viernes, 18 de julio de 2014

Capitulo 8

 Capitulo 8



Pasé los siguientes días yendo a trabajar y haciendo voluntariado en el comedor. Llegó el sábado, y fue un hermoso día de septiembre. Candela llamó y me preguntó si quería ir de compras con ella, pero le dije que ya tenía planes. Claro que no estuvo contenta con mi respuesta, pero yo me iría a Central Park.

Al crecer, solía escapar de mi casa y encontrar un lugar tranquilo para sentarme y dibujar. Eran las únicas ocasiones que no me sentía sola. Me gustaba dibujar y pintar imágenes de los lugares donde podía ir y esconderme. Mi padre solía decirme que heredé mi capacidad artística de mi madre. Pensaba en ella casi todos los días y como mi vida sería diferente si ella no hubiera muerto, pero como he dicho, nada dura para siempre, puedes apañártelas o dejar que eso te mate. Tomé mi cuaderno de dibujo y lápices y me dirigí hacia la puerta. El paseo hacia Central Park no fue largo, y disfruté del aire fresco, me hacía sentir viva.

Desde que me trasladé a Nueva York, he pasado mucho tiempo en el Central Park que en cualquier otro lugar. Los parques estaban llenos de niños jugando en el cálido sol. Me dirigí al Conservatory Garden. Los árboles de magnolia y lila llenaban el aire, lo que proporcionaba un efecto calmante y tranquilizante. Era fácil para mí escapar del mundo y disfrutar de la belleza de los jardines. Era como un santuario para mí, un lugar donde podía ir y dibujar cualquier cosa.

Me senté en el banco y noté a una novia y novio a mí derecha, fotografiándose junto a la fuente. Ella estaba hermosa en su vestido de novia blanco, y él era igual de guapo en su esmoquin negro. Parecían felices. Sonreí, este era el lugar perfecto para casarse y eso haría el cuadro perfecto.

Los dibujaba cuando mi teléfono sonó. Miré el número desconocido e ignoré la llamada. Un segundo después, el móvil sonó de nuevo mostrando el mismo número. Estoy segura que quien fuera se equivocó de número, por lo que respondí para decirle que dejara de llamar. Me quedé helada cuando escuché la voz en el otro extremo.

—Hola, señorita Esposito, ¿disfrutando de Central Park? —Empecé aponerme con los pelos de punta mientras miraba alrededor de lado a lado y luego detrás de mí, ahí fue cuando vi a Peter caminando hacia el banco en el que yo me encontraba sentada.

—Soy Peter Lanzani, y parece que usted está por… —Colgué mientras se me acercaba.

Me quedé sin aliento cuando lo vi. Tenía una manera de lograr eso y lo odiaba. Llevaba un par de pantalones de color caqui y una camisa abotonada blanca de algodón con las mangas rodadas hasta los codos. Su cabello, como de costumbre, estaba perfectamente despeinado, y su piel bronceada brillaba en la luz del sol. Le fruncí el ceño mientras se sentaba a mi lado.

—¿Qué? —preguntó.

—¿Cómo consiguió mi número? No recuerdo habérselo dado.

—Tengo mis maneras de conseguir información sobre cualquiera, señorita Esposito.

—Así que, ¿es un acosador, entonces?

Echó la cabeza hacia atrás y rió. —No, Lali, no soy un acosador.

Sólo quería su número en caso de que necesité que me ayude a volver a casa una noche. —Lo miré, pero estaba sonriendo secretamente por debajo.

—¿Cómo sabía que yo estaba aquí?

—Nico señaló que te vio caminando por la calle, y le pedí que se detuviera.

—¿Por qué? —pregunté con curiosidad. Frunció los labios y me di cuenta de que estaba irritado con mis preguntas.

—No sé, supongo que pensé en saludarla.

—Si así fuera el caso, podrías sólo haber llamado, ya que tiene mi número y todo.

Él suspiró pesadamente. —Señorita Esposito, basta de preguntas, por favor.

Me reí en silencio, comenzaba a cabrearlo nuevamente y me encantaba.

—¿Puedo preguntarle una cosa más? —Me miró y frunció el ceño. Dios, era sexy cuando hacía eso. Era un pecado observarlo.

—¿Qué es?

—¿Podrías, por favor, dejar de llamarme señorita Esposito y llamarme Lali?

Él sonrió y ladeó la cabeza. —Sería un placer, Lali . —Me gustó la forma en que mi nombre rodó por su lengua.

Peter miró a mi libreta y vio el garabato de dos personas en él.

—¿Qué estás dibujando?

—La novia y el novio de allí —señalé.

—¿Por qué?

—¿Y por qué no? Son una linda pareja, y creo que sería una buena pintura. Voy a llamarla Una Bodaen el Central Park.

—¿Y qué te hace pensar que alguien compraría eso?

Rodé los ojos ante su brusquedad, sabía que era sólo cuestión de tiempo.

—La gente ama las bodas y cualquier pareja que se haya casado aquí la compraría como un recuerdo del comienzo de su vida juntos.

Peter levantó la barbilla. —Todo eso es basura, si me lo preguntas.

—¿Qué cosa? —Le pregunté mientras lo miraba con confusión.

—Las bodas, comenzar una vida en común, las relaciones, todo eso, tu misma dijiste que nada dura para siempre.

Me quedé sorprendida con sus palabras y su odio hacia las relaciones. Podía ver el dolor en sus hermosos ojos verdes, él debió haber sido gravemente herido. Bajé la mirada y continué el dibujo.

—Bueno, mucha gente cree en y vivieron felices para siempre y las relaciones de cuento de hadas, no les quitaré el gusto por ello.

—¿Crees en algo de eso? —preguntó.

—No sé, creo que una vez lo hice, pero ya no estoy tan segura — Continué dibujando.

Él alargó su mano y suavemente me agarró la muñeca, dándole vuelta y frotando apaciblemente la cicatriz con el pulgar. Yo quería apartarme, pero su toque me congeló, era tan cálido y suave, y envió fuego a través de mi cuerpo.

—Háblame de estas cicatrices —dijo en voz baja.

Mi corazón empezó a correr cuando él la soltó y dejó caer la mano en mi libreta. Me quedé mirándolo, ¿por qué le importaba? No lo he conocido lo suficiente como para compartir mis secretos, diablos, no lo conozco en absoluto.

—Cometí un error, era joven y estúpida, eso es todo.

—Todo el mundo es joven y estúpido de vez en cuando, pero no tratan de quitarse la vida —espetó. Era casi como si lo tomara como algo personal. Suspiré y mantuve la calma.

—Peter, no me conoces y no sabes nada de mí. No somos amigos, recuérdalo, lo que pasó en mi pasado no es asunto tuyo —Le dije. Lo puse en su lugar y cortésmente le dije que retrocediera.

—Pido disculpas —dijo mientras miraba al frente.

Comencé a sentirme un poco avergonzada por mi tono. Me levanté de la banca. —Me muero de hambre, ¿quieres un perrito caliente?

—No, no quiero un perrito caliente, si tienes hambre te llevaré a un restaurante adecuado para almorzar.

Me reí cuando me volví de espaldas a él y comencé a alejarme. — Como quiera, señor Lanzani, pero yo iré a buscarme un perrito caliente en el puesto de salchichas. —Le oí murmurar algo en voz baja, y antes de que lo supiera, caminabaa mi lado.

—¿Alguna vez escuchas a alguien?

—No, yo hago lo que quiero.

—Me doy cuenta —murmuró en voz baja, creyendo que no le escuché, pero lo hice. Casualmente sonreí y seguí caminando. Llegamos al vendedor de salchichas, y miré a Peter.

—¿Quieres uno?

Él frunció el ceño y gruñó al vendedor—: Deme dos perritos calientes.

Agarré mi perro caliente y me disculpé con el vendedor, le susurré—: Está enojado porque estoy obligándolo a comer una salchicha cuando quería una comida de lujo.

El vendedor y yo nos reímos cuando Peter caminó hasta una mesa de madera. Me acerqué a la base de condimentos y cubrí mi perro caliente con pepinillos, cebollas, salsa de tomate y mostaza. Tomé un montón de servilletas y me senté junto a Peter en la pequeña mesa de picnic. Miró a mi perro caliente y luego me miró con disgusto en sus ojos.

—Eso es asqueroso —dijo mientras tomaba un bocado de su simple perro caliente.

—Asqueroso, de ninguna manera, esto es el cielo —Tomé un buen bocado y lo miré mientras masticaba.

—Te das cuenta de lo malo que es para ti, ¿verdad?

Levanté mi dedo. —Sólo se vive una vez, saca lo mejor de ello.

Trató de contener una sonrisa, pero lo vi y me hizo sonreír de nuevo. Empujé mi salchicha hacia él.

—Toma, ten un bocado.

—No, quita esa cosa de mi cara —Frunció el ceño.

—No hasta que tomes un bocado, Peter, entonces podrás juzgar si es asqueroso.

Seguí moviendo el perro caliente más cerca de su boca mientras rodaba sus ojos y finalmente le dio un mordisco. Él masticó, y yo reí de la gotita de salsa de tomate que tenía en la comisura de la boca. Tomé una servilleta y lo limpié. Al instante, puso su mano en la mía como si quisiera alejarla, pero no lo hizo y me miró con miedo en sus ojos. Aparté la servilleta y sonreí como si no hubiera notado su reacción.

—Tenías kétchup justo allí, y no quería que te manchara la camisa.

Asintió. —Gracias.


5 comentarios:

  1. Otrooooo! Me hace acordar a 50 sombras

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    1. A mi también me recordaba a 50 sombras, pero ya ira cambiando jajajajaa

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  2. Jajjajaja cierto es vdd con las demás opino lo. Mismo jajaja y a parte estoy leyéndolo de nuevo jaja
    Ammm a ver el sabe todo es millonario y así ok!!
    Lali que le paso?!!! Porque la cicatriz?!!
    El es super elegante jajajja me encanta como Lali lo. Saca de sus casillas!!!
    Maas me gusta demasiado!

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  3. K borde es Lali,sabe muy bien como desestabilizarlo!!!

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