Capitulo 20
¿A que no saben quien corre?¿Quieren maratón?
Fui corriendo de una clase a otra al día siguiente. Tenía el
corazón en la garganta ―sabiendo que en cualquier momento podría encontrarme
con Peter―, así que mantuve mis ojos al frente.
Literalmente.
Durante la clase de francés fue casi imposible dejar de
pensar en la noche anterior. Sus manos, sus labios, su…
Nop. No iba a ir ahí.
Me había gustado. Mucho más de lo que estaba dispuesta a
admitir. Pero, ¿por qué me beso, sino
para probar que podía hacerlo? ¡¿Y por qué diablos le dejé?!
Había decidido tratarlo como un borracho movimiento por su
parte, y una crisis emocional por la mía.
Mientras me dirigía a almorzar, metí a toda prisa mi mierda
en mi casillero y giré rápidamente la esquina en dirección a la cafetería,
tratando de evitar que mis ojos vagasen.
―Oomph. ―El aire salió de mis pulmones y tropecé hacia el
suelo.
¿Qué de...?
Me estremecí con dolor en el culo por la caída al suelo de
baldosas frías, e intenté alejarme de lo que había perturbado mí equilibrio.
Algo me había sacado de mis pies.
Mirando hacia arriba, tomé aire y sentí una calidez
revoloteando en mi estómago al ver a Peter cernirse sobre mí.
Mierda. Debía de
haberme chocado justo con él. Y ahí estaba yo, tratando de evitarlo como a la
peste. Esto en cuanto a los mejores planes.
No podía creer lo que solo su presencia me hizo. Lo miré
boquiabierta estúpidamente, incapaz de apartar los ojos de lo asombrosamente
que su camiseta colgaba bajo su estrecha cintura o lo sexy que su rico y oscuro
cabello estaba peinado hoy.
Al verme completamente en mi culo, debería haberme dado una
sonrisa de suficiencia o haber fruncido el ceño. Me sonrojé de vergüenza,
sabiendo lo estúpida que debía parecer.
Pero no obtuve nada de él. Nada malo, de todas formas.
Se acercó a mí y lo miré con los ojos muy abiertos,
preguntándome qué demonios estaba haciendo.
¿Estaba... ayudándome a levantarme?
Levantó su suave mano, de largos dedos, con la palma hacía
arriba, para mí, y mis dedos se encresparon con el gesto.
Wow. Tal vez ese
beso no fue algo malo. Tal vez se sería él mismo de nuevo.
Y luego me arqueó una ceja, como si le molestase tener que
esperarme.
Fruncí el ceño ante su misma vieja actitud altanera.
Oh, no. ¡No me hagas
favores, amigo!
Empujándome a mí misma más o menos fuera del suelo, me
sacudí el polvo del pantalón y pasé junto a él, girando en la esquina.
Mientras mi cuerpo definitivamente reaccionó positivamente a
él, mi cerebro practicaba una política de tolerancia cero... a partir de ahora.
* * *
Benjamin y yo quedamos el viernes por la noche después del
partido. Quise mantener nuestra cita, a pesar de que había pasado la mayor
parte de los últimos dos días intentando no pensar en otra persona. No había
nada entre Peter y yo, y no había razón para cancelar una cita con un
todavía-no-novio sólo porque besé a otro hombre, aunque me sintiese un poco
culpable por ello.
Benjamin era fácil. Y yo necesitaba lo fácil. Me lo merecía.
Sólo tenía que mantener mi cuerpo bajo control.
Jodidas hormonas.
―Así que quería preguntarte algo. ―Benjamin parecía entretenido, pero tímido mientras
terminamos nuestra pizza.
―Vamos a ver. ―Puse mi dedo índice en los labios―. Sí, hago
todos mis trucos, y no, no suelo comer tanto ―bromeé, y tomé un sorbo de mi
Coca-Cola.
―No, no exactamente. ―Él agitó su dedo hacia mí y le sacó su
tarjeta de crédito a la camarera cuando pasó por allí.
―Estoy escuchando.
―Hablaste de este chico del que tu personaje era amigo en el
monólogo. Eran cercanos, y luego él se volvió en su contra. ¿Dijiste que
conducía un Mustang?
Asentí, preguntándome a dónde iba con esto.
―Peter Lanzani conduce un Boss 302. Un Mustang Boss 302
―señaló.
El sudor estalló en mi frente, pero asentí otra vez. Sabía a
lo que quería llegar, pero no hallaría ninguna respuesta si era eso lo que
estaba esperando. Ya era bastante malo que hubiese besado a Peter, a espaldas
de Cande, pero Peter y yo sólo habíamos tenido un beso. Y eso es todo lo que
habría. No iba a explicarle a Benjamin algo que ni siquiera yo entendía.
―¿Y? ―Él puso sus codos sobre la mesa y se cruzó de brazos,
inclinándose.
―¿Y cuál es la pregunta? ―Tenía la esperanza de que ser
evasiva saliera bien, y él volvería a su línea de preguntas.
Mirando hacia un lado y luego de nuevo a mí, se rió entre
dientes.
―Noté como te dio toda su atención durante el monologo. ¿Tú
y Peter Lanzani fueron amigos? ―Sus grandes ojos verdes estaban interesados.
―¿Qué quieres decir? ―Jugar duro para conseguirlo estaba
resultando ser fácil. Podría hacer esto toda la noche.
Parecía como si él estuviera tratando de contener una
sonrisa, pero apretó más.
―¿El monologo iba sobre él?
Incliné mi cabeza hacia él.
―Pensaba que se suponía que los monólogos trataban sobre un
libro o una película.
―¿De qué libro o película viene el tuyo? ―me espetó.
Mientras el juego continuaba tenía el estómago temblando con
la risa contenida. Esto se estaba poniendo divertido.
―Todo estará en mi ensayo ―le susurré cuando la camarera
trajo la tarjeta de Benjamin y el recibo―. Pero... Peter no es nada para mí,
para que lo sepas.
Sus labios se curvaron hacia arriba en las esquina, con
suerte satisfecho con lo que le di. Tomó mi mano, me llevó fuera del
restaurante y hasta su coche. Por desgracia, él conducía, por lo que me abrió
la puerta para que me deslizase dentro.
―Nunca has estado en el Loop, ¿verdad?
―No. ―Até mi cinturón y empujé mi falda a rayas negra hasta
los muslos como pude. Las tres hebillas finas sobre el muslo derecho brillaron
a la luz de la farola tras la ventana.
-―Bueno, vas a amarlo. Y van a amarte. ―Su mirada se deslizó
a mi pecho antes de que desviase rápidamente la mirada. De repente me hubiera
gustado haber llevado una camiseta en su lugar. Mi top blanco era, por suerte,
un poco menos revelador debajo de mi corta chaqueta militar gris, pero aun así
me sentí expuesta. La necesidad de taparme me molestaba. Quería estar guapa
para Benjamin esta noche, ¿no?
O tal vez no era en Benjamin en quien estaba pensando cuando
me vestí.
―¿Me van a amar? ¿Por qué es eso? ―pregunté.
―Porque te ves dulce. ―Sacudió la cabeza y encendió el
motor.
Las palabras de Cande volvieron para atormentarme. Bueno,
yo, por mi parte, ¡estoy muy emocionado de ver la expresión de su cara cuando
te vea!
Mis manos se cerraron en puños, y me mordí el labio inferior
para reprimir una sonrisa.
Sí, me mordí el labio inferior. Mierda.
* * *
El Loop se encontraba en la granja del señor Benson, fuera
de los límites de la ciudad. Su hijo, Dirk, que se graduó hace dos décadas,
comenzó una carrera por semana alrededor de la laguna que había en las
instalaciones. Con el tiempo, Dirk tomó el control de la granja y aún permitía
las carreras que tenían lugar en la propiedad, a pesar de que él rara vez
asistía. Mientras que reciba la comisión cobrada por pasar a través de la
puerta, todo el mundo puede hacer sus apuestas y divertirse sin ningún tipo de
intrusión.
Viajamos por un sucio, largo camino de tierra que conducía a
la finca. Normalmente, la granja estaría completamente a oscuras a esta hora de
la noche, pero con el tráfico que venía por el camino, estaba iluminada como un
crucero en sábado.
―Voy a estacionar aquí. No te importa caminar un poco, ¿verdad?
―preguntó Benjamin. Coches se alineaban a los lados de la carretera, y ya que
estábamos cerca de la hora de la carrera, el estacionamiento era escaso.
―Aquí está bien. ―Mis dedos se estremecieron con la
anticipación en el aire. Salté fuera de su Escalada, inmediatamente agradecida
por los Chucks que llevaba. No era muy elegante, con la falda, pero no era una
chica de tacones. El camino de tierra tenía baches y charcos, junto con
pequeños guijarros.
―Aquí, toma mi mano. ―Benjamin salió por la parte delantera,
yendo a mi encuentro. Él me hizo parar e hizo un gesto hacia el coche―.
¿Quieres dejar tu bolso en el maletero?
―No, podría necesitar mí teléfono. Estoy bien. ―Puse mi dedo
pulgar detrás de la correa de mi bolso, que tenía dos de mis tres líneas de
vida―. Vamos ―gorjeé, y comencé a caminar a paso ligero.
Delante de nosotros, la pista se dividía a izquierda y
derecha. Justo enfrente estaba el estanque. El olor del escape ya llenaba mi
nariz, y no pude evitar el rebote en mi paso. Mis ojos hambrientos barrían la
escena, y vi los faros de los coches estacionados a lo largo de los bordes,
mirando hacia el interior, iluminando la pista.
Afortunadamente para la familia de Dirk, el estanque no era
visible a la vista del ojo desde la casa principal. La mayoría de las veces, la
gente iba y venía sin ninguna perturbación a la familia.
Dado que la mayoría del actual cuerpo de policía se graduó
en la misma época que Dirk, el Loop era visto como un tesoro local más que como
una molestia. Ya que las carreras eran tan ilegales como permitir a la gente
usar su propiedad para ello, cualquier persona lesionada no podía tirar a los
Benson debajo del autobús sin tirarse a sí mismos también. Todo era muy cómodo
y ordenado.
Mientras nos dirigíamos hacia el Loop, Benjamin me guio a la
derecha, en dirección a lo que parecía ser la línea de salida. Había dos coches
ya estacionados uno al lado del otro, y personas aplastadas por la escena como
moléculas muy juntas. Uno de los coches era el de Agustin, un 2006 GTO y el
otro era una moderno modelo de Camaro.
Vico.
―¡Lali!
Me di la vuelta para reconocer el grito y vi a Cande
marchando hacia mí. Ella cayó sobre mí intentando darme un abrazo, y yo me
tambaleé intentando mantener el equilibrio.
―¡Whoa! ―exclamé―. No ha pasado tanto tiempo desde que nos
vimos la una a la otra, ¿verdad? ―Riéndose de su evidente amor inducido por la
cerveza, nos enderecé a ambas.
Habíamos hecho las paces, pero ahora me sentía incómoda por
haberme besuqueado con Peter, y su relación todavía me molestaba. Aspiré a
mantener mi promesa de sólo preocuparme por mis asuntos, pero había una
distancia entre nosotras que no estaba allí antes, y no estaba segura de cómo
volver a lo que solíamos tener.
Tal vez la miraba de manera diferente, o tal vez nuestra
conversación no era tan fácil, pero sabía que algo había cambiado.
Benjamin levantó el dedo y gesticuló "un minuto"
con la boca antes de acercarse a hablar con un chico de nuestra clase.
―¿Ese es el Camaro de Vico? ―Agité mi cabeza hacia la línea
de salida donde se encontraba la máquina roja tenaz. La simetría de su vehículo
cabría en cualquier multitud o en cualquier carretera. Era un asunto difícil no
respetar a un Camaro. Y los neumáticos eran tan grandes que parecían iban a
ayudar a que el coche flotara esa noche.
―Sí ―dijo ella, arrugando la nariz con disgusto.
―¿Él está corriendo contra Agustin? ―Lo que Agustin le haría
al coche de Vico sería considerado una tragedia shakesperiana. A pesar de que nunca
había visto correr a Agustin, había oído hablar de él. No era tan sucio como
imprudente y asustaba como la mierda a los otros conductores.
―Al parecer ―respondió ella.
―Pensé que habías dicho que Peter iba a vengarte. ―Puse mi
mano sobre mi pecho e hice batear mis pestañas.
―Oh, cállate ―lo dijo Cande con una fingida irritabilidad y
tomó un sorbo de su cerveza―. Ese era el plan, pero Roman regresó de la
universidad para el fin de semana y quería correr contra Peter. Así que ya
sabes... ―Su voz se apagó.
El mejor tenía que correr con el mejor, supongo. Empecé a
inquietarme ante la mención de Derek Roman.
Él era un idiota de primera clase y
trataba a todos por igual. Como la mierda. No importa si eras hombre, mujer o
niño. Jóvenes, viejos, ricos o pobres. Roman se comportaba como si todo el
mundo estuviera por debajo de él, y no tenía ningún sentido de la ética. Era
sucio.
―¿Dónde está Peter? ―Repentinamente incómoda ante la idea de
su carrera con Roman, examiné la multitud en busca de su ralo cabello castaño.
―Más allá con Agustin, dándole una charla. ―Cande engulló su
cerveza, y por la forma en que se balanceaba sobre sus pies, me di cuenta de
que estaba inquieta.
―Estoy seguro de que Agustin no va a hacer nada estúpido. Él
no quiere echar a perder su coche. Vico va a estar bien ―le aseguré.
―No me podría importar menos. ―Sus ojos miraban cualquier
cosa menos a mí.
Sí, claro.
Sobresaltándome por el estruendoso rugido de un motor,
sacudí mi cabeza hacia la línea de salida y me puse de puntillas para mirar por
un hueco entre la multitud. Peter estaba apoyado en el marco de la puerta de
Agustin, hablando con el conductor oculto. El cabello le caía en los ojos y una
sonrisa fácil cruzaba sus labios. La forma en que su cara se elevaba con la
sonrisa radiante...
Oh, alguien estaba tocando unos tambores de acero en mi
estómago.
Me odiaba a mí misma por ser tan cursi.
Era inaceptable sentirme afectada por Peter, de entre todas
las personas. Estaba aquí con Benjamin, y él también es muy guapo, me dije.
―Oye. ―Benjamin regresó y puso un brazo alrededor de mí. Su
cuerpo junto al mío me calentó, y olía a colonia. Casi rogué por las mariposas
o lo que sea que echara raíces en mi estómago, pero nunca llegó.
Tenerlo cerca
o tener sus ojos en mí simplemente no me afectaba como debería.
Maldición.
―Oye ―le contesté―. ¿Deberíamos movernos para obtener una
mejor vista?
―A ti realmente te gusta esto, ¿no es así? ―Benjamin me
miró, con una expresión divertida jugando en su rostro.
―¿Autos? ¿Chicas sensuales? Sí. ―Entrecerré mis cejas en una
expresión “duh”.
―Vengan por aquí. ―Cande hizo un gesto hacia la derecha―.
Peter está estacionado justo al lado de la pista. Podemos ver desde allí. ―Ella
estaba aquí con Peter. Casi me había olvidado. Por supuesto que ella querría
ver la acción con él. ¿Y por qué no? Yo estaba harta de nuestras tonterías, y
si él podía ignorarme durante los últimos dos días, entonces yo podría hacer lo
mismo.
Nos abrimos paso entre la multitud mientras todos tomaban
sus posiciones de visualización. Peter ya estaba apoyado en el capó de su
malvado coche negro. Con una pierna apoyada en el parachoques, jugueteaba con
algo en la mano. Su botón negro inferior estaba desabrochado y revelaba una
camiseta blanca, y tanto él como el coche parecían enfadados.
―Hola, tú. ―Cande caminó hacia él y se inclinó en su contra.
―Hola a ti. ―Él le sonrió con la boca cerrada, antes de
mirarme. Su sonrisa se desvaneció antes de que sus ojos se estrecharan sobre
Benjamin.
―Oye, hombre. ―Benjamin saludó a Peter.
―Oye, ¿cómo te va? ―preguntó Peter amablemente, pero miró
hacia otro lado demasiado pronto. Benjamin debió darse cuenta de la pregunta
retórica, porque no respondió.
Me quedé allí de pie, tratando de parecer desinteresada, de
mirar a cualquier lugar excepto a Peter.
Rompiendo a sudar cuando las imágenes de nosotros envueltos
el uno alrededor del otro la otra noche pasaron por mi cabeza, me abaniqué
ligeramente con la solapa de mi chaqueta. El ambiente extraño en el aire me
hizo contemplar quién necesitaba ser eliminado de esta ecuación para que fuera
más cómodo: Peter, Cande, Benjamin, o yo.
Cande rompió el silencio.
―Y Peter, esta es Mariana Esposito. Di “hola” ―bromeó ella
mientras Peter deslizaba un brazo alrededor de su cintura.
Mi respiración se enganchó. Él me miró con ojos entornados,
y memorizó mi atuendo, sólo asintiendo con la barbilla hacia mí antes de volver
su atención a la línea de salida.
Hice rodar mis ojos y me volví hacia la acción.
―¡Y estamos listos! ―Un chico joven que supuse era el
Maestro de la Carrera llamó a las personas para despejar la pista. Mis ojos se
clavaron en todo el dinero que se movía de mano en mano mientras las personas
hacían sus apuestas. El rugido de los motores vibró bajo mis pies, y envió
escalofríos por mis piernas. Mis dedos de los pies se curvaron. Maldita sea,
desearía estar corriendo. Odiaba ser un espectador, pero aún me sentía inquieta
por la anticipación.
Una niña en una falda corta a cuadros y una pequeña camisola
roja tomó posición frente a los coches, y levantó las manos en el aire.
―¿Preparados? ―gritó. Los motores aceleraron, provocando
gritos de entusiasmo entre la multitud―. ¿Listos? ―Levantó los brazos hacia
arriba―. ¡Fuera!
Salté hasta colocarme de puntillas de nuevo para ver las
cubiertas de los neumáticos levantando polvo mientras luchaban por ponerse en
marcha. Me balanceé un poco arriba y abajo con la emoción, y no pude contener
mi sonrisa de oreja a oreja. Los coches pasaron junto a nosotros como un
relámpago, enviando una ráfaga de viento hacia mi cara y un atronador golpeteo
en mi pecho.
―¡Mierda! ―Oí decir detrás de mí y me volví para ver a Cande
limpiándose la camisa―. Derramé cerveza ―murmuró. Vi a Peter unos metros detrás
de ella, todavía apoyado en su coche, ni siquiera viendo la carrera. Su
atención estaba centrada en mí por completo, con algo familiar en su expresión.
En ese momento, la carrera, Benjamin, y Cande ni siquiera
existían. Un pequeño gemido apenas logró salir de mi garganta, al mismo tiempo
que mi corazón se aceleró y mi estómago dio un vuelco. Él me estaba dando la
misma mirada que me dio la noche del miércoles justo antes de que me besara, y
yo sabía que no había imaginado nada.
Era ira y deseo mezclados juntos para crear algo lo
suficientemente caliente para que mis rodillas se debilitaran. Por la forma en
que él me había estado ignorando ayer y hoy, apenas dedicándome alguna mirada,
había empezado a preguntarme si todo habría sido un sueño húmedo de mi parte.
Pero, no.
Respirando hondo, y alejando con dificultad mis ojos, me
quité la chaqueta y se la tiré a Cande.
―Ponte esto.
―Gracias. ―Sostuvo el vaso en una mano y se metió en la
chaqueta con la otra.
Echándole otro vistazo a Peter, me di cuenta de que su pecho
subía y bajaba con fuerza mientras sus ojos escupían fuego. El deseo se había
ido. Su mirada estaba en Benjamin ahora, quien también noté me había estado
viendo, pero se dio la vuelta como si hubiera sido atrapado echando un vistazo
a algo que no debería tener.
Una vez más, quise cubrirme inmediatamente.
Estaba aquí por la carrera, me recordé a mí misma y me volví
hacia la pista.
Agustin y Vico nunca iban cabeza a cabeza. O Agustin estaba
drásticamente alejado de Vico, o Vico se encontraba a una distancia ridícula
detrás de Agustin. Después de un minuto, la multitud comenzó a reírse cuando se
dieron cuenta de que Agustin estaba jugando con su oponente. No es de extrañar
que Peter no estuviera mirando. Sabía que sería una victoria fácil. No es que
el Camaro de Vico no fuera digno, pero Agustin era más experimentado y había
hecho un infierno de un montón de acondicionamiento en su coche.
En la última vuelta, Agustin se adelantó por última vez y
cruzó la línea de llegada con el sonido de aplausos y silbidos. La gente se apresuró
hasta su coche, y Agustin surgió con una sonrisa estúpida en su cara presumida.
Una chica le agarró su camiseta gris y le metió la lengua en su boca. ¡Asco!
Vico lentamente bajó de su automóvil e inmediatamente miró a
Cande quien, me di cuenta, estaba descaradamente envuelta alrededor de Peter
nuevamente. Mi pierna se convulsionó con ganas de patear algo cuando lo vi
enterrar la cabeza en su cuello. Ella se rió de placer, obviamente, actuando.
―Peter es el siguiente. ―Benjamin se frotó la mandíbula―.
Roman es impresionante. Espero no haber apostado por la persona equivocada.
Sinceramente, yo no sé por quién apostaría si estuviera
interesada en colocar dinero por cualquier imbécil.
―¡Todo el mundo despeje el camino!
Salté. El Maestro de la Carrera estaba empezando el próximo
evento.
―Lanzani y Roman, traigan sus culos a la línea de partida.
Y de repente, estuve nerviosa por esa pareja.
mmmmmmmaaaaaaaaaaaaaaasssssssss me encanta
ResponderEliminar@x_ferreyra07
Maratonnnnnn
ResponderEliminarMaraton maraton maraton dle
ResponderEliminarPeter sigue con su jueguito
ResponderEliminar