PETER
Está noche
había sido un fracaso. Yo no follo a inocentes borrachas de las que no puedo
alejarme la mañana siguiente. Aunque Natie Pérez se sentía toda dispuesta y
húmeda, yo no había sido capaz de llegar hasta el final. Su vómito ayudó a que
esta decisión fuera mucho más fácil, porque por un momento olvidé cuán molesto
puede ser tener a una mujer problemática y pegajosa.
Me quité mis
pantalones vaqueros y saqué la colcha, así podía meterme en mi cama. Las
sábanas no estaban mal. Había esperado sábanas baratas, ya que esto era un
granero pero eran agradables. Suaves. Cerré mis ojos y me permití imaginarme a Lali
colocando las sábanas en la cama por mí. Sus manos serían suaves o quizás
tendrían callos. Hacía todos los quehaceres domésticos y cocinaba. Espera. No
había visto a su mamá todavía. Lali había sido la única mujer que había visto
en esa casa. ¿Su mamá había muerto? ¿O sólo la había abandonado? Su papá la
amaba. Eso era obvio.
Mi teléfono
sonó y me estiré para agarrarlo. El número de Cande una vez más iluminó la
pantalla.
—Hola, mi
chica favorita —dije, a modo de saludo.
—Hola, ¿cómo
están las cosas? —replicó Cande. Podía escuchar su sonrisa en su voz.
—Calientes y
las vacas son más escalofriantes de lo que imaginé, pero mi pequeña cama tiene
unas sábanas muy agradables.
—¿Qué hay de
la chica?
Cande no
anda con rodeos. —Estoy bastante seguro que ahora me odia ahora más que cuando
me conoció.
—¿Por qué?
¿Qué le has hecho?
—No le he hecho absolutamente nada. Sí amenacé a
su prometido y lo zarandeé un poco. Nada serio. Pero el idiota hablaba de las
tetas de otra chica en frente de Lali. Fue una falta de respeto.
Cande se
quedó en silencio por un minuto. Sabía que lo procesaba, y tratando de
averiguar cómo solucionar mi problema.
—Así que,
¿está comprometida? —Fue su respuesta.
—Sí, lo está
y el tipo no es un buen partido para ella. Me agrada pero ellos simplemente no
encajan, ¿sabes?
—Umm…supongo.
Pero están comprometidos, Peter. Eso la hace fuera de los límites.
Podía
escuchar la preocupación en su voz. —No iba a ir tras ella, todos modos, Cande.
Está fuera de los límites por muchas razones. Para empezar, su papá me
despediría de inmediato y perdería mi beca.
—Está bien.
Bueno, te extraño. Voy a estar allí tempranito el domingo por la mañana para
recogerte. Agus nos va a dar tiempo a solas por la primera parte del día. Luego
te dejaré en tu apartamento para que te pongas al día con todo el mundo. Sin
embargo, Agus tendrá que llevarte de vuelta esa noche porque nos quedaremos con
Larissa este fin de semana y tendré que estar lejos de ella la mayor parte de
ese día. Además, por mucho que Agus ame a Larissa, necesitará un descanso.
—Gracias, Cande.
No puedo esperar para verte. Sólo cuatro días más antes de mi indulto del
infierno.
Ella se echó
a reír y nos despedimos.
Dos días
después. Sin señales de Natie Pérez y muy pocos atisbos de Lali. El calor se
ponía peor y Vico ya no andaba cerca para ayudarme. Regresó a trabajar a su
granja y me dejaron para que averiguara el resto de las actividades por mi
propia cuenta.
Un termo de
agua fría mágicamente se mantenía lleno y una toalla fría aparecía un par de
veces al día. Siempre aparecían en la puerta trasera del camión de la granja
que usaba durante el día. Siempre me encontraba de espaldas o me había ido a
orinar. ¿Ella me veía desde adentro? ¿Cómo sabía cuándo yo me encontraba de
espaldas? Maldita sea si la idea de ella observándome desde adentro no me hacía
sonreír.
Me saqué mi
camisa empapada de sudor por sobre mi cabeza y la tiré a la parte trasera del
camión. Rociando un poco de agua fría sobre mi pecho y por mi espalda, traté de mantener la
sonrisa fuera de mi rostro. Si ella me observaba, le daría un tremendo
espectáculo. Agarré la toalla fría y me dirigí hacia la sombra. Tenía que ir a
arreglar la valla en unos cuantos lugares que Carlos señaló, pero necesitaba
refrescarme un poco primero.
Apoyándome
contra el árbol, tomé otro trago de agua y envolví la toalla húmeda alrededor
de mi cuello. La brisa era más agradable cuando el sol abrasador no te pegaba
directamente.
—¿Qué le
hiciste a Natie Pérez?
Girando mi
cabeza de su lugar de descanso en el árbol, bebí la primera vista real de Lali
desde la noche en el lago. Su largo cabello castaño recogido en una coleta.
Usaba un vestido corto blanco de algodón y un par de sandalias. También trataba
fuertemente de verse severa. No estaba molesta conmigo. Sólo era entrometida.
Me gustó eso.
—Buenos días
para ti también, Lali —contesté, sin poder evitar una sonrisa.
Ladeó su
cabeza y continuó forzando ese ceño fruncido. Había visto el verdadero. Este no
era el rostro verdadero de “Lali enojada”. —Natie Pérez no ha venido como en
dos días. Eso no es normal. Especialmente porque anda de cachonda detrás de ti.
Así que, ¿qué hiciste con ella?
—Creo que es
lo que no
hice
con ella. —Tomé un trago lento de mi agua pero no quité mis ojos de ella
mientras dejaba que mis palabras tomaran sentido.
Cambiando
de un pie a otro colocó sus manos en su cintura. —¿Qué significa eso?
—Significa
exactamente como suena. No lo hice con ella. Supongo que ese es el
problema.
La
mueca falsa de Lali desapareció y frunció el ceño. —Pero yo los vi a ambos
desnudos en el… —Su voz se fue apagando y sus ojos se agrandaron. Dos manchas
de color rosado cubrieron sus mejillas. Lali Esposito había regresado al lago
la otra noche. Me había visto desnudo. Sí, pasaría un montón de maldito tiempo
en la ducha ahora. La imagen de ella escondida para verme desnudo era sexy.
—¿Acaso
Lali Esposito regresó al lago y echó un vistazo? —Bromeé.
Estaba
seguro de que se daría la vuelta y correría pero no lo hizo.
—Yo
no quería ver nada. Sólo iba a regresar para hablar contigo…yo sólo pensé en…
—No podía decirlo. Necesitaba que terminara ese pensamiento. ¿Regresó para
hablar conmigo? ¿Por qué?
—Apostaría
todo a que estuviste dispuesta a atropellarme con tu camioneta esa noche. ¿Por
qué regresarías para hablar conmigo?
Lali retorció sus manos nerviosamente. Nunca la
había visto actuar nerviosa antes. —Es sobre Vico y yo. —Comenzó. Esperé con la
esperanza de que me proporcionara un poco de luz en su jodida relación.
Un
movimiento por el rabillo de mi ojo captó mi atención. Agarrando los hombros de
Lali, la empujé detrás de mí y me enfrenté a los grandes traseros de vacas
parados a unos cuantos metros de nosotros. Estaban fuera de la valla. ¿Cómo demonios se salieron de la valla?
—¿Qué
estás haciendo? —chilló Lali, golpeando mi espalda mientras la inmovilizaba
contra el árbol con mi cuerpo. No era una gran barrera entre ella y las vacas
pero en el momento esta era la mejor idea que tenía.
—¡Deja
de pegarme! —le exigí—. Y dime cómo rayos meto a estos grandes traseros hijos
de puta de regreso en la puerta.
Lali
dejó de golpearme sólo para empujarme duro. —Oh, por el amor de Dios, Peter. No
nos van a atacar —Se abrió paso desde detrás de mí y me lanzó una sonrisa
divertida—. No son toros.
¿A
quién diablos le importaba si eran toros o no? Eran malditamente enormes.
Lali
caminó hacia ellas sin una pizca de miedo y comenzó a gritarles para que se
movieran. Zapateó haciendo que retrocedieran y luego lentamente comenzaron a
moverse hacia la valla que había quedado abierta. Ella me miró por encima de su
hombro y rodó los ojos. —Son bestias feroces, ¿no es así?
Estuve
dividido entre sentirme como un idiota y reírme de lo malditamente hermosa que
se veía arreando ganado.
Una
vez que tuvo la última de regreso en la valla, la cerró y colocó el seguro en
su lugar. —Ayudaría si pusieras el seguro la próxima vez —gritó en un tono de
voz juguetón.
—Estás
disfrutando de esto más de la cuenta —le contesté.
Se
encogió de hombros y cruzó sus brazos frente a su pecho. —Tengo que admitir que
tu caballerosidad al tratar de salvarme de esas grandes vacas malas y crueles
fue noble de una estúpida manera.
—Estúpida,
¿eh? —Me gustó verla juguetona y divertida. Hasta ahora, todo lo que había
visto era la versión tensa de Lali Esposito.
—No
puedes ser un buen vaquero si le tienes miedo a las vacas.
Dejé
escapar un suspiro. —Bueno, maldita sea, ahí se fueron mis planes para el
futuro.
Lo
que pareció un amago de una sonrisa se dibujó en sus labios pero se desapareció
con la misma rapidez. El brillo juguetón de sus ojos desapareció también. ¿Qué
había hecho para ponerla de nuevo de mal humor? Me gustaba la Lali de la que acababa de
tener un atisbo, no ésta triste y sarcástica que había reaparecido.
—No estamos
comprometidos. Vico y yo somos amigos. Muy buenos amigos.
Confundido,
bajé la mirada hacia el anillo en su mano izquierda sólo para asegurarme que no
me lo había imaginado. El diamante todavía seguía ahí, profesándole al mundo
que era una mujer comprometida. ¿Con quién demonios estaba comprometida? El
único chico con el que la había visto era Vico.
—¿Usas ese
anillo por diversión? —pregunté en broma con la esperanza de traer de regreso a
la Lali divertida pero en cambio se entristeció.
—No.
No lo uso por diversión. No estoy comprometida con Vico. Estoy comprometida con
su hermano.
LALI
¿Comprometida
con su hermano? ¿Por qué lo dije como si todavía estuviera comprometida con Pablo?
Iba a averiguar la verdad. Corrí a toda velocidad, tan rápido que él no podría
hacerme más preguntas pero le preguntaría a alguien. No es que creyera que se
sentía curioso por mí, sino confundido. No quería que estuviera curioso sobre Pablo.
No quería que supiera todo lo que había sucedido.
Quería
que todavía me mirara con ese sexy brillo apreciativo en sus ojos. El brillo
que seguiría ignorando. Me gustaba tener a alguien mirándome con algo más que
simpatía. Una vez que él supiera, esas sexy sonrisas y miradas desnudándome
terminarían. Se sentiría mal por la pobre Lali.
Hasta
que él apareció, no me había dado cuenta que todo el mundo me miraba de manera
diferente. Eran cuidadosos conmigo. Peter no me miraba como si fuera rompible.
Hace diez meses, no había estado lista para que alguien me mirara de otra
manera. Quería que recordaran a Pablo cuando me miraran. Ahora necesitaba a
alguien, a cualquiera, que simplemente me viera. No a la tragedia. Sólo a mí.
Peter
no conocía mi pasado. No sabía el dolor que sufrí. Él no medía cada palabra que
me decía y no se mordía la lengua. Me trataba como lo hacía con todos los
demás. Con él, me sentía normal otra vez. Era hora de que me sintiera como una
humana de nuevo.
El
mosquitero se cerró de un portazo detrás de mí y salté.
—El
maldito de Charles North piensa que puede venir de viaje a mi campamento de
caza cada vez que le da la maldita gana con un grupo de banqueros amigos suyo
—Se quejó papá mientras entraba en la cocina.
Charles
North era el esposo de la hermana de mi madre. Mi madre había fallecido cuando
tenía siete años, así que realmente nunca llegué a conocer a su hermana o al
esposo de su hermana. Todo lo que sabía era que mi papá no era su fan. Mi tía
Kim sólo llamaba cuando quería algo. Actuaba como si mi papá le debiera algo
porque mi mamá murió en un accidente automovilístico. Papá no había estado
manejando pero eso no parecía hacer ninguna diferencia para mi tía. Todavía lo
culpaba.
—¿Qué
pasó? —pregunté, extendiendo mi mano dentro del gabinete para conseguirle un
vaso.
Lo
tomó de mi mano y procedió a servirse un poco de limonada.
—Tu
tía Kim llamó y me informó que Charles va a pescar al campamento este fin de
semana. Que traería amigos con él. Nadie me preguntó. Simplemente se encargaron
de hacer estos planes. Bueno, le dije a Josiah que podía llevar a Vico al
campamento éste fin de semana y podían ir a pescar. No voy a cambiar eso.
—Papá negó con la cabeza y tomó un largo trago de limonada.
—¿Vas
a ir allá arriba? —Le pregunté mientras terminaba su bebida y la colocaba en la
mesa en frente de él.
—Sí,
tengo que hacerlo. Me iré por la mañana. Peter sabe que hacer ahí afuera y
luego se irá el domingo. Ese es su día libre. Ya me dijo que regresaría a la
playa por el día.
¿Peter
se iría todo el día del domingo? No tendría que preocuparme por él poniéndose
muy caliente afuera, así que debería estar aliviada pero no me sentía así. No
quería que se fuera. Me quedaría aquí sola por mi propia cuenta.
—De
acuerdo. —Me las arreglé para responder.
—Iré
a la cuidad y conseguiré un poco más de alambre de púas para la valla. Los
malditos toros siguen derrumbando ese pedazo de la valla junto al lado. Supongo
que quieren salir a tomar un baño —Se quejó papá mientras se dirigía hacia la
puerta.
Esperé
hasta que escuché la camioneta de papá dejar la carretera antes de dirigirme
afuera. No estaba segura de lo qué hacía exactamente. Fue una decisión
impulsiva del momento. Peter había entrado en el establo hace apenas unos
minutos. Lo observé desde la ventana de la cocina.
Me
dirigí hacia el establo.
Abriendo
la puerta, entré y tuve que entrecerrar los ojos para ver con claridad. La
única luz que había en el establo venía de las grietas del techo, por lo que
estaba oscuro comparado con la brillante luz del sol. El olor familiar de heno
y madera me llegó cuando me giré para ver si Peter seguía aquí. Había estado de
espaldas a la ventana cuando papá estuvo en la cocina así que era posible que
se hubiera ido y no lo hubiera visto.
—¿Buscando
algo? —preguntó Peter detrás de mí.
Me
di la vuelta para mirarlo de frente y casi me trago la lengua cuando mis ojos
se encontraron con su pecho desnudo. Lo había admirado desde lejos pero nunca
tan de cerca. Era mejor de cerca.
—Una
mujer comprometida no debería estar mirando a otro hombre como si quisiera
chuparlo. —El tono burlón en su voz me dijo que realmente no le importaba que
lo mirara boquiabierta en absoluto. Lo disfrutaba.
—¿Quién
dijo que quería chuparlo? —respondí, sorprendida de mi propia respuesta. ¿Acabo
de coquetear con él? No estaba segura de que alguna vez haya coqueteado.
Peter pasó una mano por su cabello y dejó
salir una breve carcajada profunda. —Tal vez deberíamos cambiar el tema. —Peter
parecía nervioso. ¿Mi comentario lo puso nervioso?
—Tú
mencionaste lo de chupar, Peter, no yo. —Esperé para ver cómo reaccionaría esta
vez.
—Sí,
supongo que sí —dijo arrastrando las palabras y dio un paso hacia mí.
Bien,
así que quizás no lo había puesto nervioso. Chicos como Peter probablemente no
se ponían nerviosos—. Si realmente quieres hablar sobre chupar, estaré
felizmente complacido.
Oh,
mi Dios. Ahora yo estaba nerviosa. Peter extendió su mano y tomó mi mano
izquierda en la suya. La calidez de su palma callosa hizo que todo mi cuerpo
hormigueara. —El único problema con hablar de chupar contigo es que me da
ideas. Comienzo a pensar en cosas en las que no debería pensar. Cosas que sólo
me atormentaran porque nunca sabré qué tan dulce sabes. Podré ser un montón de
cosas, Lali, incluso podría ser un montón de esos nombres por los que me
llamaste, pero no voy a tocar lo que le pertenece a otro hombre.
Abrí
mi boca para decir algo y me detuve cuando Peter levantó mi mano izquierda
hacia su boca y besó mi dedo anular. Luego su lengua salió y apenas rozó la
cima de mi mano. Él sonrió con malicia.
En
algún momento, dejé de respirar. Cuando mis pulmones comenzaron a quemar tomé
una respiración profunda y Peter dejo caer mi mano de regreso a mi lado. —Lo
siento, tenía que tomar una pequeña probada. —Luego me guiñó el ojo y se giró
hacia la puerta.
Me
quedé en silencio mientras él regresaba afuera al calor del verano.
Jaja peter un sex simbol
ResponderEliminarmaass
massssssssssss .... una pregunta... este es el 3ro de una saga de libros no?
ResponderEliminar@x_ferreyra7
Atrasada pero firme leyéndote!.
ResponderEliminarAndo con exámenes x eso no estoy comentado!
Jenny
Algo d respeto parece k le tiene a Lali
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