jueves, 14 de agosto de 2014

Capitulo 20


Ya casi terminamos con esta historia, el libro tiene 25 capítulos mas epilogo; quiero terminarlo para mañana entonces que les parece, ¿MARATOON?
                                                                                                                                                   

PETER

Hizo mi cama. Maldita sea. ¿Por qué hacía esto? Estuve trabajando duro para sacarla tanto de mi cabeza y mi sistema por tres largos días. Revolcándome en un montón de whisky y mujeres. No funcionó. La única forma en la que fui capaz de correrme, fue cerrando los ojos y fingiendo que era Lali. Gritar su nombre no resultó bien con las chicas que estaban lo suficientemente sobrias como para darse cuenta de que mentalmente no me encontraba con ellas.

La esquina de mi edredón se hallaba doblada para mí y un plato de comida se encontraba en la mesa junto a la cama, cubierta con papel aluminio para mantenerla caliente. Sólo tenía que resistir hasta el sábado por la noche.
Entonces me iría por tres días enteros. El entrenador decidió que necesitaba comenzar a practicar con el equipo desde los domingos hasta los jueves. Se suponía que trabajaría desde los miércoles hasta los sábados desde ese momento. Carlos le dio al entrenador Mack un buen reporte y estaba siendo recompensado por el buen comportamiento.

Cuando Lali me rogó más temprano, casi me rendí. La única cosa que evitó que me girara para mirarla fue la imagen de ella con otro tipo. Le permitió tocarla y ayudarla a subir a la camioneta. Aunque el tipo no actuó de forma desairada. Fue bastante amable. No podía hacer esto con ella. Ser el secreto sucio de alguien nunca me molestó, hasta ese momento. No quería ser el secreto de Lali. Las cosas se sentían diferentes con ella. Sentí algo. Algo real. Había sido más. Mucho más.

Quité el papel aluminio del plato y el olor a pastel de carne y maíz me golpeó. Me sentía famélico. La imagen de Lali preparando mi plato, envolviéndolo cuidadosamente y llevándolo allí, apretó mi pecho. Maldita sea, iba a ser difícil. Por suerte, aprendí a una edad temprana que la auto-preservación era la única forma de sobrevivir con el alma intacta.

O tal vez ya había perdido mi alma. Dudaba que Dios le permitiera conservar cualquier regalo suyo a alguien como yo. Más bien creía que nací sin una.

El agua del lago se calentaba con cada caluroso día. Aún estaba más fría que los cuarenta grados que llegaba a ser tan sofocante que se hacía difícil respirar. Metí la cabeza bajo la superficie y mojé mi cabello, sacándolo de mi rostro.

El sonido de una puerta de auto cerrándose de golpe, hizo que sacara la cabeza. Me giré en el agua para ver a Lali caminando hacia mí. Mierda. ¿Qué iba a hacer? Hice todo en lo que podía pensar para que me dejara jodidamente solo. Su largo cabello caía libre por su espalda, y su plano y bronceado estómago se encontraba desnudo. El pequeño top rojo que llevaba, junto a esos malditamente cortos pantalones hicieron que mi sangre ardiera.

Debería girar la cabeza e ignorarla, pero era tan hermosa que era difícil. No me había permitido mirarla en casi una semana. Se detuvo en la orilla y comenzó a quitarse el top. ¿Qué diablos? Un sujetador de encaje rojo cubría sus tetas y aunque debería estar aliviado, no había nada mejor que lo desnudo. Era bastante caliente. Cuando sus manos bajaron para desabrochar sus pantalones cortos, abrí la boca para detenerla, pero ya comenzaba a salir de ellos. Un par de bragas de encaje a juego con una muy pequeña cobertura hicieron que se me atascara la lengua.

—Vas a hablar conmigo —demandó, entrando en el agua. Quería discutir con ella, pero caminaba hacia el agua con ropa interior roja, maldita sea. No podía formar las palabras.

—¿Dónde fuiste? —preguntó mientras cerraba el espacio entre nosotros.

No podía olvidarlo. No podía romperme. Ella tenía el poder de hacerlo. Nadie había tenido ese poder antes, nunca. Lali podría hacerlo. Si la dejaba acercarse más, podría destruirme totalmente. Me sentía débil cuando se preocupaba. No podía ser débil. Ya me rechazó una vez. ¿Por qué estaba tan determinada a hablarme? No fui yo quien la rechazó. Yo fui el rechazado. No iba a darle a alguien la oportunidad de decidir que no era lo suficientemente bueno de nuevo.

—No creo que sea de tu jodida incumbencia, ¿no, cariño? —dije aburridamente.

Se tensó y detuvo su acercamiento. Bien. Si se acercaba demasiado, iba a cogerla y olvidar el hecho de que pensaba que no era lo suficientemente bueno para ella. Me aferré a ese pensamiento mientras sus grandes tetas jugaban con el agua. Burlándose de mí.

—¿Por qué estás actuando así? —preguntó. El dolor en su voz hizo una fisura en mi pared. Tenía que alejarme de ella antes de que cometiera un error.

—Sólo estoy siendo yo mismo.

Frunció el ceño. —No. No eres frío y cruel.

Apreté las manos en puños debajo del agua para evitar estirarme y jalar ese dulce y pequeño cuerpo contra mí y así poder conseguir otra probada de ella.

Otro recuerdo que me llevaría conmigo cuando me fuera. Me rechazó. Lo haría de nuevo.

—¿Qué quieres, nena? ¿Quieres que me ocupe de ese caliente cuerpo que estás patrocinando? Porque no me importaría hacerlo sentirse mejor. Puedes correrte en mis dedos, ¿o ya estás lista para que me entierre en tu interior? ¿Quieres saber qué se siente follar con un chico malo? Es malditamente bueno, o eso me han dicho. Siempre tengo a las chicas regresando por más.

—Peter, no hagas esto —se atragantó.

—¿Que no haga qué? ¿Decirte la verdad sobre mí? Ya me tenías descifrado. Ese es el por qué quieres mantenerme como tu sucio secreto. Estoy acostumbrado a eso, Lali. He sido la aventura salvaje de muchas mujeres.

—Detente, no eres así.

Avancé un paso hacia ella y mi corazón golpeteó furiosamente contra mi pecho. Las lágrimas que llenaban sus ojos era lo último que podía soportar. Me odié mientras las siguientes palabras salían de mi boca. —Sí, nena, soy así. Pero no te preocupes. Estaré bien. Fui rechazado por ti, y más mujeres llegaron. Unas cuantas calientes chicas de una hermandad me hicieron sentir mejor este fin de semana.

Antes de que pudiera alejarme de ella, se giró y corrió hacia la orilla. El dolor en mi pecho se hizo insoportable. Me arrodillé y puse las manos en mis rodillas. ¡Jooooder! Eso dolía.

La camioneta rugió a la vida y la escuché alejarse. Huyó de nuevo, pero esta vez, fui yo quien la hizo huir.
Me enderecé, lanzando la cabeza hacia atrás y grité—: ¡Hijo de puta! —Mientras el sol caía directamente sobre mí. Burlándose de mí. Burlándose de mi vida.
LALI

Pablo se fue. Vico se fue. Peter se fue. No tenía a nadie. No podía soportarlo. Necesitaba hacer que el dolor desapareciera. Me sentía tan lastimada que mantenerme lejos de Peter el resto de la semana fue la única forma en la que pude tratar con el dolor. Incluso así, todo lo que podía hacer era llorar. Estuvo con otras mujeres. Quería creer que me mintió para lastimarme, pero sabía que no era así. Vi la sinceridad en sus ojos.

La idea de alguien más tocándolo y sintiendo sus manos sobre su cuerpo, me hacía sentir náuseas. No podía soportarlo. Necesitaba olvidarlo. Necesitaba borrar esa imagen de mi cabeza. El dolor sólo se hacía peor. Él pensaba que lo había rechazado y de alguna manera, así era. Tenía razón. Me lo merecía. Pero dolía demasiado.

Aparqué en el local de Nelly. Era el único Honky Tonk del pueblo. Y también era el único lugar que permitía que las personas de veinte años bebieran. Necesitaba sentirme entumecida. El alcohol era la única cosa con la que podía contar que funcionaría.

Nelly te vendía si tenías dinero. Debido a eso se las arreglaba para tener un negocio exitoso. Ninguna persona en el país pensaba en venir a comprobarla. Conseguía un montón de cosas porque se encontraba fuera del radar.

Saqué la falda de mezclilla que Pablo había amado tanto y me la puse. Completé mi traje con botas vaqueras y un brillante top negro. Iba a bailar con hombres atractivos y beber suficiente tequila como para hacer que el dolor desapareciera. Peter podría haberme dejado a un lado una vez se hubo cansado, pero no era indeseable. Muchos chicos se sentirían emocionados al tener mi atención.

Abrí la puerta de golpe. Mientras entraba en el bar lleno de humo, busqué a Natie Pérez. Me envió un mensaje diciéndome que viniera si buscaba diversión. La vi bailando con un tipo con un sombrero de vaquero negro y un par de vaqueros ajustados. Natie Pérez frotaba su cuerpo contra él mientras la banda tocaba una vieja canción country que me recordaba al álbum de Hank Williams Jr. de papá.

Nelly se encontraba en la barra y me acerqué para ordenar mi primer chupito de la noche.

—No esperaba verte aquí después de que Vico viniera a buscarte la última vez que viniste. —El preocupado ceño de Nelly me molestó. ¿Por qué todo el mundo se metía en mis asuntos?

—Necesito una bebida, Nelly —le dije mientras me sentaba en el taburete vacío frente a ella.

Suspiró. —Bien, niña, considerando que ahora eres una adulta. —Agarró un vaso de chupito y vertió algo de José Cuervo blanco en él, luego lo empujó hacia mí.

—¿Quieres limón y sal?

—No. Así está bien —respondí y lo puse entre mis labios. El calor quemó mi garganta. Bajé el vaso de nuevo y se lo regresé.

—Desacelera, cariño —me reprendió y llenó el vaso de nuevo antes de entregármelo de nuevo.

—Sólo necesito dos para soltarme.

Tomé el vaso y bebí su contenido rápidamente. El calor era menos intenso, pero seguía allí.

—¿Esto se debe a que Vico se fue a la universidad? —preguntó Nelly, apoyando los codos sobre la barra y estudiándome. Su largo cabello negro se encontraba salpicado con gris y atado en una cola de caballo. La vida no había sido buena con ella y aunque probablemente aún se hallaba en sus cuarenta, lucía más vieja. Su piel lucía avejentada y dura.

—No. Esta vez no es por uno de los chicos Martinez —le informé, devolviéndole el vaso—. Sólo uno más —le dije.

—¿A quién voy a llamar con Vico fuera de la ciudad si terminas mal?

—No me emborracharé, lo prometo. Sólo necesito olvidar, Nelly.

Presionó los labios firmemente y me sirvió otro vaso.

No esperé a que me lo diera. Me estiré, lo cogí y me lo bebí. El entumecimiento comenzó a establecerse y Peter Lanzani pareció menos importante. Perfecto. Le sonreí a Nelly y habría besado su mejilla fofa si pudiera. Fue quien alivió el dolor que sentía desde que Peter se deshizo de mí.

Levantándome, tuve que detenerme un segundo para estabilizarme cuando la habitación giró un poco. Una vez hube recuperado mi balance, me dirigí a la pista de baile. Bailaría sola. No necesitaba un hombre.

—Lali Esposito, creo que has estado bebiendo —dijo una familiar voz y levanté la mirada del suelo que había estado mirando para no caerme y encontré los sonrientes ojos castaños de Mark Ganner. Mark fue receptor en la secundaria. Pablo a menudo decía que Mark era su chico de confianza. Podía atrapar una pelota sin importar cuán mal la lanzaran.

—Mark. —Sonreí, feliz de ver a alguien de mi pasado.

—Luces muy bien, Lali.

Estiré la mano y me aferré a su brazo, inclinándome contra él. Mis piernas aún se sentían algo entumecidas. —Gracias —respondí.

—¿Quieres bailar? —preguntó Mark.

—¡Sí!

Mark se rió y me atrajo entre sus brazos. Me sentí agradecida por el apoyo.

—¿Qué has estado haciendo? —preguntó mientras nos movíamos al ritmo de la música.

—Nada. Tratando de descifrar qué hacer luego.

Mark asintió. —Sí.

La canción cambió y tuve más control de mi cuerpo cuando el tequila se extendió a través de él.

Lanzando la cabeza hacia atrás, me reí y comencé a mover las caderas seductoramente contra Mark. El interés en sus ojos se sintió vacío. Pero bueno, ya me hallaba vacía. Bien podría tomar lo que podía.

—¡Lali! —chilló Natie Pérez mientras el vaquero la rodeaba y se situaba junto a mí y Mark.

—Mírate, ya estás borracha y bailando con Mark. Estoy tan orgullosa que podría llorar —jadeó Natie—. Sé bueno con ella, Mark.

—Está en buenas manos —le aseguró Mark a Natie. Ella soltó risitas, luego le guiñó el ojo antes de seguir bailando.

—¿Aún siguen en contacto ustedes dos? —preguntó Mark.

—Sí, Natie Pérez aún me visita. Es la única amiga que tengo, aparte de Vico, que es lo suficientemente valiente para visitarme.

Mark frunció el ceño y pude ver la compasión en sus ojos. Odiaba la compasión. Peter nunca me miró con maldita compasión en sus ojos.

—Necesito otro chupito. ¿Me traerías uno? Nelly está siendo tacaña conmigo esta noche.

La compasión de Mark desapareció y me dio una sonrisa emocionada. —Sí, claro. Ya vengo.

—¿Podrías comprarme dos? —le pregunté mientras comenzaba a dirigirse hacia la barra.


—Absolutamente. 

9 comentarios:

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  2. Oh oh creo que a ese paso lali va a terminar sp borracha, si haz maratoooooon

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  3. Ese Mark busca algo k no le pertenece,va a terminar muy mal.

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  4. Si a la maratón k estoy al día ,y cumplí con todos los comentarios.
    Jajajajaa.

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  5. Jajajaja Lali. Borracha que hará?!
    Ay Peter que feo todo lo que le dijo a Lali
    Jsjsjskksksksks que pasará

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