz de Zack me sorprendió cuando gritó a la multitud. Gritaron a través de su emoción empapada de cerveza.

Peter sintonizó el iPod a los altavoces para My Valentine de Waking the Demon. Agarré el volante, utilizando la música para aclarar mi cabeza y la zona.

―¿Listos? ―gritó Zack y aceleré el motor, viendo a la muchacha de Roman saltar al acelerar su motor inmediatamente después.

―¿Lista? ―Peter puso una mano en el tablero mientras que con la otra subía el tono de la música.

―¡Fuera! ―Zack dejó caer los brazos.

Presionando de golpe el gas, derrapé sobre el camino de tierra y me fui. Como la música llenaba el momento, mis manos empujaron contra el volante, de modo que mi espalda excavaba en el asiento. Con mis brazos llenos de tensión, me centré en la carretera.

¡Mierda! El auto tenía mucho poder.

―La primera vuelta se acerca rápidamente ―advirtió Peter. No sé si el otro auto estaba a mi lado o detrás de mí. Todo lo que sabía era que no estaba frente a mí, y no me importaba nada más. Me gustaría correr este auto sin ningún oponente.

Mis muslos, estaban empapados de sudor, chirriaron a través del asiento cuando levanté la pierna para empujar el embrague. Ligeramente apliqué los frenos preparándome para el redondeo de la esquina. 

Cuando dejé ir el freno e hice la primera vuelta, la parte trasera comenzó a deslizarse. Rápidamente me orienté hacia la derecha mientras que el auto se deslizaba hacia la izquierda para evitar el arrastre hacia fuera. El polvo nubló la pista, y el corazón me latía con fuerza. Bajé el embrague y cambié de nuevo a la tercera marcha. Cuando aminoré mi velocidad, volví a cambiar de inmediato a la cuarta, mientras me fijaba en el otro auto por el espejo retrovisor.

―¡Pisa el acelerador! ―gritó Peter―. Y no des la vuelta muy duro. Estás perdiendo tiempo corrigiéndolo después.

Lo que sea.

―¿Quién está en primer lugar? ―le recordé.

―No te pongas presumida. ―Peter alternó entre examinar la carretera y mirar detrás de nosotros al Trans Am.

El sudor goteaba de mi frente y mis dedos estaban agotados de apretar el volante con tanta fuerza. Relajándome, me concentré en la música y dándonos un puntapié con la sexta marcha, sin pasar por la quinta por completo.

¡Esto es impresionante! La forma más fácil de impulsar el auto acelerando hacia adelante se sentía como un transbordador espacial. O al menos eso supuse.

―En la próxima vuelta es necesario reducir la velocidad.

Yap, yap, yap.

―Mariana, es necesario reducir la velocidad. ―La voz de Peter se hizo eco en algún lugar del fondo de mi mente.

La vuelta estaba a tres segundos de distancia, y las vibraciones que se deslizaban a través de mis piernas me impedían frenar. Agarrando fuertemente el volante, cargué hacia delante.

Sacando mi pie del acelerador, pero no frenando, hice un giro brusco a la izquierda, y luego patiné hacia la derecha y de nuevo forcé a la rueda a la izquierda hasta que me enderecé. Más polvo voló a nuestro alrededor, pero me recupere rápidamente y aceleré de nuevo. Mirando atrás, vi que el Trans Am había hecho un trombo alrededor de la vuelta, y ahora estaba tratando de recuperarse. Estaban a más de treinta metros detrás de nosotros.

¡Sí!

―No vuelvas a hacer eso ―se quejó Peter, ahora sosteniendo el tablero con las dos manos mientras yo miraba por el camino lista para más. La siguiente vuelta llegó y la pasé con éxito sin importar cuánto se quejaba Peter sobre el frenado.

Para un imbécil y rompedor de reglas, realmente le gustaba jugar sobre seguro. Y para alguien que siempre ha jugado sobre seguro, resulté ser la rompedora de reglas.

A medida que avanzábamos en la última vuelta ganando significativamente, reduje la velocidad a unos treinta kilómetros por hora y cambié a tercera. Giré alrededor de la curva a una velocidad cómoda sin derrapar ni producir polvo, miré a Peter con los ojos abiertos con una expresión inocente.

―¿Esto está bien, Srta. Daisy? ―Mordiéndome la comisura de los labios para no reírme, me fijé que sus ojos destellaban sobre mis labios. El calor subió con su mirada, y un hormigueo floreció a través del estómago y subió hacia el área sensible de entre mis piernas.

―¿Mariana? ―Sus ojos se estrecharon hasta convertirse en rendijas―. Deja de jugar con tu oponente y gana ya la maldita carrera.

―Sí señora, señorita Daisy ―repliqué con mi mejor acento sureño.

Crucé sobre la línea de llegada a sesenta y cuatro kilómetros por hora mientras que veía en mi espejo retrovisor que el resto que corría el Trans-Am estaban alrededor de la última vuelta. Agrupaciones de personas invadieron el auto, pero Peter y yo nos quedamos en el interior por unos momentos.

Puse el auto en punto muerto y levanté el freno de mano, apoyé la cabeza contra el reposacabezas y masajeé el volante. Mi pulso todavía iba a mil por hora, y me sentía viva. Esto fue lo más emocionante que jamás había hecho. Cada nervio de mi cuerpo se sentía como si estuviera en un nivel alto de azúcar.

―Gracias, Peter ―dije en voz baja, sin mirarlo―. Gracias por invitarme a hacer esto.

Estiré la mano y agarré el collar de mi madre sobre el espejo y lo puse sobre mi cabeza.
Cuando lo miré, estaba apoyado contra su puño con un dedo entre sus labios. ¿Qué estaba tratando de esconder? ¿Una sonrisa?

Rastrilló la mano por el cabello, abrió la puerta, y los sonidos de aplausos y gritos se precipitaron como el agua en un barco que se hunde. Mirando hacia abajo a sus botas, movió la cabeza.

―Despertando al demonio... ―murmuró para sí mismo, y no estaba segura de lo que quería decir.

Antes de salir, él me miró de nuevo a través de los párpados entornados.

―Gracias, Lali ―susurró.

El pelo de mi cuello se erizó, y mis manos temblaron.


Él no me había llamado “Lali” desde los catorce. No desde que no éramos amigos.

8 comentarios:

  1. Mas mas mas amas mas ams

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  2. Maratoooooooooon heeeeee

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  3. Aunq esconda sus sentimientos peter la quiere o la ama quizas su adrenalina cuando corria me imagine en la situacion q estaban ay mas

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  4. Cuantos cap vas a subir en la maraton

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  5. Cuanto falta para el prox cap

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