Capitulo 2
Perdón por no subir ayer, hoy subiré todos los que pueda. Gracias por comentar y seguir leyendo.
Suerte que estoy enamorada
Enero
Pablo y yo nos habíamos acomodado en una estable y excitante
relación. En una manera relativa, no mucho había cambiado entre nosotros.
Éramos los mismos de siempre, sólo que nos sosteníamos la mano en la escuela y
nos besábamos en el pasillo, en su coche, en el sofá viendo películas. Nuestros
padres ciertamente nos dieron “la charla” sobre ser seguros, lo que fue más
allá de mortificante. Ellos no me dieron la oportunidad de decirles que no
habíamos pasado de besos, o que el sexo ni siquiera estaba en nuestro
horizonte, todavía.
Al menos no por mi parte. Pablo parecía tomar sus señales de
mí, y estaba contenta de dejar que las cosas siguieran como estaban. Me gustaba
besar a Pablo. Me gustaba estar con él en el sofá. Quizás era un poco que no
quería que nuestra relación pasara de la amistad a las citas, simplemente
porque no quería que cambiara algo que disfrutaba.
En realidad, en mi interior, estaba asustada. Quizás me
había traumatizado con los programas y las películas que vi con Becca y con Jill
y que tenían sexo en ellas. Estaba temerosa que la realidad no superar a las
expectativas. Me refiero a que sabía, en mi cabeza, lógicamente, que la
televisión y las películas no describen las cosas con un grado de precisión de
la realidad. Incluso la manera en que los personajes se besan no era como los
besos de la vida real. Aunque, no podía explicar la diferencia, ni siquiera yo.
Aunque no podía decirle nada de esto a Pablo. No estaba
segura de que él lo entendiera, y sabía que sonaba tonto. Sonaba tonto incluso para
mí. Pero simplemente no podía sacudirme mis temores. Conocía los hechos. Sabía
que la primera vez de una chica nunca era tan genial, y que dolía. Tenía muchas
amigas en la escuela que ya habían tenido sexo y tenía detalles. Becca, por
ejemplo. Lo de ella y Jason resultó ser lo que yo esperaba. Ellos habían estado
saliendo desde entonces, y Becca había llegado tarde una noche, ruborizada, emocionada,
brillante y luchando contra las lágrimas.
Me senté con ella en mi cama y le subí el volumen a la
televisión para que los sonidos de Teen Mom amortiguaran nuestra conversación. Esperé,
jugando con los dibujos de los pantalones de mis pijamas, sabiendo que Becca me
diría lo que tenía en mente cuando ella reuniera las palabras correctas. Becca
era así: nunca hablaba hasta que pensara lo que iba a decir. Ella luchaba con
los tartamudeos desde niña, y como resultado de la terapia del habla, aprendió
a planear cada palabra, cada oración antes de que hablara. Y de alguna manera
sonaba como si leyera un guion, y algunas veces, no todos entendían eso de
ella.
Yo lo hacía, porque, la conocía desde que pasó la “Terapia
de Habla”. Aprendí a escuchar sobre el tartamudeo de las palabras que ella
quería decir, y aprendí a no apurarla. Incluso después de la TH, no podías
apurar a Becca. Ella decía lo que tenía que decir cuando estuviera lista y no
antes.
—D…dormí con Jason —dijo ella. Y sí, algunas veces ella tartamudea
cuando tiene momentos de emoción extrema.
Levanté mi cabeza, el cabello se movía a través de mis ojos abiertos-por-el-shock.
Becca estaba medio-sonriendo, los rizos negros oscurecían una parte de su
rostro. Podía verla ruborizada, lo que era difícil porque era medio-italiana y
medio-libanesa, así que tenía piel oscura que no se ruborizaba muy seguido.
—¿Tú qué? ¿En serio? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo fue?
Becca torció un rizo con su dedo y tiró de un mechón de
cabello, una señal de que estaba agitada.
—Era todo lo que escuché, Lali. Asombroso, torpe, intenso y
algo doloroso al principio. Me refiero, es como un piquete, no es malo o algo así,
y después es… es increíble. Jason fue muy cuidadoso y muy gentil. También era
su primera vez. Él fue muy dulce. Aunque, no duró mucho. No es como en True
Blood, eso es seguro. Aunque es suficientemente bueno.
—¿Sangraste?
Ella asintió.
—Sí, un poquito. Les dijimos a nuestros padres que íbamos a
la Travesía de los Grandes Lagos a comprar, pero en realidad fuimos a un hotel.
Pero no fue como si saliera un torrente o algo así. —Ella me sonrió—. La
segunda vez fue incluso mejor, y menos torpe.
Fruncí el ceño.
—¿Qué era torpe?
—¿Recuerdas cuando besaste por primera vez? Me refiero a realmente
besar. Como, hacerlo. ¿Recuerdas como era completamente natural, como cuando
sabes lo que estás haciendo de alguna manera, pero que aun así debes averiguar
cómo hacerlo bien? ¿Dónde iban tus manos, y todo eso? Bueno, es algo así. —Ella
miró por la ventana a las ramas del roble, viendo cómo se mecían con el viento
del invierno, y podía decir que su mente estaba de regreso en la habitación del
hotel con Jason.
Me senté con ella en silencio, mirando a Jenelle pelear con
su madre en la televisión.
—¿Te sientes diferente? —pregunté finalmente.
Ella asintió.
—Sí. Un montón. Como que es difícil de explicar, la manera
en que miras las cosas de manera diferente. Físicamente no me siento diferente.
Un poco adolorida ahí abajo, pero eso es todo. Dentro de mi cabeza, me siento
más vieja. Más sabia. Aunque, realmente, no es así. No lo sé. Esta es la parte
más difícil de explicar. Supongo que finalmente entiendo el gran trato que es.
—¿Te sentías lista?
Ella no respondió enseguida.
—Supongo. No lo sé. Me refiero a que, realmente quería.
Realmente lo hice. Hablamos de ello por semanas, planeamos cuándo y dónde. Primero
fuimos a cenar y fue romántico. Pero estaba asustada. Jason también lo estaba,
pero supongo que no tanto como yo.
Me encontré con sus ojos y miré la duda.
—¿Te presionó, Becca?
Ella miró al otro lado y luego de nuevo a mí.
—¿Un poco? No lo hubiera hecho si yo no quería. Sólo que
quizás hubiera esperado un poco más, si hubiera sido mi decisión.
No estaba segura de cómo responder a eso.
—Estabas… a salvo, ¿verdad?
Ella asintió vigorosamente.
—Mi prima María tiene veintitrés, y ella me llevó a una
clínica para obtener el control de natalidad. Y usamos un… un… ya sabes. Protección.
—¿Tu prima también me llevaría?
Becca se encontró con mis ojos.
—Le puedo preguntar, si estás segura. Pero espera hasta que realmente
estés segura de que estás lista.
Ella tomó un par de respiraciones hondas, entonces sus
hombros se sacudieron, y la jalé a un
abrazo.
—¿Estás bien?
Ella se encogió de hombros, sacudió su cabeza, pero dijo:
—Sí, supongo. Estoy abrumada. Me refiero a que, no puedo
creer que lo haya hecho. —Ella se alejó y se encontró con mis ojos—. Ya no soy
virgen, Lali. Ahora, soy una mujer. —Ella se rió, y el sonido sonó a un sollozo.
—No estabas lista, ¿verdad? —murmuré.
Ella colapsó en mí.
—N… no. Pero lo amo, Lali. Lo hago. —Tomó un largo respiro,
y se recompuso, sentándose y limpiando su rostro—. Lo amo y no quería decepcionarlo.
Y… y sabía que no podíamos rodear la línea en la que estábamos, ¿sabes?
—¿A qué te refieres?
—Oh, vamos, Lali. Sabes de lo que estoy hablando. Lo sabes,
y se pone más y más intenso. Y finalmente, sabes a dónde va, y tienes que detenerte
antes de que vaya ahí accidentalmente. Como dije, realmente quería hacerlo. Por
favor, no pienses que Jason estaba presionándome. No era así, y no era como si
yo no quería, porque sí quería. Solo… no sé cómo explicarlo.
—Creo que entiendo —dije—. Salir con Pablo está empezando a alcanzar
el punto de tener que detenernos antes de llegar demasiado lejos.
Ella tomó mis manos en las suyas.
—Bueno, sólo haz lo que nosotros hicimos. Habla sobre ello.
Si va a pasar de todas maneras, salimos con que era mejor planearlo, y hacer que
pasara en nuestros términos, ¿sabes?
Asentí, pero tuve que alejar la tormenta mareadora de pensamientos
que pasaban rápidamente por mi cabeza por la conversación. Becca se quedó por
un rato más, terminó de ver Teen Mom, lo cual de repente tuvo todo un nuevo
significado, y luego se fue a casa.
Me tomó mucho tiempo dormirme después de que Becca se fue. Todo
lo que podía pensar era cómo tenía que alejarme de Pablo esa tarde, cómo me
sentía ahogada en él, perdiéndome en los besos. Qué fácil sería sólo dejarse ir
y dejarme llevar. Aunque, no quería tener ninguna duda.
No quería aparecer después en casa de Becca y llorar porque
no había estado cien por ciento segura de tener sexo con Pablo.
Aunque, una voz murmuró profundo en mi mente, y me preguntó si
yo estaría completamente lista alguna vez, si era posible estar cien por ciento
lista para algo así.
* * *
Dos semanas después, un viernes en la noche, muy tarde,
estaba sentada en el asiento de pasajero del Camaro de Pablo, mientras conducíamos
a través de una gruesa sábana de nieve amontonada.
Nuestra canción favorita, nuestra canción, sonaba en la
radio: “Lucky” de Jazon Mraz, y yo cantaba sola. Pablo estaba frunciendo el
ceño concentrado, las luces altas estaban encendidas y apenas era capaz de perforar
la nieve que caía blanca. Él apenas iba a treinta en un camino de terracería
cercano a nuestras casas, el cual sabía que él conocía como la palma de su
mano.
—La nieve está loca —dijo Pablo—. Ni siquiera puedo ver diez
pies por delante de mí, y mis llantas traseras están derrapando.
—Quizás deberíamos parar y ver si se apacigua un poco
—sugerí.
—No, estaré bien. De todas maneras no estamos lejos de tu
casa. Iremos lentamente.
Rodé mis ojos, sabiendo incluso mientras lo sugería que él
no se pararía y esperaría. Entró en una curva y Pablo dejó salir una maldición mientras
sus llantas traseras derrapaban. Miré a través de la nieve delante de nosotros y
vi la razón del pánico de Pablo: una enorme cierva parada en medio del camino,
sus ojos brillaban azules-verdes-plateados con las luces delanteras, se mantuvo
quieta y congelada haciéndose más grande con cada segundo que pasaba. Él
maldijo de nuevo y derrapó, tratando de mantener el coche bajo control, pero el
Camaro derrapó aún más antes de que girara.
—¡Muévete, maldito estúpido ciervo! —gritó Pablo mientras
nos acercábamos más al animal.
Aunque Pablo sabía cómo manejar en la nieve, y pisó el
freno, giró y pisó el acelerador. El Camaro fue a través de una tercera parte
completa de trescientos sesenta, pero era más lento en la mezcla de tierra,
grava y nieve. El frente del auto golpeó a la cierva, y el carro se sacudió violentamente
con el impacto. Grité y puse las manos en el tablero, pero era incapaz de dejar
de ver a la cierva mientras era golpeada, tropezaba y caía en un costado sobre
la nieve. Pablo fue capaz de detener el carro, las luces bañaban a la cierva
sin moverse en medio del camino, y la nieve era como una cortina blanca a
nuestro alrededor. Ambos jadeábamos, las manos de Pablo apretaban el volante y
tenía los nudillos blancos.
Tomé un respiro hondo y lo dejé salir, mirando a Pablo. Él
se encontró con mis ojos, y ambos rompimos en una risa semi-histérica. Se escuchaba
más fuerte que el ruido del motor, y envolví mis manos alrededor de su cuello,
temblando ahora que todo había pasado y la adrenalina me golpeó. El cinturón de
seguridad cortaba mi pecho, así que lo solté para que pudiera abrazar más
fuerte a Pablo. Él movió la palanca de velocidades a P y me acercó aún más.
Pasé torpemente a través de la consola así que estaba sobre él, colgándome a su
cuello. Él tomó mi rostro en sus manos y me dio un profundo y caliente beso.
Me perdí en él. La adrenalina me atravesaba, dándome fuerza
y energía caliente. Apreté mis puños en su cabello en la parte trasera de su cabeza,
luego arañé sus hombros. Mis dedos quedaron atrapados en el cuello de su
playera y mi palma se metió debajo del algodón para tocar la piel desnuda.
Jadeé por el calor en su piel, por la electricidad que atravesaba mi cuerpo al
sentir su piel.
Y entonces él me tocó. Oh
Dios. Sus dedos se metieron debajo de mi abrigo y debajo de mi blusa y
palmeó la piel caliente de mi espalda. Me arqueé bajo su toque, sentí que su
lengua salía para probar la mía, y me sentí mareada, consumida, hundiéndome
maravillosamente. Traje mis manos alrededor, sintiendo su abdomen y los
músculos de su pecho. Él imitó mis movimientos, deslizando sus manos alrededor
para trazar mi cintura con sus dedos, y entonces, nuestro beso se rompió,
dejando nuestros labios temblorosos, los ojos bien abiertos y con la intensidad
brillando entre nosotros. Contuve la respiración mientras él movía sus palmas
hacia arriba, mordí mi labio y tomé un respiro profundo cuando sus manos
acunaron el encaje de mi sujetador.
Sentí como mis pezones se endurecían debajo de su toque,
incluso a través del sujetador, y sin dejar de mirarlo, le di permiso tácito
para seguir tocándome. Me moví hacia atrás para que mi peso estuviera en sus
rodillas y mi espalda contra el volante. Él dudó con sus manos acunando ambos
senos, y podía verlo pensando, queriendo empujar el momento. Él quería tocar la
piel desnuda. Yo quería dejarlo. Me gustaban sus manos en mi piel, me gustaba
la electricidad de tener sus manos sobre mi piel.
Me estiré y, debajo de mi blusa, removí el tirante de mi
sujetador de un hombro y luego del otro. Pablo agarró la parte inferior de las
copas, lo bajó y liberó mis pechos. Mi blusa aún estaba entre nosotros, mi abrigo
estaba abierto. El calor todavía era explosivo, sobrecalentándonos a ambos.
Dejé caer una mano y apagué el calentador, y regresé mi mirada a Pablo. Él me
observaba estudiándome, peleando consigo mismo, su deseo contra la razón.
Ya sentía la misma guerra. Quería esto con él. Aquí y ahora,
lo deseaba. Nada más importaba. Una voz en mi cabeza me recordó mi conversación
con Becca un par de semanas antes. Alejé esa voz. Las manos de Pablo vagaban
por mi estómago, mis costados, y regresaron a mis pechos. Ahora que tenía mis
pechos libres de las copas, él estaba explorando mis senos con sus palmas y
dedos.
Me quité mi abrigo, y entonces, antes de que pudiera
pensarlo dos veces, me quité la blusa por encima de mi cabeza. Pablo contuvo la
respiración, con una sonrisa mareadora curveando sus labios.
—Dios, estás tan caliente. —Respiró él, mirando mi piel
pálida, y los círculos oscuros que eran mis areolas, y los botones rosados de
mis pezones.
Mordí mi labio mientras él acunaba mi pecho, frotando mi
pezón en círculos con su pulgar, cerré mis ojos y los apreté en un ataque de nervios,
sintiéndome de repente expuesta, la vergüenza peleaba contra el deseo.
Yo
quería esto. Me gustaba esto. Estaba bien, ¿verdad? Este era Pablo, mi novio y
mi mejor amigo y lo amaba.
Al pensar lo último me invadió el shock, jadeando. ¿Lo
amaba? ¿Lo hacía? Mi corazón se hinchaba y dolía cada vez que estaba cerca de
él, y el pensamiento de no estar con él me asustaba. Eso era amor, ¿no? Quería
estar con él todo el tiempo, cada instante.
—Desearía verte completa ahora mismo —dijo él, acariciando
mi pecho.
Un rayo de necesidad me atravesó. Quería que él me viera completa.
Pero, ¿aquí? ¿Ahora? ¿Así? Abrí mi boca para hablar, pero él me ganó.
—Aunque, no aquí —dijo, apretando sus ojos cerrados y sus dientes—.
Te deseo, Lali. No te voy a mentir.
Él quitó sus manos de mi piel, y casi gemí al perder su
toque. Me puse de nuevo mi sujetador, pero no me puse mi blusa. Los ojos de
Pablo estaban brillantes y eran intensos.
—Yo también te deseo —dije.
—Pero quiero que esto sea bueno. Quiero que sea especial.
—Él parecía luchar consigo mismo.
Sentí como mi corazón se apretaba con sus palabras, y me
incliné a besarlo, tomando su rostro en mis manos.
—Y por eso te amo —murmuré sin pensar.
Él se congeló, sus ojos se abrieron, buscando en los míos.
—¿Qué?
Mordí mi labio, preocupada de que fuera demasiado pronto.
—Yo… —Mis ojos se cerraron y luché por encontrar las
palabras correctas. Decidí que las tenía—. He dicho, “por eso es que te amo”.
Lo hago. Te amo, Pablo.
Sus manos se deslizaron arriba y abajo por mi espalda antes
de venir a descansar en mis caderas en un toque familiar, sensual e increíble.
De repente amé tener sus manos ahí, quería que las tuviera ahí para siempre.
Sus manos en mis caderas sobre la cintura de mis jeans de corte-bajo se sentía
perfecto.
—Yo todavía no lo voy a decir —dijo él, luego frunció el
ceño—. No quiero que piense que solo lo digo porque tú lo has hecho. Pero lo
hago.
El pensamiento cruzó mi mente.
—¿Lo haces?
Él sacudió su cabeza, los pulgares hacían círculos sobre mi
pelvis.
—Síp.
Sonreí y me incliné por otro beso.
—Bien. Deberías amarme.
Él se rió contra mis labios.
—Oh, lo hago. —Sus manos vagaron por mis costados, y me arqueé
para darle acceso a mi pecho—. Especialmente a éstas. Realmente amo a éstas.
Era mi turno para reírme.
—Oh, ¿en serio? ¿Especialmente éstas? ¿Sólo éstas? ¿Sólo me amas
por mis bubis?
—Hummm… —Pretendió considerar, luego deslizó sus manos por mi
espalda, y dudó y luego descendió para acunar mi espalda baja—. Y esto. Y
también me gusta esto.
Deslicé mis palmas debajo de su playera y apreté sus
pezones, provocando una protesta de su parte.
—Inténtalo de nuevo, bribón.
Él se rió y me abrazó, murmurándole a mi cabello.
—Estoy bromeando, Lali. Te amo a ti. Por ser quien eres.
Giré mi rostro para besar su mandíbula.
—Lo sé. Yo también estaba bromeando.
Con la calefacción apagada, el frío se empezó a colar en el
auto y sentí la piel de gallina sobre mí. Pablo la sintió también y me dio mi
blusa, encendiendo de nuevo la calefacción. Me bajé de su regazo y me puse mi blusa.
—Me pregunto si la cierva estará muerta —dijo Pablo.
Miré sobre el capó a la forma caída en la nieve.
—No se mueve. —Lo miré mientras cerraba mi abrigo—. ¿Deberíamos
revisar?
—Yo revisaré —dijo él—. Quédate aquí.
Me quejé.
—¡De ninguna manera! También quiero ver.
Él sacudió su cabeza, sacando una risa enfurruñada. Ambos salimos,
caminando lentamente sobre la nieve suave. Los copos de nieve cayeron en mi
nariz y en mi cabello, cubriéndome casi instantáneamente con frío polvo blanco.
Envolví mis brazos a mí alrededor y me apoyé sobre el costado de Pablo. Él se
detuvo a unos pies de distancia de la cierva, y puso su mano en mi hombro para
que me quedara, y luego se movió hacia adelante. Un tenso silencio cayó entre
nosotros, el motor sonaba detrás, las luces nos bañaban con un halo de
luminosidad que rompía la oscura noche de invierno.
Miré mientras Pablo se acercaba cuidadosamente a la cierva.
Él extendió el pie para tocar el costado del animal, golpeándolo gentilmente. Nada.
Dejé salir una respiración. Pablo se movió hacia adelante un poco más, se
agachó, y extendió una mano para tocar el costado de la cierva. Él se giró
hacia mí, sorprendido.
—Sigue viva. Sigue respirando.
—¿Qué hacemos? —pregunté—. No podemos simplemente dejarla aquí.
Él levantó sus manos en un gesto de “no lo sé”.
—Quizás esté inconsciente, o de alguna manera está herida…
No lo sé, Lali.
En ese momento, los cascos de la cierva se movieron, luego
su flanco tembló y dejó salir un respiro. Pablo cayó hacia atrás, maldiciendo asombrado
mientras la cierva se movía salvajemente, pudo juntar sus pies y trotó a unos
cuantos pies de distancia, parándose para mirarnos con ojos miserables y con
orejas que giraban. Pablo estaba sobre su trasero en la nieve, mirando a la
cierva mientras ella nos observaba por un largo momento, luego salió para
atravesar el camino.
—¡Maldición! —dijo Pablo, parándose y limpiándose—. Eso honestamente
espantó la mierda de mí. Creo que me hice un poco de pipí encima.
Me reí tan fuerte que tuve que agarrarme de su brazo para permanecer
de pie. Manejamos a casa, con el resto del camino sin incidentes, pero el recuerdo
del momento que compartimos en el auto era lo principal en nuestras mentes. No
nos besamos por mucho tiempo como normalmente lo hacíamos antes de que llegara
a mi camino de entrada. Ahora conocía a la fuerza que podía llevarme, y aún con
el calor del momento, sabía que no estaba lista. Y yo no sabía si Pablo lo
estaba.
Omaaaay desde la sinopsis ah estado super padre me encantaa lo sabes, sube el otro porfis
ResponderEliminaraa massssssssssss
ResponderEliminar@x_ferretra07
me encantaaa
ResponderEliminarmaas
Como están!!!, y aún tienen dudas
ResponderEliminarAhhhh más !!
ResponderEliminarY como estaban ellos que se olvidaron de la cierva ! Jajajajajja
La plática con su amiga fue tan dnjsjs !
Baja me imagine a Janelle peliando con su mama jajaja
Ahhh todo bien con Lali y Pablo muy linda historia y todo Pero ya quiero que aparezca Peter !