sábado, 26 de julio de 2014

Capitulo 22 (Parte 1)




Nos montamos en el Range Rover mientras Peter buscaba hoteles en su GPS. —Si estás buscando lujo, entonces te sugiero el Suite Hotel Athenuem.

Me miró y sonrió. —Gracioso, eso es lo que mi teléfono me está diciendo. Puedo reservar la suite presidencial aquí en línea. —Hizo exactamente eso y luego me tomó la mano—. ¿A dónde quieres ir?

Llevé su mano a mis labios y suavemente la besé. —Necesito ir a visitar la tumba de mi madre y mi padre, no es demasiado lejos.

Marcó la dirección en su GPS mientras nos dirigíamos hacia el cementerio. Le pregunté si podíamos hacer una breve parada en la tienda de flores así podía recoger algunas.

Llegamos al cementerio. Dirigí a Peter dónde pudiera aparcar para que sea más fácil llegar a sus tumbas. Nos bajamos del coche. Tomé su mano y lo llevé a donde estaban enterrados mis padres. El aire era fresco para el final de septiembre. Recordé los días más calurosos en esta época del año.

Caminamos hacia las tumbas de mis padres que se hallaban una al lado de la otra.

—Mi padre se aseguró de comprar la parcela junto a donde estaba enterrada mi madre porque así podrían estar juntos para siempre. Amaba mucho a mi madre y él la consideraba su alma gemela, por eso cuando ella murió, una parte de él murió con ella.

Peter se arrodilló a mi lado y me dio un beso en la cabeza. —Eso es hermoso. —Puse las flores en la tumba de mi madre primero y luego mi padre. Peter se levantó—. Voy a darte algo de privacidad —dijo mientras caminaba a unos metros de distancia.

Me senté sobre la hierba y coloqué las flores sobre cada tumba. — Hola mamá, hola papá, no puedo creer que ha pasado más de un año desde que los visité por última vez. Mucho ha cambiado en el último año. Me mudé a Nueva York y empecé a vender mis cuadros en una pequeña galería de arte. Conocí a un tipo increíble allí, de hecho está aquí conmigo ahora. Sé que te gustaría papi. Es dulce, encantador, amable, muy sexy, y creo que haría cualquier cosa por mí.

Me incliné más cerca de sus tumbas y susurré—: Lo amo mamá y papá, por primera vez en mi vida estoy verdaderamente enamorada. Nos vamos a Michigan mañana, así que quería pasar por aquí y decir hola y hacerles saber que estoy bien. —Las lágrimas en mis ojos incrementaron.

Peter se acercó y puso sus manos sobre mis hombros—. Los amo mucho y los extraño. —Él me ayudó a levantarme mientras tomaba una respiración profunda y me compuse a mí misma.

Peter me tomó en sus brazos y me abrazó. —Eres demasiado joven para haber experimentado tanta muerte Lali, me duele saber lo que has pasado.

Mi pecho se empezó a apretar, y el pánico comenzó a asentarse. Necesitaba decirle mi secreto, pero estaba demasiado asustada de cómo iba a reaccionar. No podía perderlo, no ahora, lo amaba demasiado.

Permaneció a mi lado y se quedó mirando la tumba de mi padre. — Ni siquiera puedo imaginar perder a mis padres, especialmente a una edad tan joven. Me sorprendes Lali con tu fuerza, porque no sé si yo podría haberlo superado.

Salí de él y me agaché para sacar algunas hierbas que rodeaban el área de la tumba. —Eso es algo que uno decide si va a hacer. Puedes seguir adelante y tratar de vivir tu vida lo más normal posible, o puedes tomar la decisión de abandonar la vida y dejar que la tristeza te consuma. Soy una gran creyente del destino, y creo que Dios se llevó a mi padre para que su dolor y sufrimiento pararan, y pudiera estar con mi madre. — Me acarició el pelo y pasó el dedo por mi mejilla.

—Eres increíble, y no sé lo que hice para merecer tenerte en mi vida. —Besé sus labios fríos y sonreí mientras caminábamos de regreso al Range Rover y nos dirigimos al hotel.

Llegamos al hotel y tomamos el ascensor hasta el salón señorial. Podría acostumbrarme a esta cosa de Suite Presidencial. Peter se dirigió a la chimenea y la encendió. Me acerqué a él y envolví mis brazos alrededor de su cintura. —Te sientes tan bien —le dije mientras aspiraba su aroma.

—No tan bien como te sientes tú bebé —susurró mientras enterraba su nariz en mi cabeza.

—Baila conmigo —le pedí.

Una bella sonrisa apareció en su rostro. —Me encantaría bailar contigo, pero déjame poner un poco de música primero.

Se acercó al pequeño equipo de música que estaba sobre una mesa junto a la ventana. Caminó hacia mí y puso sus brazos alrededor de mi cintura. Nos abrazamos y nos movimos lentamente a la suave melodía que venía de la radio. Me miró a los ojos mientras se inclinaba y rozaba mis labios con los suyos. Mis manos se movían arriba y abajo de su espalda mientras nuestro beso suave se volvía apasionado e hicimos el amor con suavidad por el fuego. Nos quedamos allí, mirándonos entre sí; nuestros cuerpos desnudos envueltos en una manta.

—¿Tienes hambre? —preguntó besando mi hombro.

—De ti, sí —sonreí.

Sonrió mientras acariciaba mi mejilla con sus dedos suaves. — Siempre estoy hambriento de ti, pero eventualmente tendrás que comer comida de verdad. Odio tener que decírtelo bebé, pero no podemos sobrevivir únicamente de sexo.

Empezó a hacerme cosquillas mientras me reía y trataba de agarrar sus manos. Finalmente se detuvo cuando dije ouch porque mi ojo empezó a doler. Besó suavemente mis puntos antes de levantarse y pedir servicio de habitación.

No pasó mucho tiempo antes de que el servicio de habitación llegara, nos levantamos y nos vestimos. —¿Te sientes bien, La? ¿Te ves un poco pálida?

—Estoy bien cariño, sólo cansada, y creo que tengo que culparte por eso.

Me mostró su sonrisa sexy. —Si mal no recuerdo, tú eras la que hizo todo el trabajo.

Me sonrojé cuando me levanté de mi asiento y le tendí la mano. — ¿Le importaría acompañarme a un baño caliente Sr. Lanzani?

—Me encantaría señorita Esposito, no demasiado caliente, no quiero que se desmaye. —Me reí mientras caminábamos hacia el amplio baño de mármol.

La bañera era lo suficientemente grande para 4 personas. Peter inició el agua y entró mientras yo me quitaba la bata y me torcía el pelo hacia arriba, para no mojarlo.

—Maldita sea eres tan sexy. —Sonrió mientras caminaba hacia la bañera.

—No tan sexy como tú. —Le sonreí cuando me deslicé en la bañera y apoyé la espalda contra su pecho firme. Puso sus brazos alrededor de mí y nos quedamos allí, disfrutando de la calidez del agua y la suavidad de la piel húmeda. Suavemente me besó en el cuello.

—Me encanta cuando te recoges el pelo.

—¿Ah sí? —Sonreí mientras seguía plantando pequeños besos delicados en mi cuello.

—No tienes idea de lo mal que te quería esa noche de caridad. Hice  todo lo que pude para contenerme y no tomarte en el baño y hacerlo contigo.

Froté ligeramente su brazo con los dedos. —Me gustaría que lo hubieras hecho.

—No, no, yo habría sido demasiado rudo, y podría haberte espantado.

—Nunca podrías espantarme. —Volví la cabeza, por lo que estaba frente a él. —El Infinito es para siempre, y eso es lo que eres para mí, eres mi Sr. Lanzani por siempre.

Besó mis labios. —No hay límite a lo que no haría por ti. Sólo pídelo y lo haré, sin importar el sacrificio.

Tracé sus labios con mis dedos. —Esas son las palabras más hermosas que nadie me ha dicho nunca.

—Son verdad, hasta la última palabra —susurró mientras nuestros labios se encontraron por última vez antes de que nos dirigiéramos a la cama.

A la mañana siguiente Peter y yo tomábamos café en la habitación cuando un mensaje de texto de Benjamin llegó.

La, oí que estabas en la ciudad, ¿dónde vives? Necesito verte, es importante.

Suspiré mientras lo leía.

—¿De quién es? —preguntó Peter.

—Benjamin dice que tiene que verme. Dice que es importante, y quiere saber donde nos estamos quedando.

—Dile entonces, obviamente tiene que verte por algo. —Peter parecía tranquilo al respecto, pero yo tenía una sensación terrible.

Le respondí a Benjamin y le dije en qué hotel estaba, preguntándome qué demonios hacía en Michigan. Peter y yo nos vestimos y terminamos de empacar nuestras cosas para regresar a Nueva York. Poco después, alguien llamó a la puerta. Me acerqué y abrí.

—Hola Benjamin, entra. —Lo miré.

—Hola La. —Entró y se quedó helado cuando vio a Peter venir del dormitorio. Benjamin me miró—. No sabía que estaba aquí contigo.

—Hola Benjamin. —Peter lo saludó con la mano.

Benjamin dio un pequeño saludo y me miró. —Lali, necesito hablar contigo en privado.

—Si tienes algo que decir, puedes decirlo delante de Peter. —Benjamin me miró con severidad.

—No creo que te gustaría que escuche esto.

Mi estómago se ató a sí mismo en nudos, y empecé a ponerme extremadamente nerviosa.

—Benjamin, ¿qué es? Dilo de una jodida vez, vamos a volver a Nueva York en un momento, y no tengo tiempo para juegos.

Miró a Peter, que comenzó a caminar hacia el dormitorio. —Voy a darles un poco de privacidad.

Benjamin asintió y se volvió hacia mí. —He cometido un terrible error La, nunca debería haberte dejado.

Me quedé sin aliento, porque era totalmente inesperado. —Es un poco tarde, hiciste lo que hiciste, y seguí adelante al igual que tú.

—No, eso es lo que estoy tratando de decirte, no seguí adelante. Infiernos, salí con algunas chicas, pero ninguno de ellas eres tú, te amo bebé. Tuvimos cuatro malditos años juntos, no puedes tirarlos a la basura.

 La rabia comenzó a tomar el control de mi cuerpo. ¿Cómo se atreve a decirme que tiré a la basura nuestra relación cuando fue él quien hizo las maletas y se fue? Mi voz se hizo incontrolable fuerte.

—¿Yo… no puedo echarlos a la basura? Tú eres el único jodido que se fue, dejándome sola porque necesitabas espacio, ¿y ahora vienes aquí a nuestra ciudad y esperas que regrese contigo? —Peter me oyó gritar y salió de la habitación.

—Tenía miedo La. Escapé porque tenía miedo, pero ahora me doy cuenta de lo imbécil que soy y te quiero. Quiero que estemos de nuevo durante el tiempo que podamos estar.

Lo señalé con mi dedo. —Fuera de aquí, Benjamin.

Sus ojos se volvieron fríos mientras miraba a Peter. —¿Lo sabe La? ¿Se lo dijiste?

Peter se acercó y me miró. —¿Decirme qué?

Miré a Benjamin con ojos suplicantes. —Benjamin, por favor vete, por favor, por el bien de ambos.

Sus ojos se abrieron más amplios. —¿No se lo dijiste?

—Benjamin, para por favor —le supliqué.

Peter se volvió hacia Benjamin. —¿Qué es lo que no me dijo?


Las lágrimas llenaron mis ojos cuando Benjamin comenzó a hablar.

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