viernes, 16 de mayo de 2014

Capitulo 5

Capitulo 5




Los días siguientes pasaron en un frenesí de actividad, mientras me preparaba para el comienzo de la escuela. Por más que intenté decirme a mí misma haciéndome creer que el silencio de Peter era una buena cosa, era sólo cuestión de tiempo antes de que el otro zapato cayera.

Mis acciones en su fiesta habían sido descuidadas, pero a veces las peores ideas se sentían las mejores. Incluso ahora, después de una semana, mi pulso se aceleraba y no pude evitar sonreír al pensar en la forma en que lo había conseguido. La consciencia que había ganado, mientras vivía en el extranjero, hizo que cosas que fueron una vez amenazantes parecieran más triviales ahora. El nerviosismo subió por mi pecho ante la idea de Peter, pero ya no sentía la necesidad de evitarlo a toda costa.

―Entonces ¡estás en la pecera hoy! ―No era una pregunta. Cande rebotó junto a mí mientras ponía lejos mis libros. Su mano agarró la parte superior de la puerta del armario mientras se asomaba por ella.

―Tengo miedo de preguntar. ―Dejé escapar un pequeño suspiro sin mirarla. Era el primer día de vuelta, el primer día del último año. Había tenido una mañana llena de física, cálculo y educación física. Agarré otro bloc de notas para francés, que era mi última clase antes del almuerzo.

―Así que, ¿no has notado que todo el mundo te ha notado hoy? En una escuela de cerca de dos mil personas, creo que podrías tener a todo el mundo hablando de ti ―dijo con una risita.

―¿Me senté en un pudín de chocolate de nuevo? O tal vez un nuevo rumor está circulando que pasé el año pasado ocultando un embarazo y di al bebé en adopción. ―Cerré la puerta de mi armario luego me giré para ir a francés, sabiendo que ella me seguiría. Realmente no quería escuchar lo que la gente estaba diciendo, en parte, porque no me importaba qué mierda estuvieran circulando ahora, y también porque no era nada nuevo. Francia había sido un respiro de paz, pero Shelburne Falls probablemente era lo mismo, igual de viejo. Gracias a Peter, mi experiencia en la escuela había sido una larga serie de rumores, bromas, lágrimas y desengaños. Esperaba más de este año, pero no estaba aguantando la respiración tampoco.

―Ni siquiera cerca. Y en realidad, lo que dicen es bueno. Muy bueno.

―¿Oh, sí? ―respondí distraídamente esperando que ella sintiera el tono desinteresado y se callara.

―Al parecer, tu año en Europa te ha trasformado de una ubergeek a ubercool ―emitió Cande con sarcasmo sabiendo que yo nunca había sido ubergeek. No es que alguna vez haya considerado ubercool tampoco. Mi identidad, por defecto, siempre había sido “de los de afuera”, pero sólo porque el largo brazo de Peter Lanzani me había considerado menos que aceptable en la mayoría de los círculos sociales.
Volé por las escaleras hasta el tercer piso de la clase, dejando a un lado a los otros estudiantes mientras corrían hacía su próximo destino.

―Lali, ¿me has oído? ―Cande trotó detrás de mí tratando de alcanzarme―. Quiero decir, ¡mira a tu alrededor! ¿Podrías parar por dos segundos? ―susurró-gritó, con ojos suplicantes cuando la miré.
―¿Qué? ―Su urgencia por pasar sobre los últimos chismes era divertido, pero lo único que quería era caminar en la escuela sin llevar mi armadura invisible―. ¿Cuál es el problema? ¿Y qué? La gente piensa que me veo bien hoy. ¡Hoy! ¿Qué pensarán mañana después de que Peter llegué a ellos? ―No le había dicho de la fiesta de Peter y lo que había hecho. Si lo supiera, no sería tan optimista acerca de mis posibilidades.

―Tú sabes. Él no fue tan malo después de que te fuiste. Tal vez estamos preocupándonos por nada. Todo lo que estoy diciendo es que… ―Cande fue cortada.

―Hey, Lali. ―Benjamin Amadeo se acercó por detrás de Cande y llegó detrás de mí―. Déjame abrir la puerta para ti.

Me hice a un lado, dándole espacio para abrir la puerta. Al no tener más remedio que poner fin a nuestra conversación, fruncí mis labios y saludé a una Cande con la boca abierta.

―Es genial tenerte de vuelta ―susurró Benjamin mientras entrábamos a clase, yo primera y él cerca detrás de mí. Abrí mis ojos y tuve que reprimir una risa nerviosa. La realidad de que Benjamin Amadeo me dedicara una charla era demasiado surrealista.

Era protagonista en el fútbol y baloncesto y era uno de los chicos que mejor lucían en la escuela. Habíamos estado en francés I y II juntos, pero nunca habíamos hablado.

―Gracias ―dije manteniendo mi mirada baja. Esto estaba fuera de mi zona de confort. Me deslicé sigilosamente en un asiento de primera fila. ¡Extraño! ¿Era genial tenerme de vuelta? ¿Como si alguna vez le importara antes? Este era, probablemente, uno de los trucos de Peter. Hice una nota mental para pedirle disculpas a Cande por tratar de advertirme sobre la inusual atención. Chicos lindos que hablaban conmigo igualaban lo inusual.

Madame Lyon, nuestra actual francesa profesora de francés, comenzó a lanzarse en una soplada conferencia completa de buenas a primeras. Consciente de Benjamin sentado justo detrás de mí, traté de concentrarme en la lección, pero ni siquiera el estudio de Madame era lindo, balanceando el corte de cabello no podía apartar de mi mente las miradas aburridas en la parte de atrás de mi cabeza. Fuera de mi visión periférica, noté a varios estudiantes en torno a la sala echando un vistazo en mi dirección. Me moví en mi asiento. ¿Cuál era el problema de todos?

Pensando en lo que había dicho Cande la primera vez que regresé, no creía que realmente me viera nada diferente. Después de todo, mi año en el extranjero no había consistido en ningún gran cambio de imagen o ir de compras. Mi piel estaba un poco más oscura, mi ropa era nueva, pero mi estilo no había cambiado.

Llevaba jeans ajustados, metidos en mis botas negras altas a media pierna, sin tacones, y una fina camiseta blanca de cuello barco suficiente para cubrir mi trasero. Amaba mi estilo, y no importaba lo que pensaran los demás, me limitaba a ello.

Después de unos cincuenta minutos dolorosamente largos de clase con sonrisas de gente inesperada, saqué mi teléfono de mi bolsa negra de mensajero.

¿Te veo afuera para el almuerzo?, le envié un texto a Cande.
¡Demasiado viento!, replicó ella. Siempre se trataba del cabello.
Bien. Adelántate ahora, búscame.

Tan pronto como entré en la línea de la cafetería, la piel de gallina se apoderó de mi piel. Agarré la bandeja y cerré los ojos. Él estaba en alguna parte. No necesitaba darme vuelta o escuchar su voz. Tal vez era el clima de la habitación, la manera en que otros viajaban o la polaridad de su presencia en relación a mí. Lo único que sabía con certeza era que él, definitivamente, estaba aquí.

En la escuela primaria jugábamos con imanes que chocaban entre sí cuando se les daba la vuelta hacia el lado positivo, pero si les daba vuelta hacia el lado negativo, los imanes se repelían entre sí. Peter era un lado de un imán volteándose para nunca dar cabida a nadie. Él era lo que era. Todos los demás ya sea, se acercaban o se apartaban, y el flujo de un ambiente reflejaba eso. Hubo un momento en que Peter y yo éramos inseparables, al igual que los lados positivos de los imanes.

Mis pulmones dolían con la respiración que no me había dado cuenta de que había estado conteniendo, y exhalé. Después de elegir una ensalada con aderezo ranchero y una botella de agua, le entregué a la cajera mi tarjeta para que la deslizara y encontré un asiento cerca de la ventana. El bullicio de la habitación era una entretenida distracción de las miradas. Varios estudiantes asintieron al pasar y ofrecieron un “bienvenida de vuelta”. Mis hombros finalmente se relajaron después del remolino de saludos.

Rocio Igarzabal me saludó desde unas pocas mesas más, y me recordé a mí misma acerca de la práctica de esta tarde.

¿Dónde estás? Cande mandó un texto.
Por la ventana del norte.
En la fila ahora.

OK. Le envié un mensaje de vuelta. Girando alrededor de mi asiento, la vi en la fila. Le di un pequeño saludo para señalar donde estaba y rápidamente me giré de vuelta antes de dejarme llevar por las ganas de escanear la sala por él.

Girando la tapa de mi botella de agua, tomé un largo trago, disfrutando del alivio. Sentí que mi corazón había estado latiendo a mil por hora durante la última hora. Hidratar, hidratar, hidratar.

Mi descanso, sin embargo, fue interrumpido por la voz de Agustin Sierra.

―Hey, nena. ―Agustin puso su mano sobre la mesa a mi lado y se inclinó a mi oreja.
A medida que ponía la tapa en mi botella de agua, mis hombros cayeron ligeramente. ¡Otra vez no! ¿Él pequeño hijo de puta nunca aprendería la lección? Miré hacia delante en un esfuerzo por ignorarlo.

―¿Lali? ―Estaba tratando de provocarme para que lo reconociera. Sin confrontarlo todavía, no hice contacto visual―. ¿Lali? Sé que puedes oírme. De hecho, sé que cada parte de ti es muy consciente de mí en estos momentos. ―Agustin pasó los nudillos de su mano izquierda por mi brazo. Aspiré una bocanada de aire, y mi cuerpo se sacudió con su toque―. Mmmm, tienes la piel de gallina, ¿lo ves? ―Jugueteó conmigo.

¿Piel de gallina? Si no estuviera tan enferma, me reiría.

―Sí, tú me haces poner la piel de gallina. Pero sabías eso, ¿verdad?―Mis desprecio no podía ser más grande.

―Realmente te extrañé el año pasado, y en realidad me gustaría hacer una tregua. De hecho, ¿por qué no dejamos todo atrás y dejas que te lleve afuera este fin de semana?

Él tenía que estar soñando si creía…

Su mano se deslizó por mi espalda y bajó rápidamente a mi trasero. Aspiré otra respiración.

¡Hijo de puta! ¿De verdad acababa de agarrar mi culo? ¿Sin mi permiso? ¿En público? Oh, no.
Entones, apretó.

Todo después de ese momento pasó a toda prisa por la reacción y la adrenalina. Salí de mi asiento como si mis piernas tuvieran resortes. Los músculos de mis muslos estaban tensos por la tensión, y apreté los puños.

Cuando me enfrenté a Agustin, quien se había levantado para mirarme a los ojos, lo agarré por los hombros y levanté mi rodilla en su ingle. Fuerte. La cantidad de presión debe de haber sido mucha, porque él gritó y cayó de rodillas, gimiendo mientras agarraba su entrepierna.

Había tenido suficiente del maltrato de Agustin. No había manera de que fuera capaz de poner mi otra mejilla nunca más. Romperle la nariz el año pasado, claramente no era el final de la cuerda. Era el comienzo de una nueva.

Con el corazón palpitante y un calor fresco surgiendo por mis brazos, no me detuve a pensar en dónde me pondría esto mañana o la próxima semana. Sólo quería que se detuviera.

Peter me había amenazado durante años, pero nunca había cruzado esa línea. Nunca me había tocado o hecho sentir violada físicamente. Agustin siempre cruzó esa línea, y me pregunté ¡cuál era su maldito problema! Si lo que Nico había dicho era cierto, que yo estaba fuera de los límites, entonces ¿por qué Agustin se metía tanto conmigo? ¿Y a la vista de Peter?

―No me toques y no me hables. ―Me cerní sobre él, burlándome. Los ojos de Agustin se cerraron mientras respiraba con fuerza―. ¿De verdad crees que me gustaría salir contigo? He oído las charlas de las chicas, y contrariamente a la creencia popular, las cosas buenas no vienen en paquetes pequeños. ―Toda la sala estalló en carcajadas, y torcí mi dedo meñique a los transeúntes.

Vi a Cande, con la bandeja en la mano y una expresión “Oh Dios mío” en su cara.

―Gracias por la oferta de todos modos, Agustin―entoné con dulzura fingida. Agarrando mi bandeja, pasé a través del océano de ojos y tiré mi comida. La única cosa que importaba era salir de la cafetería antes de que me derrumbara. Todo se sentía débil, con hormigueo, y tuve miedo de que mis piernas cedieran. ¿Qué acababa de hacer?

Pero antes de llegar a la puerta, actué imprudentemente. Oh, qué diablos, había desarrollado un deseo de muerte últimamente. ¡Puedo también ahogarme en ello! Me di la vuelta y de inmediato bloqueé mis ojos con la única persona que me hacía hervir la sangre además de Agustin.

Toda la atención de Peter estaba centrada en mí, y el mundo en mi visión periférica se detuvo cuando nos miramos el uno al otro.

Él llevaba raídos jeans oscuros y una camiseta negra. Sin joyas, sólo tatuajes como accesorios. Tenía los labios ligeramente abiertos, pero no sonreía. Esos ojos, sin embargo, parecían desafiantes y demasiado malditamente interesados. Parecía que me estaba evaluando.

Joder. Mierda.

Recostándose en su silla, tenía un brazo enganchado detrás de él en la parte trasera de su asiento y un brazo apoyado sobre la mesa. Me miraba, y el calor no deseado se precipitó a mi cara.

Hubo un momento en que tuve toda su atención y me encantó. Por mucho que quería que me dejara en paz, también me gustaba la forma en que parecía sorprendido. Me gustaba la forma en que me miraba ahora.


Y entonces me acordé de que lo odiaba.

6 comentarios:

  1. hay que geniiaaa.. por favorr subi otro poorfaaa:D

    porfa porfa porfaaaaaa

    @x_ferreyra07

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  2. holiiis
    me encantaaaaa la noveee
    esta genial subi maaas xfaaas
    besooos

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  3. acabo de descubrir la novelaaaaaaaa y me encantaaaaaaaaaaaaa. quiero masssssssss

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  4. Biiiiiieeeeeen!!!!!.Ya era hora k actuara para su propia defensa.

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  5. Como se titula la novela?

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  6. me encantaa, tu nove es genialll!! espero más!!:)))

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