domingo, 25 de mayo de 2014

Capitulo 20

Capitulo 20


¿A que no saben quien corre?¿Quieren maratón?
                                                                                                                                         

Fui corriendo de una clase a otra al día siguiente. Tenía el corazón en la garganta ―sabiendo que en cualquier momento podría encontrarme con Peter―, así que mantuve mis ojos al frente.

Literalmente.

Durante la clase de francés fue casi imposible dejar de pensar en la noche anterior. Sus manos, sus labios, su…

Nop. No iba a ir ahí.

Me había gustado. Mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir. Pero, ¿por qué me beso, sino para probar que podía hacerlo? ¡¿Y por qué diablos le dejé?!

Había decidido tratarlo como un borracho movimiento por su parte, y una crisis emocional por la mía.

Mientras me dirigía a almorzar, metí a toda prisa mi mierda en mi casillero y giré rápidamente la esquina en dirección a la cafetería, tratando de evitar que mis ojos vagasen.

―Oomph. ―El aire salió de mis pulmones y tropecé hacia el suelo.

¿Qué de...?

Me estremecí con dolor en el culo por la caída al suelo de baldosas frías, e intenté alejarme de lo que había perturbado mí equilibrio. Algo me había sacado de mis pies.

Mirando hacia arriba, tomé aire y sentí una calidez revoloteando en mi estómago al ver a Peter cernirse sobre mí.

Mierda. Debía de haberme chocado justo con él. Y ahí estaba yo, tratando de evitarlo como a la peste. Esto en cuanto a los mejores planes.

No podía creer lo que solo su presencia me hizo. Lo miré boquiabierta estúpidamente, incapaz de apartar los ojos de lo asombrosamente que su camiseta colgaba bajo su estrecha cintura o lo sexy que su rico y oscuro cabello estaba peinado hoy.

Al verme completamente en mi culo, debería haberme dado una sonrisa de suficiencia o haber fruncido el ceño. Me sonrojé de vergüenza, sabiendo lo estúpida que debía parecer.

Pero no obtuve nada de él. Nada malo, de todas formas.

Se acercó a mí y lo miré con los ojos muy abiertos, preguntándome qué demonios estaba haciendo.
¿Estaba... ayudándome a levantarme?

Levantó su suave mano, de largos dedos, con la palma hacía arriba, para mí, y mis dedos se encresparon con el gesto.

Wow. Tal vez ese beso no fue algo malo. Tal vez se sería él mismo de nuevo.

Y luego me arqueó una ceja, como si le molestase tener que esperarme.

Fruncí el ceño ante su misma vieja actitud altanera.

Oh, no. ¡No me hagas favores, amigo!

Empujándome a mí misma más o menos fuera del suelo, me sacudí el polvo del pantalón y pasé junto a él, girando en la esquina.

Mientras mi cuerpo definitivamente reaccionó positivamente a él, mi cerebro practicaba una política de tolerancia cero... a partir de ahora.

                                                                                       * * *

Benjamin y yo quedamos el viernes por la noche después del partido. Quise mantener nuestra cita, a pesar de que había pasado la mayor parte de los últimos dos días intentando no pensar en otra persona. No había nada entre Peter y yo, y no había razón para cancelar una cita con un todavía-no-novio sólo porque besé a otro hombre, aunque me sintiese un poco culpable por ello.

Benjamin era fácil. Y yo necesitaba lo fácil. Me lo merecía. Sólo tenía que mantener mi cuerpo bajo control.

Jodidas hormonas.

―Así que quería preguntarte algo. ―Benjamin  parecía entretenido, pero tímido mientras terminamos nuestra pizza.

―Vamos a ver. ―Puse mi dedo índice en los labios―. Sí, hago todos mis trucos, y no, no suelo comer tanto ―bromeé, y tomé un sorbo de mi Coca-Cola.

―No, no exactamente. ―Él agitó su dedo hacia mí y le sacó su tarjeta de crédito a la camarera cuando pasó por allí.

―Estoy escuchando.

―Hablaste de este chico del que tu personaje era amigo en el monólogo. Eran cercanos, y luego él se volvió en su contra. ¿Dijiste que conducía un Mustang?

Asentí, preguntándome a dónde iba con esto.

―Peter Lanzani conduce un Boss 302. Un Mustang Boss 302 ―señaló.

El sudor estalló en mi frente, pero asentí otra vez. Sabía a lo que quería llegar, pero no hallaría ninguna respuesta si era eso lo que estaba esperando. Ya era bastante malo que hubiese besado a Peter, a espaldas de Cande, pero Peter y yo sólo habíamos tenido un beso. Y eso es todo lo que habría. No iba a explicarle a Benjamin algo que ni siquiera yo entendía.

―¿Y? ―Él puso sus codos sobre la mesa y se cruzó de brazos, inclinándose.

―¿Y cuál es la pregunta? ―Tenía la esperanza de que ser evasiva saliera bien, y él volvería a su línea de preguntas.

Mirando hacia un lado y luego de nuevo a mí, se rió entre dientes.

―Noté como te dio toda su atención durante el monologo. ¿Tú y Peter Lanzani fueron amigos? ―Sus grandes ojos verdes estaban interesados.

―¿Qué quieres decir? ―Jugar duro para conseguirlo estaba resultando ser fácil. Podría hacer esto toda la noche.

Parecía como si él estuviera tratando de contener una sonrisa, pero apretó más.

―¿El monologo iba sobre él?

Incliné mi cabeza hacia él.

―Pensaba que se suponía que los monólogos trataban sobre un libro o una película.

―¿De qué libro o película viene el tuyo? ―me espetó.

Mientras el juego continuaba tenía el estómago temblando con la risa contenida. Esto se estaba poniendo divertido.

―Todo estará en mi ensayo ―le susurré cuando la camarera trajo la tarjeta de Benjamin y el recibo―. Pero... Peter no es nada para mí, para que lo sepas.

Sus labios se curvaron hacia arriba en las esquina, con suerte satisfecho con lo que le di. Tomó mi mano, me llevó fuera del restaurante y hasta su coche. Por desgracia, él conducía, por lo que me abrió la puerta para que me deslizase dentro.

―Nunca has estado en el Loop, ¿verdad?

―No. ―Até mi cinturón y empujé mi falda a rayas negra hasta los muslos como pude. Las tres hebillas finas sobre el muslo derecho brillaron a la luz de la farola tras la ventana.

-―Bueno, vas a amarlo. Y van a amarte. ―Su mirada se deslizó a mi pecho antes de que desviase rápidamente la mirada. De repente me hubiera gustado haber llevado una camiseta en su lugar. Mi top blanco era, por suerte, un poco menos revelador debajo de mi corta chaqueta militar gris, pero aun así me sentí expuesta. La necesidad de taparme me molestaba. Quería estar guapa para Benjamin esta noche, ¿no?
O tal vez no era en Benjamin en quien estaba pensando cuando me vestí.

―¿Me van a amar? ¿Por qué es eso? ―pregunté.

―Porque te ves dulce. ―Sacudió la cabeza y encendió el motor.

Las palabras de Cande volvieron para atormentarme. Bueno, yo, por mi parte, ¡estoy muy emocionado de ver la expresión de su cara cuando te vea!

Mis manos se cerraron en puños, y me mordí el labio inferior para reprimir una sonrisa.

Sí, me mordí el labio inferior. Mierda.

                                                                               * * *

El Loop se encontraba en la granja del señor Benson, fuera de los límites de la ciudad. Su hijo, Dirk, que se graduó hace dos décadas, comenzó una carrera por semana alrededor de la laguna que había en las instalaciones. Con el tiempo, Dirk tomó el control de la granja y aún permitía las carreras que tenían lugar en la propiedad, a pesar de que él rara vez asistía. Mientras que reciba la comisión cobrada por pasar a través de la puerta, todo el mundo puede hacer sus apuestas y divertirse sin ningún tipo de intrusión.

Viajamos por un sucio, largo camino de tierra que conducía a la finca. Normalmente, la granja estaría completamente a oscuras a esta hora de la noche, pero con el tráfico que venía por el camino, estaba iluminada como un crucero en sábado.

―Voy a estacionar aquí. No te importa caminar un poco, ¿verdad? ―preguntó Benjamin. Coches se alineaban a los lados de la carretera, y ya que estábamos cerca de la hora de la carrera, el estacionamiento era escaso.

―Aquí está bien. ―Mis dedos se estremecieron con la anticipación en el aire. Salté fuera de su Escalada, inmediatamente agradecida por los Chucks que llevaba. No era muy elegante, con la falda, pero no era una chica de tacones. El camino de tierra tenía baches y charcos, junto con pequeños guijarros.

―Aquí, toma mi mano. ―Benjamin salió por la parte delantera, yendo a mi encuentro. Él me hizo parar e hizo un gesto hacia el coche―. ¿Quieres dejar tu bolso en el maletero?

―No, podría necesitar mí teléfono. Estoy bien. ―Puse mi dedo pulgar detrás de la correa de mi bolso, que tenía dos de mis tres líneas de vida―. Vamos ―gorjeé, y comencé a caminar a paso ligero.

Delante de nosotros, la pista se dividía a izquierda y derecha. Justo enfrente estaba el estanque. El olor del escape ya llenaba mi nariz, y no pude evitar el rebote en mi paso. Mis ojos hambrientos barrían la escena, y vi los faros de los coches estacionados a lo largo de los bordes, mirando hacia el interior, iluminando la pista.

Afortunadamente para la familia de Dirk, el estanque no era visible a la vista del ojo desde la casa principal. La mayoría de las veces, la gente iba y venía sin ninguna perturbación a la familia.

Dado que la mayoría del actual cuerpo de policía se graduó en la misma época que Dirk, el Loop era visto como un tesoro local más que como una molestia. Ya que las carreras eran tan ilegales como permitir a la gente usar su propiedad para ello, cualquier persona lesionada no podía tirar a los Benson debajo del autobús sin tirarse a sí mismos también. Todo era muy cómodo y ordenado.

Mientras nos dirigíamos hacia el Loop, Benjamin me guio a la derecha, en dirección a lo que parecía ser la línea de salida. Había dos coches ya estacionados uno al lado del otro, y personas aplastadas por la escena como moléculas muy juntas. Uno de los coches era el de Agustin, un 2006 GTO y el otro era una moderno modelo de Camaro.

Vico.

―¡Lali!

Me di la vuelta para reconocer el grito y vi a Cande marchando hacia mí. Ella cayó sobre mí intentando darme un abrazo, y yo me tambaleé intentando mantener el equilibrio.

―¡Whoa! ―exclamé―. No ha pasado tanto tiempo desde que nos vimos la una a la otra, ¿verdad? ―Riéndose de su evidente amor inducido por la cerveza, nos enderecé a ambas.

Habíamos hecho las paces, pero ahora me sentía incómoda por haberme besuqueado con Peter, y su relación todavía me molestaba. Aspiré a mantener mi promesa de sólo preocuparme por mis asuntos, pero había una distancia entre nosotras que no estaba allí antes, y no estaba segura de cómo volver a lo que solíamos tener.

Tal vez la miraba de manera diferente, o tal vez nuestra conversación no era tan fácil, pero sabía que algo había cambiado.

Benjamin levantó el dedo y gesticuló "un minuto" con la boca antes de acercarse a hablar con un chico de nuestra clase.

―¿Ese es el Camaro de Vico? ―Agité mi cabeza hacia la línea de salida donde se encontraba la máquina roja tenaz. La simetría de su vehículo cabría en cualquier multitud o en cualquier carretera. Era un asunto difícil no respetar a un Camaro. Y los neumáticos eran tan grandes que parecían iban a ayudar a que el coche flotara esa noche.

―Sí ―dijo ella, arrugando la nariz con disgusto.

―¿Él está corriendo contra Agustin? ―Lo que Agustin le haría al coche de Vico sería considerado una tragedia shakesperiana. A pesar de que nunca había visto correr a Agustin, había oído hablar de él. No era tan sucio como imprudente y asustaba como la mierda a los otros conductores.

―Al parecer ―respondió ella.

―Pensé que habías dicho que Peter iba a vengarte. ―Puse mi mano sobre mi pecho e hice batear mis pestañas.

―Oh, cállate ―lo dijo Cande con una fingida irritabilidad y tomó un sorbo de su cerveza―. Ese era el plan, pero Roman regresó de la universidad para el fin de semana y quería correr contra Peter. Así que ya sabes... ―Su voz se apagó.

El mejor tenía que correr con el mejor, supongo. Empecé a inquietarme ante la mención de Derek Roman.

 Él era un idiota de primera clase y trataba a todos por igual. Como la mierda. No importa si eras hombre, mujer o niño. Jóvenes, viejos, ricos o pobres. Roman se comportaba como si todo el mundo estuviera por debajo de él, y no tenía ningún sentido de la ética. Era sucio.

―¿Dónde está Peter? ―Repentinamente incómoda ante la idea de su carrera con Roman, examiné la multitud en busca de su ralo cabello castaño.

―Más allá con Agustin, dándole una charla. ―Cande engulló su cerveza, y por la forma en que se balanceaba sobre sus pies, me di cuenta de que estaba inquieta.

―Estoy seguro de que Agustin no va a hacer nada estúpido. Él no quiere echar a perder su coche. Vico va a estar bien ―le aseguré.

―No me podría importar menos. ―Sus ojos miraban cualquier cosa menos a mí.

Sí, claro.

Sobresaltándome por el estruendoso rugido de un motor, sacudí mi cabeza hacia la línea de salida y me puse de puntillas para mirar por un hueco entre la multitud. Peter estaba apoyado en el marco de la puerta de Agustin, hablando con el conductor oculto. El cabello le caía en los ojos y una sonrisa fácil cruzaba sus labios. La forma en que su cara se elevaba con la sonrisa radiante...

Oh, alguien estaba tocando unos tambores de acero en mi estómago.

Me odiaba a mí misma por ser tan cursi.

Era inaceptable sentirme afectada por Peter, de entre todas las personas. Estaba aquí con Benjamin, y él también es muy guapo, me dije.

―Oye. ―Benjamin regresó y puso un brazo alrededor de mí. Su cuerpo junto al mío me calentó, y olía a colonia. Casi rogué por las mariposas o lo que sea que echara raíces en mi estómago, pero nunca llegó. 

Tenerlo cerca o tener sus ojos en mí simplemente no me afectaba como debería.

Maldición.

―Oye ―le contesté―. ¿Deberíamos movernos para obtener una mejor vista?

―A ti realmente te gusta esto, ¿no es así? ―Benjamin me miró, con una expresión divertida jugando en su rostro.
―¿Autos? ¿Chicas sensuales? Sí. ―Entrecerré mis cejas en una expresión “duh”.

―Vengan por aquí. ―Cande hizo un gesto hacia la derecha―. Peter está estacionado justo al lado de la pista. Podemos ver desde allí. ―Ella estaba aquí con Peter. Casi me había olvidado. Por supuesto que ella querría ver la acción con él. ¿Y por qué no? Yo estaba harta de nuestras tonterías, y si él podía ignorarme durante los últimos dos días, entonces yo podría hacer lo mismo.

Nos abrimos paso entre la multitud mientras todos tomaban sus posiciones de visualización. Peter ya estaba apoyado en el capó de su malvado coche negro. Con una pierna apoyada en el parachoques, jugueteaba con algo en la mano. Su botón negro inferior estaba desabrochado y revelaba una camiseta blanca, y tanto él como el coche parecían enfadados.

―Hola, tú. ―Cande caminó hacia él y se inclinó en su contra.

―Hola a ti. ―Él le sonrió con la boca cerrada, antes de mirarme. Su sonrisa se desvaneció antes de que sus ojos se estrecharan sobre Benjamin.

―Oye, hombre. ―Benjamin saludó a Peter.

―Oye, ¿cómo te va? ―preguntó Peter amablemente, pero miró hacia otro lado demasiado pronto. Benjamin debió darse cuenta de la pregunta retórica, porque no respondió.

Me quedé allí de pie, tratando de parecer desinteresada, de mirar a cualquier lugar excepto a Peter.

Rompiendo a sudar cuando las imágenes de nosotros envueltos el uno alrededor del otro la otra noche pasaron por mi cabeza, me abaniqué ligeramente con la solapa de mi chaqueta. El ambiente extraño en el aire me hizo contemplar quién necesitaba ser eliminado de esta ecuación para que fuera más cómodo: Peter, Cande, Benjamin, o yo.

Cande rompió el silencio.

―Y Peter, esta es Mariana Esposito. Di “hola” ―bromeó ella mientras Peter deslizaba un brazo alrededor de su cintura.

Mi respiración se enganchó. Él me miró con ojos entornados, y memorizó mi atuendo, sólo asintiendo con la barbilla hacia mí antes de volver su atención a la línea de salida.

Hice rodar mis ojos y me volví hacia la acción.

―¡Y estamos listos! ―Un chico joven que supuse era el Maestro de la Carrera llamó a las personas para despejar la pista. Mis ojos se clavaron en todo el dinero que se movía de mano en mano mientras las personas hacían sus apuestas. El rugido de los motores vibró bajo mis pies, y envió escalofríos por mis piernas. Mis dedos de los pies se curvaron. Maldita sea, desearía estar corriendo. Odiaba ser un espectador, pero aún me sentía inquieta por la anticipación.

Una niña en una falda corta a cuadros y una pequeña camisola roja tomó posición frente a los coches, y levantó las manos en el aire.

―¿Preparados? ―gritó. Los motores aceleraron, provocando gritos de entusiasmo entre la multitud―. ¿Listos? ―Levantó los brazos hacia arriba―. ¡Fuera!

Salté hasta colocarme de puntillas de nuevo para ver las cubiertas de los neumáticos levantando polvo mientras luchaban por ponerse en marcha. Me balanceé un poco arriba y abajo con la emoción, y no pude contener mi sonrisa de oreja a oreja. Los coches pasaron junto a nosotros como un relámpago, enviando una ráfaga de viento hacia mi cara y un atronador golpeteo en mi pecho.

―¡Mierda! ―Oí decir detrás de mí y me volví para ver a Cande limpiándose la camisa―. Derramé cerveza ―murmuró. Vi a Peter unos metros detrás de ella, todavía apoyado en su coche, ni siquiera viendo la carrera. Su atención estaba centrada en mí por completo, con algo familiar en su expresión.

En ese momento, la carrera, Benjamin, y Cande ni siquiera existían. Un pequeño gemido apenas logró salir de mi garganta, al mismo tiempo que mi corazón se aceleró y mi estómago dio un vuelco. Él me estaba dando la misma mirada que me dio la noche del miércoles justo antes de que me besara, y yo sabía que no había imaginado nada.

Era ira y deseo mezclados juntos para crear algo lo suficientemente caliente para que mis rodillas se debilitaran. Por la forma en que él me había estado ignorando ayer y hoy, apenas dedicándome alguna mirada, había empezado a preguntarme si todo habría sido un sueño húmedo de mi parte.

Pero, no.

Respirando hondo, y alejando con dificultad mis ojos, me quité la chaqueta y se la tiré a Cande.

―Ponte esto.

―Gracias. ―Sostuvo el vaso en una mano y se metió en la chaqueta con la otra.

Echándole otro vistazo a Peter, me di cuenta de que su pecho subía y bajaba con fuerza mientras sus ojos escupían fuego. El deseo se había ido. Su mirada estaba en Benjamin ahora, quien también noté me había estado viendo, pero se dio la vuelta como si hubiera sido atrapado echando un vistazo a algo que no debería tener.

Una vez más, quise cubrirme inmediatamente.

Estaba aquí por la carrera, me recordé a mí misma y me volví hacia la pista.

Agustin y Vico nunca iban cabeza a cabeza. O Agustin estaba drásticamente alejado de Vico, o Vico se encontraba a una distancia ridícula detrás de Agustin. Después de un minuto, la multitud comenzó a reírse cuando se dieron cuenta de que Agustin estaba jugando con su oponente. No es de extrañar que Peter no estuviera mirando. Sabía que sería una victoria fácil. No es que el Camaro de Vico no fuera digno, pero Agustin era más experimentado y había hecho un infierno de un montón de acondicionamiento en su coche.

En la última vuelta, Agustin se adelantó por última vez y cruzó la línea de llegada con el sonido de aplausos y silbidos. La gente se apresuró hasta su coche, y Agustin surgió con una sonrisa estúpida en su cara presumida. Una chica le agarró su camiseta gris y le metió la lengua en su boca. ¡Asco!

Vico lentamente bajó de su automóvil e inmediatamente miró a Cande quien, me di cuenta, estaba descaradamente envuelta alrededor de Peter nuevamente. Mi pierna se convulsionó con ganas de patear algo cuando lo vi enterrar la cabeza en su cuello. Ella se rió de placer, obviamente, actuando.

―Peter es el siguiente. ―Benjamin se frotó la mandíbula―. Roman es impresionante. Espero no haber apostado por la persona equivocada.

Sinceramente, yo no sé por quién apostaría si estuviera interesada en colocar dinero por cualquier imbécil.

―¡Todo el mundo despeje el camino!

Salté. El Maestro de la Carrera estaba empezando el próximo evento.

―Lanzani y Roman, traigan sus culos a la línea de partida.


Y de repente, estuve nerviosa por esa pareja.

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