martes, 19 de agosto de 2014

Capitulo 7

LALI


Han pasado dos semanas desde que vi a Peter, pero sólo dos segundos desde la última vez que he pensado en él. Parece trabajar tanto como Gastón, y aunque es agradable tener el lugar para mí de vez en cuando, también lo es cuando Gastón no está trabajando y realmente hay alguien con quien hablar. Diría que es lindo cuando Gastón y Peter no están fuera del trabajo, pero no ha sucedido desde que he vivido aquí.

Hasta ahora.

—Su papá está trabajando y él no lo hará hasta el lunes —dice Gastón. No tenía idea de que había invitado a Peter a ir a casa con nosotros para Acción de Gracias hasta este momento. Está tocando la puerta del apartamento de Peter—. No tiene nada más que hacer.

Estoy bastante segura de que asiento después de escuchar esas palabras, pero me giró y camino en línea recta hacia el ascensor. Tengo miedo de que cuando Peter abra la puerta, mi emoción por el hecho de que vendrá con nosotros será transparente.

Estoy en el ascensor, en la pared más alejada, cuando ambos entran. Peter me ve y asiente, pero es todo lo que consigo. La última vez que hablé con él, volví las cosas completamente incómodas entre nosotros, así que no digo ni una palabra. También trato de no verlo fijamente, pero es muy difícil concentrarse en otra cosa. Está vestido casualmente con una gorra de béisbol, pantalones vaqueros y una camiseta de los 49ers. Sin embargo, creo que ese es el por qué encuentro difícil de apartar la mirada, porque los chicos siempre me han parecido más atractivos cuando ponen menos esfuerzo en tratar de serlo.

Mis ojos dejan su ropa y encuentran su mirada fija, concentrada. No sé si sonreír con vergüenza o mirar hacia otro lado, así que simplemente opto por copiar su próximo movimiento, esperando que aparte la mirada primero.

No lo hace. Sigue mirándome en silencio durante el resto del viaje en ascensor, y yo obstinadamente hago lo mismo. Cuando finalmente llegamos a la planta baja, estoy aliviada de que de salga primero, porque tengo que inhalar una respiración muy profunda, teniendo en cuenta que no he respirado en por lo menos sesenta segundos.

—¿A dónde se dirigen ustedes tres? —pregunta Cap una vez que todos bajamos del ascensor.

—A casa, en San Diego —dice Gastón—. ¿Tienes plantes para Acción de Gracias?

—Va a ser un día muy ocupado para los vuelos —dice Cap—. Calculo que estaré aquí trabajando. —Me da un guiño y yo le guiño de vuelta antes de que desplace su atención a Peter—. ¿Y tú, muchacho? ¿Te diriges a tu casa?

Peter lo observa en silencio, de la misma manera silenciosa en que me miraba fijamente en el elevador. Eso me decepciona enormemente, porque por un momento, tuve una pequeña luz de esperanza de que Peter me miraba como lo hacía porque sentía la misma atracción que yo siento cuando estoy cerca de él. Pero ahora, viendo su enfrentamiento visual con Cap, estoy casi segura de que no quiere decir que Peter se siente atraído por una persona simplemente por quedarse viéndola descaradamente.

Peter aparentemente sólo mira a todo el mundo de esta forma.

Unos muy silenciosos y torpes cinco segundos siguen, y ninguno de los dos habla. ¿Quizás a Peter no le gusta que se refieran a él como “muchacho”?

—Ten una buena Acción de Gracias, Cap —pronuncia finalmente Peter, sin siquiera molestarse en responder a la pregunta. Se da la vuelta y comienza a caminar a través del vestíbulo con Gastón.

Miro a Cap y me encojo de hombros. —Deséame suerte —le digo en voz baja—. Parece que el Sr. Lanzani podría estar teniendo otro mal día.

Cap sonríe. —No —dice, retrocediendo un paso hacia su silla—. A algunas personas simplemente no les gustan las preguntas, es todo. —Se deja caer y me da un saludo de despedida. Lo saludo de vuelta antes de caminar hacia la salida.

No puedo decir si Cap excusa a Peter por su comportamiento grosero porque él le gusta, o si simplemente excusa a todos.

—Conduciré hasta allí, si quieres —le dice Peter a Gastón cuando todos llegamos al coche—. Sé que no has dormido todavía. Puedes conducir de regreso mañana.

Gastón está de acuerdo y Peter abre la puerta del lado del conductor. Me subo al asiento de atrás y trato de averiguar dónde sentarme. No sé si debería sentarme directamente detrás de Peter, en medio, o detrás de Gastón. En cualquier lugar que me siente, lo siento. Él está en todas partes.

Todo es Peter.

Eso es lo que pasa cuando una persona desarrolla una atracción hacia alguien. Él es nada y, de repente, está en todas partes, ya sea si quieres que lo esté o no.

Esto me hace preguntarme si estoy en cualquier lugar para él, pero el pensamiento no dura mucho. Puedo decir cuando un hombre se siente atraído por mí y Peter, definitivamente, no entra en esa categoría. Es por eso que tengo que encontrar la forma de detener lo que sea que siento cuando estoy cerca de él. La última cosa que quiero ahora mismo es un enamoramiento por un tonto chico cuando apenas tengo tiempo para centrarme en el trabajo y la escuela.

Saco un libro de bolsillo de mi cartera y empiezo a leer. Peter enciende la radio y Gastón coloca su asiento hacia atrás y mueve sus pies sobre el salpicadero. —No me despierten hasta que estemos allí —dice, poniendo su gorra sobre sus ojos.

Echo un vistazo a Peter, que está ajustando el espejo retrovisor. Se da la vuelta y mira detrás de nosotros para retirarse del lugar, y sus ojos se encuentran con los míos brevemente.

—¿Estás cómoda? —pregunta. Se da la vuelta antes de que mi respuesta llegue y pone el coche en marcha, entonces me mira por el espejo retrovisor.

—Sip —digo. Me aseguro de mostrar una sonrisa al final de la palabra. No quiero que piense que estoy molesta porque vino, pero es difícil para mí no parecer cerrada cuando estoy cerca de él, ya que trato muy duro estarlo.

Mira hacia delante, y yo vuelvo a mi libro.

Treinta minutos pasan y el movimiento del automóvil acompañado de mi intento de leer está causándome dolor de cabeza. Dejo el libro a mi lado y vuelvo a acomodarme en el asiento trasero. Apoyo la cabeza hacia atrás y subo mis pies sobre la consola entre Peter y Gastón. Él mira hacia mí por el espejo retrovisor y sus ojos se sienten como si fueran manos, corriendo por cada centímetro de mí. Sostiene su mirada por no más de dos segundos, luego vuelve a ver la carretera.

Odio esto.

No tengo idea de lo que pasa por su cabeza. Nunca sonríe. Nunca se ríe. No coquetea. Su rostro se ve como si mantuviera un velo constante entre sus expresiones y el resto del mundo.

Siempre he sido una fanática de los chicos callados. En primer lugar, porque la mayoría de los hombres hablan demasiado, y es doloroso tener que sufrir a través de cada pensamiento que pasa por sus cabezas.

Sin embargo, Peter me hace desear que no fuera tan callado. Quiero conocer todos los pensamientos que pasan por su cabeza. Especialmente el pensamiento que está ahí ahora mismo, escondiéndose detrás de esa inquebrantable expresión estoica.

Todavía estoy viéndolo por el espejo retrovisor, tratando de entenderlo, cuando me mira de nuevo. Bajo la mirada hacia mi teléfono, un poco avergonzada de que me atrapó viéndolo. Pero ese espejo es como un imán y maldita sea si mis ojos no se disparan hacia allí otra vez.

Al segundo que observo el espejo de nuevo, él también está mirando.

Bajo la mirada.

Mierda.

Este viaje está a punto de ser el más largo de toda mi vida.

Lo hago por tres minutos, luego vuelvo a mirar.

Mierda. Lo hace también.

Sonrío, divertida por cualquiera que sea este juego que estamos jugando.

Él sonríe, también.

Él.

Sonríe.

También.

Peter mira de vuelta al camino, pero su sonrisa se mantiene durante varios segundos. Lo sé porque no puedo dejar de observarlo fijamente. Quiero tomar una foto de su sonrisa antes de que desaparezca de nuevo, pero eso sería raro.

Baja su brazo para descansarlo en la consola, pero mis pies están en su camino. Me empujo con mis manos. —Lo siento —le digo, mientras comienzo a retirarlos.

Sus dedos se envuelven alrededor de mi pie descalzo, deteniéndome.

—Estás bien —dice.

Su mano todavía está envuelta alrededor de mi pie. Me quedo observándolo una vez más.

Santo infierno, su pulgar se acaba de mover. Lo movió deliberadamente, acariciando un lado de mi pie. Mis muslos se aprietan juntos, mi respiración se detiene en mis pulmones y mis piernas se tensan, porque maldita sea si su mano simplemente no acarició mi pie antes de que la apartara.

Tengo que masticar el interior de mi mejilla para no sonreír.

Creo que te sientes atraído por mí, Peter.

***

Tan pronto como llegamos a casa de mis padres, mi papá pone a Gastón y a Peter a trabajar colgando las luces de navidad. Llevo nuestras cosas a la casa y les cedo a ellos mi habitación, ya que es la única con dos camas. Tomo el antiguo dormitorio de Gastón, luego me dirijo a la cocina para ayudar a mi mamá a terminar de preparar la cena.

Acción de Gracias ha sido siempre un asunto pequeño en nuestra casa. A mamá y papá no les gustaba tener que elegir entre la familia, y mi papá casi nunca estaba en casa, ya que los tiempos más ocupados de un piloto, en el año, son los días de fiesta. Mi madre decidió que Acción de Gracias se reservaría solamente para la familia inmediata, así que cada año, en el día de Acción de Gracias, siempre somos sólo Gastón, mamá, papá, cuando está en casa, y yo. El año pasado, sólo fuimos mamá y yo, ya que papá y Gastón estuvieron trabajando.

Este año, estamos todos.

Y Peter.

Es extraño, él estando aquí de esta forma. Mamá parecía feliz de conocerlo, así que supongo que no le importó demasiado. Mi papá ama a todos y está más que feliz de tener a alguien que lo ayude con las luces de navidad, así que sé que la presencia de una tercera persona no le molesta en lo más mínimo.

Mi madre me pasa la bandeja de huevos cocidos. Empiezo agrietándolos para preparar huevos rellenos y ella se inclina sobre la isla de la cocina y apoya su barbilla en sus manos. —Ese Peter seguro es guapo —dice, arqueando una ceja.

Déjenme explicar algo sobre mi madre. Es una gran mamá.

Realmente una gran mamá. Pero nunca me he sentido cómoda hablando con ella sobre chicos. Todo empezó cuando tenía doce años y tuve mi primer periodo. Estaba tan emocionada que llamó a tres de sus amigas para contarles antes de explicarme qué diablos me estaba pasando.

Aprendí muy pronto que los secretos no son secretos, una vez que llegan a sus oídos.

—No está mal —le digo, mintiendo completamente. Estoy absolutamente mintiendo, porque es guapo. Su cabello castaño dorado combina con esos cautivadores ojos azules , sus anchos hombros, la barba que recubre su firme mandíbula cuando ha estado unos días fuera del trabajo, la forma en que siempre huele tan fantásticamente delicioso, como si acabara de salir de la ducha y ni siquiera se ha secado con una toalla.

Oh, Dios mío.

¿Quién demonios soy en este momento?

—¿Tiene novia?

Me encojo de hombros. —Realmente no lo sé, mamá. —Llevo la sartén al fregadero y dejo correr agua sobre los huevos para aflojar sus cáscaras—. ¿Cómo está papá? ¿Disfrutando su jubilación? —le pregunto, tratando de cambiar de tema.

Mi madre sonríe. Es una sonrisa de complicidad, y yo absolutamente odio esa sonrisa.

Supongo que nunca tengo que decirle nada, porque es mi mamá. Ya lo sabe.

Me sonrojo, luego me doy la vuelta y termino de pelar los malditos huevos.


4 comentarios:

  1. siiiiiiiiiiiiiiiii
    laliterrrrrrrr
    seguilaaaa

    ResponderEliminar
  2. Seguilaaaaaa ya quiero laliter!!!

    ResponderEliminar
  3. Ahhhhhhhhhhh!!!!
    Hubo laliter vamos
    Le caricia el pie no la mano el pie jajaja
    Bdndndksks
    Que pasará?!!!

    ResponderEliminar
  4. Una caricia a propósito ,xk para nada parece un descuido.
    Madre intuitiva.

    ResponderEliminar