domingo, 27 de julio de 2014

Capitulo 27



De mis capítulos favoritos por lo que siente Lali y lo que hace. Disfrútenlo !!
                                                                                                                                             


Me tiré en la cama que había llegado a amar. Peter puso mis maletas en la esquina.

—Voy a salir esta noche; por si necesitas algo de ayuda.

Lo miré y di una media sonrisa. —Gracias.

Salió y cerró la puerta. ¿Acaba de hacerlo a propósito para decirme que iba a salir? Podía sentir la combustión y la ira reverberando en mi cuerpo; los celos se estaban estableciendo. Esta no era una buena idea, pero si se volvía demasiado insoportable quedarse con él, empacaría y me marcharía.

No tenía mucho apetito, y estaba cansada, así que decidí dormirme temprano. Me desperté por la repentina sensación de nausea que superó mi cuerpo. Miré el reloj. Eran las dos de la madrugada. Volé de la cama hacia el baño que estaba directamente cruzando el pasillo. Gracias a Dios lo conseguí cuando empecé a vomitar sin control. Aquí vamos, sabía que no tardaría mucho tiempo; no lo hizo la última vez. Mientras estaba inclinada con mi cabeza en el inodoro, escuché la puerta abrirse lentamente.

—Lali —escuché decir a Peter cuando agarró mi cabello y lo sostuvo detrás.

No quería que me viera así. Mudarse no fue lo mejor y ahora lo lamentaba.

—Sal de aquí, Peter, por favor vete.

Se arrodilló a mi lado mientras sostenía mi cabello. —No voy a ir a ninguna parte hasta que estés de vuelta en la cama.

Vomité un par de veces más, mayormente jadeos secos mientras él caminaba hacia el lavabo y humedecía ropa con agua tibia. La dobló y la puso en mi cabeza. Rápidamente la arranqué de su mano. Me las arreglé para levantarme y dar pequeños pasos hacia la puerta. Estaba tan débil que quería colapsar justo en el piso de mármol. Peter me sostuvo ligeramente del brazo y me ayudó a entrar a la cama. Tiró de las mantas sobre mí y cuando iba a marcharse, agarré su mano. Se dio la vuelta y me miró.

—Esto no es nada; no tienes idea de en lo que te has metido Sr. Lanzani.

Me miró sin decir una palabra y entonces salió por la puerta, dejándola entreabierta. Estaba demasiado exhausta para pensar en algo. Sólo quería dormir en paz.

Abrí un ojo ante la luz del sol filtrándose por las cortinas que colgaban de las ventanas. Me estiré y rodé, disfrutando de la vista de la ciudad que estaba fuera de mi ventana. Tanto como los medicamentos para las nauseas de la enfermera Bailey me permitieron. Escuché la puerta ligeramente abrirse.

—¿Lali, estás despierta? —Oí su voz susurrar.

Me di la vuelta y lo vi de pie ahí en sus vaqueros oscuros y una camisa de algodón de botones negra que dejó fuera del pantalón. Su cabello estaba desordenado y húmedo, pero de esa forma sexy que me hacía doler por él.

—¿Cómo te sientes? —preguntó desde la puerta.

Me senté en el borde de la cama. —Estoy bien por el momento. Creo que tomaré una ducha.

Sus ojos se clavaron en mí como si quisiera alcanzarme y tocarme.

—Cuando termines, baja y Julia te hará algo de desayuno.

Salí de la cama y abrí mi bolso, sacando mi ropa para el día. — ¿Quién es Julia? —pregunté.

—Ella es mi ama de llaves.

—Oh, no sabía que tenías un ama de llaves. Nunca la mencionaste.

Pasó su mano por su cabello. —La oportunidad nunca se dio, supongo.

Pasé por delante sin siquiera mirarlo. Entré en el cuarto de baño, me siguió y se paró en la puerta.

—Voy a la oficina a hacer algo de trabajo, volveré a casa más tarde.

Me quedé de espaldas a él mientras encendía la ducha. —Está bien, nos vemos más tarde.

Mis palabras se mantuvieron sin emoción. Entré en la ducha y me senté en el suelo. 
Me hice una bola y lloré.

Después de mi ducha, fui a la cocina. —Tú debes ser nuestra nueva invitada, ¿Lali, cierto? —preguntó mientras caminaba hacia mí y me abrazaba.

La saludé cordialmente—: Sí, y tú debes ser Julia.

—Seguro que lo soy, cariño; ahora siéntate y dime que te gustaría que te haga.

Julia era un soplo de aire fresco en esta casa. Era una mujer mayor con cabello castaño que le llegaba justo encima de los hombros. Su sonrisa era tan cálida como sus profundos ojos marrones que se iluminaban cuando me veía. Tal vez ella era feliz por tener a otra mujer en la casa. Me senté en la isla mientras ponía frente a mí una taza de té de menta.

—Bebe; calmará tu estómago. —Tomé un pequeño sorbo y bajé la taza.

—El Sr. Lanzani me dijo que estuviste enferma anoche, así que, ¿qué te parece empezar con unas tostadas y huevos revueltos?

Negué con la cabeza. Estaba curiosa en cuanto a lo mucho que sabía de mí y nuestra situación, así que hice una pregunta obvia.

—¿Qué más te dijo el Sr. Lanzani?

Sonrió mientras ponía el pan en la tostadora. —Sólo me dice lo que necesito saber. El Sr. Lanzani es una persona muy reservada. Dice que eres una amiga y quería ayudarte. Es un hombre muy generoso.

Rodé los ojos. Si la quimio no me mataba, entonces lo haría permanecer aquí con el hombre cuya vida casi voy a arruinar.

—Ah, veo que se conocieron —dijo Peter cuando entró lentamente en la cocina.

—Pensé que te habías ido —dije con una actitud de “No me gustas mucho en este momento”.

—Tenía que terminar un trabajo en el computador aquí primero, no te preocupes, me iré pronto.

Julia me miró y luego a Peter mientras él se sentaba en la mesa.

—Aquí cariño, intenta comer algo. Te sentirás mejor si lo haces.

Vi que Peter me observaba por el rabillo de mi ojo. Cogí el tenedor y empecé a comer unos huevos. La comida empezaba a ayudar un poco, o tal vez era el té, quien sabe.

Peter terminó su café y caminó hacia mí. —Me voy ahora, así que si necesitas algo, Julia estará aquí todo el día. —No lo miré cuando agité mi mano—. Puedo decir que esto va a ser más difícil de lo que pensaba murmuró cuando dejó la cocina.

No sabía si quería que lo escuchara o no, pero lo hice y me molestó.

Julia me estudió por un momento. —Cálmate cariño, no vale la pena molestarse.

Decidí que si iba a estar aquí, Julia tenía derecho a saber lo que sucedía entre Peter y yo. Le dije todo.

Se sentó a mi lado, sosteniendo su taza de café. —Me imaginé que algo estaba pasando entre ustedes dos. Tú debes haber sido la razón por la cual el Sr. Lanzani estaba siempre de buen humor y sonriendo todo el tiempo no hace mucho.

Le dio una mirada a mi rostro y tomó mi mano; apartó mi manga y miró mi muñeca, luego tomó mi otra mano e hizo lo mismo. —¿Él sabe sobre esto?

Negué con la cabeza. —No, pero lo hará lo suficientemente pronto.

No es algo que pueda mantener oculto por mucho tiempo. —Julia sonrió y palmeó mi mano.

Agarré mi abrigo y salí. El aire estaba un poco más cálido de lo que había sido. El sol brillaba, y no había una nube en el cielo; era un perfecto día de octubre. Necesitaba perderme en mí misma, así que decidí dar un paseo por Central Park. Necesitaba estar sola, y qué mejor lugar para pensar en lo mucho que mi vida apestaba en este momento que en el parque. Me dirigí al Conservatorio Garden y encontré un lugar en medio del pasto. Puse la manta en el suave césped y me senté con las rodillas contra mi pecho. Mi teléfono empezó a sonar; era Peter. 
Alguien debió haberle avisado que me escapé. Pulsé ignorar. Imaginaba que iría al apartamento primero, luego probablemente a la galería de arte o al comedor comunitario. Eventualmente averiguaría donde estoy, así que no estaba preocupada, y honestamente no me importaba. Inhalé por mi nariz, tomando el suave aire de octubre. Estudié las flores que estaban a mí alrededor, ya que pronto se habrían ido.

Me acosté de espaldas y miré hacia el cielo. Tuve una pequeña charla con Dios y le pedí que me diera la fuerza para soportar este proceso de nuevo. Peter siguió llamándome, así que apagué mi teléfono. Le pedí a Dios una señal que me permitiera saber si él me ayudaría a través de esto, cuando sentí una pequeña gota de lluvia caer en mi mejilla. Eso era suficientemente bueno para mí hasta que unas pocas nubes empezaron a llegar; demasiado para mi perfecto día de octubre. Me quedé allí mirando el cielo que estaba cayendo sobre mí. Moría de ganas porque la lluvia lavara mi enfermedad y mis miedos. Seguí acostada ahí en mi estado delirante, hasta que escuché una familiar voz llamando mi nombre.

—Lali, ¿qué carajo crees que estás haciendo, estás loca? —Lo miré mientras caminaba hacia mí sosteniendo un paraguas.

—¿Viniste aquí por mí?

Vi su mandíbula apretarse cuando se me acercó. —Mírate, estás empapada; levántate ahora antes de que enfermes.

Me reí. —Ya estoy enferma. ¿Cuál es la diferencia?

Me miró con una extraña mirada en su rostro e hizo algo que nunca pensé que Peter Lanzani haría. Se acostó junto a mí y miró el cielo. Me quedé mirándolo mientras él se esforzaba por mantener los ojos abiertos y la lluvia le apedreaba la cara; una pequeña sonrisa cruzó mis labios.

—¿Por qué estás haciendo esto? —preguntó cuando se giró y me miró.

—Porque puedo estar aquí y nadie sabrá que estoy llorando.

Me miró por un momento y luego de nuevo a la lluvia que caía. Nos quedamos ahí y no dijimos ni una palabra. Peter puso su mano sobre la mía, y eso era todas las palabras que necesitábamos. Ambos estábamos empapados, y estaba empezando a enfriarme. Me apoyé sobre mis codos.

—Creo que es hora de irse.

Me miró y sonrió. —Bien, porque no puedo soportar estar así de húmedo.

Me reí ligeramente cuando ambos nos levantamos y empezamos a salir del parque. De repente, me detuve y giré al otro lado a algunos arbustos cercanos. Me agaché mientras las nauseas se instalaban, y empecé a vomitar. Peter esperó a que terminara mientras ponía sus brazos bajo mis piernas, levantándome y llevándome al auto. Eso era todo lo que necesitaba para sentirme segura de nuevo.

Me llevó al penthouse y al dormitorio. Empezó a ayudarme a desvestirme cuando lo detuve.

—Estoy bien; tienes que sacarte esa ropa mojada. Por favor, ve a cambiarte; voy a tomar un baño caliente.

—¿Te sientes lo suficientemente bien para tomar un baño por tu cuenta?

Le lancé una mirada. —¿Si dijera que no, quiere decir que te meterás conmigo?

Me miró. —Lali.

Observé la mirada en su rostro, y era una de dolor, casi la misma mirada que el día en la habitación del hotel.

—Estaba bromeando, Peter. Ahora sal de aquí y ve a cambiarte.


Salió y me dejó ahí de pie sintiéndome como una idiota. No tomaría el baño de tina. Me puse mi camisón y bata, y colapsé encima de la cama.

9 comentarios:

  1. Mas mas necesitoooooi mas. Excelente!!!!!!

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  2. jaja, yo lo mal pense jaja
    seguila

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  3. que buen capitulo, me encanta esta novela continualaaaa :). Besos

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  4. Cada vez mejor!. Estoy segura que Peter la va acompañar en todo y aparte la va a perdonar!.
    Otro, por fa!. Me encanta!.
    Jenny

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  5. Genial!. Subí más por fa!!

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  6. Ayyyyy!!!! Que cap!!
    Y Es que si Peter pensó que seria fácil no es así!!!
    Ay me mata que aunque Lali este super enamorada de él se hace la superada y así!!
    Ayy se acostó con ella en el parque que tierno!!
    Más que pasará?!!

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  7. Está agotada.
    Lidia con la enfermedad ,y con Peter.

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