miércoles, 21 de mayo de 2014

Capitulo 14

Capitulo 14



Después de quedarme sentada en el coche por más minutos de lo que me gustaría admitir, me tranquilicé lo suficiente como para conducir.

Todo el tiempo que me tomó para llegar a casa y caminar hacia el porche, me lo pasé manteniendo conversaciones imaginarias con Cande y selectos monólogos dirigidos a Peter, incluyendo todos mis insultos favoritos. Cuanto más me hablaba a mí misma, más enojada me ponía. Gritar, llorar, patalear y aplastar envoltorios con burbujas, todo sonaba bien en este momento.

¿En qué estaba pensando? Aun si fue él quien la buscó, ¿valía la pena herir a su mejor amiga?

Ahora entendía cuál era el movimiento de Peter. Estaba tratando de volver a mi amiga en mi contra. Cande era muy consciente de lo que Peter me había hecho, pero había llegado a ella. Le prestó su atención cuando su novio la estaba engañando y luego se precipitó a recoger los pedazos. ¿Cómo podía ser tan débil de mente?

Tenía que saber que Peter estaba utilizándola. Pero, ¿cómo diablos iba a decírselo?

Manteniéndome ocupada, para no hacer nada estúpido, terminé mi tarea de cálculo, completé la lectura asignada por gobierno y limpié la nevera y armarios de alimentos caducados. Después de que me agoté con suficientes tareas hasta finalmente dejar de hablar conmigo misma, subí las escaleras para tomar un baño.

Alrededor de una hora después de haber salido de la bañera, el zumbido de la motocicleta de Peter  sonó por nuestra calle. Salté de la cama para espiar por la ventana. Noté que el reloj marcaba la medianoche y calculé que había pasado tres horas desde que lo había visto con Cande

¡Tres putas horas! ¿Qué habían estado haciendo?

Iba a casa solo. Eso era bueno, por lo menos. Mientras se ponía en su camino, noté los faros de otro vehículo que se detuvieron bruscamente frente a su casa. Peter saltó de su motocicleta y se quitó el casco, pero lo mantuvo sujeto en su mano. Trotó hacia la acera para encontrarse con los ocupantes del coche. El conductor y su pasajero ya se habían bajado del coche y se reunieron con Peter.

¿Qué es esto?

Peter  se alzaba sobre ellos, no sólo en altura sino en complexión. A los catorce años ya era alto, y ahora tenía que estar por sobre el uno ochenta de estatura. A juzgar por la expresión en sus rostros, estos chicos no eran sus amigos.

Abrí las persianas dobles para tener una mejor vista; Peter  los señaló con su casco, entonces los otros chicos comenzaron a gritar y avanzaron enfrentándolo. Pude oír las palabras "jódete" y " supéralo". Siguieron ladrándose el uno al otro, en voz alta y con énfasis.

De pronto no podía respirar. La discusión parecía estar fuera de control. ¿Debía llamar a la policía? Por mucho que los tipos se acercaban, Peter no retrocedía. Las probabilidades estaban en contra de él, sin embargo.

Mierda, Peter. Sólo sal de allí.

Uno de los hombres lo empujó y me estremecí. Reaccionando, Peter le hizo frente y lo empujó con su cuerpo hasta que el hombre se vio obligado a retroceder.

En ese momento, la GTO de Agustin aceleró por la calle. En cuanto los extraños lo vieron saltar fuera de su coche y correr en dirección a ellos, comenzaron a tirar golpes a Peter. Perdió el agarre de su casco, y se estrelló contra el suelo.

Peter atacó a uno de los chicos, y se tiraron al suelo como en una pelea de lucha libre. Todos rodaron por el césped, lanzando golpes y gritando a todo pulmón.

Agarrando mi teléfono de la cama, corrí fuera de mi habitación y bajé las escaleras. Abriendo el cajón de la mesa de entrada, tomé la Glock -17 que mi padre me instruyó guardar allí cuando estaba sola en casa.
Agarré el pomo de la puerta. ¿Llamar a la policía o salir a la calle? Para cuando llegaran ya sería demasiado tarde.

A la mierda.

Abrí la puerta y salí al porche. Los chicos estaban en el jardín delantero de Peter, con Agustin y Peter  sentados a horcajadas en sus oponentes, dándoles puñetazos en la cara. Mi corazón latía con fuerza ante lo que estaba viendo, pero no podía apartar la mirada. La sensación de urgencia que me hizo correr se volvió disminuida cuando me di cuenta de que Peter estaba ganando.

Hipnotizada por la lucha sucediendo delante de mí, parpadeé cuando oí gritar afligido a Peter. Su oponente, un hombre tatuado más viejo, había sacado un cuchillo y lo deslizó en su brazo. Bajé corriendo las escaleras, pistola en mano, a tiempo para ver a Peter  buscar su casco y golpear al chico en la cabeza con él. El otro hombre se desplomó en el suelo, gimiendo y la sangre goteando de su frente.

El cuchillo estaba en la hierba a su lado. Peter se irguió sobre el hombre semi-inconsciente.

Agustin lo golpeó con su puño una vez más el estómago de su oponente, balanceándolo por encima de su hombro, dejándolo en el suelo cerca de su Honda.

Peter dejó a su oponente sangrando, mientras él se apretaba su bíceps izquierdo. La manga de su sudadera negra estaba empapada de sangre y brillaba por donde había sido cortado. Mis ojos preocupados se dispararon a la mano de ese brazo. Una fija corriente roja goteaba de sus dedos. Tuve un breve impulso de ir a ayudarlo, pero resistí. La bondad sólo me sería arrojada a la cara. Él y Agustin necesitarían ir la sala de emergencia pero, como era una noche de escuela, la madre de Peter  debía estar en casa.

Caminando hacia el Honda, Peter levantó su casco sobre su cabeza y la dejó caer con un ensordecedor estrépito en el parabrisas. Una vez más, repitió la acción, rompiendo el parabrisas una y otra vez hasta que se rompió más allá de su utilidad.

Regresando hacia la casa, Peter se detuvo junto al hombre en el suelo.

―Ya no eres bienvenido al Loop. ―Su voz fue baja y tensa. Su tono era extrañamente tranquilo.

No pude hacer otra cosa más que quedarme allí, paralizada por la sorpresa en la escena que acababa de presenciar. Mientras Agustin se agachaba para levantar al segundo chico, se percató de mi presencia.

―Peter ―advirtió. Peter, siguiendo su mirada, volvió sus ojos en mí.

Un poco tarde, me di cuenta de que estaba de pie con un arma... al aire libre... en mi ropa interior. Mi camiseta y shorts rojos me cubrían, pero eran ajustados. Mis pies estaban desnudos, y mi cabello colgaba suelto por la espalda. La Glock asegurada firmemente en mi mano derecha colgaba a mi lado con el seguro puesto. 
¿Estaba puesto? Sí, el seguro estaba puesto... creo.

Agustin estaba sangrando por la nariz, sin duda rota de nuevo, pero me sonrió. Peter miró... peligroso. Me observó, sus ojos oscuros y la frente severa haciéndome sentir más expuesta de lo que ya me sentía. Sus manos se cerraron en puños, mientras su mirada viajaba con recelo por mi cuerpo y luego a la pistola en mi mano. Podía sentir la energía que venía de él en olas de calor.

Ugh, ¡soy una estúpida! ¿Realmente había querido ayudarlo?

Fruncí el ceño y apreté los labios, en un esfuerzo por parecer molesta. ¡Que imbécil por traer este drama a nuestra calle! Volviendo, caminé rápidamente los escalones del porche y cerré la puerta detrás de mí.


Llevándome la pistola a mi habitación esa noche, no estaba segura de qué me estaba protegiendo. Una maldita arma no me iba a mantener a salvo de los ojos marrones de mis sueños.

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