Capitulo 8
Lali
¿Por qué me siento
tan enfadada? No hicimos nada.
¿O sí?
Ni siquiera puedo
decir qué demonios sucedió anoche antes de que nos quedáramos dormidos.
Técnicamente, no fue nada, pero de nuevo, lo fue, lo cual de seguro es por lo
que me siento tan molesta, porque estoy malditamente confundida.
Primero él no me
habla sobre Benjamin durante dos semanas enteras. Luego no pudo mencionar que
era sordo, aunque en realidad no tengo derecho a molestarme por eso. No es algo
sobre lo que debería pensar que tenía que decirme.
¿Pero Martina?
¿Su novia?
¿Cómo pudo
olvidársele mencionar en las tres semanas que hemos estado hablando que tiene
una novia?
Él es justo igual
que Benjamin. Tiene una polla y dos bolas, y nada de corazón, y eso lo convierte
en el gemelo de Benjamin. Probablemente debería empezar a llamarle Benjamin.
Simplemente debería llamarles Benjas a todos. De ahora en adelante, me
referiré a todos los hombres como Benjamin.
Mi padre debería dar
gracias al cielo que no voy a la escuela de leyes, ya que soy, con mucho, la
peor jueza de carácter que ha existido en el planeta alguna vez.
Peter: Falsa alarma. Era sólo Nico. Perdón por
eso.
Yo: QUE. TE. JODAN.
Peter: ???
Yo: Ni siquiera te atrevas.
Pasan unos pocos segundos en los que miro fijamente mi
silencioso teléfono, y luego viene un golpe desde el cuarto de baño. Peter abre
la puerta y entra en mi habitación, con las manos con las palmas levantadas en
el aire como si no tuviera ni idea de por qué me enojé. Me río, pero no es una
risa feliz en absoluto.
Yo: Esta conversación requerirá un ordenador.
Tengo mucho que decir.
Abro mi ordenador en
lo que él regresa a su habitación. Le doy un minuto para conectarse, luego abro
nuestro chat.
Peter: ¿Por favor, puedes explicarme por qué
luces tan enojada?
Yo: Hmm. Déjame contar las razones. (1)
Tienes una novia. (2) Tienes una novia. (3) ¿Por qué, si tienes novia, estaba
yo siquiera en tu HABITACIÓN? (4) ¡Tienes una novia!
Peter: Tengo novia. Sí. Y tú viniste a mi
habitación porque acordamos trabajar en las letras juntos. No recuerdo que
sucediera nada entre nosotros anoche para justificar esta reacción de ti. ¿O me
equivoco?
Yo: ¡Peter, han sido tres semanas! Te conozco
desde hace tres semanas, y nunca, NI UNA VEZ, mencionaste que tienes novia. Y
hablando de Martina, ¿sabe siquiera que me he mudado?
Peter: Sí. Se lo cuento todo. Mira, no fue una
omisión intencional, lo juro. Sólo que nosotros nunca hemos tenido una
conversación en la que ella saliera al tema.
Yo: De acuerdo, dejaré pasar que olvidaras
mencionarla, pero no dejaré pasar todo lo demás pronto.
Peter: Y aquí es en donde me confundo, porque no
tengo claro qué piensas que hicimos.
Yo: Eres tan chico.
Peter: ¿Ouch? Supongo.
Yo: ¿Puedes decir honestamente que tu
reacción ante la posibilidad de que ella estuviera ante tu puerta más temprano
fue un comportamiento normal e inocente? Enloqueciste porque pudiera verte
conmigo, lo cual significa que hacías algo que no querías que viera. Sé que
todo lo que hicimos fue quedarnos dormidos, ¿pero qué hay con la FORMA en que
nos quedamos dormidos? ¿Crees que ella habría aceptado el hecho de que tuviste
tus manos alrededor de mí toda la noche y tu cara prácticamente se pegó a mi
pecho? Y no sólo eso, ¿qué pasa con el hecho de que me senté entre tus piernas
la otra noche? ¿Te habría sonreído y besado para saludarte si hubiera entrado
en ese entonces? Lo dudo. Sé a ciencia cierta que habría terminado conmigo
recibiendo un puñetazo.
¡Ugh! ¿Por qué esto me molesta tanto? Golpeo la cabeza
ligeramente contra el cabecero con frustración.
Unos momentos más
tarde, Peter aparece en el marco de la puerta entre nuestro baño y mi
habitación. Mastica la esquina de su labio inferior. Sus rasgos lucen mucho más
calmados que cuando vino hace sólo unos minutos. Entra lentamente en mi
dormitorio, luego se sienta en el borde de mi cama con su portátil sobre las
rodillas.
Peter: Lo siento.
Yo: Sí. Bueno. Lo que sea. Vete.
Peter: De verdad, Lali. No lo he vi así en
absoluto. Lo último que quiero es que las cosas sean incómodas entre nosotros.
Me gustas. Me divierto contigo. Pero si por un segundo te llevé a pensar que
algo iba a pasar entre nosotros, lo siento mucho.
Suspiro y trato de
parpadear para alejar las lágrimas.
Yo: No me enojo porque haya pensado que pasaba
algo entre nosotros, Peter. No QUIERO que suceda nada entre nosotros. No he
vivido mi soltería por más de una semana todavía. Estoy enojada porque siento
como si hubiera sucedido un momento, o tal vez dos, cuando —por mucho que
ninguno de nosotros queramos cruzar esa línea— casi lo hicimos. Y puedes tratar
con tus acciones por tu cuenta, pero el hecho de que yo no sabía que tenías
novia fue ciertamente injusto para mí. Me siento como…
Apoyo la cabeza
contra el cabecero y cierro los ojos con fuerza, el tiempo suficiente para
obligar a las lágrimas a retroceder una vez más.
Peter: ¿Te sientes cómo qué?
Yo: Me siento como si casi me hubieras
convertido en una Rochi. Pude haberte besado anoche, y el hecho de que no sabía
que salías con alguien me habría convertido en una Rochi. No quiero ser una
Rochi, Peter. No puedo decirte cuánto me hirió la traición de ellos, y yo
nunca, jamás, le haré eso a otra chica. Así que esa es la razón por la que
estoy enojada. Ni siquiera conozco a Martina, pero me hiciste sentir como si ya
la hubiera traicionado. Y tan inocente como puedes ser, te culpo por eso.
Peter termina de
leer mi mensaje, luego se tumba tranquilamente sobre la cama. Lleva las palmas
a su frente e inhala profundo. Ambos permanecemos inmóviles mientras pensamos
en la situación. Después de varios minutos de silencio, él vuelve a sentarse.
Peter: Ni siquiera sé qué decir, además de que
lo siento. Tienes razón. Incluso aunque pensé que sabías acerca de Martina,
puedo ver claramente lo que dices. Pero también necesito que sepas que nunca le
haría algo como eso. Por supuesto, lo que pasó entre nosotros anoche no es algo
que querría que Martina viera alguna vez, pero eso es mayormente porque Martina
no entiende el proceso de escribir música. Es una cosa muy íntima, y debido a que no puedo oír, tengo que usar mis manos o mis
orejas para entender las cosas que llegan de forma natural para otros. Eso es
todo lo que es. No trataba de hacer que nada sucediera entre nosotros. Sólo
sentía curiosidad. Estaba intrigado. Y me equivoqué.
Yo: Lo entiendo. Nunca pensé ni por un
segundo que tus intenciones no fueran genuinas cuando me pediste que cantara
para ti. Todo sucedió muy rápido en la mañana, y todavía trataba de recuperarme
del hecho de que me desperté en tu cama y las luces parpadeaban. Entonces vas y
lanzas la palabra “novia” en mi cara. Es mucho que procesar. Y te creo cuando
dices que pensabas que sabía acerca de ella.
Peter: Gracias.
Yo: Sólo prométeme una cosa. Prométeme que
nunca serás un Benjamin, y yo nunca, jamás, seré una Rochi.
Peter: Lo prometo. Y eso es imposible, porque
nosotros somos mucho más talentosos que ellos.
Alza la mirada y me
dedica su expresiva sonrisa, la cual hace que automáticamente sonría en
respuesta.
Yo: Ahora sal de aquí. Volveré a dormir,
porque alguien se pasó toda la noche babeando en mis tetas y roncando demasiado
fuerte.
Peter se ríe, pero
antes de marcharse, me escribe un último mensaje.
Peter: Me emociona que la conozcas. De verdad
creo que te gustará.
Cierra su ordenador,
se levanta y vuelve a su habitación. Yo cierro el mío y tiró de las mantas por
encima de mi cabeza.
Odio que mi corazón
desee tan desesperadamente que él no tuviera una novia.
***
—No, ella ya se mudó
—dice Eugenia. Su teléfono móvil está apoyado sobre su hombro, y por cómo
suena, acaba de contarle las noticias a su hermana acerca de que he tomado la
habitación vacía. Eugenia ignora completamente que me encuentro siquiera en la
misma habitación que ella y continúa hablando sobre mí.
Sé que el hecho de
que no le he aclarado que no soy sorda es un poco mezquino, ¿pero quién es ella
para asumir que no puedo leer los labios?
—No lo sé; es una amiga de Peter. Debería de haberla ignorado
cuando me pidió que fuera —en la lluvia, que conste— y la trajera al
apartamento. Aparentemente, su novio la ha dejado, y no tenía ningún sitio más
al que ir.
Saca un asiento de
la barra y se sienta de espaldas a mí. Se ríe ante algo que la persona al otro
lado de la línea dice. —Dímelo a mí. Él parece disfrutar de recoger perros
callejeros, ¿no es así?
Agarro el control
remoto en mi mano y lo sujeto con fuerza en un intento de contenerme de
lanzárselo contra la nunca.
—Te dije que no me
preguntaras sobre Nico —dice con un suspiro—. Sabes que me irrita como loca,
pero sólo… maldición, simplemente no puedo mantenerme alejada.
Espera. ¿Acababa de
oír eso correctamente? ¿Puede Eugenia tener… sentimientos?
Ella tiene suerte de
que me guste Nico, o el control remoto saludaría a su bonita pequeña cabeza
ahora mismo. También tiene suerte de que alguien llame a la puerta con la
fuerza suficiente para distraerme de herirla.
Eugenia se levanta y
se da la vuelta para enfrentarme, señalando hacia la entrada. —¡ALGUIEN ESTÁ…
EN… LA… PUERTA! —En lugar de responder, ella entra en su habitación y se
encierra.
Qué hospitalaria,
cierto.
Me levanto y me
dirijo a la puerta principal, sabiendo que es más que probable que sea Martina.
Coloco mi mano en el
picaporte e inhalo una respiración constante.
Aquí vamos.
Abro la puerta, y de
pie ante mí se halla una de las mujeres más hermosas sobre la que he posado los
ojos alguna vez. Su cabello es lacio y negro como el azabache, y cae alrededor
de dos hombros bronceados de forma natural. Su rostro sonríe. Toda su cara
radia. No es nada excepto una cara llena de hermosos dientes blancos, y que me
hace sonreír en respuesta, incluso aunque en realidad no quiero hacerlo.
En serio esperaba
que fuera fea. No sé por qué.
—¿Lali? —dice. Es
sólo una palabra, pero puedo decir por su voz que es sorda, como Peter. Pero, a
diferencia de Peter, ella habla. Y pronuncia muy bien.
—¡Tú debes de ser la
novia! —digo con emoción fingida. ¿Es fingida? Tal vez no. Toda su
actitud me hace sentir soleada y feliz, ¿y tal vez un poco emocionada por
conocerla?
Extraño.
Da un paso hacia
delante y me da un abrazo. Cierro la puerta detrás de nosotras, y ella se quita
los zapatos y se dirige al refrigerador.
—Peter me ha hablado
mucho sobre ti —dice al tiempo que abre una soda, luego camina hacia los
armarios en busca de un vaso—. Creo que es genial que le ayudes con su bloqueo
de escritor. El pobre chico ha estado estresado durante meses. —Llena su vaso
con hielo y soda—. Así que, ¿cómo te va adaptándote? Veo que has sobrevivido a
Eugenia. Y Nico tiene que ser un dolor en el trasero. —Me mira con expectación,
pero todavía estoy encantada con el hecho de que sea tan… ¿Agradable?
¿Simpática? ¿Alegre?
Le devuelvo la
sonrisa y me apoyo en la encimera. Intento descubrir cómo responderle
exactamente. Me habla como si pudiera oírme, así que respondo del mismo modo.
—Me gusta —digo—.
Nunca he vivido con tanta gente antes, por lo que va a llevarme algo de tiempo
acostumbrarme.
Sonríe y se mete un
mechón de cabello detrás de la oreja.
Ugh. Incluso sus
orejas son bonitas.
—Bien —dice—. Peter
me habló sobre tu horrible cumpleaños del fin de semana pasado y de que te
llevó por pastel, pero eso no te compensa porque nunca tuviste la oportunidad
de celebrarlo.
Tengo que ser
honesta. Me preocupa que él le dijera que me llevó por pastel. Me preocupa
porque tal vez él tiene razón y se lo cuenta todo. Y también me preocupa porque
parece que a mí no me cuenta nada. No es que me haya ganado ese derecho de él.
Dios, odio los
sentimientos. U odio a mi conciencia. Los dos están constantemente en guerra, y
no sé con certeza cuál preferiría apagar.
—Entonces —dice—,
vamos a salir esta noche para celebrarlo.
Hago una pausa.
—¿Vamos?
Asiente. —Sí. Tú,
yo, Peter, Nico, si no tiene planes. Podemos invitar a Eugenia, pero eso es
ridículo. —Pasa junto a mí en dirección a la habitación de Peter, luego se gira
para enfrentarme otra vez—. ¿Puedes estar lista en una hora?
—Um. —Me encojo de
hombros—. Supongo.
Abre la puerta de la
habitación de Peter y se desliza en el interior. Me quedo de pie congelada,
escuchando. ¿Por qué escucho?
Oigo a Martina
soltar risitas detrás de la puerta cerrada, y me provoca una mueca de dolor.
Oh, genial.
Esto será divertido.
Peter
—¿Segura que no
quieres quedarte en casa esta noche?
Martina niega con la
cabeza. —Esa pobre chica necesita un poco de diversión después de la semana que
ha tenido. Y yo me he sentido tan abrumada con mi pasantía y la palabra T.
Necesito una noche de fiesta. —Se inclina hacia delante y me besa en la
barbilla—. ¿Quieres que llamemos un taxi, así puedes beber, o quieres conducir?
Sabe que no beberé a
su alrededor. No sé por qué siempre intenta usar su psicología inversa en mí.
—Buen intento —le digo—. Conduciré.
Se ríe. —Tengo que
cambiarme y prepararme. Nos marchamos en una hora. —Trata de deslizarse para
escaparse de mí, pero agarro su cintura y la hago rodar sobre su espalda. Sé
que es un hecho que nunca le toma más de media hora prepararse. Eso deja unos
buenos treinta minutos.
—Entonces permíteme
ayudarte a quitarte la ropa. —Tiro de su camisa para sacarla por encima de su
cabeza, y mis ojos caen en el muy delgado sujetador intrincadamente atado que
lleva puesto. Sonrío—. ¿Este es nuevo?
Asiente y me muestra
su sonrisa sexy. —Lo compré para ti. Cierre delantero, justo como te gusta.
Pellizco el cierre y
lo abro. —Gracias. No puedo esperar para probármelo.
Se ríe y me da un
golpe en el brazo. Le quito el sujetador, luego desciendo sobre ella y dejo
caer mi boca sobre la suya.
Paso la siguiente
media hora recordándome a mí mismo lo mucho que la he echado de menos. Me
recuerdo a mí mismo lo mucho que la amo. Me recuerdo a mí mismo lo bien que se
siente cuando estamos juntos. Sigo recordándomelo una y otra vez, porque
durante la semana pasada, se sintió como si estuviera empezando a olvidarlo.
Yo: Estate listo en treinta minutos. Vamos a
salir.
Nico: No quiero salir, tengo el turno matutino
mañana temprano.
No. Tiene que ir. No
puedo salir con Martina y Lali solo.
Yo: No, vendrás. Estate listo en treinta minutos.
Nico: No, no lo haré. Pásatelo bien.
Yo: Irás. 30.
Nico: No voy.
Yo: Vas.
Nico: No.
Yo: Sí.
Nico: No.
Yo: ¿Por favor? Me lo debes.
Nico: ¿Por qué demonios te lo debo?
Yo: Veamos, por el valor de un año de renta,
por ejemplo.
Nico: Golpe bajo, hombre. Está bien.
Gracias a Dios. No
sé cómo será Lali cuando bebe, pero si es un peso ligero como Martina, no creo
que pueda manejarlas a las dos yo solo.
Camino hacia la
cocina, y Martina se encuentra en el fregadero, sacando una botella de
Pine-Sol. La sostiene en alto para preguntarme si quiero, y niego con la
cabeza.
—Supuse que
ahorraría dinero si me bebía un par de tragos aquí primero.
¿Crees que Lali
quiera?
Me encojo de
hombros, pero saco mi teléfono para preguntarle.
Yo: ¿Quieres un trago antes de que nos
vayamos?
Lali: No, gracias. No sé muy bien si tengo
ganas de beber esta noche, pero ustedes sigan.
—No quiere ninguno —le
digo por gestos a Martina. Nico sale de su habitación y ve a Martina sirviendo
un trago de la botella de Pine-Sol.
Mierda. Ahí va el
escondite.
Él ni siquiera
parpadea cuando la ve llenando su vaso. —Que sean dos —le dice—. Si Peter va a
obligarme a salir esta noche, haré que se arrepienta de ello.
Inclino la cabeza.
—¿Desde hace cuánto tiempo sabes que eso no era un producto de limpieza?
Se encoge de hombros. —Eres sordo, Peter. Te sorprenderías de
la cantidad de veces que estoy detrás de ti y ni siquiera te das cuenta. —Coge
el vaso que le sirvió Martina y ambos cambian su atención a algo detrás de mí.
Sus expresiones sorprendidas me obligan a darme la vuelta y ver lo que miran.
Oh, guau.
No debería haberme
girado.
Lali sale de su
habitación, pero no sé muy bien si en serio es Lali. Esta chica no lleva
camisetas holgadas ni camina por ahí con el cabello recogido y la cara limpia.
Esta chica lleva un vestido negro sin tirantes que es cualquier cosa menos
simple. Su cabello rubio va suelto y tiene volumen, y pienso que probablemente
huele tan increíble como se ve. Ella sonríe junto a mí, y dice—: Gracias —a
Martina o a Nico, uno de los cuales es más que probable que acaben de decirle
lo increíble que se ve. Les sonríe, pero luego levanta las manos y grita—: ¡No!
—justo cuando una llovizna de líquido cae sobre mí desde atrás.
Me giro, y Nico y
Martina tosen y escupen en el fregadero. Nico bebe directamente del grifo,
poniendo una cara que dice que no disfrutó de lo que acaba de bajar por su
garganta.
—¿Qué demonios?
—dice Martina, arrugando la cara y limpiándose la boca.
Lali entra corriendo
en la cocina con una mano sobre su boca. Sacude la cabeza, tratando de no
reírse, pero parece arrepentida al mismo tiempo. —Lo siento —sigue diciendo una
y otra vez.
¿Qué demonios acaba
de suceder?
Nico se recompone,
luego se vuelve hacia Lali. Habla y hace signos al mismo tiempo, lo cual
aprecio. Él no puede saber lo aislado que te sientes cuando te encuentras en un
grupo de gente que oye, pero no importa qué pase, él siempre habla con señales
cuando me encuentro en la habitación con él. —¿Estuvimos a punto de bebernos un
trago entero de Pine-Sol?
Mira a Lali con
dureza. Le responde, y él repite su respuesta con gestos para mi beneficio.
Ella dice—: No se supone que lo bebieran. Se supone que era para Peter. Y no,
no puse Pine-Sol ahí dentro, idiota. No trataba de matar al chico. Era zumo de
manzana y vinagre.
Intentó gastarme una
broma.
Y falló.
Me empiezo a reír y
le escribo un mensaje.
Yo: Buen intento. Fue un esfuerzo valiente, a
pesar de que te salió el tiro por la culata.
Se voltea a mirarme.
Miro a Martina, por
suerte se ríe de ello. —No hay forma de que pudiera vivir aquí —dice. Camina al
refrigerador y saca la leche, luego prepara una rápida bebida para ella y para
Nico para deshacerse del regusto.
—Vámonos —dice Nico después de
beberse la leche y dejar la taza en el fregadero—. Peter conducirá porque yo no
seré capaz de andar dentro de tres horas.
bueno colgue comentando el anterior y ni cuenta me di que habias subido otro :P
ResponderEliminarmassssssss
@x_ferreyra07
jajaj.. muy bueno el cap.! de un tiro tres cap! y euge no va?
ResponderEliminarjajjaja seguila esta muybuena...
ResponderEliminarUh la situación con Martina es rara ella es buena y todo pero quiero Laliter !!!
ResponderEliminarPara Martina no oye tampoco ?!!! Pero si habla! Ohhhhh
Ahh pobre Lali no le salio la broma!
Uh que malos no llevan Euge !
Jajjajajajajaja
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