domingo, 25 de mayo de 2014

Capitulo 24

Capitulo 24


Me encanta este capitulo, al principio quiero matar a Peter pero después.. También jaajajajaja. 
                                                                                                                                                 

El clic señalando que las puertas del auto habían sido abiertas había sonado, y subí dentro del cálido auto de Peter, el lado del pasajero esta vez. Mis manos estaban temblando por mi encuentro con Nate, así que luché mientras trataba de quitarme la camisa de Peter.

―Déjala puesta. ―Ni siquiera escatimó una mirada antes de encender el motor.

Dudé. Su ira era visible cuando los músculos de su mandíbula se apretaron.

―Pero no tengo frío ya.

―Y no puedo mirar tu blusa rota ahora.

Coloqué la camisa de vuelta sobre mis hombros, me puse el cinturón, y me azoté en la parte trasera del asiento cuando salió del estacionamiento.

¿Cuál era su problema?

¿Estaba enojado conmigo o con Nate? Obviamente, Peter no quería verme lastimada, no físicamente, de cualquier manera. ¿Pero por qué estaba siendo tan cortante conmigo?

El auto derrapó un poco al dejar el estacionamiento de grava y salió a la carretera pavimentada de la autopista. Peter aplastó el acelerador y se movió con fuerza al tomar velocidad. No sonaba música, y él no hablaba.

La autopista estaba desierta excepto por los inquietantes árboles cerniéndose sobre nosotros a los lados. 

Juzgando por cuán rápido todo pasaba volando por mi ventana, Peter estaba mucha más allá del límite de velocidad.

Robando una mirada a él por el rabillo de mi ojo, vi que estaba furioso. Lamió sus labios y tomó varias respiraciones profundas, mientras apretaba y volvía a apretar su agarre en el volante.

―¿Cuál es tu problema? ―pregunté y tomé el toro por los cuernos.

―¿Mi problema? ―Alzó sus cejas como si acabara de hacer la pregunta más tonta―. Tú vienes a la fogata con ese idiota de Benjamin Amadeo, quien no puede mantenerse lo suficiente sobrio para llevarte a casa, y luego deambulas en el bosque, en la oscuridad, y eres manoseada por Dietrich. Quizás tú eres la del problema. ―Su voz era baja pero amarga y maliciosa.

¿Estaba enojado conmigo? Oh, demonios no.

Me giré en mi asiento y lo miré directamente.

―Si recuerdas, tenía la situación bajo control. ―Traté de mantener mi voz calmada―. Cualquier favor que creas que estabas haciéndome solo satisfizo tu propia ira. Déjame fuera de ello.

Chupó sus mejillas y continúo por la autopista.

Al mirar al velocímetro, mis ojos saltaron cuando noté que Peter estaba conduciendo por arriba de ciento veinte kilómetros por hora.

―Disminuye la velocidad ―ordené.

Ignoró mi suplica y sujetó el volante más fuerte.

―Van haber situaciones que no podrás manejar, Lali. Nate Dietrich no iba a tomar muy bien lo que le hiciste esta noche. ¿Pensaste que iba a ser el final eso? Él pudo haber venido tras de ti otra vez. ¿Sabes cuántas ganas tenía Agustin de hacer algo después de que rompiste su nariz? Él no quería lastimarte, sino quería contraatacar.

¿Por qué no lo hizo entonces?

Agustin había sido humillado, sin duda, en la fiesta hace más de un año cuando rompí su nariz. Pero solo lo dejó pasar, o eso pensé, y no había buscado venganza. Gracias a Peter.

Supongo que Nate Dietrich no buscaría retribución tampoco. No con Peter involucrado.

Sentí la gravedad jalar mi cuerpo hacia el otro lado del auto, y mi corazón latió salvajemente cuando vi que Peter no estaba disminuyendo la velocidad mientras rodeábamos la suave vuelta.

―Necesitas bajar la velocidad.

Peter resopló.

―No, no lo creo, Lali. Querías la experiencia de la secundaria completa, ¿cierto? ¿Novio futbolista, sexo casual, comportamiento imprudente? ―Me provocó con su sarcasmo
.
¿De qué estaba hablando? Nunca quise esas cosas. Solo quería ser normal.

Y entonces apagó sus luces.

Oh, Dios.

El camino estaba negro, y no podía ver más de un metro de distancia frente a nosotros. Afortunadamente, había reflectores que separaban nuestro carril del tráfico que venía, pero los caminos de campo estaban ocupados con venados y otros animales, no solo tráfico.

¿Qué demonios estaba haciendo él?

―¡Peter, detente! ¡Enciende las luces! ―Sujeté una mano en el tablero mientras giraba para confrontarlo. Estábamos pasando zumbando por el camino a una temerosa velocidad, y un bulto se formó en mi garganta.

El tatuaje en su brazo se asomó por su camiseta, y se estrechó con sus músculos tensándose mientras sujetaba la palanca de cambios. Mis piernas estaban débiles, y por primera vez en mucho tiempo, estaba demasiado asustada para pensar.

―¡Peter, detén el auto ahora! ―grité―. ¡Por favor!

―¿Por qué? ¿No es esto divertido? ―La voz de Peter era perturbadoramente calmada. Nada de esto lo asustaba, o siquiera lo emocionaba―. ¿Sabes cuántas cabezas huecas chillando he tenido sentadas en ese asiento? Ellas lo aman. ―Sus cejas se contrajeron juntas mientras me miraba con asombro fingido. Me estaba provocando.

―¡Detén. El. Auto! ―grité, mi corazón latiendo con miedo. Nos iba a matar.

Peter giró su cabeza para enfrentarme.

―¿Sabes por qué no te gusta esto? Porque no eres como ellas, Lali. Nunca lo fuiste. ¿Por qué crees que mantuve a todos lejos de ti? ―Su voz sonaba enojada, pero clara. No estaba ebrio, al menos no pensaba que lo estuviera, y esto era más emociones de las que había experimentado de él en años, excepto por la noche del beso.

¿Él mantuvo a todos alejados de mí? ¿Qué quería decir eso? ¿Por qué?

Las llantas rechinaron ante el sonido de otra curva, y derivamos al otro carril. Estaba respirando tan rápido como el auto estaba acelerando ahora, estaba segura. ¡Íbamos a golpear algo o volcarnos!

―¡Detén el maldito auto! ―grité con toda la fuerza de mis pulmones, golpeando mis puños en mis muslos antes de golpearlo en el brazo.

La última cosa que quería hacer era distraerlo, conduciendo a una velocidad como esa, pero funcionó. Peter golpeó los frenos, usó algunas palabras dirigidas hacia mí y cambió de velocidad al desviarse hacia el lado de la carretera y se detuvo.

Salí del auto, y Peter saltó fuera al mismo tiempo. Ambos nos inclinamos sobre el techo, ojo a ojo.

―Vuelve al auto. ―Los dientes de Peter estaban a la vista mientras gruñía.

―¡Pudiste habernos matado! ―Mi garganta se apretó, y me di cuenta de que sus ojos miraron sobre mi top roto que había salido de la camisa de botones que aún llevaba.

―¡Vuelve al maldito auto! ―Golpeó la palma de su mano en el techo, sus ojos encendidos.

―¿Por qué? ―pregunté, lágrimas amenazando.

―Porque necesitas ir a casa ―escupió como un “duh”.

―No. ―Sacudí mi cabeza―. ¿Por qué mantuviste a todos lejos de mí? ―Él comenzó esta conversación, y yo tenía cada intención de terminarla.

―Porque no pertenecías al resto de nosotros. Aún no lo haces. ―Los ojos de Peter se entrecerraron con disgusto, y mi corazón se hundió. Estaba siendo deplorable como siempre.

Lo odio.

Sin otro pensamiento, me escabullí dentro y sujeté las llaves de Peter fuera del encendido. Rodeando la puerta del auto, corrí unos metros adelante y desabroché el giro en el llavero ovalado. Sacando una de las llaves, la sostuve en un puño cerca de mi cara.

―¿Qué estás haciendo? ―Se acercó lentamente, molestia evidente en sus ojos.

―Un paso más, y vas a perder una de tus llaves. No estoy segura si es la llave del auto, pero eventualmente llegaré a esa. ―Cargué mi brazo detrás de mi cabeza, lista para lanzarla en cualquier segundo. Él se detuvo―. No voy a entrar a tu auto. Y no voy a dejarte ir. No nos moveremos de este lugar hasta que me hayas dicho la verdad.

Sudor mojó mi frente, incluso con la temperatura debajo de los quince. Labios fruncidos, esperé a que comenzara.

Pero no lo hizo. Parecía estar trabajando algo en su mente, pero no estaba dispuesta a darle tiempo para pensar alguna mentira para distraerme.

Cuando alcé mi brazo para lanzar la llave, sus ojos fueron con impotencia entre mi puño y yo, mientras levantaba su mano haciendo seña de que me detuviera.

Después de un momento más de duda, finalmente dejó salir un suspiro de derrota y encontró mi mirada.

―Lali, no hagas esto.

―No es la respuesta que estaba buscando. ―Y lancé una de sus llaves en los arbustos al lado de la carretera.

―¡Demonios, Lali! ―dijo bruscamente, mirando nerviosamente entre el bosque oscuro donde su llave había desaparecido y yo.

Rápidamente desenganché otra llave y lancé mi mano detrás de mi cabeza lista para lanzarla en cualquier segundo.

―Ahora, habla. ¿Por qué me odias?

―¿Odiarte? ―Peter respiró pesadamente y sacudió su cabeza―. Nunca te odié.

¿Qué?

Estaba impresionada.

―Entonces, ¿por qué? ¿Por qué hiciste todas las cosas que has hecho?

Dejó salir una risa amarga, sabiendo que estaba acorralado.

―El primer año, escuché a Danny Stewart diciendo que iba a invitarte al baile de Halloween. Me aseguré que nunca lo hiciera, porque también les dijo a sus amigos que no podía esperar para descubrir si tus pechos eran más que un puñado cado uno.

Me estremecí en disgusto.

―Ni siquiera pensé dos veces en mis acciones. Esparcí ese rumor acerca de Stevie Stoddard, porque no encajabas con Danny. Era un idiota. Todos lo eran.

―¿Así que pensaste que estabas protegiéndome? ¿Pero por qué harías eso? Ya me odiabas para ese momento. Eso fue después de que regresaras de casa de tu papá por el verano. ―Mi confusión brotó con cada silaba. Si nuestra amistad había terminado para ese punto, y no se preocupaba por mí, ¿entonces por qué le importaba protegerme aun?

―No estaba protegiéndote ―dijo Peter como un hecho, sujetándome con su caliente mirada―. Estaba celoso.

Aleteos atacaron mi vientre. Se sentía como si algo estuviera dando vueltas a un desagüe en mi estómago, el hormigueo yendo más lejos y más abajo.

Apenas lo noté avanzando poco a poco, acechando más cerca mientras trataba de recuperar el aliento.

―Llegamos a la escuela secundaria, y de repente, tenías a todos estos chicos que les gustabas. Lo manejé de la única manera que sabía.

―¿Intimidándome? Eso no tiene sentido. ¿Por qué no hablaste conmigo?

―No podía. ―Limpió su frente antes de meter su mano en su bolsillo―. No puedo.

―Lo estabas haciendo bien hasta ahora. Quiero saber por qué todo esto comenzó en primer lugar. ¿Por qué querías lastimarme? ¿Las bromas, el vetarme de las fiestas? Eso no era sobre los chicos. ¿Cuál era tu problema conmigo? ―lo acusé.

Sus mejillas se inflaron al suspirar.

―Porque tú estabas ahí. Porque no podía lastimar a quien quería herir, así que te lastimé a ti.
Eso no puede ser. Tiene que haber más.

―Era tu mejor amiga. ―La frustración empujó la paciencia más lejos de mí―. Todos estos años... ―Mi voz se interrumpió apenas conteniendo las lágrimas que se agrupaban en mis ojos.

―Lali, tuve un verano de mierda con mi padre ese año. ―Su voz sonaba más cerca―. Cuando regresé, no era el mismo chico. Ni siquiera cerca. Quería odiar a todo el mundo. Pero contigo, todavía te necesitaba en cierto modo. Necesitaba que no me olvidaras. ―La voz de Peter nunca se quebró, pero me di cuenta de que había remordimiento en su tono.

¿Qué le había pasado?

―Peter, me he preguntado una y otra vez en mi cabeza qué podría haber hecho para que actuaras como lo hiciste. ¿Y ahora me dices que todo fue sin motivo? ―Miré hacia arriba para mirarlo a los ojos.
Su cuerpo se acercó un poco más, pero no me importaba. Quería escuchar más.

―Nunca fuiste empalagosa o una molestia, Lali. El día que te mudaste al lado pensé que eras la cosa más hermosa que jamás había visto. Joder, te amaba. ―Lo último fue apenas un susurro mientras sus ojos cayeron al suelo―. Tu padre estaba descargando el camión de mudanzas, y miré por la ventana de mi sala de estar para ver qué era el ruido. Allí estabas, andando en bicicleta en la calle. Llevabas un mono con una gorra de béisbol roja. Tu cabello se derramaba por la espalda. ―Peter no me miró a los ojos en su confesión.

Nos mudamos a una nueva casa en la ciudad después de que mi madre murió. Recordé haber visto a Peter por primera vez en el día. ¿Se acordó de lo que llevaba puesto?

Te amaba. Una lágrima se derramó y cerré los ojos.

―Cuando recitaste el monólogo esta semana, yo... ―se desvió con un suspiro―. Sabía que entonces realmente había llegado a ti, y en lugar de sentir alguna satisfacción, estaba enojado conmigo mismo. Quería odiarte todos estos años, quería odiar a alguien. Pero no quiero hacerte daño, y no me di cuenta de eso hasta el monólogo.

De repente, él estaba delante de mí. Ladeando la cabeza hacia un lado, con los ojos brillantes buscando los míos. No sabía lo que buscaba, y no sabía lo que quería revelar. Lo odiaba por los años de tormento. Tiró todo lo que tenía porque estaba enojado con otra persona. Agujas perforaron mi garganta mientras luchaba por contener las lágrimas.

―No me estás diciendo todo. ―Mi voz se quebró, mientras alcanzaba mi mejilla y limpiaba la lágrima con el pulgar. Sus dedos largos y musculosos eran cálidos sobre mi piel.

―No, no lo hago ―su susurro ronco provocó un hormigueo que se extendía por encima de mi cuerpo, o tal vez era su pulgar acariciando círculos en mi mejilla. Me estaba mareando con todo lo que había sucedido esa noche.

―Las cicatrices en la espalda. ―Me ahogué, mis ojos revoloteando con la sensación de su tacto―. Dijiste que tuviste un mal verano, y que cuando volviste querías odiar a todo el mundo, pero no has tratado tan mal a cualquier otro...

―¿Lali? ―Sus labios estaban a centímetros de los míos, y su cuerpo irradiaba calor―. No quiero hablar más esta noche.

Parpadeé y me di cuenta de cómo su cuerpo me había atraído. O tal vez yo lo había atraído a él. Éramos como los aspectos positivos de imanes gemelos de nuevo. Estaba tan cerca, y él había cerrado la distancia entre nosotros y sin que me diera cuenta.

No se va a librar tan fácilmente.

―¿No quieres hablar más? ―escupí, sin poder creer lo que oía―. Bueno, yo lo hago. ―Y me di la vuelta para poner en marcha otra llave en el aire, pero los brazos de Peter salieron rápidamente en círculos alrededor de mi cuerpo, capturándome desde atrás.

Me faltaba el aliento, mientras intentaba retorcerme y ser libre. Los pensamientos se arremolinaban en mi cabeza, y era difícil adherirme a uno solo. Nunca me había odiado. ¡Yo no había hecho absolutamente nada! A pesar de que sabía que, una parte de mí siempre pensó que tenía que haber una razón. ¿Y ahora él no quería terminar su historia? ¡Necesitaba saber!

Sus brazos sólidos me aseguraron, su aliento era caliente contra mi cabello mientras luchaba por salir de sus brazos.

―Shhh, Lali. No voy a hacerte daño. Nunca te haré daño de nuevo. Lo siento.

¡Al igual que eso va a borrar todo!

―¡No me importa que lo sientas! Te odio. ―Mis manos agarraron sus antebrazos, que se apoyaban sobre mi pecho mientras trataba de dar un tirón y soltarlos. Mi enojo se volvió rabia con sus juegos de mente y la mierda, y estaba enferma de la vista de él.

Su poder sobre mí disminuyó mientras usaba sus manos para agarrar las llaves de mi puño. Me soltó y di un paso adelante antes de darme vuelta para mirarlo.

―No me odias ―afirmó―. Si fuera así, no estarías tan molesta. ―El giro engreído en su tono hizo que mi cuerpo se pusiera rígido, pero sentí alivio cuando sentí el escozor de las uñas que se enterraban en mi piel.

―Ve a joderte a ti mismo ―solté y comencé a caminar.

¡Como el infierno iba a tomar la delantera! Él quería que le perdonara en una sola noche por años de vergüenza y tristeza, y luego asumía que me preocupaba por él. Pensó que iba a salir de esta indemne.

¡Qué idiota colosal!

La siguiente cosa que supe, era que mis pies estaban siendo arrastrados fuera de la tierra, y estaba al revés. Peter me había arrojado sobre su hombro, y todo el aire que quedaba en mi cuerpo salió expulsado cuando sus huesos se clavaron en mi estómago.

―¡Ponme abajo! ―El calor de la ira era como una llama de fuego que cubría mi piel. Le di una patada con mis pies y golpeé su espalda, pero él simplemente me abrazó fuertemente por la parte trasera de las rodillas, mientras caminaba hacia el camino por el que habíamos venido. Sabía que mi falda no cubría nada en esta posición, pero estábamos solos aquí, y realmente no me importaba de todos modos, en mi estado de ánimo.

―¡Peter! ¡Ahora! ―le ladré.

Como si cumpliera mis órdenes, Peter me enderezó, aterrizando en una posición sentada en el capó de su coche. Todavía estaba caliente bajo mis muslos de cuando había sido conducido, pero el calor no era un alivio bienvenido, ya que ya estaba ardiendo de furia.

Peter se inclinó lentamente, probablemente con miedo de que le golpeara, y colocó las manos a ambos lados de mí. Sus piernas estaban entre las mías, y de inmediato me vino el recuerdo de la última vez que estuvimos en esta posición.

―No trates de escapar ―advirtió―. Como recuerdas, puedo mantenerte aquí.

Aspiré una bocanada de aire. Sí, me acordaba.

Mis dedos se cerraron al pensar en aquel beso, pero sabía que no podía volver a suceder.

―Y yo sé cómo usar gas pimienta y romper narices. ―Mi voz sonaba como un pequeño ratón patético, chillón y apenas audible. Me apoyé en mis manos para mantener la mayor distancia posible, pero mi corazón latía con fuerza, como los rastrillos de Mallow.

―No soy Nate o Agustin ―amenazó―. O Benjamin.

Y su significado no pasó desapercibido para mí. No me sentía atraída por ellos, y él lo sabía.

Se inclinó más cerca, sus ojos negro-marrones haciendo que mi cuerpo quiera hacer cosas que mi cerebro sabía que no debería. Sus labios estaban a unos centímetros de los míos, y podía oler su aliento a canela.

Lo odio. Lo odio.

―No lo hagas ―le susurré.

Sus ojos buscaron los míos.

―Te lo prometo. No a menos que lo pidas.

Su boca cayó a un lado y suavemente rozó mi mejilla. El placer no deseado escapó de mi garganta, y solté un pequeño gemido.

¡Maldita sea!

Nunca me besó. Él nunca puso sus labios o me probó. Su boca sólo se deslizó a lo largo de mi piel dejando un delicioso rastro de deseo y necesidad. Por mi mejilla, sus labios aterciopelados acariciaban mi piel antes de pasar a través de mi hueso de la mandíbula y luego descendieron hasta el cuello. Cerré los ojos, saboreando las nuevas sensaciones.

Nunca había hecho el amor antes, y sin duda nunca lo hice con nadie que me hiciera sentir así. Diablos, ni siquiera me besaba, y estaba luchando por no rendirme.

Cuando sus labios se movieron sobre mi oreja, me preguntó:

―¿Puedo besarte ahora?

Oh, Dios. No. No. No.

Pero no estaba diciendo eso. No dije nada. Ceder parecía dejarle ganar. Y decirle estaba fuera de cuestión, también. No quería que se detuviera. Se sentía muy bien. Como una montaña rusa multiplicada por cien
.
Sus labios se movieron hacia atrás sobre mi mejilla, cada vez más cerca de la boca.

―Quiero tocarte. ―Sus palabras fueron contra mis labios ahora―. Quiero sentir lo que es mío. Lo que siempre ha sido mío.

Oh, dulce Jesús.

Esas palabras no me deberían encender. Pero el infierno santo, lo hicieron. Mi boca se estremeció con el deseo de tomarlo. Probé el aliento y quería capturar y probar todo de él. Quería cumplir mi necesidad.

Pero mis ojos se abrieron de golpe cuando me di cuenta de que iba a cumplir con su necesidad, también.

Mierda.

Me mordí en la esquina de la boca para ahogar el dolor entre mis piernas, y usé mis músculos débiles para empujarlo lejos.

Apenas podía mirarlo a los ojos. Sabía que había llegado a mí. Tenía que saberlo.

―Aléjate de mí. ―Salté del auto y caminé hacia el lado del pasajero.

Escuché su risa detrás de mí.


―Tu primero

9 comentarios:

  1. Aaaaaaaah! Maaaaaaas! Esta muy buena la nove!

    ResponderEliminar
  2. nunca me di cuenta cuando subiste tantos cap ajjaja

    masssss
    @x_ferreyra07

    ResponderEliminar
  3. Quiero mas no subis mas(? Ya termino la maraton(?

    ResponderEliminar
  4. Hola soy nueva lectora !!!
    Ahhhhh me encanta la nove leí la intro y me atrapo demasiado !!!
    Ahh ya quiero saber que le paso a Peter en eso verano !
    Le dijo que la amaba ahh nahh me mata esa actitud de arrogante que tiene Peter !
    Poco a poco se van asercando mas !!
    Masas !! @angie_garciaa

    ResponderEliminar
  5. Cuanta adicción provoca la novela.
    Peter siempre sale victorioso,la conoce demasiado bien.

    ResponderEliminar
  6. No puedo creeer lo q le confesoo haaa me mueroo
    Maass

    ResponderEliminar