Capitulo 18
No odien a Peter no les voy a negar que cuando lo leí la primera vez también lo detestaba. Se viene algo interesantee en un rato subo otro, gracias por sus comentarios.
―Oye, ¿recibiste mi mensaje? ―Benjamin apoyó su mano en mi
hombro mientras se daba la vuelta para mirarme.
―Sí. ―Recordé vagamente algunas palabras dulces sobre estar
ansioso de volver a verme―. Pero no fue hasta mucho más tarde. Me fui a la cama
temprano.
Por fin había vuelto a quedarme dormida anoche a eso de las
dos y me desperté a las cuatro con el estómago lleno de nudos. Después de mi
comportamiento desagradable ayer en clase y la forma en que había conseguido
desviarme de mis metas, decidí abandonar el acto de chica dura. Su juego era
demasiado difícil, y me estaba convirtiendo en una persona que no me gustaba.
Necesitaba hablar con Cande, pero no estaba segura de cómo
manejarla. Mi temperamento se encendía más aún ante la idea de ella y Peter
citándose, pero una cosa que dijo tenía sentido. Esta ira no me llevaría a
ninguna parte, y yo quería seguir adelante. No sabía si podía sin guardar
rencor.
―Así que, ¿te gustaría salir este fin de semana? Habrá una
hoguera en lo de Tyler Hitchen la noche del viernes después de la carrera.
―Me encantaría, pero estoy tan abrumada en estos momentos.
Voy a tener que ver cómo va mi semana. ―Cerré la puerta del casillero y empecé
a caminar lejos lentamente.
―¿Puedo ayudarte en algo? ―Benjamin frunció el ceño con
preocupación. Era dulce y me hizo sonreír.
―Bueno, no puedes correr mis vueltas por mí, o hacer mi
tarea de matemáticas o ciencias, o tomar mis pruebas, así que eres bastante
inútil.
―Sí, sí, lo soy. Veo que has estado hablando con mi mamá.
―Sus ojos brillaron con diversión, y su mueva estaba tomándome el pelo―. Trata
de liberarte. Va a ser divertido.
Hannah la perra caminó hacia nosotros con su séquito, y
arrojó un poco de su ni-siquiera-tienes-que-llevarme-a-cenar-primero hacia Benjamin.
Sus travesuras eran tan transparentes. ¿Mover de un tirón su cabello mordiéndose
el labio inferior? ¿En serio? ¿Quién hace eso? Ella me envió una "L"
de Looser, y se lo devolví tras la espalda de Benjamin mientras pasaban.
Supongo que debería estar encantada de que alguien como Benjamin
quiera salir conmigo. Hannah, y probablemente la mayoría de las otras chicas en
esta escuela, estarían agradecidas de tener su atención. Él era muy atento y se
comportaba como un caballero. Me encantaba pasar tiempo con él. Simplemente
estaba tomando más tiempo de lo que pensaba desarrollar la chispa.
―Bien ―le contesté―. Lo intentaré.
Él tomó mi mochila y me acompañó a física.
―¿Nos vemos en el almuerzo? ―Me miró expectante.
―Por supuesto. Voy a estar sentada fuera hoy. ―Su presencia
será bienvenida. Puede que necesite un amortiguador entre Cande y yo si pierdo
mi temperamento de nuevo.
―Nos vemos ahí. ―Su voz era baja y cálida. Al llegar a
clase, me entregó mi bolso y se alejó en la dirección del pasillo.
Desearía que me gustara más Benjamin. Tal vez sólo tenía que
llegar a conocerlo mejor.
El examen sorpresa de física hizo que el pánico quemara
directo a través de mis huesos. Por suerte, fue suficiente para sacar mi mente
de mi vida personal. Había hecho la lectura y completado las preguntas esta
mañana en medio de mi bruma, pero aun así no me sentía preparada.
Las carreras que hicimos en educación física después
alejaron el vapor de la mañana. Aunque la entrenadora estaba poniendo a prueba
nuestro tiempo de carrera en un kilómetro, y lo completé en seis minutos
exactos, ella me permitió seguir corriendo. La quemadura de mis músculos
chamuscaba la frustración y el dolor de las palabras de Peter anoche, que
habían estado flotando en mi cabeza toda la mañana.
No me importa si estás
viva o muerta. Mis talones se hundieron en la tierra cuando me imaginé
cavando su tumba.
―Hola, chicos. ―Cande se colocó detrás de Benjamin y de mí
cuando nos sentamos en una mesa de picnic afuera, comiendo nuestro almuerzo.
―Hola ―dije con la boca llena de ensalada de pasta, incapaz
de mirarla a los ojos.
―Entonces, ¿cómo estás, Benjamin? ¿Listo para el partido del
viernes?
―No estoy tan preocupado por el juego como por la carrera de
más tarde esa noche. Tengo puesto algo de dinero encima del Chico Maravilla
allí. ―Señaló con el pulgar hacia a la cafetería, en referencia a Peter, asumí.
―Oh, esa es una apuesta segura. ―Ella sonrió y agitó la mano
en el aire―. Voy a estar en la carrera, también. ¿Vas a traer a Lali? ―Su
mirada se deslizó hacia mí.
―No pensé que ella disfrutaría de la carrera, pero estoy
tratando de conseguir que venga a la hoguera después.
Cande entrecerró los ojos hacia mí mientras mezclaba el
polvo saborizador en su agua.
―Lali sabe mucho sobre autos. A ella le encantan ―señaló.
―Chicos, estoy sentada aquí. Háblenme, imbéciles ―les grité
sarcásticamente a ambos, sintiéndome como si fueran los padres discutiendo qué
hacer con el niño.
Benjamin me metió el cabello detrás de la oreja, y me sacudí
ante la intimidad del gesto.
―Lo siento, Lali. A lo que iba, ama los autos. ¿Lo sabías,
Benjamin?
―No lo hacía. Bueno, ella tiene que venir conmigo entonces.
―Sonrió mientras hacía estallar un Cheetoh en su boca, y me sentí presionada
como la crema en una galleta Oreo. Ellos me estaban empujando.
Todas las otras veces que habíamos estado en un entorno
social anteriormente, Peter había hecho algo para arruinarlo. ¿Por qué
molestarse?
Mirando a Cande, me preparé para el combate verbal.
―¿Esperas que vaya al Circuito y aliente por Peter?
―No, pero amaría que estuvieras allí conmigo, ya que no
conozco a nadie. Puedes ver la carrera, disfrutar de los autos, y explicarme la
diferencia entre una batería y un motor. Nunca entendí eso. Si tienes una
batería, entonces ¿por qué necesitas un motor?
Benjamin y yo nos echamos a reír. Estaba siendo
deliberadamente mentecata para conseguir que yo fuera agradable. Quería ir,
pero sabía que Cande estaría toda sobre Peter. Si quería pasar tiempo con ella,
entonces tendría que estar cerca de él. No podía pasármela patéticamente sobre
Benjamin toda la noche.
―Le dije a Benjamin que vería cómo va mi semana. Tengo mucho
que hacer en este momento. ―Además de estar atrapada en mi tarea, quería salir
adelante en algunas lecturas y llegar a la biblioteca para investigar sobre los
temas de ciencias, así podría tomar mi decisión final. Por no hablar de que
tenía que estar en la escuela a las siete de la mañana del sábado para tomar el
autobús hacia una reunión a campo traviesa en Farley. No es como si estuviera
tratando de evitar a Peter.
―Y sé lo que eso significa. ―Cande agarró su teléfono y
comenzó a desplazarse por él, claramente molesta.
¿Ella está enojada
conmigo? A la mierda con eso.
―¡Cande! ―Mi estado de ánimo se volvió negro como mis uñas―.
Dije que lo intentaría. Jesús.
―Sólo estoy diciendo… ―sus ojos sobre su teléfono―, que creo
que si no fuera por Peter, entonces irías. Tienes que intentarlo, Lali. Él dijo
que no tendría ningún problema contigo estando allí.
Mi cara enrojeció de vergüenza, eché un vistazo a Benjamin.
Nunca aireaba mi ropa sucia frente a testigos.
―Oh, ¿él no tendría ningún problema con que yo esté allí?
Supongo que ya que tengo el permiso del imbécil, entonces debería caer de
rodillas en gratitud.
―Bueno, Peter no es el dueño de las carreras, y no dice
quién está dentro o fuera. Puedo invitar a quien yo quiera ―aseguró Benjamin
mientras se levantaba―. Necesito un Gatorade. ¿Alguna de ustedes quiere algo?
―preguntó, probablemente en busca de un escape, mientras Cande y yo
instalábamos nuestra pequeña discusión.
―Quisiera una botella de agua. ―Metí la mano en el bolsillo
para sacar algo de dinero.
―No, no. Ya lo tengo. ―Él se alejó en el interior de la
cafetería. Mi mirada lo siguió mientras me gustaba lo bien que se veía en sus
pantalones vaqueros. Bueno, eso era algo al menos.
La voz de Cande rompió el trance.
―Así que si Peter es un imbécil, ¿qué soy yo por verlo? ―La
voz de Cande estaba en calma, pero me di cuenta por la mirada puntiaguda y los
labios fruncidos que la ira hervía debajo.
Peter era un imbécil. No era una suposición, sino un hecho
comprobado. Mi frustración con ella por pasar tiempo con ese imbécil empezó a
escaparse. Estaba tratando de agarrar mi ira antes de que se saliera de
control, pero la maldita cosa seguía escapando.
―Tú dímelo. Él es un idiota. Tú lo sabes y yo lo sé. ―¿Qué demonios estaba haciendo?―. Pero
de lo que no te das cuenta es que está usándote. Te está utilizando para
conseguir meterse bajo mi piel. Se preocupa por ti tanto como Vico lo hacía
cuando te engañó.
¡Mierda! Demasiado
lejos.
Y lo hice. La expresión de su rostro me perforó el pecho. La
había lastimado, y esperaba que se enojara, resoplara y finalmente entrara en
razón. Pero la mirada de sus ojos me dejó con sólo la duda.
Después de vacilar unos momentos, comenzó a empacar sus
cosas y agarró su bandeja.
―Ya sabes, Peter me pidió que me sentara con él hoy, y ahora
mismo quiero su compañía mucho más que la tuya ―escupió sus palabras antes de
irse. Y la dejé ir, porque entendía su decepción. En este momento, ni siquiera
yo misma me gustaba.
* * *
Por más que traté de tomar parte en una conversación cuando
Benjamin regresó, mi mente estaba demasiado centrada en volver a escribir la
discusión con Cande. Mi papá siempre me dijo que puedo decir lo que tenga que
decir, siempre y cuando lo diga bien.
Y que me jodan por
gruñir mis palabras como una niña de cinco años.
Podría haberlo manejado mucho mejor. Ya sabes lo que dicen
de los mejores planes. Mis emociones la alejaron de mí, y probablemente la
enviaron a llorar en el hombro de Peter. Apuesto a que estaba disfrutándolo.
Mientras me empujaba a través de inglés y gobierno, ya
estaba bostezando por el cansancio y de ninguna manera estaba llena de energía para
la práctica o la cena que mi abuela había planeado.
―¡Siéntense todos, por favor! ―gritó la señora Penley por
encima del estruendo de los escritorios y las risas. Acabábamos de terminar
nuestra discusión sobre los capítulos determinados de Catcher in the Rye y
movíamos nuestros escritorios de nuevo a la posición normal. La clase fue
energética por la historia. La mitad de ellos, creo, daban gracias de que no
fuera una historia de agricultura, como pensaban, y a todo el mundo le gustaba
la idea del adolescente rebelde que fumaba muchos cigarrillos.
La discusión había apestado para mí. Habíamos estado
obligados a cambiar nuestras mesas en un círculo, así podríamos hacer contacto
visual con quien hablara. Peter me mantuvo con intermitentes sonrisas, sin duda
plenamente informado de sus progresos en la Operación Matar a Lali y Cande.
El sentimiento corrió por mis brazos y piernas, dándome
ganas de gritar hasta que la fuerza de mi malestar lo hiciera desaparecer por
arte de magia.
No me importa si estás
viva o muerta.
Odiaba admitirme a mí misma que me importaba si él estaba
vivo o muerto. Me había engañado todos los días con que no me quería cerca de
él.
Pero el equipaje que
no estás dejando fuera te está debilitando. La abuela tenía razón. No
estaba en mejores condiciones ahora que antes de que me decidera a devolverle
la pelea.
―Ahora, clase. ―La señora Penley se puso en la parte
delantera del aula―. Antes de copiar las tareas asignadas, quiero tocar la base
de sus monólogos. Recuerden, son dentro de dos semanas. Voy a poner una hoja de
inscripción en la puerta, y pueden escoger su día. Su monólogo puede ser de la
lista que les di o pueden elegir otro con mi aprobación. Ahora, no estoy
buscando actuaciones dignas de un Oscar ―aseguró―, así que no se asusten. Esto
no es teatro, después de todo. Sólo realicen el monólogo y giren el ensayo
utilizando la rúbrica que les di explicando cómo reforzar un monólogo con el
tema del libro o la película. ―La señora Penley se apaga cuando la gente
empieza a sacar sus cuadernos y copiar la asignación de la placa.
Actuar como si no te
importara es no dejar que se vaya.
¿No es hora de que te
defiendas?
Quiero que tu corazón
sea libre.
Cansancio arrugó mi corazón. Me di la vuelta para mirar a
Peter. Sus ojos se levantaron de su bloc de notas, y se clavaron agudamente en
mí.
Quería caminar por el pasillo y saber que no había dolor en
la siguiente esquina. Quería que se detuviera. Y sí, lo admití, quería
conocerlo de nuevo.
Pero el equipaje que
no estás dejando fuera te está debilitando.
Antes de que pudiera detenerme, me di la vuelta y levanté la
mano en el aire. Opresión anudaba mi estómago mientras me sentía como si
hubiera entrado en el sueño de otra persona.
―¿Señora Penley?
―¿Sí, Lali? ―La señora Penley estaba en su escritorio, escribiendo
algo en un post-it.
―Tenemos cinco minutos para el final de la clase. ¿Puedo dar
mi monólogo ahora? ―Sentí los ojos y los oídos girándose hacia mí, toda la
clase centrando su atención en mí.
―Um, bueno, no me esperaba nada de ese grado todavía.
¿Tienes tu ensayo listo? ―La señora Penley metió la pluma de su mano a su
apretado moño.
―No, lo tendré listo para la fecha establecida, pero realmente
me gustaría darlo ahora. Por favor.
Vi las ruedas girar en su cabeza mientras probablemente se
preocupaba sobre si estaba preparada, pero le mostré mis ojos suplicantes para
hacerla esperar a ver a qué quería llegar con esto.
―Está bien ―suspiró―, si estás segura de estar lista.
Me indicó que fuera al frente, mientras se hacía a un lado
para apoyarse contra la pared.
Me levanté de la silla y caminé hacia el frente de la clase,
sintiendo la quemadura de las miradas sobre mi espalda. Dándole la cara a
todos, mi corazón latía como un martillo en mi pecho. Barrí mis ojos por la
habitación antes de comenzar. Si no lo miraba a los ojos, podría hacer esto.
―Me gustan las tormentas ―comencé―. Truenos, lluvias
torrenciales, los charcos, los zapatos mojados. Cuando las nubes ruedan, me
lleno de esta expectativa vertiginosa.
Sigue adelante, Lali. Traté
de imaginar que estaba hablando con mi papá o la abuela. Mantenlo natural.
―Todo es más hermoso en la lluvia. No me pregunten por qué.
―Me encogí de hombros―. Pero es como si hubiera todo este otro reino de
posibilidades. Me sentía como un superhéroe montando en bicicleta por las
carreteras peligrosamente resbaladizas, o tal vez una atleta olímpica
soportando duras pruebas para llegar a la línea de meta.
Mi sonrisa se dibujó ante los recuerdos. Los recuerdos de
Peter y míos.
―En los días soleados, como una niña, todavía podía
despertar ese sentimiento emocionado. Me mareabas con las expectativas, como
una lluvia sinfónica. Ya fuera una tormenta en el sol, el trueno en un aburrido
cielo sin nubes. Recuerdo que cavaba en mi desayuno lo más rápido posible, así
podía ir a golpear tu puerta.
Jugábamos todo el día, sólo volviendo a casa para
comer y dormir. Jugábamos al escondite, me empujabas en el columpio, o subiríamos
a los árboles. Ser tu compañera me dio la sensación del hogar de nuevo.
Suspiré, finalmente relajándome, y mis ojos se dirigieron a
encontrarse con los suyos. Lo vi mirándome, respirando con dificultad, casi
como si estuviera congelado. Quédate
conmigo, Peter.
―Ya ves ―Mis ojos se quedaron en los de él―, cuando yo tenía
diez años, mi madre murió. Ella tenía cáncer, y la perdí antes de realmente
conocerla. Mi mundo se sentía tan inseguro, y estaba tan asustada. Tú fuiste la
persona que cambió las cosas para bien de nuevo. Contigo, me hice valiente y
libre. Fue como si la parte de mí que murió con mi mamá hubiera regresado
cuando te conocí, y ya no me dolía. Nada de nada podía herirme si sabía que te
tenía.
Charcos de lágrimas llenaron mis ojos mientras la clase se
inclinaba para escucharme.
―Entonces, un día, de repente, te perdí también a ti. El
dolor volvió, y me sentí mal cuando vi que me odiabas. Mi tormenta había
desaparecido, y te habías vuelto cruel. No había ninguna explicación. Sólo te
habías ido. Y mi corazón se desgarró. Te extrañé. Extrañé a mi madre.
Mi voz se quebró, y no me sequé las lágrimas que caían.
―Lo que fue peor que perderte fue cuando comenzaste a
hacerme daño. Tus palabras y acciones me hicieron odiar ir a la escuela. Me
pusieron incómoda en mi propia casa.
Tragué, y el nudo en mi pecho disminuyó.
―Todo eso todavía me duele, pero sé que nada de esto es
culpa mía. Hay un montón de palabras que podría utilizar para describirte, pero
la única que incluye a triste, enojado, miserable y lamentable es “cobarde”. En
un año me habré ido, y tú no serás más que algún fracaso cuya existencia más
alta estaba en la escuela secundaria. ―Mis ojos estaban todavía en Peter, y mi
voz se hizo fuerte otra vez. El dolor en mi cara por tratar de contener las
lágrimas que me aliviarían―. Tú eras mi tempestad, mi nube de trueno, mi árbol
bajo el aguacero. Amaba todas esas cosas, y te amaba a ti. ¿Pero ahora? Eres
una maldita sequía. Pensé que todos los imbéciles conducían autos alemanes,
pero resulta que los cretinos en Mustangs también pueden dejar cicatrices.
Mirando alrededor de la clase, me di cuenta de que todo el
mundo estaba inclinado e inmóvil. Una chica estaba destrozada. Terminé de
limpiar una lágrima de mis mejillas y sonreí.
―Y me gustaría darle las gracias a la Academia...
Todo el mundo se echó a reír, saliendo de su trance por mi
historia seria y triste, y comenzaron a vitorear y aplaudir. Mi cabeza cayó
hacia atrás para mirar hacia el techo antes de hiciera una reverencia dramática
y sarcástica que hizo que mis compañeros de clase se rieran aún más. El aplauso
ensordecedor me distrajo del temblequeo en mis piernas.
Esto fue todo. Peter me podía empujar, lastimar, tomar lo
que quería, pero al demostrarle que podía herirme pero no romperme, yo ganaba.
Euforia se instaló en mi estómago en forma de ondas de alegría que se
apoderaron de mí.
Libre.
―¿Qué fue ese monólogo? Señora Penley, ¡ hizo llorar a la
gente! ¿Cómo es que alguien puede vivir aguantando eso? ¿Y se nos permite
maldecir? ―se quejó una de las chicas en tono de broma.
―Estoy segura de que lo harás bien, y Lali, fue maravilloso.
Realmente estableciste la marca. No recuerdo que esté en la lista, sin embargo,
¿pero confío en que todo estará en tu ensayo?
Asentí mientras me dirigía a mi asiento, pensando en que me
encargaré de esa parte después. La campana sonó y la gente comenzó a ir hacia
la puerta, dispuesta a seguir con su día.
―¡Buen trabajo, Lali!
―¡Guau!
Gente que nunca había hablado conmigo me daba palmaditas en
la espalda y ofrecía elogios. Peter se desvió fuera de la clase, como la mecha
de un cartucho de dinamita. Sólo que esta vez, yo estaba libre de la explosión.
Lo dejé ir, ni escatimando esfuerzos en hacer que pareciera como si no me
importara.
Desnudé mi alma ahí en frente, y ahora la pelota estaba en
su cancha.
―Lali. ―Benjamin se acercó a mi escritorio cuando agarré mi
bolso―. Eso fue genial. ¿Estás segura de que quieres perder tu tiempo en la
medicina y no ir al teatro o algo así? ―Él tomó mi bolso de mi hombro y lo
colgó en el suyo.
Me dirigí a la puerta mientras él me seguía detrás.
―¿Estás bien? Estabas llorando. ―Sonaba realmente
preocupado.
Me volví hacia él y enyesé una sonrisa sin esfuerzo en mi
cara.
―Estoy muy bien. Y me encantaría ir a la carrera contigo
este fin de semana.
Parecía sorprendido por mi cambio de tema, pero sus ojos se
iluminaron mientras tomaba mi mano.
―¡Está bien! Pero... ya sabes que tienes que llevar una
falda muy corta, ¿no? Es una especie de uniforme para las chicas ―bromeó, y me
di cuenta de que estaba siendo coqueto.
―Bueno, soy una rebelde, ¿no lo sabías?
Empujamos la puerta, de la mano. Mis ojos se dispararon
hacia Peter, quien había apoyado su frente en la pared. Se dio la vuelta, y
noté que el blanco de sus ojos estaba enrojecido. Las manos metidas en el
bolsillo delantero de su sudadera negra; respiraba como si acabara de correr un
kilómetro. Aparte de eso, no había emoción. No parecía molesto o feliz. Nada.
―Nos vemos, Peter ―dijo Benjamin a nuestro paso, ajeno a lo que
acababa de pasar entre Peter y yo en el salón de clases.
Peter no contestó, sino que mantuvo sus ojos fijos en mí.
Por una vez, no había ira o crueldad en su mirada.
¿Qué estaba pasando por su cabeza?
¿Y llegaría yo a saberlo?
Ay mas pides hacer maraton(?
ResponderEliminarSincera ante todos
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