viernes, 25 de julio de 2014

Capitulo 18

Capitulo 18



Me desperté la mañana siguiente, y estaba sola. Me levanté y me dirigí al baño cuando oí gritos procedentes de la planta baja. Me acerqué un poco más cuando oí a Peter levantar la voz. —Eso es muy malo Martina, tengo que salir de la ciudad unos días por negocios. No, no puedo, no tengo tiempo. No te atrevas a venir por aquí, me voy. Te llamaré tan pronto como regrese. Sé que ha pasado mucho tiempo, pero no puedo evitarlo, he estado ocupado. No, ella no tiene nada que ver con esto, he estado trabajando. Martina, te prometo que nos juntaremos tan pronto como regrese. Te enviaré un sobre con Nico, hablaremos pronto.

Me sentí enferma del estómago, y mi corazón me dolía después de escuchar la conversación. Apoyé la cabeza en la pared y sentí el escozor de las lágrimas llenando mis ojos. Mi voz interior comenzó a gritar: “Detente La, detente, él es tu amigo. Sabías desde el principio que no podía ser más que una amistad. Sabías en lo que te metías y te lo advertí”. Miré el techo para contener que mis lágrimas cayeran.

Oí pasos subiendo las escaleras, así que corrí al baño y empecé la ducha. Hubo un golpe en la puerta.

—La, asegúrate que el agua no esté tan caliente —dijo Peter.

—No te preocupes, no lo está.

Me puse de pie en la ducha y dejé que el agua caliente cayera sobre mí. Iba a tener que poner fin a esto o distanciar esta amistad cuando vuelva a Michigan. Lloré en silencio mientras enterraba mi cara en el agua, ahogando mis penas. Apagué la ducha y salí, me envolví en una toalla y me di cuenta que no traje nada de ropa, excepto mi camisa de dormir que estaba tirada en el piso mojado. Abrí la puerta y salté cuando vi a Peter apoyado en la pared donde yo estaba.

—Mierda, me asustaste como la mierda, Peter. —Por no mencionar que estaba medio desnuda delante de él y la toalla apenas cubría mi trasero.

Me miró con hambre en sus ojos mientras se sonrojaba. —Lo siento, quería asegurarme que tu ducha no estuviera demasiado caliente. No quería que te marearas y te desmayaras otra vez. Tienes el hábito de no escuchar a nadie.

Rodé mis ojos y me dirigí a la habitación. —Ouch.

—Ves, te dije que no me rodaras los ojos, y no me escuchaste.

Le sonreí cuando cerré la puerta y me vestí. Cuando salí, él estaba en la cocina. Puso una taza de café y un plato con huevos revueltos, bacon, tostadas y patatas. 

—¿Hiciste todo esto?

—Claro que sí, ¿sorprendida?

Tomé un bocado de huevos. —Para ser honesta, lo estoy, no pensé que sabías cómo cocinar.

Se sentó a mi lado y comenzó a comer. —¿Qué tan difícil es cocinar los huevos? Además, puedo cocinar un poco. —Sonrió.

Quería comenzar la conversación que escuché antes, pero estábamos por salir en un rato más y no quería molestarlo.

—Así que, ¿te lastimé de alguna forma anoche? —pregunté.

Me miró y frunció el ceño. —No, de hecho, envolviste tus brazos a mí alrededor y comenzaste a frotar mi pecho y a llamarme Candela, yo estaba un poco encendido.

Abrí mi boca hasta que sonrió y supe que bromeaba. Intenté golpearlo mientras se reía y agarraba mis muñecas, sujetándolas y frotando mis cicatrices, mirándome directamente a los ojos. El ambiente no era juguetón, comenzó a ponerse serio.

—¿Mis cicatrices de verdad te molestan?

Dejó ir mis manos y se puso de pie, dejando su plato en el lavavajillas.

—Me entristecen, eso es todo.

—Por qué, Peter, ni siquiera te conocía cuando esto sucedió. ¿Por qué mis cicatrices te entristecen tanto?

Se mantuvo de espaldas. —Me entristece que alguien pueda pensar tan poco de su vida para querer hacer una cosa así.

Ese comentario dolió en lo profundo de mi centro y quería romperme a llorar. Se quedó mirando por la ventana, con las manos sobre el mostrador.

—Te dije por qué lo hice, y no era porque pensaba poco de mi vida. Lo hice para disminuir el dolor de mi padre, y como te atreves, Peter Lanzani.

Demasiado tarde, las lágrimas comenzaron a caer, y salí de la cocina. Vino detrás de mí y me tiró hacia él para abrazarme.

—Lo siento, no era mi intención, te juro que no lo era. Me pongo triste cuando lo veo porque me recuerda lo que pasaste. —Su voz es sincera y me di cuenta que lamentaba haber dicho eso.

Lo miré. —Está bien, olvidémoslo y salgamos.

Me limpió suavemente las lágrimas y puso su frente en la mía. —Soy un bastardo insensible. —Sonaba herido y roto. Esas palabras eran de dolor, y quería saber lo que le pasó en su vida que hizo que sea de esta manera.

Puse mi mano en su pecho firme. —Estás de suerte, soy un poco aficionada a los bastardos insensibles.

Sonrió y me dio un beso en la cabeza. —Vamos.

Tomamos el ascensor hasta el garaje y emprendimos nuestro viaje a Michigan.

El Range Rover era cómodo y era fácil instalarme en el asiento con mi iPod en la mano. Miré a Peter, su asiento estaba un poco inclinado hacia atrás. Tenía una mano en el volante y el otro brazo descansaba en la consola en el centro. La forma en que conducía era sexy y no podía dejar de mirarlo. Todo lo que este hombre hacía era sexy, incluso cuando trataba de controlarme.

Me miró. —¿Por qué me estás mirando?

—Me preguntaba acerca de Peter Lanzani, eso es todo.

Suspiró y volvió a mirar la carretera. Miré por la ventana y me puse mis audífonos. Apreté play y empecé a cantar cuando nos fusionamos en la U.S 1-9. Peter me dio un golpecito en el brazo. Me saqué mis audífonos y lo miré.

—¿Me vas a ignorar todo el camino? —preguntó.

—¿Me vas a contar un poco sobre Peter Lanzani? —Le sonreí de una manera arrogante.

Suspiró y sacudió la cabeza. Me di cuenta que lo hice enojar, así que me puse los audífonos otra vez. Me sacó los audífonos de mis oídos. —Oye, ¿qué demonios Peter?

Se rió. —Sácate estas cosas mujer testaruda y hablaré.

Sabía que ganaría, siempre lo hago, pero si llega a ser mucho para él, le diré que se detenga.

—El nombre de mi hermana es Eugenia, y tenía un hermano gemelo, Pablo.

Di un grito ahogado y mis ojos se abrieron. —¿Cómo demonios no me dijiste que tienes un gemelo?

Suspiró y me tomó la mano. —¿Vas a hacer un millón de preguntas o me dejarás terminar?

Giré mi cara pensando que decir. —Está bien, prometo no preguntar, continúa.

—¿Segura? —preguntó seriamente.

Negué con la cabeza e hice una señal de cremallera en mis labios.

Sonrió y continuó. —Pablo murió cuando tenía siete años de un virus que atacó su corazón. —Tragué saliva. Quería abrazarlo y confortarlo porque sabía lo difícil que era para él decirme.

—Mis padres tuvieron un tiempo difícil con su muerte y la forma de superarlo fue embarazarse de mi hermana. Cuando Eugenia tenía dieciocho, se embarazó de algún tipo cualquiera. Me preguntaste por qué mi empresa está involucrada con la caridad del autismo, es por el hijo de mi hermana de cinco años, mi sobrino es autista.

Puse mi mano sobre su pierna. —Lo siento Peter, no tienes que decir nada más.

Mi simpatía corría profundamente por él y mi estómago era un nudo por obligarlo a hablarme de su familia.

Puso su mano sobre la mía y me miró. —Está bien, quiero decírtelo. Mi padre construyó Lanzani Enterprises y comenzó a iniciarme cuando tenía alrededor de trece años. Trabajé duro, aprendí rápido, fui a Harvard y hace dos años él se retiró. Me entregó su compañía, y en estos dos años dupliqué las ganancias. Ahora ya sabes de mi familia.

—¿Qué hay de relaciones pasadas?

Sabía que estaba cruzando la línea con él, pero esperaba que se sintiera lo suficientemente cómodo ya que me hablaba de su familia.

Apretó sus labios y tomó una respiración profunda. —No hablaré sobre mis relaciones pasadas, no tiene sentido, lo que es pasado es pasado. No tengo novia y no quiero una.

Su comentario me hirió en el fondo, sólo escucharlo decir que no quiere una novia era desgarrador. Era lo mejor, sin embargo, ya que nunca podría ser su novia y él nunca podría ser mi novio. Me imagino que si me sigo diciendo eso, en realidad podría convencerme a mí misma.

—Por qué no, incluso si has sido herido antes, te levantas y sigues adelante. Todo el mundo ha sido herido por lo menos una vez en su vida, algunos más que otros, pero tú tomas la decisión de qué hacer con ese dolor. —Sonaba demasiado casual, y también quién era yo para hablar de todos modos.

—No es tan simple Lali, confía en mí.

—Por lo tanto, ¿no quieres casarte y tener hijos y hacer todo el asunto de la familia perfecta?

Me miró con tal seriedad que me sorprendió. —No, no quiero nada de eso y para citarte, nada dura para siempre.

Quería patearme a mí misma por decirle eso. Era verdad, pero no tenía la intención de tener una vida de soledad y miseria.

—Realmente tienes que dejar de citar eso, Peter, creo que tomaste el camino equivocado.

—Depende de la manera en que lo tomes, lo digo en serio, ya te dije que no tengo relaciones y quise decir eso.

Miré por la ventana. —Lo sé.

Empezaba a arrepentirme de pedirle que me hablara de sí mismo. Creo que era mejor sin saberlo, quizás no me habría dolido tanto.

9 comentarios:

  1. cual es el nombre de esta adaptacion, me suena conocida. MUY buena.

    ResponderEliminar
  2. QUIERO QUIERO QUIERO maraton

    ResponderEliminar
  3. eso, queremos maraton!

    ResponderEliminar
  4. Me encanta!. Si!, me sumo al pedido de Aldy, QUEREMOS MARATÓN!.

    Jenny

    ResponderEliminar
  5. me encantaaaaaaa.... maraton, maraton, maraton :) !

    ResponderEliminar
  6. Wiiii amo la nove!!!
    Ayy que onda con Martina?!!!
    Ohhhhh Pablo murió que feo y lo de el niño de Euge ay me dio cosita!!!
    Y es que Peter no cree en el amor!!
    Ay que feo pobre Lali y ella ya siente algo por el!!! Nskskskkskaka

    ResponderEliminar
  7. Xk pasaría Peter para no querer saber del amor,y menos para siempre.

    ResponderEliminar