LALI
Cierro la puerta de mi
auto y camino a las escaleras que conducen al segundo piso de mi complejo de
apartamentos. Me siento aliviada de no tener que volver a usar el ascensor,
pero eso no evita extrañar a Cap un poco, incluso si sus consejos no tuvieran un
montón de sentido para mí la mayor parte del tiempo. Fue agradable simplemente
tenerlo ahí para entretenerme. Me he mantenido ocupada con el trabajo y la
escuela, intentando mantenerme concentrada, pero ha sido duro.
He estado en mi nuevo
apartamento por dos semanas, y aunque me gustaría estar sola, nunca lo estoy.
Cada vez que entro por mi puerta,
Peter sigue estando en
todas partes. Todavía está en todo, y sigo esperando hasta que no lo esté. Sigo
esperando por el día en que duela menos. Cuando no lo extrañe tanto.
Diría que mi corazón está
roto, pero no lo está. No creo que lo esté.
En realidad, no lo sé,
porque mi corazón no ha estado en mi pecho desde que lo dejé en frente de su
apartamento el día en que le dije adiós.
Me digo que hay que vivir
un día a la vez, pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Sobre todo cuando
los días se convierten en noches, y tengo que estar en mi cama sola, escuchando
el silencio.
El silencio nunca fue tan
fuerte hasta que le dije a Peter adiós.
Ya estoy temiendo abrir
la puerta de mi apartamento, y ni siquiera estoy a mitad de la escalera
todavía. Ya puedo decir que esta noche no va a ser diferente de todas las otras
noches desde Peter. Llego a la cima de las escaleras y giro a la izquierda
hacia mi apartamento, pero mis pies dejan de funcionar
Mis piernas dejan de
funcionar.
Puedo sentir los latidos
de un corazón en algún lugar de mi pecho de nuevo por primera vez en dos
semanas.
—¿Peter?
No se mueve. Está sentado
en el suelo delante de mi apartamento, apoyado contra la puerta. Camino
lentamente hacia él, sin saber qué hacer con su aparición. No está en su
uniforme. Está vestido de manera informal, y la barba en su cara demuestra que
no ha trabajado por unos pocos días. También hay lo que parece un hematoma reciente
bajo su ojo derecho. Tengo miedo de despertarlo, porque si es tan beligerante
como lo fue la primera vez que lo conocí, no quiero tratar con él. Pero una vez
más, no hay forma de que pueda conseguir pasar a su alrededor y al interior de
mi apartamento sin despertarlo.
Levanto la mirada e
inhalo una respiración profunda, sin saber qué hacer. Me temo que si lo
despierto, voy a ceder. Lo dejaré entrar, y le voy a dar eso por lo que está
aquí, que definitivamente no es la parte de mí que quiero darle.
—Lali —dice. Lo miro, y
está despierto, se empuja hacia arriba, mirándome nerviosamente. Doy un paso
atrás una vez que está de pie, porque he olvidado lo alto que es. Lo mucho que
él se convierte en mi todo cuando está en frente de mí.
—¿Cuánto tiempo has estado
aquí? —pregunto.
Mira el teléfono celular
en su mano. —Seis horas. —Me mira—. Tengo que usar el baño bastante urgente.
Me dan ganas de reír,
pero no puedo recordar cómo.
Me dirijo a mi puerta, y
sale del camino para que abra.
Mi mano temblorosa empuja
la puerta de mi apartamento abierta, y camino adentro, luego señalo el pasillo.
—A la derecha.
No lo miro mientras
camina en esa dirección. Espero hasta que se cierra la puerta del baño, y caigo
en el sofá y entierro mi cara entre mis manos.
Odio que esté aquí. Odio
que lo dejara entrar sin dudas. Odio que en cuanto salga del baño, voy a tener
que hacer que se vaya. Pero no puedo hacerme esto a mí misma nunca más.
Todavía estoy tratando de
recomponerme cuando la puerta del baño se abre y vuelve a entrar en la sala de
estar. Levanto la vista y no puedo mirar a otro lado.
Algo es diferente.
Él es diferente.
La sonrisa en su rostro…
la tranquilidad de sus ojos... la forma en que se comporta como si estuviera
flotando.
Sólo han pasado dos
semanas, pero se ve tan diferente.
Se sienta en el sofá y ni
siquiera se molesta en poner espacio entre nosotros. Se sienta a mi lado y se
inclina hacia mí, así que cierro los ojos y espero a cualquier palabra que esté
a punto de decir que me vaya a lastimar de nuevo. Eso es todo lo que él sabe
hacer.
—Lali —susurra. —Te echo de menos.
Guau.
Absolutamente no esperaba
oír esas cuatro palabras, pero simplemente se convirtieron en mis nuevas
palabras favoritas.
Te, echo, de y menos.
—Dilo de nuevo, Peter.
—Te echo de menos, Lali
—dice inmediatamente—. Tanto. Y no es la primera vez. Te he echado de menos
todos los días que no hemos estado juntos desde el momento en que te conocí.
Envuelve su brazo
alrededor de mis hombros y tira de mí hacia él.
Voy.
Caigo en su pecho y
agarro su camisa, apretando los ojos cerrados cuando siento sus labios
presionar contra mi coronilla.
—Mírame —dice en voz
baja, tirando de mí en su regazo para enfrentarlo.
Lo hago. Lo miro. De
hecho, realmente lo veo ahora. No hay guardia.
No hay pared invisible
que me bloquee de aprender y explorar todo lo relacionado con él. Está
permitiendo que lo vea esta vez, y es hermoso.
Mucho más hermoso que
antes. Lo que sea que ha cambiado, era enorme.
—Quiero decirte algo
—dice—. Esto es tan difícil para mí de decir, porque eres la primera persona a
la que siempre he querido decírselo.
Tengo miedo de moverme.
Sus palabras son aterradoras, pero asiento.
—Tenía un hijo —dice en
voz baja, mirando a nuestras manos entrelazadas. Esas tres palabras tienen más
dolor que cualquieras otras tres palabras que he escuchado en mi vida.
Inhalo. Me mira con
lágrimas en los ojos, pero me quedo en silencio, a pesar de que sus palabras
apenas me quitaron el aliento.
—Murió hace seis años.
—Su voz es suave y distante, pero sigue siendo su voz.
Puedo notar que decir que
esas palabras son de las más difíciles que ha tenido que decir. Le duele tanto
admitir esto. Quiero decirle que pare.
Quiero decirle que no
necesito escucharlo si le duele. Quiero envolver mis brazos a su alrededor y
arrancar la tristeza de su alma con mis propias manos, pero en cambio, le dejo
terminar.
Peter vuelve a mirar
nuestros dedos entrelazados. —No estoy listo a hablarte acerca de él todavía.
Tengo que hacerlo a mi propio ritmo.
Asiento y aprieto sus
manos tranquilizadoramente.
—Sin embargo, voy a
contarte sobre él. Lo prometo. También quiero contarte acerca de Martina.
Quiero que lo sepas todo acerca de mi pasado.
Ni siquiera sé si ha
acabado, pero me inclino hacia delante y presiono mis labios a los suyos. Me
tira en su contra con tanta fuerza y empuja hacia atrás contra mi boca con
tanta fuerza que es como si me dijera que lo siente sin usar palabras.
—Lali —susurra contra mi
boca. Puedo sentirlo sonriendo—. Aún no he terminado.
Me levanta y me ajusta a
su lado en el sofá. Su pulgar dibuja círculos en mi hombro mientras mira su
regazo, formando cualquier palabra que necesita decirme.
—Nací y crecí en un
pequeño suburbio en las afueras de San Francisco —dice, moviendo sus ojos de
nuevo hasta encontrarse con los míos—. Soy hijo único. Realmente no tengo
ninguna comida favorita, porque me gusta casi todo. Quise ser un piloto desde
que puedo recordar.
Mi madre murió de cáncer
cuando tenía diecisiete años. Mi padre ha estado casado desde hace un año con
una mujer que trabaja para él. Es bonita, y son felices juntos. Siempre como
que he querido un perro, pero nunca he tenido uno...
Lo observo, hipnotizada.
Observo sus ojos que deambulan por mi cara mientras habla. Mientras me dice
todo sobre su infancia y su pasado y cómo conoció a mi hermano y su relación
con Nico.
Su mano se encuentra la
mía, y la cubre como si se estuviera convirtiendo en mi escudo. Mi armadura.
—La noche que te conocí —dice finalmente—. ¿La noche que me encontraste en el
pasillo? —Sus ojos se mueven hacia su regazo, incapaz de mantener contacto con
los míos—. Mi hijo habría cumplido seis ese día.
Sé que dijo que quiere
que lo escuche, pero en este momento, sólo necesito abrazarlo. Me inclino hacia
delante y envuelvo mis brazos a su alrededor, y se acuesta en el sofá, tirando
de mí arriba suyo.
—Me tomó todo lo que
tenía para tratar de convencerme de que no me estaba enamorando de ti, Lali.
Cada vez que estaba cerca de ti las cosas que yo sentía me aterrorizaban. Pasé
seis años pensando que tenía control de mi vida y mi corazón y que nada me
podría lastimar de nuevo. Pero cuando estábamos juntos, había momentos en que
no me importaba si me hacía daño de nuevo, porque estar contigo casi se sentía
como si valiera la pena cualquier dolor. Cada vez que me empezaba a sentir de
esa manera, te empujaba más lejos por culpa y miedo. Me sentía como si no te
mereciera. No merecía la felicidad en absoluto, porque se la había quitado a
las dos únicas personas que jamás había amado.
Sus brazos se aprietan a
mí alrededor cuando siente mis hombros temblando por las lágrimas encontrando
su camino desde mis ojos. Sus labios encuentran mi coronilla e inhala una
respiración constante mientras me besa, largo y duro.
—Lo siento por haberme
tomado tanto tiempo —dice con una voz llena de remordimiento—. Pero nunca podré
agradecerte lo suficiente por no darte por vencida conmigo. Viste algo en mí
que te dio esperanza en nosotros, y a no renunciar a eso. ¿Y Lali? Eso
significa más para mí que cualquier otra cosa que alguien haya hecho.
Sus manos encuentran mis
mejillas, y me levanta de su pecho para que pueda verme cara a cara. —Puede ser
una pequeña pieza a la vez, pero mi pasado es tuyo ahora. Todo. Cualquier cosa
que quieras saber, quiero decírtela. Pero sólo si me prometes también puedo
tener tu futuro.
Las lágrimas caen en
cascada por mis mejillas y las seca, a pesar de que no necesito que lo haga. No
me importa que yo esté llorando, porque no son lágrimas de tristeza. En lo más
mínimo.
Nos besamos durante tanto
tiempo que mi boca comienza a doler tanto como mi corazón. Sin embargo, mi
corazón no duele de dolor esta vez. Duele porque nunca se ha sentido así de
lleno.
Trazo mis dedos por la
cicatriz en su mandíbula, a sabiendas de que con el tiempo me dirá cómo la
consiguió. También toco el área sensible al tacto debajo de sus ojos, aliviada
de que por fin lo puedo hacer preguntas sin estar asustada de que se va a
enojar.
—¿Qué te pasó en el ojo?
Se ríe y deja caer la
cabeza contra el sofá. —Tuve que preguntarle a
Gastón tu dirección. Me
la dio, pero tomó mucho convencerlo.
Inmediatamente me inclino
hacia delante y suavemente beso su ojo.
—No puedo creer que te
golpeó.
—No es la primera vez
—admite—. Pero estoy bastante seguro de que va a ser la última. Creo que por
fin está bien con nosotros estando juntos después de que acepté algunas de sus
normas.
Esto me pone nerviosa.
—¿Qué normas?
—Bueno, en primer lugar,
no estoy autorizado a romper tu corazón —dice—. En segundo lugar, tampoco estoy
autorizado a romper tu maldito corazón. Y por último, no
estoy autorizado a jodidamente romper tu maldito corazón.
No puedo contener mi
risa, porque eso suena exactamente como algo que Gastón diría. Peter se ríe
conmigo, y nos miramos el uno al otro por varios momentos de tranquilidad.
Puedo ver todo en sus ojos ahora. Cada emoción.
—Peter —digo con una
sonrisa—, me miras como si hubieses caído rendido ante mí.
Sacude la cabeza. —No caí rendido ante ti, Lali. Volé.
Tira de mí hacia él y me
da la única parte de sí mismo que nunca ha sido capaz de darme hasta ahora.
Su corazón.
siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
ResponderEliminaral fin sabes lo que sufri con esto!!!!!!???????????? jajajaj
ME MORI DE AMOR!!! QUE LINDOS..
ResponderEliminarQUIERO MAS...
Ahora si k Peter le habla con el corazón!!!
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas...
ResponderEliminarpor fin... era hora jajaja... =D
Aaayy quiero más!
ResponderEliminarAmo ésta nove!.
Jenny
Ayyyyy!!!!
ResponderEliminarJsjsjskksksksks Le contó algo y es muy fuerte le hablo sobre su hijo!!!
Ala PUTA MADRE ese día cumplía 6 años! Por eso estaba así
Ayyy jdkskskksks
Que tiernos!!!.
Ta quiero leer otro
porfiiiinnnn que lindo cap, maaaaaaaass
ResponderEliminarHasta que por fin Peter ya te estabas tardando mucho, me encantan me encantan me encantan que lindos, no quiero que se acabe la novela sufro al pensar en el final
ResponderEliminarQue buen cap 😍😍😍😍
ResponderEliminarAmo la nove
ResponderEliminarMass
Siii maass
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