PETER
Metí el
pequeño Jeep patea traseros de Lali en el lugar de estacionamiento reservado
para mi coche. Su padre se había ido por el fin de semana a un viaje de pesca
en alta mar, por lo que la traje a casa conmigo. Cuando terminara de trabajar,
me ducharía, cambiaría y saldríamos. Quería que saliera conmigo esta noche y
conociera a mis amigos. También la quería en mi cama. Mi agradable gran cama
kingsize. Tenerla en mí espacio de repente parecía malditamente importante.
—¿Está justo
sobre el agua? —Lali jadeó mientras yo extendía la mano por detrás de su
asiento y agarraba su pequeña maleta.
—Sí, y
pretendo llevarte a esa playa en tu pequeño bikini caliente mientras estemos
aquí.
Sonrió
satisfecha y luego abrió su puerta y salió.
Rodeé la
parte trasera del Jeep, así podría agarrar su mano. La idea de ella estuviera
aquí me hizo ridículamente feliz.
—Son casi
las nueve. ¿Tus amigos todavía están fuera? ¿O todo estará cerrado? —preguntó
mientras la conducía hacia las escaleras. Inocente chica de campo, estaba
acostumbrada a que todo estuviera cerrado con la puesta de sol.
—Estamos en
la playa, Lali. Hay una vida nocturna aquí. Dudo que nadie esté incluso en Live
Bay todavía. La banda normalmente no comienza hasta diez.
—Oh —fue su
simple respuesta.
Cuando
llegamos a la puerta de mi apartamento, abrí la cerradura y recé para que Cande
hubiera contratado a alguien para limpiarlo por mí.
El fresco olor a Pine Sol golpeó mi nariz y me
relajé. Sabía que Nico lo había usado unas cuantas veces la semana pasada y no
sabía lo que podría haber dejado atrás.
—Es tan
grande. —Lali respiró con admiración. Miré a mí alrededor y no pensé que todo fuera
tan grande, pero no iba a discutir con ella.
—Oh, y
puedes ver el agua —chilló y corrió hasta la ventana con vistas al golfo.
Puse su
bolsa sobre el nuevo sofá de cuero que apenas había usado desde que lo compré.
Necesitaba un beso. Lali se encontraba aquí, en mi espacio personal y quería
celebrarlo.
—Ven aquí
—susurré mientras me acercaba por detrás de ella y le daba la vuelta para que
me mirara.
Incliné la
cabeza hacia abajo, así podría presionar unos cuantos besos suaves en sus
labios, y luego alargué la mano y ahuequé su cara con ambas manos antes de
profundizar el beso. Su boca se abrió ansiosa de buena gana y su sabor me
volvió un poco loco. Siempre lo hacía. El estar tan cerca de ella solo era cada
vez mejor. Sus dos manos se arrastraron hacia arriba por mi camisa, hasta que
encontró la barra que había insertado de vuelta en mi pezón después de mi
ducha. Me preguntaba cuánto tiempo le llevaría descubrirla.
Sonreí
contra sus labios y se le escapó una pequeña risa. Ella pensaba que mi piercing
en el pezón era travieso, y algo sobre eso la fascinaba.
Lali se echó
para atrás y alzo la vista hacia mí. —¿A qué hora necesitamos irnos? —preguntó,
todavía frotando su pulgar sobre mi pezón. Era un poco duro formar palabras
coherentes cuando hacía eso.
—En unos
treinta minutos —contesté.
Con un
suspiro, dio un paso atrás para salir de mi abrazo. —Entonces necesito que me
dirijas a un cuarto de baño, así puedo arreglarme y cambiarme.
—Puedes
cambiarte en mi dormitorio. Incluso te ayudaré. Esto será un servicio
completo—contesté. Extendiendo la mano, tomé la suya y la tiré de vuelta hacia
mí.
Negando con
la cabeza, retrocedió fuera de mi alcance. —Si quieres llevarme a conocer a tus
amigos, entonces necesito prepararme.
—Te ves
increíble con esto, pero si quieres ir a cambiarte, entonces utiliza la puerta
junto a la cocina y el cuarto de baño conectado a ella.
La miré
mientras agarraba su bolso y se dirigía de vuelta a mi habitación. En verdad
nunca había traído a una chica aquí para esto antes. Cande no contaba, y todas
las otras mujeres que habían estado en mi apartamento habían estado con
alguien. No estaban aquí para vestirse en mi habitación o dormir en mi cama. Ni
una sola vez, jamás, lo consideré. Traer chicas a mi espacio personal nunca me
interesó.
LALI
El
aparcamiento se hallaba lleno de coches. Tiré del dobladillo de mi falda negra.
No sabía cómo estarían vestidos los demás. Peter no fue de mucha ayuda en la
elección de un traje. Le gustó todo lo que me probé. Él llevaba un par de
pantalones vaqueros y una ligera camiseta ajustada de un oportuno color azul
que hacia cosas increíbles con sus ojos.
Había
conducido mi Jeep aquí, porque él dijo que iba a necesitarlo para aparcar.
Ahora entendía por qué. Dio una vuelta alrededor retrocediendo en el
estacionamiento de “sólo empleados”.
—¿Qué estás
haciendo? —pregunté, horrorizada. No dejaría mi Jeep aquí para que lo
remolcaran.
Alargó la
mano y apretó mi rodilla. —Relájate, bebé. Me aseguraré de que sepan que este
es mi coche. Va a estar bien.
No estaba
tan segura de eso. Abrió la puerta y salió. No estaba muy bien con esto. Rodeó
la parte delantera del Jeep y abrió mi puerta. —Saca tu pequeño bonito trasero
de este Jeep. —Subió y deslizó sus manos sobre la parte superior de mis
piernas—. O podríamos permanecer aquí un poquito más, y podría disfrutar de
esta falda que decidiste llevar.
Riendo, le
di una palmada en las manos. —Quiero entrar, pero estoy preocupada por mi Jeep.
Un fuerte
chillido me sobresaltó y levanté la cabeza de golpe para ver a una rubia
delgada con muy poca ropa y tetas realmente grandes corriendo hacia nosotros.
Tenía un poco de miedo de que sus tetas fueran a salirse por la parte superior
con tanto bote. ¿Qué hacía?
—¡Peeeeeeeter!
—Añadió a su fuerte chillido. Insegura de quién era, esperé.
Peter se dio
la vuelta ante el sonido de su nombre.
—Tini—respondió
mientras ella se lanzaba dentro de sus brazos.
—Guau,
chica. —Él la agarró por la cintura. No sabía sí lo hacía porque quería o
porque intentaba impedir que ambos cayeran al suelo. En verdad no parecía muy
estable sobre los tacones de aguja de quince centímetros de color rosa que llevaba.
—¿Dónde has
estado? —preguntó pasando sus manos por su pecho, como si estuviera lista para
empezar a desnudarlo inmediatamente, aquí en el estacionamiento.
—Estoy
trabajando fuera de la ciudad durante el verano. —Le cogió las manos y las
apartó de su cuerpo.
Ella puso
mala cara cuando él bajó sus manos a un lado y retrocedió un paso, alejándose
de ella. ¿Ella iba en serio? Su labio inferior sobresalía tanto que se lo
podría pisar con esos ridículos tacones.
—¿Pero estás de vuelta esta noche?
—Sí, sólo
por esta noche —respondió, haciendo otro movimiento con su cuerpo hasta que su
espalda quedó tocando mis piernas.
Finalmente
los ojos de la rubia se alejaron de Peter y se enfocaron en mí. —Oh, ya
conseguiste a alguien para la noche. —Comenzó a poner mala cara y luego una
lenta sonrisa apareció. Se inclinó hacia Peter y se aseguró de frotar sus
pechos por el pecho de él—. Ya sabes que no me molesta compartir. Podríamos
hacer un trío. Sé cómo te gusta una chica para…
—Uh, NO.
Mala idea. —Peter la interrumpió y se desplazó hacia atrás para agarrarme por
la cintura, colocándome a su lado. Mantuvo su brazo envuelto protectoramente
alrededor de mí como si pudiera necesitarlo para alejarme del camino del mal.
—¿Por qué
no? No está…
—Porque esa
no es más mi escena. Sin embargo puedes hacer algo por mí. Cerciórate de que
sepan que el Jeep es mío.
La chica
frunció el ceño, un poco confundida, y luego asintió. —Está bien. Lo haré.
¡Pero llámame!
Peter
comenzó a llevarnos hacia una puerta trasera.
—¿Quién era
esa? ¿Y realmente tuviste un trío? ¿Cómo con dos chicas a la vez? —No podía
creer lo que había oído. Quiero decir, sabía que la gente hablaba de ellos,
pero no creía que en verdad lo hicieran. Agh.
—Esa era Martina.
Es una camarera de aquí. No vamos a discutir de mi pasada vida sexual. Cometí
muchos errores, vamos a dejarlo en eso.
Mi mandíbula
cayó abierta. —Así que hiciste un trío. Ohdiosmío. —Respiré mientras él
suspiraba ante mi reacción y me abría la puerta para entrar.
El Peter que
conocía yo y el que conocía esa chica ni siquiera parecían el mismo tipo. —Ven
por aquí —dijo mientras colocaba su mano en la parte baja de mi espalda y me
conducía por un pasillo hacia la música alta—. Jackdown está tocando esta
noche. Tengo amigos en la banda. No son los mejores, pero tampoco los peores.
—Tienes
amigos en una banda. No es de extrañar que hayas tenido tríos. —No podía dejar
pasar eso. ¿Con cuántas chicas había estado en verdad?
—Ahí están
—dijo con obvia emoción en su voz. Gritó por encima del ruido—. Tráeme dos.
—Bajó sus ojos para mirarme—. Espera. ¿Qué quieres tomar?
—Coca-Cola
—contesté.
Me estudió un momento y luego asintió y volvió a
mirar al barman, que se encontraba de pie a una buena distancia pero esperando
por su orden. —Ponme uno, y una coca-cola —gritó de nuevo.
De alguna
manera el hombre lo escuchó sobre el ruido. Caminamos alrededor de los cuerpos
en movimiento, en lugar de a través de ellos. No sabía qué esperar de sus
amigos después de conocer a la chica de afuera. ¿Todos serian salvajes como
ella? ¿Fue un error venir aquí?
—Peter ha
llegado —anunció un tipo rubio de aspecto surfista con una enorme sonrisa en su
rostro—. Ya encontró una nena, y el condenado lo hizo bien. —El rubio me guiñó
un ojo.
—Lali, el
idiota que necesita un corte de pelo es Nico. Él es también el mismo idiota que
te silbó el día que vino la pandilla—me informó Peter, inclinándose hacia abajo
para no tener que gritar.
—Lali
—repitió Nico—. Te recuerdo ahora. Ese día no pude echarte una buena mirada
desde la distancia, pero mis instintos estaban en lo correcto.
—Se golpeó
la cabeza cuando era un bebé. Ignóralo —susurró Peter, haciéndome reír.
—Hola, Lali,
soy Gimena —se presentó a sí misma una curvilínea rubia platino con un par de
labios rechonchos que jamás había visto. Parecía lo suficientemente agradable.
—Hola, es un
placer conocerte —contesté. Era oficial, cada mujer que Peter conocía era rubia
y tenía un conjunto de doble Ds.
—Este es mi
marido, Nicolas —me informó, y pasé mi mirada para encontrarme con los ojos
divertidos de un largo, musculoso y tatuado tipo calvo. No tenía un mal aspecto
si te gustaba el look motero.
—¿Vienen Cande
y Agus? —preguntó Peter mientras examinaba la casa llena.
—Esta noche
no. Agus está tomando algunos cursos de verano en línea, así que Cande se ha
quedado en casa con él —respondió Gimena.
—¿Quieres
bailar? —La boca de Peter se encontraba tan cerca de mi oído que la calidez de
su aliento me hizo temblar. Me volví a mirar la pista de baile y a todas
aquellas personas moviéndose de una manera que nunca había visto; me intimidó.
—La verdad
es que no —dije, volviendo mi mirada hacia él. Podía decir que se sentía
decepcionado. Este no era mi ambiente, y temía que él iba a desear no haberme
traído nunca antes de que la noche hubiera terminado.
—Está bien
—dijo a través de una sonrisa forzada.
—Toma, siéntate. Acabo de ver a alguien que me
necesita. —Nico se puso de pie y sacó su taburete vacío para mí. Me giré para
echarle un vistazo a Peter y él asintió para que me sentara. Si no iba a
bailar, supongo que imaginó que podría ponerme cómoda.
—Pensé que Peter
trabajaba en una granja durante todo el verano. ¿Dónde te recogió? —preguntó Gimena,
inclinándose hacia delante sobre la mesa, así podría oírla.
—Trabaja en
la granja de mi papá —expliqué. Sus ojos se ensancharon y los desplazó hacia Peter.
—Déjalo ir, Gimena.
Esto es diferente. —Fue su seca respuesta fría ante su mirada interrogativa.
—¿De verdad?
—Su voz se apagó mientras miraba de vuelta hacia mí. El repentino escrutinio me
tenía pensando que a lo mejor la pista de baile era una opción más segura.
—¿Dónde está
el cuarto de baño? —le pregunté a Gimena, necesitando alguna excusa para ir a
tomar una respiración profunda y relajarme. Sabía que debía de parecer tan
tensa como me sentía.
—Vamos, te
mostraré —dijo Gimena, levantándose de su taburete.
—Estaré de
vuelta en un minuto —le dije a Peter mientras seguía rápidamente a Gimena.
SEGUILAAAAAAAAAAAAA
ResponderEliminarmierda siempre martina para cagarla jaja
maaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarAhhhhhhhhhhh se fue con el a su casa!!!
ResponderEliminar"JAJAJAJAJA me da risa imaginarme a Lali y su cara con lo del trío
Espero k logre relajarse.
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