Capitulo 17
Pues esta es la verdad chicas aquí se descubre que tiene Martina. La dejo aquí?¿Le seguimos?
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Lali
Observo mientras
cierra la puerta tras de sí. Estoy agarrándome el pecho con la mano, aterrada
de leer lo que escribió.
Vi la mirada en sus
ojos.
Vi dolor, pesar,
miedo… amor.
Mantengo la mano
fuertemente aferrada a mi pecho sin leerla. Me niego a aceptar que cualquiera
de las palabras que están escritas en mi palma, destruirán la poca esperanza
que tenía en nuestro quizás algún día.
Mi cuerpo se
estremece, y mis ojos se abren.
No sé lo que me
despertó, pero estaba en medio de un profundo sueño. Está oscuro. Me siento en
la cama y presiono mi frente con la mano, haciendo una mueca de dolor. Ya no
siento nauseas, pero nunca en mi vida he estado tan sedienta. Necesito agua.
Me levanto y estiro
los brazos sobre mi cabeza, entonces miro el despertador: 2:45 A.M.
Gracias a Dios.
Todavía tengo tres días más de sueño para recuperarme de esta resaca.
Voy caminando hacia
el baño de Peter cuando un sentimiento desconocido me embarga. Me detengo antes
de llegar a la puerta. No estoy segura de por qué me detengo, pero de pronto me
siento fuera de lugar.
Se siente extraño,
caminar hacia este baño justo ahora. No como si estuviera caminando hacia mi
baño. No como si me perteneciera del todo, a diferencia de cómo se sentía
en mi último apartamento. Ese baño se sentía como mi baño. Como si me perteneciera. Ese
apartamento se sentía como mi apartamento. Todo el mobiliario en él se
sentía como mi mobiliario.
Nada en este lugar
se siente como yo. Aparte de las pertenencias que contenía en las dos maletas
que traje conmigo la primera noche, nada más aquí se siente siquiera
remotamente mío.
¿La cómoda?
Prestada.
¿La cama? Prestada.
¿La televisión de
los jueves por la noche? Prestada.
La cocina, la sala
de estar, todo el dormitorio. Todo pertenecía a otra persona. Me siento como si
estuviera pidiendo prestada esta vida hasta que encuentre una mejor por mi
cuenta. Me he sentido como si estuviera pidiendo prestado todo desde el día en
que me mudé aquí.
Demonios, incluso
estoy pidiendo amigos prestados. Peter no es mío. Nunca será mío. Por mucho que
me duela aceptarlo, estoy tan harta de esta constante batalla en curso con mi
corazón. No puedo soportarlo más. No me merezco este tipo de auto-tortura.
De hecho, creo que
necesito mudarme.
Sí.
Mudarme es lo único
que puedo hacer para empezar la curación, porque ya no puedo estar alrededor de
Peter. No con lo que su presencia me hace.
¿Escuchas eso,
corazón? Ahora estamos a mano.
Sonrío ante la
constatación de que finalmente estoy a punto de experimentar la vida por mi
cuenta. Estoy consumida con un sentido de logro. Abro la puerta del baño y
enciendo la luz… entonces, inmediatamente caigo de rodillas.
Oh, Dios.
Oh, no.
¡No, no, no, no, no!
La agarro por los
hombros y le doy la vuelta, pero su cuerpo entero está lánguido. Sus ojos en
blanco, y su rostro pálido.
¡Oh, Dios mío! —¡Peter! —Me arrastro sobre ella y llego
a la puerta de su dormitorio. Grito su nombre tan fuerte que mi garganta se
siente como si estuviera desgarrándose. Intento girar la manilla varias veces,
pero mis manos siguen deslizándose.
Empieza a
convulsionar, así que me abalanzo sobre ella y levanto su cabeza, en seguida
pongo el oído en su boca para asegurarme que esta respirando. Estoy sollozando, gritando el nombre de él una y
otra vez. Sé que no puede escucharme, pero me asusta dejar su cabeza.
—¡Martina! —lloro.
¿Qué estoy haciendo?
No sé qué hacer.
Haz algo, Lali.
Le bajo la cabeza
con cuidado, hasta el piso, y doy vueltas. Agarro la manilla con más fuerza y
me pongo de pie. Abro la puerta de su habitación de golpe y me apresuro hasta
la cama, entonces salto en ella y trepo hasta donde él está acostado.
—¡Peter! —grito,
sacudiendo su hombro. Levanta un codo en defensa mientras rueda, luego lo baja
cuando me ve sobre él.
—¡Martina! —grito
histéricamente, apuntando el baño. Sus ojos se dirigen al lugar vacío en su
cama, y su enfoque se dispara a la puerta abierta del cuarto de baño. Sale de
la cama y está de rodillas en el suelo del baño en segundos. Antes de siquiera
regresar al baño, él tiene la cabeza de ella apoyada en sus brazos, y la tira a
su regazo.
Gira la cabeza para
mirarme y hace señas a algo. Sacudo la cabeza cuando las lágrimas continúan
fluyendo por mis mejillas. No tengo idea de lo que está intentando decirme.
Hace señas de nuevo y apunta hacia la cama. Miro la cama, entonces lo vuelvo a
mirar sin poder hacer nada. Su expresión se vuelve más frustrada con cada
segundo
—¡Peter, no sé lo
que me estás pidiendo!
Golpea su puño
contra el armario del baño debido a la frustración, entonces sostiene la mano
en su oído como si sostuviera un teléfono. Necesita su teléfono.
Me apresuro a la cama
y lo busco, mis manos volando frenéticamente sobre ella, las sábanas, la mesita
de noche. Finalmente lo encuentro bajo su almohada y corro de vuelta a él.
Ingresa la contraseña para desbloquearlo, y me lo tiende. Marco el 911, pongo
el teléfono en mi oreja, y espero a que suene mientras me dejo caer de rodillas
a su lado.
Sus ojos están
llenos de miedo mientras continúa sosteniéndola contra su pecho. Está
mirándome, nerviosamente esperando a que la llamada conecte. Intermitentemente
presiona los labios en su cabello a medida que continúa tratando de conseguir
que ella abra los ojos.
Tan pronto como
responde el operador, soy bombardeada con una lista de preguntas de las que no
sé la respuesta. Le doy la dirección, ya que es lo único que sé, y me empieza a
disparar más preguntas que no sé cómo comunicárselas a él.
—¿Es alérgica a
algo? —le digo a Peter, repitiendo lo que el operador está preguntando.
Se encoge de hombros y niega, sin entenderme.
—¿Tiene alguna
condición preexistente?
Vuelve a negar para
decirme que no tiene idea de lo que le pregunto.
—¿Es diabética?
Le hago las
preguntas a Peter una y otra vez, pero no puede entenderme. El operador me
dispara las preguntas a mí, y yo se las disparo a Peter, y ambos estamos
demasiado frenéticos para que él siquiera lea mis labios. Estoy llorando. Ambos
aterrados. Ambos frustrados con el hecho de que no podemos comunicarnos.
—¿Ella está llevando
un brazalete médico? —pregunta el operador.
Le levanto ambas
muñecas. —No, no tiene nada.
Elevo la mirada al
techo y cierro los ojos, sabiendo que no estoy ayudando en ni una maldita cosa.
—¡Nico! —grito.
Me pongo de pies y
salgo del baño, haciendo mi camino al dormitorio de Nico. Abro la puerta.
—¡Nico! —Corro a su cama y lo sacudo mientras sostengo el teléfono en mi mano—.
¡Nico! ¡Necesitamos tu ayuda! ¡Es Martina!
Sus ojos están
amplios y se despoja de las cobijas, entrando en acción. Empujo el teléfono
hacia él. —Es el 911, ¡y no puedo entender nada de lo que Peter trata de
decirme!
Agarra el teléfono y
se lo pone a la oreja. —Ella tiene DRFQ —grita a toda prisa
en el teléfono—. Segunda etapa de FQ.
¿DRFQ?
Lo sigo al baño y
observo cuando le hace señas a Peter mientras sostiene el teléfono en la palma
de su mano, lejos de su oreja. Peter vuelve hacer señas de algo, y Nico corre a
la cocina. Abre la nevera, alcanza la parte posterior del segundo estante, y
saca una bolsa. Corre con ella al baño y se pone de rodillas al lado de Peter.
Deja caer el teléfono en el suelo y lo aparta con la rodilla.
—¡Nico, ella tiene
preguntas! —grito, confundida de por qué tiró el teléfono a un lado.
—Sabemos qué hacer hasta
que ellos lleguen aquí, La —dice. Saca una jeringa de la bolsa y se la tiende a
Peter. Él le saca la tapa, y a continuación inyecta a Martina en el estómago.
—¿Es diabética? —Pregunto, viendo con impotencia como Nico y
Peter conversan en silencio. Soy ignorada, pero no espero nada diferente. Ellos
están en lo que parece territorio familiar para ambos, y estoy demasiado
confundida para seguir mirando. Me doy la vuelta y me inclino contra la pared,
entonces cierro los ojos con fuerza en un intento de calmarme. Unos momentos de
silencio pasan, y luego están golpeando la puerta.
Nico corre hacia la
puerta antes de que siquiera pueda reaccionar. Deja entrar a los paramédicos, y
salgo del camino, viendo como todo el mundo en la habitación a mi alrededor
parece saber qué demonios está pasando.
Continúo fuera del
camino de todo el mundo hasta que mis pantorrillas encuentran el sofá, y caigo
en él.
Ellos levantan a
Martina en la camilla y empiezan a empujarla hacia la puerta principal. Peter
camina rápidamente tras de ellos. Nico va al dormitorio de Peter y le arroja un
par de zapatos. Se los pone, entonces hace señas de algo más a Nico y se
desliza por la puerta detrás de la camilla.
Observo cuando Nico
se apresura a su cuarto. Vuelve a salir con una camisa, zapatos y su gorra de
béisbol en mano. Agarra sus llaves de la barra y se dirige de nuevo al cuarto
de Peter. Vuelve a salir con un bolso con cosas de Peter y se va hacia la
puerta principal.
—¡Espera! —grito.
Nico se gira para mirarme—. Su teléfono. Él necesitará su teléfono. —Me
apresuro al baño, agarro el teléfono de Peter del suelo, y se lo llevo a Nico.
—Voy contigo —digo,
deslizando mi pie en los zapatos que están en la puerta.
—No, no lo harás.
Lo miro, un poco
sorprendida ante la dureza de su voz cuando me deslizo en el otro zapato.
Empieza a cerrarme la puerta, y golpeo una palma en ella.
—¡Voy contigo! —digo
de nuevo, más determinada esta vez.
Se gira y me mira
con ojos endurecidos. —Él no te necesita ahí, Lali.
No tengo ni idea de
lo que quiere decir con eso, pero su tono de voz me molesta. Empujo contra su
pecho y camino al otro lado con él. —Voy a ir —digo con firmeza.
Bajo las escaleras
justo cuando la ambulancia empieza a alejarse. Peter está de pie con las manos
entrelazadas detrás de su cabeza, viendo cómo se va. Nico llega a la parte baja
de las escaleras, y tan pronto como lo ve, ambos se apresuran al coche de Peter.
Los sigo.
Nico se sube en el asiento del conductor, Peter en el asiento
del copiloto. Abro la puerta del asiento trasero y la cierro tras de mí.
Nico sale del
estacionamiento y acelera hasta que alcanzamos la ambulancia.
Peter está aterrado.
Puedo verlo en la forma que sus brazos están envueltos a su alrededor y en cómo
sacude la rodilla, jugueteando con la manga de su camisa, masticando la comisura
de su labio inferior.
Todavía no tengo idea
de lo que está mal con Martina, y me asusta que no pueda estar bien. Aun siento
como si no fuera de mi incumbencia, y definitivamente no estoy a punto de
preguntarle a Nico qué es lo que pasa.
El nerviosismo que
desborda Peter hace que mi corazón duela por él. Me muevo al borde del asiento
trasero e inclino el cuerpo hacia delante, poniendo una mano reconfortante en
su hombro. Él levanta su mano a la mía y la agarra, entonces la aprieta con
fuerza.
Quiero ayudarlo,
pero no puedo. No sé cómo. En todo en lo que puedo pensar es en cuán
completamente incompetente me siento, lo mucho que está herido, y cuánto me
asusta el hecho de que él podría perder a Martina, ya que es tan dolorosamente
obvio cómo eso lo mataría.
Lleva su otra mano a
la mía, la que todavía agarra su hombro. Aprieta ambas manos, y siento que una
lágrima cae en mi piel.
Cierro los ojos,
presiono mi frente contra el respaldo de su asiento y lloro.
Estamos en la sala
de espera.
Bueno, Nico y yo estamos
en la sala de espera. Peter ha estado con Martina desde que llegamos, hace una
hora, y Nico no me ha hablado ni una sola palabra.
Es por eso que no
hablo con él. Obviamente tiene un problema, y realmente no estoy de
humor para defenderme, porque no le he hecho absolutamente nada a Nico que
debería siquiera requerir defensa.
Me encorvo en la
silla y abro el motor de búsqueda en mi teléfono, curiosa de saber lo que Nico le
dijo al operador del 911.
Escribo DRFQ en el
cuadro de búsqueda y presiono entrar. Mis ojos van al primer resultado: Manejo
de Diabetes relacionada a fibrosis quística.
Hago clic en el enlace, y explica los diferentes tipos de
diabetes pero no explica mucho más. He escuchado de la fibrosis quística pero
no sé lo suficiente de ella para saber cómo afecta a Martina. Hago clic en el
enlace de la izquierda de la página que dice: ¿Qué es la fibrosis quística? Mi
corazón empieza a latir con fuerza y mis lágrimas fluyen a medida que ingiero
las mismas palabras que sobresalen en cada página, sin importar cuántas vea.
Desorden genético de
los pulmones.
Potencialmente
mortal.
Esperanza de vida
acortada.
Sin cura conocida.
Esperanza de vida:
mediados de los treinta y más.
No puedo leer más a
través de todas las lágrimas que estoy llorando por Martina. Por Peter.
Cierro el navegador
de mi teléfono, y mis ojos van a mi mano. Observo las palabras, sin leer,
escritas por Peter en mi palma.
Necesito que te
mudes.
Peter
Tanto Nico como Lali
se ponen de pie rápidamente cuando doy vuelta a la esquina de la sala de
espera.
—¿Cómo está?
—pregunta en señas Nico.
—Mejor. Ahora está
despierta.
Nico asiente, y
Lali mira de ida y vuelta entre nosotros.
—El doctor dice que
el alcohol y la deshidratación probablemente le causaron… —dejo de hacer señas,
ya que los labios de Nico están presionados en una firme línea mientras observa
mi explicación.
—Verbalízalo para
ella —hago señas, señalando con la cabeza a Lali.
Nico se gira y mira
a Lali, enseguida vuelve a centrar su atención en mí.
—Esto no le
concierne —hace señas en silencio.
¿Cuál demonios es su
problema?
—Está preocupada por
Martina, Nico. Le concierne. Ahora, verbaliza lo que estoy diciendo para ella.
Nico sacude la
cabeza. —No está aquí por Martina, Peter. No le importa cómo está Martina. Sólo
está preocupada por ti.
Entierro mi ira.
Lentamente doy un paso hacia delante y me pongo de pie directamente frente a
él. —Verbalízalo para ella. Ahora.
Nico suspira, pero
no se gira hacia Lali. Me mira directamente mientras hace señas y verbaliza
para nosotros. —Peter dice que Martina está bien. Está despierta.
El cuerpo entero de
Lali se relaja. Sus manos van a la parte trasera de su cabeza y el alivio la
embarga. Le dice algo, y él cierra los ojos, respira rápido, entonces los abre.
—Lali quiere saber
si alguno de ustedes necesita algo. Del departamento.
Miro a Lali y sacudo
la cabeza. —Ellos la monitorearán toda la noche para controlar su azúcar en
sangre. Vendré mañana si necesitamos algo. Me quedo unos días en su casa.
Nico verbaliza de
nuevo, y Lali asiente.
—Ustedes dos vuelvan
y descansen un poco.
Nico asiente. Lali
da un paso adelante y me da un fuerte abrazo, entonces se aleja.
Nico empieza a girar hacia la salida, pero le agarro el brazo
y hago que me mire de nuevo. —No sé por qué estás molesto con ella, Nico, pero
por favor no seas un idiota. Ya lo fui suficiente.
Asiente, y se dan la
vuelta para irse. Lali mira sobre su hombro y sonríe con una sonrisa dolorosa.
Me doy la vuelta y regreso a la habitación de Martina.
La cabecera de su
cama está ligeramente elevada ahora, y me mira. Hay una intravenosa que gotea
en su brazo, reponiendo sus fluidos. Su cabeza rueda con lentitud a través de
la almohada a medida que sus ojos me siguen por el cuarto.
—Lo siento —dice con
señas.
Niego, ni siquiera
remotamente queriendo o necesitando cualquier tipo de disculpas de ella.
—Detente. No te sientas mal. Como siempre dices, eres joven. Los jóvenes hacen
cosas locas como emborracharse y tener resacas y vomitar durante doce horas
seguidas.
Se ríe. —Sí, pero
como tú siempre dices, probablemente no jóvenes con condiciones que
amenazan la vida.
Sonrío cuando llego
a su cama, entonces deslizo una silla cerca de ella y tomo asiento. —Voy a
volver a San Antonio contigo. Me quedaré unos días hasta que me sienta mejor
por dejarte sola.
Suspira y gira la
cabeza, mirando directamente el techo. —Estoy bien. Fue solo un problema
de insulina. —Se vuelve hacia mí—. No puedes cuidarme como a un bebé cada vez
que esto sucede, Peter.
Mi mandíbula se
aprieta ante “cuidarme como un a bebé”. —No estoy cuidándote como a un bebé,
Martina. Estoy amándote. Estoy cuidándote. Hay una diferencia.
Cierra los ojos y
sacude la cabeza. —Estoy cansada de tener esta misma conversación una y otra
vez.
Sí. Yo también.
Me recuesto en la
silla y cruzo los brazos sobre mi pecho mientras la miro. Su rechazo a la ayuda
ha sido comprensible hasta este punto, pero ya no es una adolescente, y no
puedo entender por qué no permitirá que las cosas progresen con nosotros.
Me inclino hacia
adelante, tocando su brazo para que me mire y escuche. —Necesitas dejar de ser
tan empeñada y determinada a tener tu independencia. Si no te cuidas mejor,
estas breves estancias en el hospital serán una cosa del pasado, Martina.
Déjame cuidarte. Déjame estar ahí para ti. Constantemente me preocupo de que
enfermes. Tu pasantía está causándote mucho estrés, sin mencionar la tesis.
Entiendo por qué quieres vivir una vida normal y todas las cosas que otros
hacen a nuestra edad, como ir a la universidad y tener una carrera. —Me detengo
para pasar las manos a través de mi cabello y centrarme en el
punto que quiero marcar—. Si viviéramos juntos, podría hacer mucho más por ti.
Las cosas serían más fáciles para los dos. Y cuando cosas como esta sucedan,
estaré ahí para ayudarte y, ¡así no convulsionarás sola en el piso del baño
hasta morir!
Respira, Peter.
De acuerdo, eso fue
duro. Demasiado duro.
Ruedo mi cuello y
miro al piso, porque no estoy listo para su respuesta todavía. Cierro los ojos
e intento contener mi frustración. —Martina —digo en señas, mirando sus ojos
empapados de lágrimas—. Yo… te… amo. Y estoy tan asustado de que uno de estos
días, no seré capaz de salir del hospital contigo aún en mis brazos. Y será mi
propia culpa por permitirte continuar rechazando mi ayuda.
Su labio inferior
tiembla, así que se lo mete en la boca y lo muerde. —En algún momento en los
siguientes diez o quince años, Peter, esa será tu realidad. Saldrás del
hospital sin mí, porque no importa cuánto quieras ser mi héroe, no puedo ser
salvada. No puedes salvarme de esto. Ambos sabemos que eres una de las pocas personas
que tengo en este mundo, así que hasta que el día llegue y ya no pueda cuidar
absolutamente más de mí, me niego a ser tu carga. ¿Sabes lo que me hace eso?
¿Saber que he puesto tanta presión en ti? No vivo sola simplemente porque me
encanta la independencia, Peter. Quiero vivir sola porque…
Lágrimas corren por
sus mejillas, y se detiene para limpiarlas. —Quiero vivir sola porque
simplemente quiero ser la chica de la que estás enamorado… durante tanto tiempo
como podamos prolongarlo. No quiero ser tu carga, tu responsabilidad o tu
obligación. La única cosa que quiero es ser el amor de tu vida. Eso es todo.
Por favor, sólo deja que sea suficiente por ahora. Deja que sea suficiente
hasta que llegue el momento en que realmente tengas que ir al fin del mundo por
mí.
Un
sollozo estremece mi pecho. Llego hacia ella y presiono mis labios en los
suyos. Agarro su rostro desesperadamente entre mis manos y levanto mi pierna
hacia la cama. Envuelve sus brazos a mi alrededor mientras pongo el resto de mi
cuerpo sobre ella y hago lo que sea que pueda para protegerla de la injusticia
de este malvado y maldito mundo.
Oh pobre.. si seguiii xfi
ResponderEliminarSi seguila genia.. una piña para nico marcha!
ResponderEliminarSeguimos
ResponderEliminarMás
ResponderEliminarOtrooooo
ResponderEliminarMaaaaaaaass
ResponderEliminarPobre Martina me cae bien, pero quiero laliter. Más :)
ResponderEliminarSube mas por favor!
ResponderEliminarperdon pero yo soy laliter cienporciento asique lo tengo que decir: odio a martina jajjajjajaja
ResponderEliminarpero en esta novela, tomo un lugar importante
fuera martina fuera!! jjajaj
seguila
mierda yo que ya estaba pensando que Martina lo cagaba a Peter ajjaja
ResponderEliminarmasssssssss
@x_ferreyra07
Ahhhhhhhhhhh la PUTA MADRE!!!!
ResponderEliminarOkok es la 1vez que digo esto pero la historia lo amerita Pobre Martina !!!!
Como es que Peter sabiendo lo que tiene y todo puede ilusionar a Lali!!!!? NO LO ENTIENDO!!!
que carajos me pasa a Nico con Lali!???
Ella no tiene la culpa de nada!!!!
Ahhh se va ir Lali del departamento !!!
QUE SE VAYA Y TRATE DE SER FELIZ!!!!
Porque ahí con Peter aunque me duela aceptarlo solo sufre mucho!!!!!!
Una vez más ,lo mismo k Angie.
ResponderEliminarAdemás,me parece muy injusto k Martina quiera tener a Peter d esa manera ,cuando él si quiere estar todo el tiempo con ella.