Caminé hacia la habitación y caí en mi
cama. La rabia crecía dentro de mí mientras agarraba mi consolador con ambas
manos y grité. Me senté y miré alrededor de mi pequeña habitación. El dolor en
mi interior era mucho peor de lo que imaginé que podría ser. Mi pecho se sentía
pesado, y mi destrozado corazón me perforaba desde adentro. Apreté mi mandíbula
mientras mis manos se aferraron a la cama. Quité el consolador de mí y lo tiré
por la habitación.
Arranqué mis sábanas y las hice una
bola, así enmascaraban los sonidos de mis gritos. Caminé hacia la cocina por un
vaso de agua para tratar de calmarme, pero tiré el vaso hacia la pared y vi
cómo se rompió en pequeños pedazos, como mi corazón. Miré alrededor. Tomé mi
escritorio y lo volqué, la gaveta cayó, y mi lista estaba tirada en el piso. La
tomé y la observé. Tenía en la mano mi lista de deseos. Una lista de todas las
cosas que necesitaba y quería hacer antes de
morir. Hice pedazos el papel y lo arrojé al suelo.
Entré en el baño. Me sentía tan enojada
por mi vida y por lo que le hice a Peter que no podía ver bien. Llegué a la
bañera y tomé la maquinilla de afeitar que estaba en el borde. Tomé la cuchilla
y la sostuve contra mi muñeca; iba a poner fin a este dolor ahora. Miré la hoja
que se adaptaba perfectamente a mi cicatriz cuando los recuerdos de esa noche
inundaron mi mente. Tiré la cuchilla. ¿Qué demonios estaba haciendo? Caí al
suelo sollozando mientras sentí los brazos de alguien envolverse a mí
alrededor.
—Está bien cariño; estoy aquí —susurró
Candela. Bajó la mirada, tomó la cuchilla y entonces miró mis muñecas—. Jesús
La.
Nos sentamos en el suelo del baño por lo
que pareció una eternidad. Me ayudó a levantarme y caminamos hacia mi
habitación.
—Veo que entraste en una ola de
destrucción.
Me senté en el suelo con mis rodillas en
mi pecho mientras ella rehacía mi cama. Me sentí como si hubiera acabado de
tener una crisis nerviosa; como si todo lo que pasó en mi vida me hubiera
golpeado.
Candela me tomó por los hombros y me
ayudó a ponerme de pie. Ella fue a mi gaveta y sacó una camiseta para dormir y
me ayudó a ponérmela. Me sentí como una muñeca de trapo, mis brazos y piernas
estaban débiles.
Trepé a mi cama mientras Candela me
cubría con las sábanas. Ella se deslizó a mi lado y puso sus brazos a mí
alrededor.
—Peter llamó y me contó todo. La lo
siento, y desearía que me hubieras dicho sobre el cáncer, pero ahora no es el
momento para hablar de esto —dijo mientras quitaba mi cabello de mi rostro—.
Duerme un poco, no me iré a ningún sitio, y si te sientes con ánimos,
hablaremos cuando despiertes.
No dije nada; no pude. Simplemente agité
mi cabeza y caí en un sueño profundo.
Me levanté y miré alrededor de la
habitación. Me senté en el borde de la cama mientras Candela entraba.
—Finalmente, estás despierta.
Bostecé y pasé mi mano por mi cabello.
—¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?
Puso sus manos en sus caderas y torció
su rostro como si no quisiera decirme. —Dos días.
Mis ojos se abrieron, —¿Qué? ¿Dos días?
¿Candela por qué no me despertaste?
Se acercó y se sentó en el borde de la
cama. —Cariño tú obviamente lo necesitabas. Cuando te encontré en el suelo del
baño, Dios La, pensé que tú… —Giró su rostro y miró hacia la pared.
Suavemente toqué su mano. —Lo sé Candela
y lo siento.
Recostó su cabeza en mi hombro. —Lo
único que importa es que no lo hiciste. Estás despierta ahora, y necesitas
comer. Agus hizo la más deliciosa sopa de pollo con fideos.
La miré con el ceño fruncido. —¿Quién es
Agus?
Inclinó la cabeza y sonrió. —Dr.
Ardiente, estuvo aquí ayudándome cuando estuviste durmiendo.
Rodé mis ojos. —En serio Candela , ¿le
dijiste todo?
—Sí La, lo hice; nos estamos viendo el
uno al otro ahora, y necesitaba alguien con quien hablar, además, ha sido de
gran ayuda.
Me levanté y me sentí mareada. Candela
tomó mi brazo. —Necesitas comer La; han sido dos días.
Me ayudó a ir hacia la cocina. Todo lo
que podía oler era el aroma de la sopa de pollo, y era increíble. No me sentía
con ánimos para comer, pero mi cuerpo me dijo que debía hacerlo. Me senté en la
mesa mientras Candela colocaba el cuenco de sopa frente a mí. —Come.
—¿Dónde está mi teléfono? —le pregunté.
—Está sobre tu escritorio, lo cargué por
ti.
Caminé hacia allí, lo saqué del cargador
y lo encendí. Pacientemente esperé que se prendiera así podía ver si Peter
había llamado o enviado un mensaje. No había nada, ni siquiera un correo de
voz. Debería haber empezado a llorar, pero no quedaban lágrimas en mis ojos.
Candela se sentó frente a mí mientras
yo, lentamente, comía la sopa que hizo Agus. —Lali, ¿por qué no me
dijiste que tu cáncer había vuelto? ¿No éramos mejores amigas?
No podía mirarla porque me sentía
avergonzada. Yo sabía que mi secreto lastimaría a las personas cercanas a mí.
Ya lo había vivido, y no podía ir a través de ello de nuevo.
—Candela, de verdad lo siento por no
haberte dicho. Quería hacerlo, créeme, pero no podía soportar estar frente a ti
y ver la mirada en tu rostro después de contarte. Fue suficientemente malo que
haya tenido que decirle a Benjamin.
Se inclinó y tocó mi mano que descansaba
en la mesa. —La, yo me hubiera quedado y te hubiera apoyado. Realmente no puedo
entender por qué no me dirías. Entiendo que estabas asustada, y que no querías
que me preocupara, pero ¿qué ibas a hacer?
¿Simplemente irte y morir sola?
Me levanté de la mesa y me senté en el
sofá, abrazando mis rodillas contra mi pecho y enterrando mi cabeza en mis
manos. —Mi vida está hecha de herir personas Candela. Necesito que entiendas
eso. Luego de que mi madre murió, quedé como un recordatorio de ella para mi
padre, y eso lo lastimó mucho, tuvo que beber hasta la muerte sólo para hacerle
frente. Entonces estuvo mi intento de suicidio y cáncer. —Podía sentir las
lágrimas empezando a volver a la vida.
Candela se sentó al lado mío, puso su
brazo a mí alrededor y me acercó. —Entiendo de dónde vienes La, pero ¿quieres
saber qué creo? Creo que tomaste la decisión incorrecta al no contarle a nadie,
especialmente a Peter, y ahora tienes que lidiar con las consecuencias.Lo
siento; no intento patearte cuando estás caída, pero el no decirle a nadie
causó más dolor que si hubieras sido honesta desde el comienzo.
Apoyé mi cabeza en su hombro. —Lo siento
Candela; espero que en tu corazón puedas perdonarme.
—Puedo y te he perdonado La, pero tienes
que prometerme que vas a llamar al doctor y empezar los tratamientos
inmediatamente porque… —Candela comenzó
a llorar—. No puedo imaginar mi vida sin ti en ella.
Me volví hacia ella y la abracé con
fuerza. —Lo siento, y prometo buscar ayuda.
Candela se levantó para limpiar la
cocina mientras yo fui a darme una ducha. Me vestí y me puse mi abrigo.
—Disculpa, ¿a dónde crees que vas?
—preguntó.
—Hay un par de cosas que necesito hacer.
—No creo que sea una buena idea que
vayas a ningún lado.
Reí suavemente. —¿Eres mi madre ahora?
—No, pero me preocupo por ti y quiero
que estés a salvo, oh Dios sueno como una madre. —Sonrió.
—No estaré fuera mucho tiempo, lo
prometo. —Salí del corredor y me dirigí hacia abajo por las calles llenas de gente.
Pensarías que el frío del aire congelaría mis huesos, pero cada parte de mi
existencia ya estaba entumecida.
Caminé hacia una iglesia que había
admirado desde que me mudé a Nueva York. Necesitaba buscar consuelo en la casa
de Dios. Tenía preguntas sin respuesta y asuntos sin terminar. Llegué a los
escalones de la iglesia y abrí la pesada puerta que daba al interior. He
querido visitar esta iglesia desde que me mudé aquí, pero Benjamin no era un
fanático de ellas y no iría conmigo.
Miré alrededor, la belleza de los
vitrales abarrotaban las ventanas y los bancos de madera que estaban delante de
mí. Me arrodillé en uno de los bancos y dije hola a Dios antes de sentarme.
Miré hacia el altar mientras las memorias de mi infancia destellaban frente a
mis ojos; memorias de sentarme en un banco justo como este, en la primera fila,
mirando el largo ataúd de madera que contenía a mi madre. Mi padre llorando
mientras los extraños de alrededor me daban sus
miradas de simpatía.
Una sola lágrima cayó de mi ojo.
Mientras la secaba, un hombre en una túnica blanca se sentó junto a mí.
—Buen día hija mía, ¿hay algo que pueda
hacer por ti?
—Hola padre, sólo estoy aquí porque
tengo algunos asuntos pendientes con Dios.
Me dio una mirada sorprendida. —Asuntos
pendientes ¿eh?
Bajé la mirada y entrelacé mis dedos
juntos. —Sí, necesito respuestas a unas preguntas sobre mi vida, y esperaba obtenerlas aquí.
El sacerdote se sentó y me escuchó
mientras le contaba sobre mi vida. Le confesé sobre la muerte de mi madre y de
mi padre, mi pasado y recurrente batalla contra el cáncer y cómo le escondí la
verdad a Peter.
No le dije sobre mi intento de suicidio,
pero no fue muy difícil de esconder cuando levanté mi mano y empujé mi cabello
detrás de mi oreja. El sacerdote me miró y ligeramente tocó mi muñeca.
—Eres una sobreviviente y Dios te ha
dado una segunda oportunidad en la vida.
Agité mi cabeza. —Sé eso padre pero,
¿qué hay de bueno en esa segunda oportunidad si no puedo vivir una vida larga y
completa?
Palmeó mi mano suavemente. —No sabes que
no vas a vivir una vida larga y completa, y no importa por lo que hayas pasado
antes; lo que importa que sobreviviste a ello. Dios no va a darte más de lo que
puedas manejar. Sabe que eres lo suficientemente fuerte para manejar esto de nuevo.
Miré hacia abajo y mordí mi labio. Mis emociones
estaban por todo el lugar. —La quimioterapia fue horrible —susurré.
—La quimioterapia no se supone que sea
divertida, pero sobreviviste a ella y te hizo más fuerte. Lo que necesitas
comprender es que negarte a recibir tratamientos son sólo otra forma suicidio.
Miré su rostro; mis ojos picando con
lágrimas. Él tenía razón. Nunca había pensado que lo que había estado haciendo
era otra forma de suicidio. Tomó mi mano y la palmeó una vez más mientras
sonrió y se alejó.
puffff estoy llorando!!!!
ResponderEliminarotro mas por favor. que fuerte y buena que es la novela.
lali es buena y egoista pero no quiere sufrir mas, y peter ojala la perdone y ella cure. besos lucia
cada capitulo que pasa voy amando mas y mas la novela.
ResponderEliminarno puede estar tan bien escrita, me gusta mucho.
por favor subi otro capitulo, necesit que lali y peter hablen, que ella se cure.
florencia
Ayyy desde el cap anterior estoy llorandome todo!!!!
ResponderEliminarQue bueno que Cande fue a ver a Lali!!!
Que intentaba hacer Lali!!!!!
Ay dios 2 días durmiendo!??
Ojala y pueda hablar con Peter le haría muy bien!!!!
Que se empiece a tratar y trate de salir adelante!!
soos mala, estoy llorando como boluda en el sillon y me preguntan : que te paso porque lloras?? si,parezco que estoy loca
ResponderEliminarseguila
Aayy noo que triste!.
ResponderEliminarSeguila por fa!.
Jenny
El cura le abrió los ojos ,y le liberó el alma
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