sábado, 26 de julio de 2014

Capitulo 23




Caminé hacia la habitación y caí en mi cama. La rabia crecía dentro de mí mientras agarraba mi consolador con ambas manos y grité. Me senté y miré alrededor de mi pequeña habitación. El dolor en mi interior era mucho peor de lo que imaginé que podría ser. Mi pecho se sentía pesado, y mi destrozado corazón me perforaba desde adentro. Apreté mi mandíbula mientras mis manos se aferraron a la cama. Quité el consolador de mí y lo tiré por la habitación.

Arranqué mis sábanas y las hice una bola, así enmascaraban los sonidos de mis gritos. Caminé hacia la cocina por un vaso de agua para tratar de calmarme, pero tiré el vaso hacia la pared y vi cómo se rompió en pequeños pedazos, como mi corazón. Miré alrededor. Tomé mi escritorio y lo volqué, la gaveta cayó, y mi lista estaba tirada en el piso. La tomé y la observé. Tenía en la mano mi lista de deseos. Una lista de todas las cosas que necesitaba y quería hacer antes de morir. Hice pedazos el papel y lo arrojé al suelo.

Entré en el baño. Me sentía tan enojada por mi vida y por lo que le hice a Peter que no podía ver bien. Llegué a la bañera y tomé la maquinilla de afeitar que estaba en el borde. Tomé la cuchilla y la sostuve contra mi muñeca; iba a poner fin a este dolor ahora. Miré la hoja que se adaptaba perfectamente a mi cicatriz cuando los recuerdos de esa noche inundaron mi mente. Tiré la cuchilla. ¿Qué demonios estaba haciendo? Caí al suelo sollozando mientras sentí los brazos de alguien envolverse a mí alrededor.

—Está bien cariño; estoy aquí —susurró Candela. Bajó la mirada, tomó la cuchilla y entonces miró mis muñecas—. Jesús La.

Nos sentamos en el suelo del baño por lo que pareció una eternidad. Me ayudó a levantarme y caminamos hacia mi habitación.

—Veo que entraste en una ola de destrucción.

Me senté en el suelo con mis rodillas en mi pecho mientras ella rehacía mi cama. Me sentí como si hubiera acabado de tener una crisis nerviosa; como si todo lo que pasó en mi vida me hubiera golpeado.

Candela me tomó por los hombros y me ayudó a ponerme de pie. Ella fue a mi gaveta y sacó una camiseta para dormir y me ayudó a ponérmela. Me sentí como una muñeca de trapo, mis brazos y piernas estaban débiles.

Trepé a mi cama mientras Candela me cubría con las sábanas. Ella se deslizó a mi lado y puso sus brazos a mí alrededor.

—Peter llamó y me contó todo. La lo siento, y desearía que me hubieras dicho sobre el cáncer, pero ahora no es el momento para hablar de esto —dijo mientras quitaba mi cabello de mi rostro—. Duerme un poco, no me iré a ningún sitio, y si te sientes con ánimos, hablaremos cuando despiertes.

No dije nada; no pude. Simplemente agité mi cabeza y caí en un sueño profundo.

Me levanté y miré alrededor de la habitación. Me senté en el borde de la cama mientras Candela entraba. —Finalmente, estás despierta.

Bostecé y pasé mi mano por mi cabello. —¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?

Puso sus manos en sus caderas y torció su rostro como si no quisiera decirme. —Dos días.

Mis ojos se abrieron, —¿Qué? ¿Dos días? ¿Candela por qué no me despertaste?

Se acercó y se sentó en el borde de la cama. —Cariño tú obviamente lo necesitabas. Cuando te encontré en el suelo del baño, Dios La, pensé que tú… —Giró su rostro y miró hacia la pared.

Suavemente toqué su mano. —Lo sé Candela y lo siento.

Recostó su cabeza en mi hombro. —Lo único que importa es que no lo hiciste. Estás despierta ahora, y necesitas comer. Agus hizo la más deliciosa sopa de pollo con fideos.

La miré con el ceño fruncido. —¿Quién es Agus?

Inclinó la cabeza y sonrió. —Dr. Ardiente, estuvo aquí ayudándome cuando estuviste durmiendo.

Rodé mis ojos. —En serio Candela , ¿le dijiste todo?

—Sí La, lo hice; nos estamos viendo el uno al otro ahora, y necesitaba alguien con quien hablar, además, ha sido de gran ayuda.

Me levanté y me sentí mareada. Candela tomó mi brazo. —Necesitas comer La; han sido dos días.

Me ayudó a ir hacia la cocina. Todo lo que podía oler era el aroma de la sopa de pollo, y era increíble. No me sentía con ánimos para comer, pero mi cuerpo me dijo que debía hacerlo. Me senté en la mesa mientras Candela colocaba el cuenco de sopa frente a mí. —Come.

—¿Dónde está mi teléfono? —le pregunté.

—Está sobre tu escritorio, lo cargué por ti.

Caminé hacia allí, lo saqué del cargador y lo encendí. Pacientemente esperé que se prendiera así podía ver si Peter había llamado o enviado un mensaje. No había nada, ni siquiera un correo de voz. Debería haber empezado a llorar, pero no quedaban lágrimas en mis ojos.

Candela se sentó frente a mí mientras yo, lentamente, comía la sopa que hizo Agus. —Lali, ¿por qué no me dijiste que tu cáncer había vuelto? ¿No éramos mejores amigas?

No podía mirarla porque me sentía avergonzada. Yo sabía que mi secreto lastimaría a las personas cercanas a mí. Ya lo había vivido, y no podía ir a través de ello de nuevo.

—Candela, de verdad lo siento por no haberte dicho. Quería hacerlo, créeme, pero no podía soportar estar frente a ti y ver la mirada en tu rostro después de contarte. Fue suficientemente malo que haya tenido que decirle a Benjamin.

Se inclinó y tocó mi mano que descansaba en la mesa. —La, yo me hubiera quedado y te hubiera apoyado. Realmente no puedo entender por qué no me dirías. Entiendo que estabas asustada, y que no querías que me preocupara, pero ¿qué ibas a hacer? ¿Simplemente irte y morir sola?

Me levanté de la mesa y me senté en el sofá, abrazando mis rodillas contra mi pecho y enterrando mi cabeza en mis manos. —Mi vida está hecha de herir personas Candela. Necesito que entiendas eso. Luego de que mi madre murió, quedé como un recordatorio de ella para mi padre, y eso lo lastimó mucho, tuvo que beber hasta la muerte sólo para hacerle frente. Entonces estuvo mi intento de suicidio y cáncer. —Podía sentir las lágrimas empezando a volver a la vida.

Candela se sentó al lado mío, puso su brazo a mí alrededor y me acercó. —Entiendo de dónde vienes La, pero ¿quieres saber qué creo? Creo que tomaste la decisión incorrecta al no contarle a nadie, especialmente a Peter, y ahora tienes que lidiar con las consecuencias.Lo siento; no intento patearte cuando estás caída, pero el no decirle a nadie causó más dolor que si hubieras sido honesta desde el comienzo.

Apoyé mi cabeza en su hombro. —Lo siento Candela; espero que en tu corazón puedas perdonarme.

—Puedo y te he perdonado La, pero tienes que prometerme que vas a llamar al doctor y empezar los tratamientos inmediatamente porque… —Candela  comenzó a llorar—. No puedo imaginar mi vida sin ti en ella.

Me volví hacia ella y la abracé con fuerza. —Lo siento, y prometo buscar ayuda.

Candela se levantó para limpiar la cocina mientras yo fui a darme una ducha. Me vestí y me puse mi abrigo.

—Disculpa, ¿a dónde crees que vas? —preguntó.

—Hay un par de cosas que necesito hacer.

—No creo que sea una buena idea que vayas a ningún lado.

Reí suavemente. —¿Eres mi madre ahora?

—No, pero me preocupo por ti y quiero que estés a salvo, oh Dios sueno como una madre. —Sonrió.

—No estaré fuera mucho tiempo, lo prometo. —Salí del corredor y me dirigí hacia abajo por las calles llenas de gente. Pensarías que el frío del aire congelaría mis huesos, pero cada parte de mi existencia ya estaba entumecida.

Caminé hacia una iglesia que había admirado desde que me mudé a Nueva York. Necesitaba buscar consuelo en la casa de Dios. Tenía preguntas sin respuesta y asuntos sin terminar. Llegué a los escalones de la iglesia y abrí la pesada puerta que daba al interior. He querido visitar esta iglesia desde que me mudé aquí, pero Benjamin no era un fanático de ellas y no iría conmigo.

Miré alrededor, la belleza de los vitrales abarrotaban las ventanas y los bancos de madera que estaban delante de mí. Me arrodillé en uno de los bancos y dije hola a Dios antes de sentarme. Miré hacia el altar mientras las memorias de mi infancia destellaban frente a mis ojos; memorias de sentarme en un banco justo como este, en la primera fila, mirando el largo ataúd de madera que contenía a mi madre. Mi padre llorando mientras los extraños de alrededor me daban sus miradas de simpatía.

Una sola lágrima cayó de mi ojo. Mientras la secaba, un hombre en una túnica blanca se sentó junto a mí.

—Buen día hija mía, ¿hay algo que pueda hacer por ti?

—Hola padre, sólo estoy aquí porque tengo algunos asuntos pendientes con Dios.

Me dio una mirada sorprendida. —Asuntos pendientes ¿eh?

Bajé la mirada y entrelacé mis dedos juntos. —Sí, necesito respuestas a unas preguntas sobre mi vida, y esperaba obtenerlas aquí.

El sacerdote se sentó y me escuchó mientras le contaba sobre mi vida. Le confesé sobre la muerte de mi madre y de mi padre, mi pasado y recurrente batalla contra el cáncer y cómo le escondí la verdad a Peter.

No le dije sobre mi intento de suicidio, pero no fue muy difícil de esconder cuando levanté mi mano y empujé mi cabello detrás de mi oreja. El sacerdote me miró y ligeramente tocó mi muñeca.

—Eres una sobreviviente y Dios te ha dado una segunda oportunidad en la vida.

Agité mi cabeza. —Sé eso padre pero, ¿qué hay de bueno en esa segunda oportunidad si no puedo vivir una vida larga y completa?

Palmeó mi mano suavemente. —No sabes que no vas a vivir una vida larga y completa, y no importa por lo que hayas pasado antes; lo que importa que sobreviviste a ello. Dios no va a darte más de lo que puedas manejar. Sabe que eres lo suficientemente fuerte para manejar esto de nuevo.

Miré hacia abajo y mordí mi labio. Mis emociones estaban por todo el lugar. —La quimioterapia fue horrible —susurré.

—La quimioterapia no se supone que sea divertida, pero sobreviviste a ella y te hizo más fuerte. Lo que necesitas comprender es que negarte a recibir tratamientos son sólo otra forma suicidio.

Miré su rostro; mis ojos picando con lágrimas. Él tenía razón. Nunca había pensado que lo que había estado haciendo era otra forma de suicidio. Tomó mi mano y la palmeó una vez más mientras sonrió y se alejó.

6 comentarios:

  1. puffff estoy llorando!!!!
    otro mas por favor. que fuerte y buena que es la novela.
    lali es buena y egoista pero no quiere sufrir mas, y peter ojala la perdone y ella cure. besos lucia

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  2. cada capitulo que pasa voy amando mas y mas la novela.
    no puede estar tan bien escrita, me gusta mucho.
    por favor subi otro capitulo, necesit que lali y peter hablen, que ella se cure.
    florencia

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  3. Ayyy desde el cap anterior estoy llorandome todo!!!!
    Que bueno que Cande fue a ver a Lali!!!
    Que intentaba hacer Lali!!!!!
    Ay dios 2 días durmiendo!??
    Ojala y pueda hablar con Peter le haría muy bien!!!!
    Que se empiece a tratar y trate de salir adelante!!

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  4. soos mala, estoy llorando como boluda en el sillon y me preguntan : que te paso porque lloras?? si,parezco que estoy loca
    seguila

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  5. Aayy noo que triste!.
    Seguila por fa!.
    Jenny

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  6. El cura le abrió los ojos ,y le liberó el alma

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