Capitulo 16
Lali
Alguien me está
quitando la ropa. ¿Quién demonios está quitándome la ropa?
Comienzo a golpear
la mano que me está bajando los pantalones cortos más allá de mis rodillas.
Intento recordar dónde estoy, por qué estoy aquí y cómo llegué.
Fiesta.
Torta.
Pine-Sol.
Derramé Pine-Sol en
mi vestido.
Me cambié.
Bebí más Pine-Sol.
Un montón de
Pine-Sol.
Vi a Peter amar a
Martina.
Dios, él la ama
tanto. Vi la forma en que la mira desde el otro lado de la habitación. Vi la
forma en que la toca. La forma en que se comunica con ella.
Todavía puedo oler
el alcohol. Todavía puedo saborearlo mientras deslizo mi lengua sobre mis
labios.
Bailé…
Bebí más Pine-Sol…
¡Oh! El juego de
bebidas. Inventé mi propio juego solitario de bebidas, donde cada vez que veía lo
mucho que Peter amaba a Martina, tomaba un trago. Desafortunadamente, fueron un
montón de tragos.
¿Quién demonios está
quitándome los pantalones?
Trato de abrir los
ojos, pero no puedo decir si está funcionando. Se sienten abiertos, pero
todavía está oscuro dentro de mi cabeza.
Oh, Dios mío. Estoy borracha y alguien está desvistiéndome.
¡Estoy a punto de
ser violada!
Comienzo a patear
las manos que están tirando de mis pantalones desde mis pies.
—¡Lali! —grita una
chica—. ¡Detente! —Se está riendo. Me enfoco durante unos segundos y me doy
cuenta que la voz le pertenece a Martina.
—¿Martina?
Se acerca y una
suave mano peina mi cabello hacia atrás mientras la cama se hunde a mi lado.
Aprieto mis ojos, luego los obligo a abrirse varias veces, hasta que finalmente
comienzo a adaptarme a la oscuridad. Ella coloca sus manos en mi camiseta e
intenta desabrocharla.
¿Por qué demonios
todavía me está quitando la ropa?
¡Oh, Dios mío!
¡Martina quiere violarme!
Golpeo su mano y
ella agarra mi muñeca. —¡Lali! —Se ríe—. Estas cubierta de vómito. Estoy
tratando de ayudarte.
¿Vómito? ¿Cubierta
en él?
Eso explica el
enorme dolor de cabeza. Pero…no explica por qué me estoy riendo. ¿Por qué me estoy
riendo? ¿Todavía estoy borracha? —¿Qué hora es? —le pregunto.
—No sé. De noche,
creo. Como ¿medianoche?
—¿Eso es todo?
Asiente, luego
comienza a reírse conmigo. —Vomitaste sobre Gaston.
¿Gaston? ¿Conocí a
Gaston?
Parece como si sus
ojos estuvieran tratando intensamente de enfocarse en mi rostro. —¿Puedo
contarte un secreto? —dice.
Asiento. —Está bien,
pero probablemente no lo recordaré, porque creo que todavía estoy borracha.
Sonríe y se inclina
hacia delante. Es tan linda. Martina es realmente, realmente linda. —No soporto
a Eugenia—dice en voz baja.
Me río.
Martina comienza a
reírse otra vez, y trata de quitarme la camiseta, pero se está riendo tan
fuerte que continua haciendo pausas para tomar profundas respiraciones.
—¿También estás borracha?
—le pregunto.
Inhala de nuevo,
intentando detener su risa, y luego exhala. —Tan borracha. Pensé que ya
te había quitado la camisa, pero sigue estando puesta, y no sé cuántas camisas tienes, pero… —Levanta el
borde de la manga, que todavía está puesta en mi brazo y la mira con
confusión—. Oh, Dios mío, realmente pensé que ya te la había quitado y aquí
está de nuevo.
Me levanto en la
cama, luego la ayudo a quitarme la camisa. —¿Por qué estoy en la cama si sólo
es medianoche?
Se encoje de hombros.
—No tengo idea de lo que acabas de decir.
Ella es divertida.
Estiro mi mano hacia la mesita de noche y enciendo la lámpara. Martina se mueve
fuera de la cama y desciende hacia el suelo. Se acuesta sobre su estómago plano
con un suspiro y comienza a mover sus brazos, haciendo ángeles de nieve en la
alfombra.
—No quiero ir a la
cama todavía —le digo.
Se da la vuelta
sobre su espalda y me mira. —Entonces no lo hagas. Le dije a Peter que te
dejara quedarte y jugar porque nos estábamos divirtiendo, pero vomitaste en el
regazo de Gaston, así que te hizo ir a la cama. —Se sienta—. Vamos a jugar un
poco más. Quiero más torta. —Se impulsa en sus manos y se levanta, luego busca
mis manos y me tira fuera de la cama.
Me miro a mí misma.
—Pero me quitaste mi ropa —le digo, haciendo un mohín.
Ella mira mi
sujetador y mi ropa interior. —¿Dónde conseguiste ese sujetador? Es tan lindo.
—JCPenney.
—Oh. A Peter le
gusta del tipo que tiene el broche en la parte de adelante, pero el tuyo es
realmente lindo. Quiero uno.
—Deberías conseguir
uno —le digo sonriendo—. Podríamos ser gemelas de sujetador.
Ella me tira hacia
la puerta. —Vamos a ver si a Peter le gusta. Quiero que me compre uno.
Sonrío. Espero que
le guste. —Está bien.
Martina abre la
puerta de mi habitación y me coloca detrás de ella en la sala de estar. —¡Peter!
—grita. Me río, porque no sé por qué le está gritando. Él no la puede escuchar.
—Hola, Nico —digo,
sonriendo cuando lo veo en el sofá—. Feliz cumpleaños. —Eugenia está sentada al
lado de él, mirándome. Me está observando de arriba abajo, probablemente celosa porque mi
sujetador es realmente lindo.
Nico sacude su
cabeza y se ríe. —Esa es sólo la quincuagésima vez que me has dicho eso está
noche, aunque es un poco más apropiado ahora que estás prácticamente en tu
traje de cumpleaños.
Peter está sentado
al otro lado de Eugenia. Está sacudiendo su cabeza como Nico. —Martina quiere
saber si te gusta mi sujetador —le digo a Peter. Tiro de la mano de Martina
para que se voltee y le hable por señas.
—Es un muy bonito
sujetador —dice Peter, mirándolo con una ceja levantada.
Sonrío. Luego frunzo
el ceño.
¿Acaba de…? Tiro de
mi mano fuera de la de Martina y me volteo hacia Peter. —¿Acabas de hablar?
Él se ríe. —¿No me
acabas de hacer una pregunta?
Lo fulmino con la
mirada, especialmente cuando Nico estalla en un ataque de risa.
Oh.
Mi.
Dios.
¿No es sordo?
¿Durante todo este
tiempo, ha estado mintiéndome? ¿Ha sido una broma?
Instantáneamente lo
quiero estrangular. A los dos. Las lágrimas escocen en mis ojos, y en el
instante que me lanzo hacia delante, una mano fuerte agarra mi muñeca y tira de
mi brazo hacia atrás. Me volteo y miro a…¿Peter?
Giro de nuevo hacia
el sofá y miro a… ¿Peter?
Nico está doblado
sobre el regazo de Eugenia ahora, se está riendo fuertemente. Peter número 1
está riendo, también. Su rostro entero no se ríe cuando lo hace, como el rostro
de Peter número 2.
Y su cabello es más
corto que el cabello de Peter número 2. Y más oscuro.
Peter número 2 tiene
su brazo envuelto alrededor de mi cintura y me está cargando.
Ahora estoy al
revés.
No es bueno para mi
estómago.
Mi rostro está hacia su espalda y mi estómago cae sobre su
hombro mientras me lleva de regreso a mi habitación. Miro a Nico y al chico que
ahora me doy cuenta es Gaston, y luego aprieto mis ojos, porque creo que estoy
a punto de vomitar sobre Peter número 2.
Estoy siendo sentada
sobre algo frío. El piso.
Tan pronto como mi
mente comprende donde me coloca, mis manos se extienden hacia delante hasta que
agarro el inodoro, y luego de repente se siente como si hubiera comido comida italiana
de nuevo. Él sostiene mi cabello hacia atrás mientras el inodoro se llena con
Pine-Sol.
Deseo que realmente fuera
Pine-Sol. No tendría que limpiarlo.
—¿No te encanta su
sujetador? —dice Martina desde detrás de mí, riéndose—. Sé que el broche está
en la parte de atrás, ¡pero mira qué bonitos son los tirantes!
Siento una mano en
uno de los tirantes de mi sujetador. Puedo sentir a Peter alejarla. Su brazo se
mueve y sé que le está diciendo algo por señas.
Martina resopla. —No
quiero ir a la cama todavía.
Él le dice por señas
algo más y luego ella suspira y camina hacia su habitación.
Cuando he terminado,
Peter limpia mi cara con un trapo. Le permito a mi espalda caer en contra de la
pared de la tina y lo miro.
No se ve muy
contento. De hecho, se ve un poco molesto.
—Es una fiesta,
Peter —murmuro y cierro los ojos de nuevo.
Sus manos están
debajo de mis brazos y estoy siendo cargada nuevamente. Él camina hacia… ¿su
habitación? Me baja en su cama. Ruedo y abro los ojos. Martina me está
sonriendo desde la almohada a mi lado.
—Yupi. Una fiesta de
pijamas —dice con una sonrisa atontada. Agarra mi mano y la levanta.
—Yupi —le digo,
sonriendo.
Las sábanas nos
cubren y yo cierro los ojos.
Peter
—¿Cómo te metiste en
este desastre?
Nico y yo estamos
parados en el borde de mi cama, mirando hacia Martina y Lali. Están dormidas.
Lali está haciendo cucharita con Martina en el lado izquierdo de la cama,
porque el lado derecho ahora está cubierto con el vómito de Martina.
Suspiro. —Estas han
sido las doce horas más largas de mi vida.
Nico asiente, luego
me palmea fuertemente en la espalda. —Bueno —me dice por señas—. Me gustaría
quedarme y ayudarte a cuidarlas hasta que se repongan, pero preferiría fingir
que tengo algo mejor que hacer e irme. —Se da la vuelta y sale de mi habitación
cuando Gaston entra.
—Me voy —me dice por
señas—. Saqué mis cosas de la habitación de Lali.
Asiento y lo observo
cuando sus ojos caen en Lali y Martina.
—Me gustaría poder
decir que fue divertido conocer a Lali, pero tengo el presentimiento de que ni
siquiera conocí a la verdadera Lali.
Me rio. —Créeme, no
lo hiciste. Quizás la próxima vez.
Me dice adiós con la
mano y sale de mi habitación.
Me doy la vuelta y
las miro, las dos mitades de mi corazón, abrazadas fuertemente en una cama de
ironía.
Pasé toda la mañana
ayudándolas mientras alternaban entre el cesto de basura y el baño. En el
almuerzo, el vómito de Lali se había calmado y regresó a su propia habitación.
Ya está anocheciendo ahora, y estoy alimentando a Martina con cucharitas de
líquido, y obligándola a tomarse la medicina.
—Sólo necesito
dormir —me dice por señas—. Estaré bien. —Se da la vuelta y se cubre con las
sábanas hasta el mentón.
Meto un mechón de
cabello detrás de su oreja, luego paso una mano por su hombro, donde trazo
círculos con mi pulgar. Sus ojos están cerrados ahora y está acurrucada en
posición fetal. Se ve tan frágil en este instante. Me gustaría poder envolverme a su alrededor como
una capa protectora y protegerla de cada cosa que este mundo le ha lanzado.
Miro hacia mi mesita
de noche cuando la pantalla de mi teléfono se ilumina. Meto las sábanas más
seguras alrededor de Martina y me inclino hacia delante y beso su mejilla,
luego extiendo mi mano en busca del teléfono.
Lali: No es que no has hecho suficiente, pero
¿por favor podrías decirle a Nico que le baje el volumen al porno?
Me río y le mando un
mensaje a Nico.
Yo: Bájale volumen al porno. Está tan fuerte
que incluso yo puedo escucharlo.
Me pongo de pie y
camino hacia la habitación de Lali para ver como está. Se encuentra tendida
sobre su espalda, mirando al techo. Me siento en el borde de su cama, extiendo
mi mano hacia su rostro y echo hacia atrás un mechón de cabello de su frente.
Ella inclina la
cabeza hacia mí y sonríe, luego agarra su teléfono. Su cuerpo está tan débil
que lo hace ver como si el teléfono pesara cincuenta kilogramos cuando trata de
mandarme un mensaje de texto.
Le quito el teléfono
y niego con la cabeza, haciéndole saber que sólo necesita descansar. Coloco el
aparato en su mesita de noche y dirijo mi atención de regreso a ella. Su cabeza
está relajada contra la almohada. Su cabello ondulado, arrastrando por sus
hombros. Paso mis dedos por una sección de su cabello rubio claro, admirando lo
suave que es. Ella inclina su rostro hacia mi mano hasta que su mejilla está
descansando contra ella. Acaricio su pómulo con mi pulgar y observo mientras
sus ojos se cierran. La letra de la canción que escribí sobre ella pasa rápidamente
por mi mente: Lines are drawn, but then they fade. For her I bend, for you I
break.
Las líneas están trazadas, pero luego
se desvanecen. Por ella trazo una curva, por ti la quebranto.
¿En qué clase de
hombre me convierte eso? Si no puedo evitar enamorarme de otra chica, ¿acaso
merezco a Martina? Me niego a responder eso, porque sé que si no merezco a
Martina, tampoco merezco a Lali. El pensamiento de perderlas a cualquiera de
las dos, o peor… a las dos, es algo que no tengo el valor de contemplar.
Levanto mi mano y trazo el borde del rostro de Lali con la punta de mis dedos,
pasándolos por la línea de su cabello, por debajo de su mandíbula y por arriba
de su mentón, hasta que alcanzan sus labios.
Lentamente trazo la
forma de su boca, sintiendo las cálidas ondas de aliento pasar por sus labios
cada vez que hago un círculo a su alrededor. Ella abre los ojos y la
piscina de ese familiar dolor flota detrás de ellos.
Levanta una mano
hacia mis dedos. Los coloca firmemente en su boca y los besa, luego aleja
nuestras manos, colocándolas en su estómago.
Estoy mirando hacia
ellas ahora. Abre la palma de la mano, yo hago lo mismo, y las presionamos
juntas.
No sé mucho sobre el
cuerpo humano, pero estaría dispuesto a apostar que hay un nervio que pasa
directamente desde la palma de la mano, justo hacia el corazón.
Nuestros dedos están
extendidos hasta que ella los enlaza, apretando suavemente cuando nuestras
manos se conectan completamente, entrelazadas.
Es la primera vez
que sostengo su mano.
Miramos nuestras
manos por lo que se siente una eternidad. Cada sentimiento y cada nervio están
centrados en nuestras palmas, en nuestros dedos, en nuestros pulgares, de vez
en cuando rozándose de atrás hacia delante uno sobre otro.
Nuestras manos moldeadas
a la perfección, al igual que nosotros.
Lali y yo.
Estoy convencido de
que las personas se cruzan con otras en la vida, cuyas almas son completamente
compatibles con las suyas. Algunos se refieren a ello como amor verdadero.
Otros creen que sus almas son compatibles con más de una persona, y estoy
empezando a entender cuan cierto eso podría ser. He sabido desde el momento en
que conocí a Martina, hace años, que nuestras almas eran compatibles y que
todavía lo son. Eso ni siquiera se cuestiona.
Sin embargo, también
sé que mi alma es compatible con la de Lali, pero es mucho más que eso.
Nuestras almas no sólo son compatibles…están en perfecta armonía. Siento todo
lo que ella siente. Entiendo cosas que ni siquiera tiene que decir. Sé que lo
que necesita es exactamente lo que puedo darle, y lo que está deseando poder
darme es algo que ni siquiera sabía que necesitaba.
Me entiende. Me
respeta. Me sorprende. Me predice. Nunca, ni siquiera una vez, desde el
instante en que la conocí, me hizo sentir como si mi incapacidad para oír fuera
siquiera una incapacidad en absoluto.
También puedo saber,
con sólo mirarla, que se está enamorando de mí. Sirve como una prueba más de
que necesito hacer lo que debí haber hecho hace mucho tiempo.
Muy renuentemente me inclino hacia delante, llego a la mesita
de noche y agarro un bolígrafo. Alejo mis dedos de los de ella y abro su palma
para escribir: Necesito que te mudes.
Cierro
sus dedos sobre su palma para que no lo lea mientras la estoy observando, y me
alejo, dejando atrás una mitad entera de mi corazón mientras me voy.
-.-q manera de arruinar los momentos peterrr!!
ResponderEliminarnooo por queee
ResponderEliminarmasssssssssssss
@x_ferreyra07
Maass
ResponderEliminarPeter arruinador de momentos lanzani.. maas
ResponderEliminarMe dan mucha risa Martina y Lali borrachas! Jajajajja
ResponderEliminarAhhhhhhhhhhh Peter que carajo le pasa!!!
En estos momentos están egoísta y solo pienso en el!!!
Ay si ama a Martina pero porque hace sufrir así a Lali ?????
Aghh