Capitulo 15
Y terminamos otra historia, gracias por el apoyo de todas por leer y comentar. El libro se llama Falling Into You de Jasinda Wilder. Hoy les subo la sinopsis y el prologo del siguiente libro.
Canción de Respiraciones Únicas
Dos semanas y media después.
El agua salpica y da vueltas contra los pilotes de los
muelles. A la luna le falta un trozo a un lado, y lanza destellos de plata en
las ondas negras del lago. Hemos vuelto a donde empezamos, al muelle, con una
botella de Jameson y una guitarra.
Ella está sentada en el borde, con los pantalones enrollados
hasta las rodillas, los pies dando patadas en el agua caliente como la sangre.
Estoy tocando “Don’t Drink the Water” de Dave Matthews Band, y ella simplemente está sentada, escuchando. Estoy apoyado contra el poste de la esquina, un pie
en el agua, la otra encima de sus muslos. Ella está frotando mi pantorrilla con
sus dedos, mirando el agua. No hemos dicho mucho desde que vinimos aquí a media
noche, hace dos horas. Los dos estamos un poco descuidados, y el entumecimiento
es bienvenido.
Ha habido muchas visitas al hospital para asegurarse de que
ella está bien, a largo plazo físicamente, más muchas más citas para terapia y
servicios de apoyo emocional, y todo tipo de otras cosas que tenían que haberse
hecho antes. Me he estado quedando con mis padres, hablando con mi padre. No le
he contado mucho, pero lo suficiente para que entienda un poco por lo que he
pasado. No se ha disculpado otra vez, lo que probablemente sea bueno ya que las
disculpas no significan una mierda, pero me doy cuenta de que lo está
intentando, conmigo. Lo que sea. Día a día, y no guardar rencor.
Esa última
parte es difícil.
Lali no está bien, está llegando ahí. Yo no estoy bien, pero
estoy llegando ahí.
Y ahora estamos borrachos y solos en el muelle.
“Don’t Drink the Water” se vuelve “Blackbird” y no estoy
seguro de si hacer la versión de Sarah McLachlan o la de Paul McCartney, pero
no importa. La estoy cantando, y las palabras nunca han significado tanto.
Realmente no es una epifanía, sólo el conocimiento de que
estaremos bien, de alguna manera, algún día. Ella oye lo que estoy diciendo
detrás de la canción. Se vuelve, me mira y sus ojos están brillantes en la
oscuridad plateada de la luna.
—Solo estabas esperando este momento para surgir… —Canta la última
estrofa conmigo—. Dios me encanta esa canción. ¿Cómo lo has sabido?
Me encojo de hombros y dejo la guitarra a un lado.
—No lo sabía, realmente. Solo lo supe, porque siempre ha significado
mucho para mí, y ahora más que nunca.
—¿Estamos?
—¿Estamos qué?
Se desliza más cerca hasta que su espalda está delante de
mí.
—Esperando este momento.
Le doy una especie de risa.
—No estoy seguro de lo que estás preguntando, pero voy a ir
con un sí. Ha habido muchas mierdas fuertes en nuestras vidas. Y este… este
último asunto ha sido el infierno. —Todavía ni siquiera puedo decir la palabra
para lo que pasó; es demasiado difícil—. Pero tenemos que aprender a ser libres.
Tenemos que hacerlo, Lali. No significa estar feliz todo el tiempo, o estar
bien todo el tiempo. Está bien no estar bien. Te he dicho eso, pero yo mismo lo
estoy aprendiendo. Pero no estar bien no significa que dejes de vivir.
Ella se apoya hacia atrás, inclina la cabeza para presionar
sus labios contra los míos. Sabe a Jameson, y a lima-limón del Sprite con el que
lo ha estado mezclando. ¿Whiskey y Sprite? Puaj. Pero a ella le gusta, así que
lo que sea. Sabe a Lali, y eso es todo lo que importa.
Su lengua entra en mi boca, y me doy cuenta a donde está
yendo con esto. Su mano se levanta para acariciar la parte posterior de mi cabeza,
ahuecar mi nuca y empujarme contra ella. Mis dedos se arrastran sobre su
vientre, encuentran el hueco entre su camiseta y sus pantalones, tocan el sedoso
calor de su piel. Tiro de la camiseta hacia arriba, y ella se aleja de mí para
que pueda quitársela. Vinimos al muelle tarde por la noche, después de que ella
se duchara, así que no lleva sujetador. Me gusta. Puedo suavizar mis manos
sobre su vientre, hasta las costillas, deslizar mis dedos alrededor de su firme
pezón y ahuecar el peso de su pecho. Gime en mi boca, y sé que necesita esto.
Yo también.
La beso, exploro su boca, vuelvo a aprender la curva de sus caderas
y la curva de sus pechos y los rizos de su pelo húmedo por la ducha. Me besa,
me deja tocarla. Cada caricia le cura, creo. Le muestra que es más que la suma
de su dolor.
Me hace lo mismo a mí.
Finalmente, se retuerce y nos deslizamos por lo que el
muelle está bajo mi espalda y ella está apoyada encima de mí, cuerpo contra
cuerpo, la suavidad fusionándose con la dureza. Ella deja que todo su peso se apoye
en mí, acuna mi rostro en sus manos y me besa hasta el olvido, y dulce Jesús,
su boca es mi cielo.
Lali
No me había dado cuenta de lo mucho que anhelaba esto hasta que
sus manos fueron a mis muslos para amasar el músculo de mi trasero. Hasta ese
momento, besarlo era… dulce y perfecto y todas las cosas que necesitaba para
olvidar. Pero entonces, algo en la forma que sus dedos se hundieron con hambre
en mi trasero desató una necesidad dentro de mí.
Le necesito. Quiero decir, sí, emocionalmente, mentalmente, también
le necesito. Él es mi roca. Está ahí… siempre ahí, exactamente como le
necesito. Calmándome, consolándome, protegiéndome y distrayéndome. Pero esto…
tengo sus brazos a mí alrededor, sus manos en mí, sus dedos abriendo un camino
de calor sobre mi piel y su boca provocando maravillosos estragos en mis
sentidos. De ninguna manera puedo vivir sin eso otro minuto. Es una locura en
mí.
Creo que siente esto en la forma en que le ataco repentinamente. Solo nos estábamos besando, liándonos, tocándonos un poco, y luego me echo hacia atrás y miro hacia él y veo sus vibrantes ojos de zafiro brillando a la luz de las estrellas y los rayos de la luna y sus ojos me están absorbiendo como si fuera la cosa más hermosa que jamás haya visto, y yo… me pierdo.
Clavo mis manos en sus pantalones vaquero, buscando frenéticamente
el botón y el elástico de sus bóxers y su camisa. Estoy jadeando de necesidad, enloquecida.
Él detiene mis muñecas con una de sus manos y levanta mi barbilla
con la otra.
—Relájate, Lali. Más despacio.
—No puedo, no puedo. —Mi voz no es mía, es casi un chillido,
y yo no chillo—. Te necesito. Ahora mismo.
Sus ojos son tranquilos pero hambrientos.
—Te necesito, también. Pero reduce la velocidad. Estoy aquí.
Estoy aquí.
Me tira contra él, de manera que puedo sentir su carne
caliente y sus duros músculos y su erección contra mi muslo.
—No es suficiente. Te necesito dentro de mí, Pedro. Por
favor.
Peina un rizo descarriado con su pulgar.
—Lo sé, cariño. Pero respira para mí, ¿vale? Está bien.
Me doy cuenta de que estoy hiperventilando. No estoy bien.
Pero Pedro me hace bien, no porque me arregla, sino porque es él. Es inmutable.
Es salvaje, áspero, amable e inteligente y casi analfabeto pero tan brillante y
talentoso y tan jodidamente caliente que es absurdo, y él es mío. Y todo eso me
hace sentir bien, porque me ama, incluso cuando huyo e incluso cuando estoy
hiperventilando.
Respiro. Me calmo a mí misma, una respiración a la vez, como
si estuviera aprendiendo en terapia, y lentamente, comienzo a encontrar una
señal de cordura.
Y entonces Pedro se levanta fácilmente, elevándome en sus brazos,
y me lleva a la habitación de invitados de la casa de sus padres, dónde ha
estado durmiendo. La casa está vacía, silenciosa de la manera en qué sólo las
casas vacías pueden estarlo. Su madre y su padre se han ido, finalmente
tomándose un muy necesario fin de semana juntos. Pedro me baja a la cama y
atrapo un aroma de su colonia, champú y whisky. Lo observo, mirándole
fijamente, bebiendo de su dura y masculina belleza.
Se quita la camisa,
haciendo esa cosa de chico sexy dónde la lanza por encima de la cabeza,
estirando los músculos de su estómago y pecho. Luego abre de un latigazo el
botón de sus vaqueros, y yo soy un tembloroso lío, viéndolo abrir la cremallera
dolorosamente lento, provocándome. Sus pantalones resbalan hasta el suelo y su
ropa interior es tentadora. Él no es consciente de sí mismo en absoluto.
Engancha sus pulgares en la cinturilla gris elástica y y
desliza el algodón negro sobre la cabeza, dejándola al descubierto. Dios, sí.
No puedo evitar morderme el labio y sonreír al verlo,
estando erecto, la punta reluciente. Está desnudo, de pie sobre mí. Extiendo la
mano, lo agarro y lo empujo hacia mí. Él se sube a la cama y se arrodilla encima
de mí.
—Llevas demasiada ropa —murmura.
—Deberías arreglarlo —digo yo.
Sonríe y me quita los pantalones de yoga, después mis
bragas. Su boca desciende a la mía, y este beso no es delicado o gentil; es necesitado.
Demandante. Lo acaricio, deslizo mi pulgar sobre la humedad de su punta,
exploro las venas y las crestas, y su contraste de seda y acero.
Sigo esperando que se deslice dentro de mí, pero no lo hace.
—El médico te lo aclaró, ¿verdad? —susurra gentilmente.
Asiento con la cabeza y trato de tirar de él hacia mí. Se
resiste, sin embargo, su mirada fija en mí y sus ojos inescrutables. No sé cuál
es su duda, creo que he dejado clara mi necesidad.
Entonces rueda sobre su espalda y me atrae hacia él, excepto
que me levanta, así que estoy de nuevo estirada frente a él. Se desliza hacia arriba,
ajusta las almohadas para que estemos descansando, y Dios, esta mierda es
increíblemente cómoda y sexy al mismo tiempo. Estoy estirada encima de él y él
está empujando en mi entrada. Me recuesto para presionar besos en su mandíbula
y me pierdo en el sabor de su piel mientras él se inclina lejos para buscar
algo en un cajón. Oigo un paquete rasgándose y lo desliza suavemente. Apenas lo
registro, saboreando la sal de su cuello, pero entonces sus manos están en mí, formando
arcos entre mis costillas y pellizcando mis pezones, así que estoy jadeando y
gimiendo y llegando entre nuestras piernas por él, guiándolo dónde tiene que
estar, presionándolo contra mí.
Oh… oh Dios.
Mantengo mis dedos en la unión de nuestras carnes mientras
él se desliza dentro, y la sensación de su
carne recubierta de látex moviéndose
contra mis pliegues húmedos de deseo es intoxicante, más sexy que cualquier
otra cosa que haya sentido. Puedo sentirnos moviéndonos, sentir mis pétalos
extenderse por su grosor, sentir nuestra humedad alisándonos, y luego mis dedos
se unen a los suyos en mi clítoris, estimulándome los dos juntos. Mi otra mano
está en su mandíbula y él vuelve su cara hacia mi palma para besarla. Él está
amasando y acariciando mis pechos mientras acaricia mi protuberancia inflamada
y sus muslos se tensan, endureciéndose, y mis piernas estás a cada lado de las
suyas, me alza y me hunde hacia abajo. Apenas puedo llegar a su saco, así que
le acaricio allí, lo ahueco, y lo estiro un poco, alejándolo para acariciar con
mi dedo la pequeña porción de músculo que tiene justo detrás.
Su aliento es caliente en mi cuello, y su voz murmura mi
nombre, canta su amor por mí, repite lo hermosa que soy, cuan perfecta, increíble.
Cada palabra que sale de sus labios es poesía, una canción que marca el ritmo
de la sinuosa rutina de nuestros cuerpos. No hay salida, no hay parada, sin él
o sin mí; sólo estamos nosotros, sólo la perfección, sólo almas enredadas y
cuerpos fusionados y placer vertiginoso.
En algún momento, me vengo, y la liberación es interminable,
una oleada tras otra de deliciosa presión, una ráfaga de calor y ondulante éxtasis,
y una oleada de amor tan fuerte que no puedo respirar una vez que ha pasado,
sólo puedo apoyar mi cabeza contra su hombro y seguir viniéndome a su
alrededor, susurrando su nombre como una oración a nuestro amor.
No hay curación mágica aquí. No voy a despertar mañana arreglada
y feliz. Todavía duele y duele.
Pero momentos como éste, ¿con Pedro? Lo hacen todo
soportable.
Él no me arregla, no me cura. Él sólo hace que la vida valga
la pena. Me ayuda a recordar respirar, me muestra cómo sonreír de nuevo. Me
besa, y puedo olvidar el dolor, olvidar los impulsos que todavía siento de cortarme
por el dolor que borra las emociones.
Desliza su cuerpo contra el mío, y puedo gemir con él,
respirar con él, cada respiración única una canción, y por los minutos y las
horas dedicadas a devorar su amor por mí, su amor dentro de mí, sólo puedo ser
su Lali, la única sin miedos ni fantasmas.
Cuando él se corre, yo me vengo de nuevo, y le susurro las palabras
que casi han llegado a reemplazar al te amo entre nosotros:
—Estoy cayendo en ti.
Tan cierto. Cuando nos venimos juntos, cuando nos besamos, cuando
nos acostamos para dormir el uno al lado del otro, estamos cayendo en el otro,
y es entonces cuando estoy bien.
Cuando estoy cayendo en
él.
Peter la entiende muy bien.
ResponderEliminarMe encantó.
Hayy me encantooo
ResponderEliminarAme esta novee
haaaaa me encanto la nove, es muy buena
ResponderEliminarlei la sinopsis de la otra igual me gusto :D espero que pronto subas el primer cap
@x_ferreyra07
ME ENCANTO
ResponderEliminarSEGUILA
Ahhh muy buena adaptación!!!
ResponderEliminarLa ame mucho!
Lali y Peter se entienden muy bien ambos tienen y tenían problemas que poco a poco van superando!!!
No le dice que hacer la deja ser que es dif!
Ella le hace bien a el y el le hace bien a ella!
Muy buena