Capitulo 14
Caminamos dentro de mi apartamento.
Peter cerró la puerta detrás de él. Tiré mi bolso en la mesa y caminé a la
cocina para tomar una botella de vino.
—¿Estás bien? —preguntó Peter mientras
me seguía de cerca.
Rasqué mi cabeza. —Sí, estoy bien,
¿quieres un poco de vino?
—Ah no, realmente tengo que irme. Tengo
una reunión con alguien.
Rodé mis ojos de espaldas a él porque
estaba segura que su reunión tenía que ver con tener sexo. Abrí la botella,
serví un poco en un vaso y me giré, poniendo una mano en su pecho.
—Gracias Peter, de verdad aprecio todo.
Puso su mano en mi rostro y gentilmente
secó con su pulgar un par de lágrimas que habían quedado. —Sé que lo haces, y
de nada.
Fuego se extendió por mi cuerpo
calentando cada parte que dolía por él en este momento. Este era un lado de él
que era sensible y gentil; un lado que quería conocer mejor. Mi corazón comenzó
a latir con fuerza, y las mariposas revolotearon alrededor cada vez que él me
tocaba. Estaba vulnerable en este momento, y todo lo que podía pensar era en
besarlo apasionadamente. Me contuve porque no quería arruinar nuestra amistad.
Le di una palmada en el pecho. —Es mejor
que vaya a su reunión Sr. Lanzani; es grosero dejar a alguien
esperando.
Arregló una pequeña sonrisa. —Si
necesitas algo, lo que sea, por favor llámame —dijo mientras presionaba sus
labios contra mi frente.
—Lo haré, ahora ve a tener una buena
noche.
Cerré la puerta detrás de él y me senté
con mi vino. Para alguien de mi edad, he experimentado la muerte más veces de
las que debería.
Necesitaba llamar a Candela y decirle lo
que estaba pasando. Mientras me levantaba y alcanzaba mi teléfono, hubo un
golpe en la puerta. Me asomé por la mirilla y vi a Peter parado
allí.
—Oye, ¿qué estás haciendo aquí?
Caminó dentro. —Empaca un bolso; vas a
quedarte en mi lugar esta noche.
Lo miré con una expresión de asombro. —No,
no lo haré. Me quedaré en casa.
Suspiró. —La, por una vez, sólo una, por
favor haz lo que digo.
—No soy una niña Peter, y francamente no
puedes decirme qué hacer, ¿pensé que ya habíamos tenido esta conversación?
Caminó hacia el rincón de la habitación
donde estaba mi caballete y observó la pintura sin terminar que había allí. Su
tono cambió. —Creo que no deberías estar sola esta noche después de las
noticias que recibiste, y mi casa tiene un cuarto para invitados. Voy a
sentirme mejor sabiendo que no estás sola.
Luchó con cada palabra que acababa de
decir; ahora me di cuenta que él tenía un tiempo difícil con las emociones.
—Está bien Peter, dame un minuto. —Asintió,
sin quitar en ningún momento su mirada de la pintura.
Tiré un par de cosas en un bolso y
caminé hacia donde estaba él, de pie junto al caballete. —Esto es lo que
estabas dibujado en Central Park, ¿verdad? ¿La novia y el novio frente a la
fuente?
—Sí, comencé a pintarla esa noche.
—Por lo que puedo ver, eres una artista
muy talentosa.
—Gracias Sr. Lanzani, ahora vámonos. —Sonrió
y tomó mi bolso; estaba lleno de sorpresas hoy.
Su penthouse te quitaba el aliento,
desde los suelos de mármol en el pasillo hasta las blancas paredes y grandes
ventanales. La sala de estar tenía un hermoso sofá de color gris oscuro, una
cuadrada mesa de madera en el centro y dos sillones de cuero, en un gris suave.
Largas cortinas colgaban desde el suelo hasta las ventanas del techo mientras que
el hogar de mármol era el punto central de la habitación. Imágenes en blanco y
negro colgaban verticalmente en las paredes en grupos de tres, con varias
escenas de ciudades de alrededor del mundo. Él vino detrás de mí mientras
observaba las imágenes.
—¿Te gustan estas?
Sonreí. —Sí, son hermosas. ¿Dónde las
obtuviste?
—Yo las tomé.
Giré mi cabeza, y la mirada en mi rostro
debe haberlo divertido porque empezó a reír.
—¿Tú tomaste estas? —Enfaticé cada
palabra.
—Te ves tan sorprendida Lali. La
fotografía es uno de mis pasatiempos.
—Bueno, ¿cómo iba a saber eso, Peter, si
te rehúsas a contarme sobre ti?
Me quedé de pie allí y estudié las
fotografías. Sonreí porque en ese momento me di cuenta que teníamos algo en
común; los dos éramos artistas. Yo pintaba imágenes y él las tomaba.
—Tu casa es hermosa, ¿tú la decoraste?
—No, mi hermana lo hizo.
Lo miré, confundida. —¿Tienes una
hermana?
—Sí, y es diseñadora de interiores, hizo
este lugar y mi edificio de oficinas.
Moví mi cabeza hacia arriba y hacia
abajo, asintiendo. —Tengo la impresión de que el talento corre en la familia.
Rió mientras caminaba hacia su bar. —¿Bebida?
—preguntó.
—Un chupito de Jack por favor.
—¿Estás segura? —Sus ojos se ampliaron.
—¿Por qué? ¿Eso te sorprende?
Cogió un vaso de chupito. —No, bueno,
tal vez sí; sólo que no conozco a ninguna mujer que beba chupitos de Jack
Daniels completos.
Me alcanzó el vaso y lo sostuve arriba. —Sí
lo estás. —Lo bebí completo mientras quemaba su camino hacia abajo, pero se
sintió bien Creí que usted no hacía pijamadas Sr. Lanzani.
Me miró y sonrió. —No lo hago Srta.
Esposito. Nunca lo hice, pero esta noche hice una excepción por una amiga. —Enfatizó
la palabra amiga—. Porque sentí que ella no debería estar
sola. —Llenó otro chupito y me entregó el vaso.
—¿Otro más? —preguntó.
—¿Estás tratando de emborracharme?
Me miró de esa ardiente manera que hacía
que mi cuerpo doliera.
—¿Debería?
Bebí el trago y me senté en el sofá.
Peterr caminó con su vaso de escocés y se sentó junto a mí. —¿Estás bien? —preguntó.
Levanté la vista hacia él y suspiré. —Estoy
bien, sólo pensaba cómo voy a ser capaz de visitar la tumba de mis padres
cuando vuelva a Michigan.
Lo observé, sus ojos azules mirando a
unos verdes y hablando seriamente. —Cuando muera, no quiero un funeral. No
quiero a la gente mirando mi cuerpo y llorando por mí. Quiero ser cremada y que
mis cenizas sean esparcidas alrededor de París.
Peter se me quedó viendo y me dio una
mirada irritada. —Deja de hablar así; tienes muchos años para decidir qué
quieres.
—Peter, es en serio, quiero que la gente
beba y celebre en mi memoria. Que recuerden los buenos tiempos, no que lloren
por mi muerte.
—Está bien, tienes que parar porque
estás hablando como si fueras a morir mañana.
—Nunca sabes que traerá cada día, es por
eso que digo que nada dura para siempre.
—Bien, creo que el Sr. Daniels te ha
hecho efecto, vamos a dormir un poco, tengo que trabajar en la mañana.
Subimos las escaleras y me mostró mi
habitación. —Buenas noches La, duerme bien —dijo mientras caminaba fuera, hacia
su habitación.
—Buenas noches Peter.
Me cambié en mi camisa para dormir y
trepé en la confortable cama tamaño King que ocupaba el lugar. Absorbí la
lujosa sensación de las sábanas de satén mientras observaba alrededor a la
clásicamente decorada habitación. Las paredes color pardo con molduras talladas
eran asombrosas. Había una cómoda beige con
un gran espejo redondo sobre él y mesas de noche a juego a cada lado de la
cama. La gran ventana tenía libreros empotrados en cada lado
con un asiento que estaba
cubierto con el mismo material que el
edredón de la cama. Podría acurrucarme aquí y quedarme por siempre
residiendo en su belleza y comodidad.
“Recibí
terribles noticias hoy. Mi primo llamó antes; mi tía y tío murieron en un
accidente automovilístico. Voy a estar yendo a Michigan en un par de días para
el funeral. Quería que supieras así no te preocupabas”
“OMD, lo siento tanto, ¿quieres que
vaya hacia allá? No deberías estar sola.”
“Estoy bien, y estoy quedándome
donde Peter esta noche; estaba conmigo cuando recibí la llamada.”
“¿En serio La? ¿Qué demonios está
ocurriendo entre ustedes dos? ¿Te acostaste con él?”
“¡NO! Sólo somos amigos, y estoy
quedándome en el cuarto de invitados.”
“Cierra la maldita boca y métete
en la cama de ese hombre, deja que te haga olvidar todo lo malo, al menos por
esta noche.”
“LOL, buenas noches Candela, me
mantendré en contacto.”
“¡Vive La! ¿Has escuchado alguna
vez de los amigos con beneficios? Buenas noches…”
Ella tenía razón, cuando estoy con Peter
él hace que olvide todo lo malo, pero lo irónico es que él es lo malo para mí.
Uno de nosotros tendrá el corazón roto por el otro, y no puedo tener eso en mi
vida en este momento.
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