jueves, 24 de julio de 2014

Capitulo17

Capitulo 17


Entré en mi frío apartamento y fui directamente a mi habitación a empacar mis cosas. —Puedes usar la cocina, no hay mucho, pero si puedes encontrar algo, es tuyo —grité. Agarré las ropas que necesitaba del closet y las doblé prolijamente en mi maleta. Alcé la vista y vi a Peter parado en la puerta, con un brazo apoyado en la jamba.

—¿Por qué le mentiste a ese doctor y le dijiste que habías tropezado con algo en el pasillo?

Oh mierda, no lo iba a dejar pasar. Miré hacia abajo y continué empacando. —No lo sé, no le iba a decir que me desmayé, luego haría un gran problema de eso y querría hacerme un montón de exámenes, eso es lo que hacen los doctores.

—Dijiste que tomaste un baño demasiado caliente.

Me detuve y lo miré, ahora estaba irritada seriamente. —Lo hice Peter. Ahora déjame en paz de una jodida vez. Hablas de mí haciendo un montón de preguntas, es diferente cuando se trata de ti ¿cierto? —Mi voz se alzó.

Caminó hacia mí y puso sus manos en mis hombros. —Lo siento, no quería enojarte.

Mi primer error fue mirar sus hermosos ojos verdes, porque antes de darme cuenta, estaba acunando su rostro en mi mano y quería besarlo desesperadamente, probarlo y sentirlo. Estaba vulnerable en ese momento, y por un segundo, no me importó; todo lo que sabía era que lo necesitaba en todos los sentidos en que una mujer necesita a un hombre.

Entonces la realidad me golpeó. —Siento haber alzado la voz, estoy cansada.

Dejé su rostro y giré para cerrar el maletín. Atrapó mi brazo, me volteó hacia él y me envolvió en sus brazos, en un cálido abrazo. Era el primer abrazo real que compartíamos. Sus brazos eran fuertes y me hacía sentir a salvo. Cerré los ojos mientras inspiraba su esencia que me debilitaba y excitaba. No dijo una palabra, y se sintió como una eternidad el estar el uno en brazos del otro. Él rompió el abrazo y se dio media vuelta como si hubiera hecho algo mal. —Debemos irnos.

De pronto me di cuenta de algo; nunca llegué a mi trabajo para avisar. Sacudí la cabeza y suspiré.

—¿Qué pasa? —preguntó Peter.

—Estaba de camino a la disquera para avisar y me di cuenta de que nunca llegué.

—Avisa, ¿por qué estás renunciando? —Peter tomó la maleta y salimos a la sala. Mi rostro se encendió cuando estuve a punto de darle las buenas noticias.

—Olvidé decírtelo por completo, mis pinturas se vendieron, las tres — dije excitada—. Ahora el dueño quiere contratarme a mí y a mis pinturas y eso es un trabajo de tiempo completo.

Me sonrió. —Eso es genial Lali, felicidades.

Mientras agarraba las últimas cosas, mi teléfono sonó; era mi prima Debbie. Le pedí a Peter que tomara algo en qué apuntar de mi escritorio para poder anotar la dirección y el nombre de la funeraria. Tomé la información y colgué. Volteé justo cuando Peter miraba la lista de cosas que guardaba en el escritorio.

—¿Qué es esto? —preguntó casualmente.

Caminé hacia él y la tomé. —Sólo una lista de cosas que me gustaría hacer en mi vida. La escribí después de que Benjamin se mudara, algo así como un nuevo comienzo en la vida.

Me miró del modo en que sólo él podía hacerlo y dijo—: De acuerdo, ¿lista para irte?

Cerré el apartamento y me dirigí a la limosina. Llamé a mi jefe en la compañía disquera y le expliqué lo que había sucedido y cómo estaba en camino de dar la noticia. Le expliqué lo mucho que me gustaba trabajar ahí, pero mis pinturas se convertirían ahora en mi trabajo a tiempo completo. Él me felicitó y me dijo que si alguna vez necesitaba un trabajo, me aceptaría de vuelta.

Cuando llegamos al penthouse de Peter, él llevó mis maletas arriba. Lo seguí y me dejé caer en una gran y confortable cama.

Me miró. —¿Te gusta esta cama?

Le sonreí. —Sí, es la más confortable en la que he dormido.

Sostuvo su mano para ayudarme a levantarme. —¿Te gustaría algo de comida china?

Sonreí mientras mi estómago gruñía. —Suena delicioso.

Nos encaminamos a la cocina donde Peter abrió uno de los mostradores, sacó un menú y se sentó en una de las banquetas del bar, junto a mí. —¿Qué te gustaría?

Me incliné y su aroma me llenó de excitación. Quería responder, te quiero a ti, pero eso no sería un buen movimiento. —Me gusta casi todo, escoge tú.

Me miró. —¿Puerco agridulce, arroz frito con pollo, carne mongol y rollitos de primavera?

—Eso es un montón de comida señor Lanzani, ¿vendrá alguien?

—No, me aseguraré de que comas.

Rodé los ojos y luego puse la mano sobre la herida. —Ouch.

Me sonrió. —Deja de rodar los ojos, no va a doler.

—Entonces no me hagas rodar los ojos y lo haré.

Rió y agarró su teléfono para hacer la orden. Sirvió vino para ambos y me guió hacia la sala, donde nos sentamos en un sillón. La chimenea estaba encendida y calentaba la habitación agradablemente. Me senté con una pierna bajo la otra y lo miré.

—Quiero saber más de ti Peter Lanzani.

Parecía sorprendido mientras respondía—: ¿Qué hay para contar?

Inhalé con profundidad. —Somos amigos, ¿cierto?

Asintió. —Por supuesto que lo somos.

—Los amigos saben cosas unos de otros. No tienen que ser cosas íntimas o muy personales, pero quiero saber sobre el lugar del que provienes, tu familia o hasta tu negocio. En todo el tiempo que hemos pasado juntos, nunca me has dicho nada de tu familia más allá de saber que tienes una hermana que es diseñadora de interiores. Sabes un montón de cosas sobre mí y yo no sé nada de ti. Siento como si esta amistad fuera unilateral, Peter.

Me miró mientras bebía su vino, estaba siendo cauteloso con lo que me iba a decir. Se sacudió el cabello. —Tienes razón, y lo siento, sólo que no me gusta hablar de mi vida con nadie. No es que sea una mala vida; es que soy una persona demasiado personal y me gusta de ese modo. —Miré hacia abajo, decepcionada, mientras se inclinaba y tomaba mi barbilla en su mano. La alzó, así que pude mirar sus ojos—. Dame algo de tiempo; esta cosa de la amistad es nueva para mí. Necesitas comprender que nunca he sido amigo de una mujer con anterioridad.

El pensamiento de la hermosa mujer alta se coló en mi mente mientras decía aquello y mi gran bocota soltó—: Pero dijiste que tú y esa mujer con la que siempre estás son amigos, así que tienes otras mujeres que son amigas, ¿cierto?

Me miró fijamente. —Es diferente y prefiero no discutirlo ahora.

La campana de la puerta sonó y se levantó a atender. Me quedé allí sentada, preguntándome qué demonios estaba haciendo. ¿Estaba jugando un juego? ¿Yo era su juego? ¿Me usaba para probar algo? Regresó con la comida china, platos y cubiertos.

—¿Me das los palillos, por favor? —pregunté. Buscó en la bolsa, sacó un par y me los entregó—. ¿Qué estás haciendo? —le pregunté mientras comenzaba a servir comida en su plato y el mío.

—Um, ¿sirviendo la cena? —Me miró con el rostro de “eres tonta”. Sacudí el dedo de lado a lado.

—Déjame a mí —dije y le quité los cartones—. Agarra tus palitos —le dije.

—No sé usarlos, nunca he podido entender cómo van.

—Entonces te enseñaré.

—Lali, sólo comamos.

—Comeremos, pero a mi modo —sonreí.

Suspiró y sacó otro par de palitos de la bolsa. Tomé el contenedor el puerco agridulce insertado en palitos y agarré un pedazo. —¿Ves? Fácil. —Si las miradas mataran, ya estaría muerta.

Tomé sus palitos y los coloqué adecuadamente entre sus dedos. El sentimiento de su suave piel envió escalofríos por mi espalda. Guié sus palitos dentro del cartón y lo ayudé a sacar un pedazo de puerco. Me miró y sonrió.

—Ves, no es difícil con el entrenamiento adecuado.

Tomé un pedazo de carne y lo llevé a su boca mientras él sonreía. Estaba disfrutando esta nueva manera de comer comida china aunque nunca lo admitiría. Aún tenía problemas, pero se las ingenió para coger un pedazo de puerco y llevármelo a la boca. Se rió y agarré los palitos entre mis dientes, rehusándome a soltarlos. Este momento que compartíamos se sintió tan cómodo, que me asustó como el demonio.

Cuando terminamos de comer, con su pulgar masajeó el área alrededor de mi herida. —¿Te duele? —preguntó.

—Ya no —respondí mirando hacia abajo. Su roce me estaba matando.

Revolvió el calor en mí, el que ni siquiera sabía que existía. Benjamin nunca me hizo sentir del modo en que Peter lo hace, y eso me molestó. No debería tener estos sentimientos por él; somos amigos y es todo lo que podemos ser. Creo que nos conocimos por una razón, pero aún tengo que averiguar por qué.

—¿Qué estás pensando? —preguntó suavemente. Tomé su mano y la quité de mi cabeza, sosteniéndola frente a mi rostro mientras la besaba suavemente. Pude sentirlo tensarse mientras su respiración se hacía pesada, pero no quería y no lo dejaría soltarse.

—Sólo pensaba lo afortunada que soy por tener un amigo como tú—sonreí.

Sonrió y retiró la mano. —Necesitamos levantarnos temprano en la mañana; debemos descansar algo.

Me levanté y me encaminé hacia arriba. —¿Quieres una pastilla para el dolor? —gritó desde la cocina.

—No, estoy bien —respondí. Me puse mi ropa de dormir y me metí bajo las absurdamente cálidas mantas. Estaba mirando mi teléfono cuando Peter tocó la puerta. —Entra. —Entró en la habitación, vistiendo la parte inferior de un pijama de seda gris que colgaba de sus caderas. Su torso me enfrentó mientras mis mariposas se despertaban e incendiaban mi sangre.

Se sentó en la silla y se reclinó—. ¿Qué estás haciendo? — pregunté.

—¿Descansando?

—¿Aquí?

—Sí, ¿tienes algún problema con eso? —El único problema que tenía era intentar mantener mis manos lejos de él y evitar llegar a algo más.

—Sí, lo tengo, señor Lanzani.

Se sentó y me miró. —¿Por qué? Los doctores dijeron que tenían que vigilarte por si había una conmoción. ¿Cómo se supone que lo haga si estoy en el dormitorio al otro lado del pasillo?

—Estoy bien, además, no puedes dormir bien en esa silla. Estarás adolorido en la mañana y tenemos una jornada de diez horas hasta Michigan.

—Órdenes de los doctores, señorita Esposito, así que lidia con eso. No te vas a salir con la tuya en esta.

—Ahora me estás haciendo sentir mal. —Inhalé profundamente y quería crucificarme por lo que estaba a punto de decirle—. Al menos duerme en la cama.

Sus ojos se abrieron. —No creo que sea una buena idea Lali.

—¿Por qué no? Somos amigos. Candela y yo dormimos en la misma cama cuando tenemos pijamadas, y mi cama es pequeña comparada con esta. Tú tienes tu propio lado ahí —señalé—. Si no lo haces, entonces me iré y sabes que lo haré.

—No te vas a ningún sitio y no voy a dormir en esa cama.

Quité las mantas, salí de la cama y comencé a ponerme mis pantalones de yoga. 

Peter saltó de la silla y atrapó mi brazo. —Detente Lali, necesitas descansar. —Su voz sonaba enojada y su rostro lucía irritado. Inhaló profundamente—. De acuerdo, dormiré en la cama, pero por favor, regresa y deja esos pantalones.

Le sonreí y trepé de vuelta en la cama. Él caminó hacia el otro lado, trepó y se volteó hacia al lado contrario. —Eres la persona más obstinada y desafiante que he conocido nunca Lali Esposito.

Sonreí y cerré los ojos. —Eso me han dicho Señor Lanzani. Buenas noches.

Aun cuando no podía verlo, podía sentirlo sonreír. —Buenas noches Lali.

6 comentarios:

  1. Ahhhhh!!!!
    Lo que pensó a Lali es por su enfermedad vdd?!!
    Ahh ammm Peter siente algo por Lali a mi no me engaña!!
    Y Lali ya hasta lo acepto y obvio que ofensa que esta mal!!
    Vana sur. ir juntos y después el viaje que pasará?!

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  2. La amoo, me encanta la novee continuala plis

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  3. Aaah me muero!!, esta cada vez mejor!. Espero por más :)
    Jenny

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  4. Lali lo está cambiando d a poquito con su forma d ser.

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