miércoles, 13 de agosto de 2014

Capitulo 18



PETER

Lali se había dormido mientras yacíamos bajo una gran sombrilla de playa y veíamos las olas. Había estado preocupado por las partes de ella que no estaban completamente cubiertas por la sombra y la desperté frotando la loción en sus pies.

Esos grandes ojos azules me observaban con atención mientras frotaba la loción en sus pies para masajearlos. —Mmm, eso es bueno. Espero que no estés esperando una propina —dijo con voz somnolienta.

—No trabajo gratis.

—Tengo miedo de preguntar qué forma de pago aceptas.

Podía pensar en algunas cosas diferentes que decir, pero decidí ser cuidadoso con mis palabras. Lali había visto y oído suficientes cosas anoche en lo que a mí respecta. No quería que pensara que hablaba en serio.

—¿Tienes hambre? —Decidí cambiar de tema.

Se sentó un poco más erguida y me dio una sonrisa tímida. —Sí, un poco.

Tomé su pie, descansando encima de mi pierna y lo puse de nuevo en la silla.

—Vamos a comer —contesté, sosteniendo su mano para pararla.

—¿Vamos a entrar? ¿Necesito recoger nuestras cosas?

—No, podemos dejarlo todo aquí. No lo van a robar. Conozco a un tipo —le aseguré.

Frunció los labios en una pequeña mueca. Qué demonios. Si ella iba a hacer mierda sexy como esa con sus labios, iba a reaccionar de la manera en que yo quería.

Incliné mi cabeza y apreté mis labios firmemente contra los suyos antes de jalar ese dulce labio inferior en mi boca. Sus manos me agarraron e hizo un pequeño jadeo de sorpresa. Sonriendo, me aparté y le guiñé un ojo antes de alcanzarla para tomar su mano.

—¿Y eso por qué fue? —preguntó sin aliento.

—Haces pequeños ceños sexys y frunces esos labios tuyos y no voy a ser capaz de ignorarlo.

Una lenta sonrisa se extendió por su cara y se humedeció los labios. —Oh.

Nos conduje hacia el Beach Shack, que era una subida hasta el lugar de los sándwiches de mariscos. También tenían algunas de las mejores patatas fritas caseras que he comido.

—Peter, mi día acaba de ponerse un poco más brillante —gritó Brenda, la prima de Nicolas mientras se pavoneaba hacia nosotros en un bikini de la bandera americana. Brenda era un problema. Había cometido el error de jugar un poco con ella una noche sólo para quitársela de encima a Agus Sierra, porque ella estaba molesta con Cande. Brenda no entendía una mierda lo de sin compromisos. Nicolas y yo habíamos llegado a los golpes por eso. Después de algunos sólidos puñetazos entre nosotros, nos sentimos mejor y decidimos dejarlo ir. No era como si Nicolas no supiera que ella era una chica fácil.

—Brenda —contesté, entrelazando mis dedos con los de Lali. Nunca se sabía lo que Brenda sacaría.

—Escuché que te enviaron fuera del país por ser un chico malo.

Brenda se me acercó y se inclinó para besar mi mejilla.

Moví mi cabeza hacia atrás, lejos de sus labios. —Sí. Estoy libre los domingos.

A Brenda no le gustaba ser rechazada. Era una gran malcriada cuando las cosas no iban a su manera.

—Tienes que llamarme para que podamos ponernos al día cuando vuelvas el próximo domingo. Te extraño. —Bajó la voz a un susurro como si estuviera compartiendo un secreto entre nosotros.

—Eso no va a suceder, Brenda. No intento meterme en otro lío con Nicolas por ti. —Además, eres una perra loca.

Brenda se acercó y pasó su uña por mi brazo. —Prometo no decírselo.

Solté la mano de Lali y deslicé mi brazo alrededor de su cintura. —Brenda, esta es Lali. Lali, esta es la prima de Nicolas, Brenda.

Lali parecía tensa y odié que fuera mi culpa que se sintiera incómoda. ¿Sería capaz de llevarla a cualquier lugar sin que aparezca alguna chica que había follado? Esto apestaba.

Rocé mis labios contra su sien. Se relajó un poco en mis brazos y se inclinó hacia mí. Eso estaba mejor.

—¿Así que, estás como, en una relación? —preguntó Brenda con incredulidad.

¿Cómo diablos respondía a esa pregunta? Lali no era una chica al azar que había recogido para entretenerme. Pero tampoco estábamos en una relación real.

—Estamos saliendo —intervino Lali.

Brenda frunció el ceño. —Peter no sale.

Abrí mi boca para decir algo, para evitar que Brenda siga hablando sobre mi mal código de ética.

—Tal vez no sale contigo pero definitivamente está saliendo conmigo —respondió Lali antes de que pudiera decir algo.

La molestia calentó la mirada de Brenda, que estaba dirigida a mí. Podía sentirla, pero no podía apartar mis ojos de Lali. Ella misma había manejado la situación y no pude evitar la ridícula sonrisa en mi cara. Maldición, era sexy cuando se molestaba.

Lali inclinó la cabeza hacia atrás para mirarme, se inclinó y besó la sonrisa de satisfacción de mi rostro.

—Increíble —respondió Brenda con incredulidad.

—Sí, lo es —respondí, guiñándole un ojo a Lali.

—Diviértanse con eso —dijo Brenda con sarcasmo antes de que finalmente se fuera.

***

Empacar y regresar a la granja donde ella estaría lejos de mí la mayor parte del día no era atractivo. Quería mantenerla aquí conmigo. Anoche podría haber empezado mal, pero había dado un gran giro increíble. Tiré las maletas en el jeep y me dirigí al piso de arriba para ayudar a Lali, que estaba decidida a limpiar antes de que nos fuéramos.

El rasgueo de las cuerdas de la guitarra encontró mis oídos cuando abrí la puerta del apartamento. Una suave voz se unió a la desconocida

canción. ¿Lali podía tocar la guitarra? Cerré la puerta silenciosamente tras de mí. No era una canción con la que estuviera familiarizado, pero conocía lo suficiente sobre tocar la guitarra para saber que lo que ella tocaba no era fácil. Podía tocar algunas canciones, pero mi talento terminaba ahí. La guitarra acústica que obviamente encontró en la esquina de mi habitación, era una que había ganado en una apuesta. Krit había estado enojado cuando tuvo que renunciar a ella. Pero yo quería una guitarra, así que no iba a dejar fuera de la apuesta a su culo arrepentido.

El sonido suave de su voz haría emocionar a todo un país, pero no del todo. Lali era musicalmente talentosa. No había ninguna duda al respecto. Si Krit la escuchara, tendría un maldito orgasmo. No quería que ella me viera y parara, pero no podía dejar de acercarme tanto a la puerta de la habitación como fuera posible. Quería verla así.

Su cabeza estaba inclinada y la cortina de su pelo me impedía ver su rostro. La emoción en su voz me habló más que algo visual. Apoyado en el marco de la puerta me crucé de brazos y miré sus manos rozar las cuerdas. No había ningún error. No perdió ningún acorde. Su voz era tan baja que no podía distinguir las palabras, pero las que pude oír desgarraron mi alma.

Una vez que la canción llegó a su fin, levantó la cabeza y dejó escapar un suspiro largo y pesado. —Es la segunda vez que he cogido una guitarra desde la muerte de Pablo —dijo en voz alta y luego giró su cabeza para mirarme. La sonrisa en su rostro no era triste, no era lo que esperaba. Parecía feliz. Había recuperado algo más que la muerte de Pablo le había quitado.

—¿Cuánto tiempo has tocado? —pregunté.

—Desde que tenía cinco años. La guitarra siempre me ha fascinado. La mayoría de los instrumentos musicales lo hacen, pero el único que aprendí a tocar es la guitarra. Siempre he querido tocar el piano, pero mi mamá lo tocaba y a papá le molesta sólo verlo. Así que, nunca lo pedí ni expresé interés en eso.

Iba a conseguir un piano. Estaría aquí la próxima vez que viniera a casa conmigo. —Eres increíble —le dije y me acerqué para sentarme a su lado.

—¿Tocarías otra? Quiero escuchar tu voz esta vez.

Agachó la cabeza y se sonrojó. —No puedo. Sabía que estabas allí, pero no podía verte. Si estás donde te vea no seré capaz de tocar. Me pondrás nerviosa.

—Hmm. —Deslicé mi mano dentro de la calidez de sus muslos—. ¿Y si te soborno?

Se rió y sacudió la cabeza. —Ninguna cantidad de besos puede conseguir que cante contigo mirándome. No puedo. Tal vez algún día, pero en éste momento simplemente no puedo.

—¿Estás segura de eso? —pregunté mientras me inclinaba y presionaba un beso en la comisura de su boca.

—Sí —dijo con la voz entrecortada.

—Mmm... No me importa tratar de todas formas —le contesté, besando la otra esquina de su boca.

—Está bien.

Tomé la guitarra de su regazo y la puse en la cama junto a ella, antes de llevarla en mi regazo. Enterrando mis manos en su pelo, devoré sus labios.

LALI

Peter: ¿Qué estás usando?

Me reí cuando leí el mensaje que Peter me envió. Se había asegurado de conseguir mi número de celular antes de que llegáramos a casa el domingo por la noche.

Yo: Nada.

Sonriendo, esperé su respuesta.

Peter: Mierda. El lago, ahora.

Cubrí mi boca para evitar reírme muy fuerte. Papá se encontraba en algún lugar de la casa. No lo había visto desde la cena.

Yo: Sabes que no puedo. Papá todavía está despierto.

Peter: ¿El granero entonces?

Me acerqué a la ventana y miré hacia la oscuridad para ver la única luz en la parte de atrás del granero.

Yo: Mala idea también.

Peter: No estoy de acuerdo.

Yo: No me digas. Buenas noches.

Peter: Podría ser mejor.

La sonrisa en mi cara, últimamente, parecía estar permanentemente allí. Incluso papá lo notó durante la cena. Quería decirle todo sobre Peter, pero nunca sería capaz de hacerlo. Él nunca aceptaría a Peter y probablemente lo despediría. No quería ser la causa de que Peter perdiera su beca. Además, él se marcharía en poco más de un mes. El verano terminaría y nuestro tiempo juntos no sería más que un recuerdo. Tenía que seguir recordándome eso. Engancharme con Peter era malo. Había sido la clave de mi sanación. Me obligó a superar las cosas. Nadie lo había hecho antes de él. Siempre lo apreciaría por eso.

Dejándome caer en la cama, la felicidad que había sentido desapareció de repente. No me gustaba enfrentar los hechos sobre Peter. Y tan dulce como era Cande, odié que nunca tuviera que perderlo. Él siempre estaría allí cuando ella lo necesitara. Envidiaba eso.

Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos melancólicos. —Lali niña, ¿estás despierta? —llamó papá.

—Sí, entra —contesté.

Abrió la puerta y entró. Siempre parecía tan fuera de lugar en mi habitación. Rara vez ponía un pie en ella.

—Quería hablar contigo sobre algo —dijo, cruzando los brazos sobre su amplio pecho.

—Está bien. —Odiaba cuando nuestras conversaciones empezaban así.

Normalmente quería decir que no me iba a gustar lo que vendría después.

—Vico se irá pronto a la escuela. Antes de que se vaya, quiero invitarlo a él y a sus padres a cenar. Te ha ayudado a pasar por todo y son como de la familia, a pesar de que las cosas resultaran como lo hicieron...

No había pensado en eso, pero papá tenía razón. Teníamos que invitarlos a cenar. Nos habían recibido muchas veces durante años.

—Buena idea. Llamaré en la mañana y organizaré las cosas.

Papá asintió. —Bien entonces, bueno, buenas noches.

—Buenas noches.

Ya no era el hada invisible. Me aseguré de que Peter estuviera cerca cuando le llevaba limonada, una toalla fría y un aperitivo. También las llevaba en cada oportunidad que tenía en vez de un par de veces al día.

Una vez que supe que papá se había ido a la ciudad, tomé una gran rebanada de la torta de chocolate de la nevera que había hecho para la cena de esta noche con los Martinez, y agarré las otras cosas que sabía que Peter necesitaba. Mirando su espalda mientras recogía las bolas de heno, y las arrojaba sobre la cerca, mi boca se hizo agua. Me senté en el portón trasero y decidí disfrutar del espectáculo por unos minutos. Me vería muy pronto.

El sudor brillaba en su espalda mientras el sol caía sobre él. Sus pantalones de trabajo caían bajos en sus caderas, dándome una visión perfecta de los hoyuelos de su espalda y la parte superior de su bóxer. Se agachó para agarrar un fardo de heno y se detuvo. Se puso de pie y miró por encima del hombro. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, una sonrisa maliciosa tocó sus labios.

—¿Ves algo que quieras, nena?

—Quizás. Estoy revisando las cosas. Viendo si estoy interesada —le respondí con mi propia sonrisa maligna.

Sus oscuras cejas se alzaron y se giró completamente para darme una visión de su pecho sudoroso. Oh Dios. Eso nunca me cansaría.

—Veo algo que quiero —dijo lentamente mientras se acercaba. Mi latido comenzó a hacer ese revoloteo tonto que hacía cuando él se acercaba a mí.

—¿En serio? —pregunté cuando se detuvo frente a mí y se inclinó.

—Demonios sí —murmuró—. Me encanta el chocolate.

¿Qué? Mi emoción se volvió confusión. Su brazo se acercó a mi lado y tomó el pedazo de torta de chocolate que le había traído.

—Eres molesto. —Hice un puchero. Se trasladó para tomar asiento a mi lado.

—¿Yo? Eres tú la que viene pavoneándose aquí en un par de diminutos pantalones cortos y arruinando mi trabajo, comiéndome con tus ojos. Diablos, chica. ¿Crees que un hombre puede trabajar cuando sabe que estás mirándolo como si quisieras probarlo?

Un cálido placer se extendió a través de mí por sus palabras. Tomó un bocado de la torta, luego cerró los ojos e hizo un gemido en su garganta. Dios mío.

—Maldición, nena, esto está bueno.

Sí, era bueno. La forma en que los músculos de su mandíbula se flexionaban mientras masticaba y su garganta se movía al tragar. Era muy bueno.

—Lali —dijo Peter sacando mi atención de su cuello muy bonito, grueso y musculoso.

—¿Hmm? —contesté.

—Si me voy a comer esta torta, entonces necesitas hablar y dejar de mirarme así. Si sigues con esa mierda, voy a comerte a ti y al carajo quien nos atrape.

No pude evitarlo. Me reí.

—No te rías. No era una broma —regañó, alzando una ceja antes de tomar otro bocado de torta.

Obligué a mis ojos a apartarse de él. Habían pasado dos días desde que fuimos capaces de hacer cualquier tipo de contacto. Me excitaba muy fácilmente.

—Tienes compañía —dijo Peter, poniéndose de pie y alejándose de mí.

¿Compañía? ¿Quién? Salté y me volví para mirar hacia el camino de entrada. Mi estómago cayó. Conocía ese auto. ¿Ella nos había visto? Tenía que alejarme de Peter.

—Me tengo que ir —dije sin mirarlo. No quería que viera la preocupación en mis ojos. Si se lo explicaba, él nunca lo entendería. No estaba segura de poder explicarlo. Simplemente no quería que Elaine Martinez me atrapara con alguien como Peter. Estaría muy decepcionada.

Corriendo de nuevo de la pequeña colina hasta la casa silenciosamente, rogué porque ella no hubiera estado mirando hacia el pasto de las vacas mientras conducía.

Elaine ya había salido de su Lincoln Towncar y se dirigía a mi camino. La amable sonrisa en su rostro me recordaba mucho. Ella había sido la única madre que podía recordar. Era muy joven cuando perdí a mi mamá. Elaine había sido la suplente mientras crecía. Cuando necesité una madre, Pablo siempre me llevó a la suya.

—Hola, Lali —dijo, extendiendo los brazos para un abrazo. Fui voluntariamente. Siempre me sentí segura cuando Elaine me abrazaba. Ella olía a primavera y galletas.

—Señora Elaine, es tan bueno verla —contesté, abrazándola antes de dar un paso atrás.

—Sólo porque no has ido a visitarme en un par de semanas. Que Vico se esté mudando no significa que no puedas venir a visitarme.

La culpa se instaló en mis entrañas. No había ido a verla desde el día en que empecé mi lujuria por Peter Lanzani. Estar en la casa de Pablo hacía que la diversión que tenía con Peter pareciera contaminada e incorrecta. No quería sentirme de esa manera. Así que, me mantuve alejada.

Se inclinó y cogió mi mano izquierda desnuda. —Vico me dijo que por fin lo quitaste. Quiero que sepas que me alegro. También lo amaba, Lali, pero cariño, ya era hora de dejar el anillo. —Su voz era gentil y maternal. Era a su hijo a quien dejaba ir quitándome el anillo pero ella estaba feliz por eso. ¿Cómo?

—Todavía hay días que quiero agarrarlo y ponerlo de vuelta —admití.

—Lo sé. Hay días cuando quiero limpiar su habitación y hacer su cama como si volviera a casa para usarla. —La emoción en su voz me desgarró. Dios, el dolor seguía allí.

Desvió la mirada por encima de mi hombro hacia el granero. Vi la pequeña pizca de preocupación en su expresión. —¿Lali, es ese el chico que envió tu tío aquí para recompensar algunos problemas en los que se metió?

Nos había visto.

—Sí, señora. —Me atraganté. No quería admitírselo, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Me había visto sentada en el portón trasero, toda sonrisas cuando llegó. ¿Qué pensaba? ¿Pensaba que le faltaba el respeto a Pablo por pasar tiempo con alguien que no era tan bueno y moral como él lo había sido?

—Sabes que te quiero como a una hija. Eres tan mía como Pablo y Vico. Siempre me he preocupado por ti y recé por ti justo como lo hice con mis chicos. Todavía lo hago. Pablo te amaba tanto. Tú eras su mundo desde que era un niño. Él querría que tuvieras la vida maravillosa que ustedes dos habían planeado. Pero cariño, te puedo decir que Pablo nunca hubiera querido que pasaras tiempo con ese chico. —Asintió en dirección al granero—. Él no es digno de ti. Pablo querría que encuentres a alguien que sea bueno y estable. Alguien que pudiera cuidarte y estar junto a ti a través de los obstáculos de la vida. —Su mano fría se acercó y tomó la mía con un suave apretón—. Te mereces algo mucho mejor que ser alguna pequeña aventura para un chico como ese. No permitas que la tristeza y el dolor te envíen por un camino al que no puedas regresar.

Mi pecho se sentía tan pesado. Culpa. Dolor. Pena. Pérdida. Todo se arremolinaba en conjunto, haciéndome difícil tomar respiraciones profundas. ¿Tenía razón? ¿Lanzaba lejos el recuerdo de Pablo porque Peter Lanzani tenía un cuerpo increíble y una sonrisa sexy? ¿Me había vuelto tan superficial? Oh, Dios. Las lágrimas escocían mis ojos y Elaine me atrajo de nuevo en un abrazo. —No fue mi intención molestarte, cariño. A veces una mamá necesita ayudarnos a encontrar el camino correcto cuando nos desviamos. Eso es todo. —Alisó mi cabello mientras me tranquilizaba.


—Ahora, vamos a hablar de otras cosas. Cosas más positivas. Como cuáles son tus planes ahora que has decidido conducir ese bonito Jeep de nuevo y empezar a vivir tu vida. Quiero saber todo al respecto. Vas a la universidad, ¿no es así? Quiero decir, no puedes quedarte aquí y seguir yendo a la universidad comunitaria. Eres demasiado inteligente para éste lugar, Lali. Oh, y la guitarra. Tu padre me dijo que el otro día vino a casa y te vio tocando. Estoy tan orgullosa de ti. —Seguí a Elaine a la casa, pero no tenía ganas de hablar de nada de eso. Quería ir a esconderme en mi habitación y llorar. Si querer estar con Peter era tan malo, ¿por qué dolía que dijeran que era un error? Él era la razón por la que avanzaba. ¿Eso no contaba para nada?

4 comentarios:

  1. masssssssss
    seguila me re cope con tu nove

    ResponderEliminar
  2. Aaayy que vieja forra!. Que no se meta!!.
    Seguí!
    Jenny

    ResponderEliminar
  3. Aghhh que le pasa a la man de Pablo?!!
    Ella como sabe lo que Pablo quería?!!
    Porque no piensa que si Lali es feliz con Peter está bien!!!
    Ay me estresa y es que por Peter está saliendo adelante

    ResponderEliminar
  4. Es comprensible k todos tenga desconfianza d Peter x su prontuario

    ResponderEliminar