Capitulo 13
La mañana siguiente era un día de
trabajo, y no tenía que estar allí hasta el mediodía. Arrastré el culo fuera de
la cama y me quité el vestido de noche. Agradecí que él no me desnudase, bueno,
tal vez quería que lo hubiese hecho porque los momentos que compartimos en la
playa eran algo que no quería olvidar. Sentí que algo cambió en él la noche
anterior.
Me paré bajo el agua caliente y dejé que
me alcanzara. No podía dejar de pensar en Peter y lo dulce y gentil que fue
conmigo la noche anterior. Le expuse mi secreto más profundo, y ahora me estaba
empezando a arrepentir. No debería haberle mostrado esa parte de mí; era
demasiado peligroso. Me puse mis mallas y la túnica larga, me recogí el pelo en
una cola de caballo y me dirigí a la cocina para hacer un poco de café. No
podía quitarme de encima la sensación de estupidez por contárselo; a veces,
simplemente no sé cuándo mantener la boca cerrada.
Mientras esperaba a que se hiciera el
café, busqué en el bolso y agarré mi teléfono; había un mensaje de texto de
Peter.
“Hola, espero que durmieras
bien, sólo quería ver si estabas levantada y cómo te sentías”.
Se me escapó una pequeña sonrisa
mientras le contestaba.
“Buenos días, dormí bien y me
siento bien, gracias por tu preocupación. Espero que tengas un día estupendo y
que no trabajes muy duro.”
“Me alegra que te sientas bien,
y siempre trabajo duro, es por eso que tengo tanto éxito.”
“Te creo, y gracias por cuidar
de mí anoche, ¡te debo una!”
“Considéralo un pago por la vez
que me llevaste a casa a salvo. Tengo una reunión, luego hablamos.”
“Adiós.”
Me serví un poco de café en una taza que
decía: “No soy gay, pero mi exnovio lo es”, cortesía de Candela. Me acerqué al
escritorio que albergaba mi portátil, abrí el cajón y saqué el pedazo de papel
que encaja perfectamente en la parte
superior de una revista. Miré el papel y con un bolígrafo garabateé sobre él y lo
volví a poner en su lugar hasta que lo necesitara de nuevo.
Salí fuera y bajé por la calle, tenía una
hora antes de que tener que estar en el trabajo, así que decidí caminar las
pocas cuadras que costaba llegar hasta allí. El aire hoy era más fresco porque
el sol se escondió detrás de un grupo de nubes. Hoy era una vista diferente de
la que había sido durante meses. La gente había abierto el armario de otoño y
había sacado la ropa de los días “fríos”. Pantalones, camisas de manga larga, chaquetas
de punto y chaquetas ligeras adornaban las calles de New York mientas la gente
se preparaba para la llegada del otoño.
Pasé delante de un Starbucks de camino
al trabajo, y, por supuesto, tuve que parar como si necesitara más cafeína.
Entré y me puse en una fila que ocupaba la mitad de la cafetería. Alcancé el
bolso y saqué el teléfono, prometí a Candela que le llamaría y le contaría
sobre la noche anterior. Marqué su número y esperé a que respondiera; después
de varios tonos saltó el contestador de voz.
—Hola Candela, soy yo, pasé un rato
fabuloso anoche con Peter. Estoy de camino al trabajo, llámame más tarde para
tener una charla de chicas, te quiero.
Finalmente era mi turno y pedí un Latte
dulce de canela grande. Le pagué al barista y salí con mi café en la mano y me
dirigí al trabajo.
Mientras caminaba por la calle llena de
gente, me di cuenta de que había una limusina negra estacionada frente a un
edificio alto. La puerta de la limusina se abrió y salió una mujer que me
resultaba familiar y luego salió Peter, siguiéndola y ajustándose la corbata.
Me sentí enferma del estómago y el corazón se me empezó a acelerar, no por
pasión, sino por los nervios. Él miró alrededor y me vio de pie a unos metros
de distancia. No podía dejarle saber la rabia y los celos
que estaba sintiendo en ese momento al verlos juntos, así que sonreí y saludé
como haría cualquier amiga. Su expresión era de dolor cuando me vio. No me
devolvió la sonrisa, sólo pudo arreglárselas para darme un pequeño saludo con
la mano.
Caminaron hasta el alto edificio y entraron. Mientras pasaba por delante,
noté el nombre del negocio en las grandes puertas dobles, “Empresas Lanzani”. Nunca me di cuenta
de lo que era este edificio mientras pasaba todo el tiempo por delante de él.
Seguí caminando mientras una ola de
traición corría por mis venas. No tenía ninguna razón para sentirme así. Peter
y yo somos amigos y nada más; nunca podríamos ser nada más. Luché con mis
emociones durante todo el camino al trabajo y traté de razonar conmigo misma
que no hizo nada malo. Si él y yo íbamos a seguir siendo amigos, tendría que acostumbrarme
a verlo con otras mujeres. Él no era mío, y yo no era suya.
Seguí diciéndome eso hasta que
finalmente llegué al trabajo.
Fue un día tranquilo en el trabajo, lo
que apestó porque me dio más tiempo para pensar acerca de Peter y la alta y
hermosa mujer que salió de la limusina. No tenía derecho a siquiera pensar en
ellos, pero después del momento que compartimos anoche, no pude evitar
preguntarme si tal vez él sentía algo por mí. ¿A quién estaba engañando? Peter
Lanzani es un mujeriego, y ya he sido advertida acerca de él. Tenía que hacer
un serio examen de conciencia, y el mejor lugar para hacerlo era en mi lugar de pizza favorito.
La jornada de trabajo por fin terminó.
Agarré mi teléfono y mi bolso y me dirigí hacia la puerta. Me detuve de golpe
cuando vi a Nico apoyado contra la limusina aparcada junto a la acera.
Entrecerré los ojos al mirarle.
—Hola, Nico, ¿qué estás haciendo aquí? —le
pregunté con curiosidad.
—Hola, señorita Esposito, el señor
Lanzani me envió para recogerla y llevarla al restaurante donde él se reunirá
con usted en 15 minutos para cenar.
—¿Ah, sí? —le pregunté mientras ponía
las manos en las caderas. Me miró con una sonrisa en la cara porque
sabía lo que venía a continuación—. Puedes decirle al señor Lanzani que no
estoy disponible esta noche. Tengo otro planes —Empecé a alejarme mientras
volví la cabeza—. Dile también que si quiere cenar conmigo puede coger el
teléfono y preguntármelo —Levanté la mano y me despedí—. Adiós, Nico, ten una fantástica
noche.
Pizzapopoulus estaba a un par de manzanas
de distancia, y el frío aire nocturno se estaba asentando. Me senté en una mesa
cerca de la ventana y abrí el menú. El restaurante era pequeño, con unas 20
mesas que ocupaban el espacio. Las paredes blancas estaban decoradas con fotografías
de todas las celebridades que habían cenado allí. Las mesas estaban decoradas con manteles a cuadros
rojos y blancos y servilletas blancas. El ambiente era casual y
pintoresco, y tenían la mejor pizza.
Hurgaba en mi bolso buscando el teléfono
cuando vi la sombra de alguien sentarse frente a mí. Levanté la mirada, y allí
estaba Peter mirándome; puse los ojos en blanco.
—¿Así que aquí es donde quieres cenar? —preguntó.
Incliné la cabeza a un lado y miré su
ardiente cara.
—Sí, Peter, aquí es donde voy a cenar
esta noche, y no creo que estuvieras invitado.
Puso la mano sobre su corazón.
—Ay, eso duele, Lali. Te invité a cenar,
y me rechazaste, así que me tomé la libertad de acompañarte.
—¿Cómo sabes que quiero compañía?
Puso las manos sobre la mesa y las
cruzó.
—No lo sé, pero ya que estoy aquí
podríamos cenar juntos —dijo mientras le echaba un vistazo al restaurante.
El objetivo de esta cena para mí era
hacer un examen de conciencia y eso iba a ser extremadamente difícil con él
sentado frente a mí.
La camarera se acercó y empezó a babear
cuando le preguntó a Peter qué le gustaría pedir. Miró el menú de arriba abajo
y se decidió por una ensalada. Lo miré y le quité el menú de las manos.
—No te puedes sentar en un lugar donde
venden pizza y pedir una ensalada.
Miré a la camarera y me aclaré la
garganta para desviar su atención de Peter.
—Queremos una pizza grande con
pepperoni, champiñones y aceitunas negras, una ensalada grande antipasto y una
ración de palitos de pan.
Peter levantó un dedo y lo apoyó en sus
labios.
—¿De verdad crees que voy a comer esa
pizza?
—No creo que lo vayas a hacer, sé que lo
vas a hacer —sonreí. Puse el teléfono sobre la mesa y lo miré a él. Si quería
interrumpir mis planes para cenar tan groseramente, entonces tendría que
responder algunas preguntas.
—¿Quién es la mujer con la que estás
siempre? —Las palabras simplemente salieron antes de que pudiera pensarlas. Se
removió en su asiento.
—Es una amiga, Lali —respondió en voz
baja a mi pregunta. Sabía que mentía. Tal vez era una amiga, pero qué clase de
amiga era lo que yo quería saber.
—¿Qué clase de amiga, Peter?
Sus ojos verdes se oscurecieron mientras
me miraba.
—Ella no importa, Lali: es una amiga y
eso es todo lo que necesitas saber.
Levanté las cejas.
—Creí que después de lo que te conté
anoche estarías dispuesto a contarme algunas cosas.
—No tengo la costumbre de hablar de mi
vida personal. Se llama personal por una razón, Lali.
No se dio cuenta, pero en ese momento él
tomó una decisión por mí. La camarera trajo nuestra pizza y la puso en el
centro de la mesa junto con la ensalada y los palitos de pan. Levanté un trozo
de pizza con la espátula y lo puse en su plato. Suspiró y agarró el tenedor y
el cuchillo.
—¿Qué? ¿Estás de broma? Deja eso ahora
mismo, Peter Lanzani. Parecía perplejo.
—¿Qué? ¿Qué demonios está mal?
Me incliné sobre la mesa y le quité el
tenedor y el cuchillo de la mano.
—No vas a comer la pizza con cuchillo y
tenedor.
—Entonces, ¿cómo diablos se supone que
la tengo que comer?
Estaba tan condenadamente sexy en ese
momento. Levanté mi pizza y le di un mordisco. Con la boca llena, le dije: —De
esta manera, levántala y muerde.
—Eso es asqueroso y no hables con la
boca llena.
—Si no vas a hacerlo, entonces yo lo
haré —Levanté la pizza de su plato y se la acerqué a la boca—. Muerde —ordené.
Levantó las cejas mirándome.
—¿Tienes idea de lo sexy que suena eso? —guiñó
un ojo.
No pude evitar soltar una pequeña risa
mientras le pegaba en el brazo. Puso los ojos en blanco, lo que era
endiabladamente sexy, abrió la boca y le dio un bocado a la pizza. Sonreí mientras
ponía la pizza de nuevo en su plato.
—Mi turno —sonrió.
—¿Tu turno de qué?
Tomó la pizza de mi plato y la levantó.
—Muerde —ordenó.
Le di un mordisco, y una amplia sonrisa
agració su perfecto rostro. Creo que esa pudo haber sido la primera vez desde
que lo había conocido que lo había visto sonreír así, e hizo que mi corazón
revoloteara.
Comimos más pizza, hablamos y comimos un
poco de ensalada. La camarera seguía pasando junto a nuestra mesa y dándole a
Peter sonrisas coquetas.
—¿Nunca te enfermas y cansas de todas
las mujeres que te comen con los ojos?
Se echó a reír.
—¿No te cansas de todas las miradas
lascivas que obtienes de los hombres?
Puse una cara confusa.
—Yo no las obtengo.
—Sí que las obtienes, Lali, lo veo cada
vez que estoy contigo; la única diferencia es que los hombres son más discretos
que las mujeres.
Nunca me di cuenta de que los hombres me
comían con los ojos; tendré que empezar a prestar más atención. Mientras
estábamos riendo y disfrutando de nuestra conversación me sonó el teléfono; era
el número de mi tía Patti. Miré a Peter.
—Tengo que atender esta llamada —asintió
con la cabeza y sacó su teléfono.
—Hola —contesté. La voz del otro lado
era de mi prima Debbie.
—Lali, soy Debbie, quería hacerte saber
que mamá y papá tuvieron… —empezó a sollozar—, un accidente de coche, y ambos fallecieron.
Sus sollozos se hicieron más fuertes
mientras una lágrima caía por mi mejilla.
—Debbie, lo siento mucho; estaré allí
tan pronto como pueda.
—Gracias, La, te llamaré para contarte
los detalles.
Colgué y miré a Peter, quien me miraba
con preocupación.
—Lali, ¿qué pasó?
—Mis tíos murieron en un accidente de
coche. Tengo que salir de aquí, Peter.
Agarré mi bolso y saqué algo de dinero.
Peter me lo quitó de las manos y lo metió de nuevo en mi bolso.
—Yo me encargo.
No podía derrumbarme delante de él;
tenía que mantener la compostura, al menos hasta llegar a casa, cuando
estuviera sola.
Tiró un poco de dinero a la mesa y me siguió
fuera del restaurante. Mi cabeza estaba aturdida, y yo estaba confusa. Miré en
ambas direcciones olvidando por qué camino tenía que ir. Puso su brazo a mí
alrededor y me acercó a él, llevándome hacia donde Nico había aparcado la
limusina.
Me tropecé un par de veces, pero la
fuerza de sus brazos me sostuvo. Abrió
la puerta y me ayudó a entrar. Me
deslicé hacia el otro lado mientras entraba él y se sentó a mi lado. No dijo
nada, sólo me envolvió en sus brazos y me atrajo hacia su pecho. Al sentir su
calor y seguridad, agarré en un puño su camisa y empecé a llorar. Pasó
la mano arriba y abajo por mi espalda mientras su barbilla descansaba
en mi cabeza. En ese momento no me importaba que él me viera así,
sólo necesitaba estar con alguien entonces, y él estaba más que dispuesto
a ser ese alguien.
Ayy maasss
ResponderEliminar++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
MASSSSSSSSSSSSSS
ResponderEliminarQue buen caaaaap continuala porfis. Besos
ResponderEliminarAhhhhhhhhhhh !!!! Lali está empezando a sentir algo por el!!!. Uhh Lanzani tiene que estar acostándose con la tipa esa!!
ResponderEliminarAy que lindos ellos comiendo pizza!!
Ay no que fea noticia!!
Que bien que Peter está ahí y la apoya cuando lo necesita
CONTINUALAAAAAA ESTA BUENISIMA
ResponderEliminarContinualaaaaaaaaaaaa ♥
ResponderEliminarLo sexy k suena eso,jajjajajajajaj,yo también reí.
ResponderEliminarParece k Peter quiere estar cerca d Lali a toda costa.
Un buen apoyo k no la deje sola en estos momentos.
Os recomiendo nohaytalcrisisencasiangeles.blogspo.com
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