LALI
Han pasado dos semanas
desde que vi a Peter, pero sólo dos segundos desde la última vez que he pensado
en él. Parece trabajar tanto como Gastón, y aunque es agradable tener el lugar
para mí de vez en cuando, también lo es cuando Gastón no está trabajando y
realmente hay alguien con quien hablar. Diría que es lindo cuando Gastón y Peter
no están fuera del trabajo, pero
no ha sucedido desde que he vivido aquí.
Hasta ahora.
—Su papá está trabajando
y él no lo hará hasta el lunes —dice Gastón. No tenía idea de que había
invitado a Peter a ir a casa con nosotros para Acción de Gracias hasta este
momento. Está tocando la puerta del apartamento de Peter—. No tiene nada más
que hacer.
Estoy bastante segura de
que asiento después de escuchar esas palabras, pero me giró y camino en línea
recta hacia el ascensor. Tengo miedo de que cuando Peter abra la puerta, mi
emoción por el hecho de que vendrá con nosotros será transparente.
Estoy en el ascensor, en
la pared más alejada, cuando ambos entran. Peter me ve y asiente, pero es todo
lo que consigo. La última vez que hablé con él, volví las cosas completamente
incómodas entre nosotros, así que no digo ni una palabra. También trato de no
verlo fijamente, pero es muy difícil concentrarse en otra cosa. Está vestido
casualmente con una gorra de béisbol, pantalones vaqueros y una camiseta de los
49ers. Sin embargo, creo que ese es el por qué
encuentro difícil de apartar la mirada, porque los chicos siempre me han
parecido más atractivos cuando ponen menos esfuerzo en tratar de serlo.
Mis ojos dejan su ropa y
encuentran su mirada fija, concentrada. No sé si sonreír con
vergüenza o mirar hacia otro lado, así que simplemente opto por copiar su próximo movimiento, esperando que aparte la
mirada primero.
No lo hace. Sigue
mirándome en silencio durante el resto del viaje en ascensor, y yo
obstinadamente hago lo mismo. Cuando finalmente llegamos a la planta baja,
estoy aliviada de que de salga primero, porque tengo que inhalar una
respiración muy profunda, teniendo en cuenta que no he respirado en por lo
menos sesenta segundos.
—¿A dónde se dirigen
ustedes tres? —pregunta Cap una vez que todos bajamos del ascensor.
—A casa, en San Diego —dice
Gastón—. ¿Tienes plantes para Acción de Gracias?
—Va a ser un día muy
ocupado para los vuelos —dice Cap—. Calculo que estaré aquí trabajando. —Me da
un guiño y yo le guiño de vuelta antes de que desplace su atención a Peter—. ¿Y
tú, muchacho? ¿Te diriges a tu casa?
Peter lo observa en
silencio, de la misma manera silenciosa en que me miraba fijamente en el
elevador. Eso me decepciona enormemente, porque por un momento, tuve una
pequeña luz de esperanza de que Peter me miraba como lo hacía porque sentía la
misma atracción que yo siento cuando estoy cerca de él. Pero ahora, viendo su
enfrentamiento visual con Cap, estoy casi segura de que no quiere decir que Peter
se siente atraído por una persona simplemente por quedarse viéndola
descaradamente.
Peter aparentemente sólo
mira a todo el mundo de esta forma.
Unos muy silenciosos y
torpes cinco segundos siguen, y ninguno de los dos habla. ¿Quizás a Peter no le
gusta que se refieran a él como “muchacho”?
—Ten una buena Acción de
Gracias, Cap —pronuncia finalmente Peter, sin siquiera molestarse en responder
a la pregunta. Se da la vuelta y comienza a caminar a través del vestíbulo con Gastón.
Miro a Cap y me encojo de
hombros. —Deséame suerte —le digo en voz baja—. Parece que el Sr. Lanzani
podría estar teniendo otro mal día.
Cap sonríe. —No —dice,
retrocediendo un paso hacia su silla—. A algunas personas simplemente no les
gustan las preguntas, es todo. —Se deja caer y me da un saludo de despedida. Lo
saludo de vuelta antes de caminar hacia la salida.
No puedo decir si Cap
excusa a Peter por su comportamiento grosero porque él le gusta, o si
simplemente excusa a todos.
—Conduciré hasta allí, si
quieres —le dice Peter a Gastón cuando todos llegamos al coche—.
Sé que no has dormido todavía. Puedes conducir de regreso
mañana.
Gastón está de acuerdo y Peter
abre la puerta del lado del conductor. Me subo al asiento de atrás y trato de
averiguar dónde sentarme. No sé si debería sentarme directamente detrás de Peter,
en medio, o detrás de Gastón. En cualquier lugar que me siente, lo siento. Él
está en todas partes.
Todo es Peter.
Eso es lo que pasa cuando
una persona desarrolla una atracción hacia alguien. Él es nada y, de repente,
está en todas partes, ya sea si quieres que lo esté o no.
Esto me hace preguntarme
si estoy en cualquier lugar para él, pero el pensamiento no dura mucho. Puedo
decir cuando un hombre se siente atraído por mí y Peter, definitivamente, no
entra en esa categoría. Es por eso que tengo que encontrar la forma de detener
lo que sea que siento cuando estoy cerca de él. La última cosa que quiero ahora
mismo es un enamoramiento por un tonto chico cuando apenas tengo tiempo para centrarme
en el trabajo y la escuela.
Saco un libro de bolsillo
de mi cartera y empiezo a leer. Peter enciende la radio y Gastón coloca su
asiento hacia atrás y mueve sus pies sobre el salpicadero. —No me despierten
hasta que estemos allí —dice, poniendo su gorra sobre sus ojos.
Echo un vistazo a Peter,
que está ajustando el espejo retrovisor. Se da la vuelta y mira detrás de
nosotros para retirarse del lugar, y sus ojos se encuentran con los míos
brevemente.
—¿Estás cómoda? —pregunta.
Se da la vuelta antes de que mi respuesta llegue y pone el coche en marcha,
entonces me mira por el espejo retrovisor.
—Sip —digo. Me aseguro de
mostrar una sonrisa al final de la palabra. No quiero que piense que estoy
molesta porque vino, pero es difícil para mí no parecer cerrada cuando estoy
cerca de él, ya que trato muy duro estarlo.
Mira hacia delante, y yo
vuelvo a mi libro.
Treinta minutos pasan y
el movimiento del automóvil acompañado de mi intento de leer está causándome
dolor de cabeza. Dejo el libro a mi lado y vuelvo a acomodarme en el asiento
trasero. Apoyo la cabeza hacia atrás y subo mis pies sobre la consola entre Peter
y Gastón. Él mira hacia mí por el espejo retrovisor y sus ojos se sienten como
si fueran manos, corriendo por cada centímetro de mí. Sostiene su mirada por no
más de dos segundos, luego vuelve a ver la carretera.
Odio esto.
No tengo idea de lo que
pasa por su cabeza. Nunca sonríe. Nunca se ríe. No coquetea. Su rostro se ve
como si mantuviera un velo constante entre sus expresiones y el resto del
mundo.
Siempre he sido una
fanática de los chicos callados. En primer lugar, porque la mayoría de los
hombres hablan demasiado, y es doloroso tener que sufrir a través de cada
pensamiento que pasa por sus cabezas.
Sin embargo, Peter me
hace desear que no fuera tan callado. Quiero conocer todos los pensamientos que
pasan por su cabeza. Especialmente el pensamiento que está ahí ahora mismo,
escondiéndose detrás de esa inquebrantable expresión estoica.
Todavía estoy viéndolo
por el espejo retrovisor, tratando de entenderlo, cuando me mira de nuevo. Bajo
la mirada hacia mi teléfono, un poco avergonzada de que me atrapó viéndolo.
Pero ese espejo es como un imán y maldita sea si mis ojos no se disparan hacia
allí otra vez.
Al segundo que observo el
espejo de nuevo, él también está mirando.
Bajo la mirada.
Mierda.
Este viaje está a punto
de ser el más largo de toda mi vida.
Lo hago por tres minutos,
luego vuelvo a mirar.
Mierda. Lo hace
también.
Sonrío, divertida por
cualquiera que sea este juego que estamos jugando.
Él sonríe, también.
Él.
Sonríe.
También.
Peter mira de vuelta al
camino, pero su sonrisa se mantiene durante varios segundos. Lo sé porque no
puedo dejar de observarlo fijamente. Quiero tomar una foto de su sonrisa antes
de que desaparezca de nuevo, pero eso sería raro.
Baja su brazo para
descansarlo en la consola, pero mis pies están en su camino. Me empujo con mis
manos. —Lo siento —le digo, mientras comienzo a retirarlos.
Sus dedos se envuelven
alrededor de mi pie descalzo, deteniéndome.
—Estás bien —dice.
Su mano todavía está
envuelta alrededor de mi pie. Me quedo observándolo una vez más.
Santo infierno, su pulgar
se acaba de mover. Lo movió deliberadamente, acariciando un lado de mi pie. Mis muslos se aprietan juntos, mi
respiración se detiene en mis pulmones y mis piernas se tensan, porque maldita
sea si su mano simplemente no acarició mi pie antes de que la apartara.
Tengo que masticar el
interior de mi mejilla para no sonreír.
Creo que te
sientes atraído por mí, Peter.
***
Tan pronto como llegamos
a casa de mis padres, mi papá pone a Gastón y a Peter a trabajar colgando las
luces de navidad. Llevo nuestras cosas a la casa y les cedo a ellos mi
habitación, ya que es la única con dos camas. Tomo el antiguo dormitorio de Gastón,
luego me dirijo a la cocina para ayudar a mi mamá a terminar de preparar la
cena.
Acción de Gracias ha sido
siempre un asunto pequeño en nuestra casa. A mamá y papá no les gustaba tener
que elegir entre la familia, y mi papá casi nunca estaba en casa, ya que los
tiempos más ocupados de un piloto, en el año, son los días de fiesta. Mi madre
decidió que Acción de Gracias se reservaría solamente para la familia
inmediata, así que cada año, en el día de Acción de Gracias, siempre somos sólo
Gastón, mamá, papá, cuando está en casa, y yo. El año pasado, sólo fuimos mamá
y yo, ya que papá y Gastón estuvieron trabajando.
Este año, estamos todos.
Y Peter.
Es extraño, él estando
aquí de esta forma. Mamá parecía feliz de conocerlo, así que supongo que no le
importó demasiado. Mi papá ama a todos y está más que feliz de tener a alguien
que lo ayude con las luces de navidad, así que sé que la presencia de una
tercera persona no le molesta en lo más mínimo.
Mi madre me pasa la
bandeja de huevos cocidos. Empiezo agrietándolos para preparar huevos rellenos
y ella se inclina sobre la isla de la cocina y apoya su barbilla en sus manos. —Ese
Peter seguro es guapo —dice, arqueando una ceja.
Déjenme explicar algo
sobre mi madre. Es una gran mamá.
Realmente una gran mamá. Pero nunca me he sentido cómoda
hablando con ella sobre chicos. Todo empezó cuando tenía doce años y tuve mi primer
periodo. Estaba tan emocionada que llamó a tres de sus amigas para contarles
antes de explicarme qué diablos me estaba pasando.
Aprendí muy pronto que
los secretos no son secretos, una vez que llegan a sus oídos.
—No está mal —le digo,
mintiendo completamente. Estoy absolutamente mintiendo, porque es guapo. Su
cabello castaño dorado combina con esos cautivadores ojos azules , sus anchos
hombros, la barba que recubre su firme mandíbula cuando ha estado unos días
fuera del trabajo, la forma en que siempre huele tan fantásticamente delicioso,
como si acabara de salir de la ducha y ni siquiera se ha secado con una toalla.
Oh, Dios mío.
¿Quién demonios
soy en este momento?
—¿Tiene novia?
Me encojo de hombros. —Realmente
no lo sé, mamá. —Llevo la sartén al fregadero y dejo correr agua sobre los
huevos para aflojar sus cáscaras—. ¿Cómo está papá? ¿Disfrutando su jubilación?
—le pregunto, tratando de cambiar de tema.
Mi madre sonríe. Es una
sonrisa de complicidad, y yo absolutamente odio esa sonrisa.
Supongo que nunca tengo
que decirle nada, porque es mi mamá. Ya lo sabe.
Me sonrojo, luego me doy
la vuelta y termino de pelar los malditos huevos.
siiiiiiiiiiiiiiiii
ResponderEliminarlaliterrrrrrrr
seguilaaaa
Seguilaaaaaa ya quiero laliter!!!
ResponderEliminarAhhhhhhhhhhh!!!!
ResponderEliminarHubo laliter vamos
Le caricia el pie no la mano el pie jajaja
Bdndndksks
Que pasará?!!!
Una caricia a propósito ,xk para nada parece un descuido.
ResponderEliminarMadre intuitiva.