Capitulo 19
Lali
Quédate callado,
corazón. Por favor, quédate callado.
No quiero que él
esté de pie allí, frente a mí. No quiero que me mire con esa expresión que
refleja mis propios sentimientos. No quiero lastimarlo tanto como estoy siendo
lastimada. No quiero que me eche de menos tanto como yo voy a extrañarlo. No
quiero que se enamore de mí como yo lo estoy de él.
Quiero que esté con
Martina. Quiero que él quiera estar con Martina, porque sería mucho más
fácil no notar que nuestros sentimientos se reflejan el uno en el otro como un
espejo. Si esto no fuera tan duro para él, sería fácil para mí olvidarlo, fácil
aceptar su elección. En cambio, mi corazón duele el doble por saber que esta
despedida está lastimándole tanto como a mí.
Me está matando,
porque nada, nada, podrá siquiera llenar mi vida de la manera en que él
lo hace. Siento como si estuviera tirando por la borda mi única oportunidad de
tener una vida feliz, y en su lugar, aceptando una versión mediocre y triste
sin Peter. Las palabras de mi padre suenan en mi cabeza, y comienzo a
preguntarme si él tenía razón después de todo. Una vida de mediocridad es
una vida desperdiciada.
Nuestros ojos se
mantienen en un abrazador silencio durante unos segundos, hasta que ambos
apartamos la mirada, permitiéndonos ser conscientes de cada cosa que hay en el
otro.
Sus ojos se
desplazan con cuidado sobre mi rostro, como si quisiera grabarme en su memoria.
Pero su memoria es el último lugar donde yo quiero estar.
Daría cualquier cosa
por estar siempre en su presente.
Apoyo la cabeza
contra la puerta abierta de mi dormitorio y miro fijamente sus manos, aún sin
soltar el marco de la puerta. Las mismas manos que yo nunca veré tocar una
guitarra otra vez. Las mismas manos que nunca volverán a sostener las mías. Las mismas manos que
ya nunca más me tocaran y me sostendrán para escucharme cantar.
Las mismas manos que
están repentinamente acercándose a mí, envolviéndose a mi alrededor, aferrando
mi espalda en un abrazo tan apretado que sé que no podría apartarme incluso si
lo intentara. Pero no quiero alejarme. Correspondo. Estoy abrazándolo con la
misma desesperación. Encuentro consuelo en su pecho mientras su mejilla se
presiona contra la cima de mi cabeza. Con cada pesada e incontrolada
desesperación que pasa a través de sus pulmones, mi propio aliento intenta
mantener su ritmo. Sin embargo, estoy jadeando gracias a las lágrimas que están
saliendo a raudales.
Mi tristeza me está
consumiendo, y yo ni siquiera intento retenerla mientras lloro enormes lágrimas
de dolor. Estoy llorando por la muerte de algo que ni siquiera tuvo la
oportunidad de vivir. La muerte del nosotros.
Nos quedamos
entrelazados por varios minutos. Tantos minutos que estoy intentando no
contarlos, por temor a que hayamos estado aquí de pie demasiado tiempo para un
abrazo apropiado. Aparentemente, él lo nota también, porque desliza sus manos
por mi espalda y mis hombros, luego se aleja de mí. Levanto la cara de su
camisa y limpio mis ojos antes de subir mi mirada.
Una vez que hacemos
contacto visual, aparta las manos de mis hombros y tentativamente las coloca a
cada lado de mi rostro. Sus ojos estudian los míos por varios momentos, y la
manera en que me mira me hace odiarme a mí misma por amarlo tanto.
Amo la forma en que
me mira, como si yo fuera la única cosa que importa en este justo momento. Soy
lo único que ve. Él es lo único que veo. Mis pensamientos una vez más vuelven a
una parte de la canción que escribió. Me haces sentir como
si quisiera ser el único hombre al que verás alguna vez.
Su mirada parpadea
entre mi boca y mis ojos, como si no pudiera decidir si quiere besarme, mirarme
o hablar conmigo.
—Lali —susurra.
Suspiro y aprieto
una mano en mi pecho. Mi corazón sólo se desintegró ante el sonido de su voz.
—No puedo… decirlo…
bien —dice con una voz baja e insegura.
Oh, mi corazón. Escucharlo hablar es casi demasiado de
soportar. Cada palabra que llega a mis oídos es suficiente para hacerme caer de
rodillas, y no es por el sonido de su voz. Es por el hecho de que él haya elegido
este momento para hablar por primera vez en quince años.
Hace una pausa antes de terminar lo que quiere decir, y esto
le da a mi corazón y pulmones un momento para ponerse al día con el resto de mi
cuerpo. Él suena exactamente como imaginé que sonaría después de escucharlo
reír tantas veces. Su voz es un poco más profunda que su risa, pero
desenfocada. Su voz me recuerda a una fotografía, de alguna manera.
Puedo entender sus palabras, pero están desorganizadas. Es
como si estuviera mirando una imagen y aunque fuera clara, no soy capaz de
concentrarme… similar a sus palabras.
Sólo estoy enamorada
de su voz. Con esa imagen desenfocada de él pintando con sus palabras.
Estoy enamorada de… él.
Inhala suavemente,
luego exhala con nerviosismo antes de continuar. —Necesito que tú… escuches
esto —dice, sosteniendo mi cabeza entre sus manos—, yo… nunca… lo
lamentaré.
Latido, latido,
pausa.
Contraer, expandir.
Inhala, exhala.
Pierdo oficialmente
la guerra en mi corazón. Ni siquiera me molesto en verbalizar una respuesta
para él. Mi reacción se puede ver en mis lágrimas. Se inclina hacia adelante y
presiona sus labios en mi frente, luego deja caer sus manos y lentamente
retrocede. Con cada movimiento que hace que se aleje de mí, siento mi corazón desmoronarse.
Casi puedo escucharnos rompernos en pedazos. Casi puedo escuchar su corazón
romperse en dos, cayendo al suelo junto al mío.
A pesar de saber que
él debe irse, estoy conteniéndome para decirle que se quede. Quiero
arrodillarme, justo al lado de nuestros destrozados corazones y rogarle que me
elija. Esa patética parte de mí quiere rogarle que me bese, a pesar de que no
soy su elección.
Pero la parte de mí
que al final gana mantiene la boca cerrada, porque sabe que Martina lo merece
más que yo.
Mantengo mis manos a
mis costados mientras él da otro paso atrás, preparándose para a travesar la
puerta de mi dormitorio. Nuestros ojos aún fijos en el otro, pero cuando mi
teléfono suena en mi bolsillo, salto y aparto rápidamente mi mirada de la suya.
Oigo su teléfono vibrar en su bolsillo. La repentina interrupción de ambos es
sólo evidente para mí hasta que me ve abrir mi teléfono celular al mismo tiempo
que él saca el suyo del bolsillo.
Nuestros ojos se
encuentran brevemente, pero la interrupción del mundo exterior parece habernos
regresado a la realidad de nuestra relación. De regreso al hecho de que su
corazón le pertenece a alguien más, y esto aún es una despedida.
Lo observo mientras lee su mensaje primero. Soy incapaz de
apartar mi mirada de él para leer el mío. Su expresión rápidamente parece
torturada al leer el mensaje, y sacude su cabeza lentamente.
Hace una mueca.
Hasta este momento,
nunca había visto un corazón rompiéndose frente a mí.
Lo que sea que
estuviera leyendo, lo destroza por completo.
No me vuelve a
mirar. En un giro rápido, toma su teléfono firmemente en su mano y se dirige
directamente a la puerta principal y la abre de golpe. Doy un paso fuera de
sala, mirándolo temerosa mientras lo sigo. Ni siquiera la cierra detrás de él
mientras baja las escaleras de dos en dos, saltando por encima de la barandilla
para acortar otro medio segundo en su frenética carrera por ir a donde sea que
desesperadamente quiere llegar.
Miro mi teléfono y
desbloqueo la pantalla. El número de Martina está en el último mensaje de
texto. Lo abro y veo que Peter y yo éramos los únicos destinatarios. Lo leo con
cuidado e inmediatamente reconozco las familiares palabras que ella escribió
para nosotros.
Martina: Martina vino anoche, una hora después de
que regresé a mi habitación. Estaba convencido de que ibas a entrar y decirle
lo idiota que soy por besarte.
Inmediatamente,
camino hasta el sofá y me siento, ya no soy capaz de mantener el peso de mi
cuerpo. Sus palabras me dejaron sin respiración, succionando la fuerza de mis
piernas, y robaron todo el sentido de dignidad que creí que me quedaba.
Intento recordar por
qué medio recibí ese mensaje de Peter inicialmente.
Su portátil.
Oh, no. Nuestros
mensajes.
Martina está leyendo
nuestros mensajes. No, no, no.
Ella no va a
entenderlo. Sólo verá palabras que la lastimen. No será capaz de ver cuánto
hemos estado luchando contra esto.
Otro texto de
Martina aparece, y no quiero leerlo. No quiero ver nuestra conversación a
través de los ojos de Martina.
Martina: Nunca pensé que fuera posible tener
sentimientos honestos por más de una persona, pero me has convencido de lo
increíblemente equivocado estaba.
Silencio mi teléfono
y lo tiró a mi lado del sofá, entonces comienzo a llorar contra mis manos.
¿Cómo pude hacerle
esto?
¿Cómo pude hacerle lo que me hicieron a mí, sabiendo que era
el peor sentimiento en el mundo?
Nunca en mi vida he
conocido este tipo de vergüenza.
Pasan varios minutos
llenos de remordimientos antes de notar que la puerta principal sigue abierta.
Dejo mi teléfono en el sofá y camino hacia allí para cerrarla, pero mis ojos se
sienten atraídos al taxi que se acaba de detener justo frente a nuestro
edificio. Martina sale, levantando la vista hacia mí mientras cierra la puerta.
No estoy preparada para verla, así que rápidamente doy un paso atrás, lejos de
su mirada, buscando recuperarme de la sorpresa.
No sé si debo
ocultarme en mi habitación o quedarme aquí e intentar explicarle la inocencia
de Peter en todo esto.
Pero, ¿cómo puedo
hacer eso? Ella, obviamente, leyó las conversaciones. Sabe que nos besamos.
Sabe que él admitió sentir algo por mí. Lo único que puedo intentar hacer es
convencerla de que hizo todo lo que podía para no sentirse de esa manera,
aunque eso no excusa el hecho de que el chico que ella ama, abiertamente
admitió tener sentimientos por alguien más. Nada puede excusar eso, y me siento
como una mierda por ser parte de ello.
Aún sigo de pie con
la puerta abierta cuando sube las escaleras. Me mira con expresión molesta. Sé
no que está aquí por nadie más que por mí, así que doy un paso atrás y abro la
puerta por completo. Baja la mirada cuando pasa a mi lado, incapaz de continuar
el contacto visual.
No la culpo. Yo
tampoco sería capaz de mirarme. De hecho, si fuera ella, estaría golpeándome en
este momento.
Se dirige a la barra
de la cocina, y lanza la portátil de Peter sobre ella sin delicadeza. Luego se
dirige directamente a la habitación de Peter. La escucho hurgar entre las
cosas, y eventualmente sale con una enorme bolsa y sus llaves en la otra mano.
Aún estoy de pie, sin emociones, con mis manos en la puerta. Ella continua
manteniendo la mirada en el suelo mientras pasa a mi lado nuevamente, pero esta
vez, hace un rápido movimiento con la mano para limpiarse una lágrima.
Sale por la puerta,
baja las escaleras, y entra directamente a su auto sin dirigirme una palabra.
Quiero que me diga
que me odia. Quiero que me golpee y me grite y me llame zorra. Quiero tener una
razón para estar furiosa, porque justo ahora, mi corazón está roto por ella, y
sé que ninguna jodida cosa que yo diga la hará sentir mejor. Sé que esto es un
hecho, porque he estado hace poco en la misma situación que Peter y yo acabamos
de repetir.
Sólo que ahora ella
es Lali.
Peter
El tercer y último
mensaje llega cuando estoy estacionando en el hospital. Sé que es el mensaje
final, porque es de la conversación que tuve con Lali hace menos de dos horas.
Esta es la última cosa que le escribí.
Martina: No me lo agradezcas, Lali. No me debes
agradecer, porque fallé miserablemente tratando de no enamorarme de ti.
No puedo soportar
más. Lanzo el teléfono en el asiento del pasajero y salgo del vehículo. Luego
corro al hospital y directo a su habitación. Corro por los pasillos pensando
qué hacer para convencerla de que me escuche.
Cuando estoy dentro
de su habitación, mi estómago da un vuelco.
Ella se ha ido.
Presiono las manos
contra mi frente y me paseo por la habitación vacía, intentando averiguar cómo
puedo retroceder todo. Lo leyó todo. Cada conversación que tuve con Lali
en mi portátil. Cada sentimiento honesto que compartí, cada broma que hicimos,
cada error que enlistamos.
¿Por qué fui tan
jodidamente descuidado?
Durante veinticuatro años viví sin
experimentar este tipo de odio. Es el tipo de odio que abruma por completo la
conciencia. Es el tipo de odio que no puede excusarse con nada. El tipo de odio
que se respira en todas las facetas del cuerpo y en cada centímetro del alma.
Nunca lo había conocido hasta este momento. Nunca había odiado a nada, ni a
nadie con tanta intensidad como me odio a mí mismo en este momento.
noooooooooooooo, pobres los dos
ResponderEliminarseguila
Uyy la putaa, pobre!
ResponderEliminarMaaass
aaaa
ResponderEliminarmasssssssssssssssss
@x_ferreyra07
ay nooo..!! que mal!.. xq no borro las conversaciones y listo!! que feo para los tres!!
ResponderEliminarlolazh
Ay noooooo!!!
ResponderEliminarQue cap dios !! Tantas emociones juntas!
Primero la despedida de Lali y Peter !
Después los mensajes de Martina!! Nunca pensé que se enteraría !!!!
Ahhhhh que pasará?!
Porque Lali no le explico algo?!!
Ay Peter se odia y se odiara más cuando vea que la se fue y recogió todo!!
Odiara a Lali ?!!!
Lali de odiara tanto igual que como Peter de odia a el!!!
Más!!!! Ya quiero saber que pasará!
Ahora sufren todos
ResponderEliminar