Estaba caminando por la calle, sin saber
exactamente a dónde iba, pensando en mi conversación con el sacerdote, cuando me
detuve frente a Pizzapopolous. Mi estómago se ató en nudos mientras miraba por
la ventana, recordando cuando hice que Peter comiera pizza con las manos.
Sonreí ligeramente mientras entraba en el Starbucks que estaba al lado. El
aroma del café me hizo agua la boca, y pedí un mocha latte. Me tomé mi café,
sentándome en una mesa en la parte trasera. Miré la hora en mi teléfono. Ya
eran las 14:00. Marqué el número que me había estado llamando constantemente
durante los últimos cuatro meses.
—Buenas tardes. Habla con la oficina del
Dr. Taub, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo una voz alegre en el otro extremo.
—Hola, soy Lali Esposito. Necesito pedir
una cita para ver al Dr. Taub.
—Oh, bien. Así que… La primera cita que
tengo es el 5 de noviembre a las 3 pm.
Suspiré. —¿Te das cuenta de que es 30 de
septiembre, y el 5 de noviembre está muy lejos?
—Lo siento, pero esa es su primera cita
disponible.
Ahora empezaba a agitarme. —¿Puedo
hablar con el Dr. Taub, por favor?
—Lo siento, pero está con un paciente en
este momento, ¿puedo tomar un mensaje para él?
Una vez más, suspiré. —Sí, dile que Lali
Esposito llamó, y que estoy lista. Él sabrá lo que quiero decir. —Colgué antes
de que pudiera decir nada más.
Puse mi teléfono en la mesa. Casi tuve
un ataque al corazón cuando levanté la vista y vi a Peter entrando por la
puerta. Se veía hostil, como si no hubiera dormido en días. Llevaba vaqueros oscuros
y mi camiseta gris preferida, que definía su musculoso pecho. Una sombra de
barba de algunos días se asentaba en su rostro. Tenía el pelo revuelto de una manera
diferente, pero todavía parecía perfecto y caliente como el infierno. Me entró
el pánico, No quería que me viera, así que hice lo único que podía hacer, me escondí debajo de la
mesa.
El lugar estaba lleno de gente
conversando y estudiando, por lo que las posibilidades de que alguien me viera
debajo de la mesa eran escasas, con excepción del Dr. Ardiente, quien se
arrodilló y miró, poniendo su cabeza debajo de la mesa.
—¿Estás bien ahí abajo, Lali?
Moví mi mano para espantarlo fuera de la
vista y así poder ver cuando Peter se fuera.
—Me estoy escondiendo de él —murmuré
apuntando a la línea.
—Lo tengo. —Me guiñó un ojo.
Agus se levantó, se acercó a Peter y le
estrechó la mano. Él lo mantuvo hablando hasta que Peter consiguió su café, y
luego le dio una palmada en el hombro mientras se dirigía hacia la puerta. Me levanté
del suelo y me senté en mi silla. Agus se acercó y se sentó frente a mí.
—Gracias, te debo una.
Sonrió y tomó un sorbo de su café. —No,
ahora estamos en paz.
Incliné la cabeza hacia un lado y
levanté una ceja. —¿Qué quieres decir?
Se rió una vez más. —Si no hubieras
necesitado puntos ese día que llegaste al hospital, yo nunca habría conocido a
Candela.
Apreté los labios. —Realmente te gusta,
¿no?
La sonrisa en su rostro no tenía precio.
—Sí, y sé que es pronto, pero voy a pedirle que viva conmigo.
—Sé que ella está loca por ti, me alegra
que mi lesión los juntara —le sonreí.
Se inclinó sobre la mesa y llevó su mano
por encima de mi ojo. — Debo decir que hice un trabajo excepcional con esos
puntos —sonrió—. Me tengo que ir, tengo rondas en el hospital. Te hablaré
pronto, Lali. — Me despedí mientras él caminaba hacia la puerta.
Mi teléfono, boca abajo sobre la mesa,
comenzó a sonar. Mi imaginación se volvió loca con la esperanza de que tal vez
fuera Peter.
Lo tomé y miré. Era el número del Dr.
Taub.
—Hola —contesté.
—Lali, soy el Dr. Taub, me alegro de que
hayas llamado. Quiero que vengas para unos exámenes de sangre mañana por la
mañana. Después de obtener los resultados, vamos a seguir adelante y a programa
la quimioterapia. Estoy feliz de que hayas cambiado de opinión.
Quería tirar el teléfono contra la pared
porque no tenía ganas de pasar por eso otra vez.
—Yo también, Dr. Taub. Lo veré mañana. —Suspiré
y tomé un sorbo de mi latte.
Cuando llegué a casa ese mismo día,
Candela me dijo que Agus estaba llevándola a un lugar especial para la cena.
Estaba realmente feliz de que ella hubiera encontrado a alguien digno de su
corazón, aunque el mío estuviera destrozado y sin remedio.
—Adivina qué más. —Saltó arriba y abajo—.
Agus me pidió que vuele a Colorado mañana para conocer a sus padres.
La miré, puse mi cara feliz, y salté
arriba y abajo con ella. No quería arruinar su viaje diciéndole que iba a
comenzar la quimioterapia, así que no le dije nada de la llamada del Dr. Taub.
—¿Vas a estar bien, cariño? —Hizo un
puchero.
Moví mi mano delante de mi cara, y me
acerqué al fregadero. —Voy a estar bien. Voy a perderme en mis pinturas, así
que no te preocupes por mí.
Me abrazó con fuerza. —De acuerdo, tengo
que ir a casa y empacar. Nos iremos dos semanas, así que si necesitas algo, o simplemente
quieres hablar, es mejor que me llames, Mariana Lali Esposito. ¿Me entiendes? —Tomó
su abrigo y abrió la puerta.
—Candela —la llamé.
—Sí. —Se dio vuelta y me miró.
—Estoy muy feliz por ti, ve a divertirte, y mantente en contacto — hablé con una felicidad falsa.
—Gracias, La. Lo haré. Te quiero —me
gritó mientras cerraba la puerta.
No era que yo no estuviera feliz por
ella, lo estaba. Pero también sentía lástima por mí misma, porque había
arruinado las cosas con Peter. ¿Cómo pude ser tan estúpida? ¿Qué
demonios pensaba? Sabía lo que tenía que hacer, y el primer paso era
pedirle disculpas.
Llamé a un taxi y salí al aire de la
noche, a paso ligero. Le dije al taxista que me dejara en el comedor, quería
ser voluntaria una vez más antes de empezar la quimioterapia. Una vez que
empezara, no podría estar cerca de grupos de personas, especialmente de las
personas sin hogar con sus resfriados y enfermedades. Me ofrecí para un par de
horas y le dije a Julius lo que pasaba.
—Oh, La, lo siento.
—No lo hagas, Julius. Ya he pasado por
esto antes y lo vencí. Puedo hacerlo de nuevo.
Me chocó los cinco. —Esa es mi chica. Sé
que lo harás, y si necesitas algo, cualquier cosa, llámame, o a alguien de
aquí, y estaremos a tu lado en un instante.
—Gracias Julius, lo haré. Y dile a tu
esposa que le mando saludos. — Me sonrió y asintió.
Caminé hasta la siguiente cuadra, hacia
el salón de tatuajes donde trabajaba mi amigo Facu. —Pero si es Lali Esposito.
Que bueno verte, cariño—dijo Facu mientras se acercaba y me daba un abrazo de
oso—. No te he visto en mucho tiempo, ¿cómo está Cande?
—Hola, Facu. Ella está bien.
Me miró y giró su rostro. —¿Qué está
pasando en esa cabecita tuya? ¿Estás pensando en un tatuaje, La?
Me mordí el labio inferior. —Sí, estoy
segura de que lo estoy.
—Ven y siéntate aquí. Déjame terminar
este, y luego tú eres la siguiente. —Me guiñó un ojo.
La chica sentada en la silla se estaba
haciendo un tatuaje de alas de ángel en su hombro izquierdo, con la inscripción:
“Tuya por siempre”.
Miré. —¿Lindo tatuaje?
Me sonrió. —Gracias, es para mi novio.
Mañana es su cumpleaños, y esta es mi manera de hacerle saber que siempre voy a
ser suya y nadie más podrá tenerme.
La miré a sus pequeños ojos de dieciocho
años. —Guau. Para siempre, ¿no?
Se rió. —Sí, él dice que vamos a estar
juntos para siempre.
Facu me miró y entornó los ojos. Tuve
que contener la risa. Terminó su tatuaje y me hizo señas para que me siente en
la silla. —¿Qué es lo que quieres y cómo lo quieres, La?
Le tendí mis dos muñecas. Señalé mi
cicatriz izquierda. —Quiero PETER en ésta, y el símbolo del infinito en ésta. —Señalé
la derecha—. Asegúrate de que las cicatrices queden totalmente cubiertas.
Facu me miró y frunció el ceño. —¿Quién
es Peter?
—Es una larga historia. —Negué con la
cabeza.
—Va a doler, La. Te das cuenta de eso,
¿cierto?
—Lo sé, Facu. Vamos a terminar con esto
de una vez. —Nada me podría lastimar más de lo que ya estaba lastimada.
Amo ésta novela! Por favor!, subí otro
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ResponderEliminarOtro por fa!. Me encanta!
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ResponderEliminar@x_ferreyra7
Ayayayaya de va ser un Tatuaje?!!!
ResponderEliminarWoaa con el nombre de Peter!!! Ay dios me encanta que por mas mal que este ella apoya a Cande y se preocupa por no arruinarle su felicidad!!!!