jueves, 31 de julio de 2014

Capitulo 39




Estaba inclinada sobre el lavabo del baño, lavando mi rostro mientras Peter se desvestía. —Me encantó verte con Camden hoy, fue tan dulce y especial.

—Sí, bueno, es un chico muy especial.

Doblé la toalla y la puse sobre el lavabo. —Me hizo pensar sobre algunas cosas.

Salimos del baño y abrí el cajón para sacar mi camiseta para dormir.

—¿Qué cosas? —preguntó, vacilante.

—No lo sé, sólo en lo bueno que eres con él y...

Me cortó instantáneamente. —No puedo tener hijos, La. Me encargué de eso hace años.

Me giré hacia él y sus palabras hicieron trizas su camino a través de mi cuerpo. Tomé una respiración profunda y continué desnudándome y me metí en mi camiseta. El aire que nos rodeaba cambió.

—¿No vas a responder a eso? —preguntó.

Me di la vuelta. —De acuerdo, ¿por qué no me dijiste eso antes? — Me sentía un poco traicionada por el hecho de que no me habría dicho eso pronto en nuestra relación. Tal vez pensó que no era necesario porque yo iba a morir de todos modos.

—No lo sé, simplemente nunca pareció apropiado.

Luego llegaron, las palabras que sólo mi boca dirían. —¿Fue porque pensaste que iba a morir y no importaba si nunca lo sabía?

La expresión en su rostro se quebró y la angustia se apoderó de él. —¿Cómo puedes decir eso?

Me giré hacia la ventana. —Lo siento, no era mi intención, y de todos modos, no quiero hijos. Con los jodidos genes de mi familia, el niño no tendría oportunidad.

Se acercó a mí y puso sus brazos a mí alrededor y me atrajo hacia él.

—No digas cosas como esas.

—Es la verdad. Mi madre murió de cáncer, un padre alcohólico, yo con cáncer dos veces. Piénsalo, Peter, el niño estaría condenado en el momento en que fuera concebido. —Me mató decir esas palabras, pero era la verdad y estaba siendo honesta con él.

—Te equivocas y no quiero que hables así nunca más.

Me salí de su agarre. —Bueno, de todos modos no importa porque ninguno quiere niños, así que fin de la discusión. —Crucé la habitación hacia la cómoda y tomé la botella de loción.

—¿Te molesta que no pueda tener hijos?

—No. Como he dicho, es lo mejor de todos modos.

Estaba mintiendo, si me molestaba, y me molestó que no me lo dijera. Me preparé mientras hacía la siguiente pregunta. —¿Por qué lo hiciste, Peter?

Tomó una fuerte respiración. —¿Realmente quieres escuchar la respuesta a eso, La?

No, pero sí quería. Necesitaba oírlo de él. —Sí, ya que estamos siendo honestos y no guardamos secretos, dime.

Tragó saliva y no dijo nada, no creí que las palabras saldrían de su boca, pero mi boca no tenía ningún problema. —Ya que no puedes decir nada, déjame decirlo por ti. Nunca ibas a enamorarte y eso significaba no tener hijos, así que ¿por qué torturarte con sólo experimentar medio placer cada vez que tenías sexo con una mujer cuando podías experimentar todo el placer natural y no tener que preocuparte por nada en el mundo, a excepción de ignorar las enfermedades de transmisión sexual?

Su rostro se ensombreció y la ira creció en sus ojos. Estaba realmente enojado por lo que dije.

—Ni siquiera responderé a algo tan estúpido como eso —gritó.

Continuó vociferando—: Te enoja que no pueda tener hijos. ¿No eras tú quien dijo que no creía en el felices para siempre y el amor de cuentos de hadas?

Todo lo que podía pensar mientras me gritaba era cómo, desde que lo conocí, él cambió todo eso para mí, pero obviamente yo no había hecho lo mismo por él. Me incliné al suelo en donde dejé mis pantalones y me los puse.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —gritó.

—No me quedaré aquí esta noche. Eres un idiota y no quiero estar cerca de ti en estos momentos.

—¿Soy un idiota? —Se echó a reír—. Tú eres la que está siendo una perra y exagerada acerca de que yo no pueda tener hijos.

¿Acababa de decirme perra? Me giré. —¿Soy una perra porque no me dijiste nada de esto antes?

La ira y la oscuridad consumían sus ojos. —Realmente quieres ir ahí, Lali, eso de no contarnos las cosas. —Ahora traía el cáncer y estaba golpeando debajo del cinturón.

—Me arrepentí de eso desde el primer día y lo sabes. —Mi voz estaba gritando—. ¿Cómo te atreves a tirarme eso en cara?

—Entonces, creo que estamos a mano —gritó. Oh, no debió haber dicho eso. Mi sangre hervía y mis venas palpitaban llenas de ira—. Tal vez lo mejor es que te quedes en la habitación de invitados esta noche, hasta que nos calmemos.

Me di la vuelta y lo señalé con el dedo. —No voy a quedarme en la habitación de invitados. Me voy a casa, a mi apartamento al que tan amablemente le llamas una caja.

—¿En serio, Lali? ¿Vas a correr? —Agitó su mano—. ¿Por qué no? Es lo que haces mejor, de todos modos.

Lágrimas llenaron mis ojos ante sus palabras frías mientras salía de la habitación y de su penthouse. No vino tras de mí, lo que me dijo que estaba realmente enojado.

El aire nocturno era frío mientras miraba alrededor de las concurridas calles de Nueva York. Me di cuenta de que no tenía mis llaves, así que ir de vuelta a mi apartamento no era una opción. Esperé un mensaje o una llamada o incluso por él para que me dijera que lo sentía y llevarme de regreso con él, pero no lo hizo. Llamé a un taxi e hice que me llevara al hotel más cercano. Estaba débil y exhausta mientras me recostaba en la cama. Observé mi teléfono esperando que si lo miraba lo suficiente, él me llamaría y me diría que lo lamentaba.

Me quedé dormida tendida sobre la cama y fui bruscamente despertada por un mensaje nuevo. “¿Dónde mierda estás? Fui a tu apartamento y no estabas ahí.”

Rodé mis ojos y rápidamente tecleé mi respuesta. “No es de tu incumbencia en donde estoy, recuerda que estoy haciendo lo que hago mejor.”

En cuestión de segundos, recibí otro mensaje. “Te estás comportando como una niña y no me gusta. Ahora, trae de vuelta tu trasero a mi penthouse.”

Mierda, hablas de echarle más leña al fuego, él definitivamente estaba haciendo un trabajo excelente en ello. “Creo que necesitamos tiempo separados para pensar acerca de lo que nos dijimos anoche.”

Una respuesta repentina que rompió mi corazón llegó. “También lo creo y, cuando dejes de comportarte como una niña egoísta, entonces llámame y podremos hablar.”

Hice la única cosa que normalmente hago, lancé mi teléfono contra la pared y se quebró. Suspiré y tomé un baño caliente, sollozando mientras el agua corría por mi cuerpo.


Me agaché para recoger los pedazos rotos de lo que una vez fue mi teléfono. Realmente tenía que controlar eso y dejar de lanzar cosas. Entré en la tienda de celulares y compré el mismo teléfono con el mismo número. Puedo decir que no me importaba mi teléfono, pero lo hice porque qué si Candela o Peter me necesitaban.

Capitulo 38




Subimos por el largo y serpenteante camino hacia la casa de la familia Lanzani en Hoboken, Nueva Jersey. Me mordí el labio inferior mientras Peter detenía el Ranger. Puso su mano encima de la mía.

—No estés nerviosa, mi familia te amará.

Sonreí y tomé el brazo de Peter mientras subíamos los escalones que llevaban a la gran casa. Abrió la puerta delantera y nos detuvimos adentro. El olor a pavo y relleno llenaba la casa elegantemente decorada. Había risas viniendo desde la otra habitación mientras un chico de cabello castaño espiaba desde el otro lado de una pared en la esquina. Le echó un vistazo a Peter y corrió hacia él saltando en sus brazos.

—Hola, amigo ¿cómo estás? —Peter sonrió. El chico lo abrazó fuerte—. Camden, esta es mi amiga especial, Lali. —Camden me observó con sus ojos azules y simplemente miró.

—Hola, Camden. —Sonreí y levanté mi mano. Siguió mirándome, inseguro de mí, y luego volvió a mirar a Peter. Puso ambas manos en las mejillas de Peter y sonrió. Mi corazón se derritió en ese momento, era obvio que este chico lo amaba.

—Está bien, Camden, puedes tocar a Lali. —Volvió a mirarme y lentamente puso su mano en la mía mientras yo gentilmente la estrechaba.

—Peter, cariño. —Una mujer emergió desde la otra habitación.

—Madre, esta es Lali.

Me miró y tomó mis manos. —Eres tan hermosa como Peter dijo que lo eras.

Me ruboricé. —Gracias, es un placer conocerla, Señora Lanzani.

—Llámame Claudia, querida —sonrió ella.

Claudia era una mujer hermosa a quien Peter se parecía en grandeza. Era alta y flaca y con su cabello corto castaño claro y sus ojos verdes, no lucía de su edad, sino mucho más joven.

Camden luchaba para bajarse mientras Peter y yo caminábamos hacia la sala de estar. Todos en la habitación dejaron de hablar y se dieron la vuelta para observarnos mientras entrábamos. Peter bajó a Camden mientras él corría hacia una mujer joven. Me sentí en exhibición por la manera en que todos me miraban. La joven mujer se levantó de un salto y le dio un gran abrazo a Peter.

—Feliz Acción de Gracias, hermano.

Sonrió y la besó en la mejilla. —Euge, esta es Lali.

Ella se dio la vuelta y me abrazó.

—Estoy tan feliz de conocerte finalmente.

Sonreí y le devolví el abrazo. Su sonrisa era grande y sus ojos verdes estaban llenos de luz. Era exactamente de mi altura y llevaba su corto cabello negro a la moda. Peter me llevó alrededor de la habitación y me presentó al resto de su familia y amigos.

Euge me tomó la mano.

—Vamos a ver si mamá necesita ayuda en la cocina.

Observé a Peter y me dio un asentimiento para que me marchara con una gran sonrisa en su rostro que me hizo comenzar a extrañarlo. Me sorprendí al encontrar a la señora Lanzani en la cocina cocinando la cena de Acción de Gracias; usualmente los ricos tenían a sus propios chefs personales para hacer eso por ellos.

—Entonces, Lali, Peter dice que eres una artista —dijo Claudia mientras rociaba el pavo.

—Sí, hago pinturas para una pequeña galería en Nueva York.

Euge sonrió.

—Yo compré una, pero no sabía que mi hermano salía con la artista.Pintas dibujos hermosos, Lali; eres muy talentosa.

Comenzaba a sentirme más relajada cuando me entregó una copa de vino. Mientras Claudia volvía a poner el pavo en el horno, se dio la vuelta hacia mí.

—Peter no nos ha dicho nada sobre ti, realmente, ¿por qué no nos pones al día?

El pánico comenzó a levantarse; ¿cómo podía contarle a esta gente, a quienes acababa de conocer hacía menos de 30 minutos, sobre mi pasado y mi vida presente?

—Tendrás que perdonar a mi madre —dijo Euge—. Es sólo que eres la primer chica que Peter ha traído a casa y sólo queremos conocer a la mujer que finalmente se las ha arreglado para robar su corazón.

Sonreí y tomé un sorbo de vino. Justo cuando estaba a punto de decir algo, una mujer mayor entró en la cocina. Estaba en sus viejos 60 con el cabello negro y canas negras sobre él. Euge corrió hacia ella y la abrazó con fuerza.

—Tía Sadie, pudiste venir.

—Por supuesto que pude, no podía esperar para ver a mi sobrina favorita.

—Soy tu única sobrina, tía Sadie. —Euge frunció el ceño.

—Y es por eso que eres mi favorita —sonrió Sadie. Se dio la vuelta hacia mí—. Ahora, ¿quién podrá ser esta bonita jovencita?

—Su nombre es Lali y es la novia de Peter —habló Claudia.

Sonrió y me abrazó gentilmente. —Un placer conocerte, querida.

Se separó y me miró con ojos serios, como si estuviera observando mi alma.

—Estás enferma —dijo. Mis ojos se abrieron y el miedo comenzó a correr por mi cuerpo. ¿A qué se refería con eso?

Claudia observó a su hermana.

—Sadie, eso es grosero. —Sadie me miró y agarró mis manos, girando mis muñecas hacia arriba, observando mis tatuajes.

—Perdona a mi hermana, Lali, tiene una especie de don y a veces puede ser muy audaz con él.

—¿Estás enferma, Lali, tuviste un resfriado o algo? —preguntó Euge.

—Es más que un resfriado —respondió Sadie.

Oh Dios, aquí vamos y gracias Peter por no contarme antes de tu familia y no decirme que la tía Sadie tenía un don. Tomé otro sorbo de vino y las observé.

—Tengo cáncer —solté. Así como así, sin dudarlo ni nada, simplemente dejé que salieran las palabras. Se pararon allí y me observaron, no podría haberme puesto en una posición más incómoda de haberlo intentado.

Sadie habló finalmente para romper la tensión—: No es tu primer episodio con eso, ¿verdad? —Santa madre de Dios, apuesto a que va a traer a colación mi intento de asesinato; gran primer impresión.

Suspiré pesadamente.

—No, no lo es. Fui diagnosticada por primera vez con cáncer cuando tenía dieciséis.

En ese punto Peter decidió hacer una aparición. Escuchó lo que dije mientras venía desde atrás y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.

—Volvió hace poco, pero ella está en un período de estudio en California así que todo está bien por el momento. Está bien y va a estar bien, así que no hay nada más que discutir.

Su tono era imponente y todos lo sabían. Sonreí y tiré de él fuera de la cocina hacia el pasillo.

—¿Cómo no pudiste decirme sobre la tía Sadie? —le pregunté furiosamente mientras lo golpeaba en el pecho.

—Auch, La, eso dolió.

—Eso no es lo único que va a lastimar a Peter Lanzani.

Una sonrisa engreída cruzó su rostro y me miró.

—¿Lo prometes, nena?

—Ugh, me molestas tanto —susurré mientras me daba la vuelta hacia el otro lado.

Envolvió sus brazos alrededor de mí y susurró—: Lo siento, jamás tomé demasiado en serio lo que tenía para decir la tía Sadie, siempre creí que estaba un poco loca.

—Tu familia debe pensar que soy un desastre andante de ser humano y probablemente se estén preguntando qué demonios estás haciendo conmigo.

Me abrazó con fuerza.

—Te aman, puedo notarlo y no importa lo que piensen de nuestra relación, te amo por todo lo que eres, nada menos, y para que sepas, creo que eres un hermoso desastre andante.

Apoyé la cabeza en su pecho y levanté la mirada cuando se inclinó para besarme. Mordí su labio por ese comentario sobre el hermoso desastre.

—Auch, realmente necesitas guardar esta mierda para la habitación, Lali; no tienes idea de lo mucho que me estás excitando con todo el golpe y el mordisqueo. —No pude evitar reír y darme la vuelta para lamer gentilmente su labio mordido.

La cena estuvo excepcional y el resto del día continuó tranquilo. Euge y yo hablamos sobre nuestros empleos mientras que Peter se sentaba en el suelo y jugaba con Camden. Ambas los observamos mientras Camden le enseñaba a Peter a apilar bloques.

—Jamás he visto a mi hermano tan feliz como lo está ahora mismo — me dijo.

Sonreí y lo observé.

—Es un hombre muy especial.

Justo entonces Claudia interrumpió—: Lali, ¿cómo se conocieron tú y mi hijo?

Una sonrisa se abrió camino en mi rostro mientras Peter me observaba con miedo en sus ojos. Decidí ahorrarle el bochorno y respondí—: Nos conocimos en un club.

Ella sonrió.


—Bueno, qué suerte para él que estuvieras allí. —Sonreí y observé el alivio que inundaba el rostro de él.

Capitulo 37




Salgo de la cama a la mañana siguiente y voy dando tumbos hasta la cocina por algún café ya colado. Peter está sentado en el sofá con su taza y tipeando algo en el teléfono.

—Hola nena, espero no haberte despertado —dice.

—Nop, para nada, ¿qué estás haciendo?

—Necesitamos hablar, ven, siéntate.

Mi estómago entra en pánico, su tono era serio. Me siento a su lado y le doy un beso en la mejilla. Me sonríe y deja su teléfono sobre la mesa.

—Hoy tengo que regresar a Nueva York para una reunión relacionada con una venta de una compañía en la que he estado interesado. Quiero que vengas conmigo.

Lo miro fijamente y tuerzo el rostro. —¿Puedo?

—¿Por qué no? No recibes tu próxima dosis de inyecciones hasta el mes que viene. Vamos hoy, nos quedamos por Acción de Gracias y regresamos antes de tu próximo tratamiento.

Una sonrisa creció en mi rostro. —Podré ver a Candela, estará tan emocionada, y mi apartamento.

Peter frunció el ceño. —No te vas a quedar en esa caja que llamas apartamento; vas a vivir conmigo.

Le miré haciendo un mohín. —¿Tengo que quedarme en la habitación de invitados?

Rió y me tocó la mejilla. —No hay manera de que te quedes ahí; te quiero en mi cama.

***
Tomamos su jet privado hasta Nueva York. Corrí hacia Nico en cuanto lo vi recostado a la limosina negra. Lancé mis brazos a su cuello.

—Nico, te extrañé, ¿cómo has estado?

Me sonrió, dándome volteretas. —Mírate La, luces genial.

Vi a Peter sonreír mientras ponía las maletas en la cajuela. —Lo siento señor Lanzani, yo me ocupo de esas.

—No Nico, está bien, estaba desesperada por verte, te extrañó.

Nico me miró y me abrazó. —También te extrañé, y es agradable ver tu rostro brillante y sonriente.

Me deslicé en la parte trasera de la limosina y Peter me siguió, entrelazando nuestros dedos.

—Llamé a Candela y le dije que estaba de vuelta en la ciudad, que necesitaba su ayuda con algo para ti. Vendrá al penthouse alrededor de
las siete de la noche.

—¿No le dijiste que yo estaba aquí?

Tensó su agarre en mi mano. —No, iba a dejar que la sorprendieras.

—Descansé la cabeza en su hombro—. Te amo.

Llegamos al penthouse alrededor de las cinco. Peter llevó nuestras maletas al dormitorio mientras yo me dirigía a la cocina a tomar agua. Subí las escaleras y fui directo a su habitación. Sólo había estado allí una vez, cuando lo había traído del club. La puerta estaba abierta, así que entré; respingué ante lo que vi. Peter dio media vuelta y me miró.

—Oh, olvidé que no habías estado aquí.

Miré hacia la derecha, luego sobre la cama y luego hacia la izquierda de la habitación. En cada una de las paredes estaban mis pinturas de la galería de arte.

—¿Trajiste mis pinturas?

Alzó las manos. —Por favor, dime que no estás enojada.

Miré hacia la pintura que colgaba sobre su cama, la que tenía al hombre y a la mujer bailando bajo las estrellas.

—No estoy enojada; sólo quiero saber por qué.

Suspiró. —Míralas La, son hermosas. Era mi manera de estar cerca de ti cuando no andabas por aquí.

Caminé hacia él y puse las manos alrededor de su cintura. — Gracias, significa mucho. —Dejó escapar un suspiro de alivio cuando se percató de que no habría una batalla.

Caminé hacia la cama y reí ligeramente, recordando la noche en que luché para quitarle la ropa.

—¿Qué es tan gracioso?

—Sólo recordando la noche en que te desmayaste sobre esta casa y yo estaba sobre ti, desvistiéndote.

Su sonrisa sexy me cautivó mientras se acostó en la cama a sus anchas.

—¿Qué estás haciendo? —Me reí.

—No te recuerdo haciendo eso y quiero, así que pensé que podrías hacer una reconstrucción del hecho para mí.

Me mordí el labio mientras me quitaba la blusa y la tiraba al suelo.

—Umm, no creo que hayas hecho eso.

Sonreí seductoramente. —No lo hice, pero esta vez lo haré un poco más interesante. —Desabroché mis pantalones y me los quité, lanzándolos sobre la blusa. Me subí sobre él y comencé a desabotonar su camisa despacio.

—Al demonio, te necesito ahora —dijo. Antes de darme cuenta, yacía sobre mi espalda y él estaba sobre mí.

Me quedé en la cocina mientras Peter iba al elevador y saludaba a Candela.

—De acuerdo Peter, ¿qué es tan importante que necesitas mi ayuda?

Salí de la cocina. —¡Esa sería yo! —exclamé.

Candela chilló mientras corrió hacia mí y me abrazó, dando saltitos.

—¡Oh dios mío, La! ¡Estoy tan feliz de que estés aquí!

Peter sonrió. —Las dejaré que se actualicen. Estaré en mi oficina si necesitan algo.
Llevé a Candela a la cocina y nos serví unas copas de vino. Nos mudamos a la comodidad del sofá de la sala.

—Así que, ¿qué hay de ti y Agus?

Sonrió con su sonrisa característica a lo Candela y me contó que les iba bien, y que pensaba que él se le propondría en Navidad. Hablamos por horas antes de que Agus la llamara y le preguntara cuándo regresaría a casa. Ella tomó mis manos y las sostuvo frente a sí mientras notaba que sus ojos comenzaban a aguarse.

—Eres mi mejor amiga y odio que tengas que luchar contra el cáncer otra vez. Quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, no importa qué. Vencerás esto Lali Esposito, o te patearé el trasero, ¿lo entiendes? —La abracé y sonreí.

—Sí Candela, venceré esto porque me asustas. —Dejó escapar una risa y caminó hasta la puerta.

Me fui arriba y encontré a Peter profundamente dormido en la cama. Me cambié de ropa y trepé a la enorme cama tamaño king.

Observé cómo su pecho subía y bajaba acompasadamente con cada respiración. Imaginé esto siendo mi futuro. Me acosté y me acurruqué a su lado. Él se removió y puso un brazo a mí alrededor, acercándome a sí mismo. Era el modo perfecto de terminar el día.

La semana se fue rápido mientras visitaba el centro para necesitados y la galería de arte. Peter me llevó de compras y me compró algunas ropas nuevas. Insistí en pagarlas yo misma, pero sólo se rió y me dijo que dejara de ser tonta.

Mientras él estaba en la oficina, yo ocuparía mi tiempo pintando y pasando el tiempo con Candela. Sal me llamó para informarme que dos de mis pinturas se habían vendido y que necesitaba hacer más. Le pregunté a Peter si él las había comprado y simplemente se rió.


Antes de notarlo, Acción de Gracias ya estaba aquí y yo era un manojo de nervios por conocer a su familia.

miércoles, 30 de julio de 2014

Capitulo 36





Me mordí el labio inferior mientras caminábamos por las puertas del Sinaí Grace Hospital. Apreté el agarre sobre la mano de Peter.

—Va a estar bien La, estoy aquí contigo —dijo con simpatía.

—Lo sé, estoy un poco nerviosa. —Hice un puchero.

Puso su brazo alrededor de mí y me llevó con él dándome la única seguridad que he conocido. Entramos en la sala de espera del consultorio de la Dra. Murphy ya que la recepcionista rubia de piernas largas nos dijo que tomáramos asiento. No mucho tiempo después, la rubia de piernas largas llamó mi nombre y nos llevó a una pequeña habitación. Ella me dio el vestido y me dijo que me lo pusiera mientras miraba a mi novio de arriba abajo, dándole miradas sugerentes. Él se dio la vuelta para no enfrentarse a ella, mientras que miraba hacia abajo a mis manos preguntándose si me levantaría y le daría a la perra una bofetada. Vio la expresión de mi cara y salió de la habitación rápidamente.

La Dra. Murphy entró con 3 agujas grandes en una bandeja de plata. —Buenos días, Lali, ¿estás lista para tu primera serie de inyecciones?

—Creo que todo lo que puedo llegar a estar —le respondí con nerviosismo.

Estaba hojeando mi carta y me miró con ojos preocupados.

—Dime cómo te sientes en este momento.

Entrecerré los ojos hacia ella. —Estoy asustada e insegura, así es como me siento.

Tomó mi mano. —Sé que tienes miedo, pero esto va a ser un paseo por el parque en comparación con la quimioterapia, lo prometo. Las otras personas que recientemente han recibido estas inyecciones no han tenido ningún efecto secundario.

—Eso es genial Dra. Murphy, pero ni siquiera sé si las inyecciones están funcionando. —Frunció los labios mientras Peter se acercaba y ponía sus manos sobre mis hombros.

—Estoy segura de que van a funcionar, ten fe Lali. —Logré una pequeña sonrisa cuando ella me pidió que me acostara en la cama. Miró a Peter.

—Te va a necesitar. Me permito sugerir que sostengas sus manos — Miré la Dra. Murphy alarmada.

—¿Por qué? —le pregunté.

Suspiró pesadamente. —Lali, no voy a mentirte, estas inyecciones son muy dolorosas, vas a sentir como si alguien encendiera tu cuerpo en llamas, pero es sólo temporal y tenemos que mantenerte aquí en observación durante un par de horas para asegurarnos de que no hay efectos secundarios.

Peter se sentó en el borde de la cama mientras me volvía a mi lado para mirarlo. La Dra. Murphy llamó a su enfermera y levantó la primera aguja. Peter tomó mis manos mientras miraba directamente a mis ojos. —Sólo mírame a mi nena y concéntrate en nada más que yo, ¿de acuerdo? —Sacudí la cabeza mientras la Dra. Murphy insertaba la primera aguja. Grité en su aguijón, mientras las lágrimas en mis ojos se hincharon.

No pasó mucho tiempo para que el dolor ardiente iniciara llamas a través de mi cuerpo.

—Bien Lali, voy a darte la inyección número 2 —dijo la Dra. Murphy mientras perforaba mi piel con la aguja.

Dejé escapar un grito más fuerte esta vez por la quema intensificada. Solté a Peter y agarré su camisa con ambas manos mientras se acercaba más y envolvía sus brazos alrededor de mí. Grité en su pecho cuando la última aguja entró en mi cuerpo.

—Dra. Murphy, por favor, ¿no hay nada que pueda hacer por ella? —preguntó Peter desesperadamente.

—Lo siento, Sr. Lanzani, tenemos que dejar que siga su curso y es sólo temporal. Volveré dentro de una hora para ver cómo lo está haciendo, y si necesita algo o ella está teniendo una reacción, sólo presionen este botón inmediatamente.

Él sacudió la cabeza mientras ella salía de la habitación. Mi cuerpo se sentía como si estuviera envuelto en llamas y mi alma trataba de escapar.

—Está bien —decía Peter mientras me abrazaba y me estrechaba en sus brazos. En ese momento no sabía qué era peor, si esto o la quimioterapia.

Un par de días habían pasado y en su mayoría nos habíamos quedado en casa. Cocinamos juntos, había un montón de sexo y vimos películas. Cuando Peter tenía que trabajar, me sentaba en frente de mi caballete y pintaba. Le sonreí a Peter que estaba sentado en la mesa en su computadora portátil conduciendo reuniones de trabajo con sus empleados. Estaba feliz y se sentía bien. Por primera vez en mucho tiempo, había esperanza de que tendría un futuro y este hombre sería una parte de él.

A la mañana siguiente, no tenía ganas de levantarme de la cama, así que me quedé allí y traté de dormir, pero podía oír a Peter hablando con alguien por teléfono.

—Sí mamá, iré y llevaré a alguien conmigo, ella es muy especial y quiero que la conozcas.

Fue entonces cuando me di cuenta de que la próxima semana era Acción de Gracias. Peter entró en la habitación cuando abrí mis ojos y lo vi mirándome. Sonrió mientras se acercaba y se sentaba en el borde de la cama —¿Cómo te sientes? —preguntó mientras su dedo me recorría la línea de la mandíbula.

—Me siento bien. Te he oído en el teléfono.

—Estaba hablando con mi madre. Te voy a llevar a casa para Acción de Gracias.

Por mucho que quería conocer a su familia era un desastre caliente de un paciente con cáncer y no sabía cómo iban a reaccionar a eso.

—¿Le dijiste a tu mamá sobre mí?

—Por supuesto que sí, y va a amarte.

Lamí la parte inferior de mi labio seco. —¿Me refiero a si le dijiste que tengo cáncer?

Se sentó y me miró y pude ver el dolor en sus ojos, lo que me dijo que no lo hizo.

—¿Por qué no le dijiste Peter?

Sus ojos viajaron a la ventana. —No he tenido la oportunidad y no es algo que quiero hacer por teléfono La, creo que hay que hacerlo en persona.

—Entonces, lo que estás diciendo es que quieres que se lo suelte en acción de gracias. Hola familia Lanzani, soy Lali Esposito, la novia de su hijo que tiene cáncer por segunda vez en sus 24 años de vida y no es más que un desastre de cáncer andante.

Se levantó de la cama. —Guau La, realmente sabes cómo arruinar un momento.

Sentí acercarse una pelea, pero no me importaba, estaba enojada con él por no decirle a su madre.

—Voy a decirle antes de Acción de Gracias, fin de la discusión.

Su tono autoritario me hirvió la sangre. —No Peter, no es el fin de la discusión y no te atrevas a usar ese tono conmigo.

Se apartó de la ventana y me miró. —¿Estás pensando comenzar una discusión?

—Todo lo que tienes que hacer es decirme por qué no le dijiste todavía.

Sus ojos se oscurecieron mientras me miraba. Pude ver la ira en ellos.

—¿Quieres saber por qué? No he sido capaz de hacer nada porque estoy atrapado aquí cuidando de ti.

¿Acabo de escuchar a este bastardo correctamente? ¿Acaba de decir que está ATRAPADO aquí cuidando de mí? Sentí que mi presión arterial aumentaba mientras mi corazón se sentía como si hubiera sido apuñalado con un cuchillo. Se dio cuenta de lo que dijo porque se volvió hacia la ventana y se pasó las manos por el pelo.

—Atrapado, no estás atrapado aquí Peter, yo no te pedí que vinieras aquí. De ninguna puta manera te pedí que cuidaras de mí.

Se volvió hacia mí. —Nena no quise decir eso.

Los únicos pensamientos que corrían por mi mente loca era que se sentía atrapado. —Vete de aquí —le grité mientras levantaba un vaso y se lo lanzaba. Se agachó y sacudió la cabeza.

—Bien, si eso es lo que quieres.

Se volvió y salió simplemente así, mientras me estremecía cuando escuché el golpe de la puerta del apartamento cerrarse. Mi teléfono rápidamente marcó un mensaje de texto de Gaston: “¿Todo está bien? ¿Acabamos de ver a Peter pasar como un huracán?”

Mis dedos escribieron frenéticamente. “Estoy bien, hablaremos mañana.”

Marqué a Candela y dejé escapar un suspiro de alivio cuando ella respondió—: Hola La.

Ni siquiera podía pronunciar la palabra hola en primer lugar. — Peter y yo tuvimos una discusión y salió furioso. —Empecé a llorar.

Ella preguntó sobre qué discutimos y le dije el comentario que hizo sobre estar atrapado. Estaba horrorizada de la rapidez con que procedió a gritarme.

—Sabes que te quiero La, pero te lo digo por tu propio bien. Necesitas sacar tu cabeza fuera de tu culo y empezar a pensar en otra persona. Sé que estás enferma y lo siento por eso, de hecho, no me gusta no estar ahí contigo, pero tienes que salir de tu “oh pobrecita yo” y pensar en lo que Peter está pasando. ¿Crees que es fácil para él mirar a la única mujer que ha amado pasar por el cáncer? Necesita desahogarse sabes, no eres la única que llega a gritar y estar cabreada con el mundo.

No podía hablar. Estaba congelada con la realidad de que Candela tenía razón.

—La, ¿sigues ahí?

Suspiré. —Sí, y gracias, como siempre tienes razón. —Podía sentir su sonrisa a través del teléfono.

—No hay de qué, para eso son los mejores amigos. Ahora deja que el hombre se suelte un poco y piensa en sus sentimientos.

Colgué y salí de la cama. Me acerqué a los cristales rotos, me senté en mis rodillas y empecé a recoger los pedazos. ¿Cómo no me di cuenta de los sentimientos Peter? ¿Cómo no dejé de revolcarme en mi propia lástima por un momento y vi lo difícil que era para él? Me quedé mirando las piezas de vidrio mientras las tomaba en mi mano.

—Detente, vas a cortarte —susurró.

Tomé una respiración profunda y lentamente giré mi cabeza así lo estaba mirando. —Lo siento, sólo...

Me tomó la cara entre las manos. —Lo sé bebé y está bien.

—No, no lo está Peter, sé que esto es difícil para ti, y lo siento  mucho. —Sus suaves labios rozaron los míos.

—Está bien, no quise decir lo que dije, sino que salió mal.

Me fundí en sus brazos mientras él los envolvía a mí alrededor.

—Sé que no lo hiciste, exageré. —Besó la parte superior de mi cabeza. Lo miré con ojos suplicantes y una boca enfurruñada.

—¿A dónde fuiste?

Le sonrió a mis labios y suavemente los pellizcó. —Te he comprado algo.

Se levantó y me ayudó a levantarme. Se acercó a la cómoda y me entregó una bolsa de papel. Me sonrió con emoción cuando abrí la bolsa y miré dentro. Levanté la vista hacia él y su gran sonrisa mientras tomaba mi mano y me llevaba a la cama. Tiré la bolsa marrón en el centro y me quedé mirando el montón de chocolate que me miraba.

—Pensé que te haría sentir mejor —dijo con cautela.

—Eres increíble y absolutamente perfecto, Te amo —le dije mientras envolvía mis brazos alrededor de él y lo tiraba encima de mí—. Sé de algo que me hará sentir mejor. —Le sonreí mientras se cernía sobre mí.


Se mordió el labio inferior. —¿Estás segura? ¿Estás preparada para eso?  Levanté la cabeza y lo besé apasionadamente, era la única señal que necesitaba.