LALI
Llevé el
camión hasta el lago y cogí mi toalla y mi iPod. Tenía la intención de tomar el
sol por un par de horas e incluso tomar un baño. No quería volver a la ciudad.
No había nada para que comprara. Cada película que pasaban en el cine, ya la
había visto en las últimas cuarenta y ocho horas.
Estiré la
toalla sobre el lugar más grueso de hierba. Comprobé para asegurarme de que no
era un lugar cerca de donde las serpientes se escondían. Al crecer en el campo,
había aprendido hace mucho tiempo que las serpientes podrían estar en cualquier
parte. Una vez que estuve segura de que era agradable y seguro, me coloqué los
auriculares y puse mi lista de reproducción: “después de Pablo”. En realidad
ese no era el título, sólo la manera en que pensaba en él. Antes todas las
listas de reproducción que tenía me recordaban a él. Así que, busqué canciones
de artistas que nunca había escuchado e hice una recopilación de canciones que
no me recordaban a él en absoluto. Era la única manera en la que fui capaz de
empezar a escuchar música de nuevo.
Sabía que
tanto papá como Vico esperaban que recuperara mi guitarra, pero yo sabía que
nunca iba a suceder. El día en que finalmente volví a sacarla del armario y la
dejé en la esquina donde acostumbraba a guardarla, Vico había sido todo
sonrisas. Hasta que se dio cuenta de que no iba a tocar. Cada canción que
escribí tenía algo que ver con Pablo. Incluso las que no eran de amor, Pablo
estaba en alguna parte. Siempre fue mi inspiración. Ahora no podía tocar. No
sin él, nunca se sentía bien.
Por lo menos
iba a dejar que la música regresara a mi vida. Ese era un paso que nunca pensé
que daría. Al crecer con la música como mi segundo amor, detrás de Pablo, por
supuesto, siempre pensé que sería mi futuro. De alguna manera, haría algo con
mis canciones y capacidad.
Ahora sabía que también había perdido ese amor.
Era sólo un recordatorio doloroso.
Una tela
áspera rozó mi pierna y me senté a punto de gritar cuando mis ojos se clavaron
en un Peter muy divertido. Estiré la mano para liberar mis oídos y fruncí el
ceño. —¡Me has asustado!
Peter trató
de contener su risa, pero sus ojos brillaban con ella. —Sí, lo siento por eso.
Traté de hablarte, pero cuando no respondiste pensé que dormías o que la música
estaba malditamente fuerte.
—¿Qué estás
haciendo aquí? —le espeté. Estaba irritada. Sobre todo conmigo misma, pero él
no lo sabía.
—Bueno,
regresé aquí para tomar un baño porque hace calor y te encuentro tomando el sol
en un diminuto y sexy bikini rosa. Soy un hombre, cariño, y no me pude resistir
a la vista.
Me miré a mí
misma y luego a él. ¿Le gustó lo que vio? No podía sonreír. No podía sonreír.
Me vería como una idiota.
—¿Por qué no
vienes a nadar conmigo? Incluso me voy a quedar con el bóxer.
Nadar con Peter.
Um. Esa era probablemente una mala idea.
—No sé...
Peter se
puso de pie y comenzó a levantar su camisa sobre su cabeza y todo pensamiento
se esfumó. ¿Tenía un piercing en el pezón?
—¿Qué es
eso? —le pregunté, incapaz de apartar los ojos de la pequeña barra de plata que
definitivamente se hallaba unida a su duro y bronceado pecho.
—Es un
piercing, dulce Lali. Ahora mueve ese culo sexy y ven a nadar conmigo. Debes
estar ardiendo.
Negué con la
cabeza, todavía tratando de averiguar cuándo lo había conseguido. —Nunca lo he
visto antes —finalmente declaré.
Peter dejó
escapar una pequeña risa sexy. —Sí, lo sé. Supuse que tu padre no estaría muy
interesado en que tenga un piercing en el pezón. Me lo quito en su mayor parte
mientras estoy aquí. Pero anoche me lo puse y esta mañana me olvidé de sacarlo.
Siempre
pensé que un tipo que perfora su pezón era asqueroso. Este no era tan
asqueroso.
Peter
empezó a desatarse las botas de trabajo y lo observé mientras se las quitaba.
Cuando sus manos fueron a sus vaqueros, sabía que tenía que ponerme de pie y
actuar como si esto no fuera un striptease, pero que mis ojos dejaran de mirar
a Peter Lanzani era casi imposible.
—¿Vas
a unirte a mí o voy a tener que recogerte y tirarte dentro?
Cuando los vaqueros de Peter se deslizaron por sus
caderas y el azul oscuro de su bóxer comenzó a mostrarse, salté y aparté mi
mirada de Peter para mirar el agua.
Peter
encontraba esto divertido. Su risita me hacía sentir ruborizada por todas
partes. Me dirigí hacia el agua sin mirar hacia atrás a su expresión divertida.
Además, estaba bastante segura de que hacer contacto visual con él sería
difícil con ese maldito piercing burlándose de mí. Una razón más para mirar
boquiabierta al pecho de Peter.
—¿Me vas a
decir por qué me has estado evitando el último par de días?
Metí los
dedos de los pies en el agua para probar la temperatura. Con la sombra de los
árboles, esta parte del lago se mantenía más fría que otras partes.
Traté de
concentrarme en el agua e ignorar su pregunta. ¿Cómo se suponía que debía
responder a eso, de todos modos? No quería decirle la verdad: que me daba
vergüenza porque olía horrible, dormí en su cama y, probablemente, ronqué toda
la noche.
Encogiéndome
de hombros, entré en el agua y seguí avanzando hasta llegar a la cintura.
Entonces me di la vuelta para mirar a Peter. Se encontraba de pie en la orilla
con sus ojos fijos en mí. El bóxer de color azul oscuro colgaba en sus
estrechas caderas y el pelo oscuro que comenzaba justo debajo de su ombligo me
hizo tragar saliva.
—¿No
considerarías volver a salir del agua y permitirme quedarme de pie aquí y
mirarte, verdad?
—¿Qué? —le
pregunté y sólo sonrió y negó con la cabeza.
—No importa.
Me sostuvo
la mirada mientras se metía en el agua fría. Quería mirar de nuevo su pezón,
pero no me lo permití. Simplemente le daría una razón más para burlarse de mí.
—Ah, qué
dulce alivio. Mi hada invisible me ha dejado abandonado los últimos dos días.
He tenido que valerme por mí mismo con mi agua y todo lo que tenía para
refrescarme era el lago. ¿Me pregunto qué fue lo que le hice para enojarla?
La risa que
brotó dentro de mí me sorprendió. No me había reído en mucho tiempo, hasta Peter.
Siempre sabía cómo hacerme reír. Cómo hacer que olvidara.
—El hada
invisible se sentía avergonzada por su comportamiento —dije, y me hundí más en
el agua.
—¿Por qué?
¿Qué hizo? —preguntó, siguiéndome más profundo en el agua.
—Bebió un poco demasiado —admití.
Los ojos de Peter
se agrandaron por la sorpresa. —¿En serio? ¿Las hadas beben? Que me condenen.
No tenía ni idea. ¿Te importaría hacerle saber que no se lo voy a reprochar? Da
la casualidad de que también he tomado algunas malas decisiones en las que el
tequila estuvo involucrado.
Su
aceptación por mi estupidez hizo que algo en mí se derritiera. ¿Había conocido
alguna vez a alguien como él? Cometió errores y los confesaba. No se excusaba
por las cosas que hacía mal. Sólo se ocupaba de ellas y continuaba. Quería ser
así de fuerte. Quería ese tipo de determinación para vivir.
—Me gustaría
ser más como tú —le dije antes de que pudiera pensar en ello.
Los ojos de Peter
se abrieron con sorpresa. —¿Qué? —preguntó.
Encogiéndome
de hombros, sumergí mi cabeza hacia atrás para mojar mi cabello y deslizarlo fuera
de mi cara. —Ya me has oído. Tú aceptas la vida y tus errores y sigues
adelante. Yo no lo hago tan bien.
—No digas
eso, Lali. No quieres ser como yo. He hecho algunas cosas de mierda. Tomado
algunas decisiones realmente malas. Si yo no hubiera tenido a Cande allí para
mantenerme conectado a tierra, ¿quién sabe? Probablemente ahora estaría en la
cárcel.
¿Cande? ¿Al
igual que Candela, la pelirroja? Por lo tanto, ¿ella era su novia? Si Cande
había sido la única que evitó que no arruinara completamente su vida, entonces
¿por qué diablos coqueteaba con Natie Pérez y conmigo? La vieja yo se habría
marchado enojada con un resoplido. No quería hacer eso ahora. Pablo habría
corrido en pos de mí y trataría de arreglar lo que estaba mal. Peter no haría
eso. Él esperaría que le dijera qué estaba mal conmigo. No correría detrás de
mí. Peter Lanzani no corría detrás de las mujeres.
—¿Cande sabe que coqueteas con
cada mujer atractiva con la que entras en contacto? —le pregunté, tratando de
no parecer celosa. Porque no estaba celosa. De verdad.
—Claro
que sí lo sabe —respondió. La mirada de confusión en sus ojos azules se
transformó en comprensión—. Oh, espera, ¿crees que Cande y yo tenemos algo?
—Soltó una carcajada divertida—. Ni siquiera cerca. Cande está comprometida y
no conmigo.
¿Qué
hacía una mujer comprometida cambiándole las sábanas y trayéndole toallas?
—Ella es muy servicial cuando la necesitas. ¿Su prometido lo sabe?
Peter
sonrió. —Sí, lo sabe. Cuando él se comprometió con Cande, también aceptó a su
mejor amigo. Cande y yo crecimos juntos. Los dos teníamos familias de mierda en
un lugar aún peor de la ciudad. Nos cuidábamos el uno al otro. Éramos familia. Ella es
la única familia que tengo.
Mi corazón
dolió un poco ante la imagen que acababa de pintar con tan pocas palabras. Dos
niños que sólo se tenían el uno al otro. Sin padres ni hermanos que los amen.
Me acordé de la dulce sonrisa de Cande y su expresión confundida cuando yo
había sido tan grosera acerca de las sábanas. Probablemente pensó que era una
perra.
—Oh —le
contesté—. No me di cuenta de eso. Pensé que era una de las muchas chicas que
están a tu entera disposición.
Peter soltó
una carcajada. —Por favor, no dejes que Cande te oiga decir eso. Se convertiría
en un monstruo pelirrojo. —Dio un paso hacia mí y su sonrisa arrogante
regresó—. ¿Crees que tengo chicas a mi entera disposición? —preguntó
Levanté una
ceja y le devolví la sonrisa estúpida. —Sé que las tienes. Los tipos como tú
las tienen en fila y esperando.
Peter dio
otro paso hacia mí. —Crees que sabes todo de mí, ¿verdad?
Asentí y
apreté mi puño para no extender la mano y tocar la barra en su pezón, que ahora
se hallaba tan cerca de mí. Muy tentador.
—Hay muchas
cosas que no sabes.
—¿Cómo qué?
—le pregunté, necesitando dejar de pensar en su pezón y los abdominales tan
cerca de mis manos.
—Como el
hecho de que creo que tienes los ojos más malditamente bonitos que he visto.
Pienso en ellos muy a menudo. O que le hablé a Cande de ti. Nunca le he hablado
de ninguna chica. Nunca han sido lo suficientemente importantes. Y ese domingo
por la noche fue la mejor jodida noche de mi vida, incluso si tu culo borracho
probablemente no lo puede recordarlo.
—Oh —fue la
única respuesta que tenía. El corazón me latía con tanta fuerza en el pecho que
me pregunté si podía oírlo.
—Hablando de
mujeres comprometidas. —Peter cogió mi mano izquierda, donde mi dedo anular
ahora estaba desnudo. Me lo había quitado cuando estaba borracha y lo guardé en
el bolso. Usar el anillo de Pablo mientras bebía tragos de tequila y bailaba en
un bar se sentía mal. No me lo había vuelto a poner.
—Hay muchas
cosas que tú tampoco sabes de mí —murmuré.
La mayoría
de los chicos presionarían por más. Pero no Peter. Él sólo aceptaría lo que
quería decirle y no me preguntaría lo que no estaba dispuesta a dar.
El pecho de Peter
se encontraba tan cerca de mí que se rozó contra mi pecho. Caí en la tentación,
no pude evitarlo. Acababa de decirme que tenía los ojos más bonitos que había visto y que
dormir conmigo fue la mejor noche de su vida. Extendiendo la mano, pasé mi
pulgar sobre la pequeña barra de plata. El músculo del pecho de Peter se tensó.
Lo tomé como estímulo. Le pasé la yema de los dedos lentamente. Su pecho
comenzó a subir más rápido con cada respiración que inspiraba. Saber que
afectaba a Peter me dio una extraña sensación de poder. Su toque era el que
siempre me había convertido en un manojo de nervios. Era agradable invertir los
roles.
—Realmente
te gusta ese piercing, ¿verdad? —dijo en algo parecido a un gruñido.
—Mmmh, nunca
he visto uno. Me gusta mucho.
—No me estoy
quejando. Si te fascina tanto, me lo haré también en el otro. —Su respiración
era irregular.
La niña
traviesa dentro de mí, que sinceramente no sabía que existía, inclinó la cabeza
hacia abajo y le miró a través de mis pestañas mientras lo rodeaba con la
lengua.
—Ah, mierda —susurró, pero casi sonó
como un gemido.
Alentada por su respuesta, estiré la lengua y la pasé hacia
arriba y sobre su duro pezón.
PETER
Nada.
Absolutamente nada de lo que había experimentado era tan caliente como Lali
lamiendo mi pezón como si fuera una maldita piruleta. Tenía la polla tan dura
que no había manera de que fuera capaz de deshacerme de esta cosa sin algún
alivio. El agua fría no iba a ser suficiente esta vez. Iba a necesitar una
sesión privada jodidamente pronto.
—¿Puedo
mirar cuando te hagas el otro? —preguntó, mirándome con esos ojos a través de
sus gruesas pestañas. Maldita sea. ¿Qué había dicho? No pude mantener en orden
mi línea de pensamiento.
—¿Eh? —me
las arreglé para preguntar.
Comenzó a
colocar pequeños besos alrededor de mi pecho. —¿Puedo ir contigo cuando te
hagas el otro? —preguntó con sus labios contra mi pecho.
—Nena, voy a
dejar que te sientes en mi maldito regazo si quieres —le contesté.
Se rió y su
pequeña lengua sexy fue a rodear la barra otra vez. Me merecía un maldito
premio por no sacar sus tetas de la parte superior del bikini y darle a sus
pezones la misma atención que les daba a los míos.
—Me gustaría
eso —susurró.
—Me alegra
que te guste, pero no creo que pueda aguantar mucho más.
Se detuvo y
alzó los ojos para encontrarse con los míos. —¿Te duele?
Joder, era
inocente. —No, cariño, se siente increíble. Pero ahora mismo deseo tus lindos
pezones en mi boca desesperadamente.
Se quedó
helada. Esperé a que retrocediera y corriera por la orilla, de vuelta a la
seguridad.
Si me dejaba
aquí, iba a masturbarme en esta maldita agua. No sería capaz de llegar muy
lejos con el latido salvaje entre las piernas.
—Está bien
—dijo, en voz tan baja que me pregunté si le había oído bien.
Llevó las
manos a su espalda y soltó las cuerdas que sostenían la parte superior del
bikini, mientras la miraba, asustado de que fuera a despertarme en cualquier
momento a solas en mi cama y caliente como el infierno.
Se quitó la
pequeña pieza de tela que cubría sus tetas y la puso encima de mi hombro. Eran
perfectos: redondos y suaves, apenas un poco más grandes que un puño. Cubrí
cada uno y sostuve su peso en mis manos. Esto podría no suceder nunca de nuevo,
y si esto era todo lo que iba a conseguir de Lali Esposito, entonces iba a
saborear cada maldito minuto.
Lali se
quedó sin aliento mientras mis manos apretaban gentilmente y luego pellizqué
suavemente los redondos pezones en cada punta. —Voy a ponerlos en mi boca, Lali
—le advertí cuando bajé la cabeza hasta el pecho derecho y tomé su pezón en la
boca. Joder, era como si fueran caramelos. Sus dedos corrieron por mi cabello y
agarró puñados, sujetándome la cabeza con firmeza mientras yo chupaba y
acariciaba cada seno.
—Ahhh
—gimió, presionándome más cerca. Los puños en mi pelo tenían la fuerza
suficiente para hacer que se sintiera bien. Dejé un camino de besos sobre su
esternón y lamí con avidez la pendiente entre sus pechos. Podría hacer esto
todo el maldito día y no tendría suficiente.
La pierna de
Lali se levantó para envolverse alrededor de mi cintura y se apretó contra mi
polla increíblemente ansiosa. Ah, demonios, no, ella no podía hacer eso.
—Lali, ¿qué
haces, cariño? —pregunté mientras cerraba los ojos con fuerza, tratando de presionar
mi polla necesitada contra la cálida V de sus piernas.
—Quiero
sentir más —gimió cuando levantó la otra pierna y las trabó detrás de mi
espalda. Su calor se presionó firmemente contra mí y mis rodillas se doblaron
por la intensidad.
—Ohjoder
—murmuré cuando Lali comenzó a mecer suavemente sus caderas. En el momento en
que encontró el ajuste perfecto, gritó y se sacudió con más fuerza.
Jodida madre
del infierno. Sus tetas comenzaron a rebotar mientras me montaba. Había oído
hablar del sexo seco, pero nunca lo experimenté. Diablos, se sentía bien. Con
cada movimiento arriba y abajo de su entrepierna contra mi polla, yo temblaba.
Ella tenía la cabeza echada hacia atrás y estaba completamente perdida. Quería
esas dulces tetas en mi boca de nuevo, pero observarla era increíble. Su boca
hinchada estaba ligeramente abierta y la expresión de su cara era de puro
éxtasis.
—Ohdiosohdiosohdios
—comenzó a cantar cuando levantó la cabeza y sus ojos entrecerrados se
encontraron con los míos. Necesitaba esa boca.
Inclinándome
hacia delante, cubrí sus labios con los míos, metiendo mi lengua entre su
suavidad carnosa, y comencé a hacerle el amor a su boca de la forma en que
quería hacerlo con su cuerpo.
Mientras se
mecía contra mi polla, deslicé mis manos por debajo de su trasero y la presioné
con más fuerza contra mí. El momento en que la sentí tensarse bajo mis manos,
supe que estaba cerca. Echándome hacia atrás lo suficiente como para ver sus
ojos cuando se hacía añicos, presioné un beso más en su boca.
Y ella se deshizo en mis manos.
continualaaaaaaaaaaaaaaaa :)
ResponderEliminarAhhhhhhhhhhh
ResponderEliminarY pensaba que Lali era inocente jajajj
Eso fue muy......
Que pasará ahora ?! Se arrepentirá Lali?!
Aaa me matoo mira a lali
ResponderEliminarmaass
:O Lali zarpaditaaa!. Jaja
ResponderEliminarJenny
Se le fue el pudor a Lali.El seductor seducido
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