miércoles, 13 de agosto de 2014

Capitulo 16



PETER

No había dicho mucho en el camino de vuelta a mi departamento. Lali era cautelosa. Lo sabía. Lo había sabido desde el primer día, cuando básicamente me llamó prostituto. Era una de las cosas que me gustaban de ella. Y había estado progresando, hasta esta noche. Me contó sobre Pablo. La sostuve mientras lloró. Creí que eso había formado un lazo de confianza entre nosotros.

Incluirla en mi mundo había deshecho todo el trabajo duro que me había costado probarme a mí mismo ante ella. Si no tenía chicas lanzándose sobre mí y hablando sobre tríos, tenía a mis amigos actuando como si utilizara a las chicas como objetos desechables. Había querido que mis amigos la conociesen. Había querido que me conociese antes de que tuviese una verdadera probadita de lo que era mi vida. Ahora, sólo quería devolverla al campo para que pudiésemos vivir en nuestro pequeño capullo, dónde mi pasado no estaba allí para atormentarme.

—¿Estás enojado conmigo? —La pregunta de Lali me sacó de mis pensamientos. Levanté la mirada del punto en el piso que había estado mirando para ver a Lali de pie en la puerta, luciendo un par pequeños pantalones de pijama rosados con puntitos y una blusa a juego. Era la cosa más sexy que jamás haya visto.

—¿Eh? —Logré preguntar en medio de la neblina de lujuria que me había rodeado. No usaba sujetador. Tragué con fuerza cuando sus pezones saltaron ante mi atención y se apretaron contra la fina tela de seda.

—No dijiste ni una palabra durante todo el camino desde el bar. Creí que tal vez te habías enojado conmigo por algo.

¿Enojado con ella? ¿Qué?

Aparté los ojos de sus senos y me enfoqué en su preocupado rostro. —No, no estoy enojado contigo. Sólo tenía algunas cosas en mi mente.

Apoyó su peso sobre el otro pie y se mordió el interior de su mejilla con nerviosismo.

—Ven aquí —la invité, palmeando el espacio al borde de la cama, junto a mí.

Vino de buena gana. Intenté enfocarme en su rostro para hacerla sentir menos nerviosa. Pero al demonio si esos shorts que apenas cubrían su trasero no me distraían. Se sentó a mi lado, cerrando las manos en puños sobre sus piernas. Estiré mi brazo y cubrí sus manos con la mía.

—Relájate, Lali. No estoy molesto contigo. Me siento frustrado conmigo mismo.

Inclinó su rostro hacia un lado y me miró. Los sedosos mechones de su cabello cubrían sus hombros desnudos. ¿Alguna vez había notado lo sexy que podían ser unos hombros al descubierto?

—¿Por qué estas frustrado contigo mismo?

Porque estoy jodido y ahora lo sabes.

—Esta noche no salió tan bien como había esperado. No tengo una reputación muy estelar y al parecer todos los que me conocían querían cerciorarse de que te enteraras de lo sórdido que era mi pasado.

Sus hombros se relajaron y se inclinó hacia mí para golpear mi brazo con su hombro. —Sabes que nunca pensé que tuvieras una reputación estelar, ¿no?—Su tono juguetón me hizo sonreír.

—¿Qué? ¿Nunca pensaste que era el primero en la lista para ser el próximo Papa? Maldición, creí tenerte engañada.

Lali se rió, sentándose sobre sus piernas para mirarme. —Sí, todo eso de conducir bajo influencia del alcohol me dio esa impresión.

—Te crees muy graciosa, ¿verdad? —Me apoyé contra mis codos para así poder verla completa. También porque desde aquí tenía una muy buen vista de su trasero, que ahora que sus shorts se habían subido algunos centímetros, me permitían ver la curva inferior de sus perfectamente redondas nalgas.

—Me divertí esta noche. Tus amigos son muy interesantes.

Al único amigo que ella había tenido allí, yo lo había amenazado.

—En verdad lamento lo de tu amigo. Estallé.

Su ceño se frunció un poco, luego se encogió de hombros. —Ya te disculpaste por eso y te perdoné, pero en el futuro, si pudieses abstenerte de amenazar gente por mí, sería muy agradable.

No respondí, ya que eso probablemente no sucedería. Si ella estuviese con algún otro chico, yo vería rojo. No tenía sentido que hiciera promesas que no podía cumplir.

—En serio me gusta ese pijama. —Cambié de tema y estiré la mano para acariciar el borde de sus shorts. No podía seguir viendo su trasero sin al menos tocarlo.

Tembló y tensó los labios. ¿Qué tan inocente era? Había estado con Pablo por una eternidad. Estuvieron comprometidos. Ciertamente no era virgen. Ningún chico podría soportar toda la secundaria sin tener algo de acción. No quería saber todo lo que había hecho con él. No podía soportar las imágenes en mi cabeza de algún otro tipo tocándola, aunque el chico estuviera muerto.

Considerando que ni siquiera podía contar el número de chicas con las que había estado, era jodido que me importara que ella hubiese estado con un solo chico. Pero yo no había amado a ninguna de esas chicas. Ella había amado a Pablo. Eso marcaba la diferencia. Al menos en mi mente, era así.

—Quiero… Quiero hacer cosas, esta noche. Es decir, quiero hacer más de lo que hemos hecho —tartamudeó, y su rostro se encendió con un ligero tono de rosa—. Pero no estoy segura de estar lista para, ya sabes… sexo.

Me senté y cerré la distancia entre nosotros. La verdad era que yo tampoco me encontraba seguro de estar listo para el sexo. Para mí esta vez sería diferente. Me aterraba. El sexo y las emociones nunca se mezclaban en el pasado, pero hacía tanto que no había estado con nadie, que no estaba muy seguro de poder detenerme si llegábamos muy lejos. No acostumbraba a detenerme y mucho menos a que me dijeran que no.

Pero esta era Lali. Podía hacerlo por Lali.

Deslicé una mano alrededor de su cintura y la otra entre los mechones de su cabello. —Sólo haremos lo que tú quieras hacer. Nos detendremos cuando quieras que nos detengamos —murmuré al hacer descender mi boca hasta la suya. Inclinó la cabeza hacia atrás y se reunió con mi boca impaciente.

LALI

Aunque ya para este momento había besado a Peter varias veces, aún por momentos perdía todo pensamiento cuando sus suaves y carnosos labios tocaban los míos. Sus besos siempre se deslizaban con suavidad sobre mi boca y nunca parecía repetir el mismo movimiento. Besaba y chupaba, y dejaba pequeñas lamidas con sólo un movimiento de su lengua. En verdad le gustaba chupar mi labio inferior y pasaba mucho tiempo saboreándome. O al menos, así se sentía. Besó un camino a lo largo de mi mandíbula bajando hasta mi cuello. Quería que fuera más abajo. Cuando se detuvo para jugar con la curva de mi cuello, tuve que apretar los dientes para evitar rogarle que siguiera bajando. Un quejido se me escapó, y probablemente debía sentirme avergonzada, pero comenzó a viajar hasta las cimas de mis pechos, así que en vez de eso, me sentí agradecida. Cualquier cosa que lo hiciera continuar era bienvenida. Mis pechos ya sabían lo que venía. Se estremecían en anticipación.

Sus manos acariciaron mi estómago, exaltándome. Levantó la cabeza para mirarme cuando jadeé. No preguntó pero podía ver la inquietud en su rostro. Asentí y él movió la blusa del pijama por mi pecho y levanté los brazos para que pudiese quitármela por completo.

La manera hambrienta en la que miraba mis senos desnudos sólo hizo que el estremecimiento se intensificara. Quería quitarle la camisa. Quería sentir su cálida piel contra la mía.

Antes de que pudiese distraerme con su boca, alcé su camisa y, con su ayuda, se la quité rápidamente. El anillo en su pezón que había sentido anteriormente sólo me excitó aún más. Comencé a impulsarme hacia adelante cuando Peter se inclinó sobre mí y me obligó a recostarme mientras cubría mi cuerpo con el suyo.

—Por mucho que me guste ver tu pequeña lengüita lamiendo mi pezón, esta vez quiero saborearte primero. —Su voz era baja y áspera.

Acaricié su cabello mientras inclinaba su boca hasta mi seno e introducía uno de mis pezones dentro de su boca. Con cada tirón de su boca, perdía más y más mis pensamientos. Quería más. La temperatura entre mis piernas comenzaba a tornarse incómoda. Me froté, necesitando algo de alivio. Peter movió una mano sobre mi estómago y deslizó sus dedos dentro de la pretina de mis shorts. Deslizó sus dedos arriba y abajo, sólo provocando que mi necesidad se hiciera aún mayor. Me encontraba muy cerca de rogarle que me diera más. Dejó de jugar con mis shorts y su mano se alejó. Mi pequeño lloriqueo de frustración sólo le hizo sonreír.

Movió su peso hacia un lado y luego su mano estuvo sobre mi rodilla, abriendo una de mis piernas mientras se deslizaba por la sensible piel de mi muslo, hasta que su pulgar tocó el borde de mis bragas. Podía escuchar mis propios jadeos al esperar que sucediera algo.

Cuando deslizó un dedo a lo largo del encaje alrededor de mi pierna, me quebré. —Por favor —rogué. Su cabeza se levantó y su mirada encontró la mía. Miré fijamente sus pesados ojos azules mientras su dedo se deslizaba debajo del encaje y se frotaba contra el mojado calor de mis pliegues.

—OhDios —jadeé, cerrando los ojos mientras el éxtasis de su toque me controlaba. El cálido aliento de Peter acariciaba mi estómago mientras sus dedos se deslizaban en mi interior. Estaba a punto de estallar en millones de pedacitos. La necesidad de rogarle aún se encontraba allí.

Se movió por mi cuerpo, besando cada pezón y lamiendo un camino entre mi escote antes de subir a mi cuello. Su dedo se mantuvo firme dentro de mí. Apenas.

—Estoy a punto de bombear mi dedo dentro de este pequeño huequito —dijo en voz entrecortada. Cada exhalación caliente contra mi oído me hacía temblar.

—De acuerdo —solté.

Su dedo salió lentamente para volver a entrar y creí estar a punto de morir de placer.

—¿Se siente bien eso, bebé? —preguntó, presionando un beso junto a mi oído.

—Mmmmhmmm —logré gemir.

Deslizó la punta de su nariz contra el costado de mi rostro. —Estás tan mojada. Tan ardiente —murmuró contra mi cabello.

Me gustaba que me hablara mientras me tocaba. Escuchar en su voz el efecto que tenía sobre él sólo hacía que todo fuese aún mejor.

—Peter —lloriqueé cuando empezó a bombear aún más rápido.

—¿Sí, cariño? —preguntó mientras besaba mi cuello.

—Quiero que te quites los vaqueros —logré soltar.

Su mano se detuvo y levantó su rostro para mirarme. —¿Por qué?

—Quiero sentir más de tu cuerpo contra el mío —murmuré.

Peter dejó caer la cabeza y tomó un respiro profundo. No se movió durante varios segundos. Finalmente, subió la mirada de nuevo con los ojos llenos de tortura. —Tengo que dejarme puesta mi ropa interior. No puedo… Necesito que haya una barrera.

Asentí en acuerdo. Cuando deslizó su mano fuera de mis bragas, quise protestar. Pero yo había sido la que le pidió que se desvistiera. No podía hacer eso con un dedo dentro de mí.

Se levantó y lentamente desabrochó su pantalón. O me torturaba o me daba tiempo para cambiar de parecer. Una vez que los desabrochó, su mirada se encontró con la mía y sonreí. Luego Peter Lanzani deslizó sus vaqueros hacia abajo y dejó que cayeran al suelo, donde los lanzó a un lado. El bóxer blanco que usaba no dejaba mucho a la imaginación.

Miré su hermoso cuerpo mientras gateaba de vuelta hacia mí y dejé que mis piernas se abrieran para que así su dureza presionara directamente la fuente de mi calor.

Lloriqueé en el momento justo en que se movió sobre mí.

—Joder, Lali. —Exhaló tembloroso y se mantuvo tieso sobre mí. No quería que se quedara tieso. Levantando mis caderas, me froté contra él y sus brazos temblaron.

—No quiero perder el control contigo, Lali. —Su voz sonaba desesperada.

—Está bien. —Moví mis manos entre los mechones de su cabello y levanté las caderas de nuevo. Todavía teníamos demasiadas capas de ropa entre nosotros. Quería quitarme mis shorts.

—Quiero estar dentro de ti. No está bien —respondió entre dientes.

Moví las manos hasta mis shorts y comencé a bajarlos. Peter gruñó ruidosamente mientras me removía para bajarme los shorts, hasta que estuvieron en mis tobillos y pude patearlos lejos. Ahora sólo teníamos el encaje de mis bragas y su ropa interior entre nosotros.

—Bésame —dije, levantando mi rostro hasta sus labios. El hambre en su beso era excitante, y pequeños gruñidos se le escapaban mientras exploraba mi boca como un hombre hambriento.

Lentamente, descendió hasta que estuvimos tan pegados que todo lo que tenía que hacer era mover mis caderas un poco para obtener algo de ficción.

Peter quitó sus labios de los míos justo antes de comenzar a mecer sus caderas contra mí. Froté mis manos contra su pecho y encontré el adorno que amaba tanto.

—Ah —lloriqueó cuando sintió como lo jalaba gentilmente. Su placer tan obvio hizo que el mío aumentara. Levanté las caderas a su ritmo y él cerró los ojos, dejando salir un gemido bajo.

—Quiero estar dentro, Lali. Me muero por estar dentro, maldición.


La desesperación en su rostro y la necesidad en su voz me hicieron estallar. Mi mundo convulsionó y lloré y grité como si cada pedazo de mi interior hubiese sido encendido en llamas.

6 comentarios:

  1. enserio tu nove es buenisima como se llama el libro¿? mas capitulos Dale a la maraton

    ResponderEliminar
  2. Están con todo xd
    Maaaas

    ResponderEliminar
  3. Me encantó este capi!
    Seguí con la maratón!
    Jenny

    ResponderEliminar
  4. Y Lali no es la niña buena que todos pensábamos
    Ellos encajan a la perfección
    Ay que pasará masss

    ResponderEliminar
  5. LLegados a esos extremos o continúan,o explotan.

    ResponderEliminar