LALI
Es jueves.
Noche de juego.
Normalmente, el sonido del juego de los jueves por la noche me molesta.
Esta noche es música para mis oídos, sabiendo que Peter debería estar en casa.
No tengo ni idea de qué esperar de él o de este arreglo que continuamos
teniendo. No le he enviado mensajes de texto o he hablado con él en los cinco
días desde que se fue.
Sé que por más que piense en él, no debería hacer esto. Para algo que
se supone que es casual, se ha sentido todo menos casual. Para mí, ha sido
sumamente de compromiso. Intenso, incluso. Es más o menos todo en lo que he
pensado desde aquella noche en la lluvia, y es bastante patético el que esté
alargando la mano para agarrar la manija y así entrar al apartamento, y que mi
maldita mano esté temblando, sabiendo que él podría estar allí.
Abro la puerta del apartamento, y Gastón es el primero en levantar
la mirada. Asiente, pero ni siquiera saluda. Nico me saluda con la mano desde su
asiento en el sofá, y luego vuelve a mirar la televisión.
Los ojos de Benjamin vagan de arriba abajo por mi cuerpo, y hago
lo que puedo para no rodar los ojos.
Peter no hace nada, porque Peter no está aquí.
Todo mi cuerpo suspira de decepción. Dejo caer la cartera sobre la
silla vacía en la sala de estar y me digo que es bueno que no esté aquí, porque
tengo demasiada tarea que hacer de todos modos.
—Hay pizza en la nevera —dice Gastón.
—Excelente. —Entro a la cocina y abro el armario para agarrar un plato.
Oigo pasos acercándose a mí, y mi ritmo cardíaco aumenta.
Una mano me toca en la espalda baja, e inmediatamente sonrió y giro
para estar en frente de Peter.
Sólo que no es Peter. Es Benjamin.
—Hola, Lali —dice, extendiendo los brazos a mí alrededor para llegar
al gabinete. La mano que tocó mi espalda todavía está en mí, pero ahora que me
he vuelto para estar enfrente de él, su mano se deslizó a mi cintura. Mantiene
sus ojos fijos en los míos mientras se extiende más allá de mí y abre el
armario—. Sólo necesito un vaso para mi cerveza —dice, excusando el hecho de
que esté aquí. Tocándome. Su cara a escasos centímetros de la mía.
No me gusta que me viera sonreír cuando me di la vuelta. Sólo le
di una idea equivocada.
—Bueno, no encontrarás un vaso en mi bolsillo —digo, quitando su mano
de mí. Aparto la mirada de Benjamin justo cuando Peter se mete en la cocina.
Sus ojos están haciendo agujeros en la parte de mí que Benjamin tocaba.
Peter vio la mano de Benjamin en mí.
Ahora está mirando a Benjamin como si acabara de cometer un asesinato.
—¿Desde cuándo bebes cerveza de un vaso? —dice Peter.
Benjamin se da la vuelta y mira a Peter, luego me da un vistazo y
sonríe una sonrisa coqueta muy descarada. —Desde que Lali se encontraba parada tan cerca del gabinete.
Mierda. Ni siquiera lo esconde. Cree que estoy
interesada en él.
Peter camina hacia la nevera y la abre. —Así que, Benjamin. ¿Cómo
está tu esposa?
Peter no hace un intento por sacar algo. Está allí de pie, mirando
a la nevera, con los dedos agarrando la
manilla de la puerta más duro de lo que
nunca ha sido agarrada, estoy segura.
Benjamin aún me mira. —Está en el trabajo —dice enfáticamente—Durante
al menos cuatro horas.
Peter cierra de golpe el refrigerador y da dos rápidos pasos hacia
Benjamin. Este se endereza, y de inmediato me alejo dos metros de él. —
Gastón te dijo específicamente que mantuvieras tus manos alejadas
de su
hermana. ¡Muéstrele un poco de respeto, maldición!
La mandíbula de Benjamin se tensa, y no retrocede o aparta la
mirada de Peter. De hecho, da un paso hacia él, cerrando el espacio entre ellos.
— A mí me parece que esto no es realmente sobre Gastón —dice Benjamin, furioso.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho. Me siento culpable por haberle
dado la idea equivocada a Benjamin, y aún más culpable porque discutiendo sobre
ello ahora. Pero maldita sea, amo que Peter lo odie tanto. Sólo deseo saber si
es porque no le gusta que Benjamin esté coqueteando cuando tiene una esposa en
casa, o si no le gusta que Benjamin esté coqueteando conmigo.
Y ahora Gastón está de pie en la entrada.
Mierda.
—¿Qué es lo que realmente no es sobre de mí? —pregunta
Gastón, viéndolos enfrentarse.
Peter retrocede un paso y se gira de manera que pueda mirar a Benjamin
y Gastón al mismo tiempo. Sus ojos permanecen fijos en Benjamin. — Está
tratando de follar a tu hermana.
Jesucristo, Peter.
¿Has oído hablar de endulzar las cosas?
Gastón ni siquiera se estremece. —Vete a tu casa con tu esposa, Benjamin
—dice firmemente.
Tan vergonzoso como es todo esto, no hago nada para intervenir y defender
a Benjamin, porque tengo la sensación de que Peter y Gastón han estado buscando
una excusa para dejar de ser su amigo desde hace un tiempo. Aunque nunca
defendería a un hombre que no tiene respeto por su matrimonio. Benjamin se
queda mirando a Gastón durante varios segundos minuciosamente largos, luego se
vuelve hacia mí, de espaldas tanto de Peter como de Gastón.
Este chico tiene
seriamente deseos de morir.
—Vivo en el décimo piso, departamento doce —susurra con un guiño—.
Pasa algún día. Ella trabaja las noches entre semana. —Se da la vuelta y camina
entre Gastón y Peter—. Ambos pueden irse a la mierda.
Gastón se gira, y sus puños se aprietan. Comienza a caminar hacia Benjamin,
pero Peter toma su brazo y lo jala de regreso a la cocina. No suelta el brazo
de Gastón hasta que la puerta delantera se cierra.
Gastón se voltea para estar frente a mí, y se ve tan enfadado que estoy
sorprendida de que el vapor no salga de sus oídos. Su cara es de color rojo, y
está tronando sus nudillos. Había olvidado lo increíblemente protector que es
conmigo. Siento que tengo quince años otra vez, sólo que ahora de repente tengo
dos hermanos sobre protectores.
—Borra ese número de apartamento de tu cabeza, Lali —dice Gastón.
Niego, un poco decepcionada porque creyera que me gustaría recordar
el número del apartamento de Benjamin. —Tengo estándares, Gastón.
Asiente, pero todavía está intentando calmarse. Inhala una respiración
profunda, chasqueando la mandíbula, y luego vuelve a entrar en la sala de
estar.
Peter se apoya contra la encimera, bajando la mirada a sus pies.
Lo observo en silencio hasta que finalmente levanta sus ojos y me mira. Echa un
vistazo hacia la sala de estar, y luego se aleja de la encimera y camina hacia
mí. Entre más se acerca, más me presiono contra el mostrador detrás de mí,
haciendo un intento de alejarme de la intensidad de sus ojos, a pesar de que no
puedo ir a ninguna parte.
Me alcanza.
Huele bien. Como a manzanas. La fruta prohibida.
—Pregúntame si puedes estudiar en mi casa —susurra.
Asiento, preguntándome por qué demonios haría tal petición después
de todo lo que acaba de suceder. Aun así, lo hago de todos modos.
—¿Puedo estudiar en tu casa?
Estalla en una enorme sonrisa y pone su frente en el lado de mi cabeza
para que sus labios estén directamente encima de mi oreja. —Me refería a que me
preguntes en frente de tu hermano —dice, riendo en voz baja—. Así tengo una
excusa para ir allí.
Bueno, esto es
vergonzoso.
Ahora sabe exactamente lo mucho que no soy Lali cuando estoy cerca
de él. Soy líquido. Ajustable. Haciendo lo que pide, lo que me dice, lo que
quiere que haga.
—Oh —digo en voz baja mientras lo veo alejarse de mí—. Eso tiene mucho
más sentido.
Sigue sonriendo, y no me di cuenta de lo mucho que extrañaba ver esa
sonrisa. Debería sonreír todo el tiempo. Para siempre. A mí.
Sale de la cocina y se dirige de nuevo a la sala de estar, así que
me voy a la habitación y me baño en tiempo récord.
No sabía que fuera buena actriz.
Sin embargo, tuve práctica. Cinco minutos de práctica. Me quedé en mi habitación, tratando de pensar en la mejor línea, la más casual
para cuando entrara en la sala de estar para pedirle a Peter su llave.
Decidí esperar hasta un momento particularmente ruidoso durante el juego,
y luego salí de mi cuarto y les grité.
—¡Tienen que bajarle al maldito televisor o ir a ver el juego al
lado, porque estoy tratando de estudiar!
Peter me echó un vistazo y trató de ocultar su sonrisa. Nico me
miró con sospecha, y Gastón rodó los ojos. —Tú ve al lado —dijo Gastón—. Estamos viendo el juego —Miró a Peter—.
Puede usar tu departamento, ¿no?
Peter se levantó de inmediato y dijo—: Por supuesto. La dejaré entrar.
Agarré mis cosas, lo seguí fuera de mi apartamento, y ahora aquí estamos.
Peter abrió la puerta de su apartamento para mí, a pesar de que no
está con llave. Sin embargo, Gastón no lo sabe. Entra y lo sigo. Cierra la puerta,
y nos volteamos y estamos uno enfrente del otro.
—Realmente tengo tarea —digo. No sé lo que espera que suceda, pero
siento que tengo que hacerle saber que sólo porque aparece después de unos días
de distancia, eso no significa que es mi prioridad número uno.
A pesar de que
más o menos lo es.
—Realmente tengo un juego que ver —dice, señalando por encima del
hombro a mi apartamento, pero caminando hacia mí al mismo tiempo.
Saca los libros de mis manos y camina con ellos a la mesa, donde
los deja. Empieza a caminar hacia mí, y no se detiene hasta que sus labios se presionan
contra los míos y no podemos seguir caminando más lejos porque mi espalda esta
contra la puerta del apartamento.
Sus manos agarran mi cintura, y las mías están agarrando sus hombros.
Su lengua se desliza entre mis labios y dentro de mi boca, y lo tomo, con mucho
gusto. Gime y se aprieta contra mí mientras mis manos se deslizan por su cuello
y cabello. Se aleja igual de rápido y retrocede varios metros.
Me mira como si fuera de alguna manera mi culpa que se tenga que ir.
Pasa las manos sobre su cara con frustración y exhala profundamente.
—No, tienes que comer antes —dice—. Te voy a traer un poco de
pizza. —
Camina hacia mí, y me muevo a un lado sin responder.
Abre la puerta y desaparece.
Él es tan raro.
Camino a la mesa y empiezo a poner todo lo que necesito para estudiar.
Estoy retirando la silla para sentarme cuando la puerta de su apartamento se
abre de nuevo. Me doy la vuelta, y está caminando hacia la cocina con un plato
en sus manos. Pone la pizza en su microondas, presiona algunos botones y la
inicia, y luego se dirige directamente hacia mí. Está haciendo esa cosa intimidante
de nuevo, esa que me hace retroceder naturalmente ante él, pero su mesa está
detrás de mí, y no puedo ir a ninguna parte.
Me alcanza y rápidamente presiona sus labios contra los míos. — Tengo
que volver —dice—. ¿Estás bien?
Asiento.
—¿Necesitas algo?
Niego.
—Hay jugo y agua embotellada en la nevera.
—Gracias.
Me besa brevemente antes de que me libere y salga por la puerta.
Me desplomo contra la silla.
Es tan agradable.
Podría acostumbrarme a esto.
Pongo el cuaderno delante de mí y empiezo a estudiar. Una hora y media
pasa, y entonces recibo un mensaje de él.
Peter: ¿Cómo va la
tarea?
Estoy leyendo el texto en mi teléfono, sonriendo como una idiota. Han
pasado nueve días sin verme o enviarme mensajes de texto, y ahora me está enviando
mensajes, a veinte metros de distancia.
Yo: Bien. ¿Cómo va el
juego?
Peter: Medio tiempo.
Estamos perdiendo.
Yo: Que mal.
Peter: Sabías que no
tenía cable.
Yo: ¿¿¿???
Peter: Antes, cuando nos
gritaste. Nos dijiste que fuéramos a mi casa para ver el juego, pero ya sabías
que no tenía cable. Creo que Nico sospecha ahora.
Yo: Oh, no. No pensé
en eso.
Peter: Es genial. Está
mirándome como si supiera que algo está pasando. Sinceramente, no me importa si
lo sabe. Sabe todo lo demás sobre mí.
Yo: Me sorprende que
no se lo hayas dicho ya. ¿No todos los chicos hablan de sus ligues?
Peter: Yo no, Lali.
Yo: Supongo que eres
la excepción. Ahora déjame en paz, tengo que estudiar.
Peter: No vuelvas hasta
que te diga que el juego ha terminado.
Pongo el teléfono en la mesa, incapaz de borrar la sonrisa de mi cara.
Una hora más tarde, la puerta de su apartamento se abre. Levanto la
mirada y él entra, cierra la puerta y se apoya casualmente contra ella. — El
juego ha terminado —dice.
Suelto el bolígrafo. —Justo a tiempo. Acabo de terminar mi tarea.
Sus ojos caen a mis libros, esparcidos por toda la mesa. —Gastón probablemente
te está esperando.
No sé si esa es su forma de decirme que debo irme o si es sólo una
conversación. Me pongo de pie de todos modos y empiezo a recoger mis libros,
tratando de ocultar la decepción en mi cara.
Camina directamente hacia mí y me quita los libros de las manos, bajándolos
otra vez. Les da un empujón, alejándolos unos cuantos centímetros y entonces me
agarra de la cintura y me pone sobre la mesa.
—Eso no significa que quiero que te vayas —dice con firmeza, mirándome
firmemente a los ojos.
No sonrío esta vez, porque me puso nerviosa de nuevo. Cada vez que
me mira con tanta intensidad, me pongo nerviosa.
Me desliza hasta el borde de la mesa y se ubica entre mis piernas.
Sus manos siguen en mi cintura, pero sus labios están en mi
mandíbula.
—Estaba pensando —dice en voz baja, su aliento acaricia mi cuello,
cubriéndome en escalofríos—, en esta noche y que has estado en clases todo el
día. —Desliza sus manos por debajo de mí, levantándome de la mesa—. Y cómo
trabajas todo el fin de semana, cada fin de semana. —Mis piernas se envuelven
alrededor de él. Me está llevando a su dormitorio.
Ahora me recuesta en su cama.
Ahora está encima de mí, colocando mi cabello hacia atrás y mirándome
a los ojos. —Y me di cuenta de que nunca tienes un día libre.
—Su boca regresa a mi mandíbula, besándome suavemente entre cada frase—.
No has tenido un día libre desde Acción de Gracias, ¿verdad?
Niego con la cabeza, sin entender por qué está hablando tanto,
pero al mismo tiempo me encanta. Su mano se desliza bajo mi camisa, y su palma
encuentra mi estómago, continuando hacia arriba hasta que acuna mi pecho. —Debes
estar muy cansada, Lali.
Niego con la cabeza. —En realidad no.
Estoy mintiendo.
Estoy agotada.
Sus labios dejan mi cuello y me mira a los ojos. —Estás mintiendo —
dice, pasando su pulgar sobre la fina capa de sostén que cubre mi pezón— . Me
doy cuenta de que estás cansada. —Baja la boca hasta que se presiona contra la
mía tan suavemente que apenas la siento—. Sólo quiero besarte por unos minutos,
¿de acuerdo? Luego puedes ir a descansar un poco. No quiero que pienses que esperaba
algo sólo porque los dos estamos en casa.
Su boca toca la mía otra vez, pero sus labios no se pueden
comparar a lo que me hacen sus palabras. Nunca supe que la consideración podría
excitar tanto.
Pero, oh, Dios mío. Es tan caliente.
Su mano se desliza por debajo de mi sostén y su boca me invade.
Cada vez que su lengua acaricia la mía, mi cabeza da vueltas. Me pregunto
si eso nunca dejará de pasar.
Sé que dijo que sólo quería besarme por unos minutos, pero su definición
de beso y mi definición de beso están escritos en dos idiomas diferentes. Su
boca está en todas partes.
Y las manos también.
Empuja mi camisa por encima de mi sujetador, tirando un lado de éste
hacia abajo hasta que mi pecho queda expuesto. Se burla de mí con su lengua,
mirándome mientras lo hace. Su boca es cálida y su lengua es incluso más
caliente, provocando que se me escapen suaves gemidos.
Pasa la mano por mi estómago y se aleja un poco de mí, sosteniendo
su peso en un codo. Su mano se arrastra sobre mis pantalones vaqueros hasta que
llega a la parte interna de mis muslos. Pasa sus dedos contra el material entre
las piernas, y dejo caer la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos.
Dios mío, me
encanta su versión de besar.
Comienza a frotar su mano sobre mí, presionando firmemente contra mis
vaqueros hasta que todo mi cuerpo está rogándole en silencio. Su boca ya no
está en mi pecho. Está en mi cuello y me está besando, mordisqueando, chupando,
todo en un solo lugar, como si estuviera tratando de marcarme.
Estoy tratando de ser silenciosa, pero es imposible cuando está creando
esta increíble fricción entre nosotros. Pero eso está bien, porque él tampoco
es silencioso. Cada vez que gimo, gruñe o suspira o susurra mi nombre. Es por
eso que estoy siendo tan ruidosa, porque me encantan sus
sonidos.
Los amo.
Su mano se mueve rápidamente al botón de mis vaqueros y los desabrocha,
pero no cambia de posición ni se aleja de mi cuello. Baja la cremallera y
desliza sus manos por encima de mi ropa interior. Retoma los mismos
movimientos, sólo que esta vez son un millón de veces más intensos y al
instante sé que no va a tener que hacerlo durante mucho más tiempo.
Mi espalda se arquea en la cama, y se necesita todo lo que tengo para
no alejarme de su mano. Es como si supiera exactamente los lugares correctos
para tocarme y que me hagan reaccionar.
—Cristo, Lali. Estás tan mojada. —Dos de sus dedos apartan a un lado
mis bragas—. Quiero sentirte.
Y eso es todo.
Soy una desahuciada.
Su dedo se desliza dentro de mí, pero el pulgar se mantiene fuera,
provocándome gemidos y, oh, Dios mío y no te detengas como si yo fuera un disco rayado. Me besa,
tragando todos mis sonidos mientras mi cuerpo empieza a temblar bajo su mano.
La sensación dura tanto tiempo y es tan intenso que tengo miedo de
soltarlo cuando haya terminado. No quiero que su mano me abandone.
Quiero dormirme así.
Estoy completamente inmóvil, pero los dos estamos respirando tan pesadamente
que somos incapaces de movernos. Su boca sigue en la mía y nuestros ojos están
cerrados, pero no me está besando. Después de unos momentos, finalmente saca su
mano de mis pantalones y luego sube la cremallera y abrocha los botones. Cuando
abro los ojos, está deslizando lentamente los dedos de su boca con una sonrisa.
¡Cielo santo!
Me alegro mucho de no estar de pie en este momento, o el verlo hacer
eso habría hecho que me cayera.
—Vaya —le digo mientras exhalo—. Eres malditamente bueno en esto.
Su sonrisa se amplía más. —Vaya, gracias —dice. Se inclina y besa mi
frente—. Ahora, ve a casa y duerme un poco, chica.
Comienza a levantarse de la cama, y le agarro los brazos y lo jalo
hacia abajo. —Espera —le digo. Lo empujo sobre su espalda y me deslizo por
encima de él—. Eso no es muy justo para ti.
—No voy a llevar la cuenta —dice, girándome sobre mi espalda—. Seguro
que Gastón se pregunta por qué sigues aquí. —Se levanta y me agarra las muñecas
para levantarme con él. Me atrae hacia su cuerpo lo suficientemente cerca para
notar que todavía no está completamente listo para que me vaya.
—Si Gastón dice algo, sólo le voy a decir que no quería irme hasta
que terminara con mi tarea.
Peter sacude la cabeza. —Tienes que volver, Lali —dice—. Me agradeció
por protegerte de Benjamin. ¿Cómo crees que se sentiría si supiera que sólo lo
hice porque estaba siendo egoísta y te quería toda para mí?
Sacudo la cabeza. —No me importa cómo se sentiría. No es asunto suyo.
Peter lleva las manos a mis mejillas. —A mí me importa. Es mi amigo. No quiero que
descubra lo hipócrita que soy. —Me besa la frente y me saca de la habitación
antes de que pueda responder. Recoge mis libros y me los da cuando llego a la
puerta principal, pero antes de que salga, me agarra el codo y me detiene. Baja
la mirada hacia mí, pero en esta ocasión hay algo más en su expresión.
Algo en sus ojos que no desea ni quiere o decepcionante o intimidante.
Es algo tácito. Algo que quiere decirme pero tiene mucho miedo de hacerlo.
Sus manos acunan mis mejillas y presiona su boca en la mía con tanta
fuerza que golpeo el marco de la puerta detrás de mí.
Me besa de manera posesiva y desesperadamente, una que me pondría
triste si no me gustara tanto. Inhala profundamente y se aleja, exhalando
lentamente y mirándome fijamente a los ojos. Aleja la mano y da un paso atrás,
esperando a que salga al pasillo antes de que cierre la puerta.
No tengo ni idea de qué se trataba, pero necesito más de eso.
***
De alguna manera hago que mis piernas se muevan y entro en el apartamento
de Gastón. Gastón no se encuentra en la sala de estar, así que pongo mis libros
sobre la encimera.
Oigo la ducha de Gastón.
Gastón está en la
ducha.
Inmediatamente salgo por la puerta, cruzo el pasillo y golpeo. Su puerta
se abre con tanta rapidez que es como si Peter siguiera de pie en el mismo
lugar. Mira por encima de mi hombro a la puerta de miapartamento.
—Gastón está en la ducha —le digo.
Peter me mira, y antes de pensar que ni siquiera tiene tiempo paraprocesar
mis palabras, me jala dentro de su apartamento. Cierra la puerta y me empuja
contra ella, y una vez más, su boca está en todas partes.
No pierdo tiempo, desabrochando sus pantalones vaqueros y jalándolos hacia abajo varios centímetros.
Sus manos toman el control y me bajan los pantalones por completo, junto con mi
ropa interior. Tan pronto como los deslizo por mis pies, me lleva con urgencia
hacia la mesa de su cocina. Me gira, posicionándome hasta que estoy inclinada
encima de la mesa sobre mi estómago.
Lleva la mano entre mis piernas, procurando abrirme más mientras se
libera de sus vaqueros. Sus dos manos se mueven a mi cintura y me agarra con
fuerza. Se ubica a sí mismo en mi contra y luego se introduce cuidadosamente
dentro de mí. —Oh, Dios —gruñe.
Presiono las palmas sobre la mesa. No hay nada a lo que pueda agarrarme
y lo necesito con desesperación.
Se inclina hacia delante, presionando su pecho contra mi espalda. Sus
respiraciones son pesadas y calientes y se estrellan contra mi piel. — Tengo
que conseguir un condón.
—Está bien —exhalo.
Sin embargo, todavía no se ha retirado y mi cuerpo naturalmente quiere
tomarlo por completo. Me presiono contra él, llevándolo más dentro de mí, lo
que le hace cavar sus dedos en mis caderas tan fuerte que me estremezco.
—No, Lali.
Su voz es una advertencia.
O un desafío.
Lo hago de nuevo y gime, saliendo de mí rápidamente por completo. Sus
manos siguen clavadas en mis caderas y todavía está presionado contra mí —sólo
que ya no está dentro de mí.
—Estoy tomando la píldora —le susurro.
No se mueve.
Cierro los ojos, necesitando que haga algo. Cualquier cosa. Me
estoy muriendo.
—Lali —susurra. No continúa con nada. Seguimos quietos, con él en
la misma posición, ubicado apenas fuera de mí.
—Maldita sea. —Suelta mi cintura y encuentra mis manos con las palmas
hacia abajo sobre la mesa. Desliza sus dedos entre los míos y aprieta, y luego
entierra su cara en mi cuello por detrás de mí—. Prepárate.
Se estrella contra mí tan inesperadamente que grito. Una de sus manos
suelta la mía, y la lleva a mi boca y la cubre. —Shh —advierte. Se queda
quieto, dándome un momento para adaptarme a él dentro de mí.
Sale con un gemido y choca contra mí otra vez, haciéndome gritar una
vez más. En esta ocasión su mano amortigua mis ruidos.
Repite sus movimientos.
Más duro.
Más rápido.
Gruñe con cada embestida y estoy haciendo ruidos que ni siquiera sabía
que podía hacer. Nunca he experimentado nada como esto.
No sabía que podía ser tan intenso. Tan primitivo. Tan bestial.
Bajo mi cara y apoyo la mejilla contra la mesa.
Cierro los ojos.
Dejo que me
folle.
***
Está silencioso.
Está muy silencioso y no sé si es porque los dos fuimos tan
ruidosos hace apenas unos segundos, o si sólo necesita un minuto para recuperarse.
Sigue dentro de mí, pero ha terminado. Sólo que no se mueve. Una de
sus manos todavía me cubre la boca y la otra sigue apretando mis dedos. Su cara
todavía está enterrada en mi cuello.
Pero está tan increíblemente quieto que tengo miedo de moverme. Ni
siquiera lo siento respirar.
Lo primero que mueve es la mano, para alejarla de mi boca. Separa los
dedos de los míos y los endereza, alejándolos lentamente de los míos.
Presiona las manos contra la mesa y levanta la cara de mi cuello.
Sale de mí sin hacer ruido.
Todavía está muy silencioso, así que no me muevo.
Lo escucho mientras se acomoda los pantalones y sube la cremallera.
Oigo sus pasos mientras se aleja.
Está alejándose.
La puerta del dormitorio se cierra y me estremezco. Mi mejilla y
las palmas y el estómago siguen completamente contra su mesa, pero ahora también
lo están mis lágrimas.
Están cayendo.
Cayendo, cayendo, cayendo y no puedo detenerlas.
Estoy apenada. Estoy avergonzada. No tengo ni idea de qué diablos le
pasa, pero tengo demasiado orgullo y muy poco coraje como para ir a descubrirlo.
Esto se siente como un fin. No estoy segura de si estaba lista
para que esto fuera el final. No estoy segura de si estaba lista para que alguna vez haya un final y me odio
por permitir que mis sentimientos lleguen a ese punto.
También estoy enojada porque aquí estoy, de pie en su apartamento,
buscando mis pantalones, tratando de detener mis ridículas lágrimas, todavía
sintiendo los restos de él deslizándose por mi pierna y no tengo ni puta idea
de por qué tuvo que arruinarlo.
Arruinarme.
Termino de vestirme y me voy.
continualaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarMe encantaaa!.
ResponderEliminarOtro porfa!.
Jenny
Noooooo porfavor subiiiiiii otroooo
ResponderEliminarAhhhhhh
ResponderEliminarPara que le paso a Peter?!!!
Osea todo bien quiero sexo cual y eso pero eso fue muy patan
No se portó nada bien ahí Peter.Quizás el mismo tenga una guerra interna x sus sentimientos.
ResponderEliminarSEGUILAAAA
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