sábado, 28 de junio de 2014

Capitulo 16

Capitulo 16


Lali
Alguien me está quitando la ropa. ¿Quién demonios está quitándome la ropa?
Comienzo a golpear la mano que me está bajando los pantalones cortos más allá de mis rodillas. Intento recordar dónde estoy, por qué estoy aquí y cómo llegué.

Fiesta.

Torta.

Pine-Sol.

Derramé Pine-Sol en mi vestido.

Me cambié.

Bebí más Pine-Sol.

Un montón de Pine-Sol.

Vi a Peter amar a Martina.

Dios, él la ama tanto. Vi la forma en que la mira desde el otro lado de la habitación. Vi la forma en que la toca. La forma en que se comunica con ella.
Todavía puedo oler el alcohol. Todavía puedo saborearlo mientras deslizo mi lengua sobre mis labios.

Bailé…

Bebí más Pine-Sol…

¡Oh! El juego de bebidas. Inventé mi propio juego solitario de bebidas, donde cada vez que veía lo mucho que Peter amaba a Martina, tomaba un trago. Desafortunadamente, fueron un montón de tragos.

¿Quién demonios está quitándome los pantalones?

Trato de abrir los ojos, pero no puedo decir si está funcionando. Se sienten abiertos, pero todavía está oscuro dentro de mi cabeza.

Oh, Dios mío. Estoy borracha y alguien está desvistiéndome.

¡Estoy a punto de ser violada!

Comienzo a patear las manos que están tirando de mis pantalones desde mis pies.

—¡Lali! —grita una chica—. ¡Detente! —Se está riendo. Me enfoco durante unos segundos y me doy cuenta que la voz le pertenece a Martina.

—¿Martina?

Se acerca y una suave mano peina mi cabello hacia atrás mientras la cama se hunde a mi lado. Aprieto mis ojos, luego los obligo a abrirse varias veces, hasta que finalmente comienzo a adaptarme a la oscuridad. Ella coloca sus manos en mi camiseta e intenta desabrocharla.

¿Por qué demonios todavía me está quitando la ropa?

¡Oh, Dios mío! ¡Martina quiere violarme!

Golpeo su mano y ella agarra mi muñeca. —¡Lali! —Se ríe—. Estas cubierta de vómito. Estoy tratando de ayudarte.

¿Vómito? ¿Cubierta en él?

Eso explica el enorme dolor de cabeza. Pero…no explica por qué me estoy riendo. ¿Por qué me estoy riendo? ¿Todavía estoy borracha? —¿Qué hora es? —le pregunto.

—No sé. De noche, creo. Como ¿medianoche?

—¿Eso es todo?

Asiente, luego comienza a reírse conmigo. —Vomitaste sobre Gaston.
¿Gaston? ¿Conocí a Gaston?

Parece como si sus ojos estuvieran tratando intensamente de enfocarse en mi rostro. —¿Puedo contarte un secreto? —dice.

Asiento. —Está bien, pero probablemente no lo recordaré, porque creo que todavía estoy borracha.

Sonríe y se inclina hacia delante. Es tan linda. Martina es realmente, realmente linda. —No soporto a Eugenia—dice en voz baja.

Me río.

Martina comienza a reírse otra vez, y trata de quitarme la camiseta, pero se está riendo tan fuerte que continua haciendo pausas para tomar profundas respiraciones.

—¿También estás borracha? —le pregunto.

Inhala de nuevo, intentando detener su risa, y luego exhala. —Tan borracha. Pensé que ya te había quitado la camisa, pero sigue estando puesta, y no sé cuántas camisas tienes, pero… —Levanta el borde de la manga, que todavía está puesta en mi brazo y la mira con confusión—. Oh, Dios mío, realmente pensé que ya te la había quitado y aquí está de nuevo.

Me levanto en la cama, luego la ayudo a quitarme la camisa. —¿Por qué estoy en la cama si sólo es medianoche?

Se encoje de hombros. —No tengo idea de lo que acabas de decir.

Ella es divertida. Estiro mi mano hacia la mesita de noche y enciendo la lámpara. Martina se mueve fuera de la cama y desciende hacia el suelo. Se acuesta sobre su estómago plano con un suspiro y comienza a mover sus brazos, haciendo ángeles de nieve en la alfombra.

—No quiero ir a la cama todavía —le digo.

Se da la vuelta sobre su espalda y me mira. —Entonces no lo hagas. Le dije a Peter que te dejara quedarte y jugar porque nos estábamos divirtiendo, pero vomitaste en el regazo de Gaston, así que te hizo ir a la cama. —Se sienta—. Vamos a jugar un poco más. Quiero más torta. —Se impulsa en sus manos y se levanta, luego busca mis manos y me tira fuera de la cama.

Me miro a mí misma. —Pero me quitaste mi ropa —le digo, haciendo un mohín.

Ella mira mi sujetador y mi ropa interior. —¿Dónde conseguiste ese sujetador? Es tan lindo.

—JCPenney.

—Oh. A Peter le gusta del tipo que tiene el broche en la parte de adelante, pero el tuyo es realmente lindo. Quiero uno.

—Deberías conseguir uno —le digo sonriendo—. Podríamos ser gemelas de sujetador.

Ella me tira hacia la puerta. —Vamos a ver si a Peter le gusta. Quiero que me compre uno.

Sonrío. Espero que le guste. —Está bien.

Martina abre la puerta de mi habitación y me coloca detrás de ella en la sala de estar. —¡Peter! —grita. Me río, porque no sé por qué le está gritando. Él no la puede escuchar.

—Hola, Nico —digo, sonriendo cuando lo veo en el sofá—. Feliz cumpleaños. —Eugenia está sentada al lado de él, mirándome. Me está observando de arriba abajo, probablemente celosa porque mi sujetador es realmente lindo.

Nico sacude su cabeza y se ríe. —Esa es sólo la quincuagésima vez que me has dicho eso está noche, aunque es un poco más apropiado ahora que estás prácticamente en tu traje de cumpleaños.

Peter está sentado al otro lado de Eugenia. Está sacudiendo su cabeza como Nico. —Martina quiere saber si te gusta mi sujetador —le digo a Peter. Tiro de la mano de Martina para que se voltee y le hable por señas.

—Es un muy bonito sujetador —dice Peter, mirándolo con una ceja levantada.
Sonrío. Luego frunzo el ceño.

¿Acaba de…? Tiro de mi mano fuera de la de Martina y me volteo hacia Peter. —¿Acabas de hablar?

Él se ríe. —¿No me acabas de hacer una pregunta?

Lo fulmino con la mirada, especialmente cuando Nico estalla en un ataque de risa.

Oh.

Mi.

Dios.

¿No es sordo?

¿Durante todo este tiempo, ha estado mintiéndome? ¿Ha sido una broma?

Instantáneamente lo quiero estrangular. A los dos. Las lágrimas escocen en mis ojos, y en el instante que me lanzo hacia delante, una mano fuerte agarra mi muñeca y tira de mi brazo hacia atrás. Me volteo y miro a…¿Peter?

Giro de nuevo hacia el sofá y miro a… ¿Peter?

Nico está doblado sobre el regazo de Eugenia ahora, se está riendo fuertemente. Peter número 1 está riendo, también. Su rostro entero no se ríe cuando lo hace, como el rostro de Peter número 2.

Y su cabello es más corto que el cabello de Peter número 2. Y más oscuro.
Peter número 2 tiene su brazo envuelto alrededor de mi cintura y me está cargando.

Ahora estoy al revés.

No es bueno para mi estómago.  

Mi rostro está hacia su espalda y mi estómago cae sobre su hombro mientras me lleva de regreso a mi habitación. Miro a Nico y al chico que ahora me doy cuenta es Gaston, y luego aprieto mis ojos, porque creo que estoy a punto de vomitar sobre Peter número 2.

Estoy siendo sentada sobre algo frío. El piso.

Tan pronto como mi mente comprende donde me coloca, mis manos se extienden hacia delante hasta que agarro el inodoro, y luego de repente se siente como si hubiera comido comida italiana de nuevo. Él sostiene mi cabello hacia atrás mientras el inodoro se llena con Pine-Sol.

Deseo que realmente fuera Pine-Sol. No tendría que limpiarlo.

—¿No te encanta su sujetador? —dice Martina desde detrás de mí, riéndose—. Sé que el broche está en la parte de atrás, ¡pero mira qué bonitos son los tirantes!

Siento una mano en uno de los tirantes de mi sujetador. Puedo sentir a Peter alejarla. Su brazo se mueve y sé que le está diciendo algo por señas.

Martina resopla. —No quiero ir a la cama todavía.

Él le dice por señas algo más y luego ella suspira y camina hacia su habitación.

Cuando he terminado, Peter limpia mi cara con un trapo. Le permito a mi espalda caer en contra de la pared de la tina y lo miro.

No se ve muy contento. De hecho, se ve un poco molesto.

—Es una fiesta, Peter —murmuro y cierro los ojos de nuevo.

Sus manos están debajo de mis brazos y estoy siendo cargada nuevamente. Él camina hacia… ¿su habitación? Me baja en su cama. Ruedo y abro los ojos. Martina me está sonriendo desde la almohada a mi lado.

—Yupi. Una fiesta de pijamas —dice con una sonrisa atontada. Agarra mi mano y la levanta.

—Yupi —le digo, sonriendo.

Las sábanas nos cubren y yo cierro los ojos.


Peter

—¿Cómo te metiste en este desastre?

Nico y yo estamos parados en el borde de mi cama, mirando hacia Martina y Lali. Están dormidas. Lali está haciendo cucharita con Martina en el lado izquierdo de la cama, porque el lado derecho ahora está cubierto con el vómito de Martina.

Suspiro. —Estas han sido las doce horas más largas de mi vida.

Nico asiente, luego me palmea fuertemente en la espalda. —Bueno —me dice por señas—. Me gustaría quedarme y ayudarte a cuidarlas hasta que se repongan, pero preferiría fingir que tengo algo mejor que hacer e irme. —Se da la vuelta y sale de mi habitación cuando Gaston entra.

—Me voy —me dice por señas—. Saqué mis cosas de la habitación de Lali.

Asiento y lo observo cuando sus ojos caen en Lali y Martina.

—Me gustaría poder decir que fue divertido conocer a Lali, pero tengo el presentimiento de que ni siquiera conocí a la verdadera Lali.

Me rio. —Créeme, no lo hiciste. Quizás la próxima vez.

Me dice adiós con la mano y sale de mi habitación.

Me doy la vuelta y las miro, las dos mitades de mi corazón, abrazadas fuertemente en una cama de ironía.

Pasé toda la mañana ayudándolas mientras alternaban entre el cesto de basura y el baño. En el almuerzo, el vómito de Lali se había calmado y regresó a su propia habitación. Ya está anocheciendo ahora, y estoy alimentando a Martina con cucharitas de líquido, y obligándola a tomarse la medicina.

—Sólo necesito dormir —me dice por señas—. Estaré bien. —Se da la vuelta y se cubre con las sábanas hasta el mentón.

Meto un mechón de cabello detrás de su oreja, luego paso una mano por su hombro, donde trazo círculos con mi pulgar. Sus ojos están cerrados ahora y está acurrucada en posición fetal. Se ve tan frágil en este instante. Me gustaría poder envolverme a su alrededor como una capa protectora y protegerla de cada cosa que este mundo le ha lanzado.

Miro hacia mi mesita de noche cuando la pantalla de mi teléfono se ilumina. Meto las sábanas más seguras alrededor de Martina y me inclino hacia delante y beso su mejilla, luego extiendo mi mano en busca del teléfono.

Lali: No es que no has hecho suficiente, pero ¿por favor podrías decirle a Nico que le baje el volumen al porno?

Me río y le mando un mensaje a Nico.

Yo: Bájale volumen al porno. Está tan fuerte que incluso yo puedo escucharlo.

Me pongo de pie y camino hacia la habitación de Lali para ver como está. Se encuentra tendida sobre su espalda, mirando al techo. Me siento en el borde de su cama, extiendo mi mano hacia su rostro y echo hacia atrás un mechón de cabello de su frente.

Ella inclina la cabeza hacia mí y sonríe, luego agarra su teléfono. Su cuerpo está tan débil que lo hace ver como si el teléfono pesara cincuenta kilogramos cuando trata de mandarme un mensaje de texto.

Le quito el teléfono y niego con la cabeza, haciéndole saber que sólo necesita descansar. Coloco el aparato en su mesita de noche y dirijo mi atención de regreso a ella. Su cabeza está relajada contra la almohada. Su cabello ondulado, arrastrando por sus hombros. Paso mis dedos por una sección de su cabello rubio claro, admirando lo suave que es. Ella inclina su rostro hacia mi mano hasta que su mejilla está descansando contra ella. Acaricio su pómulo con mi pulgar y observo mientras sus ojos se cierran. La letra de la canción que escribí sobre ella pasa rápidamente por mi mente: Lines are drawn, but then they fade. For her I bend, for you I break.

Las líneas están trazadas, pero luego se desvanecen. Por ella trazo una curva, por ti la quebranto.

¿En qué clase de hombre me convierte eso? Si no puedo evitar enamorarme de otra chica, ¿acaso merezco a Martina? Me niego a responder eso, porque sé que si no merezco a Martina, tampoco merezco a Lali. El pensamiento de perderlas a cualquiera de las dos, o peor… a las dos, es algo que no tengo el valor de contemplar. Levanto mi mano y trazo el borde del rostro de Lali con la punta de mis dedos, pasándolos por la línea de su cabello, por debajo de su mandíbula y por arriba de su mentón, hasta que alcanzan sus labios.

Lentamente trazo la forma de su boca, sintiendo las cálidas ondas de aliento pasar por sus labios cada vez que hago un círculo a su alrededor. Ella abre los ojos y la piscina de ese familiar dolor flota detrás de ellos.

Levanta una mano hacia mis dedos. Los coloca firmemente en su boca y los besa, luego aleja nuestras manos, colocándolas en su estómago.

Estoy mirando hacia ellas ahora. Abre la palma de la mano, yo hago lo mismo, y las presionamos juntas.

No sé mucho sobre el cuerpo humano, pero estaría dispuesto a apostar que hay un nervio que pasa directamente desde la palma de la mano, justo hacia el corazón.

Nuestros dedos están extendidos hasta que ella los enlaza, apretando suavemente cuando nuestras manos se conectan completamente, entrelazadas.

Es la primera vez que sostengo su mano.

Miramos nuestras manos por lo que se siente una eternidad. Cada sentimiento y cada nervio están centrados en nuestras palmas, en nuestros dedos, en nuestros pulgares, de vez en cuando rozándose de atrás hacia delante uno sobre otro.

Nuestras manos moldeadas a la perfección, al igual que nosotros.

Lali y yo.

Estoy convencido de que las personas se cruzan con otras en la vida, cuyas almas son completamente compatibles con las suyas. Algunos se refieren a ello como amor verdadero. Otros creen que sus almas son compatibles con más de una persona, y estoy empezando a entender cuan cierto eso podría ser. He sabido desde el momento en que conocí a Martina, hace años, que nuestras almas eran compatibles y que todavía lo son. Eso ni siquiera se cuestiona.

Sin embargo, también sé que mi alma es compatible con la de Lali, pero es mucho más que eso. Nuestras almas no sólo son compatibles…están en perfecta armonía. Siento todo lo que ella siente. Entiendo cosas que ni siquiera tiene que decir. Sé que lo que necesita es exactamente lo que puedo darle, y lo que está deseando poder darme es algo que ni siquiera sabía que necesitaba.

Me entiende. Me respeta. Me sorprende. Me predice. Nunca, ni siquiera una vez, desde el instante en que la conocí, me hizo sentir como si mi incapacidad para oír fuera siquiera una incapacidad en absoluto.

También puedo saber, con sólo mirarla, que se está enamorando de mí. Sirve como una prueba más de que necesito hacer lo que debí haber hecho hace mucho tiempo.

Muy renuentemente me inclino hacia delante, llego a la mesita de noche y agarro un bolígrafo. Alejo mis dedos de los de ella y abro su palma para escribir: Necesito que te mudes.

Cierro sus dedos sobre su palma para que no lo lea mientras la estoy observando, y me alejo, dejando atrás una mitad entera de mi corazón mientras me voy.

5 comentarios:

  1. -.-q manera de arruinar los momentos peterrr!!

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  2. nooo por queee
    masssssssssssss
    @x_ferreyra07

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  3. Peter arruinador de momentos lanzani.. maas

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  4. Me dan mucha risa Martina y Lali borrachas! Jajajajja
    Ahhhhhhhhhhh Peter que carajo le pasa!!!
    En estos momentos están egoísta y solo pienso en el!!!
    Ay si ama a Martina pero porque hace sufrir así a Lali ?????
    Aghh

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