lunes, 28 de julio de 2014

Capitulo 30




Me acerqué a la acera de Los Ángeles, California en un manojo de nervios. No podría creer que estaba aquí, sola en una ciudad extraña. El aire era mucho más cálido que el de Nueva York y sentía que el sol brillaba aún más. Me puse las gafas de sol y detuve un taxi. Le entregué al conductor una hoja de papel del aeropuerto de Michigan y le dije que me llevara a esa dirección. Entré al edificio mientras él se alejaba, me quedé de pie examinando mi entorno.

Caminé por el lado de la oficina de alquiler donde me encontraría con Gaston, el gerente del edificio de apartamentos.

—Hola, soy Gaston Dalmau, administro todos estos maravillosos departamentos, ¿y tú debes ser Lali?

Extendí mi mano para saludarlo. —Sí, lo soy.

—Fabuloso —dijo mientras se giraba y tomaba una llave del tablero.

Caminamos hasta el edificio de al lado y me llevó al tercer piso. Insertó la llave y abrió la puerta. Entré y miré alrededor. Estaba totalmente amueblado y limpio y eso es todo lo que necesitaba. Antes de estar de acuerdo en alquilarlo, necesitaba hablar con Gaston primero. Le pedí que se sentara en la mesa. Me miró torpemente mientras se sentaba.

—Déjame adivinar, ¿estás huyendo de la ley?

—No, no es así —me reí—. No puedo dejar un rastro en un papel porque será más fácil que alguien me encuentre.

Se inclinó más cerca. —Oh, ahora me tienes intrigado, continúa.

Seguí con la historia de por qué estaba aquí y todo sobre Peter. Fui tan lejos como para mostrarle mis tatuajes. Me agarró las muñecas y los miró. Luego me miró con lágrimas en sus ojos. —Me empezaste a gustar desde que dijiste hola. —Me reí y se acercó y me abrazó. Llegamos al acuerdo de que no iba a firmar un contrato de arrendamiento y que iba a pagar en efectivo cada mes durante el tiempo que necesitara estar, pero tuve que prometer una cosa: tenía que ir a su casa a cenar y él me daría las llaves de mi nuevo apartamento.

Miré a mí alrededor. Era más grande que mi casa en Nueva York. Lo que más me emocionó fue la chimenea en el salón. La cocina era mucho más amplia con sus muebles blancos y encimeras de granito negro. Este lugar tenía todo lo que necesitaba justo debajo de la cafetera. Entré a la habitación y puse mi bolso sobre la cama. La primera cosa que tenía que hacer era conseguirme un nuevo celular.

Caminé por la calle del centro comercial y me deslicé dentro de la tienda de celulares. Miré a la pared que decía “TELÉFONOS DE PREPAGO”. Tomé un teléfono, pagué y me dirigí a la pequeña tienda de comestibles al final. Recogí algunas cosas esenciales y llevé mis bolsas hasta el apartamento. Estaba agotada cuando volví. Coloqué las bolsas, me senté en el sofá y le envié un mensaje a Candela.

“NO guardes mi nombre en tu teléfono y elimina estos mensajes después de que los leas.”

“¿Eres un agente secreto ahora?”

“Muy gracioso, ¿qué está pasando?”

“Todo está tranquilo en el frente de la casa hasta el momento, Peter me pidió que le diga si escucho algo de ti. ¿Estás segura de que sabes lo que estás haciendo?”

“Sí, me tengo que ir, recuerda eliminar.”

Desempaqué mi bolso y guardé todo en el aparador y el armario. Lo único que me faltaba era un caballete y pinturas. Bajé las escaleras hasta el apartamento de Gaston y llamé a la puerta.

—Hola fabulosa —respondió exuberantemente—. Entra. —Entré a su departamento maravillosamente decorado que era más grande que el mío.

—¿Sabes donde hay una tienda de arte cerca?

Me miró y ladeó la cabeza. —¿Una tienda de arte? ¿De pinturas listas o suministro artístico?

Me reí. —Suministro artístico.

Giró su cabeza y gritó—: Landon, ven a conocer a nuestra nueva inquilina que vive arriba.

Landon, que se veía como si acabara de salir de las páginas de una revista GQ se pavoneaba por el suelo con su mano tendida.

—Encantado de conocerte, Lali. —Sonrió mientras me besaba la mano.

—Señorita fabulosa quiere ir a la tienda de suministros artísticos, por eso digo que la llevemos.

—Oh no, eso está bien, sólo dime donde está y puedo ir yo sola. Gaston y Landon se rieron. —No seas tonta, te llevaremos, alguien tiene que mostrarte los alrededores de L.A.

Me metí en el asiento trasero de su Volvo 2009 mientras los chicos me llevaban a la tienda de arte. Sabía exactamente lo que necesitaba, así que no estuve allí por mucho tiempo. Tomé un caballete, pintura, lienzos y pinceles.

—Estoy tan emocionado por ver lo que vas a pintar —dijo Landon mientras llevaba el caballete por las escaleras para mí. Había un lugar perfecto en la esquina entre dos ventanas donde encajaba perfectamente. Estaba agotada, y ya eran las 12 am en California y yo seguía con el horario de Nueva York. Necesitaba dormir, tenía una cita temprano a la que no podía faltar. Me deslicé en mi nueva cama de matrimonio y me sorprendí de lo rápido que me dormí.

Abrí mis ojos y tuve que recordar que ya no estaba en Nueva York. Seguía sin creer que estaba en California. Me di una ducha y me puse un lindo vestido de verano color beige y unas sandalias. Arreglé mi cabello en una trenza lateral y me dirigí a la puerta. Una de las principales razones por las que tomé el departamento era porque se encontraba cerca del lugar que visitaré con frecuencia.

Cuando llegué a mi destino, me paré frente al infame Hospital Cedars Sinai Grace. Me reuní con la doctora Danielle Murphy que era la jefe del nuevo estudio clínico de cáncer que afecta a las inyecciones del tratamiento del cáncer y la inmunoterapia.

—Encantada de conocerte, Lali —dijo la doctora Murphy mientras me hizo señas para que me sentara—. Por lo tanto, ¿fuiste diagnosticada por primera vez con leucemia a los dieciséis? —preguntó mientras me miraba.
Asentí.

—Tenías veinticuatro tratamientos de quimioterapia y entraste en remisión y ahora a los veintitrés años la leucemia volvió.

—Sí —dije mientras me miré las manos.

—En primer lugar, déjame decirte que lamento que te tocara y que volverás a pasar por eso otra vez, pero estaba muy contenta cuando recibí tu e-mail porque creo que eres una candidata perfecta para nuestro ensayo clínico. —Me senté allí escuchándola con entusiasmo en su voz.

—¿Tuviste un tratamiento de quimioterapia hace casi unas dos semanas atrás? —Sacudí la cabeza. Cerró mi archivo y lo tiró en el escritorio.

—Lali, mírame. Estás de prueba y así es como se va a trabajar. Voy a enviarte a casa con algunas píldoras de inmunoterapia, es un cóctel como la quimioterapia, pero con menos efectos secundarios y tienes que tomarlos todos los días que estés en esta prueba. Luego vendrás una vez al mes para tres inyecciones en un lapso de tres meses. Una vez que recibas la última inyección, va a ser necesario comprobar si estás libre de cáncer. Si el cáncer sigue allí, pero te estás sintiendo mejor, entonces seguiremos con el tratamiento durante tres meses. Veo en tu expediente médico que las células madres fueron eliminadas antes de recibir el tratamiento cuando tenías dieciséis.

Le entrecerré mis ojos. —Me había olvidado de eso.

Cruzó los brazos y los tobillos y se apoyó en el escritorio. —Bueno, es algo bueno ya que mi recomendación es que te sometas a un trasplante de células madres una vez que te sientas mejor, para evitar que la enfermedad vuelva a aparecer más tarde. Ahora quédate allí mientras consigo las pastillas y luego eres libre de irte —dijo mientras me daba unas palmaditas en el hombro.

Saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Candela.

“¿Cómo está el infame del Sr. L?”

“El Sr. L no está hablando. Dice que no ha oído hablar de ti, pero que me dirá si lo hace. La, él es raro, está actuando normal. Lo siento mucho.”

Había un pedazo de mi corazón que comenzó a sanar cuando me cuidó después de mi quimioterapia. Ahora esa pieza se rompió en más pedazos que antes. Las lágrimas empezaron a picar en mis ojos cuando la doctora Murphy volvió y me entregó una bolsa llena de píldoras.

—Aquí tienes Lali, tienes que tomar estas píldoras a primera hora de la mañana antes de comer, y estoy programando tu primera ronda de inyecciones dos semanas más a partir de hoy.

Logré una media sonrisa para agradecerle y me dirigí hacia la puerta. En el momento en que el aire cálido de California golpeó mi piel, las lágrimas comenzaron a fluir. Apenas llegué a casa antes de que mis piernas comenzaran a temblar. Llegué a mi apartamento y me caí al suelo, sollozando entre mis manos. Un fuerte golpe en mi puerta me sorprendió.

—La, es Gaston, abre. Te escucho llorar.

Me di vuelta, todavía en el suelo y extendí la mano para abrir la puerta. Gaston bajó la mirada y se arrodilló en el suelo.

—¿Qué está mal? —preguntó mientras me abrazaba. Mis hombros se movían de arriba abajo mientras trataba de hablar.

—Estoy bastante segura de que Peter me abandonó.

—-Cariño, no estás completamente segura de eso. —Me atrajo más cerca. Se sentó conmigo en el suelo mientras lloraba—. Quizás sólo te está dando algo de espacio.

—No lo sé. Candela dijo que está actuando normal. ¿Cómo puede actuar normal cuando estoy en un total desastre?

—Los hombres son diferentes, La, no llevan sus corazones en sus mangas como lo hacen las mujeres. Dale un poco de tiempo, estoy seguro de que está molesto pero no quiere que Candela lo sepa. —Sacudí la cabeza y me levanté del suelo.

—Gracias Gaston, te lo agradezco. —Me abrazó con fuerza y volvió a su apartamento.


Pasé el resto del día pintando la visión que tenía en mi mente de una casa estilo Cape Cod que estaba rodeada de césped. Me imaginaba un muro de piedra corta alrededor de la propiedad, y un arco que conducía a las escaleras de una pequeña playa privada con un barco y un faro. Iba a pintar dos versiones, una de día y otra de noche. No tenía nada más que tiempo, y la pintura era mi escape de la realidad, me hacía entrar a otra con paz y tranquilidad.

7 comentarios:

  1. Juro que amo ésta novela!, seguí subiendo por fa!

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  2. Que raro que Peter este tan tranquilo!.
    Me encanta que Lali haya reiniciado su tratamiento!.
    Amo tu novela!.
    Seguila!.
    Jenny

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  3. No creo k Peter no esté haciendo nada,ya k Cande no le quiere decir,seguramente él está averiguando x su cuenta.

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