LALI
Peter: ¿Qué haces?
Yo: Tarea.
Peter: ¿Con ganas de
tomar un descanso nadando?
Yo: ¿¿?? Es febrero.
Peter: La piscina de la
azotea es templada. No cierra hasta en una hora.
Me quedo mirando el mensaje de texto, entonces, miro a Gastón. — ¿Aquí
hay una piscina en la azotea?
Gastón asiente pero no aparta la mirada de la televisión. —Sip. Enderezo
la espalda.
—¿Me tomas el pelo? ¿He vivido aquí tanto tiempo, y no pudiste
decirme que hay una piscina templada en la azotea?
Me enfrenta y se encoge de hombros. —Odio las piscinas.
Ugh. Podría darle una bofetada.
Yo: Gastón nunca
mencionó que había una piscina. Deja que me cambie, e iré allá.
Peter: ;)
***
Me doy cuenta que olvidé llamar a la puerta tan pronto como cierro la de su apartamento. Siempre llamo. Supongo
que el que dijera en un mensaje de texto que iba
a venir después de cambiarme parecía lo suficiente bueno para mí,
pero la forma en que Peter me está mirando desde la puerta de su dormitorio me hace pensar en que no le gusta
el hecho de que no llamara.
Me detengo en la sala de estar y lo miro, esperando ver de qué humor
se encuentra hoy.
—Llevas un bikini —dice enfáticamente.
Bajo la mirada a mi atuendo. —Y pantalones cortos —replico a la defensiva.
Le devuelvo la mirada—. ¿Qué se supone que deben usar las personas cuando nadan
en febrero?
Todavía sigue parado, congelado en su puerta, mirando mi atuendo. Doblo
la toalla en mis brazos y sobre mi estómago. De pronto, me siento extremadamente
incómoda y mal vestida.
Sacude la cabeza y finalmente empieza a moverse hacia mí. —Solo…—Aun
está mirando mi bikini—. Espero que nadie esté ahí arriba, porque si estás
usando ese bikini, este bañador va a ser realmente embarazoso. —
Baja la mirada a sus pantalones cortos. A la protuberancia obvia
en ellos.
Me río. Así que, en realidad le gusta el bikini.
Da otro paso hacia delante y desliza las manos alrededor de la
parte trasera de mis pantalones cortos, luego me tira contra él. —Cambié de opinión
—dice con una sonrisa—. Quiero quedarme aquí.
Inmediatamente niego con la cabeza. —Voy a ir a nadar —digo—. Tú puedes
quedarte aquí si quieres, pero estarás solo.
Me besa, y en seguida me hace retroceder hacia la puerta de su apartamento.
—Entonces, supongo que voy a nadar —dice.
***
Peter ingresa el código de acceso para la entrada a la azotea, y
luego abre la puerta para mí. Me siento aliviada de ver que nadie más se encuentra
aquí, y me quedo encantada por cuan impresionantemente hermoso es. Es una
piscina infinita, con vista a la ciudad, y llena con sillas de patio, por todo
el extremo opuesto, en donde limita con una bañera de hidromasaje adjunta.
No puedo creer que ninguno de ustedes pensó en mencionar esto antes
de ahora —digo—. Todos estos meses, y me lo he estado perdiendo.
Peter toma mi toalla y la pone sobre una de las mesas alrededor de
la piscina. Regresa a mí y deja caer las manos en el botón de mis pantalones
cortos. —Esta es en realidad la primera vez que he estado aquí.
—Baja la cremallera de mis pantalones y los empuja por mis
caderas. Sus labios están cerca de los míos, y su expresión es juguetona—.
Vamos — susurra—. Vamos a mojarnos.
Me quito de un tirón los pantalones cortos al mismo tiempo que él
se quita su camisa. El aire es muy frío, pero el vapor elevándose del agua es prometedor.
Camino hacia la parte menos profunda para descender por los escalones, pero Peter se zambulle de cabeza en el extremo profundo
de la piscina. Entro, y mis pies son tragados por el calor del agua, así que rápidamente
avanzo el resto del camino. Me dirijo al centro de la piscina y camino hasta el
borde, entonces, descanso los brazos en la cornisa de concreto con vista a la
ciudad.
Peter nada detrás de mí y me enjaula, presionando su pecho contra mi
espalda y coloca las manos a cada lado de la cornisa. Apoya su cabeza contra la mía mientras ambos apreciamos la
vista.
—Es hermoso —susurro.
Permanece callado.
Observamos la ciudad en silencio por lo que parece una eternidad. De
vez en cuando, acuna las manos y lleva agua a mis hombros para alejar los
escalofríos.
—¿Siempre has vivido en San Francisco? —le pregunto. Me doy la vuelta, de modo que mi espalda está contra la
cornisa ahora y lo estoy enfrentando. Mantiene los brazos a mis lados y
asiente.
—Más o menos —dice, aun mirando la ciudad sobre mi hombro.
Quiero preguntarle donde, pero no lo hago. Puedo decir por su lenguaje
corporal que no quiere hablar de sí mismo. Nunca quiere hacerlo.
—¿Eres hijo único? —pregunto, tratando de ver cuán lejos
puedo ir—. ¿Algún hermano o hermana?
Ahora me mira a los ojos. Sus labios están en una línea firme
e inquieta. —¿Qué estás haciendo, Lali? —No
lo pregunta de forma grosera, pero no hay manera en que su pregunta se
entienda.
—Sólo entablo una conversación —digo. Mi voz es suave y suena ofendida.
—Puedo pensar en un montón de cosas de las que preferiría hablar que
de mí mismo.
Pero eso es de
todo lo que quiero saber, Peter.
Asiento, entendiendo que, aunque técnicamente no estoy quebrando sus
reglas, estoy inclinándolas. No se siente cómodo con eso.
Me doy la vuelta y enfrento de nuevo la cornisa. Él aun permanece en
la misma posición, presionado contra mí, pero es diferente ahora. Está rígido.
Cauteloso. A la defensiva.
No sé nada sobre él. No sé una sola cosa sobre su familia, y ya conoció
a la mía. No sé nada sobre su pasado, pero durmió en mi cama de la infancia. No
sé qué temas sacar o qué acciones hacer que causarán que se cierre, pero yo no
le he escondido nada.
Me ve exactamente como soy.
No lo veo en lo absoluto.
Rápidamente alzo una mano y limpio una lágrima que de alguna manera
escapó por mi mejilla. Absolutamente la última cosa que quiero es que me vea
llorar. Por mucho que he avanzado para continuar tratando esto como sexo
casual, también he llegado muy lejos para detenerlo. Me aterra perderlo para
siempre, así que me rebajo y tomo lo que puedo de él, a pesar de que sé que
merezco algo mejor.
Peter coloca una mano sobre mi hombro y me gira para darle la cara.
Cuando en su lugar escojo bajar la mirada al agua, engancha un dedo
bajo mi barbilla y me hace mirarlo. Le permito inclinar mi rostro hacia el
suyo, pero no hago contacto visual. Miro hacia arriba y a la derecha,
intentando hacer retroceder las lágrimas.
—Lo siento.
Ni siquiera sé por lo que se está disculpando. Ni siquiera sé si
sabe por lo que se está disculpando. Pero ambos sabemos que mis lágrimas tienen
todo que ver con él, así que es más probable que solo pida disculpas por esa
simple y sola razón. Porque sabe que es incapaz de darme lo que quiero.
Deja de hacerme mirarlo y en cambio, me tira a su pecho. Apoyo la oreja
contra su corazón, y él descansa la barbilla sobre mi cabeza.
—¿Crees que deberíamos detenernos? —pregunta en voz baja. Su voz
es temerosa, como si esperara que mi respuesta fuera no, sin embargo, se siente
obligado a preguntarme de todos modos.
—No —susurro.
Suspira pesadamente. Suena como si pudiera ser un suspiro de alivio,
pero no estoy segura. —Si te pregunto algo, ¿serás honesta conmigo?
Me encojo de hombros, porque no hay forma que responda a eso con un
sí hasta que escuche primero la pregunta.
—¿Todavía estás haciendo esto conmigo porque piensas que cambiaré
de opinión? ¿Porque piensas que hay una posibilidad de que me enamoraré de ti?
Esa es la única
razón por la que sigo haciendo esto, Peter.
Sin embargo, no lo digo en voz alta. No digo nada.
—Porque no puedo, Lali. Yo solo… —Su voz
se desvanece, y sigue en silencio. Analizo sus palabras y el hecho de que dijo
no puedo en vez de no lo haré. Quiero preguntarle por qué no puede. ¿Está asustado? ¿Es porque no soy la
adecuada para él? ¿Tiene miedo de romper mi corazón? No le pregunto, porque
ninguna de sus respuestas a estas preguntas me tranquilizará. Ninguno de estos
escenarios es razón suficiente para negar
absolutamente la felicidad a un corazón.
Por eso es por qué no le pregunto, porque siento que tal vez no
estoy preparada para la verdad. Tal vez estoy subestimando lo que pasó en su pasado
y que lo hizo de esta manera. Porque algo pasó. Algo más que probablemente
no puedo entender, incluso si descubro lo que fue. Algo le robó el espíritu, como dijo Cap.
Sus brazos me tiran con más fuerza, y el agarre que tiene en mí lo
dice todo. Es más que un abrazo. Me está sosteniendo como si temiera que fuera
a ahogarme si me libera.
—Lali —susurra—. Sé que me arrepentiré de decir esto, pero quiero que
lo escuches. —Se aleja solo lo suficiente para que sus labios encuentren mi
cabello, entonces me agarra de nuevo con fuerza—. Si fuera capaz de amar a
alguien… sería a ti. —Mi corazón se quiebra con sus palabras, y siento la
esperanza filtrarse y de nuevo gotear de él—. Pero no soy capaz. Así que, si es
demasiado difícil…
—No lo es —lo interrumpo, haciendo lo que sea que puedo para evitar
que termine esto. De alguna manera, tomo valor para mirarlo a los ojos y decir
la mejor mentira que he dicho en toda mi vida—. Me gustan las cosas exactamente
como están.
Sabe que miento. Puedo ver la duda en sus ojos preocupados, pero asiente
de todos modos. Intento hacerlo dejar de pensar en eso antes de que vea a
través de mí. Envuelvo los brazos con soltura alrededor de su cuello, pero su
atención es capturada por la puerta, la que ahora se encuentra abierta.
También me giro, y veo a Cap arrastrándose lentamente hasta la
terraza de la azotea. Camina hacia el interruptor en la pared que apaga los
chorros de la bañera de hidromasaje. Los apaga y lentamente da la vuelta hacia
la puerta, pero no antes de notarnos por el rabillo de su ojo. Se gira y nos
enfrenta del todo, de pie a no más de dos metros de distancia.
—¿Eres tú, Lali? —dice, entornando los ojos.
—Así es —digo, aun en la misma posición con Peter.
—Mmm —dice Cap, notándonos a ambos—. ¿Alguien alguna vez les dijo
a ustedes dos que hacen una pareja bastante malditamente atractiva?
Me estremezco, porque sé que este no es el mejor momento para que Peter
escuche eso, especialmente después de la incómoda conversación que tuvimos.
También sé lo que hace Cap con ese comentario.
—Nosotros apagaremos las luces cuando nos vayamos, Cap —dice Peter,
ignorando la pregunta de Cap y re-direccionando la conversación.
Cap entorna los ojos hacia él, sacude la cabeza como si estuviera decepcionado,
y empieza a volver a la puerta. —Era una pregunta retórica, de todos modos —murmura.
Veo su mano subir a su frente, y saludar al aire frente a él—. Buenas noches, Lali
—dice en voz alta.
—Buenas noches, Cap.
Lo observamos hasta que la puerta se cierra detrás de él. Aparto
las manos de su cuello y con suavidad lo empujo en el pecho hasta que retrocede
con el fin de que avance hacia él. Nado de espaldas hacia el otro extremo de la
piscina.
—¿Por qué siempre eres tan grosero con él? —pregunto.
Peter se sumerge en el agua, separando los brazos frente a él y pateando
la pared tras de sí. Nada hacia mí, y observo mientras sus ojos permanecen
centrados en los míos. Nado de espaldas hasta que estoy en la pared opuesta de
la piscina. Continúa hacia mí, casi estrellándose conmigo, pero se detiene para
agarrar la cornisa a ambos lados de mi cabeza, enviando ondas de agua contra mi
pecho.
—No soy grosero con él. —Sus labios encuentran mi cuello, y lo
besa suavemente, arrastrándose lentamente hacia arriba hasta que su boca se encuentra
cerca de mi oreja—. Simplemente no me gusta responder preguntas.
Creo que ya hemos
establecido eso.
Alejo el cuello unos pocos centímetros para poder ver su rostro.
Intento centrarme en sus ojos, pero hay gotas de agua en sus
labios, y es difícil no mirar. —Sin embargo, es un hombre viejo. Se supone que
no debes ser grosero con la gente mayor. Y él es bastante divertido, si llegas
a conocerlo.
Peter se ríe un poco. —Te gusta, ¿eh? —Parece divertido.
Asiento. —Sí. Me agrada mucho. A veces, me agrada más que tú.
Se ríe en voz alta esta vez y se inclina de nuevo, plantando un
beso en mi mejilla. Su mano se ajusta a mi nuca, y sus ojos caen a mi boca. — Me
gusta que te agrade —dice, llevando los ojos a los míos—. No seré de nuevo
grosero con él. Lo prometo.
Me muerdo el labio para que no vea lo mucho que quiero sonreír ante
el hecho de que acaba de hacerme una promesa. Era una simple promesa. Pero aún
así se siente bien.
Desliza la mano alrededor de mi mandíbula, y su pulgar encuentra mi
labio. Lo aparta de mis dientes. —¿Qué te he dicho de esconder esa sonrisa? —Toma
mi labio inferior entre sus dientes y lo muerde con suavidad, y luego lo
libera.
Se siente como si la temperatura en la piscina acabara de
dispararse seis grados.
Su boca encuentra mi garganta, y exhala un pesado suspiro contra mi
piel. Inclino la cabeza hacia atrás y la dejo apoyada en la cornisa de la piscina
mientras me besa por el cuello.
—Ya no quiero nadar —dice, deslizando los labios desde la base de mi
garganta hasta mi boca de nuevo.
—Bueno, entonces, ¿qué quieres hacer? —susurro con voz débil.
—Tú —dice sin dudarlo—. En mi ducha. Desde atrás.
Trago una gran bocanada de aire y la siento caer hasta la boca de
mi estómago. —Vaya. Eso es muy específico.
—Y también en mi cama —susurra—. Contigo arriba, todavía empapada
por la ducha.
Inhalo bruscamente, y ambos podemos oír el temblor en mi respiración
cuando exhalo. —Está bien —intento decir, pero su boca está en la mía antes de
que la palabra siquiera salga por completo.
Y una vez más, lo que debería haber sido una conversación reveladora
para mí es empujada a un lado para dejar espacio a la única cosa que está
dispuesto a darme.
Ayyy que complicado es.peteeer
ResponderEliminarWste es el.ultimo cap? O abra otro de maraton???
maaas!
ResponderEliminarotro porfavor, quiero saber porque peter es asi!!!
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaassssssss
ResponderEliminarY es k Peter le da bien poquito...el muy....no cede ,es duro d pelar.
ResponderEliminarQuiero ,y necesito más caps
maaas,k aún no dices k se termino la maratón
ResponderEliminarMaass <3
ResponderEliminarMe encanta!..
ResponderEliminarSeguila por fa!!
Jenny
Ahhhhh osea Peter es celoso!.
ResponderEliminarNah me mato el "si pudiera amar re amaría a ti" ayayayaya
Ay Peter que paso que eres así
Ay que no quiera aceptarlo Peter se esta enamorado de Lali