lunes, 7 de julio de 2014

Capitulo 22

Capitulo 22



Lali

Mi cable no será instalado hasta la próxima semana. Mis ojos duelen de tanto leer, y quizás también de tanto llorar. Finalmente hice un trato por un auto con el resto de mi préstamo estudiantil, pero hasta que consiga un trabajo, no puedo permitirme realmente la gasolina. Mejor encuentro un trabajo pronto, porque estoy bastante segura de que he novelizado cuán genial es vivir sola.

Estoy tentada a tratar de conseguir de nuevo mi trabajo en la biblioteca, incluso si tengo que rogar. Sólo necesito algo para mantenerme ocupada.
Estoy. Jodidamente. Aburrida.

Tan aburrida que estoy mirando mis manos, contando cosas tan fortuitas que ni siquiera tienen suficiente sentido como para incluso ser contadas.

Uno: el número de personas que está constantemente en mi mente. (Peter).

Dos: el número de personas que desearía contrajeran una enfermedad de transmisión sexual. (Benjamin y Rochi).

Tres: el número de meses desde que rompí con mi mentiroso, infiel y bastardo novio.

Cuatro: el número de veces que Nico ha venido a comprobarme desde que me mudé del departamento.

Cinco: el número de veces que Nico ha golpeado mi puerta en los últimos treinta segundos.

Seis: el número de días desde la última vez que vi a Peter.

Siete: el número de metros entre mi sofá y la puerta principal.

Abro la puerta y Nico ni siquiera espera a que lo invite a entrar. Me sonríe y pasa, llevando dos bolsas blancas en sus manos.

 —Traje tacos —dice—. Pasaba por allí de camino a casa desde trabajo, y pensé que podrías querer uno. —Pone las bolsas en la encimera de mi cocina, luego camina hacia el sofá y se desploma en él.

Cierro la puerta y lo enfrento. —Gracias por los tacos, pero, ¿cómo sé que no estás jugándome una broma? ¿Qué has hecho, cambiar la carne por tabaco?

Nico levanta la mirada hacia mí y me sonríe, impresionado. —Ahora, esa es una idea genial para una broma, Lali. Creo que finalmente comienzas a entenderlo.

Me río, sentándome junto a él. —Claro, ahora que no tengo ningún compañero al que hacerle bromas.

Suelta una carcajada y palmea mi rodilla. —Eugenia no sale del trabajo hasta medianoche. ¿Quieres ir a ver una película?

Mi cabeza se hunde en el respaldar del sofá casi tan rápido como mi corazón lo hace en mi estómago. Odio sentirme como si sólo estuviera aquí porque siente lástima por mí. La última cosa que quiero es ser la preocupación de alguien.

—Nico, no tienes que seguir viniendo para comprobarme cada día. Sé que estás tratando de ser agradable, pero estoy bien.

Se mueve en el sillón para mirarme de frente. —No vengo porque siento lástima por ti, Lali. Eres mi amiga. Extraño tenerte en el departamento. Y podría venir porque me siento un poco arrepentido por la forma en que te traté la noche en que Martina fue hospitalizada.

Asiento. —Sí. Te comportaste como un idiota esa noche.

—Lo sé. —Se ríe—. No te preocupes, Peter no me ha dejado olvidarlo.

Peter.

Dios, incluso escuchar su nombre duele.

Nico se da cuenta de su desliz cuando ve el cambio en mi expresión. —Mierda. Lo siento.

Presiono las palmas en el sofá y me levanto, queriendo escapar de la incomodidad de nuestra conversación. En realidad, no es un tema del que necesite estar hablando de todas formas.

—Bueno, ¿tienes hambre? —pregunto mientras me dirijo a la cocina—. He estado trabajando horas en la estufa para hacer esos tacos, así que mejor te comes uno.
Nico se ríe, entra en la cocina conmigo, y toma uno de los tacos. Desenvuelvo uno y me inclino contra la barra, pero antes de que pueda llevarlo a mi boca, me siento demasiado asqueada como para comer. Con toda sinceridad, no he dormido o comido demasiado en los últimos seis días desde que me mudé. Odio saber que tuve parte de culpa en causarle tanto dolor a otra persona. Martina no hizo nada para merecer la forma en que la hicimos sentir. También es difícil no saber cómo resultaron las cosas entre ellos. No le he preguntado a Nico por razones obvias, porque cualquiera fuese la respuesta, no cambiaría las cosas. Pero me siento como si tuviera este gran y enorme hoyo en mi pecho ante la constante curiosidad. Por más que he deseado por los últimos tres meses que Peter no tuviera una novia, no se compara para nada con lo mucho que he esperado que ella pudiera perdonarlo.

—Un dólar por tus pensamientos.

Miro a Nico, que está inclinado contra la encimera, observándome pensar. Me encojo de hombros y pongo mi taco sin comer a un lado, luego me abrazo a mí misma y bajo la mirada hasta mis pies, temiendo que si lo miro, sabrá lo que estoy pensando.

—Mira —dice, agachando la cabeza en un intento para que lo mire a los ojos—. Sé que no has preguntado por él porque sabes tan bien como yo lo mucho que necesitas seguir adelante. Pero si tienes preguntas, las responderé, Lali. Las responderé porque eres mi amiga, y eso es lo que los amigos hacen.

Mi pecho se eleva con una profunda respiración, y antes de que pueda soltarla totalmente, la pregunta escapa de mi boca. —¿Cómo está?

Nico tensa la mandíbula, lo que me hace pensar que desearía no haberme dado la libertad para preguntar sobre Peter. —Está bien. Estará bien.

Asiento, pero instantáneamente tengo un millón de preguntas más.

¿Volvió con él?

¿Ha preguntado por mí?

¿Luce feliz?

¿Crees que se arrepiente de mí ahora?

Decido preguntar una cosa a la vez, porque ni siquiera estoy segura de si sus respuestas me harán algún bien en este punto. Trago nerviosamente, luego levanto la mirada para verlo. —¿Ella lo perdonó?

Nico es el que no puede hacer contacto visual ahora. Se endereza, dándome la espalda, y pone las palmas en el mostrador. Su cabeza cuelga entre sus hombros mientras suspira incómodamente.

—No estoy seguro de si debería estar diciéndote esto. —Se detiene por un momento, luego se gira para mirarme—. Lo perdonó. Por lo que me dijo, entendía la situación entre tú y Peter. No estoy diciendo que no estaba enojada por ello, pero lo perdonó.  
  
Su respuesta me mata totalmente. Pongo bruscamente una mano sobre mi boca para amortiguar mi llanto, y luego le doy la espalda a Nico. Estoy confundida por mi reacción, confundida por mi corazón. Soy consumida inmediatamente por el alivio de saber que lo perdonó, pero el alivio es opacado por el dolor cuando el entendimiento de que lo perdonó me golpea. Ni siquiera sé cómo me siento. Estoy aliviada por Peter, y apenada por mí.

Nico suspira pesadamente, y me siento horrible por permitirle verme reaccionar de esta forma. No debería haber preguntado. Maldita sea, ¿por qué se lo pregunté?

—No he terminado, Lali —dice en voz baja.

Sacudo la cabeza y sigo mirando en la dirección contraria mientras continúa diciendo lo que quiere decir.

—Lo perdonó por lo que sucedió contigo, pero lo que pasó contigo también les hizo ver el por qué estaban juntos en primer lugar. Resulta que no pudo encontrar una buena razón para volver con él. Peter dijo que tiene un montón de cosas que vivir, pero que Martina no puede disfrutarlas al máximo cuando él está constantemente tratando de contenerla.

Llevo ambas manos a mi rostro, totalmente perpleja por mi corazón. Hace solo unos segundos, me sentía mal porque lo hubiese perdonado, y ahora me siento apenada porque no lo hiciera.

Hace tres meses, me encontraba sentada sobre mi maleta bajo la lluvia, creyendo que experimentaba lo que se sentía tener el corazón roto.

Dios, me equivoqué. Tan malditamente mal.

Así se sentía tener el corazón roto.

Así.

Como en este momento.

Los brazos de Nico se envuelven a mí alrededor, y me atrae hacia él. Sé que no quiere verme molesta, y estoy dando mi mejor esfuerzo para no parecerlo.
Llorar por ello no ayudará, de todas formas. No ha ayudado en los últimos seis días.

Me alejo de Nico y camino hacia la encimera, donde saco un pedazo de toalla. La enrollo en mi mano y limpio mis ojos en ella. —Odio los sentimientos —digo mientras seco más lágrimas.

Nico suelta una carcajada y asiente de acuerdo. —¿Por qué crees que prefiero estar con una chica que no tiene ninguno?

El hablar mal de Eugenia me hace reír. Hago mi mejor esfuerzo para respirar y borrar el resto de mis lágrimas, porque, como me dije antes, lo que sucedió entre Peter y Martina no cambia mi situación para nada. Sin importar cómo resultaron las cosas entre ellos, aún no significa nada para Peter y para mí. Las cosas son demasiado complicadas entre nosotros, y nada más que el espacio y tiempo pueden cambiar eso.

—Iré contigo a ver una película —le digo a Nico—. Pero mejor que no sea porno.



Peter

—Dame las malditas llaves, Peter —me dice Nico con señas.

Niego con la cabeza calmadamente por tercera vez en cinco minutos. —Te daré las llaves cuando me digas dónde vive.

Me mira furiosamente, aún rehusándose a rendirse. He tenido sus llaves por la mayor parte del día, y arderé en el infierno si se las entrego antes de que me dé la información que necesito. Sé que sólo han pasado tres semanas desde que Martina rompió conmigo, pero no he sido capaz de dejar de pensar en cómo todo lo que he hecho afectó a Lali. Necesito saber si está bien. No me he contactado con ella en todo este tiempo simplemente porque no estoy seguro de lo que le diré cuando eventualmente la vea. Todo lo que sé es que necesito verla, o probablemente nunca dormiré de nuevo. Han pasado más de tres semanas desde la última vez que dormí bien, y mi mente necesita consuelo.

Nico está sentado al otro lado de la mesa, por lo que devuelvo la atención a la computadora frente a mí. A pesar de que quiero culpar a las computadoras por lo que sucedió en las pasadas semanas, sé que todo es mi culpa, así que tuve que soportarlo y comprar una nueva. Aún dependo de una computadora para conseguir un salario, desafortunadamente.

Nico se estira por encima de la mesa y cierra de golpe mi portátil, forzándome a mirarlo.

—No conseguirás nada bueno al ir a verla —indica con gestos—. Sólo han pasado tres semanas desde que tú y Martina terminaron. No voy a darte la dirección de Lali, porque no necesitas verla. Ahora, dame mis llaves, o me llevaré tu auto.

Sonrío con suficiencia. —Buena suerte intentando encontrar mis llaves. Están en el mismo lugar donde escondí las tuyas.

Sacude la cabeza con frustración. —¿Por qué estás actuando como un cretino, Peter? Ella está finalmente por su cuenta, haciendo una vida por sí misma, y haciéndolo bien, ¿y tú quieres ir y confundirla de nuevo?

—¿Cómo sabes que lo está haciendo bien? ¿Hablas con ella? —La desesperación en mi pregunta me sorprende, porque no sabía hasta este segundo cuánto necesitaba que estuviese bien.

—Sí, la he visto unas cuantas veces. Eugenia y yo comimos con ella ayer.

Me reclino contra la silla, sintiéndome ligeramente molesto porque no me dijera, pero también aliviado al saber que no está encerrada en su departamento, devastada.

—¿Ha preguntado por mí? ¿Sabe lo que sucedió entre Martina y yo?

Asiente. —Lo sabe. Me preguntó cómo iban las cosas entre ustedes, así que le dije la verdad. No ha hablado de ello desde entonces.

Jesucristo. El saber que sabe la verdad debería aligerar mi preocupación, pero sólo la intensifica. No puedo imaginar lo que debe pensar de mi falta de comunicación con ella ahora que sabe lo de Martina. El hecho de que no la haya contactado en absoluto probablemente la tiene creyendo que la culpo.
Me inclino hacia delante y miro desesperadamente a Nico.

—Por favor, Nico. Dime dónde vive.

Sacude la cabeza. —Dame las llaves.

Niego con la cabeza.

Rueda los ojos ante nuestra terquedad y se levanta de la mesa, luego entra furiosamente en su habitación.

Abro los mensajes de Lali, y comienzo a deslizarme entre ellos como hago cada día, deseando tener el coraje para enviarle un mensaje. Tengo miedo de que sea más fácil para ella dejarme fuera a través de un mensaje, de lo que lo será si aparezco en su puerta, que es el por qué no le he enviado un mensaje.

A pesar de que no quiero estar de acuerdo con Nico, sé que no será bueno hablarle. Sé que no estamos como para empezar una relación, y el verla en persona sólo exacerbará cuánto la extraño. Lo que sea, saber lo que debería hacer y tolerar lo que debería hacer son dos cosas totalmente distintas.

***

Mis luces se encienden. Segundos más tarde, mis hombros son sacudidos violentamente. Sonrío a través del atontamiento, sabiendo por la presencia de Nico que lo tengo justo donde quiero. Me giro y levanto la mirada hacia él.

—¿Sucede algo? —le señalo.

—¿Dónde están?

—¿Dónde están, qué?

—Mis condones, Peter. ¿Dónde diablos escondiste mis condones?

Sabía que si el robar sus llaves no funcionaba, robar sus condones lo haría.
Sólo estoy feliz de que pensara en ponerse un par de pantalones cortos antes de dejar a Eugenia en su cama y entrar en mi habitación.

—¿Quieres tus condones? —le digo con señas—. Dime dónde vive.


Nico se pasa las manos por el rostro y por cómo luce, creo que está gimiendo. —Olvídalo. Iré a la tienda y compraré unos nuevos.

Antes de que salga de mi habitación, me siento en la cama. —¿Cómo planeas ir a la tienda? Tengo tus llaves, ¿recuerdas?

Se detiene por un segundo, y luego su rostro se relaja cuando piensa en algo.

—Tomaré el auto de Eugenia.

—Buena suerte encontrando sus llaves.

Nico me mira duramente por unos cuantos segundos, luego sus hombros se desploman finalmente y se gira hacia mi cómoda. Agarra un lápiz y papel y escribe algo, lo dobla, y me lo lanza. —Ahí está su dirección, idiota. Ahora, dame mis llaves.

Desdoblo el papel y checo dos veces para asegurarme de que en realidad escribiera una dirección. Estiro el brazo hacia la parte trasera de mi mesita de noche, agarro su caja de condones, y se los lanzo.

—Eso debería servirte por ahora. Te diré dónde están tus llaves después de que confirme que ésta es realmente su dirección.

Nico saca un condón de la caja y me lo lanza.

—Llévatelo cuando te vayas, porque esa definitivamente es su dirección. —Se gira y sale de la habitación, y no pasa mucho tiempo antes de que esté de pie, vestido y saliendo por la puerta delantera.

Ni siquiera sé qué horas es.

Ni siquiera me importa.

6 comentarios:

  1. maassssssssssssssssssss
    @x_ferreyra07

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  2. Ahhhhh ni sabes la ansiedad que pase estos días sin la. Nove!!!
    Era como no. Subió ahh ya quiero saber!!
    Uhhhhh pobre Lali sigue sufriendo !!
    Me encanta que Nico no la deje sola y la ayude a salir de todo eso!!
    Ay no de pero Peter en estos momentos me. Parece tan egoísta!!!
    La hace mierda y luego la quiere ver?!
    QUIEN LO. ENTENDE!!!!!

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  3. dios !! me estresa ver a peter asi, osea pobre lali no piensa en ella!!!!!!!!!
    seguila

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  4. K egoista es Peter x Dios .Realmente no piensa en ninguna d las dos ,tan solo en él mismo.

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