viernes, 25 de julio de 2014

Capitulo 19

Capitulo 19



Habíamos estado conduciendo por cuatro horas cuando Peter salió de la autopista y se detuvo por gasolina. —Voy a llenarla, y luego buscaremos algo para comer —dijo mientras salía del auto. Salí y caminé alrededor estirando mi espalda y piernas. Me acerqué a la gasolinera donde Peter bombeaba gas y le di un beso en la mejilla.

—¿Por qué fue eso? —preguntó.

—Es sólo un gracias por decirme acerca de tu familia. —Me dio esa sonrisa suya derrite corazones.

—Iré a la tienda por un par de cosas.

Entré a la tienda y me dirigí directamente a la góndola de los dulces. Escaneé las filas tratando de decidir que quería cuando Peter se acercó por detrás. —¿Vas a llenar tu cuerpo con esta basura? —preguntó.

Me volví rápidamente para enfrentarlo, y una ola de mareos cayó sobre mí mientras me tropezaba hacia él y me atrapaba. —Lali, ¿estás bien?

Sostuve mi cabeza. —Estoy bien. Simplemente me mareé. —Me sostuvo hasta que pasó.

—Sabía que deberíamos haber esperado un día más antes de irnos. No estás lista para viajar todavía, y necesitas descansar más.

Me estaba sintiendo mejor y podría haber levantado mi cabeza de su pecho, pero me gustaba donde estaba. —Peter, deja de ser protector, estoy bien, probablemente sean las pastillas para el dolor que tomé —mentí; nunca tomé ninguna, pero no lo quería preocupándose por mí.

—Bueno, nos encontraré un hotel, y nos detendremos a descansar por el resto del día. Continuaremos mañana a primera hora. Estaremos en Michigan con un montón de tiempo para el funeral.

—Está bien, pero obtengamos algo para comer y vamos a conducir durante un par de horas más antes de detenernos para la noche. Ve a tomar una de esas pequeñas canastas de por allá —le dije a Peter mientras apuntaba hacía la puerta.

—No vas comprar tanto realmente, ¿verdad?

—Está bien Sr. Lanzani, si quieres saber la verdad estoy en mi síndrome premenstrual.

Dio un paso atrás y levantó sus manos. —Guau, has dicho suficiente.

Sonreí mientras tomaba una bolsa de Fritos, Cheetos, una barra de Hersey (tamaño grande), una barra de Twix, un paquete pequeño de donas de chocolate, 3 latas de Coca-Cola, una bolsa de pequeños pretzels y un tarro de Nutella. Peter miró en la canasta y luego a mí con una mirada de horror en su cara.

—Oye, fuiste tú el que quiso llevarme en este viaje. Sólo estoy tratando de mantener la paz, ya que sin estos alimentos para una mujer en esta época del mes —moví mi mano—, bueno, realmente no quieres saber.

Puse la canasta en el mostrador. La cajera escuchó nuestra conversación, miró hacia Peter y dijo—: Confía en ella; nosotras las mujeres somos dos hojas del resumen de la locura cuando se trata de nuestro tiempo especial.

Él sólo se quedó allí y nos miró a ambas, sin poder hablar, mientras ella pasaba por la registradora la comida. Me dio el total, y miré a Peter.

Él me miró confundido. —¿En serio? ¿Quieres que pague por esta basura?

La cajera se inclinó sobre el mostrador y lo miró directo a los ojos. Recuerda, dos hojas del resumen de la locura.

Sacó su billetera y pagó mientras murmuraba por lo bajo. Tomó la bolsa y salió. Miré a la cajera y choqué los cinco con ella. —Gracias.

—Nosotras las chicas necesitamos estar unidas —dijo ella. Salí de la tienda sonriendo mientras él se sentaba en el auto esperando por mí.

Nos dirigimos nuevamente a la interestatal mientras me miraba.

—¿Qué? —sonreí.

—Estás loca; sólo quería que lo supieras.

Me reí. —Oh, cariño, lo sé, pero te prometo que sólo será por unos días.

Sacudió la cabeza, y vi cuan duro trataba de luchar con una sonrisa. Vimos señales de algunos restaurantes en la interestatal. Iba a ser cortés y dejarlo decidir dónde quería comer. Tomó la siguiente salida, y entramos en el paraíso de los restaurantes.

—Haga su elección Sr. Lanzani, la decisión es suya —dije mientras movía mi mano en círculos.

—¿En verdad no te importa donde comamos?

Lo miré e incliné mi cabeza. —No, elige el que quieras, me gusta casi todo.

—Está bien, entonces —sonrió—. Hay un restaurante de mariscos por allá.

Presioné mis labios y no dije nada. No me gustaban los mariscos, pero dije que era su elección, y si eso es lo que él quería es lo que tendríamos.

Deben tener algo que no tenga mariscos. Bajamos del auto mientras él sostenía su brazo hacia mí. Puse mi brazo alrededor del suyo mientras entrábamos en el restaurante.

—Guau —dije mientras echaba una mirada alrededor a los tiburones y el pez espada montados en las paredes. Una linda rubia se acercó a nosotros y dijo que había una espera de 30 minutos, lo que era mi oportunidad de salir pitando de aquí. No me gustaba mirar a esas cosas colgadas en las paredes; son aterradoras.

—Treinta minutos es mucho tiempo para esperar Peter; quizás deberíamos ir a otro lado.

Me miró sonriendo. —Treinta minutos no es nada, y el tiempo pasará volando. Ve a mirar a las langostas por allá.

Me estremecí porque odiaba verlas en los tanques de cristal, moviéndose sin saber que estaban por ser arrojadas a una olla de agua hirviendo. Me agarró de la mano y me llevó a la barra. —Nos sentaremos aquí y tomaremos algo hasta que nos llamen.

Me senté en el taburete mientras la camarera, una mujer muy atractiva con cabello castaño largo y rizado y grandes tetas, se acercó a nosotros, pero sólo hizo contacto visual con Peter. Se inclinó sobre la barra, sin siquiera notar que estaba sentada justo al lado de él, y con su top de corte bajo y su escote saliendo dijo—: ¿Qué va a ser, guapo?

Él le dio una sonrisa coqueta y se apoyó en más cerca. —Quiero sexo con la camarera. —Di un grito ahogado, y con una mirada de horror en la cara, lo miré.

—Un sexo con un camarero viene enseguida. —Le guiñó un ojo.

Él me miró mientras apretaba la mandíbula y tomó una respiración profunda. No podía creer que había hecho eso y delante mío. Mordí el interior de mi mejilla y medité.

—Ummm, cariño, cuando termines su bebida no te olvides de traer esas deliciosas tetas por aquí —sonreí. La mirada en el rostro de Peter no tenía precio después de esa declaración.

—Lali, ¿qué diablos estás haciendo? —susurró.

—¿Qué? ¿Te estoy avergonzando Sr. tendré sexo con la camarera?

Ella volvió y le dio su copa, me miró y de manera irritada me preguntó qué quería. La miré e hice una mueca. —¿No crees que es justo que me des el mismo tipo de servicio que le estás dando? ¿Por qué ha de ser él el único que llegue a ver tus tetas? También me gustan.

Peter arrojó algo de dinero en la barra y se puso de pie. —Vamos cariño, creo que nuestra mesa está lista.

Sonreí y le guiñé un ojo mientras ella me daba una mirada asesina y se alejó. Peter se inclinó hacia mí y susurró en mi oído—: Buen punto, niña mala.

—Lo adoras Sr. Lanzani y lo sabes. —Sonrió mientras la mesera nos mostraba nuestra mesa.

Abrí el menú y adivina qué, ningún ítem sin mariscos existía. Mierda, pensé para mí misma. ¿Qué iba a ordenar? Bueno, tengo un auto lleno de comida chatarra si se reduce a eso.

—¿Qué vas a pedir Lali?

Levanté la vista de mi menú y lo miré. —No estoy segura, estoy indecisa por el momento.

La mesera se acercó y pidió nuestras órdenes de bebidas. Peter habló antes de que pudiera decirle que quería un Cosmopolitan.

—Estoy bien, y ella va a pedir una Coca-cola.

Fruncí el ceño. —Quería un Cosmo, Peter.

—No después de ese pequeño truco, ¿quién sabe lo que la camarera le haría a la bebida?

Me reí y continué mirando el menú. Tan pronto como la mesera trajo mi coca-cola, nos preguntó si estábamos listos para ordenar. Peter cerró su menú y me miró. Miré a la camarera y mordí mi labio. Peter la miró. — Danos un minuto por favor. —Lo miré; creo que se dio cuenta que no me gustan los mariscos.

—No te gustan los mariscos, ¿verdad? —Me quedé mirándolo mientras me mordía el labio inferior—. ¿Por qué no dijiste algo? —dijo mientras pasaba una mano por su cabello.

—Bueno, quería que tuvieras lo que querías.

Me miró con esos hermosos ojos verdes y de repente se llenaron de maldad. No dijo una palabra, pero me estaba asustando mientras le hacía señas a la mesera para que volviera.

—Voy a pedir por ambos —dijo. Uh oh, ahora estoy en problemas.

—Vamos a empezar con una orden de calamares, piernas de cangrejo y una cola de langosta para cada uno de nosotros, también una orden de vieiras asadas.

La mesera me miró, y le dirigí una leve sonrisa. Peter cruzó sus manos y apoyó los codos en la mesa.

—¿Recuerdas los momentos en los que me hiciste comer cosas; pizza, perros calientes y no olvidemos el uso de los palillos?

Solamente lo miré. Dos pueden jugar a este juego.

—Sí, lo recuerdo y estoy bien con todo lo que ordenaste.

—Eso lo veremos —sonrió.

Me incliné sobre la mesa. —Eres un hombre despiadado, Peter Lanzani

Se inclinó más cerca hasta que estábamos cara a cara. —No tan despiadado como tú, querida. —Me senté de nuevo, sonreía y me deleitaba en el momento en que me llamó querida.

La mesera regresó y puso el calamar en el centro de la mesa. Lo miré a él y luego a Peterr. Saqué mi teléfono y busqué en Google Calamar; mis ojos se abrieron cuando apareció “Calamardo”. Levanté la mirada a Peter; se estaba riendo de mí.

—Lo buscaste en Google, ¿verdad?

Sacudí mi cabeza y tomé un sorbo de mi coca-cola. Su risa se calmó y me miró con cara seria.

—No tienes que comerlo, lo siento.

Tomé una respiración profunda. —No, está bien, y voy a intentarlo. Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que hiciste por mí. —Sonrió ligeramente mientras tomaba un trozo del plato y lo inspeccionaba.

—En serio, La, no lo hagas, sé que no quieres hacerlo.

Tomé un pequeño bocado y empecé a mascar, sus ojos me miraban fijamente mientras estaba comiendo el calamar y haciendo muecas. Sacó su teléfono y comenzó a tomar fotos de mí. —Este es un clásico —se rió. El calamar no era tan horrible como pensé que sería.

—Está bien, chico malo, trae el siguiente.

Peter echó la cabeza hacia atrás y se rió cuando la camarera trajo las vieiras y las colas de langosta. Pinché una vieira con mi tenedor y la sostuve en mi boca mientras él sonreía y tomaba una foto. La comí y para mi sorpresa, la disfruté. Levanté una cola de langosta e hice una mueca mientras tomaba una foto. Ambos nos reímos y hablamos a lo largo de la cena. Tengo que admitir que me gustó todo, esta nueva experiencia de mariscos está bien conmigo. Puse la mano en su pecho y la cabeza en su hombro mientras caminábamos hacia el Range Rover.


Conducimos hasta que encontramos un hotel. Sólo pasamos millones de ellos, pero el Sr. Pantalones Elegantes tiene que tener lo mejor, así que nos desviamos hacia el Ritz Carlton.

3 comentarios:

  1. Jajajaja me encanta como es su firma de coquetear por que me sorprende es lo que hacen!!!
    Ayayayaya ya quiero acercamiento!!!

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  2. Ayy!, recién me doy cuanta que hiciste maratón!. Gracias!. Me encanta ésta nove ;)
    Jenny

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  3. Menos mal k disfrutó d los mariscos,con lo riquísimos k están.

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