martes, 29 de julio de 2014

Capitulo 34




Entramos al bar mientras Gaston nos arrastraba a través de la multitud de personas hacia una cabina en la parte trasera. Nos sentamos en el lado del escenario y el piano; el lugar donde las bandas locales tocaban. Pero no había ninguna tocando esta noche; era libre para cualquier cliente que quisiera mostrar su talento en el escenario.

Nos sentamos en una cabina redonda, Peter a un lado y Landon al otro. Una camarera pelirroja, vestida con una diminuta falda negra que apenas cubría su culo y una camiseta sin mangas que exponía todo su pecho, se acercó a nuestra mesa para tomar nuestra orden de bebidas.

Landon y Gaston ordenaron un par de Martini para cada uno y Peter un whisky. Me di cuenta de que Peter estaba incómodo porque ella lo miraba de arriba abajo en vez de tomar mi pedido, y tenía miedo de otro comentario como el de la marisquería. Me miró y pudo verme preparándome para decir algo, por lo que intervino y me rodeó con su brazo.

—Mi chica tomará un vaso de vino blanco. —La sonrió. Ella me miró de arriba abajo.

—Oh, pensé que estaba con uno de ellos.

Me removí en el asiento mientras Landon me acercaba a él. — Cariño, está con los tres y deberías ver las cosas que puede hacernos al mismo tiempo, oh Dios mío, es increíble.

Le lanzó una mirada asesina y se fue cuando los tres chocamos los cinco en el aire y Peter se sentó allí sacudiendo la cabeza. Me incliné y me acurruqué contra él, disfrutando de la esencia que ya estaba provocándome dolores.

—No estés celoso, cariño; sabes que te quiero más a ti.

Se rió mientras movía la mano que descansaba en su regazo, la colocaba a mi muslo desnudo y lentamente la subía bajo mi falda, deteniéndose tan pronto como sus dedos alcanzaron el encaje de mis bragas. Mi cuerpo se estremeció y tembló cuando sonrió. La camarera trajo nuestras bebidas y no apartó los ojos de mí mientras las ponía sobre la mesa.

Gaston se inclinó. —Creo que le gustas. —Me reí y tomé un sorbo de mi vino.

—Sólo una copa esta noche. No creo que debas beber mientras estés tomando la mediación, además de que tienes las inyecciones mañana por la mañana —dijo Peter mientras sus dedos pasaban sobre el encaje y ahora tocaban piel desnuda. Salté con el contacto.

—Gracias por tu preocupación. La tomaré en consideración —dije con los dientes apretados.

Gaston y Landon se excusaron al ver a un par de amigos a través de la barra. Peter sonrió cuando se alejaron, luego tomó mi barbilla y la giró en su dirección. —¿Quieres que pare? —preguntó seductoramente. Mi respiración empezó a aumentar a medida que frotaba ligeramente el área que ahora palpitaba por él.

—¿Qué me harás hacer? ¿Venirme aquí en el bar delante de todos? —pregunté casi sin aliento.

Me dio esa seductora sonrisa y me retorció las caderas de tal forma que ahora estaba sentada enfrentándole en la cabina.

—Ese era mi plan, pero tienes que actuar como si nada estuviera pasando.

Insertó suavemente un dedo mientras me mordía el labio. Miré alrededor del bar para ver si alguien prestaba atención, pero todo el mundo estaba bebiendo, bailando o charlando. Mi piel ardió y mi corazón se aceleró cuando insertó otro dedo y empezó a frotar mi zona adolorida con el pulgar. —Oh, joder —dije mientras enterraba la cabeza en su cuello.

Envolví mis brazos a su alrededor para que se viera como si estuviera abrazándole mientras sacaba e introducía sus dedos. —¿Por qué estás haciéndome esto? —pregunté mientras comenzaba a llevarme al orgasmo.

Acercó sus labios a mi oído. —Porque me gusta complacerte y sé que lo quieres. Estás tan mojada, Lali.

Mi cuerpo estaba preparándose para entrar en el olvido y él lo sabía; podía sentirlo. —Recuerda que necesitas estar en silencio.

Fácil para él decirlo; no estaba viniéndose en un lugar público, y no era tan sencillo guardar silencio cuando Peter Lanzani te llevaba hasta el borde de un orgasmo. Apreté mi mano alrededor de su cuello, hundiendo los dedos en su delicada piel, mi boca en su cuello mordiéndolo suavemente con mis dientes; empezó a gemir. Que empezara el juego, era hora de pagar.

Mi cuerpo alcanzó el punto de no retorno mientras cerraba los ojos y enterraba la boca profundamente en su cuello, liberándome sobre sus dedos. Mordisqueé su lóbulo, lo que le puso al borde. Tan pronto se aseguró de que mi orgasmo había acabado, me tomó de la mano y nos deslizó fuera del asiento.

—¿Qué haces? ¿A dónde vamos? —Me reí mientras mis piernas temblaban incontrolablemente.

Me condujo por un estrecho pasillo y abrió una puerta que daba a un armario. Me empujó dentro y la cerró. La habitación estaba a oscuras y la única luz que podía ver era la proveniente de la ranura de la puerta. Levantó la falda y me bajó las bragas. Alcancé sus pantalones cuando ya los tenía medio bajados. Mi espalda fue empujada contra la puerta mientras iba hacia abajo y lamía alegremente mi zona adolorida. Pasé mis manos por su pelo mientras seguía indagando con su lengua, lamiendo y chupando, haciendo insoportable el controlarme. Se detuvo y se introdujo a sí mismo dentro de mí mientras posicionaba sus manos a cada lado contra la puerta y se movía rápidamente dentro y fuera de mí hasta que se liberó y llenó mis entrañas con su corrida.

—Feliz cumpleaños, nena —jadeó en mi oído.

—Tienes problemas de control —susurré sin aliento. Le oí reír.

—Tú eres la que me llevó al faro, ahora estoy devolviéndote el favor.

—¿En un armario, Peter? —Me eché a reír.

—Oye, en cualquier lugar en el que podamos, ¿vale?

Abrí cuidadosamente la puerta mientras él miraba afuera para asegurarse de que no venía nadie. Dejamos el armario y caminamos casualmente por el pasillo como si nada hubiera pasado. Regresamos a la mesa en donde estaban sentados Gaston y Landon.

Nos miraron cuando Landon comenzó a decir—: ¿Dónde estuvieron…?

Y luego fue interrumpido por Gaston gritando—: Oh Dios mío, tienen pelo post sexo, acaban de tener sexo en alguna parte. —No dije nada, pero las sonrisas de nuestras caras contestaban a su pregunta.

Gaston y Landon preguntaron si estábamos listos para irnos porque tenían un pastel de cumpleaños esperándome en casa. Sonreí cuando Peter le hizo señas a la camarera para que se detuviera y le diera la factura. Me excusé al baño para arreglarme el pelo y el maquillaje. Iba de regreso a la mesa y noté que la camarera seguía todavía allí inclinada con su escote en la cara de Peter. Pude ver sus ojos fijos en mí y el pánico en ellos mientras se preguntaba qué pensaba. Me acerqué a la mesa y le toqué el hombro a la camarera.

—Perdona, ¿qué cojones crees que estás haciendo?

Se giró y me miró. —Escucha, perra, si te estás tirando a los tres entonces no tiene nada de malo dejarme probar a este jugoso. —Le sonrió a Peter.

La expresión en su rostro era de puro pánico ya que no me quitaba los ojos de encima. —¿A quién le estás llamando perra? —grité.

Peter salió de la cabina y me rodeó con el brazo. —Vámonos, La. —Rápidamente me sacó fuera del bar mientras Gaston y Landon se reían.

—Oh Dios mío, La, ¿ya has retraído las garras? —rió Gaston.

Peter me besó en la cabeza. —No puedo llevarte a ningún sitio.


Le miré severamente. —No soy yo; eres tú y esas malditas mujeres a las que atraes. —Se echó a reír mientras me alzaba y llevaba al coche.

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