LALI
—Enfermera —grita Gastón. Entra a la cocina y Peter está siguiéndolo.
Gastón se hace a un lado y apunta hacia Peter. Su mano está cubierta de sangre.
Está goteando. Peter me mira como si yo tuviera que saber qué hacer. Esto no es
una sala de emergencias. Esta es la cocina de mi mamá.
—¿Un poco de ayuda? —dice Peter, agarrando su muñeca con fuerza.
Su sangre está goteando por todo el piso.
—¡Mamá! —grito—. ¿Dónde está tu botiquín de primeros auxilios? — Estoy
abriendo gabinetes, tratando de encontrarlo.
—¡En el cuarto de baño de la planta baja! ¡Debajo del fregadero! —
grita.
Señalo hacia el baño y Peter me sigue. Abro el gabinete y saco el
kit. Cerrando la tapa del inodoro, le ordeno a Peter que tome asiento,
luego me siento en el borde de la bañera y jalo su mano hacia mí. —¿Qué
hiciste? — Empiezo a limpiarlo e inspeccionar el corte. Es profundo, justo a
través del centro de la palma.
—Agarré la escalera. Se estaba cayendo.
Niego con la cabeza. —Deberías haberla dejado caer.
—No pude —dice—. Gastón se encontraba en ella.
Levanto la vista hacia él y me mira con esos ojos azules intensos.
Miro su mano de nuevo. —Necesitas puntos.
—¿Estás segura?
—Sí —le digo—. Puedo llevarte a la sala de emergencias.
—¿No puedes coserla aquí?
Niego con la cabeza. —No tengo los suministros adecuados. Necesito
puntos. Es bastante profunda.
Usa la otra mano para hurgar en el botiquín de primeros auxilios. Saca
un carrete de hilo y me lo da. —Haz tu mejor esfuerzo.
—No es como coser un maldito botón, Peter.
—No voy a pasar todo el día en una sala de emergencia por una cortada.
Haz lo que puedas. Estaré bien.
No quiero que pase el día en la sala de emergencias. Eso significa
que no estaría aquí. —Si tu mano se infecta y te mueres, voy a
negar cualquier participación mía en esto.
—Si mi mano se infecta y muero, estaría demasiado muerto para culparte.
—Buen punto —le digo. Limpio la herida de nuevo, luego tomo los suministros
que necesitaré y los pongo sobre el mostrador. No puedo conseguir un buen
ángulo con la forma en que estamos posicionados, así que me pongo de pie y apoyo la pierna en el borde de la bañera,
poniendo su mano sobre ella.
Pongo su mano
sobre mi pierna.
Oh, diablos.
Esto no va a funcionar con su brazo colocado sobre mi pierna así.
Si quiero que mis manos mantengan la calma y no tiemblen, voy a tener que reposicionarnos.
—Esto no funcionará —le digo, volviéndome hacia él. Tomo su mano y
la apoyo sobre el mostrador, y luego me paro directamente delante de él.
La otra forma funcionaba mejor, pero no puedo tenerlo tocando mi
pierna mientras hago esto.
—Te va a doler —advierto.
Se ríe como si conociera el dolor y. para él, esto no fuera dolor.
Perforo su piel con la aguja y ni siquiera se estremece.
No hace ni un sonido.
Me mira trabajar tranquilamente. De vez en cuando, levanta la
vista de la mano y mira mi cara. No hablamos, como siempre.
Trato de ignorarlo. Trato de concentrarme en su mano, en su herida
y cuán desesperadamente necesita ser cerrada, pero nuestros rostros están tan
cerca y puedo sentir su aliento en mi mejilla cada vez que exhala. Y comienza a
exhalar mucho.
—Tendrás una cicatriz —le digo en un susurro silencioso.
Me pregunto a dónde fue el resto de mi voz.
Empujo la aguja por cuarta vez. Sé que duele, pero él no permite
que se note. Cada vez que esto perfora su piel, tengo que detenerme de hacer una
mueca de dolor por él.
Debería concentrarme en su herida, pero lo único que puedo sentir es
el hecho de que nuestras rodillas se están tocando. La mano que no estoy
cosiendo está apoyada en la parte superior de su rodilla. Una de las puntas de
sus dedos está rozando mi rodilla.
No tengo idea de lo mucho que puede estar pasando en este momento,
pero en todo lo que me puedo concentrar es en la punta de ese dedo. Se siente
tan caliente contra mis vaqueros como un hierro de marcar. Aquí está él, con
una herida grave, empapando de sangre la toalla bajo su mano, mi aguja
perforando su piel, y lo único en lo que puedo concentrarme es en ese pequeño
contacto entre mi rodilla y su dedo.
Me hace preguntarme cómo se sentiría ese roce si no hubiera una capa
de tela entre nosotros.
Nuestros ojos se encuentran durante dos segundos y luego, rápidamente,
vuelve la mirada a su mano. Aunque no la mira del todo ahora. Me observa y hago
mi mejor esfuerzo para ignorar la forma en que respira. No puedo decir si su
respiración se ha acelerado por lo cerca que estamos o porque lo estoy
lastimando.
Dos de las puntas de sus dedos están tocando mi
rodilla.
Tres.
Inhalo de nuevo y trato de concentrarme en terminar sus puntadas.
No puedo.
Es deliberado. Este contacto no es un roce accidental. Me está tocando
porque quiere tocarme. Sus dedos se arrastran alrededor de
mi rodilla y su mano se desliza hacia la parte posterior de mi pierna. Pone su frente
contra mi hombro con un suspiro, y me aprieta la pierna con la mano.
No tengo ni idea de cómo todavía estoy de pie.
—Lali —susurra. Dice mi nombre dolorosamente, así que hago una pausa
en lo que estoy haciendo y espero que me diga que le duele. Espero que me pida
que le dé un minuto. Es por eso que me toca, ¿no es así? ¿Porque lo estoy
lastimando?
No habla de nuevo, así que termino la última puntada y amarro el hilo
—Se acabó —le digo, recolocando los artículos en el mostrador. No
me libera, por lo que no me alejo de él.
Su mano lentamente comienza a deslizarse hacia arriba por la parte
posterior de mi pierna, hacia mi muslo, alrededor de mi cadera y hasta mi
cintura.
Respira, Lali.
Sus dedos agarran mi cintura y me tira más cerca, aún con la cabeza
presionada contra mí. Mis manos encuentran sus hombros, porque tengo que
aferrarme a algo para no perder el equilibrio. Cada músculo de mi cuerpo de
alguna manera se olvidó de cómo hacer su trabajo.
Todavía estoy de pie y él sigue sentado, pero estoy posicionada
entre sus piernas ahora que me puso tan cerca. Poco a poco comienza a levantar su
rostro de mi hombro y tengo que cerrar los ojos, porque me pone tan nerviosa
que no puedo mirarlo.
Siento que levanta su rostro para mirarme, pero mis ojos siguen cerrados.
Los aprieto un poco más. No sé por qué. No sé nada en este momento. Sólo sé de Peter.
Y en este momento, creo que Peter quiere besarme.
Y en este momento, estoy malditamente segura de que quiero besar a
Peter.
Su mano se arrastra lentamente por mi espalda hasta que está tocándome
la nuca. Siento que ha dejado marcas en cada parte de mí que ha tocado. Sus
dedos están en la base de mi cuello y su boca se encuentra a menos de un
centímetro de mi mandíbula. Tan cerca que no puedo distinguir si son sus labios
o su respiración lo que está abanicando mi piel.
Siento como si estuviera a punto de morir, y no hay absolutamente nada
en ese botiquín de primeros auxilios que pueda salvarme.
Aprieta su agarre en mi cuello... y luego me mata.
O me besa. No puedo decir cuál, puesto que estoy
bastante segura de que se sentirían igual. Sus labios contra los míos se
sienten como todo. Como vivir, morir y renacer, todo al mismo tiempo.
Buen Dios. Me
está besando.
Su lengua ya está en mi boca, acariciando suavemente la mía y ni siquiera
recuerdo cómo sucedió. Sin embargo, estoy de acuerdo con esto.
Estoy de acuerdo con esto.
Comienza a ponerse de pie, pero su boca se mantiene en la mía. Me guía
unos pocos metros hasta la pared detrás de mí, reemplazando la mano que se
encontraba en mi nuca. Ahora está tocando mi cintura.
Oh, Dios mío, su
boca es tan posesiva.
Sus dedos están extendidos de nuevo, clavándose en mi cadera.
Santo infierno,
acaba de gemir.
Su mano se mueve de mi cintura y se desliza hasta mi pierna.
Mátenme ahora.
Sólo mátenme ahora.
Levanta mi pierna, la envuelve alrededor de él y luego se presiona
contra mí tan maravillosamente que gimo en su boca. El beso llega a un abrupto
fin.
¿Por qué está
alejándose? No te detengas, Peter.
Deja caer la pierna y su palma golpea la pared al lado de mi
cabeza como si necesitara el apoyo para seguir en pie.
No, no, no. Sigue
adelante. Pon tu boca en la mía de nuevo.
Trato de mirarlo a los ojos otra vez, pero están cerrados.
Están lamentando esto.
No los abra, Peter.
No quiero ver que te arrepientes de esto.
Presiona la frente contra la pared al lado de mi cabeza, todavía inclinado
contra mí, mientras permanecemos en silencio, tratando de devolver el aire a
nuestros pulmones. Después de varias respiraciones profundas, se aleja de la
pared, se da la vuelta y camina hacia el mostrador. Por suerte, no vi sus ojos
antes de que los abriera y ahora se encuentra de espaldas a mí, así que no puedo
ver el arrepentimiento que obviamente siente. Toma un par de tijeras médicas y
recorta un rollo de gasa.
Estoy pegada a la pared. Creo que me quedaré aquí para siempre. Ahora
soy un papel tapiz. Eso es todo. Eso es todo lo que soy.
—No debería haber hecho eso —dice. Su voz es firme. Dura. Como metal.
Como una espada.
—No me importa —le digo. Mi voz no es firme. Es como líquido. Se evapora.
Envuelve la mano herida, y luego se gira y me enfrenta.
Sus ojos son firmes al igual que su voz. También son duros, como
el metal. Como espadas, cortando las cuerdas que sostenían la poca esperanza
que tenía para él y para mí en ese beso.
—No me dejes hacer eso otra vez —dice.
Quiero que vuelva a hacerlo más de lo que quiero la cena de Acción
de Gracias, pero no lo digo. No puedo hablar, porque su arrepentimiento está
atrapado en mi garganta.
Abre la puerta del baño y se va.
Todavía estoy pegada a la pared.
¿Qué. Diablos?
SEGUILA!!!!!!!!!
ResponderEliminarKEREMOS MAS PARTES LALITERRR
Uhhhhh
ResponderEliminarJZJZKKKKA PETER está atraído por ella
JzjzkKKka ayayaya la besoooo
Vamos laliter!!!!
El empezó todo ella solo. Lo. Siguió
Ay noo que feo eso que de arrepienta
Maaaaaaasss
ResponderEliminarSi la beso:)))))))
ResponderEliminarque lindo caaappppp
ResponderEliminarHola!, volví!!.
ResponderEliminarMe puse al día! Estuve re atrasada estos días xq estaba estudiando para rendir!.
Me encanta la nove!.
Jenny
Eso digo yo -k diablos!!!.
ResponderEliminarPeter siempre besa y después se arrepiente,es un cobarde.